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~Angeline~

 
Era extraño mirarlo así, recostado en esa camilla con sus ojos completamente cerrados, ignorando cualquier cosa que pasara a su alrededor. Quizás este sería su último momento de paz, quizás sería la única forma en la que conociera la calma, desearía se mantuviera así, sin embargo es evidente que esperó pronto se levante y mirarlo directo a esas bellas lunas que posee.

— Tus amigos pueden sospechar — me susurro Alarick a mis espaldas, vigilando la entrada para que nadie de nuestros amigos se acercará. 

— No quiero dejarlo solo — admire la palida piel de mi querido Draco, tan blanca que parecía que la luna lo había creado.

— ¿Y si no despierta ahora?

— Lo hará — regresé a mirarlo muy segura — tenlo por hecho.

— Angeline...— susurro — no quiero que hagas esto. No sabemos lo que podría ocasionar.

— Por supuesto que sabemos — sentí un nudo en mi vientre — estoy dispuesta a correr el riesgo. 

— Potter nos a seguido mucho, y hoy...— arrugo el rostro — ni siquiera lo hevisto ¿Crees que haya huido?

— Por favor, si algo he conocido en este tiempo junto a él es que jamás abandonaría a sus amigos.

— ¿Y crees que sigamos siendo amigos después de lo que pase esta noche? 

Guarde un largo y frío silencio. Alarick tenía razón, después de lo que estoy dispuesta hacer esta noche perderé a mis amigos, Neville, Luna...

Imaginarlo me rompió el corazón, incluso algunas lágrimas luchaban por salir de mis cansados ojos, pero no volvería a llorar. Limpié rápidamente con la punta de mi pulgar mi lagrimal, me enderece y miré al cielo a traves del ventanal. No había ni un solo rastro de la luna o las estrellas, solo nubes que cubrían lo que pudo ser una hermosa noche.

Miré a mi hermano recargado en la pared, viendo hacía el pasillo, intentando aparentar estar calmado cuando esta tan nervioso y preocupado como yo. Algo tan típico de él, hacerse el fuerte cuando yo estoy quebrada, ocultar sus emociones por verme a mi consimida por las mías, a veces he creído que solo he sido egoísta al dejar que Alarick se preocupé más por mi bienestar que el suyo.

Draco emitió un pequeño quejido esperé a que abriera sus ojos, sin embargo no hizo ni un movimiento más.  Suspire decepcionada. Por suerte Snape logró detener la hemorragia por el ataque, no tendría más que algunas cicatrices apenas visibles, tenía que mantenerse en la enfermería todo el fin de semana. 

Los delgados dedos de Draco rozaba ligeramente mi muslo sobre mi media negra, sentí un escalofrío bajar por mi espalda y mis mejillas arder, acerque mi mano lo más que pude a la suya notando la gran diferencia de color de nuestras pieles, pese a ser blanca, junto al palido color de Draco mi piel pareciera amarillenta, por alguna razón eso me causo gracia y me reí internamente dibujando apenas visible una sonrisa ladeada. 

Draco se burlaria de esto si pudiera, siempre sacaría provecho de algo así para molestarme. Mi mente se lleno de nuestros recuerdos juntos, quiero volver a ese tiempo... 

La manga de mi sueter se subió un poco, dejando expuestas heridas que deseaba olvidar. Inmediatamente la acomode, mientras mi cabeza era golpeada por aquella noche. Me levante de inmediato de la cama donde Draco descansaba, sentía mi cuerpo marearse tal y como esa vez.

— ¿Estas bien? — Alarick se apresuraba acercarse a mi, preferí detenerlo alzando mi mano, él retrocedió dos paso.

— Estoy bien — baje lo que pude la manga de mi suéter, Alarick entendió. 

— Son solo recuerdos, lo que importa es que estas aquí...conmigo.

No lo había mirado directo a los ojos desde aquella noche. No me había percatado de toda su tristeza, no solo era un amargo recuerdo que esperaba enterrar, para mi hermano es un momento que jamás se esfumara de su cabeza, mucho menos de su corazón. 

— Nunca te lo dije...— me cruce de brazos, bajando la vista al suelo — lo lamento. 

No pude mantenerle el contacto visual. Estaba apenada, arrepentida del mal rato que  hice que pasará. Me sorprendió sentir sus brazos rodearme y acariciar mi largo cabello dandome el perdón no pedí hasta ahora, tenía que disculparme y así lograr soltar mi acto más cobarde. Acepte el abrazo luego de un rato, recargando mi rostro sobre su pecho escuchando el palpitar de su corazón.

— No quise herirte, jamás hubiese hecho algo que te lastimara — susurre aferrandome a él. 

— Estabas asustada, eso era todo. Ya paso mi pequeña Angeline — beso tiernamente mi cabeza, durando así un largo rato — jamás dejaré que nadie te lastime, ni siquiera tu misma.

Luego de separnos ambos miramos una vez más el oscuro cielo.

— Tengo que ir... —  sali de la enfermeria a paso veloz, escuchando a Alarick gritar que me detuviera.

Los pasillos estaban llenos de aurores que debes en cuando regresaban a vernos, observé a mis compañeros disfrutar de esta noche sin importar el clima. Alarick no dejaba de gritarme y yo tampoco me detenía. El caminó hasta la sala de menesteres se sintió más largo que de costumbre pero por fin llegué y antes de poder entrar Alarick me tiro del brazo girandome hacía el.

— No te dejaré sola — me solté haciendolo a un lado dandole la espalda. 

— Lo haré sola, Alarick no hay tiempo y tome mi decisión. 

— Angeline no puedo dejar que hagas esto. Se que no volveras a ser la misma...por favor.

— Tienes razón — aclaré con la frente en alto, sacando cuidadosamente mi varita del interior de mi sueter — no seré la misma.

Me di la vuelta muy rápido desenfundado mi varita, llevándome la sorpresa de que Alarick había hecho lo mismo.  Nunca imagine estar en una situación como esta, ambos manteniamos las manos firmes y el contacto visual. 

— No me hagas hacerlo...— rogue.

— Se que no lo harás. — aseguró dando unos cuantos pasos al frente. Cuidando de que nadie nos mirase.

— Alarick, debo hacerlo sola. 

— ¡No! Yo estoy aquí, estoy contigo.

— ¿Y eso a que te a llevado? Estas tan preocupado por mi que no te das cuenta de como estas tú, no te pones a ti primero.

— Pues así lo prefiero, mientras tu existas así va ser, no me importa nadie, ni nada...te mantendre a salvo así tenga que dar mi vida. — su mano empezó a temblar, otra vez detenía sus emociones. — Angeline por favor...

Baje lentamente la varita, me partía mirar el desespero en su rostro. Alarick hizo lo mismo, bajo la guardia y yo aproveché. 

— ¡Expulso!

El hechizo rebotó con un pilar, Alarick lo había desviado. 

— Por favor Angeline, no lo hagas... — pronunció volviendo a levantar la guardia. 

Lance otro ataque que Alarick bloqueo, no tardamos en empezar una pequeña batalla  donde solo yo atacaba y Alarick bloqueada mis ataques.

— ¡Mirate maldita sea! — gritó en medio de los ataques. 

— Quiero proteger...

Me tomo por sorpresa un ataque de su parte, afortunadamente logré desviarlo causando una ligera grieta en la pared a mis espaldas. Ahora ya era una batalla.

— ¿Arriesgarte es protegerme? — se escondió detras de una columna justo a tiempo de que mi hechizo lo golpeara — Estamos juntos en esto...

— Es hora de ponerme de pie.

— Pero no así — salió repentinamente del pasillo, aunque esta vez ningúno ataco, simplemente nos mantuvimos en guardia — esto no te correspende...

— No sabes porque lo hago.

— Es por él, lo sé. Por Malfoy — Me tomo de sorpresa lo que salió de su boca, incluso me mantuvo distraída un momento — Soy tu hermano, tu mellizo. Claro que se mucho de ti incluso más que tu, se que sientes algo se que quieres protegerlo porque no tiene a nadie...¡Lo sé! 

— Callate...— titube.

— Podemos hacerlo, juntos. Tú, yo y Draco... — incluso mencionar su nombre en una situación como esta le molestaba — ningúno volvera estar solo, lo prometo Angeline...

— Tu no sabes...

—¡Ya basta con eso! 

— ¡Desmaius!

Alarick cayo de espaldas al suelo, me quede estática ni yo me creía esto, escuche sus quejidos por los fuertes espasmos en su cuerpo.  Sin embargo no podía sentir culpa en estos momentos, tenía que hacerlo..

Dentro de la sala de menesteres busque el armario que nos tocaba reparar a Draco y a mi. El palpitar de mi corazón hacía eco junto el sonar de mis botines, corria alrededor de pilas y pilas de objetos como si estuviera dentro de un laberinto, cuando lo encontre quite la pesada manta blanca que lo cubría llenando mi rostro de polvo. 

El armario empezó a moverse, se escuchaba como manecillas de reloj, lentamente la puerta se fue abrieron y la primera en salir fue Bellatrix 

— Querida Angeline... — Me sonrió mostrando sus amarillentos dientes, ahogando una flematica risa — Deberías estar orgulloso, Ares...

Ares salió al final y me miro completamente confundido, supongo esperaba verme con mi hermano. Los demás se adelantaron,siguiendo a Bellatrix que pegaba brincos como si de saltar en el parque estuviera.

— ¿Dónde esta Alarick? — me interrogó  pronto Ares.

—¡Ares! — gritó Bellatrix apresurandolo,  me dio una última mirada y se retiro.

Cuando perdí a mi padre de vista, sentí unos brazos rodearme por la espalda, intente gritar pero me cubrieron la boca, odiaba ser tan pequeña, mi cuerpo se elevo ligeramente del suelo y mis piernas se movían descontroladamente en mi intento de safarme del agarre.

— ¡Soy yo! ¡Soy yo, Angeline!

Draco me soltó dandome vuelta y tomandome del rostro para observarme mejor, sus preciosos ojos volvían a conectarse con los míos.

— Estas bien...— susurre.

— ¿En qué pensabas? — note el cambió repentino en su voz — ¿Planeas hacerlo tu? 

— No quiero que hagas algo que te dejé marcado de por vida. 

— ¡Claro¡ ¿Y por eso lo haras tú? No voy a permitirlo, ya has pasado mucho...

— Exactamente por eso una cosa más no cambiara nada,  Draco—  añadi. 

Draco se aparto de mi unos instantes, aún sin soltar mi rostro. Estaba bajo su encantó y no quería perder ni un instante el contacto con él.
De la nada me tomo de la muñeca con fuerza, tirandome hacía él y bajando la manga de mi suéter, observando la horrible cicatriz de mis muñecas.

Una presión fuerte me pego en el pecho. Vi su rostro contraerse y sus hermosos ojos brillar, reteniendo sus lágrimas. 

— Por esto... — el nudo en su garganta le impedía hablar — Por esto no dejaré que lo hagas...¡Lo vi Angeline! — fue difícil retener su llanto, yo sólo escuchaba sin poder decir nada

Ahora entendí que estuvo despierto todo ese rato en la enfermería y el porqué mis recuerdos me pegaron tan duro, Draco había entrado a mi mente y había visto la noche en que intenté quitarme la vida.

— No te incumbe lo que haya o no hecho, ni el porque — me solte de su agarré, volviendo esconder mi gran error bajo mi sueter.

— ¿No me incumbe? Por algo estoy aquí, Angeline — su mano volvió a sostenerme del brazo, regresando a vernos una vez más. 

— No te confundas, Draco. Tú estás aquí porque no tienes opción, porque temes por tu familia y si no lo haces...— guarde silencio — intentamos proteger lo que amamos, eso es todo.

— ¿Y aún dudas del porque estoy acá? 

Mi corazón se detuvo por unos segundos. 

— ¿De qué hablas?

— No te quería cerca no porque no quería tu ayuda o la de tu hermano — tomo una gran bocanada de aire —  En realidad no quería sacar mis verdaderos sentimientos en estas circunstancias.

— ¿Tus verdaderos sentimientos...?

Después de mucho volví a sentir sus cálidos labios sobre los míos. Era necesario, lo era, necesitaban esto para tener valor y seguir con lo que estaba por llegar, fueron segundos que parecieron años eternos de húmedos y cálidos besos. Enrede mis brazos alrededor de su cuello, parandome se puntillas y Draco  me apego con sus brazos alrededor de mi cintura sincronizando el palpitar de nuestros corazones.
 

Al separarnos ambos teníamos  una una sonrisa que devolvió aquella luz que se había apagado en nuestra vida.

— Tengo mucho por proteger Angeline y eso te incluye a ti. Esto solo me hizo confirmar aún más lo que en realidad siento hacía ti.  No me has dejado sin importar nada...

— Draco, nunca te dejaré...estoy aquí para ti.

— Me encantaría que este momento fuera eterno pero...hay una misión que cumplir — añadió.  

— Es hora.

Entrelazamos nuestras manos  dispuestos a enfretarnos a lo que ya estaba desatado.

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