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🍃|Capítulo 23.|🍃

𝐕𝐚𝐧𝐢𝐭𝐲
𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟐𝟑.
“Los héroes”
Parte 2.

En el capítulo anterior, los pecados se vieron envueltos en la indecisión, además de que se sentían inseguros con respecto a la táctica que Meliodas ordenaba. Era una locura, pero ¿Acaso había otra opción para vencer a Hendrickson? Posiblemente no, quizá era la única forma, era algo que él todavía no podía predecir. Y dado que estaban como entre la espada y la pared, lo mejor era hacerle caso. Aldora no se mostró preocupada, aunque por dentro sí lo estuviera también estaba emocionada porque podría presumir ante todos los presentes su bello tesoro sagrado, su verdadero tesoro. 

—–¡Mientras pueda usar a mi Bloody mucho mejor!—exclamó la albina, interrumpiendo a su vez a la gigante castaña.

—–¿Tu espada? Pensé que se la habías extraviado otra vez.—le cuestionó Ban desde lejos, mirando a su querida amiga con el ceño fruncido con confusión.—–Eres una irresponsable. 

Aldora descendió al suelo mientras observaba a Ban con cierta molestia, pero después le sonrió de una forma relajada y observó al capitán hacer lo suyo, con la ayuda de los otros caballeros, por supuesto. 

—–¿Mi espada? Ah, no. Eso era una espada común. Mi verdadero tesoro sagrado siempre estuvo con Merlín. La última vez que nos vimos le pedí que lo guardara porque... Ya no lo recuerdo.—le contestó de brazos cruzados. 

—–¿Y donde está ahora?—volvió a cuestionar el de cabello azuloso y platinado, observando a su querida amiga con el entrecejo fruncido.—–Se supone que según la indicación del capitán debe ser uno de tus ataques más brutales. 

Aldora suspiró impacientada, sintiendo que su cabello se erizaba un poco porque la voz de Ban le distraía. Luego estiró ligeramente su brazo hacia el frente, mostrando un brazalete de plata, era como un dragón unido con su cola. Lo que sorprendió a Ban fue  que entre tanto, comenzaba a emanar una luz oscura. Este mismo brazalete terminó por convertirse en un látigo, decorado con varias espinas rojas, como las de una bella rosa. 

—–Brutal será la patada que te daré en la entrepierna si no cierras la boca ahora. No me cuestiones.—le insistió vanidad, mirando al zorro impaciente y fastidiada.—–Este látigo es mi verdadero tesoro sagrado. Tiene un largo alcance y cortar lo que sea, además de que las espinas harán más agonizante todo... Mi tesoro sagrado siempre estuvo conmigo, así que no mostraría su verdadera forma hasta que yo lo hiciera. 

Le explicó todo de forma muy calmada y tranquila, esperando a que fuera su turno para atacar también, por ahora, solo estaban colaborando los caballeros sacros, ni siquiera Diane o King habían atacado también. Meliodas multiplicaría todos esos ataques en su contra y los redirigirá a Hendrickson, decidido a sacrificarse de ser necesario con tal de vencerlo y darle tanto a Elizabeth como al resto de sus compañeros un mundo en el que pudieran seguir sus vidas en paz. Era una técnica arriesgada pues él había desactivado sus poderes, dejándolo a merced de lo demás. Era peligroso, como ya vengo mencionando, pero, todos los pecados estaban decididos a ello. 

—–Genial.—admitió Ban con una media sonrisa, haciendo que también Aldora sonriera, sintiendo y demostrando como su ego volvían a emerger. 

—–Lo sé. 

Llegó el esperado momento en el que Diane y King atacaron con todo a Meliodas, lastimándolo lógicamente. Con ello, la gigante se sintió bastante culpable, pero no tenían más opción que obedecer. Tan pronto comenzaron a atacar los pecados, los caballeros sacros no dudaron en echarse para atrás, con tal de permanecer seguros, ya que por mayores razones, el ataque de un pecado capital era más brutal que la magia de un caballero. Le siguieron Ban y por último Aldora, ya cuando Meliodas estaba tambaleando, pero aún así sacaba fuerzas para seguir y sobrevivir. 

Ban golpeó a Meliodas, cortándolo desde el hombro hasta el pecho, en ese proceso. Después de eso, Aldora también lo atacó mientras mantenía una sonrisa de oreja a oreja, como si disfrutara de ese proceso de verlo sufrir, pero en realidad moría de nervios. Ella también había formado un vínculo con el capitán, no quería verlo caer y recordarlo, no, quería seguir creando momentos con él y los demás pecados. Aún así lo atacó igual que Ban, haciéndole al cuerpo de Meliodas otro corte profundo y en diagonal. 

Al verse amenazado ya que Meliodas estaba logrando su cometido de regresarle todo lo que hizo de una vez por todas, y también temiendo a que le hicieran pagar por su pecado, Hendrickson intentó huir, pero los demás pecados lo atajaron y Aldora logró agarrarlo de ambos pies, al atraparlo con su látigo, él poco se podía mover, por lo que terminó recibiendo de lleno el ataque final del dragón de la ira. Lo que sucedió después, y para deleite de todos, fue que la piel de demonio gris de Hendrickson terminó por desintegrarse dado el fuerte ataque, terminando el momento con cada ceniza de su ser esparciéndose por el aire. Meliodas cayó al suelo de rodillas y Elizabeth se adelantó a recoger a su amado. 

Los pecados sonrieron y Aldora descendió al suelo, no tocándolo claro está. Al parecer ya había salido de uno de sus problemas, ahora mismo tenía que enfrentarse a otro, el cual era saber la opinión de su querido acerca de su nueva y , de hecho, forma original. De hecho era impresionante, ella se sentía hermosa como nunca, pero, aún así la incertidumbre le atacaba. Esperaba que Howzer no la rechazara ahora, de lo contrario, definitivamente se le rompería el corazón. 

—–Mejor no pensaré en eso...—susurró para sí misma, encontrándose con la mirada de aquel susodicho que la volvía loca de amor, pero a quien evitó ver a los ojos por demasiado tiempo. Estaba nerviosa ante un hombre por primera vez en mucho tiempo.

Llegó el rey junto con Merlín, padre de Elizabeth y las otras dos princesas de aquel reino. Este mismo había mejorado ya de su grave condición y ahora, estaba más que vivo y coleando, contento de ver que la amenaza de Hendrickson finalmente fue eliminada. Ante él todos los caballeros sacros presentes decidieron inclinarse, como muestra de arrepentimiento y suplicando perdón por todos los pecados injustos y abusos de autoridad que cometieron contra los inocentes de ese lugar y otros reinos y pueblos vecinos, realmente todos estaban sumamente apenados, no merecían ser llamados caballeros. Exigían un castigo severo, pero el rey se mostró realmente piadoso, comportándose como todo un sabio. 

Por su parte, a Aldora le pareció lo mejor, pero no pudo evitar de nuevo impresionar con su personalidad tan colorida y excéntrico carisma, acercándose al rey mientras seguía recostada en el aire y sonriendo mucho más que el gato Cheshire. Quería sugerir ideas de tortura, ya que , bueno, le pareció muy divertido burlarse ahora. 

—–Oye majestad, ¿Y si mejor escuchas mis ideas? Tengo muchos castigos en mente, ¡Uh, UH! ¡Yo quiero ser el verdugo!—agregó levantando una de sus manos, sonriendo alegremente como una estudiante aplicada que quiere participar en clase y dar su opinión. 

El rey por supuesto, le dijo que él se encargaría de darles un castigo, y aunque Aldora si tenía ganas de hacerlos pagar a la mayoría por muchas cosas, le bastó con ver el rostro aterrado de muchos caballeros al escuchar la sugerencia de vanidad. 

—–No hace falta, Aldora. Ya decidí mi sentencia.—aseguró el rey, teniendo a todos expectantes por escuchar su veredicto.—–Un castigo con violencia no les regresará la integridad y salud a los inocentes que sufrieron en sus manos, por lo que sólo les ordeno que tendrán días libres cuando me lo pidan, y que ayuden a reconstruir el reino de Liones desde ahora. 

La albina hizo una mueca más que desagradada, pero después se encogió de hombros y volvió a tener una mirada desinteresada. 

—–¿No te cansas de ser un viejo aburrido? ¿Qué clase de castigo es ese? ¿¡Sabes que me hacían a MÍ!?—le cuestionó ella al rey, aunque fue tomada del pie por Ban para alejarla del rey, pues parecía que iba a atacarlo.—–¡YA SUÉLTAME BAN! 

—–¡Tú no cambias! ¡YA RELÁJATE, REINA DEL DRAMA!—le insistió el platinado, un poco divertido. 

Aldora quizá cambió en estilo y apariencia, pero seguía siendo la misma mujer dramática y excéntrica que a todos impresionaba con su carisma o presencia. Al menos en eso nunca cambiaría. 

—–Juro que voy a patearte...—le aseguró, interrumpiéndose a sí misma tan pronto volvió a sentir una suave mirada sobre su silueta. Realmente sentía que la llamaba, pero ella por su parte no quería acercarse. 

Dios. Ahí estaba de nuevo esa sensación de nerviosismo en su estómago. No podía evitarlo, no podía predecir como Howzer iba a reaccionar tan pronto se acercara a él. Aldora se había acostumbrado a huir siempre de sus problemas, fue lo principal que le metió la idea de Berserker y ocultar a su verdadera yo de todo el mundo, por un profundo temor al que dirán. Sabía que no era bueno, pero sus piernas temblaban del temor. 

Ban notó esto mientras la soltaba, pero decidió jalarla hacia el suelo. Tenía que enfrentarlo. Aldora sintió como él la tomaba de sus hombros con tal de darle seguridad, y, aunque agradecía su apoyo, realmente no sabía si tenía el valor para enfrentar esa situación ahora. 

—–Él te está esperando. No lo dejes así.—le advirtió su querido amigo y compañero, haciendo que la chica encontrara algo de paz en eso. 

Claro, aún seguía insegura, pero, tenía que enfrentarlo tarde o temprano. Así que recogió sus alas en su espalda y las guardó, haciendo que desaparecieran tanto como las escamas en sus brazos y piernas, volviendo a mostrar la forma que suele tener ante todo el mundo, y por supuesto, la mayoría del tiempo. Cuando comenzó a caminar hacia él, como una niña temerosa que está a punto de entregarle una carta de amor a su enamorado, sus pies le podrían fallar en cualquier momento del profundo nerviosismo. Sin embargo, cuando menos lo pensó, Howzer se cansó de esperarla y se apresuró a ir hacia ella. Después de estar unos cuantos segundos atónita se dio cuenta de que ahora los grandes brazos de su amado la rodeaban en un cálido abrazo. Ella no sabía que decir, pero con ese gesto era más que suficiente para entender que no cambiaría nada entre ambos. 

—–Me dijeron que pasarían muchos años para volver a verte.—susurró el grandote, tomándola de la cintura para cargarla a su altura.—–Pensé que para entonces ya no estaría vivo... Pero aquí estás y te tengo aquí... 

Los ojos de Aldora se aguaron levemente y su garganta se hizo un nudo, pero después de escucharlo, sonrió con gran alivio y una mezcla de alegría. Ella también estaba contenta de tenerlo cerca, mucho más ahora que gracias a esas palabras confirmó lo que él sentía por ella, sin importar su apariencia. 

—–¿Aunque ahora tenga cuernos y alas de dragón?—le preguntó la chica, teniendo sus rostros de cerca. Al menos así podría apreciar lo brillante de sus ojos. El joven caballero no pudo evitar reírse levemente, y asintió sin más, haciendo que ella se apoyara en sus brazos. Literalmente no pesaba ni un gramo, cargarla era muy sencillo para cualquiera.—–Oh ¡Howzie...~!—chilló emocionada, sintiendo que se derretía con sus palabras.—–Si sigues así de tierno me voy a desconocer después~—agregó ella muy sonrojada, sintiendo que sus mejillas ardían más que nunca.  

De repente comenzaba a mostrar su lado más meloso, aunque se veía adorable y no era muy típico en alguien tan carismática como ella. Era algo incómodo en público, pero Howzer supo como disimular y simplemente la acercó para darle un corto beso, logrando con su objetivo de dejarla con ansias de más y más mimos. 

Y bueno, otras cosas que dejaré a su imaginación. 

—–Ya, ya. Pero primero me aseguraré de que ambos pasemos un lindo momento en el festival que se acerca. Prometo que te compraré un vestido nuevo para entonces, ¿Que me dices, eh? ¡La pasaremos muy bien, sólo tú y yo!—–exclamó bastante contento y con una gran sonrisa. 

Aldora no soportó mucho más y sintió que su rostro explotó de lo rojo que estaba, haciendo que simulara desmayarse dramáticamente con una mano sobre su frente y todo el show, realmente no podía tener una suerte mejor. 

—–Por todos los cielos ¡Que me muero!—exclamó la albina en un murmullo, aún inclinada hacia el suelo, estando entre los brazos de Howzer. Cuando abrió los ojos no pudo evitar sonreír, luego simplemente suspiró y se aproximó a regresarle a Howzer el beso anterior con uno en su mejilla.—–La pasaremos bien antes y después del festival, ya lo verás~ 

Los dos estaban metidos en su burbuja, sin importar lo que estuviera pasando a su al rededor. O eso, hasta que una voz aguda los interrumpió, sacandolos de su mundo por completo.

—–¡Ay, por favor, nunca dejarás de ser tan melosa!—exclamó la voz aguda de un pequeño cerdo, literalmente pequeño, que con tan sólo hablar llenó de alegría a todos los pecados capitales, incluyendo a Aldora.—–Ustedes sonsos no pueden vivir sin mi ¿Huh?  Más vale que me den lo que merezco, ¡Asi es, sobras!

Lo lanzaron al aire y celebraron contentos por la victoria, todos emocionados por la gran satisfacción que les traía el haber derrotado a un mago demonio de ese calibre. Ahora podrían tomarse un breve descanso de las luchas, todos ellos, poniéndose al corriente con las cosas que quisieron o pueden hacer...

Al parecer esta aventura ya ha terminado, y mucho mejor de lo esperado. Ahora mismo, sólo queda esperar y ver qué depara el futuro para estos pecados, pero claro está, que pase lo que pase, la paz siempre reinará de alguna u otra forma hasta el final de los tiempos. Como bien se dice, después de la tormenta llega la calma, es algo habitual, pero con mucha razón, es un motivo para seguir adelante sin importar qué, así como hicieron los pecados hasta el final.

Ahora sólo queda ver como les va a estos dos tórtolos que ganas no les hacen falta para volver al romance que perdieron por fuerzas mayores.

Los fuegos artificiales estaban sonando y decorando el cielo con su hermosa luz colorida. Con ese espectáculo, muchos disfrutaban del momento a su manera, como por ejemplo Gilthunder con la princesa Margaret, pasando juntos una hermosa velada romántica, dándose cariño en medio de las tenues luces en el cielo gracias a la pólvora disparada.

Otros, como la mayoría de los pecados, bebían en el sombrero del jabalí.

Y otra excepción, hacían ambas cosas, como Howzer y Aldora. Ambos estaban bebiendo, aunque la albina era la única sobria de los dos. Entre todos los presentes reían y charlaban entre sí, bastante contentos con el buen licor que se vendía y el servicio que les brindaban todos, además de que gracias a Ban tenía buena comida.

—–Creo que ya estás demasiado ebrio. —murmuró la albina, observando a Howzer beber otro jarro de cerveza.—–Te llevaré a casa.

La albina ahora vestía como Diane, Gowther y Elizabeth, teniendo puesto el “Uniforme” de las meseras que el mismo Meliodas diseñó. Realmente no podía quejarse, era un traje bonito, pero sí tuvo que hacerle un par de arreglos en la falda, ya que para el tamaño de sus caderas, le quedaba bastante ajustado en esa parte y no era cómodo. Aunque en sí, se sentía casi desnuda con esa falda, pero solo vestiría así porque las demás se lo pidieron, no por nada más.

Ella suspiró viendo al peliverde bastante ebrio ya, yendo a por otro vaso de licor, pero se detuvo gracias a que ella lo tomó del brazo. Cuando él menos lo pensó, estaba siendo arrastrado por ella hacia la salida.

—–¡Vamos, amor! ¡No seas aguafiestas!—exclamó Howzer, queriendo detenerse, pero apenas y podía estar de pie.—–Un ratito más, por favor.

—–¡Eso dijiste hace rato!—le recordó Aldora, luego suspiró.—–Vamos, Howzie. No querrás molestar a tu padre ¿Sabes? Además, aunque aún no sepa quién soy, dije que me iba a encargar de ti y que te llevaría.—exclamó.

Ahora se sentía el hombre de la relación, pero tenía que cuidar de él al ser la más responsable ahora. Le Miró con el ceño fruncido, luego se elevó y lo tomó bajo sus hombros para cargarlo. —–Nos iremos a casa te guste o no, Howzie.

Estuvo a punto de elevarse para llevárselo, pero Meliodas se apareció y le pidió que lo dejara con ellos, se estaban divirtiendo, y aunque Aldora no estuvo de acuerdo, él terminó convenciendola de que podrían dormir en su habitación. A Aldora no le parecía que bebiera hasta el amanecer, pero, como era una ocasión especial, terminó por aceptar.

Además de que Meliodas le prometió más comida para ella.

—–Más te vale que me pagues lo que prometiste. —le advirtió la albina, mirando a su capitán con desconfianza. Ya habían dejado a Howzer en la habitación, el pobre terminó durmiendose en un chasquido.—–Mi tarifa ahora es más alta.

Ahora mismo, después de dejar a Howzer durmiendo, Aldora prefirió salirse del ruido de la fiesta y sentarse sobre el techo de la choza, observando al cielo y los Juegos artificiales. Le gustaba estar sola a veces puesto que ya no de sentía acomplejada por la soledad, ni tampoco temor, sabía que ahora tenía a las personas que más quería a su lado, así que no habría nada de qué preocuparse por ahora. Sus oídos escucharon que la puerta de la taberna se abrió, pero ella no se molestó en ver quien era o porqué se abrió, imaginó que se trataba de otro borracho que volvería a casa tambaleándose y que seguramente recibiría un regaño descomunal por parte de su esposa, pero se equivocó. En realidad fue Meliodas quien la vio salir, y se preguntaba ahora a donde había ido. Aldora no reveló su ubicación, él la encontró y se sentó a su lado después de saltar y aterrizar en el techo junto a ella, queriendo saber porqué estaba ahí sentada.

Desde ahí, ambos se quedaron conversando por un buen rato de cualquier cosa, hasta que Meliodas decidió agregar el tema de la relación que él tenía con Elizabeth y Aldora con Howzer.

—–Te llenaré dos galones sí es necesario, ¿Está bien?—le prometió, mirandola con una sonrisa.—–Me agrada que finalmente hayas encontrado a alguien para amar. Ambos se ven muy bien estando juntos...

Aldora asintió con levedad a las palabras de Meliodas. Sí, estaba agradecida por encontrarse con él otra vez, después de todo le fue arrebatado por una tontería de ella. En su lugar, ella hubiese preferido sacrificarse en vez de él, pero él destino lo quiso así, y al menos, tenía a su amado de vuelta, aunque él no lo supiera, ella lo estuvo esperando por milenios.

Sin embargo, ni todo puede ser color de rosa, y había algo que realmente le molestaba desde el momento en que se encontró con él de nuevo.

—–Es un caballero grandioso ¿Verdad...?—agregó ella, sonriendo con cierta tristeza, tanto en su rostro, como en su voz.—–Pero... No puedo evitar que algo me moleste de lo nuestro ¿Sabes?

—–¿A qué te refieres?—cuestionó Meliodas sin saber de qué hablaba.

—–Él es un humano.—dijo Aldora.—–Él tiene una vida finita... Él va a envejecer algún día.—musitó, sonriendo como le dolía el pecho.—–Yo en cambio estoy... Condenada a tener una vida larga. Y aunque no soy inmortal... Viviré por mucho.

Un suspiro triste se escapó de sus labios. Ella no podía evitar sentirse mal de pensar en aquello, en un día él volvería a dejarla por culpa de la muerte, y los separaría, dejándola sola de nuevo contra el mundo cruel. Le dolía pensarlo, no quería hacerlo, pero era la realidad que le esperaba.

—–¿En serio? Pensé que eso lo provocaba los diamantes de tu antiguo reino.—le comentó Meliodas con leve confusión, luego desvió su mirada hacia el cielo.—–Es como Ban que no puede reunirse con Elaine en el mundo de los muertos, por ser inmortal... Pero, ¿Sabes? Si existe una fuente de la juventud ¿Crees que haya alguna que surta un efecto contrario, que te vuelva...? Ya sabes...

—–Eso es muy surrealista.—le interrumpió la chica, aunque luego se rió de forma encantadora.—–Es un deseo que solo una diosa me puede conceder... Ellas me pusieron esta maldición de la belleza eterna... Solo ellas me la pueden quitar.

Bueno, el asunto sí estaba complicado sin dudas.

—Bien. Busquemos el lado positivo...

Meliodas llevó una mano a su mentón para pensar, volviendo a fruncir su entrecejo y arrugando su nariz, viéndose en realidad bastante tierno al hacer ese gesto. Aldora sólo lo miró en silencio, esperando a que dijera por supuesto una frase profunda o al menos algo que pudiera reconfortarla, pero, terminó diciendo una completa estupidez que a ella en realidad le importaba menos.

—–¡No se te caerán los pechos!—exclamó el rubio con una sonrisa, como si eso de verdad fuera una ventaja importante.

Aldora se cayó de espaldas y le miró perpleja, aunque después por reflejo le reprendió con un puño en la cabeza debido a la estupidez que había dicho.

—–¡Como si esa fuera una verdadera ventaja, eres un idiota, capitán!

—–¡Pero si tú eres vanidosa pensé que te iba a gustar! —se defendió un poco dolido por el golpe, aunque no pudo evitar reír. Era un buen momento para mencionar la idea de investigar con Merlin y los demás, sólo faltaba la aprobación de unos cuantos pecados para completar.—–En ese caso, tenemos planeado dejar Liones pronto.

Aquello dicho le llamó la atención a la albina, luego le miró con curiosidad, teniendo esa chispa inocente en sus hermosos ojos ahora de color rojo.

—–Puedes venir con nosotros, quizá podemos encontrarnos con otra forma de eliminar tu maldición. ¿Que te parece?

La oferta era más que tentadora. Pero, significaba dejar a Howzer de nuevo por un largo tiempo. Bueno, eran mejor a que él la dejara para siempre por culpa de la muerte ¿podria salir algo mal?

Era una gran oportunidad... No la podía desaprovechar. Una búsqueda, de alguna diosa, de algún mago, algo por el estilo que pudiera ayudarla a tener una esperanza de vida parecida a la de un humano, una solución que posiblemente no resultaría pero, que a la vez era más que tentadora pese a las pocas posibilidades. Aldora no tenía más opción, además, ¿Qué más da? Confiaba en que podrían lograrlo.

Además ¿Quien le dice que no a una nueva aventura?

La albina, el lince de la vanidad, se levantó en silencio del techo, apoyada sobre él con sus pies y levantando la mirada al cielo. Ya había tomado su decisión, no iba a perder esa gran oportunidad... Encontraría a una maldita diosa como sea, con tal de evitar que la muerte la volviera a separar del amor.

—–Iré con ustedes también...









































𝐅𝐢𝐧.

HOLA HOLA MIS NENEEEEEEEES ¿COMO ESTÁN? QUE TAL LES PARECIÓ 😎

Buenas nalgas por cierto 7v7

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