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𝟎𝟒𝟖. 𝗉𝗎𝗆𝗉𝗄𝗂𝗇

48. CALABAZA



CARINA TALLA CALABAZAS CON SU HIJO. Y aunque Harry hizo la imagen completamente equivocada y nada profunda, porque no podía usar un cuchillo, parecía estar divirtiéndose mucho.

—¡Ya llené el cubo de dulces!—dijo James—¡Ahora, la próxima semana, vendrán y estaremos preparados!—sonrió y Harry sonrió junto con él.

—¡Ahora ven a ayudarnos a decorar!—dijo Carina con autoridad pero con una sonrisa.

—¡Vamos papa, ven y cambia la decoración!—dijo Harry con cara de enojo, imitando a su madre, haciendo que ambos estallaran en carcajadas.

James rápidamente tomó más adornos y los colocó alrededor de la casa, como luces de colores y telas para imitar fantasmas por todas partes.

Tan pronto como Carina y Harry terminaron las calabazas, el pequeño rápidamente se fue a jugar con la escoba que le habían regalado por su cumpleaños.

James, al ver que su esposa miraba un poco hacia abajo, se acercó detrás de ella y la abrazó.

—¿Por qué estás triste?—preguntó besándole el hombro.

—No lo estoy—dijo rápidamente, fingiendo una sonrisa.

—Sé cuando mientes—advirtió y ella puso cara de mal humor—¡Oh! ¡Vamos! 

—Eran las festividades favoritas de Reg—dijo mirando hacia abajo.

—Ay, amor...—dijo James, abrazándola con más fuerza.

—Ojalá estuviera aquí, ya sabes, para ver a Harry, para saber que Harry tiene su nombre—sonrió con tristeza, sintiendo una lágrima caer en su mano.

—Lo sé, Linda—dijo James cálidamente—Pero como dijiste, él lo está, aunque esté ahí arriba—el sonrió levemente, haciéndola sonreír también.

—Mamá, ¿Por qué estás triste?—preguntó Harry regresando de su juego.

—Solo extraño a tu tío, pequeño—dijo sonriendo tomándolo en su regazo.

—¿Es con quien comparto mi nombre?—preguntó con curiosidad, con una mirada atenta.

—Así es, listo—bromeó haciéndole cosquillas a su hijo, haciéndolo retorcerse de risa.

—¿Puedes jugar conmigo?—preguntó con un lindo puchero.

—Ahora no puedo amor, pero si quieres ¡Podemos terminar de decorar la casa juntos!—dijo emocionada y Harry agitó sus bracitos en señal de acuerdo—¿Qué tal si empezamos por afuera—sonrió abiertamente al ver asentir a su hijo.

Decorar la casa para ella era y desde pequeña era algo muy importante en su vida diaria, siempre que se acercaba Halloween ya lo colocaba como su mayor prioridad.

Le encantaba tener miedo, por eso solía pedirles a sus padres que hicieran lo más aterrador que pudieran. Y en realidad nunca lo intentaron, por lo que era fácil no tener miedo.

Pero este era el primer Halloween de su hijo con él caminando, así que era algo especial para ella, después de todo, su hijo era su vida. Y desde que recibió la noticia de la profecía, su mente nunca se quedó quieta, siempre trató de hacer algo con su hijo o incluso simplemente verlo hacer algo.

Quería pasar mucho tiempo con él, pero temía que la profecía se lo alejara de ella. James también estaba preocupado, pero no lo demostró. Cada vez que su esposa decidía dormir en la habitación de su hijo, él no dormía, pasaba toda la noche despierto, mirándolos dormir de vez en cuando, temiendo que desaparecieran.

Harry fue el único que se mostró despreocupado, viendo que no sabía completa y absolutamente nada.

Y a veces Carina tenía celos de eso, de cómo no quería preocuparse, pero los tiempos desesperados exigen medidas desesperadas. Y ella ya tenía un plan en su cabeza en caso de que necesitara huir con Harry, e incluso si no se lo hubiera dicho a su marido, obviamente lo llevaría.

Pero ya no se sentía segura dentro de su propia casa, así que caminaba cada segundo y minuto con una varita en el bolsillo, temiendo que algo sucediera.

—¿Amor?—preguntó James llamándola desde la cocina.

—¿Qué...?—preguntó yendo a la cocina pero deteniéndose al ver que no había nadie.

—¡Boo!—James apareció junto a Harry intentando asustar a Carina.

—No lograste asustarme—dijo encogiéndose de hombros—Pero gracias por intentarlo—dijo sonriendo—Los amo—besó a cada uno en la cabeza.

—¿Podemos jugar?—preguntó Harry inocentemente, esperando poder jugar con sus padres.

—¡Hora de dormir, jovencito!—toco su nariz débilmente y lo sacó del regazo de James, llevándolo a la cama.

—Buenas noches mamá—el pequeño sonrió con picardía y Carina puso los ojos en blanco al ver lo mucho que se parecía a su padre.

—Buenas noches—le besó la punta de la nariz—¡Te amo mucho!

—¡Mucho!—repitió Harry sonriendo de oreja a oreja.

Y tan pronto como salió de la habitación, vio a James apoyado en el marco de la puerta mirándolos con una sonrisa.

—Eso no es nada extraño—dijo sarcásticamente.

—¡Oye! Me encanta ver su relación, eres una gran madre—el sonrió abrazándola.

—¡Y tu eres un gran padre!—ella sonrió besándolo fuerte—Sólo estoy preocupada por nuestro pequeño—ella sonrió débilmente.

—Lo sé. Yo también lo estoy—dijo y volviéndola a besar—Pero todo estará bien—dijo tratando de transmitir confianza pero sentía dudas dentro de sí mismo.

—Sí, sí—asintió ella, pero tanto ella como él no se sentían seguros de su respuesta, pero si decían algo solo se desesperarían más, por lo que ninguno diría nada y esperaría lo mejor, después de todo, tenían veinte años, todavía querían disfrutar de la vida.

Y querían disfrutar de la vida con Harry, todos sonriendo felices después de un almuerzo familiar o una noche de juegos. O incluso algo tan sencillo como llegar a casa.

Querían ser una familia feliz, una familia larga y feliz, esos eran sus sueños.

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