𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐗𝐗𝐈𝐗: Bienvenida a la Oscuridad
𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐗𝐗𝐈𝐗: Bienvenida a la Oscuridad
Los días pasan y el temor que ha invadido a Ino ha comenzado a dar señales de lo que se aproxima, puede ser su intuición o su razón golpeando sus oídos cada que Shisui sale por la puerta o cuando Itachi ni siquiera la mira a los ojos cada que se encuentran en algún lugar.
No puede culparlo, es lo que debe ser y siempre ha sido, en algo está completamente de acuerdo con Shisui, tal vez ella dirigió la historia hacia otro lado, sin embargo, la naturaleza humana está presente.
—¿En qué piensas? —Shisui le sonríe y pasa su mano por su cabello húmedo. Ino aprieta la sábana sobre su cuerpo desnudo y dirige su mirada hacia otro lado, idiota.
—En el tiempo —miente, aunque no es del todo mentira— en saber si los volveré a ver cuando regrese o si me quedaré aquí. A veces —admite con un poco de pesar para posteriormente mirar al Uchiha— extraño a Chōji y la manera tan poco saludable de comer, extraño mucho a Asuma-sensei aunque ya no esté en mi tiempo y esté vivo aquí no es lo mismo, extraño a mamá y a papá, mi papá que está obsesionado con que salga con Chōji o con Shikamaru —él tan solo decir el nombre de sus amigos y compañeros la hace sentir tan indefensa— extraño a Shikamaru y su estúpida holgazanería y su manera tan problemática de ser —Ino intenta ignorar la mirada de Shisui cuando menciona a Shikamaru porqué hay un poco de nostalgia y alegría al hablar del Nara es quizás lo mucho que lo valora o lo mucho que significa todavía, Shisui es demasiado intuitivo y aunque no haya dicho nada acerca de él sabe que hay algo implícito— extraño a Sakura, ella... siempre peleábamos pero la amaba como una hermana.
—A pesar del tiempo que has estado aquí aun extrañas a tu equipo. —Shisui lejos de verse un poco ofendido, la mira con aquellos ojos tan expresivos e Ino siente que se ahoga con tanta ternura que desborda, Ino intenta no sentirse abrumada—. Sé que todo esto ha sido difícil para ti, que las cosas han sido diferentes a todo lo que tú conoces, la idea que tenías acerca de la aldea se ha visto afectada por las decisiones que tomaron en tu tiempo —Shisui se sienta a su lado e Ino puede sentir el calor corporal pero no sabe exactamente si es por la reciente ducha o si siempre se ha sentido tan cálido estar a su lado—, pero quiero que entiendas algo...
—¿Qué quieres decir? —Ino arquea su ceja, Shisui intenta no verse demasiado afectado por el gesto.
—Sé que extrañas a tu equipo, que tenías —se corrige— tienes un lazo diferente al que Itachi y yo tenemos, un lazo que sobre pasa el tiempo y el destino —Ino se sonroja porqué nunca lo había dicho en voz alta pero esa es la verdad, no importaba que hubiese sentimientos de por medio (entre ella y Shikamaru o lo que fuese lo que hubiese pasado) siempre iban a estar para ella y ella para ellos— eso para ti hace las cosas diferentes, tus vivencias hacen que las cosas que tu percibes sean completamente distintas a lo que Itachi y yo entendemos. La bondad con la que ustedes manejan el futuro es admirable, pero puede causar diferencias.
Ino intenta leer a Shisui, no obstante, no encuentra algún indicio de lo que verdaderamente quiere decir. A veces odia la forma en la que Shisui e Itachi parecen decirlo todo con tan poco.
—¿Hay algo qué sea un problema?
—Ino... —murmura Shisui y acaricia su mejilla con tal tranquilidad que su estómago se revuelve— sé que puedes verlo. Y no quiero que mientas, sé que puedes ver a Itachi —y no habla con ese tono burlesco o amable con el que siempre se dirige, es severo y algo en sus ojos se endurece— puedes verlo y no me refiero a leerlo, —Shisui acaricia su mejilla con su pulgar, la electricidad viaja por todo su cuerpo—, eres capaz de ver la oscuridad en él...
Ino muerde su mejilla y baja la mirada intentando no encontrarse con los ojos de Shisui Uchiha. Hay algo implícito que pretende no saber y decide ignorar, la implicación que puede entender no solo la afecta sino que también su no formalizada relación con Shisui.
—¿Cuál es el punto de todo esto? —Cuestiona intentando sostener la mirada al Uchiha, quiere que vea que no hay ningún problema en todo esto—. Tú mismo dijiste que hay oscuridad en todos.
—Pero las implicaciones que existen en otros es diferente —Shisui es suave y siente su aliento sobre sus labios— tú sabes hasta dónde podemos llegar Itachi y yo.
—¡¿Qué carajos?! —Chilla Ino pero no se mueve de dónde está porque hay algo que la hace sentir segura con Shisui—. ¡¿Qué se supone que significa eso?!
—Significa que cualquier decisión que tome Itachi es por el bien de todos —respondió Shisui cuando el dolor aparece en su pecho porque puede ver el reproche en aquellos bonitos ojos azules, aunque sabe que no es por sus palabras sino por el hecho de que Itachi puede hacer algo que le cause dolor a Ino.
Ino todavía no es consciente de lo transparente que puede ser.
—Pero Itachi... —Ino intenta buscar las palabras para decir no él no lo hará porqué ha solucionado el golpe de estado, sin embargo, sabe que es mentira la extraña mujer se lo ha dicho, Madara no lo dice pero sabe que puede jactarse de eso y lo peor es que la guerra está a punto de estallar. De un momento a otro Ino se siente como una niña pequeña y es incapaz de por lo menos posar sus manos sobre su cadera o mirar con desdén a Shisui porque es un mentiroso que miente.
—Tú lo has visto, eso sigue ahí —responde Shisui sin dejar de tocarla, es asfixiante la pronta cercanía que hay entre ellos— lo viste la primera vez que lo conociste a tu Itachi —la pertenencia es algo que no puede negar, ninguno, porque es Itachi del futuro aquel que viene del mismo tiempo que Ino y el mismo destino, por lo tanto, es su tiempo, suyo— pudiste ver el vacío...
—... en su mirada —murmura Ino.
Recuerda y no lo hace vagamente, esa falta de sentimiento que pudo encontrar el los ojos de Itachi es demasiado preocupante. De alguna forma, extraña y retorcida Itachi está muerto en vida y sabe con la poca paciencia que le queda que su versión más joven sigue los mismos pasos.
Shisui está de acuerdo.
—Tienes que dejarlo hacer lo que tenga que hacer —Shisui sonríe y se acerca unos cuantos pasos a Ino. Sus piernas tiemblan, estar con Shisui Uchiha con una bermuda a medio colocar siempre logra hacerla sentir nerviosa.
Sin embargo, aquellos pensamientos son distanciados cuando él acaricia su mejilla, a diferencia de Itachi, las manos de Shisui son más suaves, su piel es cálida y el tacto es siempre más amigable y menos tosco de lo que puede recordar. Ahora es un poco diferente, sus manos la sostienen con fuerza como si quisiera él que ella no se alejara.
El agarre es firme. Algo en Ino se comienza a remover muy dentro, se convence de que solo es ella y sus sentimientos un poco confundidos.
—Ino... —susurra él en su oído, y no sabe exactamente por qué aquel gesto la hace estremecer y no en el buen sentido.
—... —Ino queda muda, hay algo dentro de su estómago que quiere alejarse e intenta aparentar de la mejor forma posible, sonríe un poco y baja la mirada.
Sus manos tiemblan, con una temperatura menor, no quiere mirar a Shisui, hay algo que le impide y no sabe qué es. No sabe exactamente la razón, pero comienza a pensar en Itachi que es un buen momento para interrumpir ese momento, que aparezca por la puerta con su gran seriedad y su tan gran forma de no pasar desapercibido.
Shisui besa su mejilla y su respiración choca contra el cuello de Ino, la hace estremecer nuevamente ahora con más fuerza. Quiere retirarse, correr hacia la puerta, está inquieta y Shisui parece percatarse de sus intenciones. Se siente terriblemente acorralada.
—Debo irme —susurra ella dando unos pequeños pasos y Shisui se encarga de dar los mismos para terminar con el poco espacio que tiene.
No se percata y sinceramente su cabeza no tiene lugar cuando la pared de madera golpea su espalda y cabeza. Muerde su lengua para no emitir ningún quejido, la mano caliente de Shisui se posa ahora sobre su cuello y nuca, la toma con fuerza, jala hacia él.
Un choque.
Estampa sus labios e Ino no tiene tiempo para reaccionar a lo que sea que esté pasando. Es voraz, caliente y húmedo. Sus labios se sienten como un pequeño bastardo experto e Ino sabe que eso no es así, no es demeritar, pero ¿desde cuando Shisui es tan agresivo? Su lengua entra sin pudor dentro de su boca mediante el morder su labio hasta sentir lo caliente descender por su barbilla, es tan húmedo que la boca de Shisui se siente ansiosa y con ganas de destrozarla en un beso tan intenso.
Él se separa y ella todavía tiene la sangre en su boca, un desagradable sabor llega de su estómago a su lengua, las piernas tiemblan.
—¿Así lo habría hecho el pequeño Itachi? —Ino abre los ojos de par en par, completamente muda.
Shisui sonríe con su Sharingan lo cual no tiene mucho sentido porqué uno de sus ojos hace falta. Pero, no es el hecho de la no grata diferencia si no la sonrisa de él, es oscura, retorcida y con un aire perverso que le hace temblar.
Ahora lo malditamente sabe.
—Tú... —Ino intenta tener una postura recta sin que aquel imbécil que le impide el paso no la haga temblar de pies a cabeza. Quiere fingir. Quiere correr.
—¿Así te habría besado Itachi? —él la mira con desdén y algo hambriento, sabe perfectamente que es una extraña forma de someterla.
Cuando "Shisui" intenta acercarse nuevamente para tocar su mejilla y jalar de ella y acercarla, Ino se adelanta y da un cabezazo al hombre, duele un poco y sabe que es el tiempo suficiente para que él se aleje de ella con unos pequeños pasos.
Maldice un poco porque solo se ha alejado un par de pasos.
—A veces suelo subestimarte —la voz de Shisui no es de Shisui es más profunda y terriblemente ronca— pero he de admitir que me divierto contigo.
—¿Genjutsu? —Ino lo mira con el mechón de cabello pegado a su rostro por el golpe dado—. ¿Dónde está Shisui o Itachi?
—No —niega divertido aún transformado de Shisui, el hecho aparente de ver a Shisui con aquella mirada sedienta y sedienta exclusivamente de ella la hace querer vomitar, no hay pista del recién golpe— estás en mis aposentos.
—¿Aposentos? —Ino está incrédula porque esa es una pequeña casa a las afueras del Distrito Uchiha.
—Aunque no lo creas, es el lugar donde puedo hacer lo que me plazca —la sonrisa de Shisui se asoma por aquel rostro, pero no hay una pizca de la personalidad de él, es como si estuviera vacía— mis propias leyes de la física, mis propias reglas y tengo el poder absoluto.
—¿Algo así como tu propio universo? —Ino es sarcástica y evita que la sábana en su cuerpo caiga, la aprieta con fuerza.
—Dimensión, en realidad —pero Obito no le importa mucho dar cierta información, se acerca a paso lento para quedar frente a Ino.
Ino lo observa, aún con el físico de Shisui cuando se concentra puede sentir la vacilación del chakra de Obito, es inestable en un nivel emocional y sentimental, no está segura del todo, sin embargo, hay algo en su red de chakra que da indicio de su mente.
—Yo que tú me pondría cómoda.
—El que no esté...
—Mi tiempo, mis reglas —él la calla cuando toma su rostro con una de sus manos para que lo mire— eres malditamente molesta.
Obito levanta un poco su mano derecha y, es entonces, que chasquea sus dedos.
Ya no están en la réplica exacta de su nuevo hogar, está de pie en un gran espacio negro, profundo y con una eternidad que le hace calar sus huesos. El lugar es aterrador, frío y la nada se extiende hasta donde se pierde la luz que no sabe de dónde proviene. Hay agua en sus pies, es helada, aunque no lo suficiente para congelar los pies gracias a las sandalias(1).
Ino se mira a sí misma, ya no está desnuda o con una sábana, tiene su cabello amarrado en una coleta, reconoce la falda morada y negra y aquel top morado que le costó tanto tiempo encontrar en las tiendas mientras hacía compras para verse a la moda y ser una kunoichi funcional. Tiene su antigua vestimenta y no recordaba lo mucho que extrañaba sus ropas por muy tonto que se pensara.
—Tú... —Ino pone sus manos sobre su pecho sintiéndose desprotegida y vulnerable. Busca algún tipo de consuelo o protección— ¿me tocaste?
Obito ríe, pero no es una risa cualquiera, tiene un mensaje detrás o una nota que Ino es incapaz de leer.
—Ino, Ino, Ino... —Obito nuevamente toma su rostro, ahora no hay furia, desdén o hambre de tenerla entre sus dedos y poder jugar con ella, es frágil y delicado, sus dedos están aprisionado con guantes, pero con todo y eso puede sentir su calidez— no soy un monstruo. Podría haberlo hecho, pero no soy el jodido monstruo que tú crees que soy. Esperaré hasta que estés lista para que te arrastres y supliques por hacerte mía.
Ino abre los ojos de par en par, Obito tiene la sensación de ahogo que comprende en Itachi y Shisui.
—¿Por qué ahora? —Cuestiona la chica con las mejillas rojas—. ¿Qué hiciste?
Obito ni se inmuta en la rabia que tiene Ino, incluso parece sentirse deseoso de ver qué puede hacer ella.
—¿Me extrañaste? —Obito ríe— supongo que mi imitación de Shisui fue un poco deplorable. Aunque debo admitir que es muy divertido hacerse pasar por él, la forma en la que lo miras y él a ti, y la patética manera en la que te detienes por qué siempre piensas en Itachi. Es formidable.
—¿Qué le hiciste a Shisui, imbécil? —Ino aprieta sus puños con fuerza e ignora lo que el otro proclama.
—Oh, ellos están bien —Obito se encoge de hombros—por ahora.
—¡¿Quién mierda eres?! —No importa si debe ser precavida y sacar información suficiente, ha llegado a un nivel de temor, porqué si ha podido pasar desapercibido para ella, la cosa puede ser seria.
Obito la mira con su Sharingan, hay curiosidad en su orbe, en realidad ella no lo recuerda. Por Qué él se había presentado físicamente, lo había olvidado y una gran rabia comienza a crecer en él. Detesta que esa niña puede olvidarlo a él, quién la ha creado, quién desea poseerla sin tapujos sin nada.
—Me olvidaste —obvia él, Ino tiembla ante el tono de voz que es profundo y no la ironía que usaba. Siente el chakra de él y está a punto de hacer un movimiento, no reconoce qué, pero está segura que quiere atacar y una parte de él desea no hacerlo.
Una extraña dualidad.
—Basta de juegos —admite Ino con la voz más tranquila— sé que no eres Madara —aunque no menciona cómo lo sabe, por supuesto, se había dado a la tarea de investigar a Madara Uchiha y sabría que aunque cortara su cabello no tendría aquella altura, tono de voz y sobre todo que había visto al enmascarado con un anciano en un maldito sueño que tuvo.
Él la mira, aquella mirada la hace estremecer, siente su chakra él está conmocionado lo cual la confunde mucho más de lo que supuso que eso pasaría, Obito se encuentra solo un poco extasiado.
Entonces, él ríe con una carcajada llena de ironía y ronca.
—Me pregunté cuánto tiempo te tomaría darte cuenta —Obito se acerca los pasos que se había alejado quedando justo frente a ella a unos escasos centímetros— eres más perspicaz de lo que fue Itachi en el futuro. Él siempre fue bastante entrometido pero tú —golpea la frente de Ino con su dedo índice— eres extraordinaria. Y no, no lo soy. El viejo me deja a cargo cuando no puede.
Ino escucha paciente, hay algo en el Uchiha que se vuelve diferente y no es su tono de voz, es como si existiera otra personalidad dentro de él, una con un sentido del humor retorcido. Ino puede ver una parte más... humana. Niega, eso no es posible, él siempre se ha mostrado a sí mismo como un ser omnipotente.
—No lo eres, pero eres un Uchiha.
—Lo soy.
—¿Qué querría otro Uchiha con Itachi? —Ino va directo al gran, recuerda las palabras de hace unos momentos, "Shisui" intentando convencerla acerca del comportamiento de Itachi—. ¿Qué quieres de él?
—Itachi y yo en tu futuro somos los únicos Uchiha —él parece meditarlo no es capaz de encontrar la mentira en los ojos ajenos— Sasuke tiene otro destino a comparación del nuestro y muchas veces eso no ha salido igual, mi interés especial en Itachi es porqué a diferencia de Shisui, Itachi está hecho para hacer lo mejor para todos sin cuestionar pero eso tú lo sabes.
Ino da razón al hombre, eso ya lo sabe y lo peor de todo es que está consciente de lo que puede significar. No obstante, ¿por qué tanto interés en sí Itachi hace o no las cosas?
—Itachi no es como tú o como yo —Obito la mira y puede ver el destello en aquellos ojos azules cuando menciona al otro Uchiha, siente asco e Ino se percata de eso— ambos somos parecidos aunque tu no lo reconozcas, la oscuridad bien te ha dicho Shisui permite que cada uno de nosotros pueda cumplir un propósito egoísta, el mío es este mundo que con tu ayuda he creado.
Ino lo mira fijamente analizando lo que el hombre dice.
—¡Me has estado espiando! ¡Maldito pervertido! —Ino aprieta sus puños y su grito es ahogado por su quijada tensa.
—Ya te lo he dicho —Obito es firme y su mirada se oscurece cuando la vuelve a tocar con un tacto frágil y endeble— nunca haría nada para lastimarte, y serás tú quién recurra a mí para poseerte en todas las formas.
Ella abre los ojos de par en par, las palabras suenan honestas y dentro de Ino algo se remueve un poco ansiosa. No sabe con exactitud si es su lectura de energía cuando sabe que él no miente o es la elocuencia con la que habla.
—Aunque —prosigue el Uchiha— he de decir que la manera en la que Shisui te toca es detestable, la forma en la que el pequeño Itachi podría llegar más lejos, tendría que destruirlo, pero no es momento de hacerlo, ¿verdad?
—¿Qué significa eso? —Ino arquea la ceja confundida y no por la reciente confesión.
El Uchiha comienza a caminar alrededor de ella, como si una presa esperará el momento correcto para aprisionar y destrozarla, la quiere hacer sentir indefensa como lo hizo en un principio, jugando con ella y con los hechos que habían ocurrido como desaparecer de su tiempo y dar paso a un lugar poco estudiado como lo es el pasado.
—Itachi —retoma el tema Obito mientras observa directamente a Ino— siempre ha estado a un paso más que tú y que yo. ¿Puedes creerlo?
Hay algo inquietante en la forma en la que se expresa el Uchiha, sabe que suena más humano, pero la manera tan natural en la que se conduce da a entender a Ino que definitivamente está cerca de él, y no en el sentido figurado, está en una ¿dimensión? creada por él, en la que tiene el control absoluto y por eso no se muestra tan estoico o perverso. Le ha mostrado un poco de quién es realmente. Parecían dos personas en una.
—Eso no es malo —confía Ino con firmeza mientras intenta no marearse al observar a Obito dar vueltas.
—No para ti —habla él con un tono menos condescendiente y más cauteloso— siempre supe que cualquier versión de Itachi siendo niño, adolescente o un jodido adulto siempre sería un dolor de cabeza, —el hombre mira la inmensidad del lugar, probablemente evocando algún tipo de recuerdo—, pero ahora ha llegado hasta a ti y eso realmente me molesta.
Obito hace un movimiento rápido para quedar frente a Ino, fue en menos de la fracción de un segundo, es más rápido de lo que Shisui puede ser o de lo que puede imaginar a cualquier persona. Su ojo tintado de rojo la observa de pies a cabeza estudiando.
Ino intenta no sentirse —tan— amenazada y lee su chakra, está molesto e iracundo pero la dualidad en su interior no permite que le haga algo o por lo menos que la tome del cuello como sabe que desea hacerlo por qué no deja de mirarlo.
—¿Quieres saber si yo sé cómo lo hizo? —Ino se burla—. Por Qué no tengo idea.
Puede recordar a aquella mujer de cabellos negros y ojos rojizos, ella tampoco lo sabía y dio por hecho que Itachi siempre encontraba una forma de aportar a una solución. En este caso, el que ella saliera de aquella represalia.
—El cómo no es un problema —Obito sigue de frente a ella y el aroma a metal llega hasta sus fosas nasales— no pretendo que viva mucho.
Los ojos azules destellan una herida profunda con lo dicho como si el Uchiha también supiera que a Itachi no le queda mucho tiempo.
—Dime... —Ino susurra y comienza a temblar el posible llanto puede salir en cualquier momento, pero se recuerda que debe ser firme—. ¿Qué es lo que quieres de mí? Yo... no puedo saber qué quieres... ¿Quieres darme una lección acerca de Itachi? O... ¿Acaso quieres que me una a ti? ¿Por qué hacer tanto hincapié en lo que yo piense o no de él?
Obito la mira entre sorprendido y gustoso para poder responder:—Quiero que entiendas que no hay mucha diferencia entre él y yo.
El Uchiha chasquea sus dedos y de un rápido movimiento alrededor, se comienza disipar la oscuridad, el agua helada bajo sus pies dando pasó a un sin fin de colores que Ino puede reconocer, el verde de las hojas de Konoha, el rosa de las flores de cerezo, el azul del cielo y los arroyos de agua, el color café de los árboles, el amarillo de la luz solar porqué Konoha tiene una luz brillante y amarilla, entre otros colores que logra reconocer.
—Un día fui como tú, como Itachi e incluso fui como Naruto.
Ino está sorprendida ¿Cómo es eso posible?
—¡Obito! —el grito de una jovencita la distrae de su tarea de observar al hombre—. ¡Obito! ¡Por aquí!
Entonces, mira a quién grita es una castaña de ojos oscuros, cabellos cortos y una hermosa sonrisa que corre por un sendero que Ino recuerda como el sendero del amor, una calle extremadamente larga dónde suelen caminar los enamorados de Konoha. La chica corre y no pretende tener más de trece o catorce años.
—¡Lo siento, señorita! —Las palabras golpean los oídos de Ino cuando la chica pega su hombro y la ayuda a levantarse del suelo.
Es extraño porqué la chica ha interactuado con ella y se supone que eso es un maldito recuerdo, eso no debería pasar. Si es un genjutsu, es bastante poderoso y con autoconciencia.
—¡Obito, ven acá!
Ino mira por dónde corre la chica.
—Obito Uchiha —susurra Ino intentando recordar el nombre.
—Esto es el principio, Ino —el hombre se encuentra a su lado tomando su hombro desnudo— verás que todos tenemos oscuridad, incluso tú.
Todo es tan jodidamente rápido, de un momento a otro, en menos de lo que puede parpadear y en conjunto con su cabeza casi dando vueltas y convirtiéndose en trizas puede sentir el frío del viento combinado con un pequeño aroma a petricor, su memoria emocional hace de las suyas para poder encontrarse con un bendito recuerdo que aún le causa pesadillas.
—¿Qué hacemos aquí? —la lluvia apenas y golpea su rostro y el viento cala en su piel, encara a Obito quien le mira interesado en su reacción.
—Haremos un pequeño recorrido —responde con simpleza como si él clima del lugar no le afectara y solo se dedica a mirarla intencionalmente— recuerdas este lugar.
Ino no responde porque el ardor en su garganta no se lo permite. Claro que lo recuerda, los árboles, el fuerte viento y el agua que comienza a ser más fría de lo que puede recordar. Mira hacia enfrente desde la copa del árbol en la que se encuentra, Obito cuida de su espalda para que no haga un movimiento en falso y haga una estupidez.
—Asuma-sensei —susurra ella, el agua de un momento a otro ha comenzado a caer sobre su cuerpo e inmediatamente el frío llega a sus huesos, no recordaba el ambiente tan helado.
—Él va a morir —la voz de Obito es seca y sin emociones aparentes, pero hay cautela en ellas como si sintiera el pesar de perder a un maestro.
—Lo sé —Ino mira hacia el frente donde puede ver a un grupo de personas y, sin embargo, siente el temblor en sus piernas y brazos como ese maldito recuerdo. El nudo en la garganta se hace más profundo y viaja hasta su estómago justo como la primera vez.
¡Asuma-sensei! Oye un chillido desde la lejanía, no sabe si fue ella o fue Chōji, probablemente si fue ella, no lo recuerda todo ese día es borroso. Ino agarra con fuerza una rama del árbol para no correr y ayudar a su maestro.
—Debí hacer más —Ino murmura y su vista sigue fija en ella misma.
¿Cómo han cambiado las cosas? Se mira a sí misma, puede recordar aquel tiempo, ella se ve más joven, su cabello más sedoso y su piel más brillante. Tal vez si hubiese dedicado más tiempo a entrenar Asuma no habría acabado de esa forma. Si tan solo lo hubiese sabido.
—No pudiste saberlo. —Ino se sorprende por las palabras del Uchiha, entiende la culpa de un evento así—. Eso te ha convertido en lo que eres.
Hay una extraña forma en la que habla el hombre, tal vez es la resignación o el trauma con lo que los shinobi se identifican. Es una frase hecha, confiesa Ino en su mente, porque es algo que ellos siempre dicen, y quizás es una forma de lidiar con sus propios errores dentro de una justificación absurda.
Ino lo mira intentando encontrar algún tipo de burla. No la hay, en cambio, se encuentra con la máscara naranja y el ojo rojizo mirándola fijamente esperando el momento para intervenir.
—¿Por qué me muestras esto?
Los bonitos ojos azules se muestran heridos, cierra los ojos cuando escucha la lluvia y su propio llanto. Esa escena no solo es dolorosa, cambió por completo la idea que existía de ella misma y de su equipo, lo que pensó que sería algo que nunca pasaría.
—¿Qué quieres que vea en esta ilusión? —Cuestiona nuevamente, a los ojos de Obito ella está derrotada.
—Te has asegurado de convencerte que lo has superado —Obito es directo, el frío del ambiente parece no afectar en absoluto, tal vez el frío interno es igual al externo—, pero la verdad es que solo aprendes a vivir con tus errores.
Ino lo encara, hay coraje en su mirada, los puños cerrados y Obito sabe que ella se está guardando el momento indicado para golpearlo y que todo el dolor que ha guardado salga de una forma u otra.
—Eres un maldito... —Ino voltea su cara para evitar ver lo que está pasando— sé que falle como kunoichi y como compañera, ¿qué quieres que vea? Ya sé que fui un fracaso.
La mano de Obito agarra su barbilla para que lo mire, su ojo muestra inexpresividad, sin embargo, su tacto es cálido y frágil como si de un momento a otro una extraña empatía lo albergará. Hace que lo mire, él intenta leer lo que piensa, es un jodido enigma que lo está haciendo caer de cabeza.
—No puedes ignorar tu destino —Obito susurra y gira la cabeza de Ino tan sutil que no siente que sea el mismo enfermo que ha creado una guerra no sólo una sino dos veces.
La chica intenta cerrar sus ojos para no ver la escena, sabe que Asuma ha muerto, que ya no está y sus lamentos como la de sus amigos se oyen a lo largo de los árboles y el viento que los cubre como si la pena se transmite a través de ellos.
Dirige su mirada a Shikamaru, aún recuerda su inexpresividad y su estoicismo difícil de creer. Las cosas para Shikamaru Nara fueron difíciles después de eso, siempre supo que él es un genio entre genios y el orgullo y dolor de no poder salvar a tu propio maestro fue un golpe duro para él. ¿Quién siempre fue la única respuesta en el equipo diez? Shikamaru, recuerda vagamente que las cosas no volvieron a ser las mismas cuando aquello pasó y es por qué una parte de ellos murió en ese momento en el que Asuma Sarutobi no tuvo más que decir un prolongado adiós.
—Shika...
Da un golpe a la mano de Obito para saltar entre los árboles. Escucha detrás de sí sin ninguna queja al Uchiha recorrer sus pasos, siente otra vez la adrenalina subir por su cuerpo y encontrarse en su garganta para sentir el sabor amargo de la pérdida. Quiere acercarse lo mayormente posible, quiere gritarle a Shikamaru y a Chōji que fueron suficiente, que lo que hicieron fue lo correcto, que ella falló al ser ninja médico.
Que ellos siempre han sido tan fuertes como nunca lo han pensado.
—Mierda —expresa cuando sus pulmones se queman por el frío y su respiración comienza a ser corta— Chōji... Shika...
Se sorprende cuando sus piernas la llevan a aquel techo, sus pantorrillas se queman y la humedad de su cuerpo no permite el aire frío que golpea en su cuerpo.
—No puedes intervenir —Obito la sigue a pasos silenciosos cuando ella está cerca a sus compañeros de equipo y familia— todo está pasando en un eterno presente.
Obito es sincero e Ino pretende no escucharlo, él no tiene burla en su voz o cualquier indicio de que se está riendo de ella en su cara. Por el contrario, es precavido y sabe mejor que nadie no puede intervenir de forma constante, ya lo sabe.
—No servirá de nada que intercedas —Obito la toma del brazo con fuerza, Ino se tambalea un poco, está a punto de llegar a aquel lugar con su equipo y con ella misma— lo intenté y no hay algo que puedas hacer —Ino voltea a verlo y Obito está serio, se pregunta si... ¿Es real?— No servirá mucho que intentes detener el tiempo, además que ellos ni siquiera pueden verte.
Ino lo encara nuevamente con la ceja alzada, analiza minuciosamente la situación y encuentra cero mentiras en quien dice ser Obito.
—¿Qué quieres si te burlas de mí? —Ino no dice, pero Obito encuentra sumamente delirante la forma en la que ella se muerde la mejilla para no romper en llanto.
Ino se acerca a pasos pequeños a la escena que se sabe de memoria, está ajena a ese momento y, sin embargo, el dolor es como si estuviera nuevamente viviéndolo. En efecto, nadie percibe su presencia, cómo se tratase de un maldito fantasma.
Da unos pequeños pasos para mirar más de cerca y entonces, Chōji gira su cabeza para mirarla, no directamente, pero quizás puede sentirla. Sonríe con los ojos a punto de mojar su rostro, nadie puede negar ese fuerte vínculo que han tenido por más de una década y lo sensible y buen amigo que es el Akimichi.
—Puedes sentirme —habla Ino y Obito se ve inquieto estudiando el momento.
—Ese vínculo es profundo —Obito explica interesado— y puede salvarte o destruirte.
—¿Qué dices? —Ino exige una respuesta, no le interesa que el cuerpo de su maestro esté cerca o que pueda ver su muerte repitiéndose justo como lo recuerda un sin fin de veces.
Para Ino, Shikamaru Nara y Chōji Akmichi no son simples compañeros como pueden ser muchos, ellos son amigos, camaradas y por supuesto son familia mucho antes de que la aldea decidiera que fuesen equipo de trabajo.
—He perdido a alguien a quién amaba y no lo hacía de vuelta —Ino abre los ojos de par en par ante la confesión de un hombre tan idílico— creías que amabas a tu compañero, pero te sorprendería que tanto podemos confundir la devoción con amor —Obito se encoge de hombros como si dijera algo tan simple— sé lo que es perder a quién amas y no te ama y nunca podrá hacerlo porque su vida fue arrebatada.
Ino no se imagina a dónde quiere ir la conversación ¿Acaso Obito está comparando su vida con la del propio Uchiha?
—¿Crees que me conoces? —Ino es soberbia con sus brazos cruzados y su semblante molesto— no estamos en el mismo lugar.
—¿Crees que no te he visto? —Obito ríe con sorna, pronto ese gutural tono de voz es desplazado por un silencio sepulcral, la vuelve a tomar del brazo y jala de ella para estar a centímetros—. Sé todo, absolutamente todo sobre ti, desde la forma en la que caminas hasta la manera irritante que comes. Te he observado por tanto tiempo que me es imposible no querer destruirte ahora mismo.
Ino comienza a sentir miedo, las palabras son concisas y no es capaz de no temblar con el cuerpo del Uchiha tan cerca.
—No sabes una mierda —Ino intenta quitar su brazo pero la fuerza es mayor y siente las posibles marcas moradas sobre él.
—Te he observado, Ino —los escalofríos la hacen temblar cuando menciona su nombre— mucho más tiempo de lo que puedes entender, he mirado cada momento de tu vida el pasado que tanto aborreces, el futuro que no conoces y el eterno y expreso presente que te niegas a tener —Ino mira a su lado, la lluvia sigue cayendo, el frío es más helado y la muerte de su maestro de ha congelado en el tiempo— el vasto tiempo me ha permitido conocerte y amarte antes, después y siempre.
Eso en definitiva no lo esperaba. Ino se remueve incómoda. Quiere salir corriendo con el estómago a punto de salir por su garganta.
—Suéltame, —dice ella con terror en su mirada—, cállate y déjame.
—Nunca te preguntaste ¿por qué te escogí?
Ino siente su cuerpo temblar, y siempre en la forma aterradora que lo hace cuando está Obito Uchiha cerca. Necesita correr, patear y gritar, necesita apoyo y sabe perfectamente quién viene a su mente. Itachi, por favor. Chilla dentro de su mente, no quiere, necesita que el Uchiha se descuenta que no está, que la busque.
—No necesito saberlo, solo déjame ir, —tal vez ella es patética, pero no está muy interesada cuando siente en sus ojos las lágrimas acumularse, su ritmo cardíaco acelerarse y todo lo que conlleva su posible ataque de pánico.
—La vida fue injusta contigo —Obito se encuentra tranquilo como si nada le afectase, el incluso tenerla ahí a su lado— como lo fue conmigo, tenías tanto que dar y te pago injustamente con creces; como si tú hubieses sido quien comió el fruto prohibido. Hemos sido víctimas.
—¿Víctimas de qué? —Ino genuinamente sabe que la vida de un shinobi es dura, pero fue un camino que desde niña impuso y del que ella se sentía orgullosa, Inoichi quizás no había estado de acuerdo, sin embargo, era su deber.
—Lo amaste. —Obito mira fijamente a Shikamaru, Ino entrecierra los ojos, ¿qué quiere?— El amor de niños y de la juventud es envidiable por su pureza, aunque es volátil por la poca razón que existe. Y no son los celos primitivos que pasan por tu cabeza —Obito pega con dos dedos en la frente de Ino, Itachi, recuerda ella—. Es la constancia de un amor que no debió existir y ni puedes tener porqué en todo el tiempo y posibilidades que he visto, en el flujo del tiempo en el que he podido interceder él no te escoge.
Algo dentro de Ino se remueve con dolor, sabe que esos sentimientos han cambiado, que la inestabilidad de su equipo permitió que se abrieran sentimientos que muy probablemente nunca se hubieran abierto, pero eso no quita el hecho de que no lo haya sentido. Aunque Obito no lo vea.
—Nunca lo hará —Ino mira a Shikamaru, puede ver el dolor en su expresión, la incertidumbre— y lo sabes, él siempre escogerá a la hermana del Kazekage —Obito no lo dice con burla y hay una extraña empatía en sus palabras.
Ino mira sus pies, claro que está consciente de esa información, siempre lo supo de una forma u otra, aunque no le preocupa en estos momentos porqué está más aterrorizada por Obito Uchiha frente a ella.
—¡¿Eso es lo que quieres?! —Ino quita su brazo de la mano del Uchiha, siente a la lluvia limpiar su rostro—. ¡Que sepa que Shikamaru nunca me va a amar! ¡Ya lo sé! ¡Siempre lo he sabido! ¡No es una novedad para mí! —Ino se agacha derrotada porque aunque su mente lo niegue y permita sentirse fuerte el dolor quema en su interior—. Sé que no lo hará, por una u otra razón, él no lo hará. Pero puedo vivir con eso, Shikamaru es mi familia... Eso no importa.
—Eso piensas tú... —Obito susurra y aunque tiene su máscara en la cara Ino siente que su aliento puede erizar la piel.
Toma su rostro, la piel de su mano es caliente; Obito se acerca tan lento que pareciera que ella se va a romper en cualquier momento. Obito acerca su cabeza a la de Ino pegando frente con frente, Ino instintivamente cierra sus ojos tranquila, sabe que es una trampa.
—Lo he visto... —Obito susurra— sufriste con eso, el dolor sigue latente aunque lo niegues y digas lo contrario, Shikamaru Nara te ha decepcionado.
Ino respira profundamente con esa respuesta. En realidad, sí lo hizo, de alguna u otra forma había pasado, Shikamaru era su mejor amigo y al interferir con sus sentimientos se habían lastimado ambos.
—Igual que Sasuke, nunca te escogió —Ino muerde su labio ante las palabras de Obito— Sasuke solo le importa sí mismo, es una pena que la chica Haruno haya dado su vida por una hija que la mal agradece. Yo sé lo que se siente —siente la mano de Obito acariciar su rostro con parsimonia, no quiere aceptarlo pero el toque la hace sentir solo un poco segura— ser la segunda opción, Itachi prefiere morir a tenerte y Shisui no debería de existir.
Ino tiembla bajo las palabras, sus manos encuentran camino hasta su pecho para abrazarse a sí misma, el nudo quema y viaja hasta su estómago donde puede sentir el revoltijo y un grito en falso que nunca llega. El nudo en su garganta quiere salir y recibir el dolor que se ha guardado.
Maldita sea, lo sabe, no puede hacer que la amen lo suficiente para quedarse. Itachi no la conoce, habla de su Itachi, el hombre que está en el futuro apunto de morir, Shikamaru va a tener un gran romance con Temari y Sasuke, diablos, Sasuke nunca ha sido una opción, Shisui por mucho que lo tema, no entra en la circunstancia porque él está muerto y debería estarlo.
—Shikamaru —murmura Ino— no importa, es mi amigo... Itachi... no importa por un bien mayor... Shisui...
—Dices que no importa, pero lo hace cuando es alguien que siempre te va a amar.
—No me ama —Obito sonríe debajo de la máscara porque no se refiere a Shikamaru y Sasuke, habla de Itachi.
—No me refería a Itachi.
Obito sonríe más cuando ella tiembla bajo su tacto. No obstante, la sensación de gozo que comenzaba a crecer, es reemplazada por furia ante los bonitos ojos azules llenos de lágrimas y tristeza, lo miran iracundos, está siendo una persona irracional y duro con Ino, pero quiere que sepa que no importa lo que haga él lo hizo por un bien mayor.
—¿De quién hablas?
Obito sonríe.
Obito chasquea los dedos una vez más. Los colores desaparecen para dar paso a la eterna oscuridad que la abrazaba con su nada, tan apocalíptica. En un segundo que pretende no sentir encuentra otros tantos colores, ahora desconocidos entre café, negro, azul y gris. Unos corren con otros y poco a poco con su gran desesperación toman formas, son poco nítidas y reconoce el suelo rojizo, la nubes grises en un horizonte nocturno, el aroma a quemado combinado con humedad. Pero no es suficiente para que pueda reconocer el lugar, pronto su mente divaga hasta el caos que se oye, los gritos, las órdenes, el aroma a metal y los estruendos que hacen temblar bajo sus pies.
Es un campo de batalla.
—No lo reconoces —dice Obito. Ambos se encuentran sobre un gran monolito lejos de sus colegas shinobi y las extrañas formas a lo lejos están lo bastante alejados para pasar desapercibidos sin dejar de observar los hechos que suceden— aún no suceden.
—¿Cómo que aún no suceden? —Ino mira hacia atrás y ve a Obito sentado en una de las tantas rocas del terreno.
—Aquí nos conocimos tú y yo —responde con simpleza— nos conoceremos en un momento—corrige.
Ino entrecierra los ojos para ver las divisiones que hay entre las personas, la cantidad de ellos y no olvidar las barreras que hay entre todos. Hay una gran cantidad de personas.
No obstante, su atención se ve dirigida a lo largo del campo a un objeto monstruosamente enorme, de la cual no puede ver qué es y, sin embargo, es capaz de percibir su lectura de chakra. La hace sentir náuseas por la cantidad de energía que contiene y en especial lo abrumadora que puede sentirse con ese chakra que no es precisamente maligno, pero existe una cantidad equilibrada de nauseabundos.
—Es una guerra —concluye ella— ¿qué es... eso?
—Nos lleve a una guerra —Obito se levanta de su asiento y camina hacia Ino, su mirada su expresa mucho y vuelve a sentir esa extraña sensación en la red de chakra de Obito, impulsivo y cuidadoso a la vez— es a lo que tanto Itachi le teme que pase.
—¿Qué hicimos? —Hay un tono lleno de ácido detrás de las palabras de Ino. Obito se remueve agraciado porqué la Yamanaka a pesar de estar en un ataque de pánico por todo lo sucedido sigue siendo irreverente y le falta el respeto.
—Su perdición.
Obito la toma de la mejilla para que mire a su derecha. Y el escenario es otro, ya no se encuentra observando el ataque desde la lejanía, ahora está nuevamente frente a su equipo. Puede ver el reflejo de ella misma a su misma edad, su cabello revoloteando por el viento y sus azules ojos cansados, el sudor plegado en su frente con suciedad en su rostro, acompañado de pequeños temblores gracias al cansancio. Trae consigo —como el resto de ellos— con la vestimenta shinobi de la alianza que hay en las bandas.
Entonces, puede observar mejor a quienes logran ignorarla.
Shikamaru está tranquilo y con la mirada que puede entender, está analizando la situación, Chōji los mira a ambos en caso de requerir apoyo y, por último, está ella esperando las instrucciones tras unas cuantas lágrimas. Lo entiende, y puede sentir a una distancia lejana la mente de su padre, no puede reconocer exactamente qué sucede pero por su propio rostro las cosas van por un curso peligroso.
Verse en medio de una guerra es impactante aún para ella.
—Ino. —El llamado llega a sus oídos. Eso no es posible e intenta permanecer con su rostro tranquilo, lo logra, Obito no sospecha nada, pero su padre tiene una larga pausa y no sabe exactamente si tiene una idea de lo que sucede—. Eres la violeta lespedeza, símbolo del Clan Yamanaka... Creciste cumpliendo su significado...—A Ino no le importa en absoluto verse a sí misma haciéndose pequeña en su lugar, mientras, su rostro gotea. Eso en realidad, es poco importante. Siente el corazón latir con fuerza a punto de salirse de su pecho, el nudo que permanece ahí se hace más profundo, siente que ha cobrado vida y quiere salir de su pecho o garganta porque el dolor comienza a consumirla, es incapaz de respirar, de articular algo. Solo existe la humedad y frío que nace en algún punto y cae sobre su cuerpo—...siempre estaremos dentro de ustedes.
No le importa lo afligido que se encuentra Shikamaru o la preocupación de Chōji, mucho menos la manera en la que sus compañeros se acercan a ellos para apoyarlos.
Ino tampoco escucha la explosión a lo lejos, no ve la luz blanca que ilumina o el pitido que se extiende por su cuerpo.
Escucha nada. Tan pacífica. Tan profunda.
La mano caliente de Obito la hace mirar hacia dónde él observa paciente, es como un grito en la nada, un suspiro después de no respirar y reconoce su propio jutsu para reconocer la voz que grita.
—¡Entró!
Está quieta y puede ver como si se tratase de ella peleando mano a mano con sus compañeros, lo ve y puede sentir como si un recuerdo muy lejano fuese. Siente a Obito. Logra vislumbrar, su cabello corto, su gran cicatriz en el rostro y aquellas vestimentas largas y oscuras. Puede sentirlo dentro de ella, puede ver lo que ve, puede sentir lo que siente y puede pensar lo que piensa.
Es oscuro y profundo.
Está ansioso y reconoce al verdadero Madara.
—Te conozco —Ino parpadea con la vista nublada— ahí supe que tú serías la indicada.
Tras las palabras de Obito presta atención al dolor y el sangrado en sus rodillas al caer tras la explosión, su pecho siente un hueco que la hace no poder respirar, el nudo en la garganta se quema intensamente.
—Papá —susurra cuando siente el agua y el frío calar en sus huesos—tú...
—Sabía que serías la indicada, nadie podría sentir lo mismo que yo de esa forma, Madara también lo supo y...
—Eres un monstruo —murmura Ino con la rabia corriendo por su cuerpo y no importa en absoluto que la guerra siga frente a sus ojos, en realidad, no lo hace por qué Obito la ignora.
—No te equivoques, Ino —él toma su mejilla y ahora Ino verdaderamente se sorprende.
Ya no hay mucho que ocultar, la máscara se ha ido y se puede ver verdaderamente el rostro de Obito. No es un sueño. No está jugando. Lo hace porque él confía en ella mucho más de lo que Shisui o Itachi pueden hacerlo.
Ino estudia a detalle a Obito. La oscuridad en ambos ojos tintados de sangre, la gran cicatriz en su rostro, su cabello oscuro y suave, la manera en la que frunce el ceño cuando espera su reacción y sobre todo, la manera en la que frunce los labios porque pierde la paciencia. En otra vida, él habría sido como Itachi o Shisui y no sabe exactamente la razón pero le recuerda a Naruto.
—Mi padre —entonces, entiende que el frío no es la supuesta lluvia que creyó, es el vacío del chakra de su padre y las gotas son solo sus lágrimas que no han parado desde que sintió resolverse el estómago.
—Te lo dije —responde Obito, se ha agachado y está hincado junto con ella mientras sostiene su rostro con fuerza— todo esto lo ha hecho el mundo shinobi, a ti, a mí, a Shikamaru, a Itachi...
—¿Qué quieres de mí?
Ahora Obito se regocija en las palabras de Ino, ya no hay atisbo de la chica presumida y altanera; se siente satisfecho de mostrarle todo lo que ha sido tener y perder lo que conoces.
—Quiero que entiendas porqué hago lo que hago —Obito pega su frente a la de ella, el aroma de él es fuerte y el metal sobresale a aquel aroma a madera que desprende— quiero que estés conmigo cuando esto termine y me dejes terminar con todo tu dolor.
—Tú lo provocaste —chilla Ino sacudiendo su cabeza y las lágrimas siguen saliendo como cascadas— Akatsuki mató a Asuma, a mi padre, tú eres el culpable, no el mundo shinobi.
No sabe de dónde sale la fuerza para arremeter en contra de él. Ino siente su corazón morir poco a poco.
—No has entendido —Obito está seguro de lo que dice, no hay duda o algún atisbo de engaño— esto nos supera a ti y a mí. Cuando nos conocimos, Madara tenía un plan, uno muy diferente al de ahora queríamos a las bestias con cola para crear a la Bestia de Diez Colas, lo necesitábamos para estar en el mejor sueño que podrías tener. Tú estuviste ahí. En un sueño que tanto anhelas, básico para mí, pero era lo que querías. Amor.
Ino es incapaz de sostenerle la mirada a Obito. De alguna extraña y retorcida forma sabe que es verdad.
—No sé de qué hablas.
—No te hagas la tonta, Ino —Obito se acerca a ella para estar a un par de centímetros de su boca— sabes a lo que me refiero. Tú patética existencia sé centró en que otros te miraran y te amarán. Lo pude ver mientras te veía crecer, queriendo ser reconocida por un maestro que solo apoyo. Uno de ustedes o una maestra que solo vio potencial en una escuálida niña y no en ti, con un jutsu tan poderoso si se guía de forma correcta o una mente privilegiada que puede sentir lo que otros. Siempre lo has buscado. Y yo soy el único que puede dártelo. Ni Shisui ni Itachi lo harán. Solo yo.
Ino nuevamente mira a su alrededor y en medio de una guerra que ni siquiera puede comprender se desata el nudo en su garganta y puede hablar claro.
—¿Qué más? —Obito encarna la ceja confundido—. ¿Qué más ha pasado?
—Tú lo pediste.
Obito truena los dedos con su chasquido y los colores se esfuman como humo de cigarro dando paso a una enorme bruma que la abraza. La nada se expande bajo sus rodillas, el frío golpea su cuerpo y sabe que ha vuelto al lugar dónde inició todo.
No obstante, para su suerte no es un cambio ansiado de colores, texturas y aromas, es completamente diferente, es capaz de percibir que dentro de la inminente y posesiva oscuridad hay a lo lejos dos personas. Da pasos pequeños y siente que Obito está detrás de ella y no sabe exactamente si custodia o compañía es la palabra correcta para él.
Los ve cada vez más cerca, no distingue bien las siluetas pero la luz arriba en sus cabezas la hacen sentir náuseas, sus manos sudan y el temblor en ellas comienza a aparecer, siente miedo, mucho miedo.
Amplía su red de chakra y, es entonces, abre los ojos a la par.
No puede ser cierto, no, no, no. Camina ahora a paso rápido y no sabe cuánto tiempo lo hace, pero está lo suficientemente cansada para entender que ha corrido bastante o la densidad o atmósfera del lugar es bastante pesada.
—Ino —habla esa voz, la reconoce de inmediato con un tono más profundo y tiembla al hacerlo— Ino —llama nuevamente ahora un poco más alto.
Hay silencio e Ino siente que las piernas le tiemblan cuando vuelve a llamarla, sus manos comienzan a temblar y la garganta se cierra, es incapaz de preguntar a Obito qué es lo que sucede, no necesita ser una genio para saberlo.
—Ino debemos irnos... —habla de nuevo aquella conocida voz, pero Ino no es tonta y puede sentir el dolor en su pecho, sus ojos rojizos y su inexpresividad siendo carcomida con dolor y sufrimiento— nos esperan para el funeral...
Ino camina lentamente hasta quedar frente a ella misma y a quién reconoce como Sai.
Abre sus bonitos y expresivos ojos de par en par, se puede ver a sí misma, una versión adulta y un poco menos sofisticada de lo que siempre pensó, puede ser el dolor que transmiten sus orbes azules y oscuros llenos de lágrimas, su cabello suelto y enmarañado siendo el partícipe de un desastre inminente, sus ropas moradas apenas y tienen protagonismo en tan profundo dolor. Gira sus ojos hasta encontrar a Sai, es maduro y con un semblante serio aunque no lo conoce mucho puede ver que a él le duele, realmente siente un dolor profundo que lo ahoga, sus ojos oscuros son marcados por una neblina de terror.
Ino quiere gritar.
Quiere llorar.
—Ino —llama Sai en un hilo de voz.
—Inojin —Ino se ve a sí misma mirándola, siente a partir de su chakra, que puede sentirla también pero su mente y corazón están rotos, destruidos— mi bebé...
—¿Q-ué es es-to? —Ino llorar y no puede detener el llanto que no para por más que arrugue su falda por más que quiera arrancarse el corazón y entregarlo a Sai.
—Es tu mayor dolor —Obito toma su mano e Ino puede ver detrás de sus grandes ojos oscuros dolor y un atisbo de empatía— lo que pasa siempre, lo que está pasando y destinado a suceder.
—Yo... no... Sai... él...
—La muerte de tu hijo.
Ino da pasos hacia atrás y niega una y otra vez con la cabeza, incapaz de hablar, incapaz de gritar o siquiera de poder respirar. Siente el cuerpo caliente de Obito sostenerla por la cintura con suavidad para que no caiga de espaldas.
—Debes mirar —sostiene la cabeza de Ino para que mire mientras la mano de Obito es llenada por su llanto, el aliento del Uchiha golpea su cuello y siente que lo único que puede hacerla sentir segura en esos momentos es irónicamente Obito Uchiha— es lo que es.
No sabe exactamente cómo o las razones por las que puede sentir y ver lo que ve.
—Mami —Ino siente su cuerpo recorrer corriendo las escaleras de su casa, ahora no es de un color púrpura es de color amarillo, la risa de un niño la hace sentir que su pecho salta de la alegría— atrápame.
—Espera —Ino ríe encantada, su cabello salta en su espalda y siente su risa inundar su antigua habitación— no corras tan rápido Inojin.
Entra a la habitación la cama pequeña con una cobija de dinosaurios, unos trazos y dibujos a medio hacer, son tan bonitos e infantiles, un sin fin de cosmos dibujadas y colocadas cerca de la pared iluminan el lugar o puede ser la risa tonta debajo de la cobija, está segura que es el bulto que tiembla bajo ellas.
—¿Dónde estará Inojin? —Cuestiona Ino y revisa bajo la cama, bajo un pequeño escritorio, revisa un buró donde encuentra ropa de niño.
—Inojin no está —Chilla el pequeño.
—¡Sai! ¿Has visto a Inojin?
Sai se asoma por la puerta y ríe, Ino nunca lo ha visto reír de esa forma, con todo el amor que nunca le ha visto explorar. Algo se remueve en Ino y siente sus mejillas enrojecerse.
—No lo he visto, debe estar haciendo sus deberes —Ino ríe divertida porque el bulto bajo la cobija ríe también— o tal vez entrenando para ser un gran shinobi, o cortando flores.
—¿Estás diciendo que no está aquí? —Ino se siente en la cama y ve su reflejo en el espejo, su cabello largo cae como cascada y su falda morada se extiende de la misma forma, la cama se remueve un poco y el pequeño ríe de nuevo—. ¡Qué lástima iba a hacer su postre favorito! ¡Será otro día!
—¡Mami! ¡Estoy aquí!
La cama se destapa e Ino sonríe como nunca lo ha hecho, su corazón se llena de un calor que nunca ha sentido y está segura nunca sentirá, su rostro se extiende y sus ojos se dirigen hacia la pequeña cabeza rubia que se asoma. Es precioso, sus ojos grandes y azules, su piel tan blanca como la de Sai y su sonrisa tan luminosa y bonita.
Su hijo es hermoso.
—¡Sai! ¡Mira esta sorpresa! Inojin estaba aquí escondido.
—Pensé que estaba con su abuela.
—Estoy aquí, papi —Sai se acerca y abraza al pequeño— estoy aquí mami.
—Estás aquí —Ino se acerca sigilosamente y besa las mejillas rosadas de su bebé, es suave y su corazón siente que va a explotar con todo el amor que está sintiendo, es suyo. Ese niño es suyo. Comienza a hacer cosquillas e Inojin ríe, es el mejor sonido que ha escuchado jamás.
Ino no puede imaginar amar de otra forma.
—No estás aquí —murmura Ino cuando parpadea y se encuentra en la nada.
Todavía Obito la sostiene y sus ojos rojizos por el llanto se dirigen a la plancha en la que ya no se encuentra Sai y solo está ella, su versión adulta y Obito. No puede culpar a Sai, es desgarrador lo que sucede, si él no puede con eso es completamente entendido.
Ve la plancha y ve a un adolescente de no más de catorce años, reconoce el rubio de su cabello opaco, su piel más pálida, la manta cubriendo su cuerpo junto a una sudadera morada con gris o blanco, no sabe. Solo puede ver el parecido que él tiene con su propio padre y una combinación con el hermano de Sai.
Su corazón está hecho trizas.
Siente que algo dentro de ella y su versión adulta ha muerto en ese instante.
—Esto es consecuencia de todo lo que ha pasado —Obito susurra y siente todo su cuerpo temblar— un hecho en cadena para llegar ahora.
—¡No! —Chilla Ino con el corazón en la garganta—. ¡De ninguna forma!
Obito la suelta delicadamente como si fuera a romperse en más pedazos de lo que ya está hecho.
—Naruto y Sasuke no hicieron bien su trabajo para terminar de esta forma —Obito es odioso, prepotente y tiene razón— ellos permitieron que esto te suceda a ti, a otros, a todas las personas que puedes imaginar. Cometieron errores que planeo limpiar.
Ino está cansada, adolorida y no puede pensar más que en el hermoso niño que va a tener.
—¿Qué quieres que yo haga?
Obito sonríe y algo dentro de Ino se remueve con ansiedad.
—¿Qué?
Ino y Obito observan a la versión adulta que cae de rodillas y para su pesar aún mantiene la mano fría de su bebé, de su hijo.
Ino intercambia miradas con Obito y después dirige su vista hacia ella misma, quién, la observa no aterrada si no confundida y sin comprender qué sucede.
—Esto no debería pasar —Obito está serio y mira fijamente a la versión adulta de Ino.
—Tú... —apenas menciona la mujer con el dolor reflejado en su rostro— debo estar delirando.
Obito observa cómo Ino da pasos hasta la mujer frente a ella, son como dos gotas de agua, sin embargo, a pesar de lo sucedido Obito puede reconocer ese brillo en Ino, tan cálido y luminoso que siente que se ahoga; Ino es francamente un misterio para él.
—No —niega Ino mientras se acerca a ella misma y sonríe, una sonrisa triste— no lo haces. Estoy aquí.
La mujer entrecierra los ojos y muerde su mejilla, está derrotada y destruida, su cuerpo carece de fuerza y solo se dedica a llorar. Ino la observa sus grandes ojos están oscuros del dolor, sus labios agrietados con cortadas debido a las mordidas para evitar el llanto, sus mejillas son pálidas; el corazón de Ino se detiene.
—Ya no quiero —reniega Ino adulta mientras sigue llorando— lo quiero devuelta.
—Lo tendrás —susurra Ino de pie, frente a ella— él regresará.
—Inojin —la mujer niega y sus orbes se ven cada vez más oscuros— yo...
—Lo amaré —Ino acaricia la mejilla de sí misma, entre tanto, sus ojos se humedecen— entiendo tu dolor. Lo amaré como tú lo haces. Lo cuidaré. Lo salvaré. Te lo prometo.
—Perdóname...
Ino niega y ríe.
—No hay que perdonar —Ino se arrodille para mantenerse a la altura de la otra— evitaré tu dolor y el mío.
La mujer asiente e Ino sonríe de nuevo.
—¿De dónde vienes? —el nudo de la mujer incrementa e Ino lo sabe, puede sentir todo lo que ella siente.
—No de dónde, si no de cuando.
Ino parpadea y está sola en la nada, arrodillada en el agua con su mano en el aire y un dolor en el pecho que jamás ha sentido, no en ese tiempo o en ese lugar. Obito aún la observa, se arrodilla, coloca su mano sobre el cuello de Ino, el tacto es fuerte pero no agresivo, la acerca con firmeza para volver a pegar sus frentes.
El aroma a metal y madera es inhalado por ella, el cuerpo de Obito es caliente y tiene una pizca de electricidad que la hace temblar.
—Lo haremos bien —susurra él sobre sus labios e Ino siente que la esperanza que perdió junto al corazón roto puede unirse de nuevo, se lo prometió a sí misma— te necesito.
—Obito... —Ino llora y no se ha dado cuenta que no ha pensado en Shisui y mucho menos en Itachi.
—Ino... —la llama y ambos se observan fijamente— esta vez no perderemos.
Ella llora, él la sostiene.
Pero ella no sabe que aquella oscuridad la carcome y no es la oscuridad de la nada.
Si le hubiesen dicho que miraría al pasado y entendería la gravedad de los acontecimientos en Konoha hubiese puesto más atención al papel que jugaría su propio clan o por lo menos saber que todo lo que hiciese no tendría un verdadero objetivo. Ser la heredera del Clan Hyūga.
Camina en la vieja cabaña, el piso rechina y está lo suficientemente descuidada para pensar que en cualquier momento se caería. Hay bastante polvo en el ambiente así como en la cama única o en la pequeña repisa con objetos, hay un buro en una esquina en el cual se encuentran posesiones de alguien.
Da unos pequeños pasos como si pensara que podrían escucharla o que el cualquier momento alguien vendría y la reprenderá. Deja sus dedos marcados en el buro, toma entre sus manos una de las fotografías, es una de Sasuke e Itachi, son pequeños y Hinata puede recordar un poco de Sasuke durante la academia.
En realidad, nunca fueron amigos, eran compañeros y él solía juntarse con Naruto —a pesar de pelear constantemente—, ella solía estar sola durante esos años porqué Sakura tenía a Ino y Naruto a Shikamaru, Choji y a Kiba, pero ella siempre estaba sola; recuerda poco de aquella época, Sasuke siempre fue un niño serio y un poco engreído, pero después de la Masacre Uchiha nunca fue lo mismo. Y Hinata puede comprender un poco de eso ¿qué habría hecho ella? No se imagina el dolor que Itachi le provocó a Sasuke.
Encuentra otra foto, es de la generación de la academia, están todos los compañeros que se graduaron al mismo tiempo, ella está en la foto junto a Naruto. Sonríe, Naruto siempre tuvo ese algo que lo hacía brillar en cualquier lugar, en la foto está en medio y si ves la imagen es posible que también tus ojos vayan directo a él aunque hay quienes tengan características físicas más llamativas. Vuelve a dejar la foto.
Busca entre las cosas para poder encontrar lo que le pidió Itachi.
¿Qué pensaría su padre al saber que ayuda a un criminal de tal índole? Se pregunta, la única respuesta que puede encontrar en su repertorio de recuerdos es la decepción y una forma en la cuál deshacerse de ella.
Además, ¿qué diría? Lo siento, Itachi Uchiha me secuestró porque necesita encontrar a Ino, pero lo ayudé porqué está a punto de morir. Es una burla, y lo sabe tan bien, ella probablemente también sería considerada como traidora a la aldea que la vio nacer.
¿Acaso importa? A estas alturas no, e intenta preguntarse qué haría Naruto. Porque no es solo una estúpida forma de enamoramiento o un consuelo poco tangible lo que siente hacia él. Naruto Uzumaki es una brújula moral para todos ellos, aunque no lo dijese Neji cambió por él, Rock Lee se volvió más seguro, Shikamaru ahora lucha por lo que quiere y entre todos ellos está Ino, que si bien no cambió mucho ahora es más tolerante. O bueno, eso cree.
No puede dejar a Itachi Uchiha, no hasta que sepan la verdad acerca de lo que pasó con el clan Uchiha y tengan una idea de dónde está Ino.
Naruto nunca abandonaría a un camarada y mucho menos al saber lo que en realidad pasó. Eso incluye a Itachi y por supuesto a Ino Yamanaka.
Hinata genuinamente quiere ayudar, pero hay muchas cosas que Itachi no dice y no sabe si es por su condición o algo más oscuro y profundo.
Itachi como buen doble espía, contó una parte de la historia, la masacre, Danzo, su tarea cuando aún vivía el Tercer Hokage, sin embargo, nunca entra en detalles y ella lo respeta. A veces debes saber solo lo necesario, dijo él cuando en una terrible fiebre y dolores no pudo más que vomitar lo que su garganta ha estado quemando por mucho tiempo. Hinata solamente asintió y dio un brebaje de su propio clan para aminorar el dolor del Uchiha.
Hinata nunca hace preguntas a Itachi y solo sigue las órdenes. Ella sabe a la perfección que, a pesar de la condición de Itachi respecto a su salud un movimiento en falso y puede arrepentirse. Además por supuesto, nunca podría dejar a alguien en sus últimos días. Hinata no está hecha para eso.
Se siente culpable de tener una verdad tan poderosa como esa y no poder salir a relucir, piensa en Sasuke quién ha vivido engañado estos últimos años, piensa en Sakura y su aparente amor por el Uchiha, incluso piensa en Ino y cómo todo lo que ha pasado la ha desaparecido como supone, demonios, piensa en Naruto y su estúpida promesa.
Ella podría hacer las cosas diferentes, pero decide callar por integridad a Itachi y quizás un poco de lealtad por un deteriorado Itachi Uchiha. Suena cliché, sin embargo, lo ha aprendido a conocer de una forma más silenciosa y de camaradería de lo que puede presumir incluso con gente cercana como lo es Tenten.
—¿Sin noticias? —Itachi estaba en una cama vieja e incómoda de un hostal en el que nadie hace preguntas y nadie da respuestas. El Uchiha es listo y nunca iría a un lugar donde pudieran no sólo reconocerlo a él si no a ella, es cuidadoso y altamente cauteloso.
—Sin noticias —respondió tímida.
Lo cierto es que han pasado tantos meses desde que cuida de un enfermo Itachi, no sabe con exactitud cuánto tiempo ha pasado desde la última vez que vio a su equipo o puede recordar cómo o el por qué ha decidido cuidar de un enfermo, sabe a ciencia cierta que es porqué es empática y dejar una persona en esas condiciones es inhumano, no obstante, la otra razón es que por primera vez en su vida como kunoichi se siente útil y no solo un elemento de apoyo como siempre lo fue. Cuidar de Itachi y por supuesto buscar a Ino.
—¿Algún miembro cerca? —Itachi apenas y la miró mientras observaba la ventana con mucho interés.
Itachi es serio, reservado y en ocasiones hasta profundo. Se limita únicamente a decir lo que necesita, no más ni menos.
—No —murmuró ella— si me permite saberlo, quiero saber de quién estamos huyendo o de quién cree que secuestró a Ino.
La pregunta fue directa e Itachi se ve bastante curioso, una faceta difícil de lograr y que, sin embargo, puede ser desplazada por su habitual seriedad.
—¿Crees que estamos huyendo?
—Yo... n-no... —Hinata miró hacia el piso cuando se dio cuenta que Itachi la miró fijamente y su tono de voz era irónico— quiero decir, no pienso que huyamos... pero necesito saber... por qué estoy a ciegas... Y-yo...
—¿Tú qué? —demandó él.
—Konoha ha puesto una alerta para mi búsqueda desde hace mucho tiempo —Hinata comenzó a relatar. No era mentira, la alerta únicamente estaba entre las paredes de la aldea, ya que eso significaba si existía una probabilidad de que ella desapareciera o hubiese una caza sobre ella o un conflicto con algún otro país sospechoso.
Itachi suavizó su expresión a una de meditación.
—¿E Ino? —Hinata no pasó desapercibido aquel tono lúgubre pero con un ligero tono de curiosidad, eso siempre la sorprende, la manera en la que suele Itachi referirse a su antigua compañera con una terrible familiaridad que la hace pensar en qué oculta él.
—Lo mismo —respondió ella— alertas internos, el clan Yamanaka tiene...
—... información valiosa acerca de la aldea para que otros tengan conocimiento de la desaparición de uno de los elementos.
Hinata asintió sin mucho que decir.
—Si no hay algo que necesite permítame retirarme para su descanso —Hinata hizo una pequeña reverencia e Itachi la miró con algo extraño en aquella mirada estoica. Estaba a punto de retirarse de la habitación para dirigirse a la suya cuando él habló.
—Conocí a Ino... —él comenzó a relatar.
Hinata cerró la puerta ante la declaración.
Regresa a la realidad, Hinata toca entre las cosas del viejo buró encontrando ropa oscura y un chaleco como algunos accesorios del uniforme de ANBU, supone que son de Itachi, son de una talla mucho más pequeña de lo que ahora es él y están tan gastadas como viejas que le ha un poco de gracia los objetos. ¿Quién diría que Itachi Uchiha es aprensivo con los objetos?
Aunque es lo único que tiene de un hermoso pero trágico pasado.
Abre algunos cajones buscando las medicinas que Itachi pidió. Es sorprendente la cantidad de veces que Itachi ha estado a las afueras del Distrito Uchiha y absolutamente nadie se ha percatado, el lugar está alejado pero no lo suficiente para pasar desapercibido, es como si una parte de Itachi no quisiera despedirse de Konoha y eso es terriblemente triste. Después de todo.
No las encuentra, entonces, comienza a hurgar entre otros cajones.
Al no tener mucho éxito, ve un pequeño ropero en una de las esquinas, mira con cuidado y nota que él objeto no tiene tanto polvo como toda la habitación. Hinata supone que ahí deben estar las medicinas de Itachi o por lo menos donde suele guardarlas.
Abre ambas puertas, entonces, mira lo que hay adentro. Está entre sorprendida y curiosa, aquello sí que es inesperado.
—¿Qué...? —se pregunta aunque sabe que no habrá respuesta.
Toma entre sus dedos unas gafas de plástico, una chaqueta de color azul con naranja acompañada de una banda de Konoha.
—No deberías estar aquí.
Hinata se sobre salta dejando caer la banda entre sus dedos, el sonido del metal suena por todo el área, Hinata activa sus ojos como forma de protección, reconoce a la persona pero...
¿Qué hace él ahí?
—Itachi te mandó —concluye él mientras la estudia. Reconoce los rasgos de un Hyūga, cabello largo y oscuro, ojos blanquecinos, su piel clara y aquel aire angelical que puede sentir lo hace estremecer.
Cuando siente la mirada del hombre se cubre bajo su flequillo, sus shorts negros, protectores negros y su blusa blanca parecida a un kimono no le están ayudando para pasar desapercibida. Se siente jodidamente observada, aunque su mente sigue dando vueltas, eso no debería estar pasando.
—¿No hablas, niña? —el hombre camina unos pasos para acercarse a ella, está curioso, es decir, ¿qué hace una Hyūga haciendo el mandado de Itachi Uchiha?
Hinata niega con la cabeza sin dejar de mirarlo.
—¿Itachi empeoró? —Hinata no deja de mirarlo, él se ve confundido o eso aparenta su mirada, Hinata no sabe leer mucho a las personas como lo hace Itachi o Ino, pero él se ver bastante desconcertado con encontrarla ahí—. Eso explicaría por qué buscas sus medicinas, morirá antes de que Sasuke lo encuentre —él lo explica pero no hay burla, desdén o alguna emoción que diga que es ironía, es más bien algo sensato.
Hinata lo mira una y otra vez, lee su chakra con sus ojos, hay un pequeño descenso que está segura que él no es capaz de percatarse; su tono de voz es más profundo que el de Itachi, las mismas características que Itachi a mencionado están ahí, sin embargo, es incapaz de encontrar alguna señal de alerta tal y como lo describió el Uchiha.
—¿Te comió la lengua el ratón? —él se burla por primera vez.
—U-usted no debería estar aquí —Hinata habla a pesar de la advertencia de Itachi hace unos días.
Él encarna la ceja y dice: —¿Dónde deberías estar? Solía ser mi casa este lugar.
—Itachi dijo...
—¿Itachi? —Interrumpe él—. Itachi suele alucinar debido al dolor.
—¡No! —Hinata interrumpe sin saber qué decir—. Dijo que usted desapareció... Usted se la llevó...
—¿Llevarme a quién?
—Ino, Ino Yamanaka.
Él se sigue mostrando confundido, en cambio, ríe casi divertido y un pequeño reflejo del Sharingan se hace presente, su cabello se agita, pero Hinata nota que su risa no es escandalosa e incluso es melodiosa.
—Itachi, Itachi, Itachi —el hombre retira su máscara y parece que ha dado un respiro. Hinata se abstiene de mirarlo y no por la cicatriz en el rostro, si no por su penetrante mirada tan parecida a la de Itachi— debe estar realmente muriendo por qué no he desaparecido y no conozco a nadie con ese nombre.
—Usted es Madara —Obito se sorprende aunque no lo deja ver en su expresión, Itachi debe callarse, por lo menos lo suficiente.
El silencio del hombre hace que Hinata piense que ha dado con un argumento.
Hinata no deja de mirarlo y se pregunta: ¿Qué hace él ahí? Y ¿Por qué de entre todo lo poco o mucho que ha comentado Itachi, Madara se ve tan jodidamente normal?
—Parece que Itachi ha encontrado algo divertido después de todo.
Aquellas palabras no suenan peligrosas, es un chiste o una burla, no lo sabe. Hinata genuinamente no se siente amenazada y no sabe si es por el Sharingan del otro que no busca si quiera hacerle daño o es la real curiosidad que tiene Madara ante las palabras de la chica.
De cualquier modo no importa por qué ninguno pretende quitar la mirada del otro.
¿A quién le importa?
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(1): El espacio que describo es completamente oscuro, sin luz, sonido y asemeja el espacio en el que puede moverse el personaje de Once en la serie de Netflix, Stranger Things.
Personalmente, me ha gustado bastante escribirlo, he de admitir que lloré al escribir el cómo Ino se entera de la muerte de Inojin, para quienes no saben es in spoiler un poco fuerte que en verdad me pegó. Ino es uno de mis personajes favoritos que sufra un personaje tan querido suele ser doloroso, y la verdad, me pareció perfecto el canalizar sus emociones para efectos de la trama, así como también, descanonizar muchas de las cosas de la trama de la historia en general.
Ino es un personaje muy rico en emociones, siento que puedo explorar mucho de ello no como personaje secundario sino como un personaje que puede sostenerse a sí mismo y, espero, pongan atención a mucha información que da Obito. Respecto a Obito, es otro personaje que es muy emocionante escribir porqué le he dado un toque muy impredecible y hasta cierto punto retorcido.
He de admitir que me cuesta un poco de trabajo escribir a Hinata dentro de un espacio "canon" porqué siento que es un personaje que no lo he estudiado a fondo en estructura, así que si me salgo un poco de lo acostumbrado es porqué pienso que vimos cierta parte superficial y ahondar en ella es reconfortante. Ciertamente, siento que Hinata tiene una brújula moral mucho mejor que la de Ino, a diferencia de Ino, Hinata es comprensiva en un sentido más general y por eso puede ayudar a Itachi sin pedir muchas explicaciones, en cambio, nuestra rubia favorita es mucho más emocional y se rige bajo sus propias necesidades.
El encuentro entre Hinata y Obito era muy esperado para mí, la idea surgió después de leer a mi amiga inari_nun y me dio la idea de ahondar en este ship, pienso que, tiene un química natural en términos generales. Me emocionó mucho su primer encuentro.
¿Alguna teoría? ¿Sugerencia? ¿Queja?
Espero les haya gustado este capítulo.
Gracias por leerme.
Nos leemos.
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