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Maya no pudo evitar rodar los ojos ante las malas miradas que se intercambiaban su novio y su hermano al estar en la misma sala.

—Chicos, vayan a casa —ordenó Stiles con una mueca al verlos en la cocina—. No vendrán con nosotros.

—¿Por qué no? —preguntó Liam, frunciendo el ceño.

—Porque hay luna llena, y no me gustaría tener que manejar hasta México y que alguno de ustedes me desgarre el cuello —respondió Stiles mientras pasaba junto a Malia.

—Puedes encerrarme, ¿sí? —insistió Liam—. ¿Encadenarme al asiento o algo así?

—Rompiste las cadenas, ¿recuerdas? —respondió Malia con una mueca.

—Maya también...

—Oye —lo interrumpió su hermana, levantando la mano para que se callara—. No me metas.

Liam rodó los ojos, mientras que Brett observaba todo con una sonrisa burlona.

—Sí, supongo que deberíamos congelarlo en carbonita para llevarte —comentó él con sarcasmo.

Stiles, emocionado al notar la referencia, pasó de la frustración a la alegría en un instante.

—Bien, ¿dónde conseguimos la carbonita?

Su sonrisa se desvaneció al escuchar a Liam preguntar aquello en serio. Maya lo fulminó con la mirada, y Malia negó con la cabeza.

—En serio, ¿tampoco lo has visto? —preguntó Stiles, incrédulo, mirándolo con los ojos entrecerrados antes de suspirar y darse media vuelta.

—¡Espera! —exclamó el menor mientras corría a ponerse frente a él—. ¿Y si me llevas en el baúl?

—También saldrías de ahí —replicó Malia con una pequeña mueca.

—Liam, has sido un hombre lobo durante cinco minutos. No tienes que hacer esto.

—Sé que no debo, pero quiero hacerlo. Debe haber cadenas más fuertes, un baúl más grande o algo así. Tiene que haber.

El humano se quedó pensativo, mientras su hermana se cruzaba de brazos.

—Quizá haya —admitió.

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Los cinco bajaron del Jeep, mientras Braeden estacionaba la camioneta y descendía.

—¿Cómo obtuviste un transporte carcelario? —preguntó Stiles, curioso.

—Soy alguacil de los Estados Unidos —dijo Braeden mientras se acercaba.

—Sí, creí que eso era una pantalla.

La mujer solo sonrió.

—¿De verdad lo llevaremos? —preguntó Derek, acercándose junto a su tío y señalando a Liam.

—¿De verdad lo llevaremos? —repitió Maya con sarcasmo, señalando a Peter esta vez.

—Llevaremos a todos los que podamos —dijo este—. Y como se llevaron a Scott y a Kira la noche previa a la luna llena, ya deberíamos partir.

—¿Qué significa eso? —preguntó Malia, confundida.

—Si Kate se llevó a Scott al mismo templo adonde llevó a Derek, ¿cómo sabemos que no planea hacerle lo mismo que le hizo a él?

—¿Qué? ¿Volverlo más joven? —preguntó Liam, sin entender.

—O regresarlo a la época en la que no era un hombre lobo —dijo Brett, algo dudoso. Derek asintió.

—Un hombre lobo no puede robar el poder de un verdadero Alfa —les explicó Peter—. Pero un jaguar nagual con el poder de Tezcatlipoca detrás, quizá pueda. Así que, si ya estamos lo suficientemente asustados, yo digo que nos vayamos.

—No podemos —respondió Stiles, firme—. No iremos sin Lydia.

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Estaba intentando contactar a Lydia, pero ella no contestaba.

—¿Qué hace en la escuela? —preguntó Derek, extrañado.

—Tenemos la espada de Kira, pero necesitamos algo con más aroma —explicó su prima.

—Lydia fue a buscar un abrigo a su casillero —aclaró Maya, cruzándose de brazos mientras Brett pasaba su brazo alrededor de sus hombros.

—Nada —dijo Stiles acercándose al grupo después de revisar su teléfono.

—Si tiene auto, puede alcanzarnos —propuso Braeden.

—Buena idea —coincidió Peter—. La llamaremos.

—No —intervino rápidamente el de lunares—. ¿Y si pasó algo? ¿Y si está en problemas?

—Bien, quédate, encuéntrala. Seguiremos sin ti.

—Podríamos llamar a Mason —sugirió Maya—. Es de su grupo de estudio. Quizá pueda buscarla.

Derek miró a Stiles, quien suspiró resignado.

—Bien. De acuerdo.

Todos se dirigieron a los vehículos restantes, que serían los de Braeden y Peter para mayor rapidez.

—Recuerden a qué nos enfrentamos aquí —advirtió el omega—. No solo a Kate, también a los Berserkers. Aunque vean ojos humanos detrás de esos cráneos, no crean que les queda humanidad.

El beta mostró señales de nerviosismo, y él lo notó.

—Tú, pequeño, les tienes terror, ¿verdad? No te preocupes. Ese miedo te mantendrá vivo. Recuerden, todos: no se pelea con los Berserkers para sobrevivir. Se pelea para matar.

Con esas palabras, Peter se subió al asiento del conductor.

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El desierto se extendía mientras el sol se ocultaba, cuando Derek aseguró la última esposadura en el asiento donde estaba Liam.

Este forcejeó de inmediato, pero no consiguió liberarse.

—¿Todo bien? —Liam trató una vez más de soltarse sin éxito—. Bien. Traje algo para ayudarte —sacó un objeto de su chaqueta y lo sostuvo frente a él con solemnidad—. Esto ha permanecido en mi familia durante siglos. Es un talismán muy poderoso, sobrenatural.

Maya y Brett intercambiaron miradas escépticas, mientras Stiles levantaba una ceja, claramente incrédulo.

—Para enseñar a los Betas a controlarse cuando hay luna llena —agregó Derek, extendiendo el talismán hacia él.

El joven miró a los tres testigos en busca de alguna señal de validación. Derek inclinó la cabeza hacia ellos, esperando apoyo.

—Sí, es poderoso —Stiles murmuró—. Muy poderoso —sus ojos se entrecerraron.

—Mientras no lo mate... —murmuró Maya, recargándose en el respaldo del asiento.

—O a nosotros —añadió Brett, dándole una mirada fugaz antes de volverse hacia la ventana.

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La noche se hacía más oscura mientras el Jeep avanzaba hacia la iglesia en México.

Liam comenzó a sudar y, de pronto, uno de los grilletes cedió. Sosteniendo el talismán en su mano libre, su mirada se tornó salvaje.

—Sea lo que sea que ibas a enseñarme… —alzó la vista con sus ojos brillando intensamente—. Creo que es mejor que empieces ahora.

Derek se giró de inmediato, manteniendo la calma.

—Liam, ¿me sigues? Tenemos un mantra. Es como meditar. Concéntrate en las palabras. Repítelas y mantén el control.

—Bien. ¡Bien! ¿Cuáles son las palabras?

Desde el asiento trasero, Brett observó cómo Maya cerraba los ojos y respiraba entrecortada. Sin decir nada, tomó su mano y entrelazó sus dedos con los de ella en un gesto reconfortante.

—Mira el triskelion —indicó Derek, señalando el objeto—. ¿Ves el símbolo? Tengo el mismo tatuaje en la espalda. Cada espiral representa algo.

—Alfa, Beta, Omega —dijo Stiles.

—Simboliza que siempre podemos reaccionar frente a unos y replegarnos ante otros.

—Los Betas pueden volverse Alfas.

—¿Y los Alfas pueden volverse Omegas? —preguntó Maya, su voz temblando mientras empezaba a sudar más.

Derek asintió antes de volver su atención a Liam.

—Todo lo que tienes que hacer es repetir tres palabras. Con cada una, te dices a ti mismo que te calmas, que recuperas el control. Vamos.

—Alfa, Beta…

—Más despacio —lo corrigió Derek.

Liam respiró profundamente y, con esfuerzo, comenzó a repetir:

—Alfa… Beta… Omega…

El temblor en sus manos aumentaba con cada palabra, y Stiles, nervioso, se encogió en su asiento, subiendo las piernas como si esperara un ataque.

—Bien. Hazlo de nuevo —instó Derek.

—Alfa… Beta… Omega…

—Derek, creo que el talismán súper poderoso no está funcionando —interrumpió Brett, inclinándose hacia adelante mientras intentaba evaluar la situación.

El chico dejó escapar un gruñido bajo, sus ojos brillaron con mayor intensidad y, de un tirón, se liberó del otro grillete.

—¡Liam, dilas de nuevo! —ordenó el hombre lobo con firmeza, pero el beta se levantó con un movimiento amenazante.

Maya gruñó en respuesta, inclinándose hacia él con un instinto protector.

—¿Chicos? —llamó Braeden desde el volante, lanzando una mirada rápida por el retrovisor.

—Creo que necesitaremos ir más rápido —dijo Stiles, alejándose lo más que podía de los mellizos.

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—¡Liam, concéntrate! —gritaba Derek con frustración mientras el joven se debatía contra su control.

—Derek, claramente "Alfa, Beta, Omega" no está funcionando —opinó el de lunares desde la distancia.

—¿Conocen otros mantras?

—Sí, yo conozco uno —dijo Brett con un suspiro resignado—. Liam, ¿cuáles son las tres cosas que no podemos ocultar mucho tiempo?

Maya, aún gruñendo bajo, observó a su pareja mientras intentaba calmar a su hermano.

—Liam, mírame —insistió, elevando el tono para captar su atención—. ¿Cuáles son las tres cosas que no podemos ocultar?

Liam comenzó a respirar más profundamente, sus manos dejaron de temblar.

—El sol… la luna… la verdad…

—Eso es. Dilas de nuevo.

—El sol… la luna… —repitió, mientras sus garras desaparecían lentamente—. La verdad.

—Derek —llamó Braeden desde el frente, sus ojos alternando entre la carretera y la rejilla trasera.

—Estamos bien —respondió Derek tras observar el progreso de Liam.

—El sol… la luna… y la verdad —continuó diciendo el joven, sus palabras cada vez más seguras.

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Tiempo después, llegaron finalmente a la iglesia, aunque ninguno esperaba lo que sucedería a continuación. Justo cuando Derek bajó de la camioneta, un Berserker se lanzó sobre él.

La criatura lo acorraló contra una roca, alzando un hueso afilado con la intención de clavárselo. En el último momento, Braeden reaccionó, disparándole repetidamente al Berserker para hacerlo retroceder.

Peter saltó del vehículo con rapidez, seguido de cerca por su hija.

Mientras tanto, Braeden se inclinó junto a Derek, inspeccionando su herida con preocupación al ver cómo la sangre salía de su boca.

—¿Está muy mal? —preguntó Peter, intentando mantener la calma pese al nudo que sentía en el estómago al ver a su sobrino en ese estado.

Derek, con esfuerzo y voz quebrada, logró responder:

—Estoy bien. Solo encuentren a Scott... encuéntrenlo. Iremos detrás de ustedes. Vayan. ¡Vayan!

Peter vaciló un instante, pero al final fue el primero en adentrarse en el lugar. Malia lo siguió de inmediato, acompañada por Maya, Brett y Liam.

—Oigan... sálvenlo —dijo Derek con dificultad, dirigiéndose a Stiles.

Stiles, que ya se disponía a seguir al grupo, le dedicó una última mirada al pelinegro antes de desaparecer tras ellos.

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—Por aquí —indicó Peter mientras lideraba al grupo con pasos firmes—. Bien, deténganse todos, paren —ordenó al llegar a una sección del lugar más amplia pero oscura—. Creo que debemos entender dónde estamos y luego planear cómo encontrar a Scott y a Kira.

En ese momento, Stiles sintió que su teléfono vibraba. Miró la pantalla, extrañado.

—¿Cómo es que aún tengo servicio...?

Se alejó un poco para contestar.

—Hola, papá... Sí, papá, sé que estás enojado... Cuando vuelva, podrás darme todas tus razones... ¿Quieres que mienta? ... Le pedimos a Mason que fuera por ella a la escuela, y ahora no sabemos nada de ninguno de los dos. No sé, papá, no sé qué estoy haciendo. Solo trato de salvar a mis amigos... Papá, si llega a haber un Berserker en la escuela, necesitarás una potencia de fuego. Mucha.

Colgó la llamada y volvió junto al grupo, su expresión era tensa.

—¿Qué hacemos ahora? —preguntó Liam, con incertidumbre en su tono.

Antes de que alguien pudiera responder, Maya detectó un movimiento extraño y reaccionó de inmediato.

—¡Al suelo! —gritó, tirando de los brazos de Liam y Brett justo a tiempo para esquivar el ataque de otro Berserker que emergió desde las sombras.

—¡Abajo, vamos, abajo! —gritó Peter mientras corría hacia una zona más cubierta, liderando al grupo hacia unos pilares de piedra—. ¡Rápido, vamos, vamos!

El grupo se detuvo detrás de los pilares, respirando con dificultad por la sorpresa del ataque.

—Busca a Kira y a Scott —dijo Malia, lanzándole su espada a su novio—. ¡Ve!

Él suspiró profundamente y luego se apresuró hacia el interior de la iglesia.

Peter se posicionó detrás de uno de los pilares. Maya se colocó rápidamente junto a Brett, preparándose para la embestida del Berserker que ya se acercaba.

El combate comenzó en un instante, con Peter lanzando los primeros golpes mientras Liam y Malia se unían a él, tratando de ganar ventaja.

Maya y Brett no se quedaron atrás, atacando también al Berserker con todo lo que tenían. Sin embargo, la criatura era fuerte, y lograba apartarlos uno a uno, obligándolos a retroceder por momentos.

A pesar de esto, los cinco sobrenaturales continuaron el asalto sin detenerse, sincronizando sus ataques.

Finalmente, Peter consiguió derribarlo.

—¡Llévalo! Apunta al cráneo —dijo, lanzándole un hueso afilado a Malia—. ¡Mátalo! ¡Mátalo ahora!

Con el Berserker acorralado contra una pared, lo sujetaron con todas sus fuerzas, inmovilizándolo. Malia se acercó, lista para acabar con él.

—¡No, espera! ¡Malia, espera! —gritó Stiles mientras llegaba corriendo al lugar.

En ese momento, Kira apareció y, con un movimiento rápido, rompió el hueso con su espada.

—Es Scott.

El grupo se quedó inmóvil, procesando lo que acababan de escuchar.

Liam frunció el ceño y se inclinó para mirar con atención la cara del Berserker. Entonces, pudo distinguir los ojos de su alfa. Maya, por su parte, reconoció el tatuaje en su brazo.

Sin previo aviso, Scott se sacudió violentamente, tirando al suelo a los tres que lo mantenían inmovilizado.

Su transformación lo hacía más fuerte, más peligroso.

En el caos, rasguñó a Maya en el rostro, haciéndola retroceder con un pequeño quejido de dolor antes de caer al suelo.

Brett, con esfuerzo, se arrastró hacia Maya y se colocó delante de ella, intentando protegerla mientras Scott se acercaba, cada vez más amenazante.

—¿Scott? ¡Scott, no! —intentó detenerlo Kira, desesperada.

—Scott, soy yo —dijo Stiles, acercándose con cuidado.

Pero él, perdido en su transformación, le propinó un golpe que lo hizo caer al suelo.

De repente, Scott apartó a Brett con facilidad, dirigiendo su atención completamente hacia Maya. La levantó del suelo con una mano, sujetándola por el cuello y presionándola contra la pared mientras ella luchaba por respirar.

—¡Scott! —logró decir Maya entre jadeos—. ¡Oye! ¡No eres un monstruo! ¡Eres un hombre lobo! Y eres nuestro alfa.

Por un momento, las palabras de Maya parecieron atravesar el velo de la bestia en que Scott se había convertido. Sus ojos volvieron a mirarla con algo más que furia.

Reconociéndola, la soltó de inmediato, retrocediendo mientras comenzaba a arrancarse el cráneo que cubría su cabeza.

Con esfuerzo, Scott se quitó los guantes y, acto seguido, la armadura que cubría su torso, quedando con solo una camiseta.

Finalmente, logró deshacerse del cráneo, dejando al descubierto su rostro transformado y sus ojos escarlata que brillaban intensamente. Con un rugido poderoso, Scott se liberó del control del Berserker.

—Tú —dijo Scott, mirando con furia al Hale mayor, quien estaba al lado de su hija—. El único que sabía tanto como Argent sobre los Berserkers. Sobre el Nagual. Le enseñaste a Kate. La ayudaste. Todo por poder.

—Por el poder de mi familia —respondió Peter, con desprecio—. Que fue bien heredado por mí. En lugar de ser usurpado por un idiota adolescente, tan incorruptible, que ni siquiera derramaría la sangre de sus enemigos, ni siquiera cuando estuviera justificado. No mereces tu poder. Un poder como este.

Peter transformó su rostro y rugió, su furia inundando la sala.

Malia rugió también, lista para lanzarse al ataque, pero su padre la apartó con facilidad, lanzándola contra una pared.

—Disculpa, cariño. Hablaremos de esto luego.

Kira se preparó, sujetando su katana con firmeza, pero Scott la detuvo con un grito.

—¡Kira!

Peter, con una mueca burlona, le respondió:

—Fuiste mi Beta primero, Scott. Mi mordida cambió tu vida. Y mi mordida puede ponerle fin.

—Entonces, ponle fin, Peter. Porque no tendrás otra oportunidad.

Ambos se enfrentaron, rugiendo de furia. Saltaron sobre una mesa de piedra y el combate comenzó con una intensidad brutal, ambos con la fuerza de sus transformaciones.

Scott, tras ser derribado, se levantó rápidamente y rasguñó a Peter con fiereza.

Pero el Hale reaccionó al instante, atacando el abdomen de McCall con un golpe. Él, decidido, le dio un puñetazo, pero el mayor lo derribó de rodillas y lo golpeó una vez más.

Sin embargo, Scott no se rindió, y en un impulso de furia, se levantó, desatando una lluvia de golpes entre ellos.

Malia estaba al lado de Kira, observando con atención mientras Maya, Brett y Liam estaban listos para intervenir, pero no se atrevían a interferir en el enfrentamiento.

—Vamos, Scott. ¡Vamos!

El cuerpo de Peter se movió con rapidez, y con fuerza, estrelló a Scott contra una pared.

Pero no terminó allí, lo agarró y lo estrelló una vez más contra otra pared, cada golpe con la misma violencia, intentando doblegarlo.

—Pelea como un Alfa.

Scott, sin embargo, mostró una fuerza inesperada.

Caminó por la pared con los pies, y se recuperó con agilidad, cayendo de pie. Con un rugido, se lanzó contra Peter y lo estrelló contra la pared, tomando la delantera en la pelea.

Agachado, Scott aprovechó el momento para darle dos fuertes golpes en el pecho de Peter, empujándolo hacia atrás. Intentó golpearlo, pero Scott le dio un fuerte golpe en la cabeza con la suya.

—¿Quieres derrotarme? ¡Tendrás que matarme!

Pero Scott, con una rapidez impresionante, lo lanzó contra una pared. Peter, atónito por la fuerza de Scott, intentó defenderse, pero él empezó a esquivar los golpes, antes de sorprenderlo con uno tan fuerte que lo hizo chocar contra la pared con violencia.

Scott se subió sobre la mesa de piedra y observó a Peter con desdén.

—Nunca fuiste un Alfa, Peter. Pero siempre fuiste un monstruo.

Peter, furioso, intentó atacar de nuevo, pero Scott le dio un puñetazo directo en la mandíbula que lo dejó inconsciente, cayendo al suelo con un estrépito.

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El sol ya comenzaba a asomarse en el horizonte, iluminando el paisaje mientras todos se reunían afuera.

—Hay suficiente acónito para mantener lejos a Peter y volver —dijo Chris, con su rostro serio mientras se aseguraba de que todos estuvieran listos—. Pero, tengan cuidado.

—¿De veras vas con ellos? —le preguntó Scott, mirando al hombre con ligera preocupación, refiriéndose a las Calaveras.

Maya descansaba su cabeza sobre el hombro de Brett, quien la abrazaba por la cintura, demostrando una conexión silenciosa entre ambos.

Liam observó la escena, frunciendo ligeramente el ceño.

—Hice un trato con los Calaveras hace unas semanas. Los dejarán en paz. A todos. Pero solo si les ayudo a atrapar a Kate.

—¿Y si no puedes? —preguntó Kira, su mirada fija en él.

—La encontraré. Alguien debe hacerlo —respondió Chris, dándoles una sonrisa de despedida, antes de marcharse hacia los otros.

Con su partida, el resto del grupo se acercaron a Scott y Kira, quienes aún procesaban la situación.

—Entonces no eres Alguacil de Estados Unidos, ¿verdad? —comentó Derek, dirigiéndose a Braeden.

—Lo era —respondió ella, con una sonrisa nostálgica—. Pero pasé mucho tiempo buscando a alguien. Es difícil mantener un trabajo cuando se torna una obsesión.

—¿A quién buscabas?

—Solo tengo un nombre en código. La Loba del Desierto.

Derek, pensativo, volteó hacia Scott y le dio un asentimiento de cabeza. Scott, entendiendo el mensaje, lo devolvió.

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Maya y Brett llegaron a la casa del chico, donde vieron Lori bajando las escaleras rápidamente. Se acercó de inmediato, y el abrazo fue lo primero que ocurrió.

—Dios, hueles muy mal —comentó Lori con algo de diversión mientras abrazaba a su hermano.

—Sí. Tú también —respondió él de la misma manera, antes de separarse de ella.

Lori se volvió hacia Maya, sonriendo cálidamente mientras extendía su brazo hacia ella.

—Hola, Maya —saludó, como si nada hubiera pasado—. Ahora eres oficialmente la novia de mi hermano. Ven.

La chica sonrió, ligeramente feliz, y se acercó a ellos, pero justo en ese momento, pudieron escuchar el grito de Liam.

—¿¡Qué demonios dijiste!? ¡Maya, ven aquí!

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—Stiles dijo que Scott y Kira estaban varados en México, y por eso no llegaron al partido —explicaba Liam con una ligera mueca, mientras se encontraba junto a Maya, con las manos en los bolsillos de su chaqueta.

—Nos fuimos a México a buscarlo, y por eso ninguno llegó a la práctica —dijo Maya, adoptando una postura relajada—. Porque... Estábamos en México.

—Sí —fue lo único que dijo Finstock, observando con mirada crítica a los chicos—. ¿Llevaste a Kira a una cita en México? —le preguntó a Scott, con una ceja levantada.

—Era nuestra primera cita de verdad —respondió Scott, sin saber qué más decir.

—¿En México?

—Querían hacer algo especial —respondió Stiles, guiñando un ojo.

Maya frunció levemente el ceño y lo miró raro, pero rápidamente desvió la mirada hacia su hermano y Scott.

—Bien. Les creo.

—¿De veras? —preguntaron los mellizos al unísono, con incredulidad.

—En absoluto. Pero tuve experiencias al sur de la frontera que los dejarán boquiabiertos —respondió Finstock—. Permítanme aclararles algo. Estos dos chicos son los mejores talentos que he visto en años. Es responsabilidad de ustedes ahora. Permanecerán juntos. Y se respaldarán unos a otros. ¿Entendieron?

Scott, con una ligera sonrisa, asintió a las palabras del entrenador.

—Entiendo.

Maya y Liam también asintieron, intercambiándose una mirada cómplice.

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