𝟭𝟬. 𝖳𝗁𝖾 𝖫𝗂𝗇𝖾
—C A P Í T U L O D I E Z—
La Línea.
❝Mi cuerpo está al límite ahora,
no puedo pelear esta vez, ahora.
Puedo sentir la luz brillar sobre mi rostro.
¿Te he decepcionado?❞
LAS DECISIONES QUE TOMAS, Y LAS VERDADES QUE DECIDES OCULTAR, SIEMPRE TIENEN CONSECUENCIAS, ESPECIALMENTE CUANDO TRAICIONAS LA CONFIANZA DE ALGUIEN QUE CREYÓ EN TI.
En lo alto del cuartel general de G.U.N., Shadow caminaba sobre la superficie del terreno en la cima del edificio, inspeccionando su alrededor con cuidado, como si estuviera buscando algo específico.
—¿Qué haremos?—preguntó Willow después de un rato de silencio. Su voz era firme, pero al acercarse al borde del edificio y mirar hacia abajo, una mueca cruzó su rostro al notar la vertiginosa altura.
—Quédate aquí—respondió Shadow con frialdad, sin apartar la vista del suelo.
—¿A dónde irás?—insistió la castaña, cruzándose de brazos.
Sin responder, el erizo dio un potente golpe al concreto bajo sus pies, abriendo un agujero en la estructura y dejando que la gravedad lo llevara hacia abajo.
—¡Shadow!—gritó Willow, alarmada y claramente molesta por la impulsividad del erizo.
Se acercó al borde del agujero, agachándose un poco para intentar verlo. Desde su posición podía distinguir su figura, ahora a varios pisos de distancia, y observar cómo se movía entre los escombros. Entonces, supuso que alguien o algo más apareció frente a él, cuando Shadow avanzó hacia esa figura hasta que desapareció de su vista.
La exclamación de alguien se escuchó vagamente, antes de que el sonido se marchará.
"¿Quién es Tom?", pensó Willow creyendo haber escuchado la pronunciación de ese nombre.
El erizo no regresaba a su ubicación, por lo que Willow comenzó a sentirse ansiosa.
—¡Shadow!—lo llamó fuerte, con una mezcla de preocupación y frustración.
Antes de que pudiera retroceder, el erizo apareció a su lado con un destello, sosteniendo algo en su mano. La sobresaltó, haciéndola tambalear peligrosamente cerca del borde. Pero antes de que pudiera caer, Shadow la sujetó de la muñeca y, sin decir nada, la teletransportó junto con él a otro lugar dentro del edificio.
Aparecieron en una habitación de tonos oscuros y plateados. Los restos de un combate reciente eran evidentes: escombros esparcidos por el lugar y varios agentes de G.U.N. inconscientes en el suelo. Al otro lado, Gerald y Robotnik estaban rodeados por soldados armados.
Sin embargo, antes de que pudieran reaccionar, todos los soldados cayeron al suelo, desmayados en cuestión de segundos tras recibir los golpes de Shadow.
—¡AAAH!—gritó Ivo, sobresaltado al ver al erizo aparecer frente a ellos. Como reflejo, se escondió detrás de su abuelo, aunque rápidamente reaccionó y se asomó con el ceño fruncido, tratando de recuperar su compostura.
Mientras tanto, Willow, que observaba los trajes rojos con degradados oscuros que llevaban los dos hombres, no pudo evitar pensar que parecían más gimnastas que villanos. Se llevó una mano a la boca para reprimir una carcajada.
—Ya tenemos lo que queríamos—anunció Shadow con seriedad, mostrando una segunda tarjeta en su mano.
—Excelente trabajo, Shadow—dijo Gerald con una sonrisa, inclinándose para tomarla. Detrás de él, Ivo lo miraba con evidente enojo.
—Ahora tenemos las dos llaves—murmuró Robotnik a su abuelo con un tono triunfal—. ¿Dónde está tu pequeño experimento?
El profesor sonrió con tranquilidad.
—Está más cerca de lo que crees, muchachito.
Antes de que Willow pudiera procesar las palabras del anciano, Shadow los teletransportó nuevamente. Esta vez, aparecieron en un lugar completamente oscuro. Solo la voz del Profesor resonó en el vacío.
—Bienvenidos a mi obra maestra—dijo con teatralidad mientras luces brillantes iluminaban el lugar.
La castaña abrió los ojos con asombro al descubrir una enorme estructura metálica que se extendía a su alrededor. Estaban en el centro de una nave colosal, construida con precisión. La plataforma en la que estaban tenía forma de "X" y conectaba diferentes puntos de la nave, mientras enormes ventanales ofrecían una vista panorámica al exterior.
—Debo reconocerle a G.U.N. que la construyó según todas mis especificaciones—comentó Gerald, admirando su creación.
Willow levantó las cejas, tratando de imaginarse a ese hombre orquestando semejante obra.
"Yo, a duras penas, sé resolver fracciones", pensó haciendo una mueca, lo que provocó que Shadow le lanzara una mirada de reojo. Ella parpadeó, intentando disimular.
—Es...—la voz de Ivo resonó en la sala mientras daba un paso hacia adelante—...espectacular—dijo con los ojos brillantes, extendiendo los brazos en un gesto teatral—. ¡Alucinante!
—Sí—respondió su abuelo, asintiendo satisfecho.
—¡Ese es mi abuelo!—exclamó Ivo con orgullo, girando hacia los demás—. ¡El gran genio!
Willow ladeó ligeramente la cabeza, viendo la escena con una mezcla de ternura y resignación.
"Si no fuera porque quieren destruir el cuartel de G.U.N., esta escena sería hasta adorable", pensó.
—Y tengo todavía otra sorpresita—anunció Gerald, señalando detrás de él con entusiasmo.
Un sonido metálico resonó, y una estructura emergió lentamente del suelo, rodeada de humo. Dentro de un compartimiento rectangular, dos trajes relucientes estaban expuestos: uno blanco y otro en un tono rojizo brillante.
—¡Nuestros trajes nuevos!—exclamó Gerald emocionado, llevando una mano a su cabeza antes de mirar a su nieto.
El nieto del Profesor observó entre su abuelo y los trajes, se dejó llevar por la emoción, dio brincos cuál niño pequeño, cayó de rodillas y se arrastró por el suelo para besar los zapatos de su abuelo. Gerald lo observó satisfecho y elogiado ante el entusiasmo exagerado de su nieto.
Willow observó toda la escena con confusión. Aunque podía entender la extraña relación entre abuelo y nieto, la intensidad de Ivo seguía pareciéndole demasiado. Shadow, mientras tanto, no reflejaba emoción alguna, pero ella podía apostar que ambos estaban igual de desconcertados en el fondo.
Ambos adultos ahora vestían los trajes presentados por Gerald, con Ivo luciendo particularmente entusiasmado por el cambio. Mientras tanto, Willow aprovechó la oportunidad para cambiarse también, llevando consigo su antigua ropa a un contenedor de basura en el baño de la nave, donde las quemó sin dudar. Shadow, en un acto que para ella era casi cómico, pero lo agradecía, estaba apostado justo afuera de la puerta, custodiándola y cuidándola con una postura rígida.
Dentro del baño, mientras observaba cómo las llamas consumían los restos de su ropa, Willow empezó a reflexionar, algo que no había hecho hasta ese momento con tanta claridad. Las consecuencias de todo lo que estaba viviendo comenzaron a invadir su mente. ¿Qué problemas con la ley podrían alcanzarla? Aunque suponía que G.U.N. no tendría mucha información sobre ella, estar en esa aquel lugar seguramente la había expuesto a las cámaras de seguridad. ¿Qué pasaría si la buscaban? ¿Cómo explicaría su presencia con personas que claramente estaban en el lado opuesto de la ley? ¿Afectaría esto su futuro profesional? ¿Sus futuros estudios universitarios?
Un pesado suspiro escapó de sus labios mientras cerraba la tapa del contenedor, intentando silenciar las preguntas que la acosaban. Con un giro de muñeca, liberó el seguro de la puerta y la deslizó, encontrándose con Shadow justo frente a ella, de espaldas.
El erizo se giró lentamente, con los brazos cruzados y su semblante habitual.
Willow lo miró y dejó escapar un quejido al aire, visiblemente frustrada consigo misma.
—¿Qué tienes, Marlene?—preguntó él con su tono frío, aunque había un matiz casi imperceptible de interés genuino.
Ella levantó la mirada hacia él con una mezcla de cansancio y humor irónico.
—Jamás seré presidenta—respondió, formando un puchero con sus labios.
Shadow ladeó la cabeza, confundido—¿Por qué querrías ser presidenta?
—Para cambiar el mundo, daaah—respondió con sarcasmo, encogiendo sus hombros exageradamente antes de corregirse—O al menos mi país.
El erizo no contestó. Simplemente retrocedió un paso, haciendo un ademán con la cabeza para indicarle que era hora de marcharse.
Mientras caminaban de vuelta hacia el área principal, una extraña sensación se alojó en el pecho de Shadow. Algo dentro de él sabía que no había razón para soñar con cambiar el mundo, porque, si los planes del Profesor salían como estaban previstos, ni siquiera habría un mundo al cual postularse para presidenta.
Sin embargo, por más que intentaba ignorarlo, no pudo deshacerse de una sensación incómoda: la confusión. Shadow, por primera vez en mucho tiempo, sentía que algo dentro de él cuestionaba si lo que estaban haciendo era realmente lo correcto. Y aunque no lo diría en voz alta, escuchar a Willow hablar de querer cambiar las cosas, aunque fuera a pequeña escala, resonó con una parte de él que había enterrado hacía mucho tiempo.
—Somos tan parecidos. Somos tan parecidos. Somos igualititos—canturreaba Ivo, ajustándose con entusiasmo las mangas de su nuevo traje, disfrutando de su momento dramático.
De repente, el sonido de música rock irrumpió en el ambiente. Shadow y Willow, que estaban parados uno frente al otro (la castaña haciéndole muecas mientras el erizo arqueaba una ceja, visiblemente confundido por sus gestos), se giraron en dirección al sonido.
—Roca, ¿qué quieres?—preguntó Eggman, llevando una mano a su oído, donde se encontraba un dispositivo de comunicación.
Willow dejó escapar un suspiro aliviado, llevándose una mano al pecho—Ay, está bien, está vivo—murmuró con una sonrisa pequeña.
—Te lo dije—le recordó Shadow, manteniendo su tono indiferente.
—Sí, sí, Shadow el siempre tienes la razón—replicó Willow, rodando los ojos, aunque sin perder el alivio en su expresión.
La conversación dio un giro inesperado cuando Robotnik, con su acostumbrada extravagancia, levantó la voz con dramatismo:
—¡¿Cómo te atreves?!—espetó con tono exagerado, llevándose una mano al pecho como si hubiera recibido una ofensa mortal—Has estado celoso de mi astuto y hermoso abuelito desde que reapareció—acusó con firmeza, aunque su tono resultaba casi cómico por lo exagerado.
Willow parpadeó, confusa, y frunció el ceño mientras Ivo seguía hablando con vehemencia.
—¿Por qué está diciendo eso?—murmuró la castaña, girándose hacia Shadow—Dudo mucho que Roca esté mintiendo o diciendo algo erróneo. Shadow, ¿por qué parece que está acusando al abuelo? ¿Qué nos están ocultando?—insistió, agachándose hasta ponerse a la altura del erizo, como si esperara que le revelara un gran secreto.
Shadow no respondió, limitándose a entrecerrar los ojos y apartar la mirada.
—Guardaré tu contacto en la L de Loser—continuó Robotnik con una sonrisa arrogante mientras hablaba con Roca a través de su comunicador. Se giró para mirar a su abuelo, quien observaba con una leve sonrisa de aprobación.
Willow, observando la escena, soltó un suspiro de incredulidad, pero antes de que pudiera intervenir, Ivo retomó su discurso:
—¡Por supuesto, espero que sigas trabajando hasta que pueda clonarte exitosamente, pero dile adiós a lo nuestro!—gritó con un gesto dramático, como si estuviera protagonizando una tragedia—Y para que lo sepas, ¡nunca me gustaron tus lates!—finalizó con un tono teatral y un movimiento final de su mano, simulando cortar la comunicación.
Willow lo miró con una mezcla de confusión y desaprobación, sacudiendo la cabeza.
—Qué grosero—dijo finalmente, cruzándose de brazos y dirigiendo una mirada severa a Ivo—No importa lo que Roca haya hecho o dicho, ¿esa es la manera en que lo despides? Al menos podrías ser profesional.
Shadow, desde su posición, permanecía en silencio, pero no pudo evitar sentir una pequeña chispa de acuerdo con las palabras de la chica. Aunque él no tenía intención de involucrarse, estaba claro que incluso para él, el comportamiento de Ivo era innecesariamente infantil.
—Silencio, mocosa entrometida—la cortó Eggman, su voz cargada de molestia—Si no te gusta lo que hacemos, arrójate por la ventana—añadió con un tono de fastidio que no ocultaba su irritación.
—Tranquilo, muchacho—intervino Gerald, colocando una mano en el hombro de su nieto con un semblante sereno—Tampoco hay que ser descortés con la jovencita—le dijo en tono calmado, como si realmente quisiera mediar.
En realidad, a Gerald no le importaba lo que le sucediera a Willow, pero el destello amenazante en la mirada de Shadow ante el comentario de su nieto le dejó en claro que tenía que intervenir antes de que el erizo decidiera actuar.
—Bien, como digas—respondió Ivo, resignado y girándose hacia su abuelo con una mueca de desagrado.
Gerald extrajo una de las llaves de la nave y la sostuvo entre sus dedos, haciéndola girar un poco antes de ofrecérsela a Ivo con un ademán elegante—Hazme el honor, querido nieto—indicó, señalando la consola de control.
Robotnik avanzó con emoción contenida, juntos, introdujeron la llave rectangular en una apertura de la consola. Un instante después, la nave se iluminó con un tono rojizo, mientras hologramas comenzaron a emerger frente a ellos. Los sonidos de los motores encendiéndose y de los cohetes impulsando la nave llenaron el espacio, resonando como un rugido que anunciaba el despegue.
Por encima de ellos, una abertura se desplegaba lentamente, dejando que el agua del gran canal en Londres se deslizara hacia abajo mientras la nave emergía con majestuosidad. La escena era teatral y poderosa, atrayendo la atención de los desprevenidos habitantes de la ciudad, que miraban desde las calles y puentes sin imaginar lo que estaba por venir.
Shadow caminó hacia Gerald y se posicionó junto a él, cruzándose de brazos mientras observaba con seriedad la vista desde las alturas. Los edificios y las diminutas figuras humanas bajo sus pies no parecían significar nada para él.
Willow, por su parte, comenzaba a experimentar una sensación creciente de que algo muy malo estaba por suceder.
Mientras la nave ascendía más y más, la castaña notó cómo el paisaje cambiaba. La atmósfera de la Tierra quedó atrás, y las constelaciones y la Luna se revelaron frente a ella con una claridad que jamás había imaginado. Fascinada, avanzó hacia un cristal enorme que ofrecía una vista panorámica del espacio exterior desde el lado opuesto al que se encontraban los presentes.
La belleza del escenario la dejó sin aliento, aunque no pudo evitar sentir un leve nudo en el estómago al pensar en los posibles peligros que enfrentaban al estar en el espacio. Aun así, sacó su celular y comenzó a tomar fotos de las estrellas y la Luna.
"Seré la envidia de Jimbo", pensó con una sonrisa mientras capturaba la escena desde distintos ángulos.
Entonces, una idea traviesa cruzó por su mente. Con disimulo, cambió la cámara a modo frontal, asegurándose de que la imagen reflejara no solo su rostro, sino también a Shadow a lo lejos, con su típica postura seria. Hizo varias capturas rápidas antes de guardar su dispositivo con satisfacción.
"Ya habrá tiempo de más fotos con Shadow", se dijo mientras giraba su atención hacia el trío, que permanecía reunido al otro lado de la zona.
De repente, vio a Shadow apartarse de los demás y caminar hacia un rincón más tranquilo de la nave. Ajustando las correas de su mochila, Willow avanzó silenciosamente por un camino conectado al centro, manteniendo una distancia prudente mientras fingía observar el entorno.
Se detuvo al notar que Gerald se acercaba a Shadow y le hablaba con seriedad.
—Llegó la hora, Shadow—dijo el profesor, su tono frío y calculador.
El erizo, que hasta ese momento había estado contemplando la Tierra desde la ventana, con una mirada analítica, dirigió su atención al humano.
—Profesor—lo llamó con voz firme—¿Es realmente lo que María habría querido?
La pregunta pareció incomodar al anciano, aunque su rostro permaneció impasible. A Gerald no le cabía duda de que la presencia de Willow había despertado algo en el erizo, y eso lo irritaba profundamente.
—La pregunta no es: "¿qué es lo que María habría querido?"—respondió, con sus brazos cruzados tras la espalda—Sino: "¿qué es lo que ellos se merecen?"—añadió, su tono más oscuro. Luego, dio un paso hacia Shadow y se agachó, colocándole una mano en el hombro—Recuerda lo que era para nosotros—dijo, sus ojos perforando los de Shadow con intensidad—No olvides lo que ellos nos arrebataron.
Shadow desvió la mirada, pero la duda que había en su expresión se transformó en una resolución silenciosa. Se apartó unos pasos de Gerald y se quedó mirando un punto indefinido en la nave, perdido en sus pensamientos.
Willow, que había estado observando todo desde una esquina, sintió un escalofrío recorrerle la espalda al cruzar miradas con el profesor, cuya frialdad la paralizó por un momento.
Un sonido peculiar la devolvió a la realidad. La respiración de Shadow, antes silenciosa, se volvió cada vez más pesada y errática. Sus manos se cerraron en puños, mientras destellos eléctricos comenzaban a recorrer su cuerpo. El aire a su alrededor parecía cargarse de una energía palpable, y sus ojos brillaban con una intensidad peligrosa.
En un abrir y cerrar de ojos, Shadow se teletransportó a otro punto de la nave. Willow lo vio reaparecer en una pista circular en el nivel superior, donde comenzó a correr con una velocidad casi imposible mientras gruñía. La energía del caos que emanaba de su cuerpo inundaba el área, y apenas se distinguía su figura entre el destello constante que provocaba con su velocidad.
Willow observó desde abajo, el corazón doliéndole y palpitándole con fuerza, mientras pensaba:
"Estás sufriendo...".
—Disculpa—la voz de Ivo hizo que Willow agudizara su oído para escucharlo—Abuelito dime tú—canturreó.
—Referencia a Heidi—susurró Willow dándoles la espalda.
—¿Qué está haciendo ese hámster termonuclear?—preguntó el nieto a su abuelo.
Willow emitió una pequeña risa ante el apodo, que no duró mucho.
—Impregna el núcleo de energía caos—respondió Gerald.
—¿Energía caos?—repitió la castaña girando sobre sí misma. Gerald había girado y caminaba hacia el lado opuesto, mientras Ivo reflejaba en su mirada confusión y cierto temor.
—Ese es mi secretito. El Cañón Eclipse está a punto de convertir el planeta Tierra en un montón de escombros con fuego, aniquilándolo todo en un radio de cuarenta mil doscientos kilómetros—Ivo se posicionó a su derecha observando con la boca abierta al planeta Tierra. Gerald lo tomó por la barbilla, obligándolo a verlo—Incluyéndonos.
La respiración de Willow se cortó de golpe.
—¡¿Qué?!—preguntó Ivo después de algunos segundos de silencio—No podemos aniquilar la Tierra—Su abuelo lo retó con la mirada—Si combinamos nuestro genio—dijo tocando su frente y la de su abuelo—podemos dominar a la humanidad—propuso extendiendo su mano derecha al frente, señalando la Tierra—Juntos.
—La humanidad es un experimento fallido, quien mejor debería saberlo eres tú—escupió Gerald con enojo—Toda la vida has sido rechazado por este mundo—le recordó con palabras cargadas de veneno, tratando de que la dureza de sus palabras lo hiciera razonar, pero la mirada de Ivo solo reflejaba asombro y dolor—No tienes nada en la Tierra, porque nunca le has importado a nadie.
Willow sintió cómo el aire de la sala se volvía irrespirable. Cada palabra que Gerald pronunciaba golpeaba con fuerza a Ivo, cuya expresión se desmoronaba poco a poco.
—Pero ahora te tengo a ti—expresó su nieto mirándolo a los ojos. Unió sus manos delante de él, en un gesto casi suplicante—Somos familia.
—No, Ivo. No eres María—dijo Gerald con firmeza, sus palabras frías como una cuchilla.
La dureza en esa frase fue un golpe mortal. Ivo dio un paso atrás, y Willow pudo jurar que el hombre intentaba procesar lo que acababa de escuchar. Su expresión, siempre altiva, ahora estaba teñida de tristeza y humillación.
La castaña apretó los puños, furiosa por la crueldad del anciano. Por primera vez desde que llegó ahí, sintió un desprecio absoluto hacia Gerald.
—Aquel día que la perdí, mi familia se acabó—continuó el Profesor, cada palabra empapada de un odio que parecía haberse acumulado durante años, caminando hacia otro punto en la nave, donde una consola relucía—La vida de María tendría sentido solamente si destruyo el mundo que me la quitó. ¡Así que voy a quemarlo todo!—gritó airado mientras daba un golpe al borde de la consola.
Willow tragó saliva con dificultad. No era una amenaza vacía. Era la resolución de alguien que había tomado una decisión hacía mucho tiempo.
—Está listo—dijo Shadow apareciendo al lado del Profesor.
Willow giró hacia él, su corazón acelerándose aún más. Sabía que las palabras de Shadow eran la confirmación de que las intenciones del Profesor eran reales.
—Ahora la secuencia de ataque—anunció Gerald presionando varios botones frente a él—El arma estará totalmente cargada en diez minutos.
Shadow avanzó hacia el cristal frente a él, colocando una mano sobre la superficie transparente mientras miraba al planeta con una expresión que mezclaba melancolía y determinación.
—Ya casi termina, María... Se te va a hacer justicia—murmuró.
Willow lo miró con ojos llenos de miedo y algo más: tristeza.
"¿Justicia?", pensó, sintiendo un nudo en la garganta. "Esto no es justicia... es venganza."
Pero sabía que enfrentarse a Shadow o al Profesor en ese momento era inútil. Gerald estaba consumido por su odio, Shadow estaba cegado por el dolor de su pérdida, e Ivo... bueno, Ivo parecía demasiado roto como para hacer algo.
La desesperación empezó a crecer en ella. Su mente buscaba frenéticamente una solución, pero el peso de las palabras del Profesor seguía oprimiéndola.
"¿Cómo detengo esto?", pensó, con los ojos fijos en el contador que marcaba menos de los diez minutos restantes antes de la destrucción de la Tierra.
El tiempo corría, y cada segundo que pasaba sentía que se le escapaba una oportunidad más de detener lo inevitable.
Algo hizo clic en la conciencia del erizo. Volteó su mirada por encima de su hombro, una Willow asustada fue lo que su vista distinguió. Aquel enojo y dolor reflejado en su rostro se suavizó cuando miró a la chica. El pecho de ella subía y bajaba mientras negaba con la cabeza, como si estuviera negándose a aceptar todo lo que estaba pasando.
Entonces, Shadow apareció delante de ella en un parpadeo, y Willow retrocedió por instinto. Avanzó cuatro pasos hacia ella, y ella dio cuatro pasos hacia atrás, como si estuviera poniéndose a salvo de algo que nunca había creído posible en él. Finalmente, el erizo se detuvo.
—Marlene... —pronunció su nombre con un tono que buscaba algo, tal vez comprensión o un intento de justificar lo que estaba por hacer.
—¿Por qué no me lo dijiste desde el principio? —lo interrumpió ella, su voz quebrándose entre la rabia y el miedo—Me hiciste creer que era una búsqueda por la justicia, cuando en realidad es más que eso... ¡es una cruel venganza que gente inocente no debe pagar!
—Ella era inocente—respondió Shadow de inmediato, su voz cargada de dolor y enojo. Frunció el ceño, como si sus palabras fueran una acusación personal que no estaba dispuesto a permitir.
—¿Y los demás?—replicó Willow, su tono elevándose por encima del del erizo—¿Qué hay de aquellos que no estuvieron involucrados? ¡¿Qué hay de mí?!—le preguntó, y un nudo en su garganta hizo que sus palabras salieran casi como un gemido desesperado—Yo también soy inocente... No quiero morir.
El impacto de esas últimas palabras fue evidente en Shadow, aunque trató de no demostrarlo. Sus ojos vacilaron por un momento, y sus manos, que estaban cerradas en puños, se relajaron ligeramente.
Willow dio un paso al frente, esta vez sin retroceder.
—No quiero morir, Shadow —repitió, su tono más bajo, pero igual de doloroso. Las lágrimas luchaban por salir de sus ojos, pero ella las contuvo, manteniendo su mirada fija en él, buscando cualquier resquicio del erizo que había creído que era.
Shadow apartó la mirada, incapaz de sostenerla por más tiempo.
—No lo entiendes... —murmuró, pero su voz carecía de la convicción de antes—No tienes idea de lo que significa perderlo todo.
Willow sintió un golpe en el pecho por esas palabras, pero no se dejó vencer.
—¡No me digas que no entiendo! —exclamó, su voz firme a pesar de que su cuerpo temblaba—He perdido cosas, como tú, a mis padres—Shadow reflejó asombro ante sus palabras—Pero eso no justifica condenar a millones de personas. ¿Qué habría hecho María si estuviera aquí, Shadow? ¿Qué habría querido que hicieras?
El nombre de María resonó en el espacio como una bofetada. Shadow cerró los ojos con fuerza, su cuerpo rígido, como si esas palabras lo hubieran herido de una forma que ni siquiera él podía describir.
—María querría justicia—respondió finalmente, aunque su tono ya no sonaba tan seguro.
—¿Justicia? —repitió Willow, incrédula, con una mezcla de tristeza y enojo en su voz—Esto no es justicia, Shadow. Esto es odio. Esto es venganza. María nunca habría querido esto... ¿verdad?
El silencio cayó entre ellos como una pesada cortina. Shadow permaneció inmóvil, su cuerpo temblando levemente, atrapado entre las palabras de Willow y la voz del Profesor resonando en su mente. Gerald y Eggman observaban desde la distancia. El primero con una mirada severa y llena de impaciencia, el segundo con un brillo de incertidumbre que no sabía cómo procesar.
—¡Shadow! —gritó Gerald, rompiendo la tensión—No dejes que una simple humana te distraiga de lo que tienes que hacer.
El erizo abrió los ojos de golpe y miró al anciano. Su rostro, que había estado lleno de furia y confusión, se endureció nuevamente, pero esta vez no en dirección a Willow.
—Ella no es solo una "simple humana" —murmuró casi inaudible, pero suficiente para que Gerald lo escuchara.
Willow se aferró a esas palabras, su corazón latiendo con fuerza mientras veía un destello de esperanza en Shadow. Aquel brillo que parecía enterrado bajo capas de enojo y dolor asomaba tímidamente, como una luz luchando por no extinguirse. Se armó de valor, dio un paso al frente y lo hizo con cuidado, como si una sola palabra mal dicha pudiera destruir esa chispa y devolverlo a la oscuridad.
—Sé que las personas pelean por las cosas más triviales. Algunas personas pueden ser egoístas, como dijo el Profesor... —admitió Willow, echando un vistazo fugaz a Gerald, que seguía observando con frialdad desde la distancia— Pero básicamente son buenas. Si hacen su mejor esfuerzo y nunca renuncian a sus deseos, siempre tienen un motivo para ser felices.
Willow tragó saliva, sus manos temblaban mientras las apretaba contra su pecho. Había lágrimas queriendo escapar de sus ojos, pero ella se obligó a mantener su voz firme.
—Por eso tú deberías ayudarlos. ¡Salvarlos es algo bueno! Shadow... —su voz se quebró al pronunciar su nombre— Te lo ruego, por favor, hazlo por ellos.
La expresión de Shadow se endureció por un momento, pero algo en sus ojos traicionó el muro que había levantado. Ese "te lo ruego" resonó en su mente como un eco, una súplica que rompió las barreras de su orgullo y su ira. Entonces, un recuerdo invadió su mente con la fuerza de una ola.
La noche en que María y él observaron las estrellas apareció con claridad en su memoria, mientras las estrellas se desplegaban ante ellos como un lienzo infinito. Shadow recordaba cómo la voz dulce de María había llenado el aire, cargada de esperanza y calidez.
—¿Crees que soy un monstruo, María? —le había preguntado él, con una mezcla de duda y resignación en su tono. Su mirada había estado fija en las estrellas, incapaz de mirarla a los ojos.
—¡No! —había respondido María de inmediato, tomando sus manos entre las suyas. Su voz era firme, pero sus ojos mostraban un dolor profundo al ver cómo Shadow cargaba con esa inseguridad— Nunca lo serás. Eres mi amigo, Shadow. No importa lo que pase o lo que digan los demás.
María lo había mirado con esos ojos llenos de ternura y compasión, los mismos que ahora veía reflejados en los de Willow.
—El planeta Tierra es hermoso, Shadow —había dicho María, mirando al cielo con una sonrisa soñadora—. Es un lugar lleno de personas que aman, ríen, lloran y sueñan. Tal vez te cueste creerlo ahora, pero creo que un día, si les das la oportunidad, ellos también verán lo maravilloso que eres.
—No quiero intentarlo —había respondido él, apartando la mirada—. Sé que me rechazarán. Que me temerán... o buscarán hacerme daño.
—Shadow... te lo ruego, por favor.
La súplica de María resonó en su mente con tanta claridad que casi podía sentir sus manos nuevamente, apretando las suyas con fuerza.
—Hazlo por mí. ¡Por un mundo mejor!—había dicho María, su voz cargada de una esperanza que no parecía posible en un mundo tan cruel. Ella tenía fe en que Shadow sería de mucha ayuda a la humanidad, por lo que había en su interior, más de forma emocional que física, como había escuchado decir a algunos doctores—. Por todas las personas que viven en este planeta... dales una oportunidad, Shadow.
María había insistido, sin soltar sus manos, sin desviar la mirada, como si estuviera tratando de transmitir toda su fe en esas palabras.
—Tú puedes hacerlo. Esa es la razón por la que viniste a este mundo.
El recuerdo se desvaneció, pero el peso de esas palabras permaneció en el corazón de Shadow. Sus manos comenzaron a temblar ligeramente, y sus ojos brillaron con una emoción que había intentado reprimir durante tanto tiempo.
—Shadow... —la voz de Willow lo trajo de vuelta al presente, su tono suave, casi un susurro, pero lleno de la misma fe y esperanza que había visto en María— Por favor, hazlo por ellos.
El erizo apretó los dientes, su respiración acelerada. Sus pensamientos estaban enredados, su corazón dividido entre la promesa que había hecho y la súplica que ahora escuchaba. Por primera vez en mucho tiempo, Shadow se sintió perdido. Pero también, por primera vez, sintió que tal vez... solo tal vez, aún podía elegir.
—Sé que tienes miedo —susurró, su tono más suave ahora—Sé que estás herido, y sé que quieres que el mundo pague por lo que te hizo. Pero si destruyes todo... no solo te quedarás sin un enemigo. Te quedarás sin nada.
Shadow bajó la mirada, sus ojos fijos en el suelo mientras esas palabras se repetían una y otra vez en su mente. Su pecho subía y bajaba mientras intentaba contener la tormenta dentro de él.
Por un momento que pareció eterno, Shadow no dijo nada. Entonces, con un movimiento brusco, se giró hacia Gerald. Sus ojos brillaban con una intensidad que nunca antes se había visto en él.
—¿Esto es lo que ella realmente habría querido, Profesor?—preguntó, su voz firme pero cargada de una mezcla de enojo y duda.
Gerald frunció el ceño, claramente molesto por la pregunta.
—Ella quería justicia, Shadow. Y eso es lo que estamos haciendo.
El silencio en la sala se volvió ensordecedor, casi palpable. Willow, de pie detrás de Shadow, sentía cómo su corazón latía con una intensidad que parecía rebotar en cada rincón de la nave.
Un destello dorado perforó el cristal de la nave, bañando todo el lugar con su intensa luz. Todo sucedió en un parpadeo, pero para Willow fue como si el tiempo se ralentizara. En medio de ese resplandor apareció Sonic, transformado en su forma dorada, irradiando una energía que era imposible ignorar. Su mirada, llena de rabia contenida, se fijó en Shadow.
Antes de que Willow pudiera siquiera procesarlo, Sonic se abalanzó sobre él. Lo tomó por el pecho con una fuerza abrumadora, levantándolo del suelo como si no pesara nada. La energía dorada de Sonic chisporroteaba en el aire, llenando la sala con una tensión eléctrica.
—¡Shadow!—gritó Willow, su voz quebrándose entre el miedo y la desesperación.
El erizo negro extendió una mano hacia ella, intentando alcanzarla, al igual que Willow intentó alcanzarlo, pero Sonic, con una velocidad brutal, lo arrastró lejos. El impacto de ambos erizos rompió el cristal a unos metros detrás de Willow, provocando un estruendo ensordecedor.
El vacío del espacio intentó reclamar su lugar, generando una fuerte succión que amenazaba con arrastrar todo a su paso. Willow sintió cómo sus pies resbalaban, cómo su cuerpo era jalado hacia el abismo que se abría ante ella, mientras el viento, aunque breve, rugía en sus oídos.
Pero antes de que pudiera ser absorbida por completo, un sistema de emergencia se activó. Placas de metal descendieron rápidamente, cubriendo las ventanas rotas y sellando el peligro. El aire dejó de escapar, y la sala quedó en un tenso y caótico silencio.
Willow cayó de rodillas, jadeando. Su mirada se dirigió al lugar donde los dos erizos habían desaparecido. El miedo y la confusión la invadieron mientras sus pensamientos se agolpaban.
—¿Qué acaba de pasar...? —susurró para sí misma, su voz temblorosa.
El Profesor, desde la consola, observaba con una mezcla de frustración y cálculo. Mientras tanto, el corazón de Willow seguía latiendo con fuerza, como si cada segundo que pasaba marcara un compás de incertidumbre y peligro. Shadow estaba allá afuera, enfrentándose a una furia imparable, y ella no sabía si podría volver a verlo.
¿Cómo que ya somos 11.2k de lecturas?😭
No lo puedo creer, muchas gracias por el apoyo 😭💗💗
Hay referencias, señor@s. Hay referencias, a ver si alguien las captó.
Por cierto, los cambios de escenarios de la escena de la película y el diálogo entre María y Shadow (que claramente María no dijo en la película, pero si en un juego) fueron colocados porque como fan siento que faltó eso y en mi caso repercutirá en un futuro para tratar la trama de Shadow :)
Más de 5 mil palabras, fack 🫠
Espero que, valga la redundancia, la espera haya valido la pena xD
Estaba escuchando las canciones que me recomendaron en el capítulo anterior y todas las metí en mi playlist personal JAKAJAKAK
Aunque si agregué algunas a la playlist de la historia, gracias por sus recomendaciones ✨
Ahora que Willow sabe la verdad detrás de los planes del Profesor y Shadow, pega la canción de The Line de Twenty One Pilots para Arcane😞
En especial la parte que dice: "¿te decepcioné?".
Ustedes saben lo que viene, así que váyanse preparando 🤧
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©-MANDALORIANA76
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