
«𝐂𝐀𝐏𝐈́𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐅𝐈𝐍𝐀𝐋»
Yeeun estaba enojada con la zorra de su amiga, con el sinvergüenza de su jefe y con el imbécil de su marido que no se enteraba de nada. Habían llegado a los postres, y justo cuando Eva parecía haberse calmado, todo se precipitó. La rubia se ofreció a ayudarla y, cuando se levantó, la furiosa mirada de Yeeun se dirigió de inmediato al tapizado rojo mate o más bien a la mancha oscura que había en el centro del asiento.
―¡Serás puta! ¡Mira cómo has puesto la silla! ―gritó Yeeun como loca remilgada por encima del hombro, el dolor baila en sus ojos.
Yeeun se cruza de brazos, frunciendo esos labios, y la polla de Jungkook se pone más dura que el puto acero en sus pantalones.
―¡Ay, lo siento! ―se disculpó Eva tapándose el rostro con las manos― Discúlpame Yeeun. No sé qué me pasa. Lo siento, de verdad.
Todo había sido un cúmulo de circunstancias: lo excitada que había llegado Eva presintiendo que iba a tener sexo, lo cachonda que la había puesto el Delegado en la piscina y lo grande que le quedaba aquel maldito bikini. Y entonces Eva escuchó a Jungkook dictar sentencia. Claro, su mandíbula apretada y bien afeitada hace que parezca que afila las uñas con los dientes. Seguro, sus ojos negro azabache son penetrantes y llenos de malicia.
―Si estuviésemos en la oficina, yo mismo le daría unos buenos azotes. Pero ésta es tu casa, Jimin así que tú verás lo que haces.
Todos miraron entonces al marido de Yeeun que tardó en reaccionar, pero que una vez se puso en pie lo hizo con determinación. Se fue hacia la rubia y, agarrándola del antebrazo hizo que ésta se irguiera y él se sentó en la silla de al lado.
―¡Échate ya! ―ordenó, tirando de ella tan fuerte que por poco se cae del otro lado de sus rodillas.
El trasero de la rubia pronto recibió el primer manotazo. Se lo dio sobre el bikini azul, pero entonces se estiró de éste y la tela se introdujo entre las nalgas de Eva a modo de tanga. Jimin acarició el culo trazando un círculo y, después, le asestó cuatro sonoros azotazos más que hicieron encenderse el carrillo derecho de la divorciada.
―¡Ogh! ¡Auch! ¡Aaagh! ¡Ummm! ―gimió la muy zorra, mirando el cerco que su vagina había dejado en el asiento contiguo y totalmente complacida con su castigo.
Después, el marido de Yeeun introdujo un dedo en el empapado y caliente coño de la rubia y, nada más extraerlo, se lo colocó delante de la boca.
―¡Chupa! ―le ordenó.
Jimin se puso en pie para sacar la polla. No tuvo que obligarla, ni siquiera tuvo que pedírselo. La delgada amiga de su esposa se olvidó rápidamente de su dedo y engulle de golpe la mitad de su polla. Al parecer Eva todavía seguía hambrienta. Desde luego, no habían llegado a tocar los postres pero la voracidad con que la rubia daba cuenta de su falo parecía excesiva. Atónita Yeeun vió a Eva con el glande de su esposo en la boca, salivando y sacando la lengua como una prostituta. La ultrajada esposa habría hecho algo si el clamor de Jimin no hubiera llegado de forma tan precipitada y si, por ende no hubiera comenzado a manar esperma por las comisuras de la boca de su amiga.
Eva se echó hacia atrás sin dejar de masturbarle, pero en cuanto vio que el glande de Jimin seguía vertiendo esperma, se lo volvió a meter en la boca. Luego, después de dejar resplandeciente la polla del marido de su amiga, la rubia se puso a chuparse los dedos maravillada con aquella copiosa corrida. Para sorpresa de todos, y regocijo de Jungkook, Jimin aún no había acabado con ella. Tras follarla oralmente durante unos segundos más, Jimin dio un manotazo para despejar la mesa y agarró a Eva del moño para que ésta se reclinara con sus tetitas sobre la fría superficie, ofreciendo su retaguardia a una despiadada invasión.
Yeeun no podía creer que aquel fuese su marido. No parecía él, parecía Jungkook. Entonces, vio que el delegado ya se meneaba su impresionante miembro mientras contemplaba el espectáculo. Yeeun dudó mirando a uno y otro lado pero al final miró hacia abajo y se dio cuenta de lo abiertas que tenía las piernas y también empezó a acariciarse. Jimin comenzó a follar a la amiga de su mujer con tanta furia que su erección no perdió ni un ápice de vigor. Los golpes de cadera, jadeos y gemidos rebotaban en las paredes del salón del mismo modo que lo hacían sus testículos contra el clítoris de la rubia.
Eva no tardó en estremecerse con su primer orgasmo. Jimin se fijó entonces en que tenía espectadores y con chulería, hizo que la flacucha subiera la rodilla para que estos pudieran ver como follaba aquel sucio chochito. El marido de Yeeun ponía tanto ímpetu que los platos y los cubiertos tintineaban sobre la mesa a cuyos bordes Eva se aferraba para aguantar las arremetidas. Pronto un segundo orgasmo la hizo estremecerse. En ese momento Yeeun vio como Jungkook se ponía en pie y se acercaba a la pareja con un bote de color naranja en la mano que luego ofreció a su esposo.
―Haz tú los honores. ―creyó Yeeun entender lo que había dicho.
La anfitriona de la casa reconoció finalmente el bote de aceite solar y supo de inmediato lo que ocurriría a continuación. Mientras Eva permanecía aturdida e inmóvil, ajena a todo y a todos, Jimin derramó un chorro de aceite en el surco que separaba las nalgas de la rubia y otro más a lo largo de su rígido astil. Entonces Jimin giró entonces hacia su esposa, mirándola con resentimiento y sonriendo con malicia al tiempo que se restregaba el aceite por la polla. No se anduvo con remilgos. No iba a pedirle permiso a la rubia como siempre había hecho con su esposa, ni siquiera la iba a avisar. Deseaba follarle el culo a una mujer de una vez por todas, y le había tocado a ella. Beneficiándose del estado de enajenación en que estaba sumida, Jimin colocó la punta y empujó con decisión.
―¡Oh! ―aulló con espanto la divorciada.
Eva creyó que el marido de su amiga la había desgarrado y como pudo, le propinó varios puñetazos. Sin embargo, aquello solamente sirvió para que él le sujetara firmemente ambos brazos por detrás de la espalda y, con un segundo arreón le hundiera todo el palo mayor en el culo. La enrabietada mujer hubo de reconocer que la habían tomado por sorpresa, nunca mejor dicho. Aquel hombre le había atravesado el culo de modo que ahora la follaría a placer. Eva sabía de sobra que cuando una mujer quiere evitar que la sodomicen, debe apretar el culo para imposibilitar la penetración, y ya era demasiado tarde para eso.
«Relájate y disfruta», la famosa frase le vino fugaz a la cabeza. Al menos tenía bastante experiencia. No era que a Eva le encantase especialmente la sodomía, sino que siempre se sentía atraída por hombres dominantes, de esos a los que les gusta romperle el culo a su novia de vez en cuando. Eva intentó recapacitar al mismo tiempo que su cuerpo volvía a sacudirse rítmicamente y, tres segundos más tarde, la rubia ya sólo esperaba que el marido de Yeeun terminase lo que había empezado, como parecía que iba a suceder.
Jimin había empezado a encularla, y de qué manera. Cada vez quel peso de aquel hombre chocaba contra ella, una atroz penetración anal la hacía alucinar. Yeeun fue la primera que se corrió viéndolos gozar. El flujo le dejó chorreando las bragas. No podía creer lo que veía, no podía entenderlo. Ella sabía que aquella era la primera vez que Jimin sodomizaba a una mujer, pero a juzgar por los alaridos de placer de Eva, su esposo lo estaba haciendo fenomenal.
―¡Oh por Dios! ―aullaba su amiga sin cesar, boquiabierta y con un permanente rictus de asombro.
Cuando Jimin sintió que se acercaba el final, soltó los brazos de Eva y la obligó a mirar a su esposa. No paró, quería que Yeeun la viera gozar, que tuviera la certeza de que su amiga estaba gozando como una loca. El marido de Yeeun gruñó como una bestia al eyacular, y al tiempo que él rugía, ella jadeaba atravesada no sólo por su linda verga, sino por un intensísimo clímax. Entonces, la rubia se giró y apretó las nalgas para sentir aquel miembro convulsionar dentro de ella. Lo quería todo dentro y con una mano, atrajo hacia sí al marido de su amiga, decidida a retener. La recién casada sabía que el comportamiento de su esposo era culpa suya, causado sin duda por sus reiteradas negativas a dejarse sodomizar. Arrepentida, decidió que la próxima vez dejaría que Jimin le rompiese el culo costara lo que costara pero que jamás le permitiría volver a tocar a otra mujer.
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