Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

𝐜𝐮𝐚𝐭𝐫𝐨

Una pesadilla.

Acariciaba el lomo de mi caballo, aquel que escogí desde el primer día que había llegado aquí. Era fiel a mi, sin importar que, no me abandonaba. No se removía ante mi tacto, dejaba que lo acariciara, que le demostrara un afecto de cariño, que de seguro, necesitaba sentir para elevar esa confianza que tiene hacia mi. El medio día se aproximaba, y el día se aclaraba. De seguro seria un día largo, uno muy arduo. Iríamos a explorar los terrones ajenos, aquellos que estaban siendo acechado por titanes. Estaba preparado, siempre era así, pero pese a todo, uno siempre temía por la seguridad de otro, o al menos, yo en si. Me quede en mi lugar, y escuché su voz, ella estaba lejos, pero podía escucharla, como siempre anhelé cada día que estuve sin ella, y simplemente, quede evadido en miles de recuerdos, en muchos donde vagamente, evitaba en la soledad, pero hoy, no pude. El viento azotaba mi rostro, y caminaba con aquella navaja en esa ciudad apestada de criminalidad. Yo buscaba como sobrevivir, hacia lo que me había enseñado aquel hombre, ese que me salvó de las tinieblas de la muerte, y en un día, en uno, conocí la esperanza, cuando la vi a través de sus ojos.

Me escondí detrás de esas cajas, venidas desde el exterior. Veía a ese alto hombre, cabello largo café oscuro, con un fino bigote y una pequeña barba puntiaguda en la barbilla, cejas delgadas y largas, de ojos marrón claro detrás de unos anteojos circulares. Él sostenía en su mano, otra mano, la de una pequeña niña. Su cabello estaba suelto, y ella estaba con un rostro tímido, era de un negro azabache, y sus ojos, eran color avellana. Tenía un vestido, cocido a mano, de un color crema, sólido. Su expresión era seria, hasta que simplemente, me vio. Sus ojos me examinaron, y sentía como mis músculos se aflojaban ante verle, ella estaba detenida en mi, al menos, estaba en él área más segura de esta ciudad, repleta de policías militares, estaba a salvo. Oculté mi navaja ante ver como ella la descubrió, pero aún así, se quedó en silencio, sin decir nada. Me escondí detrás de las cajas, y me escabullí, tenía intención de hacer algo erróneo, era un niño, y hacía lo posible por estar bien, pero cuando supe que ella estaba ahí, evité todo. Camine, y me aísle, quedándome con algo de hambre, sintiendo mi estomago crujir. No tenía nada para comer, estaba solo.

Veía mi navaja, la que aquel hombre me había dado, y enseñado a usar. Sabía que debía andar rondando por ahí, pero aún así, me había abandonado la única persona que hubiera podido ser mi figura paterna. No podría olvidar a Kenny, al hombre más temido por la ciudad exterior, y el más respetado aquí en el subterráneo. Me senté, observando la luz que provenía del exterior, no podía salir, creía en aquel entonces, que no había vida para mi. Me quede sentado, y con mi cabeza en las rodillas, con una hoja que me había caído de un árbol, la cual observaba con detenimiento. Escuche leves pasos, los cuales me desviaron de lo que miraba, y me quede afligido a su caminar. Ella venía con sus manos alzadas, una mano sostenía dos panes, y otra dos vasos de metales. Se veía tímida, pero aún así, me miraba como si fuera hacía mi a quien se dirigiría. Mi expresión era fría, y bastante seria para una mirada que transmitía ternura, y tolerancia. Ella se detuvo justo en frente de mi, no me sonreía, pero su semblante no transmitía ninguna molestia en lo absoluto, veía sus facciones faciales, y nunca había visto a una niña como ella.

-Ten.-me dijo ella, con una suave voz.-Le pedí permiso a mi papá para traértelo, así, no tendrás que robarte nada.-me quede sin movimiento, incluso avergonzado, y en silencio, baje la cabeza con una expresión seria; sin aceptar el pedazo de pan que traía con un vaso de metal repleto de agua, de seguro tibia, pero al menos era algo.-Te lo dejaré aquí.-ella se colocó en cuclillas, y lo dejó justamente a mi lado, mientras que evadí su mirada.-Buen provecho.-me expresó, y alce un poco la mirada, viendo como ella, se sentaba a mi lado, y comía relajada mente su pedazo de pan.-Esta muy delicioso.-me incitaba a comer, y con suavidad, fui levantando el pan, para meterlo en mi boca, y comerlo con la misma suavidad que ella, a pesar del hombre que tenía, y supe saborear la gloria, cuando di leves bocados.-Ten el mío, de seguro lo querrás para luego.-vi como estrechó su mano, mientras yo aún mordía mi pan, y aunque su pan tuviera una mordida, ella parecía insistir en que lo aceptara.

-Gracias.-fue lo que pude expresar de una manera fría, pero aún así, ella se quedó sentada a mi lado, sin incomodidad ante mi falta de educación.

-¿Como te llamas?-me preguntó, mientras que yo, continuaba comiéndome el primer trozo de pan, y me era difícil hablar con la boca tan llena, ademas, continué absorbiendo del agua que le había traído.-Yo me llamo Adeline.-dijo primero, mientras que observaba a los árboles del exterior que daban sombra a esta parte del interior.

-Yo... -trague primero, antes de continuar hablando, y la observé.-Soy Levi.-me presente, viendo como ella asentía.

-¿Tú me enseñas a usar eso?-me preguntó, señalando la navaja que sobresalía de mi pantalón, y de manera incómoda, la tape.-Solo si quieres.-arreglo, notando como quise esconderla de ella.

-Si vuelves, te enseñaré.-le dije, quedándome a su lado, sin saber el gran impacto que ella tendría en mi.

-¿Levi?-reabrí mis ojos, y las memorias de ese día, se fueron, delante de mi estaba ella, sus ojos color avellana me miraban detenidamente.-¿Qué carajos te sucede?-me preguntó.-Te he llamado siete veces, mal contadas, porque sabes que odio los números.-expresó.

-¿Qué tienes?-le pregunté, ante verla delante de mi, y como acariciaba el lomo de mi caballo.

-Nada, solo pasaba por aquí, y te veías algo extraño.-me dijo.-Deja de mimarlo, anda todo manso.-comentó, observando a mi caballo.

-Tú sí que mimas a Perla.-le interrumpí yo, señalando su hermosa yegua, era de un color crema, hermosa.

-¿En que pensabas?-me preguntó, mientras que arreglaba su verde capa alrededor de su cuello, ella sin duda, era una gran capitana.

-¿Por qué no te metes en tus asuntos?-le pregunté, estrujando su suelto cabello.-Amárratelo, saldremos de expedición en un buen rato, ya te lo tengo dicho.-le dije, y ella asintió, amarrándose su cabello en una coleta suelta.

-Adeline.-me giré, observando aquel joven acercándose hacia acá, mirándola a ella detenidamente.-Buen día, capitán.-me saludo Conan, mientras que yo, simplemente asentí, y me quede colocándole las cuerdas a mi caballo; y él, se acercaba a ella.

-¿Ya se han despertado todos?-pregunto ella, mirándolo, mientras que note en la expresión de Conan algo de intranquilidad.

-No.-respondió él.-Los están reuniendo, a todos.-aviso, a lo que yo, me quede observándolo por dicho comentario.-Sucedió algo, al parecer en el distrito Trost.-indicó, creando que el semblante de Adeline, cambiara.

-¿Qué?-parecía inexpresiva, pero a la vez, aturdida y preocupada.-¿En el distrito Trost?-le preguntó dudosa.-¿Estás seguro Conan?-volvió a preguntarle, sin darle credibilidad a lo que él avisaba.

-Si.-respondió él sin entender la actitud de ella, pasivo.

-Ahí está Eren... -fue lo que la impulsó a moverse, e irse con rapidez por la misma dirección en la que Conan había llegado.

-¿Escuchó?-la voz de Conan volvió a dirigirse a mis oídos, mientras que yo, amarraba la cuerda de mi caballo a la madera del establo; para así, irme hacia la reunión y estar al tanto de lo que estaba sucediendo.

-Ya voy.-le expresé, distanciándome de mi caballo, y pasando por su lado, notando en si como me observó de reojo, y pareció no removerse de donde estaba, lo que me hizo detenerme en seco.-Mi intuición me dice, que quieres decirme algo, Conan.-le expresé, volteándome, y observándole detenidamente.

-Se lo qué pasa.-su mirada era fría, y deseaba intimidarme, sabía de que hablaba, pero me mantuve inexpresivo.-No soy tan estúpido como crees, capitán.-dijo.

-¿Sobre qué hablas específicamente?-le pregunté, burlando la situación, y creándole incomodidad.-Porque si crees, que soy más estúpido que tú, estás erróneo.-estaba frente a él, mostrándole que no tenía ningún tipo de preocupación por lo que me acusaría.-No caeré en tus redes, solo porque quieras hacerme un juego psicológico, para que yo caiga, y me delate. Si eres un hombre, un soldado, me preguntaras sin pelos en la lengua lo que quieras preguntarme.-comente, con molestia, viendo como él pareció retroceder varios pasos, creando distanciamiento.

-Los escuché el otro día en el baño del pasillo.-me dijo.-La buscaba, pero de seguro, quién busca siempre encuentra.-añadió, y yo, me quede con una expresión seria.-Quiero tomarlo como un desliz, pero sin dudar a leguas, yo no creo que sea digno de un capitán hacer dichas fechorías.-argumentaba, mientras que yo, me quedaba parado frente a él, sin expresión, le daba la menos importancia posible, y eso le jodía.

-Soy un adulto, y yo me ocupo de mis acciones. Las cuales dudo, que tengas el rango para cuestionar, y eso debido a la poca experiencia mental que conllevas.-le respondí.-No niego, ni acepto nada. Cada quien está donde cree estar, y acepta lo que cree merecer.-musité, para así, darle la espalda, e irme.

-Aún no he terminado.-me detuve en seco, y nuevamente me giré, con molestia.-Usted ha estado consiente siempre de nuestra relación, aunque no sea una aún estable, sabe que compartimos un cariño, el cual me gustaría que se forjara más. Siento que con usted alrededor, ella no podrá ser capaz de hacerlo libremente.-decía, mirándome detenidamente.

-¿Crees que porque le hayas salvado la vida en una ocasión, te debe ese sentimiento?-le pregunté con enojo en mi voz, con un tono grueso que a él sin duda, no le gustó.-La manipulaste mentalmente, le hiciste creer que morirías, que incluso aquel día casi terminas parapléjico por salvarle la vida, le hiciste creer que te debía corresponder en favor a lo que habías hecho por ella, y eso me hierve la sangre.-decía entre dientes.-No hables de que no puede sentirse libre, cuando la has cautivado en un encierro donde no pertenece, idiota.-estaba delante a él, e intentaba de no sentirse intimidado, pero lo estaba.

-Y si pertenece a ti... ¿por qué no está contigo?-me preguntó, agrietando la situación, y creando que me pusiera tenso, pero simplemente gruñí, y le di la espalda.

-Porque yo he querido que sea así.-musité, distanciándome a paso largo, para así, poder llegar al interior del cuartel, pero justo en ese instante, la vi salir nuevamente, abrumada.-Eh.-agarre su brazo, y la observé, se veía asustada, y sus ojos están humedecidos.

-¡Suéltame!-me pidió, me quede confundido ante su actitud, parecía ida, y denegaba.-¡Debo buscar a Eren!-dijo alterada, intentando de sacarse de mi agarre.

-Adeline, cálmate.-le pedí, apretando su brazo para que cayera en cuenta de su actitud.-¿Qué está sucediendo?-le pregunté, ante verla con sus equipos de maniobras tridimensionales, ella se iría.

-¡Mi hermano!-volvió a repetir, de manera histérica, y nuevamente, intentando librarse de mi agarre, pero solo quería calmarla.-Una pesadilla, no quiere terminarse... -decía entre susurros, como si recordara algo.

-¡Te dijo que la sueltes!-mi cuerpo perdió balance, y casi caía en el instante en que las manos de Conan me empujaron con brusquedad.

No pude soportar esa actitud, ni esa agresión. Intente de consumir mis emociones y relajarme, pero él la había empujado de manera brusca, con la intención de separarla de mi, y se veía más aturdida aún ante su acción, no pude evitarlo, tuve que hacerlo. Mi nudillo se cerró, y se dirigió con mucha fuerza a su rostro, no le dio ni siquiera tiempo de cubrirse o esquivarlo, Conan recibió mi puño. Llevo su mano a su rostro, y su labio, estaba roto, líquido de sangre se escurría por su mentón, lo pensó, lo pensó muchas veces antes de golpearme; sabiendo que yo, era superior a él, y esto, podía ocasionarle consecuencias. Me contuve en golpearle, sabiendo que no era ventaja que él no pudiera defenderse, y observé como Adeline estaba de cuclillas, llevando sus manos a su cabeza, como si estuviese dando vueltas y vueltas. La observé con detenimiento, y como Conan se intentó acercar a ella para incorporarla, pero la veía tan ida, como si no estuviese aquí. Parecía recordar algo, se veía en su expresión lo afectada que estaba, lo impulsiva que reaccionó, y tan solo me giré, observando a Erwin salir del cuartel, con aquella ingeniosa y fastidiosa mujer, a su lado.

Aquella teniente con anteojos y una corta coleta, se acercó a Adeline, distanciando a Conan, para mirarla, como si entendiera lo que sucediera. Hange era una mujer eficaz, y la amistad que sobrellevaba con la joven en el suelo, era una muy sana. Me distancié, y con molestia, me dirigí adentro del cuartel, evadiendo la incómoda situación que tuve que manejar. Algunos soldados me miraron, de seguro muchos de manera sigilosa observaron la situación, pero no expresé ninguna expresión, nada, los dejé en blanco. Lleve mis correas a mis pantalones, los apreté, y acomode mis equipos de maniobras tridimensionales. Deberíamos salir a Trost, con lo poco que sabía, la situación debía ser un leve infierno, y más si las tropas de guarnición, no manejaban la situación con la policía militar del muro Rose. Suspire gruesamente, y peine mi cabello revuelto, estaba preparado para irme, pero la ira que estaba en mi, era la que intentaba de enfriar. Deseaba evitar otra situación, pero cuando se trataba de ella, todo a mi alrededor quería consumirme, como si fuera dueña de mis emociones. Me quede con mis manos colocadas en aquella mesa, dejando mi peso ahí, mientras que escuché pasos atrás de mi, no era necesario mirar para saber que era él.

-Levi.-la voz de Erwin se interpuso en mis tímpanos, mientras que me quede observando la ventana, viendo algunos soldados preparar sus caballos.-Te dije que estabas jugando un fuego peligroso.-comentó, pero me quede en silencio.

-¿Qué exactamente sucedió en Trost?-le pregunté, aún dándole la espalda, evadiendo el tema.

-El titán colosal, ha creado un hueco. Los nuevos reclutas se encontraban ahí, las tropas de guarnición pidieron nuestros refuerzos, los titanes han entrado.-me contaba.-Intentan de manejar la situación, pero nos necesitan evidentemente.-continuaba diciendo, y yo, lograba entender lo que llevo a Adeline a quedar abrumada.

-Es por eso que estás asustada... -musité, observando desde la ventana como Hange la ayudaba a ordenar su caballo, se veía con prisa.-Estás recordando el día en que el muro María cayó... -susurré, girándome.-Hace mucho tiempo no te veía asustada... -lleve mi mano a mis ojos, y los restregué, recordando.

Nuevamente veía el subterráneo, yacía observando aquella lectura que con sus yemas en el papel, me guiaba a seguir. Repetía las palabras que ella me indicaba, hoy su cabello estaba amarrado, y tenía un hermoso traje color lila. Estaba relajada, y llevaba una tierna muñeca en su regazo, la cual yo observaba despistadamente. Alce mi mirada, y observé sus ojos color avellana releer aquella lectura, estábamos sentados en la entrada y salida de la ciudad subterránea, donde de a poco, entraba la luz del sol. Era aquí donde podíamos estar seguros y tranquilos, era en este lugar donde nos reuníamos cuando su padre venía para atender a varios pacientes. De manera entristecida, deje la lectura, con el deseo de que en un pasado, alguien tan noble como él, pudiera haber podido salvar a quien me trajo a este mundo tan poco merecedor. Me quede aturdido, dejando de leer y de repetir, en cuanto en mi mente, se avecinó el impecable rostro de mi madre. Su cabello negro oscuro, y esos ojos grisáceos que no encontraría en otra mirada. Cabizbajo, escondí mi cabeza entre mis rodillas, mientras que sentía un poco de brisa adentrarse por aquí, y las hojas caían en este suelo rugoso, deseaba no estar aquí, sin duda, deseaba estar allá, donde había un poco de libertad.

-Levi, ¿ya no quieres leer?-me preguntó, mirándome detenidamente, y yo, me quede aturdido en su mirada.

-Quiero volar.-le dije, observando el poco color del azulado cielo, mientras que me levante, y camine, observando la luz del sol adentrarse a través de la sombra de los árboles.

-¿Por qué?-me preguntó ella, cerrando su libro, y levantándose, para caminar a mi lado, y sostener su muñeca.

-Para ser libre.-le respondí, observando cómo se detuvo a mi lado.-Para que ambos, seamos libres.-le añadí, llevando mi mano a la suya, entrelazándola. Volví a la realidad, estaba en mi caballo, y giré mi mirada hacia la mujer que estaba a poca distancia de mi en su caballo. Aún tenía ese anhelo, y por eso la miraba. Yo nunca tuve esperanza en este mundo, desde que nací, siempre he visto la perdición a través de otras vidas, hasta el día en que te conocí.

───

Próximo capítulo: Supervivencia.
El cuerpo de exploración, combate con los titanes, en busca de recuperar el distrito Trost.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro