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𝟮𝟮 𝖼𝗈𝖽𝗈𝗆𝗂𝗇𝖺𝗇𝖼𝖾

Theo cayó ágilmente de pie tras saltar del techo del autobús en el estacionamiento de la escuela. Tracy llegó corriendo a su lado, sosteniendo un bulto de ropa en sus brazos.

—¿Lo viste? —preguntó ella, aún intentando recuperar el aliento.

—Fue demasiado rápido —respondió el chico, con la mirada fija.

—¿Está ahí?

—Sí. Así que mantén tu distancia. Mira, no tratamos de atraparlo. Aún no.

—Bien... pero antes, explícame por qué me pediste que trajera esto —dijo Tracy, deteniéndose a mirarlo mientras alzaba un poco la ropa para enfatizar su pregunta.

Un aullido resonó en el aire, interrumpiéndolos. Era un lobo, o mejor dicho, una loba. Entre los autobuses, una figura gris apareció y, sin reparo, se transformó en humana frente a ellos.

Los ojos de Maya brillaron momentáneamente en un tono ámbar antes de que su forma humana quedara completamente revelada.

—Por eso —respondió Theo, su atención fija en la chica. Si ella ya lo había visto transformarse antes en la cueva, no tenía por qué importarle mostrarse de nuevo. Era como saldar cuentas.

Tracy, sin poder evitarlo, dejó que su mirada recorriera su figura desnuda. Después de todo, a ella le gustaban tanto los chicos como las chicas.

Sacudió la cabeza ligeramente para despejarse y le extendió la ropa.

—No creas que esto cambiará nada —dijo Maya mientras comenzaba a vestirse. Primero se puso la ropa interior, seguida de los pantalones—. Solo me dio curiosidad tu mensaje de...

—Seguir a la Bestia. Sí —asintió Theo, apenas esbozando una sonrisa—. Y veo que ya aprendiste —añadió, refiriéndose a su transformación.

Maya solo asintió mientras terminaba de ponerse la camiseta y deslizaba los pies en sus zapatillas sin cordones para no perder tiempo.

—Pero si estuviera aquí, la olería.

Theo abrió la boca para replicar, pero un rugido que resonó desde el interior de la escuela lo interrumpió. Los tres intercambiaron una mirada antes de apresurarse hacia el edificio.

Cuando entraron, tanto Theo como Maya se detuvieron frente a los casilleros, alertados por algo. Aunque la iluminación era escasa, ambos hicieron brillar sus ojos para ver con claridad. En estos, estaba grabado el mensaje: "Damnatio Memoriae."

—Es el mismo mensaje, ¿no? —preguntó Tracy. Sus ojos regresaron a su color natural mientras fruncía el ceño—. ¿Qué intentan decir?

—Tratan de hacer que recuerde quién era —respondió Theo, serio.

—Pero ¿no es solo un adolescente como nosotros? ¿En el fondo no es solo un chico?

—Eso no les importa. Los Doctores necesitaban un cuerpo porque no podían resucitar a la Bestia de la nada. El chico en el fondo, quien sea, es solo un efecto secundario. A los Doctores solo les importa la Bestia.

—Bien —dijo Maya, llamando su atención—. ¿De qué no me estoy enterando?

—En resumen, solo diré que todos estamos en peligro. Y como sabrás, tengo un plan del que no te enterarás hasta que sea necesario —contestó Theo, girándose para mirarla directamente—. Y te pedí que vinieras porque sé que has tenido ganas de matar desde lo sucedido. ¿O me equivoco?

—Ah, ¿y en serio crees que soy tan estúpida como para enfrentarme a esa cosa? —respondió Maya, dando un paso hacia él con incredulidad—. Pensé que eras más listo.

—Y lo soy —contestó Theo, defensivo, acercándose también.

—¿Ah, sí?

—Sí.

—Chicos, no deberíamos estar peleando en este momento —dijo Tracy, frustrada, alzando los brazos.

Sin embargo, ambos la ignoraron.

—Oye, si quieres desquitarte, entonces solo... —el chico hizo una pausa, pensativo—. Solo golpéame.

—¿Qué? —la rubia frunció el ceño, confundida.

—Sí, hazlo. Golpéame.

—Bueno.

Ella lanzó un puñetazo, pero él levantó el brazo para bloquearlo. Frunciendo el ceño, intentó con el otro, pero Theo repitió la maniobra y luego, con un movimiento rápido, le hizo un barrido, derribándola al suelo.

—Lo siento —se disculpó con una sonrisa burlona—. ¿Eso te pareció listo de mi parte?

Maya, furiosa, lo miró antes de agarrarle el brazo y, usando su propio peso, lo derribó. Se subió sobre él y alzó el puño, lista para golpearlo.

Un gruñido desde un pasillo los interrumpió. Tracy, sacando sus garras, se acercó al sonido. De repente, las luces se apagaron. Cuando volvieron a encenderse, uno de los Doctores estaba frente a ella.

Tracy intentó atacarlo con sus garras, pero el Doctor esquivó su golpe y la empujó contra los casilleros. Maya se levantó rápidamente, pero Theo la detuvo antes de que pudiera intervenir y se adelantó en su lugar.

—Váyanse —ordenó el Cirujano.

—¿Dónde está? —preguntó Theo con frialdad.

—Ya tienes tu manada.

—No fue suficiente. Mírame los ojos —el chico hizo brillar su mirada ámbar—. ¿Te parecen rojos? No soy un Alfa. Ni siquiera soy un verdadero hombre lobo.

Entonces, una figura colosal apareció detrás del Cirujano. La Bestia. Su tamaño era intimidante, y en una de sus enormes manos llevaba una cabeza. Maya tragó en seco, pero ayudó a Tracy a levantarse. Ambas retrocedieron junto a Theo, tensos y aterrados.

La Bestia rugió con una fuerza que hizo que se taparan los oídos, agachándose por el dolor. Cuando volvieron a mirar, ni los Doctores ni la Bestia estaban allí.

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A la mañana siguiente, los mellizos caminaban por los pasillos de la escuela tranquilamente, hasta que una voz resonó por el altavoz.

—Atención a todos los estudiantes. Las clases del señor O'Quinn se cancelan por hoy. Si alguien sabe de su paradero, por favor informe a la administración.

Maya soltó un suspiro mientras negaba levemente.

—Les resulta muy fácil tranquilizar a los estudiantes. —Miró a su hermano antes de cambiar de tema—. Por cierto, ¿en serio Scott y Stiles fueron a buscar a Kira?

—Sí —respondió Liam a su lado—. Traté de hablar con Scott, pero no pude. —Hizo una pausa y le lanzó una mirada curiosa—. ¿Y tú realmente fuiste con Theo y Tracy?

—Sí —admitió, reduciendo el ritmo al caminar mientras un pensamiento parecía atravesar su mente. Su hermano la observó de reojo cuando añadió—. Se ve diferente, ¿no te parece? Theo. Casi... enfermo.

Liam se encogió de hombros con indiferencia.

—¿Quién notaría la diferencia?

Maya decidió no discutir más el asunto. Su mirada se desvió hacia adelante y notó que Theo estaba ahí, hablando con Hayden.

Liam también los vio, y su expresión se endureció. No podía evitar molestarse cada vez que el chico se acercaba a Hayden, especialmente porque parecía disfrutar provocarlo.

—Esto es asqueroso. Iré a vomitar. —Maya levantó las manos en un ademán exagerado antes de girar sobre sus talones hacia el baño.

Su hermano soltó un largo suspiro, tratando de ignorar la incomodidad que sentía, y continuó hacia su próxima clase: Biología.

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Más tarde, en el aula, la maestra Finch estaba explicando el tema del día.

—Codominancia, una relación entre alelos en la cual ambos alelos contribuyen al fenotipo del heterocigoto —anunció con calma—. Complicado, lo sé, pero es exactamente lo que aprenderemos hoy en el laboratorio. Estudiantes en la primera y tercera fila, miren detrás. Son sus compañeros.

Maya dejó escapar un leve suspiro antes de girar la cabeza hacia atrás. Se encontró con Nolan, uno de sus compañeros de lacrosse.

Él le devolvió una sonrisa educada, y ella apenas le correspondió.

Liam, por su parte, terminaría trabajando con Hayden, mientras que Mason se aseguró de apartar a una chica para poder trabajar con Corey.

Poco después, todos estaban sentados junto a sus nuevos compañeros, listos para comenzar.

—Recuerden que en la codominancia, ningún alelo es recesivo —continuó la maestra Finch—. Los fenotipos de ambos alelos son expresados. En la sangre humana, ¿cuál es un buen ejemplo de codominancia?

—El tipo AB —respondió Corey.

—Muy bien. Hoy resolverán un pequeño misterio: dos parejas tuvieron bebés el mismo día en el mismo hospital. ¿Cambiaron a los bebés? Abran sus cuadernillos y lean las instrucciones.

El aula se llenó con el sonido de páginas pasando y murmullos mientras los estudiantes empezaban a trabajar.

Maya leía atentamente las instrucciones cuando, por inercia, alzó la mirada hacia la ventana del salón. Theo pasaba por allí, caminando con esa actitud relajada que siempre parecía irritarla.

Lo fulminó con la mirada, pero Theo simplemente sonrió de lado antes de seguir su camino, como si nada.

—¿Es tu novio? —preguntó Nolan de repente, rompiendo el silencio entre ellos.

—Ni siquiera es mi amigo. Es un idiota con mayúsculas —respondió la chica de inmediato, soltando un bufido de exasperación—. Aunque sí tengo novio, pero está en Devenford.

—No quiero sonar mal, pero... supe lo que pasó. Lo de... la pelea —murmuró Nolan con cierto nerviosismo mientras la miraba de reojo. Maya se removió en su asiento, incómoda.

—Tranquilo. Es solo que el tema aún me incomoda un poco —respondió ella, intentando restarle importancia.

—Bueno —el chico asintió con suavidad antes de bajar la mirada nuevamente hacia su cuadernillo.

Sin decir nada más, ambos regresaron a su trabajo en silencio.

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