5
Acorralados.
Peinaba con cuidado el cabello de Alanna, dejándole una hermosa corona trenzada. Se veía bastante recogido para su día activo hoy, ya que le tocaba clases de defensa con cuchillos junto a Michonne. Estaba sentada en el sofá, dándole los últimos toques para cerrar el trenzado mientras que veía fijamente como Caleb charlaba con Michael y Ethan. Desde que ellos estaban aquí, mi hijo compartía más, no parecía tímido. Veía su rostro animado, veía como desde que despertaba hasta que era hora de dormir él estaba con ellos, lo más agradable era que ellos no lo rechazaban y siempre escuchaban las ocurrencias de mi hijo, incluso le buscaban el juego. Culminó el trenzado de mi hija, quien amablemente me agradeció, girándose y sonriéndome. Sus ojos azulados me cautivaban, incluso los de Caleb. Habían heredado los ojos de su abuelo paterno y padre. Me levante del sofá, mientras que veía mi mochila aún lado de la que Ethan Martínez había preparado. Hoy me tocaba salir con el mayor de ellos, quien se había ofrecido para ayudar a buscar unos suministros, incluso aportó ideas.
Me sentía extrañada ante el permiso de Michonne en ese misterioso hombre, quien parecía tener más conexión con Caleb que los demás. Podía ver como mi hijo lo miraba fijamente mientras hablaban y charlaban, mientras que por otro lado Alanna había tenido un flechazo con Michael. Esas primeras ilusiones donde deseas ser grande para poder conectar pero pronto, se que esas emociones se irían. Cerré mi mochila ante revisar que todo estuviese ahí, sería un viaje quizás de dos días, debíamos buscar bastante suministros o al menos tener una localización donde podamos saber que en caso de emergencia, ese lugar nos de un respaldo. Desde que nos separamos de las otras comunidades, corríamos por nuestra cuenta y al menos yo me esmeraba en que la comunidad estuviera a flote con suministros necesarios para nuestra supervivencia. Mire fijamente a Ethan, dándole una señal de que era hora de irnos, este se levantó del sofá en donde estaba sentado junto a su sobrino y mi hijo para prepararse.
—Okay Michael, deje una lista de las cosas que le gustan y si tienes duda, tres casas abajo vive Natasha y ella puede echarte una mano, o quizás dos.—le sonreí, viendo cómo él se levantaba para acompañarme a mi y a su tío a la puerta, mientras que Alanna y Caleb nos seguían.—Ellos no duermen tan tarde, así que confío en que harás que obedezcan las reglas. Cuando empiece a anochecer, Caleb debe estar adentro, no puede coger sereno y deben cenar, luego bañarse y quizás una hora de juego.—le seguía explicando como loca, mientras que me acercaba a mis pequeños y besaba sus mejillas, para abrazarlos.—Por favor, pórtense bien y recuerden cerrar todo.—les pedí, mientras que los solté del abrazo y ponía mi mochila en la espalda.
—Michael, obedece.—Ethan y su sobrino estrecharon sus manos, en forma de despedida, para así, él y yo salir por la puerta. Viendo en mi balcón a Jayden sentado, como era de suponerse.
—Ah, también deben ir a ver a su abuelo, puedes acompañarlos.—volví a decirle viendo cómo él me asentía con rapidez.—Si lo siento, ya me voy.—me despedí de él con una sonrisa.
Abrí la puerta de mi hogar, dándole pasó a Ethan para salir. Mientras que esté guardo silencio y camino a mi lado. Sentía que él era un libro cerrado, un libro que no podía descifrar. A diferencia de Magna para poner un ejemplo, pude descifrarla en un simple momento y con una simple acción. A este, no había quien armara su rompe cabezas. Era frío, era cortante y era reservado. Era sigiloso pero bastante atractivo, me causaba una sensación desconocida. Continué caminando, viendo el cielo gris, sentía que llovería; estaba nublado y hacía mucho frío. Dirigí mi mirada a Eugene y a Rosita, ambos quienes saldrían en busca de señal para la radio encontraron. Observé dos caballos más, siendo sostenidos por Aarón y Jayden, delante de ellos estaba Michonne, quien me daba la espalda y ella con los dos varones enfrente parecían hablar. Me mantuve aún lado de Ethan, quien aún mantenía silencio y caminaba a mi ritmo.
—Nos iremos en caballo, veremos la zona y si vemos qué hay cosas que se puedan utilizar, nos quedaría hacer un segundo viaje.—de forma cortante le hable al chico a mi lado, llegando aún lado de mis compañeros quienes me observaban.—Hola.—les saludo a los tres, quienes me asintieron.
—¿Y los niños?—me pregunto Michonne, quien se acercó a mi y saludo a Ethan amablemente.
—Están bien. Los dejé con Michael, te pediré que por favor los revises más tarde, no quiero que Michael se sienta acorralado por dos bandidos.—le pedí a Michonne, quien me asintió con una sonrisa.
—¿Estás listo?—ella se dirigió a Ethan, mientras que Jayden me pasó la soga de mi cabello, de Mike. Acaricie su piel y me le acerque, dándole cariño.
—No se montar caballos.—mire fijamente a Ethan, quien se dirigía a Michonne y incluso, me miró, esperando una respuesta de mi parte.
—Entonces aprenderás.—le dije, mientras proseguía a darle cariño a mi caballo para que se sintiera seguro.
—Entonces puedes decirle a alguien más que te acompañe.—me respondió él, me aleje un poco de mi caballo, observando a Ethan en su postura, me incomode ante su actitud pero no había sido desafiante como Magna.
—Los autos son para emergencias pero se puede hacer la excepción.—opinó Aarón a mi lado, no tarde en negar pero Michonne pareció dar la luz verde.
—Jayden, busca uno de los autos.—mire fijamente a Michonne, ella no parecía tener molestia hacia Ethan. Jayden asintió, y fue directamente a obedecer la orden de nuestra líder.
—Michonne, sabes que es difícil conseguir gasolina.—le contradije, acercándome a ella quien estaba aún frente a Ethan, este quien observaba me incomodidad en silencio.
—Necesitamos suministros, él guiará y te llevará a donde dijo que irían.—Michonne se acercó a mi, hablándome en voz baja.—Él me parece algo reservado, lo que es de mi agrado porque parece cumplir con lo que se le pedí, sólo pidió comodidad para ir hacia el lugar que te dirija.—me respondió, alejándose un poco de mi.—Te estamos dando un privilegio que no le hemos dado a ninguno de los que llegaron, confiaré en que la traerás sana y salva.—Michonne miro finamente a Ethan, mientras que esté asintió y pude ver cómo un carro venía hacia nosotros, Aarón y Michonne alejaron a los caballos mientras que podía ver fuera de los portones a Rosita y a Eugene un poco lejos a caballo.
—Bueno, aquí tienes.—Jayden se dirigió a mi con las llaves pero no tarde en señalar a Ethan, Jayden le pasó las llaves a su ex compañero para sonreírle y darle espacio a montarse.—Creo que no habrá día en donde te levantes con un semblante feliz.—comentó Jayden, mientras que abrí la puerta del auto de pasajero para colocar mi bulto en la parte de atrás, mirando finamente el carro... ni siquiera podía creer que aún existiera.
—En caso de emergencia solemos tirar una bengala de noche, siempre hay cuatro guardias despierto en la rutina nocturna. Los walkie-talkie siempre estarán en la línea de ellos, pueden contactarlos si sucede alguna cosa. Les doy dos días, si pasan tres un equipo saldrá a buscarlos de inmediato.—Michonne se paro delante del auto, hablándonos a ambos.
—Cuida a mis niños.—le pedí, justo después me monté en el auto, al igual que Ethan.
Esté con facilidad, encendió el auto y arrancó con suavidad. Mantuve un poco el cristal abajo para así sentir la brisa, mientras que veía a Aarón sostener mi caballo y a Michonne cerrar los portones justo cuando salimos. Suspire gruesamente, mirando así la ventana y viendo los árboles. Hubiese preferido irme a caballo, era ya una costumbre que manteníamos. Mire por aquel retrovisor, viendo cómo simplemente los portones de mi comunidad se cerraban. Él sentimiento de tristeza me agobio, dejaba a mis hijos aquí desprotegidos sin mi por quizás un día y era algo que no acostumbraba hacer. Hice el sacrificio de irme porque con el tiempo ellos han aprendido cosas básicas para sobrevivir pero aún así, quería protegerlos más de lo que podía hacer. También, necesitaba que mis hijos crecieran en un lugar con seguridad, que nada les faltara y por esa razón decidimos salir, para ver qué podíamos encontrar que ellos necesitaran. Me acomode en el asiento, sintiendo como la fría brisa daba en mi rostro. El día aún se mantenía nublado, aún con chaqueta sentía como el frío penetraba su tela hasta llegar a mi piel. Un silencio incomodo abundaba en el auto, ante la falta de confianza entre la persona a mi lado y yo.
De reojo observe a este hombre, observe su cabello negro azabache y como en su rostro se veían las pocas pecas y lunares que este tenía. Mi mirada quería conocerlo un poco, viendo sus fracciones, su cara perfilada al igual que su nariz, era bastante varonil y como había pensando, atractivo. No entendía como Michonne tuvo la confianza de escogerlo a él para que me acompañara pero no sentía que este hombre pudiera lastimarme, me tranquilizaba el hecho de que mi hijo se sintiera seguro con él. Quizás por eso estaba tranquila, aunque incomoda por el silencio y por la curiosidad que sentía en saber de este hombre, con quien nunca me crucé tiempo atrás en aquellos pasillos del santuario. Había escuchado su nombre, sabía quien era él y sus hermanos pero jamás lo había visto, así de pequeño era el mundo. Continué mirándolo de reojo disimuladamente, viendo cómo él solo guiaba, no miraba nada a su alrededor; ni siquiera a mi, solo continuaba guiando. Su silencio, su silencio me traía mucha más curiosidad, no podía descifrar qué pensaba o a donde me llevaría para encontrar lo que pudiera hacer falta para nuestra comunidad.
—¿Hay algo que quieras preguntar?—su rostro se giró, haciendo que sus ojos penetraran en los míos, causándome un escalofrío y un pasme ante este descubrir cómo lo observaba fijamente.
—No hay nada que me resulte interesante.—le respondí de forma cortante, mirando la ventana para no tener un tipo de contacto visual.
—Solo porque no has descubierto nada.—él me hablaba con palabras cortas, creando un ambiente de incomodidad entre ambos.
—¿Y tú ya me descubriste?—le pregunté, girando mi mirada y observando cómo Ethan se mantenía conduciendo, su semblante era serio; demasiado.
—Algo.—me respondió.—La forma en la que actuaste ayer, me hizo entender que también arrastras a tu pasado y por eso juzgas tanto a las personas que lo hacen.—lo miré fijamente, él parecía hablar sobre mi disputa ayer con Magna y la forma en la que juzgaba el hecho de que no superara su trauma en la cárcel.—Todos arrastramos algo de nuestro pasado... es lo que nos hace fuerte.—añadió, con un toque de frialdad en su voz como si no deseara mantener una conversación conmigo.
—Si en mi comunidad no hay un balance de leyes, todo acabará.—le dije, defendiendo mi postura en cómo reaccioné ante mi altercado con Magna.—Es la orden mundial, la nueva orden.—dije, suspirando, esa palabra era tan histórica.
—No dije que estuvo mal cómo actuaste, te hice una comparación de lo que también puedes ser, lo que todos podemos ser. Es por eso que pude descubrir una parte de ti y es, que el pasado se quedó estancado contigo, al igual que algunos de nosotros.—su tono de frialdad cambiaba pero aún sonaba cortante, no tarde en simplemente mirar la ventana y ver los árboles.
—No por eso me conoces.—hablé entre dientes, sintiéndome incomoda por esa conversación y por esa realidad que él me había transmitido.
—Mirándome tampoco hará que me conozcas, Aliana.—giré mi rostro, mirando fijamente a Ethan y como este, lleno de arrogancia tan sólo continuó conduciendo.—Quería pedirte disculpas por lo qué pasó hace varios días en ella sala de comedor, mi comentario respecto a Nathan delante de tus hijos.—mi vista estuvo plasmada en su semblante demostraba seriedad y me transmitía seguridad de que sus disculpas eran claras.
—Lo agradezco.—le dije, aceptando su disculpa algo sorprendida por su gesto.—Entiendo tú rencor hacia mi hermano, no eres el único.—lo miré, esperando una respuesta curiosa por mi comentario pero él solo se mantuvo en silencio.
Lo miré, esperando algún tipo de comentario pero no pasó. Ahí era cuando pensaba en lo misterioso que era este hombre, era tan cortante que sentía que nada debía importarle solo dos únicas personas, que son su familia. Giré mi rostro, dejando de mirarlo y buscando alguna respuesta para mi contestación. Era un libro tan cerrado que me costaba descifrar, y la curiosidad me mataba. No tenía idea de quién era, tampoco de lo que era capaz y lo más es esencial, por qué era así. Podía ver las ventanas empezar a llenarse de pequeñas gotas que caían del cielo, la lluvia empezaba. El ambiente se hacía más tenso, más frío y más incómodo ante la presencia de él a mi lado. No giraba su mirada a mi, no me hablaban, él solo parecía cumplir su parte en llevarme a algún lado y que podamos encontrar lo necesario para la comunidad. La lluvia se hacía un poco más intensa, mientras que veía un cartel verde señalando una urbanización abierta más adelante, nos manteníamos en las calles abiertas por los bosques frondosos. La autopista ya no era segura, repleta de autos abandonados, era difícil cruzar por ahí. Aunque hubiese sido más fácil llegar a nuestro destino.
El parabrisas no parecía querer funcionar, veía a Ethan disminuyendo la velocidad del auto mientras que bajaba la palanca que los activaba pero nada funcionaba. Vi como él con precaución continuó el camino, mientras que yo intentaba de mirar por mi ventana de pasajero lo que había a su vista pero las gotas que caían no me dejaban ver con claridad. Me empecé a sentir tensa cuando Ethan detuvo el auto, la lluvia caía fuerte y el pasó sería difícil. Ambos en silencio veíamos la lluvia caer, mientras que empezaba a sentirme acalorada por la falta de aire. Giré mi mirada, observando cómo Ethan tenía su cabeza baba y en su mano veía un collar el cual tenía un símbolo, la cruz. Era un collar de oro, el cual Ethan miraba fijamente. Giré nuevamente mi mirada para mirar la ventana delantera, viendo las gotas continuar plasmarse pero entre ellas y entre la poca niebla del día húmedo pude visualizarlos, pude visualizar a los caminantes. Me quedé observando, parecían ser pocos hasta que miré a ventana de pasajera y simplemente pude ver a varios salir del bosque. Mi corazón palpito fuerte, recordándome varios momentos pasados en donde los caminantes parecían acorralarnos.
—Tenemos que salir de aquí.—le dije a él, alertando de lo que pasaba, mientras que me estiraba para coger mi mochila algo pesada.—Nos van acorralar y será más difícil avanzar. Podemos volver por el auto, vi un letrero.—le anuncié, mientras que él estuvo su brazo a la parte de atrás para también coger su mochila pero mi corazón latió fuerte cuando pude ver como un caminante golpeó mi puerta.
—Entonces démonos prisa.—me aconsejo él, abriendo con rapidez la puerta de su lado y saliendo, mientras que yo juraba que aquel caminante parecía intentar abrir mi puerta, ¿cómo?—Aliana, vamos.—los asientos empezaban a mojarse ante la puerta abierta que Ethan sostenía, quien estiraba su mano para ayudarme a salir por su lado, lo cual hice y al salir, empecé a sentir el frío de la lluvia.—Mierda, son muchos.—dijo Ethan, mientras que veíamos cómo caminantes captaban nuestra presencia y este que aún sostenía mi mano, me jalo para introducirme en el bosque; si, el bosque siempre era seguro, por supuesto.
—Siempre entran por el bosque, no es seguro.—le aconseje, mientras sentía su tacto en mi mano y como mi cabello empezaba a empaparse, al igual que el de él.—Pueden acorralarnos y hacernos perder tiempo, la carretera es abierta, solo tendríamos que avanzar.—le volví a aconsejar y ese instante, él soltó mi mano, sintiendo así un escalofrío cuando lo hizo, sus ojos me miraron.
—Se esparcen en el bosque, son una manada y cuando tienen a su presa, se separan. Los hace perder tiempo y a nosotros ganar para crear una estrategia de escapar ilesos de aquí.—me explico, astutamente, mientras que los gruñidos de los caminantes parecían escucharse.—Avanzan muy rápido, tenemos que avanzar.—me sugirió, no tarde en asentir.
—La lluvia se disminuye.—le dije al no sentir tantas gotas encima mío, me sentía tensa ante mirar atrás y ver varios caminantes parecer siguiéndonos el paso, Ethan y yo parecíamos correr sin prisa. Ambos detuvimos nuestro paso ante la falta de algunos árboles, dejándonos ver un pequeño riachuelo, bastante limpio y con una pequeña cascada, lucía hermoso.—Wao... —hice una expresión ante ver tanta belleza, hace mucho no veía un riachuelo así.
—Tenemos qué engañarlos.—Ethan miraba atrás de nosotros, cometí su acción ante escuchar aún los gruñidos, parecían ser rápidos y avanzar, algo que me llenaba de tensión.—Hay que separarnos.—me aconsejó y no tarde en mirarlo confundida, en negar.
—No.—le dije, para ver cómo este mordía sus labios con molestia pero a mi me resultó algo más, me resultó atractivo.
—Aliana, si quieres sobrevivir, hoy vas a tener que seguirme.—me dijo, sacando de su cinturón, una navaja con un mango rojo, el metal resplandecía de lo afilado que estaba.—Subirás por ese riachuelo y yo continuará a través de él, se van esparcir y sería más rápido matarlos. No nos saldremos de esta zona y si hay algo mal, solo silba.—me explico pero yo no parecía muy convencida.
—Si debo elegir entre salvar mi vida y dejarte, lo haré, tengo unos hijos que me esperan.—le dije mirándolo fijamente y viendo cómo el asintió, con un semblante lleno de seriedad.
Acomode mi mochila en mi espalda para ver cómo este parecía esperar a que me fuera. Saque de mi cinturón mi navaja, no portaba la espada que Michonne me había concedido, sería más rápido matarlos pero tendría mucho peso encima. Empecé a caminar por el fangoso suelo, observando cómo Ethan parecía esperar algunos caminantes para matarlos. Caminaba despacio ante los sonidos gruesos de los caminantes, eran gruñidos pero no parecían igualarse a los que me erizaban la piel tiempo atrás. Me escabullía por los árboles, necesitaba llegar a la cuesta arriba cerca de la cascada pero fue ahí cuando mi corazón palpitaba tanto que sentía que se me saldría de la boca. Me aguante el chillido ante ver cómo aquel caminante apretaba mis brazos, si, los apretaba y era algo que no sabía qué pudiera hacer. Con algo de fuerza, lo acorrale en el tronco de árbol para que con rapidez, me sacara de su agarre y mi navaja se incrustara en su cráneo. Este caminante se desvaneció a mis pies, mientras que miré mis muñecas y pude ver las marcas rojizas ante su agarre. A través de los bosques se me hizo difícil visualizar a Ethan pero mi problema era otro, y muy grave.
Gemí levemente ante un empuje con brusquedad al mismo tronco en donde Nate aquel caminante. Sentí mi cuerpo desvanecerse pero no tarde en recuperar mi balance, viendo aquel caminante delante de mi. Nuevamente pude sentir algo de fuerza de parte de este, me sentía acorralada porque justamente veía atrás de él, varios venir hacia acá pero a diferencia del que me retenía, se veían más podrido. No tarde en empujar aquel caminante, viendo cómo con el suelo fangoso perdió el equilibrio y cayó. Con mi navaja, me acerqué al primer caminante que venía para mi dirección, golpeando su rodilla la cual se desprendió y lo hizo caer al suelo, para luego; incrustarle mi navaja en su cráneo. Sentía mucho peso encima de mi pero no podía desprenderme de mi mochila, tenía muchas cosas necesarias. Continué en matar al próximo caminante que se acercaba a mi, incrustándole la navaja con rapidez en su cráneo pero a este la sangre le salió como si se desinflara y sentí como mancho mi ropa. Este cayó al suelo con rapidez, lucía realmente muerto.
Giré mi mirada al bosque, esperando poder ver a Ethan pero me había fijado en algo más temerario. Faltaba un caminante, el caminante que había caído al suelo por perder el balance en el suelo fangoso ya no estaba. Sentí como mi respiración se dificultaba ante sentirme agitada, pero además de eso, asustada. La lluvia empezó a empeorarse nuevamente, sintiéndome llena de frío. Apretaba el mango de mi navaja con fuerzas, observando a varios árboles pero no veía absolutamente nada. Empecé a caminar con sigilo, observando cada área del bosque, juraba escuchar voces, lo juraba. Me giraba con brusquedad buscándolas, me sentía sofocada en una situación extraña que me preocupaba. Sentía como a mi boca le faltaba saliva ante el pánico, mi cuerpo temblaba con el frío pero también por la tensión, hasta que de los árboles se escabulló un caminante que fue con prisa y rapidez hacia mi. Mi corazón se detuvo ante el susto, pero actué rápido, no tarde en desviarme de su camino viendo como su cuerpo rozó el mío y me giré, me giré incrustándole mi navaja en su cráneo. Me alarmé al ver otro caminante dirigirse hacia mí con rapidez, y no tarde en esperar a que se acercara para simplemente atacarlo pero él fangoso suelo había jugado en mi contra y este se aferró a mi, cayendo justamente encima de mi.
—Morirás.—mi corazón se detuvo en ese instante ante escuchar a través de ese gruñido lento esas palabras, la lluvia y la intensidad de la iluminación del cielo no me dejaban verlo o entenderlo pero juraba que se había expresado.
Empecé a gruñir, a gemir ante su peso y ver cómo abría sus dientes y los cerraba con brusquedad creando un sonido que me alarmaba. Con mi mano, apretaba su pecho alejándolo y con la otra, solté la navaja para así tener de mi estuche mi arma con aquel silenciador, aquel que le pertenecía a quien aún tenía mi alma; aunque ya no estuviera en la tierra. Mi cuerpo temblaba y yo gruñía, fingía estar atrapada pero solamente jalé el gatillo, creando un pitido molestoso en mi oído y viendo cómo la bala traspasaba su garganta hasta su cabeza, la sangre cayó en mi rostro. Su cuerpo también, así que no tarde en empujarlo mientras veía mis manos temblar. Aquel caminante me había acorralado, me había hablado. Con rapidez obtuve mi navaja en manos nuevamente y guarde mi arma, levantándome del suelo y retomando aire. Con el peso de la mochila empecé a correr, a correr más arriba de la cuesta aunque me resbalara por el suelo fangoso, esto no era normal, algo pasaba y me asustaba realmente. Había perdido a Ethan con la mirada, pero en ella visualicé otro rostro podrido, otro caminante y solamente sentí dolor, dolor y sentí mi vista nublarse ante empujarme y parecer resbalarme por la humedad. Me había desmayado.
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