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Una corriente eléctrica le recorrió el cuerpo de pies a cabeza, robándole el aliento mientras los labios de su novio se fundían con los suyos en un beso urgente, cargado de deseo y necesidad. Si hubiera podido hacerlo, Taehyung habría dejado escapar un suspiro asombrado, no por la intensidad con la que Jungkook lo besaba, sino por la ternura que se escondía detrás de cada caricia, de cada roce. Era esa mezcla de pasión y cuidado lo que hacía que su corazón latiera con tanta fuerza, impaciente y tembloroso.

Iba a ser su primera vez, y negarlo sería inútil: los nervios lo invadían. Pero había algo que le daba una paz profunda, y era el hecho de que fuera Jungkook quien lo tocaba así, con tanto amor, con tanta dulzura. Eso bastaba para que supiera, sin dudas ni vacilaciones, que quería dar ese paso con él.

El camino hasta llegar aquí había sido todo menos sencillo. Literalmente, todo comenzó con una confusión, una de esas que duelen más de lo que deberían. Tuvieron que atravesar momentos difíciles, heridas que no sanaron de un día para otro. Pero mirar hacia atrás ya no dolía tanto cuando el presente era este. Estar aquí, de esta forma, se sentía como una recompensa inesperada, pero profundamente merecida.

Durante mucho tiempo, Taehyung estuvo perdido, entregando su corazón a quien no lo quería. Pero ahora... ahora lo tenía claro. Si lo que venía a partir de este momento era junto a Jungkook, entonces no importaba cómo fuera el camino. Él estaría feliz.

Sintió las manos de su novio deslizarse por debajo de su camiseta, y su cuerpo reaccionó al instante, arqueándose de forma casi involuntaria ante el roce directo de sus dedos contra la piel. El calor del contacto, tan íntimo y a la vez tan lleno de ternura, lo hizo jadear suavemente. Se separó de sus labios por un instante, no porque quisiera alejarse, sino porque necesitaba mirarlo. Quería ver en sus ojos esa certeza, esa conexión silenciosa que no se decía con palabras. Y ahí estaba: un amor tan claro, tan profundo, que le llenó el pecho de algo más poderoso que el deseo.

—¿Vamos a la habitación? —preguntó en un susurro entrecortado, su voz arrastrada por la respiración agitada que aún no lograba controlar del todo.

Jungkook no respondió de inmediato, pero esbozó una sonrisa antes de inclinarse a dejar un beso sobre la boca del otro y asentir.

—Agárrate fuerte.

Un pequeño grito escapó de sus labios cuando, sin previo aviso, Jungkook lo levantó con una facilidad que lo dejó sin palabras. El impulso lo hizo aferrarse con fuerza al cuello de su novio, mientras sus piernas se enredaban alrededor de su cintura. Su primer instinto fue protestar, murmurar que probablemente era demasiado pesado para que lo cargara así, pero las palabras murieron antes de salir. Jungkook lo sostenía con firmeza, sin el menor indicio de esfuerzo, como si llevarlo en brazos fuera lo más natural del mundo.

Taehyung escondió el rostro en su cuello, entre avergonzado y encantado, mientras su corazón latía desbocado. Podía sentir el calor de su cuerpo, el ritmo tranquilo de su respiración, y todo en él parecía decirle que no tenía nada de qué preocuparse.

Antes de salir de la sala, Jungkook se detuvo un instante. Giró la cabeza hacia un rincón del lugar y, echó un vistazo a la camita donde Yeontan dormía profundamente, hecho un ovillo entre sus mantitas. Se quedó unos segundos en silencio, simplemente asegurándose de que el pequeño estuviera bien, antes de volver a caminar por el pasillo para ir a su habitación.

Al llegar, Jungkook lo depositó con cuidado sobre la cama. Le dio un beso breve, pero lleno de ternura, antes de incorporarse y dirigirse a la mesita de noche. Abrió el cajón y sacó de su interior una pequeña botella de lubricante y un condón. Taehyung, aún tumbado entre las sábanas, observó los objetos con curiosidad antes de alzar una ceja en dirección a su novio.

—¿Qué? Me gusta estar preparado —dijo el azabache, intentando sonar casual, aunque el rubor en sus mejillas lo delataba.

Taehyung soltó un suave bufido, negando con la cabeza mientras una sonrisa se dibujaba en sus labios. No tardó en volver a sentir el peso cálido de su novio sobre él, esta vez con una urgencia más marcada. Sus bocas se buscaron de nuevo, besándose con intensidad, como si el mundo fuera a desaparecer si se detenían.

La habitación pronto se llenó de jadeos entrecortados, del sonido de respiraciones que no lograban estabilizarse, del roce de sus cuerpos y de la ropa deslizándose lentamente, cayendo al suelo sin cuidado. Se miraron en silencio mientras se despojaban de las últimas prendas, con una fascinación que hablaba más que cualquier palabra.

Jungkook se inclinó hacia su oído, sus labios apenas rozando la piel caliente, y le susurró con voz grave, casi ronca por la emoción.

—Eres jodidamente hermoso...

El rostro de Taehyung se tiñó de rojo de inmediato. Sus manos se aferraron a los brazos de Jungkook, deslizándose lentamente por sus músculos, buscando un ancla, algo tangible que le ayudara a no perderse en todo lo que estaba sintiendo.

—E-es mi primera vez... —admitió en un susurro tembloroso, su mirada buscando la del otro con cierta inseguridad, aunque también con una fe ciega.

Jungkook lo sostuvo con la suya, sin una pizca de duda, como si pudiera jurarle que no había nada más importante en ese momento.

—Descuida, mi amor —murmuró con una sonrisa serena mientras acariciaba su mejilla—. Yo me haré cargo de todo... tú solo déjate llevar.

Un leve asentimiento bastó para que Jungkook volviera a capturar sus labios con hambre renovada. El ambiente se tornó denso, cargado de deseo, mientras el calor de sus cuerpos parecía impregnar la habitación. Taehyung dejó escapar un jadeo ahogado cuando los besos comenzaron a descender por su mandíbula, cada uno más urgente que el anterior, hasta alcanzar la curva de su cuello. Allí, Jungkook se detuvo solo lo suficiente para provocarlo con su lengua, mordisqueando suavemente la piel sensible, dejando un rastro de escalofríos a su paso.

Cuando llegó a su pecho, Taehyung apenas logró contener el gemido que amenazaba con romper el silencio. Su cuerpo se arqueó involuntariamente al sentir los labios de Jungkook cerrar alrededor de uno de sus pezones, su lengua lamiendo con lentitud antes de morder justo lo suficiente para hacerlo temblar. Las manos de su novio no se quedaban quietas, tocándolo con una mezcla perfecta de urgencia y devoción, como si quisiera memorizar cada rincón de su piel.

Sus ojos no se apartaban de él. Jungkook lo miraba con una intensidad que lo dejaba sin aliento, como si lo estuviera absorbiendo todo con la mirada, y Taehyung, perdido en esa conexión, no podía hacer más que devolverle la misma atención, atrapado en ese vaivén de deseo y ternura.

El descenso continuó, lento, cargado de intención. Jungkook recorrió su abdomen con la lengua hasta llegar a su miembro ya erecto, dejando un camino húmedo y ardiente que lo hizo estremecer. Taehyung lo seguía todo con los ojos, cada movimiento, cada caricia, cada suspiro.

—¿Sabes cuánto te amo? —preguntó de pronto Jungkook, su voz rasposa, teñida de emoción y deseo.

Taehyung quería responder, decirle que sí, y que él también lo amaba con todo lo que era, pero el placer ya comenzaba a nublarle el juicio. No dijo nada, y parecía que Jungkook no esperaba respuesta alguna.

—No tienes ni la más mínima idea... —susurró.

Y entonces, sin más advertencia, lo tomó por completo con la boca.

El aire se escapó de los pulmones de Taehyung en un jadeo ahogado. La calidez y la presión lo envolvieron al instante, arrancándole gemidos que no pudo controlar. Jungkook se movía con seguridad, con una destreza que lo hacía perder la razón. Cada succión, cada movimiento de su lengua, era como un golpe directo a sus sentidos. Y Taehyung solo podía aferrarse a las sábanas, con los labios entreabiertos y la mente en blanco, sintiéndose completamente rendido ante él.

Se deshacía en jadeos y maldiciones entrecortadas, totalmente entregado al vaivén rítmico de la boca de su novio sobre él. Cada movimiento era una descarga eléctrica que lo atravesaba por completo, haciéndolo retorcerse bajo su tacto. Pero entonces, sin previo aviso, Jungkook se detuvo. Taehyung estuvo a punto de soltar una queja por el abandono, hasta que alzó la vista... y lo vio.

Jungkook lo observaba desde arriba con una mirada tan cargada de deseo, tan oscura y firme, que el aire se le quedó atrapado en los pulmones. Luego se inclinó, y con su lengua limpió lentamente la saliva que se le escurría por la comisura de los labios, demasiado excitado para haberla tragado. El gesto lo hizo estremecer.

Acercó sus labios a los suyos, pero no para besarlo, sino para hablarle con voz baja, rasposa, con un susurro que le atravesó el pecho.

—Si te vas a correr... va a ser conmigo dentro tuyo.

Taehyung no protestó, no lo necesitaba. Solo asintió con la respiración agitada y aceptó el beso que le ofrecía, un beso profundo, cargado de urgencia. Se aferró a su nuca, temblando bajo el peso de su cuerpo y el calor que irradiaba. Tan absorto estaba en las sensaciones, en el roce de sus lenguas y en la presión ardiente contra su piel, que apenas notó el sonido de la botella de lubricante siendo abierta hasta que sintió el primer dedo ingresar en su interior. Su espalda se arqueó al instante, un gemido escapando de su garganta sin filtro. Quería más. Lo necesitaba todo.

—Te amo, Kook... te amo... ah... —murmuraba con devoción, entre gemidos, sus palabras temblando en el aire mientras Jungkook lo preparaba con delicadeza, con movimientos pacientes pero firmes.

Un segundo dedo se sumó, deslizándose más profundo, y esta vez fue diferente. Rozó un punto dentro de él que lo hizo jadear con fuerza, su cuerpo sacudiéndose por la oleada de placer. Jungkook lo miraba con intensidad, estudiando cada reacción suya, cada estremecimiento. Se aseguraba de que todo fuera perfecto, que no sintiera más que placer.

—Yo también te amo... —susurró sobre su boca, justo cuando un tercer dedo se abrió paso, haciendo que Taehyung soltara un gemido más alto, tembloroso, casi desesperado.

El azabache descendió de nuevo hasta su pecho, su lengua atrapando uno de sus pezones mientras sus dedos se movían en su interior, provocando que Taehyung se moviera contra ellos, hambriento, jadeando cada vez que sus miembros se rozaban por accidente.

—Kook... entra ya... —suplicó, su voz quebrada, llena de deseo.

Jungkook no dijo nada. Simplemente retiró sus dedos con cuidado y tomó el condón que había dejado a un lado. Se lo colocó con manos temblorosas por la anticipación, dejó caer más lubricante sobre sí mismo, asegurándose de estar más que preparado, de no lastimarlo, ni siquiera un poco. Y entonces se alineó con su entrada.

Sus labios buscaron los de Taehyung otra vez, pero esta vez no hubo prisa. El beso fue lento, tierno, casi reverente, como si cada caricia fuera un te amo. Al mismo ritmo, con esa misma delicadeza, comenzó a entrar en él, despacio, controlando cada movimiento, cada respiración. Quería que se sintiera amado, cuidado... completo.

Cuando por fin estuvo completamente dentro, se detuvo. Permaneció quieto, rodeándolo con sus brazos, dejando pequeños besos por su rostro mientras sentía los latidos de ambos entrelazarse. Esperando a que se acostumbrara a la sensación y al tamaño.

—Eres tan hermoso... —susurró contra su mejilla—. Te amo. Soy tan afortunado de ser tu novio.

No pasó mucho tiempo antes de que el cuerpo de Taehyung comenzara a removerse bajo el de él, inquieto, hambriento. Jungkook lo sintió tensarse ligeramente, sus manos aferradas a sus brazos, sus caderas moviéndose en busca de más. Lo entendió al instante.

Comenzó a moverse, lento al principio, empujando con suavidad, dejando que sus cuerpos se reconocieran, se memorizaran. Pero el ritmo fue cambiando poco a poco, volviéndose más firme, más profundo, hasta que finalmente comenzó a arremeter con fuerza, con ese deseo que ya no podía seguir conteniéndose.

Los sonidos que salían de la boca de Taehyung lo tenían hechizado. Gemidos dulces, jadeos que se volvían más rotos a cada embestida, palabras entrecortadas que salían como súplicas: más, no pares, por favor, sigue. Su voz lo volvía loco, lo empujaba a querer darle más, a entregarse por completo.

Y lo hizo.

Jungkook lo besó con toda la pasión que llevaba guardada, devorando sus labios entre embestidas, dejando promesas selladas en su piel. Su mano bajó entre sus cuerpos y rodeó su miembro, comenzando a bombearlo con el mismo ritmo con el que entraba en él. Quería hacerlo temblar, quería verlo quebrarse en sus brazos.

Y lo consiguió.

Taehyung se aferró a él con fuerza, su espalda arqueándose al sentir cómo el placer lo sobrepasaba. Sus gemidos se elevaron, su respiración se rompió en un sollozo contenido cuando llegó al clímax, derramándose en la mano de su novio y parte de su abdomen. Su expresión en ese momento fue pura belleza: los labios entreabiertos, las mejillas enrojecidas, los ojos nublados de deseo y ternura.

Jungkook no pudo resistirse a seguir. Continuó moviéndose dentro de él, estimulándolo incluso en medio del orgasmo, haciendo que los temblores en su cuerpo se prolongaran mientras su interior lo apretaba con fuerza. El placer se acumuló sin piedad, hasta que ya no pudo resistir más. Con un último gemido, profundo y quebrado, se dejó ir dentro de él, su cuerpo estremeciéndose por completo mientras el orgasmo lo sacudía desde dentro. Se dejó caer sobre Taehyung, su frente apoyada en su hombro, mientras los espasmos aún recorrían su cuerpo como oleadas imparables.

Permanecieron así unos segundos, respirando el uno contra el otro, envueltos en el calor y el temblor de lo que acababan de compartir. Solo cuando sus latidos comenzaron a calmarse, Jungkook levantó el rostro y buscó los ojos de su novio.

Taehyung lo miraba con una sonrisa cansada, pero serena, una de esas sonrisas que hablaban más que cualquier palabra, que decían "gracias", "te amo", "soy tuyo".

—¿Estás bien? —preguntó Jungkook en voz baja, con ternura, retirándose de su interior con cuidado. Se quitó el condón, le hizo un nudo rápido y lo desechó en el cesto de basura junto a la cama. Luego abrió el cajón de la mesita de noche y sacó unos pañuelos, limpiándolo con la misma delicadeza con la que lo había amado minutos antes.

—Lo estoy —respondió Taehyung, su voz suave, rendida. Se dejó abrazar sin dudar cuando su novio volvió a su lado, rodeándolo con sus brazos—. Fue perfecto. Te amo... mi chico bonito.

Jungkook sonrió, y esa sonrisa era pura luz, una que solo Taehyung tenía el poder de hacer florecer en su rostro. Lo atrajo aún más cerca, como si quisiera fundirse con él de nuevo, y dejó un beso tierno en su frente.

—Sí... y yo a ti. También te amo, bonito.

Y en ese abrazo, en ese silencio que ya no necesitaba llenarse con palabras, supieron que no importaba lo que viniera después. Ya se tenían. Y con eso, era suficiente.



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KOOK FINALMENTE LA PUSO✨👏🏻 JAJAJA Holiiii💜 ya volví. Les comenté por mi canal que había cambiado de celular, así que el formato de las publicaciones cambiará también, espero que no les resulte incómodo el cambio.🥺

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