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24

El comienzo de la tormenta.

La noche transmitía temor para los que caminaban alrededor de nosotros, el frío proseguía y nos llenaba de dificultad observar a través de la neblina. Había un gran silencio, todos íbamos en fila y estábamos al borde de ocasionar muchas cosas. Podíamos tener suerte, podíamos atravesar esa línea y salir ilesos, pero una parte de mí necesitaba encontrarse con ellos frente a frente. Iba detrás de Ethan y a mi lado, iba ella, en silencio y cabizbaja. Lydia no había hablado, no desde que salimos del santuario y sabía lo qué haríamos pero ella sabía, que era la única salida. Debíamos llegar a Hilltop, necesitábamos desprendernos de esta tormenta de nieve que debería estar sofocando a Alexandria. No podía dejar de pensar en mis hijos, deseando que Rosita al igual que Michael o Negan, estuvieran protegiéndolos a toda costa, a mis hijos, a los de Michonne y los de Natasha, mis sobrinos.

No podía dejar de pensar en la tortura que sería para ellos crecer sin una madre, saber que pasarían un transe que a su madre se le hizo difícil superar, agradecía que tenia al hombre que estaba más adelante de mi. Sabía que Daryl intentaba buscarme la vuelta, intentaba de hacer que no me sintiera culpable por lo qué pasó, pero él sabía que yo fui causante de eso. Evadía su mirada, lo evadía a él porque cada vez que se me acercaba no podía evitar ver a mi hermana a su lado, lo feliz que él la hacía, ella lo amaba con una gran pureza que él no volvería a sentir. Pisábamos la nieve, la pesada nieve que atrapaba nuestros pies y provocaba lentitud. Me continuaba aferrando más a Ethan, distanciándome de Lydia, quien notaba mi incomodidad ante mi distanciamiento. Era una de las muchas que la alejaba, que la despreciaba y no quería hacerlo porque no deseaba ver más allá, y que quizás mi hija esté en esa situación, Dios no lo permita pero el mundo gira tanto que las cosas cambian en un segundo. Ethan se detuvo delante de mi, al igual que los demás mientras que vimos un gran lago, congelado. El frío me estaba matando, no había duda de eso.

—Bien, es seguro pero deben pasar uno por uno y en silencio, sin hacer ruido.—adelante de mi hablaba Michonne, con un tono bajo, dando unas instrucciones sencillas, mire al suelo ante sentir un leve agarre y quedarme estética.

—Oh mierda.—comenté en voz alta, atemorizándome ante el agarre de un caminante que eventualmente su cabeza fue aplastada por Daryl Dixon quien se alarmó al igual que los demás ante la aparición de muchos a través de la nieve.—¿Son ellos?—pregunté, rápidamente hubo muchas negaciones me removí de mi lugar cuando empecé a ver cómo más caminantes salían.

—Están entre la nieve.—Daryl se colocó a mi lado, defendiendo mi postura mientras las emociones se me revolcaban al tenerlo cerca de mi, defendiéndome.—Vamos, deben pasar con cuidado, avancen.—inculcaba Daryl mientras que yo tan solo me distanciaba de él, observando algo confuso ante mis ojos.

Empecé a pasar por la nieve pesada, intentando de pasar a través de la gente. Veía como ella parecía desear escapar, desaparecer entre los arbustos llenos de esos copos blancos. Sentía frío, pasando por la gente y viendo cómo Lydia avanzaba. El temor, incluso la desconfianza que ella nos haya traído a una trampa, empezaba a sofocarme. No deseaba imaginar que estaríamos al borde de un ataque que no esperábamos, pero que no me importaría contraatacar. Continué caminando en la pesada nieve detrás de ella, aunque ella empezaba a retomar más velocidad, ambas nos alejábamos de la gente y de los caminantes que los atacaban. Tenía mi arma afuera, esperando por si algo malo ocurriera, tendría con que defenderme. Ella avanzaba y mi curiosidad en saber porque huía no acababa, una cabaña abierta estaba cerca de ambas. Cubierta de nieve pero visible ante quienes la encontraban, en este caso, nosotras. Miraba atrás de mi, viendo la gran cantidad de nieve que aún caía, el frío me mataría, debía aguantar.

—¿A donde vas?—le hable en un tono alto, siguiéndola y viendo cómo continuaba adentrándose en aquella cabaña con rapidez ante escucharme.—¡Lydia!—la llamaba, esperando una respuesta pero no tarde en llegar a esa cabaña, mientras que ella respiraba gruesamente ante mi presencia.—¿Qué estás tramando?—le pregunté, yendo al grano y curiosa, mientras veía como se moría del frío.

—No quiero hacerles más daño.—me hablaba ella, se veía llorosa, angustiada y cubierta de un gran miedo. Me miraba fijamente, sus manos temblaban.—Tú quieres meterme y debes hacerlo, esto no acabará aquí, ella vendrá por ti.—escuchaba atentas sus palabras mientras veía como transmitía un llanto, me estremecía la piel.

—Lydia, cálmate. Estás asustada y no estás pensando coherentemente.—le dije, viendo cómo ella negaba, sus manos continuaban temblando y llorando.—No voy hacerte daño.—recalque ante ver lo asustada que estaba pero no era por mi presencia, era por su mente.

—Tú hermana está muerta por mi culpa, ella fue tan dulce conmigo en la feria. Yo no quería servirme un plato de comida y ella fue la única que hizo el gesto, incluso comió a mi lado para que no comiera sola.—sentía como todo en mi continuaba estremeciéndose ante sus palabras, ante el recuerdo de mi bondadosa hermana.—Ella la mató, y así hará con todos.—sus lágrimas desprendían por sus mejillas mientras que yo bajaba mi arma, haciéndola sentir más segura ante mi presencia. Esta chica estaba destruida.—Perdí a Henry, también murió por mi culpa.—giré mi mirada ante ver cómo Lydia no me miraba a mi para así, ver a Carol acercarse a nosotras curiosa y armada, deteniéndose ante las palabras de aquella chica.—Él quería protegerme y yo no pude protegerlo, no pude salvarlo.—lloraba ella, sosteniendo un trozo de metal afilado en sus manos, pasándonoslos. Confusa observé cómo Carol lo obtuvo en sus manos, mirando a esta chica aturdida en su sufrimiento.

—Lydia, debes calmarte. Sé cómo te sientes.—le hable, captado su atención. Ella me miraba pero veía en sus ojos el dolor, el dolor que un día tuve que sentir a esa edad, era como si me viera a mi misma.—Conocí a un chico hace años, se llamaba Carl. Él me salvó de un abismo, me ayudó y nos enamoramos pero él murió, no pude salvarlo Lydia. Murió por mi culpa pero fue porque él decidió que yo valía la pena para morir, lo hizo porque me amaba.—Carol y ellas me miraban fijamente, más Carol ante recordar a ese niño que ella si vio crecer, lo vio convertirse en un joven adulto y ahora, ya no estaba más.

—No quiero vivir con ese dolor, no podría.—me dijo, pero si podía y ella no tenía idea de eso.—Mátame, era tu hijo y ahora no lo tienes. Debes matarme, tú deseas hacerlo.—mire como Carol la miraba, cómo Lydia empezaba a persuadirla.—Mi mamá vendrá por todos, nos acabará uno por uno. Se lo que ha hecho y esto solo ha sido el principio, caerán en su trampa y no quiero que te mate, no quiero que mueras.—continuó hablando mientras me miraba, mi piel se tensó ante sus palabras, ella tenía conocimiento; más allá del que pensé que tenía.

—Lydia, yo era joven como tú, sufrí demasiado. Aún me cuesta pero pude, estoy aquí. Tú también puedes lograrlo, sé que eres fuerte.—le alentaba, estrechando mi mano para que ella la tomara pero estaba aturdida en sus lágrimas y llena de miedo.—Tú mamá va tener que matarme para llegar a ti, Lydia, primero moriré antes de que te vuelva hacer daño. Esta pelea no la vamos a perder, no tan fácil y debes elegir, si vivir como una cobarde y arrepentida el resto de tu vida, o arriesgarte a morir como un guerrero porque nosotros los que vivimos, peleamos por sobrevivir.—ella estaba parado frente a mi, escuchándome atentamente y mirándome pero me tensé cuando vi como Carol alzó aquel palo de metal y se dirigía a ella.—¡Carol!—grite, sin darme cuenta que detrás de Lydia se aproximaba un caminante el cual Carol acabó, incrustándole el metal en el cráneo.

—Vámonos ya.—pidió ella, mientras que Lydia estaba tensa, estaba llena de miedo y sus ojos estaban abiertos como platos.—Aliana.—Carol me llamo para que la siguiera, mi mano se estrechó recibiendo en cambio los brazos de Lydia abrazarme fuertemente.

—Yo no quería, lo lamento... —ella sollozaba en mi cuello, mientras que me quedé ida, no tenía el atrevimiento de abrazarla pero la tristeza que ella sentía, la había vivido en carne propia.

La alenté a caminar a mi lado, a que se limpiara su rostro. El frío quemaba nuestras mejillas, mientras que las tres caminábamos de prisa a donde se supone que estuviésemos. Carol iba más adelante de nosotras, en silencio y caminando en la nieve pesada, mientras que pudimos ver aún al gran grupo pasando y terminando de lidiar con algunos caminantes que estaban llenos de nieve, incluso congelados. Lydia caminaba detrás de mi, protegiéndose. La hice sentir segura y quizás era algo de lo que me arrepentiría en un futuro, porque en mi sangre recorría la lealtad de mis palabras. Le ayude a que caminara a través del hielo congelado, mientras que los ojos de Michonne me miraron fijamente llena de confusión ante quizás mi desaparición por unos momentos junto a las dos mujeres que estaban a mi alrededor. Atravesé con cuidado el bosque congelado, ayudando algunas pocas personas que quedaban. Alce mi mirada, observando a Ethan, este quien me miró fijamente. Alzó una ceja, también debía estar curioso ante haberme distanciado de él.

Le sonreí pero no duro mucho cuando escuche el hielo resonar, quebrantándose. Me tensé por un momento, incluso temía moverme. Lydia estaba a mi lado y detrás de mi, Daryl Dixon quien aún acababa con unos caminantes. Los tres estábamos al borde de un grave error si nos movíamos, nos miramos ambos, sin movernos. Después de tanto, pude chocar con los ojos de Daryl Dixon ante yo sentir pánico por continuar escuchando el hielo quebrarse. Empecé alentar a Lydia a moverse pero esta pareció también estar en pánico, esto sería sumamente peligroso. Tanto Michonne como Ethan e Carol, se acercaron. Al igual que Jayden y Aaron para ayudar, no podía moverme porque aún así, el hielo continuaba quebrantándose. Estreché mi mano a Daryl Dixon, quien me miró y este estrecho su mano para apretar mi brazo. Tome aire, viendo cómo este me asentía, sabía que tenía un plan pero Lydia era mi prioridad en este instante. No tarde retomar sumamente una gran fuerza para deslizarlo por el hielo que proseguía resonando, su cuerpo empujó levemente a Lydia hasta el otro extremo, quien fue sostenida por Michonne y Carol.

Yo me quedé quieta ante el hielo quebrantarse, una parte se rompió y estaba segura de que si donde estaba se rompía, caería profundamente y moriría por el frío, o me ahogaría. Mis piernas temblaban ante no saber qué hacer, no deseaba arriesgar a nadie pero había decidido poner dos vidas encima de la mía. Jayden se acercaba con cuidado al igual que Ethan pero Daryl me lanzó su bufanda varías veces hasta que pude agarrarla y este con fuerza la jalo hasta donde estaba, provocando que mi cuerpo deslizara por el hielo que se rompió a mis pies y me mojará. El frío me invadió, tanto que solté un leve gemido mientras que sus brazos me sostuvieron y me alzaron. Empecé a temblar rápidamente, sintiendo como me sostenían y yo veía el hiele romperse, veía el agua, el agua que en segundos volvía a congelarse. Me levantaron del suelo, revisándome mientras que Ethan me abrazaba con fuerza para producirme calor. Mire fijamente a Daryl, cómo este se acercó a mi otorgándome su bufanda para taparme un poco del frío. Me asintió con su cabeza, en forma de agradecimiento mientras que aún no era capaz de mirarlo fijo a los ojos.

—¿Estás bien?—me pregunto Michonne a mi lado, mientras que los demás proseguían caminando a través de este frío. Le asentí, ella me acariciaba los brazos con fuerza, me transmitía calor.—No vuelvas hacer eso, no voy a cavar otra tumba.—dijo esta, alejándose de mi mientras que veía a Lydia caminar a mi lado, parecía un acto de agradecimiento.

—Tengo mucho frío... —susurre, mientras que ella me miró y asintió, sintiéndose igual que yo. Se quedó a mi lado, mientras que Ethan avanzaba con los demás para ayudarles pero yo empezaba a tener un ataque de pánico que no sería capaz de sobrellevar cuando a través de ese viento que traía nieve, pude ver las estacas.

—Aliana, vamos.—sentí a Jayden detrás de mi, agarro mis brazos cuando vio cómo me giré con brusquedad en el momento en que visualicé las estacas a través de esa neblina.—Mírame, vamos, puedes hacerlo.—me inculco pero yo retrocedía, mi cuerpo temblaba ante recordar la cabeza de mi hermana en aquella estaca.

—No puedo, no puedo.—decía, con falta de aire. Estábamos cruzando la línea que aquella mujer había marcada, debía estar en alguna parte de este lugar, debía estar acechándonos.

—Aliana, no es que puedas, debes hacerlo. Ya no hay vuelta atrás, es el camino de vuelta a casa con Alanna y Caleb, con Samantha y Noah. Te necesitan.—me dijo, mirándome mientras que nos cubríamos de la fuerte nieve. Cerré los ojos, suspirando y acechando a mis demonios al atravesar esas estacas.

• • •

Las horas habían pasado, la luz del día había llegado para nosotros. El cansancio invadía cada cuerpo pero mis emociones atrasaban mi mente de una forma que no podía controlar. Caminábamos por la nieve, de vuelta a Alexandria. En silencio y en grupo, con personas que no creímos que retomarían el mismo destino. Detrás de mi, continuaba Lydia. A quien decidimos custodiar para proteger y lo más probable, le otorgaría mi hogar por empatía, por necesidad. Ella iba callada, con miedo a un nuevo hogar del que no pertenecía. La miré, viendo cómo ella iba cabizbaja. A su lado caminaba Aaron, junto a Jayden quien iba en silencio y con cansancio. Más adelante de mi iba Michonne junto a Daryl, aún laso de él iba con un gran silencio y una tristeza creándole un peso, Carol. Había decidido dejar su vida del reino atrás para volver a donde siempre perteneció pero eso, la consumía. Mi cabeza se recostó del hombro de Ethan, mientras que su mano se entrelazó con mis dedos y me brindaba calor.

Agradecía regresar con quienes me fui y con al menos, dos más quienes estarían empezando desde cero, era lo que más siempre costaba; volver a empezar. El frío aún nos invadía hasta las pieles, al llegar, no habría duda que nos tomaríamos un baño caliente que nos derrita la piel pero era necesario. Veía los grandes muros de Alexandria, era un gran alivio volver a casa. Caminábamos por la nieve pesada, mientras que Michonne dio un leve silbido que alentó a los guardias a abrir el gran portón de Alexandria. Todos nos aliviábamos al llegar al fin a nuestro hogar, a donde pertenecíamos. Los portones se abrieron, dejando ver a los guardias quienes nos saludaron y ayudaron a entrar los caballos. A mi lado, solté levemente la mano de Ethan ante ver cómo Alanna e Caleb abrigados estaban allí, sonreí grandemente. Empecé a caminar con prisa, con una prisa que caí de rodillas en la nieve sintiendo a mis hijos abalanzarse encima de mí en un gran abrazo. Sentí un gran alivio ante eso, ante sentir sus abrazos. Mi corazón se aliviaba cuando tenía a estos dos pequeños a mi lado, estos regalos que Carl me había dado, amaba a mis hijos.

Sus labios besaban mis mejillas mientras que estábamos tirados en aquel frío suelo esponjoso, escuchaba sus risas y veía sus sonrisas que alimentaban mi alma. Me quedé sentada en la nieve, viendo cómo los demás entraban y observaban. Michonne fue recibida por Judith, siendo abrazada por RJ, estos quienes también se me abalanzaron encima pero lo más hermoso que vi, fue cuando mis hijos corrieron a abrazar a Daryl Dixon con una gigantesca emoción que podía derretir hasta la nieve. Pude ver en él una gran sonrisa, mientras que yo abrazaba a Judith con fuerza y le transmitía varios besos, levantándome del suelo y quedando frente a Ethan. Aaron continuó en irse a su hogar para recibir a su hija, aunque este estaba sonriente por lo que veía, no tarde en emocionarme cuando vi a Noah correr a través de la nieve, siendo socorrido por Rosita quien en sus brazos sostenía aquella hermosa bebe. Abracé a Ethan, viendo cómo Daryl recibía en sus brazos a Noah, abrazándolo con fuerza.

—¡Oye!—Michonne entabló un rostro de sorpresa cuando Caleb le lanzó una bola de nieves, aunque yo, obtuve una en mi rostro por Judith.—¡RJ, ven con mamá!—le alentó Michonne, mientras que él pequeño Rick Junior intentaba de hacer bolas de nieve, era gracioso ver cómo no le salían. Abrí los ojos grandemente cuando el frío llegó a mi rostro de forma rápida y brusca.

—Traidora.—dije, llenando mi mano con bola de nieves para lanzarle a Judith, mientras que empecé a recibir de mis propios hijos. No tarde en ver cómo ellos reían, tirándose bolas de nieve entre sí.

Sonreí con gratitud, viendo cómo Jayden y Rosita se acercaban, aislándose de los demás mientras que esta aún sostenía a la pequeña Samantha, a quien Daryl le había otorgado cuidar. Continué recibiendo bolas de nieve, tanto de los niños, como de Daryl. Lo mire, lo mire fijamente y este me lanzo otra, con una sonrisa pero mi corazón se ablandaba al mirarlo. No tarde en ver cómo se acercaba a mi, mientras que Michonne y nuestros hijos tenían una guerra de bolas de nieve, al igual que Ethan quien los ayudaba. Veía a Daryl cómo abrió sus brazos, como me abrazo con fuerza. Sentí mis músculos relajarse ante su aceptación, ante sentir como me transmitía la paz y la tranquilidad. No debía llorar en este momento pero era inevitable, no pude hacerlo cuando nos lanzaron muchas bolas de nieve. Sonreí, aislándome de Daryl al ver cómo Lydia se unía a la diversión, como ella lanzaba nomás de nieves y se divertía.

Mis hijos jugaban con ella, incluso Carol se unió a este gran festín. Sonreí tirándome al suelo y recibiendo cosquillas de Noah y de Judith. Reía fuerte, viendo cómo mis hijos venían a defenderme y le lanzaban bolas de nieve a los pequeños que me molestaban. Sentía una paz adentrarme, sentía como incluso los adultos se divertían entre sí. Daryl empujaba a Michonne en la nieve, mientras que Carol le lanzaba bolas de nieve. Aunque no pudo molestarlo más, pues apareció la gran mascota de Daryl entre la nieve, escarbándola y tirándolas en nuestros rostros. En el suelo a mi lado se tiro Ethan, sonriendo al igual que yo. Ambos sentíamos el mismo sentimiento de tranquilidad, nos miramos fijamente y veíamos lo que pasaba a nuestro alrededor, esto era lo que queríamos, paz. Frente a nosotros jugaban y se diviertan, más lejos un gran amor se reconciliaba, a mi lado, tenía una nueva oportunidad para empezar desde cero. Me acerque a él, obteniendo en mis manos una bola de nieve y lanzándosela a mis hijos, quienes se giraron y me miraron sonrientes.

—Oigan, feliz cumpleaños.—les dije con una sonrisa, viendo como ellos se miraban emocionados pero esto ocasionó que recibieran una gran cantidad de bolas de nieve, mientras que alce mi mirada al cielo, sonriendo con esas ansias de llorar. Los que nos habían dejado, debían disfrutar lo que habíamos logrado.

• • •

Queda decir que esta historia está llegando a su fin, no saben los sentimientos que tengo. Amo tanto esta historia, amo tanto el personaje de Aliana que cree y cómo le di un giro a la historia. Agradezco a esos lectores que han estado siempre a mi lado.

Siempre tendré en mente otras obras, aunque acabo de realizar una de TVD. Espero que os guste como me gusta a mi, créanme, les encantará.

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