::38::
Angeline
Buscaba a mis amigos entre tantos cuerpos, tantos cuerpos sin vida, tanto carroñeros, mortifagos y...estudiantes, esparcidos por el interior y exterior del castillo. Ni un solo ruido podía oírse, el sollozos y los llantos de los amigos de los fallecidos era tan bajo que apenas y se podía percibir, solo se notaba la tristeza en sus rostros afligidos y llenos de dolor y lágrimas.
—¿Nada? —pregunté a Draco mientras este se acercaba a mis espaldas. Me había detenido en el pasillo que daba al gran comedor.
—Descuida —me abrazo por detrás queriendo brindarme el consuelo que necesitaba, beso mi mejilla—, los encontraremos.
Antes de que pudieran responder, escuchamos a Luna, quien se acercaba corriendo hasta nosotros, la alcance y la abrace con todas mis fuerzas, agradecida de verla solo con algunos moretones y su tan característica ropa colorida sucia.
—Alarick está en el comedor —dijo Luna señalando las grandes puertas a sus espaldas.
Sentí un peso menos, suspiré y los tres traspasamos las puertas.
El ambiente era lúgubre, se sentía el sufrimiento, angustia... y no se que era peor, ver los cuerpos tirados afuera o dentro del gran comedor donde alguna vez estuvo lleno de estudiantes y profesores alegres.
Varios llegaban con camillas que tenían heridos o en su desgracia: más muertos.
Camine entre todos ellos, observando a cada profesor y estudiante herido, escuchaba ligeros lamentos y sollozos. Me aferre del brazo de Draco, todo esto parecía irreal, estaba viviendo mis pesadillas.
Algunos de mis compañeros de casa yacían cubiertos por mantas blancas para no ver sus cuerpos destrozados o heridos, otros estaban tratando sus heridas y algunos se consolaban.
—Angeline —Samantha me abrazó, y escondió su rostro en mi hombro.
Al alejarse un poco de aquel corto abrazo, vi su rostro transformarse, sus lágrimas caían al instante en que escondía su llanto entre sus manos, mi hermano la abrazó y ella sollozaba en su pecho. Alarick me miró y negó, mi corazón latía con fuerza, al mirar a mi derecha casi caigo de no ser que Draco me aferraba a él.
En el suelo estaban los cuerpos de Dagna y Laionel. Samantha estaba destrozada y no era para menos, sus mejores amigos y ahora amigos míos, mi familia...estaban muertos.
Note que Draco igualmente sentía la pérdida de dos personas que nunca nos dejaron, que estuvieron para nosotros y que decidieron venir y luchar...solo porque se trataba de nosotros. Entonces pasó, Laionel abrió los ojos pegando una gran bocada de aire e incorporándose, Sam se quedó boquiabierta al ver a nuestro amigo prácticamente burlar a la muerte.
Sam no dudó en caer al suelo y abrazarlo, aunque Laionel estaba confundido y aturdido. Miraba a todos lados desconcertado y al ver el cuerpo de Dagna, quien, desafortunadamente, no corrió con la misma suerte que él, arrugó su rostro y su piel se tornó tan roja como su cabello.
—Me salvo —soltó Laionel sonando su nariz y mirando a Sam—. Los trolls nos rodearon, Dagna había perdido su varita y todo lo que hizo fue protegerme —escupió con su voz quebrada y lágrimas descendiendo por sus mejillas cortadas.
—Su muerte no va ser en vano, ten eso en claro —contestó Sam de forma reconfortante, sobando la espalda de su amigo y con su mano libre cubría el cuerpo de su querida amiga.
Mi estómago se revolvió, retrocedí unos pasos dejando a mis dos amigos compartir su pena. Era tan extraño, pero sentía el olor de la sangre en mis fosas nasales, sentía mis hombros pesados y el cuerpo me dolía como si me hubieran golpeado una y otra vez. Todo era tan repentino, apenas lograba procesar algo y ya estaba recibiendo algo peor.
Observe a Alarick quien le susurraba a Draco algo, por la mirada que este puso supe que no era nada bueno, miro a mi hermano esperando una confirmación de sea lo que sea que le haya dicho, Alarick asintió, mi príncipe suspiro y tallo su rostro con frustración. Mire hacía la puerta del gran comedor, los heridos seguían llegando, algunos se reencontraban con sus amigos y otros se abrazaban compartiendo sus penas, regresé mi mirada hacía el fondo, ahí, estaban los Weasley pero me inquietaba.
Mis ansias eran más fuertes, mis manos sudaban y mi pecho estaba siendo oprimido con fuerza.
—Ya vengo —anuncie, mientras me armaba de valor para ir hasta allá, sin embargo mi hermano y Draco se pusieron enfrente.
—Por favor no...—dijo Alarick mirándome a los ojos, sabía que intentaba ocultar algo.
—Fuera de mi camino —ordene.
—Angeline, por favor solo escucha —esta vez fue Draco quien habló, su quijada se tenso.
—¡Qué de quiten! —me abrí paso en medio de ambos.
Pase por encima de varios cadáveres, entre ellos pude notar los rostros de Remus y Tonks, pero conforme me acercaba a los Weasley, empecé a sentir que las piernas me falseaban, mi corazón latía tan rápido como una locomotora en marcha. Un frío escurría por mi espalda, mientras que, detrás de mí, Draco y Alarick intentaban detenerme.
Bill estaba abrazado de Fleur, Percy en una esquina maldiciendo y bufando repitiéndose una y otra vez que todo era su culpa.Harry y Hermione mantenían distancia y los señores Weasley tratando de consolar a Ron y alejarlo de un cuerpo al cual se aferraba como si soltarlo significara acabar con su vida.
Me detuve al sentir que el aire que respiraba se tornaba frío y que de pronto todo a mi alrededor empezaba a oscurecerse conforme miraba la escena. Ron soltó el cuerpo y al ver de quien se trataba tuve que callar mi grito, cubriendo mi boca con ambas manos.
—No, no....no...puedes hacerme esto....—dije sin detener mi dolor, sentía el sabor de mis lágrimas al perderse en mis labios. Me acerque y me arrodille sosteniendo el rostro de Fred.
—Angeline...—George se arrodilló a mi lado y me abrazó con fuerza escondiendo su llanto en mi cabello.
—Fred, vuelve...¡FRED TIENES QUE DESPERTAR! —grité tan fuerte que un gran eco se formo.
—Fred, vuelve...¡FRED TIENES QUE DESPERTAR! —grité tan fuerte que un gran eco se formo.
Fred Weasley, mi querido amigo, había muerto. No quería creerlo, no, él no. Aquel encantador chico que me saco un millón de risas en momentos que más lo necesitaba, había caído en batalla. Por una parte me sentía tranquila de saber que habíamos terminado bien, que ni él me guardaba rencor y ni yo sentía culpa alguna por haber fallado.
Los brazos de Draco me levantaron, sosteniéndome en sus brazos porque yo estaba por desvanecerme en cualquier momento. Fred, Remus, Tonks...Dagna, todos muertos en batalla por la misma causa. No murieron en vano, fueron valientes hasta el último momento y eso siempre va a ser recordado.
Mi hermano se paró delante de mí. No quería que siguiera atormentado por la desgarradora escena, y junto a Draco me sacaron de ahí.
Habían pasado unos minutos, horas...no tengo idea. Pero los 5, los que quedamos de nuestra pequeña familia, estábamos en total silenció, sentados en el suelo de lo que alguna vez fue un largo pasillo de Hogwarts.
Laionel tenía la mirada perdida en el infinito. Alarick estaba recargado en la pared y Sam descansaba en su hombro, Draco me acariciaba el cabello, mientras yo estaba recostada en sus piernas. Nadie decía nada ¿Qué podíamos decir? Cada uno tomó esto como un golpe duro. Sam perdió a una leal amiga al igual que Laionel, quien no parado de repetir lo culpable que se sentía y que él debió ser quien falleció en lugar de Dagna, Draco estaba alejado de sus padres, no lo decía, pero yo lo conozco, se que esta pensando en ellos y preocupado por cualquier locura que pueda cometer Narcissa con tal de saber que el este a salvo.
Mientras, mi hermano y yo nos mirábamos de vez en cuando, tampoco lo decíamos, no era necesario para saber lo aliviados que nos encontrábamos de tenernos frente a frente.
—¿Y ahora? —preguntó Laionel, rompiendo el silencio y jugando con una pequeña piedra.
—Esperar, a que Potter pueda hacer algo —respondió Alarick con un largo suspiro.
Tal vez no estábamos seguros de que Harry lograra poner fin, solo resta esperar. Laionel se acomodo una vez más, desanimado por no tener una respuesta concreta.
Un terrible dolor de cabeza me hizo ponerme en pie, Draco trataba de calmarme y Alarick y los demás se acercaron. Una vez más, Ares me estaba haciendo ver imágenes de lo que estaba o podía pasar, cuando logré sacarlo de mi mente, lo primero que vi al recobrarme fue los ojos de Draco llenos de angustia y los de mi hermano, preguntándose que vi.
—¿Qué fue lo que viste? —Samantha fue quien puso en palabras la pregunta de todos.
—Voldemort... —me aferre a la mangas del saco de Draco—, viene para acá...
Me levanté y todos siguieron mis pasos. Algo pasaba o mejor dicho, estaba por suceder, nos encontramos a mitad de camino con los demás igual de desconcertados que yo. La luz de la mañana estaba golpeando nuestros rostros, no tardaría en amanecer. Nos quedamos inmóviles al ver que Voldemort venía entrando al castillo y detrás sus leales seguidores, unos carroñeros tenían preso a Hagrid sujetándolo de unas cuerdas que rodeaban su cuello y en sus brazos cargaba lo que al parecer era el cadáver de Harry.
—¡Harry Potter ha muerto! —gritó victorioso Voldemort.
Hermione y Ron estaban a mi derecha y pude escuchar un suspiro que callaba un grito desgarrador por parte de mi amiga. Ron negó apretando su puño, nadie podía creerlo, no podíamos quitar la mirada del ahora fallecido Harry, era el fin.
—¡El error de Potter! ¡Fue intentar huir de mi! —miró a sus seguidores—. ¡Harry Potter murió!
Su ejército estalló en risas frente a su líder, Voldemort regresó a vernos a todos.
Alarick y yo nos miramos tomándonos de la mano, compartimos la misma angustia, coraje y miedo...
Voldermot no dejaba de restregar en la cara su gran victoria. A su lado, justo del lado izquierdo del señor tenebroso estaba Ares, al principio me costó trabajo reconocerlo, no era para menos, se veía desaliñado igual o peor que Lucius Malfoy, su cabellera negra y larga se encontraba suelta, tenía una mirada demacrada y note que sus ojos estaban completamente apagados, además, me percate de ciertos moretones en su rostro y cicatrices.
Hagrid dejó en el suelo el cuerpo de Harry y lo cubrió con su capa invisible, pues, al instante ya nadie más podía ver a nuestro querido amigo.
—... ¡Su fe estará mejor conmigo! ¡Únanse a mi! O...¡Morirán!... —sentenció Voldemort.
Hubo un silencio por varios segundos, hasta que vimos a Neville pararse frente al mismo señor tenebroso, los mortifagos miraban como un débil muchacho, gritándole groserías y arrojándole incluso pequeñas piedras.
—Debo decir que esperaba algo mejor —anunció Voldemort, causando risas entre sus seguidores—. Tu nombre.
—Neville Longbottom.
—Bueno Neville, creo que podremos encontrar un lugar en nuestras filas.
—Quiero decir algo —interrumpió mi amigo sin temor alguno.
—Creo que quedaremos fascinados con lo que vas a decirnos —anunció Voldemort expandiendo su sonrisa petulante y aumentando el intenso rojo de sus ojos.
—No importa que Harry haya muerto. ¡Las personas mueren a diario! Amigos, familiares...hoy perdimos a Harry. Pero siguen aquí, dentro —señaló la parte izquierda de su pecho—.Con Fred? Remus, Tonks...todos. Pasamos grandes años con Harry...¡Su muerte no será en vano! —miró a Voldemort quien se burlaba de cada palabra que mi amigo decía—. ¡La tuya si!
Voldemort petrificó a Neville. Calle un grito que deseaba salir de mi boca, tomó el sombrero seleccionador del suelo el cual Neville había tenido en sus manos tan solo segundos atrás, y entonces lo colocó sobre la cabeza de mi amigo.
—¡Esto es lo que les pasara! —el señor tenebroso había prendido en fuego al sombrero—. ¡A todos aquellos detractores! ¡Únanse! O...¡mueran! —repitió con el mismo gozo que antes— .Bien como veo que nadie ha tomado la grata decisión de salvar su vida...pues...
—¡Confringl! —apareció Harry, dejando caer de su cuerpo la capa de invisibilidad y lanzando un hechizo contra Nagini.
Todos quedamos atónitos y felices al verlo con vida, aun sin saber cómo o por qué. Voldemort se enfureció y empezó atacar a Harry quien huía de él por los corredores, Voldemort lo intentaba detener con hechizos fallidos.
Los mortifagos huyeron y algunos corrían empezando atacarnos. Pero no íbamos a permitirlo, íbamos a seguir apoyando a nuestro amigo.
Todo estaba de nuestro lado, Thestralls, aparecieron bajando del cielo y los centauros empezaron a lanzar flechas contra los seguidores del señor tenebroso, la batalla no iba terminar así.
—¡TODOS ADENTRO! —gritó uno de los profesores mientras desviaba ataques de los demás.
Antes de entrar me detuve a ver algo épico; McGonagall, el profesor Horace y Kingsley luchaban contra Voldemort, impidiendo que llegara con Harry. Y por otro lado Laionel montado sobre el lomo de uno de los centauros que llegaban a darnos apoyo. Laionel recibió un arco y varias flechas y empezó a atacar.
Entrando al castillo la batalla continuaba, esta vez nadie iba permitir que más vidas se robaran.
—¡POR EL AMO REGULUS! —gritó un elfo que lideraba un pequeño ejército de elfos, atacando a mortifagos que intentaban entrar al gran comedor.
Samantha se enfrentaba a un duelo en las escaleras del castillo, ayudando a Bill y Fleur. Mientras que Alarick desviaba ataques con ayuda de Seamus, Draco se les unió y yo corrí al interior del gran comedor, uniéndome a Ginny, Hermione y Luna, bateando duelo contra Bellatrix.
—¿Es todo lo que tienes? —se burló una vez más al verme fallar y desviar un hechizo que casi me daba.
Ginny trato de atacar por la espalda pero Bellatrix le lanzó un Avada Kedavra que afortunadamente ella logró detener. Esto desató la furia de Molly, apartó a Ginny del camino y amenazó a Bellatrix.
—¡A mi hija no, perra!
La risa de la bruja fue callada al fin, subestimo a la señora Weasley y de algo estoy segura es que nunca debes subestimar a una madre furiosa. Los hechizos intimidaron a la alocada Bellatrix, dándole ventaja a Molly, petrificando y rematando con un último ataque que hizo estallar a Bellatrix frente a nuestros ojos.
Regresé mi vista fuera del gran comedor, Alarick luchaba contra Rabastan, otro desgraciado, no pude verlos por mucho rato, terminaron desapareciendo frente a mis ojos. Salí corriendo del gran comedor, apartando a cualquiera que se interpusiera en mi camino. De reojo vi a Draco luchar contra más mortifagos, Samantha lado a lado de Luna lanzando ataques contra los carroñeros queriendo entrar al castillo.
Draco gritó mi nombre, y sabía que corría detrás de mí, pero yo no iba a parar, tenía que ayudar a mi hermano.
Lance fuera de mi camino a un mortifago, petrifique a otro, hasta quedar libre de estos idiotas. Llegué a las escaleras donde Rabastan tenía a mi hermano luchando por esquivar diversos ataques, estaba indefenso, su condición lo había vuelto lento pero no significaba que se iba rendir, vi esquivar y desviar diversos ataques.
---Empezar música--
—¡Expulso! —grité y Rabastan cayó de espaldas, dándole tiempo a Alarick para que que retomara el aliento, mientras me acercaba para ayudarlo a ponerse de pie, pasó su brazo por mis hombros y yo lo sostenía por su cintura—. ¿Quieres volver a separarte?
—Creó que soy más fuerte a tu lado —dijo Alarick sonriendo, intentando ocultar su cansancio y el dolor, empezamos a bajar las escaleras con cuidado, su pierna estaba recta apenas y podía doblarla.
Ares apareció frente a nosotros, abrió la boca para decir algo pero un grito a nuestras espaldas nos hizo darnos cuenta de que Rabastan se había recuperado y estaba más furioso que nunca.
—¡AVADAAAA!
—¡NO —mis oídos aún no creían que aquel grito de miedo era por parte de Ares.
Todo pareció volverse en cámara lenta, aferré con más fuerza mi agarre a Alarick, no lo dejaría solo, mucho menos a mitad de esto, pero aquel destello verde se acercaba cada vez más a nosotros. Ares gritaba nuestros nombres y para mi era como escucharlos muy a lo lejos y de una manera tan distorsionada que daba miedo.
El tiempo pasaba despacio, pensaba que esto sería el fin, pues no podía lograr sacar mi varita del bolsillo de mi suéter. Entonces, sentí como Alarick se soltaba de mis hombros y me empujaba con todas sus fuerzas, mis pies se entorpecieron y empezaba a caer, intenté darme la vuelta para tomar la mano de mi hermano y jalarlo conmigo pero no lo logré, mis dedos apenas lograron rozar la tela de su saco.
Ares me tomó del brazo envolviéndome por primera vez en un abrazo que sin mentir, demostró todo lo que nunca había demostrado en años, aquel abrazo fue solo...para ver como mi vida finalmente se terminaba ante mis ojos.
Ambos caímos rodando por las escaleras, recibiendo algún que otro golpe en mi cabeza. En cuanto el impacto se detuvo, lo que vi fue el resultado para que de mi interior saliera un grito tan desgarrador que mi garganta sangro y mis pulmones sacaron todo el aire que podían contener.
Sentí mi alma escaparse. Mis fuerzas se perdieron, mis rodillas chocaron con el duro suelo sin perder el agarre de Ares, mis ojos se inundaron de lágrimas
Nada, nadie podría sentir lo que yo, nadie iba consolarme , nadie iba saber como hacer que la vida me regresara.
Mis gritos no demostraban ni un poco del sufrimiento que estaba pasando de ver a mi hermano sin vida.
¿Alguien más escuchó mi corazón romperse? 💔
¿Qué sintieron al leer esta parte?
La verdad que si da tristeza ver que Angeline apenas estaba asimilando la muerte de Fred para ver a su hermano morir.
¿Cuál es hasta este momento su mellizo Edevane favorito?
Lamento haberlas hecho sufrir, pero tenía que hacerlo u.u
Nos leemos pronto.♡
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