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23 |❝oh, querida luna❞

     

                       
El silencio se cernía sobre el campamento, interrumpido únicamente por el crujir distante de las llamas devorando los restos de la plaza y la muralla de robles que alguna vez fue testigo de la prosperidad de la frontera del reino Aztya. Yoongi, acurrucado tras los troncos carbonizados, sentía la pesadez del aire cargado con el peso de la derrota.

Las sombras de los guerreros évreanos se proyectaban sobre el suelo desolado mientras inspeccionaban los alrededores, asegurándose de que ninguna resistencia persistiera en la desvanecida frontera. WonHo, desde su caballo albino, observaba con una mezcla de severidad y cansancio.

El omega, envuelto en su capucha violeta, permanecía inmóvil, su espalda apoyada contra los troncos que aún humeaban. Cada músculo en su cuerpo temblaba, pero no sólo por el miedo. La lucha interna entre la agonía de la batalla y la tensión de su propio cuerpo, embarazado y vulnerable, le impedía encontrar la valentía suficiente para levantarse.

A lo lejos, entre las ruinas de las tiendas y los restos de la vida que alguna vez floreció en el campamento, resonaban los lamentos y sollozos de los sobrevivientes. La tragedia había dejado su marca indeleble en el reino caído, y la desesperanza se palpaba en el aire.

Tenía que moverse. Por la sagrada diosa, ¡tenía que salir de ahí!

A su pesar, cada intento de incorporarse, de aplicar presión en sus rodillas, desencadenaba punzadas dolorosas directamente en su vientre, generándole mareos. La magnitud de estas contracciones sugería que sus nervios transmitían sin piedad la incomodidad a los pequeños que llevaba consigo.

¿Cómo podía alguien allá arriba en el enorme firmamento esperar que mantuviera la calma? ¿Podían los astros ser tan crueles? Había llegado hasta allí con sangre y sudor, ¿en verdad todos esos esfuerzos serían completamente en vano ahora?

¿Qué más querían de él?

Por un momento, sólo un diminuto instante, cayó rendido. Apoyó su cabeza contra la madera áspera, la capucha cubriéndole los ojos y salvándole de observar cómo las llamas se acercaban con rapidez hasta donde estaba. Intentó respirar, inhalar hondo y exhalar lentamente. Luego, con bocanadas más rápidas; nada hizo que su interior se calmara. Pronto sintió el calor rozar su piel incluso a través de la ropa, y todavía no lograba levantarse.

¿Moriría ahí? ¿Así estaba escrita su historia?

Pensó en todo: en Sasha, su primera y adorada cachorra; en BaeYun, el amor de su vida; en JiHoon y Franchesco, sus ángeles; en la joven alfa del mercado, en la señora Haesun y los guardias que le ayudaron a salir del palacio esa terrible noche. También pensó en su madre biológica y en su hermano, y en SoMi, la que era su mamá en su corazón. Y, por último, pensó en Taehyung: su mayor anhelo, su deseo prohibido, su pareja y esposo, su 'primera vez' en absolutamente todo.

Oh, querida luna... ¿puedes ser así de cruel?

─Alfa... ─Sollozó antes de que su boca pudiera procesar lo que su cabeza estaba pidiendo. Entre las llamas danzantes y los lamentos de la muchedumbre inmersa en el voraz incendio, brotaron sollozos antes de que sus labios pudieran articular las súplicas de su mente. ─¡Taehyung! ─Yacía recostado entre la madera ennegrecida por el hollín, el estruendo de cascos de caballos distantes y los aterradores gritos de quienes perecían en la catástrofe. Con un gesto brusco, retiró la capucha que ocultaba su semblante, dejando al descubierto lágrimas que descendían como desbocadas cascadas por mejillas manchadas. ─¡Alfa! ¡T-Taehyung! ¡Mi señor!¡Tae-Taehyung! ─Gritó, rasgando su garganta, deseando fervientemente un destino diferente.

El humo lo envolvió con su abrazo siniestro.

─¡Sé que le causé daño! ¡Lo lastimé! ─Proclamó en un nuevo grito, esta vez viendo hacia el firmamento, sus lágrimas desviándose por el contorno de su cuello. ─¡Decepcioné a muchos y abandoné a otros tantos! ¡Todo esto es mi culpa! ─Exclamó, mientras su visión se perdía en nubes grises y una extraña neblina que dificultaba cada vez más la respiración. ─Prometí amarlo y quedarme a su lado... ¡Eso quería hacer, y eso intenté durante años! ¡Años de miseria absoluta! ─Acusó a cualquier ente divino que estuviera observándole desde allá arriba, descargando su ira en los cuentos que le habían contado durante toda su vida. ─¿¡Qué más esperaban de mí!? ¡Quiero respuestas! ¿¡Qué demonios se suponía que debía hacer!? ¡S-Si me equivoqué... lo lamento profundamente! ¡Pero siempre estuve solo! ─Confesó, sintiendo sus lágrimas aunque ya no percibía el agua que las formaba. ─¿¡A quién diablos debería haber escuchado!? ¿¡Cuál era la decisión correcta!? ¡No merezco esto! No... no así. Jamás quise esto, perdónenme...

Las contracciones aumentaron, y el temor de sus hijos se entrelazó con el suyo.

¿Así de fácil era perderlo todo por segunda vez?

─Tranquilos... p-papá sólo está fatigado. ─Susurró, su voz ahogándose entre las llamas que lo circundaban. Intentó sonreír, esbozar una mueca ante ellos para que esos últimos momentos fueran dignos de los sacrificios que había hecho en su largo viaje. Todo era injusto en demasía. ─Estoy cansado, eso es todo. Ha sido un viaje largo.

La vida se le escapaba lentamente, y lo podía sentir.

─Gracias por acompañarme... ─Susurró, inclinándose hasta abrazar su vientre y presionar su frente contra la firme pared. Frotó su rostro, anhelando sentirlos una vez más. Aferrándose a sus ropajes, dejó un beso tembloroso y difícil en aquel lugar. ─Muchas gracias, de verdad. Gracias... g-gracias... gra...

Se sumía en el sueño inevitable. Estaba durmiéndose, pues todo le pesaba y su mente se nublaba.

Vaya que había sido un viaje largo.

...

¡Oye! ¡Omega! Carajo, ¡no te mueras! ¿Hola? ¿¡Hola!? ¡Dije que no fallezcas, maldición! ¡Resiste!

¿Esa era... una voz? ¿Quién era? ¿Por qué su cuerpo estaba agitándose de esa forma?

Con esfuerzo sobrehumano, Yoongi logró entreabrir sus ojos, pesados como rocas. El campamento ardía a su alrededor, una visión de caos con guardias montados a caballo y las llamas devorándolo todo.

La pregunta persistía en su mente: ¿por qué seguía vivo?

La conciencia de su propia agitación y la percepción de una voz lo sacaron de su aturdimiento. Un chico, un alfa, lo sostenía en brazos, corriendo para alejarse del tumulto. Exhausto y con el recuerdo distante de estar envuelto en humo, apenas pudo alzar la mirada hasta el rostro de su misterioso salvador.

─Aguanta. Vamos, omega. ─Susurró el chico con una determinación que resonaba como una promesa. ─Quédate conmigo. ¡Quédate aquí, tú puedes!

Mientras el alfa seguía corriendo, Yoongi recuperó la conciencia cuando su cuerpo fue depositado en la suave y húmeda tierra, lejos del estruendo del campamento. El agua salpicó su rostro, y suavemente, palmaditas golpearon su mejilla. El chico sostenía un odre entre las manos teñidas con hollín y ceniza.

─Mírame... eso es, mírame. Estás bien, ¿me escuchas? Estás bien, omega. ─Repetía él, de cuclillas, sosteniéndole la mirada con una intensidad tranquilizadora. Bajo la sombra benevolente de un imponente roble, ambos se hallaban resguardados. Más agua le mojó el rostro, provocando que tosiera, pero la firmeza del alfa no menguó. Su sonrisa amplia y reconfortante iluminó el momento. ─¡Eso es! Carajo... lograste asustarme. Pensé que ya te habías ido con la diosa. Qué fuerte eres, muchacho.

Yoongi, jadeante y con el rostro empapado, lo observó con curiosidad palpable, sus ojos reflejando una mezcla de gratitud y confusión.

─¿Quién... quién eres?

Antes de que pudiera recibir respuesta, un aterrador estruendo procedente del campamento silenció la pregunta de Yoongi. Las rocas de las catapultas caían desde la distancia, llenando el aire con un sonido ominoso que anunciaba la destrucción.

─¡Diosa santa! Maldición. Hye... ─Murmuró el alfa, con la mirada perdida en la distancia del campo de batalla, luciendo preocupado por la chica a quien le pertenecía aquel nombre. ─Debo irme.

Las feromonas preocupadas del chico alcanzaron al omega, y por un breve instante, su cuerpo se relajó ante el embriagador y tranquilizador aroma que desprendía. El alfa volvió la cabeza para observarlo una última vez, sus manos abarcando el rostro quemado y sonrojado de Yoongi. Entre la confusión, el omega logró percibir un suave aroma que impregnaba el aire. Muy parecido a los lirios.

Lirios de protección. Lirios de vida.
En el aire, su suave aroma impregnaba la quietud, como susurros de esperanza en medio de la desolación. Sus lirios misteriosos y desconocidos significaban más que las flores; eran símbolos de otra oportunidad, un recordatorio tangible de que la vida, su vida, persistía incluso en los momentos más oscuros por alguna orden divina. Siempre era salvado. Entre las llamas y el estruendo de la batalla, esos lirios eran como promesas de un mañana mejor, un anhelo de renovación y resiliencia en un mundo desafiante.

No estaba solo. Nadie lo estaba.

─Ahora estás bien, ¿mh? Ya todo está bien. Tienes que salir de aquí. Protégelos, ¡sé valiente! ─Mirando su enorme vientre con ternura, él le sonrió, ofreciéndole la primera sonrisa que no había recibido en semanas. Un nudo en la garganta le hizo derramar lágrimas, y el alfa rió suavemente mientras revolvía sus cabellos blancos algo chamuscados. ─Llora un poco, está permitido. Pero luego me haces caso y encuentras la forma de que esos soldados no te atrapen. ¡Cuídate mucho, omega lindo!

Con un gesto liberador, lo soltó y se alejó corriendo de vuelta hacia el caos casi consumido por las llamas. Yoongi lo observó mientras se alejaba, recostándose contra el grueso tronco del árbol. El agua fresca en su rostro lo devolvió al mundo tangible, permitiendo que la realidad se asentara después de la vorágine de emociones. Se quedó allí, en la quietud.

El chico lirio le había salvado. Con un suspiro de alivio que pareció relajar cada músculo de su espalda, Yoongi abrazó su vientre con toda la esperanza que pudo reunir. Aunque notó que los movimientos de sus hijos eran menos intensos que antes, la certeza de que seguían allí le reconfortó.








Se sorprenden de no haber tenido que esperar un mes para tener otro capítulo? A mi también JAJSJAJSJS
           

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