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EPÍLOGO


La primera primavera del año. El aire fresco golpeaba su rostro con suaves caricias que le hacían recordar la cálida mano de su madre, sus rubios cabellos danzaban con la brisa y sus pies descalzos sentían el cosquilleo del césped y la risa de su primogénito era todo lo que necesitaba para automáticamente sonreír.

—Corre o te atrapo —dijo Angeline empezando a bajar una pequeña colina inclinada.

El pequeño de tres años corría entre las flores soltando inocentes carcajadas, mientras, tras él su joven madre no permitiría que escapara. El niño logró vencerla en rapidez, había ya bajado esa pequeña colina y ahí, justo frente al próximo atardecer detectó una silueta, entre cerro sus grisáceos ojos para intentar ver de quien se trataba, hasta que por fin pudo notarlo. Era un joven alto, de rasgos muy finos, cabellera ligeramente larga con un toque rubio, perfectamente peinada hacía atrás y sujeta de una coleta. El chico le sonreía al menor y este, aunque al principio desconfiando, de alguna manera la cálida sonrisa que aquel extraño le brindaba lo hizo entrar en confianza, y, sin dudar, corrió hasta él y aquel rubio lo recibió en sus brazos con gran afecto.

—¡Scorpius! ¡Scorpi...

Se llevó una mano a la boca, sus ojos se humedecieron al ver a su hijo en brazos de aquel joven.

—Alarick... —susurro Angeline con un nudo en su voz, acercándose hasta el.

Su mellizo le sonrió, y con su sobrino en brazos abrazó también a su hermana, demostrando ambos cuánta falta se hacían el uno al otro. Angeline no pudo contener todas esas lágrimas, aquellas que durante mucho fueron de tristeza, esta vez salieron con toda la alegría que podía sentir.

—Eres tú, eres tú, de verdad...—sostenía el rostro de su hermano entre sus manos, sintiendo su delicada piel con pequeñas cicatrices—. Te extrañe, Alarick —volvió abrazarlo sin deseos de soltarlo—, por favor, por favor...no me dejes, ya no me dejes...

—Jamás me he ido —respondió él con suavidad, levantando ligeramente su rostro—. Nunca te he dejado.

Angeline sintió un escalofrío recorrer su cuerpo al sentir la cálida mano de su hermano en su mejilla.

Y....despertó, todo había sido un sueño.

Angeline

Tenía a mi pequeño hijo en mis brazos. Se había despertado no hace mucho, todo gracias a los malditos truenos, era una noche tormentosa y sabía cuanto Scorpius( y yo) odiaba las noches así, le causaban temor, pero después de arrullarlo en mis brazos y hacer que todo ese miedo se esfumara, se quedó dormido. No tenía mejor sensación que tener a mi amado hijo en mis brazos, descansando con tranquilidad. Ahora entendía: como es tan sencillo para el sentirse a salvo con solo sentir mis brazos alrededor de él, cobijándolo como armadura y mi voz era su calma, es lo que una madre hace sentir a sus hijos...Tal vez mi madre no lo podía lograr sentir, después de todo la culpa la había llevado a la locura.

Admire la lluvia golpear el ventanal de la habitación de mi pequeño, luego acaricie su suave mejilla, no me cansaba de admirar a mi bebé. Estaba hecho a la imagen y semejanza de mi esposo.

—¿Despertó otra vez? —la voz de Draco me sacó de mis pensamientos. Estaba entrando a la habitación, adormilado y tallando un poco sus ojos con su puño.

—Si pero ya se calmó. Logré dormirlo hace unos minutos —despeje los platinados cabellos de la frente de Scorpius—.¿Lo llevas a su cuna?

Draco con una sonrisa tomó a nuestro hijo en brazos, no podía dejar de sonreír ante la perfecta imagen. Con delicadeza lo recostó en su cama y lo acobijo. Que gratitud la mía tener a ese hombre tan amoroso a mi lado.

Regresamos a nuestra habitación, metiéndonos entre nuestras sábanas, me recosté en el pecho de Draco y él acariciaba mi espalda por encima de mi camisón de seda.

—Draco...

—¿hmm? —contestó con sus ojos ya cerrados.

—Soñé de nuevo con Alarick... —cuando escucho su nombre dejó a la vista sus hermosos ojos grises y se clavaron en mi.

—¿Qué fue esta vez?

—Estaba jugando con Scorpius —sonreí—. Tal vez es porque hoy son 10 años de la batalla...—suspire melancólica—. Hace 10 años que perdimos a Alarick, Fred...Dagna.

—Los recuerdo todos los días, Angeline —sentí sus labios en mi frente—. Los recuerdo como lo que eran: valientes.

Cuando Potter venció a Voldemort, fue claro que ya nada iba ser igual para nadie. Para él era un ciclo que había estado intentando terminar desde hace años pero, para nosotros, los que perdimos a un ser amado, no iba a ser fácil de superar. Con el final de la segunda guerra mágica, Hogwarts poco a poco regreso a la normalidad, McGongall fue nombrada directora y la verdad es que fue una de las mejores; Hermione, Ginny, Luna y yo regresamos para terminar nuestros estudios ¿Harry, Ron y Draco? Por supuesto que no, aun por más que le insistí a mi ahora esposo

Todos los caídos en la batalla fueron despedidos en un hermoso funeral. George Weasley se disculpó conmigo y juntos, lloramos la partida de una gran persona, mi querido amigo Fred a quien recordaré como una alegría necesaria en mi vida. A Alarick lo sepultamos en el cementerio del Valle de Atenea, junto a mi madre. Y esas dos tumbas siempre tienen flores de mi parte y de Draco.

Draco y yo nos hospedamos por mucho tiempo en el Dragón durmiente. Nunca podré agradecerle del todo a Samantha por el apoyo que me brindó para superar la muerte de mi hermano. Nadie como ella para entenderme, le agradeceré el hecho de que me demostró que lo amara eternamente. Ella y yo seguimos en contacto, y apenas fuimos testigos del amor eterno que se juró con Maximiliano Lookwood, un mago norteamericano que conoció en el hostal, su boda fue una de las más bellas a las cual asistí, su hijo Ezrael y Scorpius asistirán a Hogwarts juntos de eso estamos seguras.

Laionel también encontró a su alma gemela, un mago francés con el cual se casó hace un año y se fue a vivir a París para luego viajar alrededor del mundo. Siempre recibimos bellas postales de sus aventuras.

Mi abuela...mi amada abuela. La noticia de que Alarick había muerto no la dejó dormir por meses, cada noche lloraba, cada día amanecía gritando su nombre, trato de ser fuerte por mi pero eso solo era un acto egoísta de su parte por no lograr sacar todos esos sentimientos. Después de la partida de mi hermano, mi abuela se quedó un tiempo con nosotros en el hostal, pero, cuando Alarick cumplió un año de haber partido ella regresó a su hogar, donde Draco, Sam y yo la visitamos constantemente. Lamentablemente antes de que mi Scorpius naciera, la tristeza se había llevado a mi abuela.

Los Malfoy fueron absueltos de ir Azkaban, y yo también...luego de que apoyamos a dar los nombres de los mortifagos, carroñeros y todos aquellos que se aliaron con Voldemort.

Draco y yo seguimos nuestra relación. Hasta el día que me gradué de Hogwarts, Draco me propuso matrimonio, por supuesto dije que sí. La boda se realizó 6 meses después. Mi boda fue maravillosa, todos mis amigos entre ellos: Samantha, Laionel, Harry con Ginny, Ron con su amada Hermione, Neville, Luna, los Weasley. Fue una noche de risas, diversión, alegría absoluta pero sin duda...melancólica, mi tristeza fue disfrazada por una enorme sonrisa, claro que era verdadera, pero hubiera sido permanente si mi Alarick estuviera ahí, cuando bailaba y miraba a todos aquellos que me rodeaban, personas que me aman, me aprecian, yo deseaba ver a mi hermano ahí, feliz porque había encontrado a alguien para mi, que me ama, que me protege...¡Por Merlin! Es que si Draco no estuviera conmigo yo ya no podría seguir, ahora tengo a mi hijo, tengo todo lo que necesito, pero es que...aun no es suficiente para mi.

Y Ares...

—Angeline —Draco tocó la puerta de nuestra habitación—, mis padres están aquí.

—Claro, en seguida bajó —sonreí. Y él se despidió con la misma sonrisa que me enamoraba.

Dejé la pluma de lado y cerré mi diario, aquel libro de textura esmeralda el cual era confidente de todos mis pensamientos internos y secretos. Lo guardé en el cajón de mi cómoda y antes de salir de la habitación, me di un último vistazo al espejo. Llevaba puesto un vestido largo en color turquesa, las mangas dejaban mis hombros desnudos, perfecto para la primavera.

Al ir bajando las escaleras vi a Narcissa con Scorpius en sus brazos y Lucius tenía una sonrisa ladeada, era lo más que podía expresar por su nieto pero sin duda en el fondo lo adoraba tanto como su esposa. Cada fin de semana los Malfoy venían a visitarnos y de vez en cuando se quedaban hasta la cena, charlando o conviviendo con su travieso nieto. Nos sentamos en la sala para charlar un poco sobre cómo iba nuestra vida.

—Deseaba poder impartir la materia de hechizos pronto pero... —regrese a ver a Draco con una sonrisa traviesa.

—¡Bien! —torció los ojos— discúlpame por preocuparme por ti.

—Ya tienes 5 meses, linda. Tienes que tener reposo —dijo Narcissa entre risillas por los gestos de Draco.

—¿Qué nombre han pensado para el nuevo integrante? —preguntó Lucius llevando la copa de vino a sus labios.

—Pues en realidad deseábamos un poco de ayuda —Draco me guiño el ojo y sujeto mi mano— tenemos que pensar en dos nombres, Angeline espera gemelos.

Narcissa se levantó de inmediato para abrazarme y a Draco igual, Lucius nos felicitó muy a su manera.

—¿Oíste Scorpius? —Cissy cargo a su nieto—,tendrás dos hermanitos a quienes cuidar.

—Si y yo tendré que trabajar triple —dijo Draco casi resignado.

—¿Y Ares qué dice al respecto? —preguntó Lucius

Ares, mi padre. Aquel que durante años se ocultó de mi, aquel que guardó una verdad tan grande solo para protegernos a mi hermano y a mi, igual que los Malfoy y yo, Ares fue absuelto de ir a Azkaban.

—Traje tu cena —entre aquella gran habitación. Dejando la charola de plata sobre una mesa cerca de aquellas enormes ventanas cubiertas por largas y viejas cortinas color escarlata.

La habitación era tan sombría como la persona que estaba sentado frente aquella chimenea encendida. Artemis descansaba a sus pies, jalando toda esa tristeza que su dueño tenía.

—Oye te he dicho que no te quedes viendo directo a la chimenea. —me acerque a él, parecía estar petrificado—,papá...—toque su hombro pero el solo me regreso a ver sin emitir ni una palabra, era raro ver aquellos ojos verdes abiertos pero al mismo tiempo apagados.

Desde la muerte de mi hermano, mi padre había entrado en un duelo del que nadie podía sacarlo, no ha vuelto hablar con nadie, no ha vuelto a salir, ni siquiera fue a mi boda, aun sabiendo que todo lo que había pasado entre nosotros había quedado atrás pero ahí no empezó todo. Después del nacimiento de Scorpius, Ares cambió, fue todo lo que nunca pudo ser conmigo y mi hermano, él era su adoración, pero de repente, un día sin previo aviso decidió encerrarse en la habitación de su aún casa y no volver a salir.

Observe la mesa donde deje su comida, estaba la charola de la tarde con su comida apenas con unas cuantas mordidas. Esto era diario, apenas comía, dormía, muy rara vez deseaba ver a Scorpius pero siempre a solas. Mi padre no era el mismo. Ya no quedaba rastro de aquel hombre frío que conocí, ya ni su apariencia era la de siempre, su cabellera poco a poco se estaba llenando de canas, se había dejado crecer una barba que por más que la cortaba, crecía y crecía al igual que su terrible tristeza, tal vez era que por fin podía penar por la muerte de su esposa, tal vez sentía culpa de que su hijo hubiese fallecido, no lo se...y tal vez no deseo saberlo.

Ni siquiera yo sabía el porqué había aceptado que el viviese con nosotros, o tal vez si, es que Ares...era lo más cercano que tenía de estar con mi hermano y yo lo más cercano que él tenía de estar con su hijo y su esposa, además, de que él no tenía a nadie más en el mundo.

Me arrodille frente a él tomando su mano, algo que normalmente no hacía y nunca había hecho más que en mis años de niñez, que, por desgracia aun no lograba recordar del todo.

—Sé que me estás escuchando así que te diré algo que espero te alegre —sonreí—, así como cuando te dije que me casaba o cuando te dije que tendría un hijo ¿Recuerdas?. Bueno, te diré de todas formas ¿si? —suspire y lleve mi mano a mi vientre—, son gemelos —no pude evitar sonreír y tal vez eran las hormonas, no lo sé, pero derramé una lágrima—, así como Alarick y yo...¿no te parece lindo?

Nada, ni siquiera me volteaba a ver. Estaba tan sumido en su tristeza que mi voz era eco en aquel agujero de soledad que sentía en su corazón.

—Bien —limpie una lágrima de mi mejilla y con cuidado me levante- solo quería decirte porque Draco y yo no sabemos aún cómo llamarlos, pero estamos muy seguros de que serán mellizos- Así que a la niña la llamaremos Altais, es parte de la constelación de Draco y al niño...bueno, todavía no tenemos nombres pero se nos ocurrirán —ni un parpadeo, un quejido, nada, me di por vencida—.De acuerdo, descansa...papá—le di un beso corto en la mejilla y me aleje para retirarme.

La voz débil de Ares me hizo detenerme, no entendía muy bien lo que decía, hablaba casi en susurro.

—¿Perdón?

—Dreng —repitió.

—¿Dreng? —me quedé unos minutos pensando— nada mal...—respondí con una sonrisa que él nunca vio, pues jamás regresó a verme.

Cerré la puerta tras de mí. Y fue automático el llanto que solté. Estoy haciendo lo mejor que puedo en sobre llevar esto. Mis lagrimas no son de tristeza, ni siquiera frustración, simplemente es una alegría que ni yo se porque estoy sintiendo, acariciaba mi abultado vientre e imaginaba cómo va ser mi vida en unos meses, rodeada de otras dos personitas a las cuales les daré todo el amor que tengo, y que, junto con Draco y Scorpius, amaremos hasta donde la vida nos permita. Necesitaba de este momento para darme cuenta que mi hermano tenía razón, él nunca me dejaba. Alarick de alguna forma me seguía dando las fuerzas necesarias para continuar con esto, si no fuera por eso, ya hubiera colapsado al no poder sobrellevar la depresión de mi padre, no poder convivir con mi hermano como deseo. Perdí al amor de mi vida, mi otra mitad, mi calma. Pero de algo estoy segura, Alarick se fue, si, pero no se llevó esa parte que él completaba en mi vida: la valentía. De alguna u otra forma, mi hermano aún estaba conmigo y me sigue haciendo sentir...valiente.

☆☆☆☆

Los Malfoy aguardaban fuera de la habitación del joven matrimonio de la Mansión Edevane. Draco no dejaba de caminar de un lugar a otro, con sus manos entrelazadas a sus espaldas. Una elfa doméstica mantenía entretenido al pequeño Scorpius quien no dejaba de preguntar donde estaba su mami. Lucius estaba tan serio como siempre pero no quería decir que estaba preocupado y emocionado como todos.

—Draco por favor —replicó Lucius al ver como era la octava vez en que Draco se levantaba y se volvía a sentar en el sillón de terciopelo turquesa que decoraba el pasillo—. ¡Me estás mareando!

—Lo lamento —se sentó esta vez para mantenerse así- pero estoy demasiado ansioso, no lo sé —dijo mientras abría y cerraba sus manos.

Lucius comprendía a su primogénito, pues pasó por lo mismo hace tiempo, sentía la misma impaciencia que Draco. Entendía perfectamente que es un sentimiento difícil de explicar.

Draco movía su pierna derecha y jugueteaba con el anillo de bodas que portaba en su mano. Lucius se fastidió y tal y como lo hacía cuando Draco era un niño, le dio un ligero golpe con su bastón en la rodilla.

—¡Me estás fastidiando!

Las puertas de la habitación se abrieron dejando ver a Narcissa con una sonrisa llena de felicidad, se acercó a su hijo y Draco la abrazó, la sonrisa en el rostro de su madre lo significaba una cosa.

—Todo salió perfecto —acortaron el abrazo, ninguno dejaba de sonreír. Narcissa acarició las mejillas de su hijo—,te están esperando.

Draco miró a Lucius, él asintió y señaló la puerta. El platinado sentía sus piernas dormidas y una sensación extraña en su estómago, una emoción grande. Entró a la habitación, había enfermeras que estaban limpiando un poco y al verlo le sonreían para felicitarlo. Tras él iba Narcissa llevando de la mano a su nieto quien aun no entendía bien qué era lo que sucedía exactamente.

Ahí estaba ella completamente exhausta y sin importar como, así se miraba tan bella como siempre, sin una gota de maquillaje, sin pasar un cepillo por su despeinada cabellera. La imagen frente a él era digna de enmarcarse. Angeline no dejaba de ver esas pequeñas personitas que tenía en sus brazos, besó delicadamente la cabezita de cada uno derramando unas cuantas lagrimitas sobre las cabecitas de sus mellizos. Cuando alzó la vista, los ojos de su príncipe se iluminaron aún más.

—¿Quieres conocerlos? —lo invito a acercarse.

Draco parecía un infante curioso, no dejaba de sonreír y sentir su corazón golpear con rapidez su pecho. Antes que nada beso los labios de su esposa y le susurro lo mucho que la amaba, luego, su vista se clavó en esas perfectas personitas. Angeline le entregó a uno, Draco lo tomaba con un cuidado exagerado. Angeline sonreía conmovida por la bella imagen.

—Hola mi pequeña —la bebe abrió los ojos eran tan grises como los suyos. Draco sonrió y con tacto acarició la suave mejilla de la pequeña—.¿Quieres conocer a tus hermanos, Scorpius? – le preguntó a su hijo mayor, quien solo asintió con una sonrisa inocente.

Narcissa y Lucius se acercaron con el pequeño en brazos, apreciando a la bella beba que descansaba con tranquilidad en los brazos de su padre.

De repente todos enfocaron su vista en quien había entrado a la habitación así tan abruptamente. Las miradas fueron clavadas en Ares, quien lucia más pálido de lo normal, aunque su cabellera estaba sujeta (aunque no perfectamente como antes) en su típica coleta. Observo a todos ahí, primero se enfocó en los Malfoy, en su nieto Scorpius quien lo miraba con desentendimiento, pues ya hacía tanto que no miraba a su abuelo salir de su miseria. Draco se sintió raro, no miedo, no incomodidad, simplemente extrañado, pues nadie esperaba que él se fuera a presentar.

—Qui-quisiera conocerlos —dijo Ares señalando a su hija. Draco y Angeline se miraron—,por favor...

-Por supuesto —contestó Draco sonriendo aun con su ceño fruncido.

Narcissa y su esposo se hicieron a un lado con el pequeño, Ares camino a un paso más lento y cansado hasta Draco. Miró a la pequeña y dibujó una ligera sonrisa torcida.

—Es bellisima...—susurro.

—Es Altais -dijo Draco.

Su visión se enfocó en su hija recostada en la cama con su pequeño en brazos, aquel que pareció llamarle pues estaba soltando ligeros sollozos, miró a Draco una última vez y se acercó a Angeline con cierto temor.

—¿Puedo? —preguntó y ante la afirmación de Angeline, Ares tomó a su nieto en brazos.

El niño se estremeció un poco al perder el contacto con su madre, pero de inmediato se acopló al calor de su abuelo. Todos observaban a Ares con tanta atención, sorprendiéndose de la gentileza y el cariño con el que miraba a ese pequeño.

Angeline no pudo evitar sonreír al ver eso, miro a Draco y él se acercó a su esposa con su hija en brazos.

El rostro de Ares casi parecía iluminarse como los faros alumbrando las noches, era como si su alma hubiera regresado a su cuerpo luego de un largo viaje y la felicidad retomara su regreso. La alegría, la tranquilidad...todo había regresado a Ares con solo ver aquellos y hermosos ojos verdes del recién nacido.

—Hola Dreng —dijo mientras una sonrisa se dibujaba en su rostro y aquel pequeño tomaba con curiosidad su dedo —eres tu...

Solo eso basto para entender muchas cosas.No era para menos que su felicidad hubiera regresado, mi pequeño Dreng era la copia exacta de mi hermano.

La felicidad siempre regresa a nosotros pero primero nos deja con algo de tristeza para aprender a encontrar el regreso a ella. Pues, la tristeza nunca será para siempre, a menos que lo deseemos.

Tal vez Ares, por fin podía ser todo lo que nunca pudo ser durante sus años oculto pero sobre todo, entendí algo...

Yo hacía valiente a Draco.

Mi madre hizo valiente a mi padre.

Mis hijos, mi esposo, ellos me hacen valiente.

Mi hermano y yo éramos valientes estando juntos.

Pero sobre todo...nosotros; Alarick, mi madre y yo, hacíamos que Ares fuera valiente.

Tal vez esa valentía se perdió cuando también perdió a dos sostenes importantes para continuar...pero, mi pequeño Dreng le regresó la devolvió.

Nunca podríamos aprender a ser valientes y pacientes si solamente hubiese alegría en el mundo.


Fin




N.A: Muchas gracias a quienes se tomaron la molestia por leer esta historia, y sobre todo tenerme paciencia pues más de una vez las deje esperando jajaja perdón.  Gracias a todas y todos los que dejaron comentarios, no saben lo feliz que me hacía leer todo lo que dejaban, y las ganas que me causaba seguir escribiendo y sobre todo editando y corrigiendo.

Quizás esta historia vuelva a subirse ahora en la nueva cuenta thelastmaximoff ahí subiré varios fanfics y os tanto de Marvel como de Harry Potter.
Esperó verlos por allá.♡

Travesura realizada

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