𝘃𝗶. ⊳ 𝗧𝗵𝗲 𝘄𝗮𝘆 𝘁𝗵𝗲𝘆 𝗹𝗼𝗼𝗸𝗲𝗱 𝗲𝗮𝗰𝗵 𝗼𝘁𝗵𝗲𝗿.
❛ 𝒀𝒐 𝒅𝒂𝒓𝒆́ 𝒎𝒊 𝒗𝒊𝒅𝒂 𝒆𝒏𝒕𝒆𝒓𝒂 𝒑𝒐𝒓
𝒔𝒂𝒄𝒂𝒓𝒕𝒆 𝒅𝒆 𝒍𝒂𝒔 𝒑𝒆𝒏𝒖𝒎𝒃𝒓𝒂𝒔 ❜
❝ O5. LA FORMA EN QUE MIRABAN AL OTRO. ❞
❛ ROMPERÉ CON TU CONDENA
EN ESTE MUNDO QUE SE DERRUMBA
DAME UN POCO MÁS DE TIEMPO
QUE MI ÚLTIMO ALIENTO YO LO DARÉ
PARA MOSTRARTE EL CIELO ENTERO ❜
A veces...supongo que hasta que no llegas a situaciones que te ponen al límite no aprenderás nunca la lección que la vida quiere darte pero aún con eso claro, nunca apliqué lo que pensaba...aun me pregunto si eso es bueno o malo.
(...)
Oh, el amor...¿como saber cuando inicia? Nunca se sabe la hora ni la fecha, solo hay de por medio...sucesos, memorias, felicidad. El amor es impredecible, jamás se elige a quien amar, no se puede obligar al corazón a amar a alguien y forzarlo podría romperte por dentro.
Pero Norm ya estaba roto por dentro, desde el momento en que Trudy se marchó y el aura oscura de la muerte se sentía pesada en sus hombros y mente, intentando seguir adelante y olvidar aquella mujer morena, de ojos marrones, con una admirable confianza, pero se dio cuenta con el tiempo que no se trataba de olvidar...sino que por el contrario, lo único que podía hacer era recordarla, recordar su rostro, su sonrisa, su voz, su esencia y tal vez así seria más fácil seguir adelante.
No podía negarlo, la extrañaba, pero no había nada ni nadie que la trajera de nuevo, solo podía verla en sus sueños y despertar sudado en su cama con la respiración agitada y un vacío en el pecho, añorando que si algún milagro podía traerla de vuelta, que fuese pronto.
Las noches eran largas y dormir no se permitía o allí la vería de nuevo en sus sueños, entonces pasaba sus noches en el laboratorio junto a Max, o charlando con Jake, e incluso, con los pequeños niños que ahora le veían como Grace: como su padre, y le gustaba eso, las risas de los pequeños niños na'vi, los abrazos alentadores de los Olangi y Omaticaya, las palabras determinadas de Neytiri, los sinceros, largos y sonoros abrazos de Jake e incluso ver al Clan entero empezar a recuperarse de tantas muertes y tristeza fueron parte poco a poquito de que ese destruido, pisoteado, magullado y solitario corazón fuera cicatrizando. Los tonos grises de su alrededor con los días se tornaban más y más de color, la ausencia de Trudy definitivamente había dejado marca, pero ahora ya no eran lágrimas las que decoraban sus mejillas sino una pequeña sonrisa; entendió que nadie le sacaría de aquel hueco y ahora tenía niños por quien luchar, el proyecto avatar también necesitaba de él y ya la tristeza no tenía espacio en su corazón que fue curado con risas, abrazos, palabras y color.
Norm había vuelto a ser él.
(...)
Desde el momento en que conoció aquella na'vi y el recuerdo de su extraño encuentro llegaba, su cabeza parecía en otro lado, la euforia encendía una pequeña sonrisa en su rostro y cuando usaba su avatar las puntiagudas orejas de na'vi le delataban cruelmente.
Las risas de los científicos que le notaban no podían faltar y apenaban más al hombre, que intentaba con desespero ocultarlo volviendo a su labor.
¿Cuando volvería a verla, aquella na'vi de verdes y amarillentos ojos, piel clara, con el más hermoso nombre? Era imprescindible la forma en que se habían desenvuelto, la forma en que cada movimiento de ella había quedado en su memoria grabado, reproduciéndose involuntariamente.
¿Donde estaba ahora?
(...)
Ga'ia, la más noble pero estricta hija de la tsahík del más poderoso clan en el suelo de Pandora mostraba su gran presencia con su paso firme y elegante, mirada atenta, ojos bien abiertos con retasos verdes, cadera curvilínea y espléndida caminata que captaba las miradas.
Ga'ia no solo era eso, pero era lo que el clan debía ver en ella: fortaleza femenina, una líder, la siguiente tsahík y gran guerrera, sabia, noble e inteligente. Sin duda en sus ojos y mano dura si lo debía ser. ¿Pero realmente siempre había sido así?
Recién había llegado del pequeño viaje junto a su ikran que llevaba el nombre de Kiralu, y en ese momento se abría paso por una de las aldeas del clan en busca de su madre y volver a sus labores como la próxima líder y tsakarem al igual que su progenitora, pero algo en su mirada y entrecejo le delataban de su molestia, pero la pregunta era ¿con que?
Y es que se suponía que había salido fuera de las fronteras del clan para un respiro pero el viaje que pensaba sería tranquilo de pronto se vio muy interrumpido a los pocos minutos de haber tocado tierra y encontrarse con un muy extraño avatar alíenigena. El solo hecho de recordar la forma tan insolente en que había llegado a ella hacia que sus orejas se hicieran atrás muy molesta.
Al menos no era del todo molesto y aquellos desconocidos ojos amarillos deslumbraban nobleza e incluso el tirar su única arma había sido un signo de que realmente confiaba que no le dispararía.
“Un poco curioso”, pensó ella mientras atravesaba una pequeña cabaña y veía a su madre meditando en el suelo, con los ojos cerrados, sus piernas cruzadas y varios inciensos encendidos; el rostro de la mujer era iluminado por la luz del día y sus largas pestañas lucían hermosas junto a sus rasgos por la avanzada edad.
Ga'ia quien solo entró en silencio, con paso elegante tomó asiento frente a su madre y copió su postura, finalizando con la cerradura de ojos.
El sonido del clan afuera se oía lejano y poco a poco las dos na'vis empezaron a cantar una pequeña estrofa para Eywa, su madre Tierra, la razón por la que existían.
Los cánticos y ululeos empezaron a llenar hasta el techo la pequeña cabaña y luego de unos segundos finalmente la canción terminó.
Sin embargo Ga'ia se notaba confundida, pues había sido corto aquel momento, más del que esperaba, aún así, se quedó en silencio y dirigió sus ojos suavemente al piso, esperando a que su madre terminara de levantarse.
—Haz llegado tarde, hija mía...—Habló la más anciana dándole la espalda.—Estás molesta, ¿ocurrió algo?
La voz en Sänume era tranquila y pacífica, un poco ronca pero siempre bajo control.
—No ocurrió nada, Madre.—Mintió la menor poniéndose de pie en silencio.—salí un rato antes de la caza.
La mayor solo se acercó con movimientos lentos hacia la salida y se giró una última vez a su hija:—Los guerreros te esperan, será mejor que te apures.
(...)
Solo habían pasado un par de días y para Ga'ia parecía ya aquel encuentro una cosa del pasado, algo que si tenía suerte no volvería a experimentar y cada quien seguiría con su vida, pero vaya que a veces Eywa le gustaba poner obstáculos en sus planes.
Y como si le sorprendiera, una vez más en el mismo sitio y hora del día, allí estaba aquel avatar de 5 dedos haciendo cosas extrañas con un aparato electrónico y tomando muestras de la flora. Al parecer aún no había notado la presencia de Ga'ia que se escondía entre la maleza.
Su mano apretaba el arco y flecha lista para apuntar y su pa'li aguardaba a unos metros más lejos. La capa púrpura que cubría su cabeza hasta el torso, hecha con tela tejida a mano por las artesanas de su clan no permitía que los rayos del sol iluminaran su rostro; atrapado en la penumbra y con una expresión dura y llena de carácter.
Pero la curiosidad le llenaba poco a poco.
Sus latidos se volvían más rápidos y sus largas manos empezaban a soltar su agarre de aquella filosa flecha que tenía unas plumas rojas escarlata. Su mirada cada vez más examinaba poco a poco aquel extraño que poseía pocas trenzas en su cabellera y llevaba consigo accesorios del clan Olangi. Definitivamente no era un enemigo entonces, dedujo.
Esa mañana, para Norm, algo de esperanza guardaba su corazón y ahora que Max le había pedido más muestras de la flora, que mejor oportunidad que volver a aquel lugar donde parecía ante sus ojos que un pequeño brillo en su corazón encendió una muy diminuta llama.
Había tomado todo lo necesario y tomó el camino tranquilo junto a su Direhorse, y en cuanto llegó solo hizo lo que mejor sabía: tomar muestras y hacer aquella vocación que hace más de 10 años le había llamado a ese paraíso llamado Pandora.
Tomaba la pequeña tableta en sus manos azuladas y anotaba lo que más podía, poniendo un par de consejos en práctica que grace en su momento le dio; disfrutaba de los sonidos de alrededor, admiraba la selva y dejaba que los rayos golpearan su piel.
Para Ga'ia el tiempo de irse había llegado. Todo eso había sido una pérdida de tiempo, así que sacudió un poco su cabeza y se alejó lentamente, con pasos largos y elegantes, una mirada sofisticada pero un poco cabizbaja en caso de ser vista.
Pero quien diría que un paso en falso haría que su locación se viera expuesta.
Entonces el sonido de una rama romperse llegó a los receptivos oídos de ambos, haciendo a norm girarse en aquella dirección un poco asustado pero curioso. ¿Había sido ella o sólo su estúpida imaginación?
Él quedó allí en silencio, con sus ojos atentos alrededor y finalmente, una sombra entre la alta maleza se movió con rapidez, desapareciendo en segundos, pero esta vez no perdería la oportunidad. No de nuevo.
Corrió hacia su pa'li y subió a él con agilidad, formó el tsaheylu y casi al instante el animal empezó a trotar con velocidad en busca de aquella sombra, y para su suerte, el ruido de esa desconocida llegaba a sus oídos, logrando localizarla a unos metros más adelante.
Un pa'li con un jinete de capa corría a toda velocidad de pronto llegó a sus ojos y sin dudarlo decidió acelerar el paso de su animal mientras su cabello un poco desordenado se meneaba hacia atrás, las plantas rozaban su piel y el sol chocaba con la selva de manera magnífica así facilitando su visión y no perder de vista aquel extraño jinete.
—¡Hey!—Escuchó repentinamente Ga'ia detrás, sosteniéndose con fuerza del caballo, pero no se atrevía a mirar atrás. Había sido descubierta.—¿Se encuentra bien?—Escuchó de nuevo otro grito de aquel alíen que le seguía.
Norm, que cada vez mas acortaba la distancia pudo entonces notar el arco entre la montura del pa'li: flechas rojas.
Justo como las de aquella na'vi que casi lo mata.
—¡Señorita!—Exclamó de nuevo, sin perder la esperanza. —¡Por favor, deténgase!
Pero Ga'ia solo pudo mirar hacia atrás con una mirada seria y casi al instante conectando su mirada con la de el hombre detrás que le perseguía a toda velocidad. Siseó molesta, pues aquella falta de sigilo ahora la había puesto en aquella situación.
—¡No necesito ayuda!—Gritó ella sin detenerse ni un poco.
—¡Sólo quiero hablar!
—¡Váyase!—Ella fijó su mirada al frente, pero su corazón latía con fuerza.—¡No es aquí donde debería estar usted!
—¡Eso mismo me pregunto yo de usted, ¿no es acaso de un clan lejano?!
—¡Eso no es algo que le interese!
Norm no se iba a rendir, pero sólo bastó de un gigante árbol caído que aquella na’vi saltó como si nada, dejando al científico y su Direhorse atrás, pues el animal se detuvo antes de saltar.
Él solo pudo maldecir y ver aquella extraña alejarse poco a poco en la maleza, con su capa cubriendo su rostro y solo dejándole ver sus labios.
—...maldita sea.—Susurró molesto.
La pelinegra pudo respirar tranquila, y luego de varios metros detuvo su caballo, girándose una última vez hacia atrás y retirar la capa de su cabeza. Le dio una mirada al hombre que no despegaba sus ojos de ella y asintió con una muy pequeña sonrisa en la comisura de sus labios.
Era digno de ser un protegido de los Olangi, y lo había demostrado, después de todo.
(...)
La llegada de Ga'ia de nuevo a una de las aldeas del clan había dejado a sus guerreros confundidos, pues de nuevo se había perdido de la caza matutina.
Todos notaron como el Pa'li desaceleraba mientras más se aproximaba y la jinete revelaba su rostro ligeramente relajado, erguida y sosteniendo con clase del animal.
—¿Donde habías estado, eh, Ga'ia?—Preguntó una de las guerreras un poco divertida mientras arreglaba la montura de su propio caballo.—Nunca te pierdes las cazas.
—¿Aún crees que huyendo puedes zafarte de la responsabilidad?—Inquirió divertido otro guerrero codeándose con su amigo.—Parece que dentro de poco tendrás que elegir un hombre para ser el Olo'eyktan o tu madre lo hará por ti, ¿no es así?—las risitas entre ambos empezaban de pronto a captar poco a poco la atención de Ga'ia.—A lo mejor si consigues un compañero podrás huir lejos, como solías hacer hace unos años...No creo que seas capaz de llevar este clan a la grandeza...Ga'ia.
De pronto la tensión entre el grupo de guerreros y cazadores se podía cortar con un cuchillo, en tanto los ojos estaban puestos sobre la na'vi.
—Cuando tenia 15 claro que huía de la responsabilidad, Ha'nri.—Empezó la pelinegra dirigiendo esa fría y calculadora mirada hacia su compañero.—Pero he madurado lo suficiente para saber que no necesito a un hombre para sostener en pie este clan. Porque, bueno, después de todo, si mi madre elige a alguien para mi ese no serias tú...—El pa'li de la na'vi empezó a acercarse a él, empezando a dar vueltas lentamente alrededor y dejando a Ga'ia clavar su penetrante mirada en el na'vi.—Un eyktan es fuerte...y tú jamás pudiste siquiera pasar el inkimaya...
El na'vi solo pudo quedar en silencio junto a su compañero ahora sin nada de lo que reírse.
—Dejen la discusiones para después.—Se metió de repente Sanüme sobre su pa'li y un par de Na'vis guerreros siguiéndola.—Hay una reunión de Olo'eyktans en las llanuras hoy a media noche. Quiero a los guerreros listos ahora.
La voz de la anciana sonaba fuerte y sonora a pesar de su edad; sin mas dio media vuelta y miró de reojo, aguardando por su hija, quien solo dirigió una última mirada hacia los cazadores y siguió en su caballo hacía su progenitora en silencio.
Las dos mujeres empezaron a avanzar en silencio, mirando al frente y un par de guerreros con lanzas en sus manos las respaldaban también en silencio. Uno de los escuadrones de guerreros se reunieron a ellos detrás, en filas y listos para partir con las provisiones.
Sanüme llevaba un traje más despampanante que de costumbre y así, con una mirada inquisitiva le indicó con una seña a uno de los guerreros que le pasara a su hija una bolsa tejida.
—¿Y esto?—Preguntó Ga'ia recibiendo el objeto pero sin detener el paso del animal.
—Dije que seria una reunión de Olo'eyktans.—Reiteró la mujer sonriendo mínimamente, intentando decir algo más.
Algo que le costó a Ga'ia interpretar, pues aún seguía uniendo cabos.
Decidió abrir la bolsa y encontró en ella un antiguo collar con detalles rojos y perfectamente tejido. El collar que su madre había usado cuando fue nombrada eyktan.
Una mirada de sorpresa se formó en el rostro de la menor y sacó con cuidado aquel objeto y lo puso sobre su cuello con delicadeza. Para cuando volvió a alzar la mirada notó a su madre detener su caballo y por inercia también copió la acción.
—¿Ahora lo sabes, hija mía?—Preguntó la anciana mirándola fijamente.
El entregar un objeto que solo había pertenecido a su familia por muchos años de pronto hizo sentido en su cabeza: cada vez más estaba más cerca de ser nombrada la siguiente líder del clan.
Y abrió su boca a punto de decir algo, pero fue su madre quien negó con la cabeza, esbozando una pequeña sonrisa:—Debemos irnos ahora.
Y sin más, la misteriosa anciana continuó su camino en silencio, acompañada de los guerreros y luego de un rato, su hija, quien confundida decidió seguirla de igual manera.
(...)
Una vez más, la sonrisa de Norm le delataba a su llegada al laboratorio. Había dejado al animal junto al resto en el clan y sus muestras ya las tenia en posesión Max.
El científico, entonces decidió pasar por la aldea de los Omaticaya, pasando un rato junto a los niños na'vi, jugando, enseñándoles y dejando que tomaran algunos de sus artefactos.
Pero la repentina llegada de Jake hacia él, le tomó por sorpresa.
—...¿Ocurre algo?—Preguntó él científico que aún seguía en su avatar.
Sin embargo, la mirada de su mejor amigo se veía un poco seria y su atuendo que le caracterizaba como líder lo llevaba puesto.
—Habrá una reunión en las llanuras. No creo que quieras quedarte.
Las sonrisas cómplices de ambos indicaban la clara decisión del científico: un efectivo Sí.
(...)
Las despampanantes estrellas que iluminaban la noche, la bioluminiscencia de las llanuras y las luces del clan Olangi llamaban la atención a simple vista para todos los visitantes que recibirían aquella noche no podían ser mejores. Clanes de muchas partes llegaban y llegaban, llenando aquel árbol de los Olangi majestuoso y alagando a Eywa con su presencia.
Awkey terminaba de organizar los últimos detalles cuando el séquito de los Omaticaya arribaban con gracia en sus direhorses.
—Jakesully. —Saludó el líder de los Olangi con alegría al nombrado, quien descendía de su caballo junto a su esposa y su mejor amigo.—Ha sido un tiempo sin vernos.
—Awkey, viejo amigo.—Saludó calurosamente Sully con un apretón de manos.
Neytiri se acercó en silencio al líder y mostrando su debida elegancia hizo su típico gesto con las manos y dijo:—Te veo, Awkey.
El na'vi respondió de igual forma y luego dirigió sus ojos amarillentos a Norm, que había estado con las manos detrás de su espalda, erguido y en silencio.
—NormSpellman.—El líder del clan entonces sonrió amenamente. —Es un placer ver a un guerrero como usted luego de mucho.
Una sonrisa nerviosa apareció en el rostro de Norm, pero decidió mantener la postura y con un poco de gracia hizo el gesto hacia el hombre y pronunció:—Te veo, Awkey.
—Por favor, sigan.—Espetó con cordialidad el líder dejándolos pasar junto al resto de guerreros Omaticaya.—Estamos por empezar.
(...)
La media noche estaba acercándose con rapidez, pero para Ga'ia parecía una eternidad, pues la llegada temprana de ella junto a su madre le ponía nerviosa, y más ahora que permanecía en una de las tiendas de los Olangi, sentada en silencio esperando por su madre.
Sus manos jugueteaban con el collar en su cuello y su mirada se paseaba de un lado a otro.
Las voces afuera indicaban que ya los invitados estaban presentes y la reunión de los Eyktans había iniciado.
Su cola se movía inquieta pero su mirada seguía fría y sin expresión, dirigiéndose hacia la entrada de la puerta, aguardando por la aparición de su madre.
(...)
—Ahora, que estamos todos presentes, es momento de iniciar.—Espetó uno de los líderes del clan Tawkami, parado junto al resto de líderes en frente del árbol y mostrando un atuendo lleno de flores y mucho color.
Norm permanecía a un costado, cerca Jake y su esposa, observando su alrededor en silencio, apreciando en especial aquel gran árbol en frente de él y la majestuosa luminosidad que ofrecía a todos.
La conversación no parecía importarle mucho, pues ya había estado presente en varias y aquello solo le correspondía a Sully.
(...)
No sabia cuantos minutos más habían pasado, y cuando menos lo pensó, alguien irrumpió sin avisar en la tienda que Ga'ia se encontraba, asustándola.
—Creí que aún estaban en camino.—Habló de pronto una voz femenina.
—Ikeyni.—Espetó aliviada Ga'ia al notar la mujer de pintura roja y blanca frente a ella.
—Creí que tu madre estaría afuera en esa reunión.
—...¿No lo está?—Preguntó frunciendo el ceño confundida.
—Me pidió que te acompañara.
Ga'ia solo miró pensativa al suelo, dejando quieto el collar. Sus orejas Escucharon los pasos de su compañera caminar por la tienda hasta volver de nuevo frente a ella, esta vez con algo entre manos.
—Que esperas ahí sentada.—Le dijo Ikeyni sosteniendo de pronto la antigua capa de ceremonia de su madre. Limpia, con plumas y hojas de la naturaleza la decoraban, igual de hermosa como la primera vez que la vio.
—...¿Que?
—¿Que crees que está por pasar, Ga'ia?—Preguntó la contraria sosteniendo el atuendo con delicadeza.—No llevas aquel collar sin un propósito.
De pronto los ojos de la menor se fijaron en aquella capa, confundidos e intentando unir cabos sueltos en su cabeza con extrema rapidez.
Primero el collar, luego la capa, ¿que estaba por ocurrir? ¿Era esa noche realmente una reunión común de Eyktans?
—No queda mucho tiempo...—Sugirió Ikeyni.
Entonces, en silencio Ga'ia se puso de pie y con ayuda de la mas alta logró colocar aquella capa sobre sus hombros, dejándola caer con elegancia hasta chocar con el piso, adornando su cuerpo.
Sintió la mano firme de la líder detrás de ella en su hombro pero no agachó su mirada, esperando por lo que tuviera que decir.
—Es hora de salir. Todos esperan.
(...)
Los líderes charlaban amenamente, mientras la noche los iluminaba y con ellos, también estaba Norm, junto a Neytiri escuchando la conversación así como todos los presentes, hasta que de pronto Awkey se levantó de su asiento y tras murmurar un poco con el resto, todos callaron, dejándole a él la Palabra frente al resto de na'vis.
—Hermanos y Hermanas. —Empezó el na'vi dando un paso al frente.—Esta reunión llevará una sorpresa por todos ustedes.—Continuó de pronto mirando hacia detrás de toda la multitud, llamando la atención de Norm y Neytiri quienes siguieron su mirada hasta encontrar a un par de Na'vis mujeres aproximarse.—¡Hoy, una nueva líder es nombrada y aceptada por el gran consejo de Olo'eyktans!
Los ojos de todos miraron hacia atrás y abrieron paso a la líder Ikeyni y junto a ella, una mujer con gran capa y cabello poco trenzado recogido un poco. Las dos caminaban en silencio y entre más se aproximaban al frente más sus rostros se veían nítidos.
A su vez, Sanüme llegaba junto a Awkey entre manos la antigua corona de plumas y hojas que usó cuando fue joven.
Los pasos firmes de Ikeyni disimulaban los torpes de Ga'ia, quien miraba al frente, justo hacia su madre a unos metros, aguardando por ella con aquella corona que indicaba su nuevo rango en el clan. Sus latidos eran fuertes y sus brazos temblaban un poco.
Caminó y finalmente llegó hasta quedar cara a cara con cada uno de los líderes, incluida su madre. Ikeyni se retiró de su lado y se dirigió junto a Awkey. Los ojos amarillentos de Sanüme solo miraban a su hija y viceversa.
Pero el sobresalto en las orbes de Norm fue evidente, al ver de quien se trataba aquella mujer con capa deslumbrante allí parada frente a todos los líderes.
Frotó sus ojos, esperando estar alucinando, pero no fue así. Ella estaba ahí, a unos metros de él, y por un momento pensó que acercarse estaría bien, pero sólo pudo quedarse allí, en silencio.
—Hoy Pandora y Eywa te aceptan...Ga'ia.—Espetó con carácter Sanüme. —Tu pueblo entero espera lo mejor de ti, Ga'ia Te Sanüme'ite. Eyktan del clan tipani.
Los latidos en su pecho eran casi perceptibles, pero sólo pudo respirar hondo y sin más, agachó con gracia su cabeza, dejando a su madre colocar aquella corona grande y pesada frente a todos los invitados.
Finalmente volvió a alzar la mirada y Awkey le invitó a subir con ellos, dejándola en la mitad de todos ellos y poco a poco cada uno de ellos empezó a poner sus manos en sus hombros, formando un gran círculo.
Su madre llegó hasta ella, con un cuchillo entre sus manos y mientras los cánticos que eran liderados por Ikeyni y todos los invitados, Sanüme le entregó a su hija el objeto.
—Para que un líder tome el cargo, el anterior deberá morir...—Espetó pacíficamente la anciana.
Norm, que estaba a unos metros atrás, sosteniendo los hombros de Neytiri y Jake, moviéndose un poco al ritmo de los cánticos vio entonces como la na'vi recibía el punzante cuchillo y lo alzaba con sus dos manos, lista para finalizar aquel ritual junto a su progenitora.
Lanzó el cuchillo directo a su madre sin más, haciendo una cortada superficial en su pecho y unas cuantas gotas de sangre escurrieron hasta caer al suelo, pero las lágrimas que amenazaban con salir del rostro de la menor también chocaban con el suelo frío, pues luego de tantos años aquel momento en que solo los sueños se veía cercano, ahora era real.
—Está hecho...—Susurró Sanüme sosteniendo de las manos a la menor.—Ahora eres su líder...Ga'ia.
Ikeyni, quien permanecía sosteniendo los hombros de Awkey y Mo'at les miraba orgullosa, con una sonrisa ladina y una leve aura de orgullo por su compañera, mientras Norm permanecía curioso y escéptico desde su lugar.
(...)
La reunión estaba llegando a su fin y todos se despedían del resto, mientras Sanüme permanecía en su caballo junto a su hija, charlando entre la multitud que se movía y cruzaba palabras.
La mirada de Ga'ia permanecía al frente con seriedad, despidiendo a los que se retiraban y sabía, admirando el cielo, que pronto amanecerá.
No hallaba la hora en que pudiera irse a descansar un poco, pero de pronto sus orejas se crisparon cuando aquellos grandes orbes notaron la presencia de alguien familiar.
Primero reconoció a Neytiri, la tsakarem de los Omaticaya. La había conocido cuando eran niñas y luego vio a su lado, a aquel alíen de 5 dedos charlando con el Olo'eyktan del mismo clan, al parecer eran cercanos.
—Conozco a ese hombre. —Espetó ella un tanto curiosa.
Su madre, quien siguió su mirada logró encontrar de quien hablaba su hija y espetó:—¿La mano derecha de Jakesully? Es un científico. Escuché que Awkey lo aceptó también en su clan.
—Es un alíen.—Opinó uno de los guerreros que les acompañaban.
—...Si, al igual que Toruk Makto.—Aclaró Ga'ia un poco molesta con tal opinión.
Bajó con cuidado de su pa'li y empezó a caminar rumbo a la tienda, pues había olvidado su cuchillo, regalo de un Olo'eyktan del lejano clan de los arrecifes, a quien tuvo la oportunidad de conocer en uno de sus viajes por Pandora.—Vengo en un minuto.
Caminó con prisa e ingresó de golpe a la tienda, hallando el objeto en el suelo junto a unas canastas, lo levantó y lo apretó, cerrando sus ojos un momento para finalmente guardarlo con ella de nuevo. Aquel cuchillo no era como cualquier otro, pues hacía un par de años, cuando intentaba buscar su lugar, y recorrió los rincones de Pandora en busca de aquel lugar el viento la llevó a los arrecifes, donde gente la recibió, enseñando sus costumbres y dejando en ella algo nuevo. Ese fue solo el inicio de un camino que le tomó unos años solo para descubrir que su lugar siempre había estado con su gente. Aquel cuchillo, después de todo, sería siempre no solo un regalo de los na'vis del arrecifes, sino un símbolo de su primer destino cuando quiso encontrar su lugar en aquel gran mundo.
Tomó un poco de aire, añorando aquella época y sin más, salió de nuevo de la carpa. Sin saberlo, Spellman estaba a sólo unos metros, encaminándose junto a jake y Neytiri hacia sus pa’lis y no fue casualidad cuando la vio cruzar, por lo que decidió adelantarse y logró tomarla por la muñeca, haciendo que se girara con brusquedad.
Los ojos de ambos conectaron al instante, y luego de unos segundos, el científico soltó el agarre, parándose erguidamente.
—...Usted.—Susurró Norm.
—Disculpe, pero tengo cosas que hacer.—Fue lo único que esbozó la na'vi para darse la vuelta y continuar, pero aquel avatar frente a ella tomó la delantera.
—Aún no sé su nombre.
—...Ga'ia.—Dijo ella, luego de dudarlo.—Lo dijeron durante la reunión.
—Cierto. Lo siento.—Se disculpó de inmediato.—Mi nombre es Norm.
La mujer lo analizó un momento y sin mucho ánimo espetó:—No creo haber preguntado.
—Lo siento.—De nuevo él agachó la cabeza apenado.
—Tal vez las féminas de tu mundo se dejen llevar por un sonrisa agradable y nada más, pero perseguirlas no es algo bien visto.
Un pizca de orgullo denotaba Ga'ia, pero el científico, que frente a ella le ganaba en estatura, sólo decidió quedar callado, pues no sabía si tomar el cumplido o aquella falta de respeto que hizo al seguirla.
—...Lo siento.—Tragó grueso y continuó.—Nuestros encuentros no fueron los mejores-
—No vuelva a hablarme nunca más. Vuelva con su clan y yo haré lo mismo.—Alzando un poco la barbilla, Ga'ia se giró esta vez para marcharse y dejar atrás aquel hombre con las palabras en la boca.
(...)
Solo unos días habían pasado desde aquella reunión y parecía que jamás se podría deshacer de aquel misterioso científico que era la mano derecha de Sully, y aunque se encargará de alejarlo, aparecía de alguna u otra forma, una y otra vez. Ahora, que era la líder de todo un clan sus deberes habían aumentado y con su madre ahora solo como Tsahík la organización quedaba sobre sus hombros, las reuniones, las cazas, encuentros, y demás cosas debían ser gestionadas.
Se estaba ahogando poco a poco, y cuando sentía que estaba por perder el aliento el mejor lugar al que podía acudir era Eywa, en aquel árbol mítico de voces donde solo le pedía a la madre de todo un poco de ayuda.
Noches enteras en aquel árbol incluso junto a su madre fueron retribuidas de buena manera e incluso con las semanas se volvía más experta.
Aunque aún cruzaba por la cabeza de ella ¿Donde estaba él ahora?
(...)
Unas cuantas semanas habían transcurrido desde que aquella na’vi le dijo su nombre por primera vez, más sin embargo ya no la encontraba en la selva y el miedo de no volverla a ver seguía ahí. Latente.
Estaba entonces sin su avatar ayudando a Neytiri con unas cosechas en una tienda cuando de repente una pregunta surgió en medio del silencio.
—Neytiri...—Esbozó el hombre de cabellos rubios cenizos sin mirar a la na'vi a los ojos.—Ga'ia...¿conoces ese nombre?
La mujer se giró confundida, pero decidió continuar con su labor:—...La líder de los tipani.
—Ella.
Neytiri quedó en silencio largos segundos, ganándose la curiosa mirada de su compañero.
—Ga'ia...conozco poco de ella, pero...su madre conoció a Grace y fue gracias a ella a quien le dio ese nombre...no tiene significado para nosotros pero para los humanos es-
—Madre Tierra.—Interrumpió Norm.
—Ella nació y creció con la presión de tomar el cargo de líder, por lo que huía constantemente cuando tenia 15 años...Ella solo quiere cumplir con su deber y...no necesita de un compañero para tal cosa, pues no cree en el amor ni el tsaheylu, pero como obligación...tarde o temprano tendrá que elegir una pareja. Tiene determinación, así que eso no le impedirá seguir con su vida, ignorando su pareja y guiándose hacia una vida...solitaria.—La na'vi cambió de canasta.—La conozco desde niñas, pero siempre fue reservada, incluso con su madre.
Norm suspiró.
—La felicidad tiene diferentes conceptos y si para ella eso significa ser feliz...lo mejor es apartarse.
(...)
¿Lo mejor era apartarse? Norm aún se negaba a retroceder.
Y tal vez fue precipitado, imprudente y estúpido, pero Ga'ia había decidido una mañana, tras largas noches pensarlo, en volver a aquel lugar, con la esperanza de volver a verlo.
Y, oh, Eywa definitivamente obraba allí, pues en aquel lugar estaba ese científico con chaleco y taparrabos, estudiando una vez más la flora e insectos que le rodeaban.
Esta vez no quiso ocultarse.
Pero su repentina presencia asustó al hombre, que en cuanto cruzó miradas se estremeció, y sin embargo se acercó a ella manteniendo cierta distancia.
—Que la trae por aquí.—Espetó él guardando el artefacto.—Creí que dijo que me quería lejos.
—...Así es.—Dijo ella acomodando su capa y la montura de su caballo, no obstante negándose a bajar del lomo del animal.—Sólo estoy de paso.—Habló un poco seca y lista para dar media vuelta e irse con su orgullo en alto.
Norm se rascó la cabeza sin saber que hacer y finalmente vocalizó:—Espere.
Ga'ia se giró de inmediato con esa fría mirada.
—¿Que debo hacer para que me apruebe?—Dijo él científico dando un paso al frente.—¿Que le molesta de mi?
La na'vi se removió en su sitio y tras pensarlo, se quedó callada.
—¿Que impresión hice mal para tenerme tal odio?
Pero ella siguió en silencio, solo descendiendo del animal mirando fijamente al hombre.
—¿simplemente no le agrado?—avanzó otro paso hacia ella.
—Por supuesto que no me agrada. —Espetó ella fría y cortante.
—Pues, dígame, ¿por qué?...¿Le he hecho algo?—la expresión desesperada y con poca paciencia en él le delataba.
Pero Ga'ia solo observaba en silencio, apretando su mandíbula.
—¡Es como un bebé!—Soltó molesta.—Usted...me saca de quicio. ¡Es incompetente, imprudente y hace cosas que solo un bebé hace!
Norm guardó silencio un segundo, suspirando:—Entonces que hace aquí. Hacía mucho no volvía, ¿que la trajo aquí? Dice que me detesta, entonces pregunto ¿que hace aquí?
Ella suspiró y acomodó con elegancia su capa:—Era yo quien solía venir aquí primero, así que le pido que se retire.
—No lo haré.—Dijo decidido.
—...¿Que?
—No me iré.
Ella bufó molesta y subió a su direhorse:—Bien. Entonces lo haré yo.
Probablemente fue ese sentimiento que empezaba a desconocer en su pecho el que le daba miedo y había terminado huyendo, y el orgullo de no volver le gritaba en la cabeza, pero ninguno conocía el concepto 'rendirse' y aunque lo quisieran o no, algo los obligaba a volver a aquel punto en la selva donde cada día se volvía rutina una y otra vez el verse allí. Ella haciéndolo ver como una coincidencia y él, con toda la intención de ir.
—Dividamos este espacio.—Alegó ella marcando una línea imaginaria en el lugar.—Usted se quedará de ese lado y yo de este.
—Parece justo.—Dijo Norm, aún así reconfortado por la compañía, pero tratando de usar sólo "su espacio" mientras ella usaba "el de ella".
Con el pasar de los días Ga'ia se soltaba más y más, ya no huía y charlaba más, ambos ignorando el hecho de que fuese ella quien le pidió a él no volver a hablarle, pues después de todo, cada uno disfrutaba la paz que traía la compañía del otro.
—Dije que ese es mi espacio.—Alegaba ella molesta tras la intrusión de él.—¡Fuera!
—¡Tiene toda la selva!—Exclamó Norm molesto pero risueño, aunque la na'vi sin peros se aproximó a él y lo tomó por los hombros, empujándolo hacia su lado.—¡Suélteme!
—¡Fuera!
Ga'ia continuó empujándolo aun mas indignada por las risas de él sin mirar por donde caminaban, y cuando se fijó que iban directo a un charco de lodo había sido demasiado tarde.
Cayeron ambos al tiempo en él y los artefactos en manos del científico habían sido totalmente dañados.
—¡skxawng!—Exclamó la mujer limpiándose el lodo allí tirada, pero las risas histéricas del contrario la desconcertaron y aquella risa de pronto fue contagiándola, soltando risas por lo bajo, hasta que él se diera cuenta del fallo en su aparato.
—Grandioso...—Soltó Norm observando su tableta destrozada. Intentó desesperadamente que logrará encender pero no fue así.
Ga'ia se levantó, desvaneciéndose poco a poco las risas hasta que sus grandes orbes notaron el daño hecho y sus orejas entonces se inclinaron para atrás.
Spellman notó el silencio de ella y se reincorporó, sacudiendo el lodo.
—Está bien.—Intentó decirle regresando a su espacio.
—¿No tiene arreglo?—Preguntó entonces ella siguiéndolo.
—¿No es este mi espacio de la selva?—Indicó divertido, haciendo que la na'vi se tornara seria, como solía ser.
La tranquilidad que los sacaba de la realidad por un rato era innegable y con los días, ya no solo eran charlas serias, sino también con risas, paseos junto a los Pa'li e incluso extensas explicaciones de artefactos del científico. Ella le enseñaba a cazar, usar un arco, él le enseñaba como usar las pantallas y varias máquinas. El balance perfecto.
—El inkimaya requiere paciencia y resiliencia...—Hablaba en calma Ga'ia mostrando su majestuoso Ikran rojo a su compañero, quien acariciaba el pecho del animal, admirando aquellos ojos profundos de la na'vi.—Lo harás cuando estés listo.—Explicó con delicadeza.
—Eso espero.—Fue lo único que salió de la boca del hombre quien estaba más ocupado admirando los ojos de ella que el banshee.
Con el tiempo las heridas de su corazón causadas por la partida de Trudy empezaban a cerrarse, y cada encuentro parecía eterno. Cada pequeño instante podría guardarlo el resto de su existencia y jamás cansarse.
—Entonces ¿esto muestra las propiedades de la flor?—Preguntaba ella curiosa, observando aquella tableta en manos de su compañero.
—No solo eso. También el tiempo que lleva viva, también si tiene veneno o no, también si...
—llevas diciendo mucho 'también'.—Alegó Ga'ia levantándose de su lugar divertida.
Sin saberlo, se habían vuelto cercanos y cada mañana Ga'ia desaparecía de su clan, para luego de unas horas volver con una expresión seria, impenetrable y lista para sus labores, mientras el científico volvía al laboratorio cada día más experto en no auto sabotearse con sus expresiones.
—¡No es una carrera, no se supone que me persigue!—Exclamaba divertida aquella na'vi luciendo esa capa tejida de color púrpura, en tanto él le perseguía junto a su pa'li.
—¡Entonces Detente!—Escuchaba los gritos divertidos.
Cada momento se volvía una hora, cada hora un día, luego se volvía una semana entera e incluso meses enteros en que aquel sentimiento indeterminable para Ga'ia crecía en su pecho.
Las visitas al Clan Omaticaya como líder de los tipani y aliada de Jakesully terminaban en miradas cómplices con el científico y roces entre sus manos en medio del silencio, fingiendo ser extraños en frente del resto.
Pero cuando nadie veía reían, gritaban, saltaban...compartían la misma paz.
(...)
Entonces el tiempo pasó, y cuando menos lo pensó ya se había acostumbrado ella a su compañía, incluso el verse en la mañana se había vuelto parte de la rutina, sin embargo fue su madre, la primera en notar aquella consecutiva ausencia.
—Ga'ia.—Interrumpió la anciana a la mujer que charlaba con una artesanas.—tengo algo que hablar contigo.
La menor solo asintió y dejó ir a las demás, prestando toda su atención en su madre, empezando a caminar junto a ella por una de las aldeas.
—Que ocurre, madre.—Preguntó ella, erguida y elegante, como siempre.
—Donde haz estado últimamente. La gente empieza a murmurar.—Espetó ella a paso lento y mirada al frente.—Desapareces cada mañana...—La anciana suspiró y se detuvo, extrañando a su hija, quien le miró a los ojos confundida.—¿Haz conocido a alguien?
—¿Que?—fue instantánea la respuesta.
La mayor agachó la mirada y se acercó a su hija, tomando una de sus manos:—Después de que tu padre muriera...construiste una pared dentro de ti, cómo si...El amor fuera...una debilidad. Sé que solo tenias 5 años cuando la gente del cielo lo...—Sanüme Aclaró su garganta.—...pero yo también lo perdí. Sé que siempre te ves seria, incluso conmigo, aún así el amo-
—No hay lugar para el amor en mi unión con alguien más.—Espetó Ga'ia firme, incapaz de mirar a su madre.—Es mi obligación, pero no quiere decir que amaré a mi pareja...
—No lo dices en serio...
—Sólo necesito alguien medianamente agradable con quien tolerar el resto de mi vida, y él no es una opción para ello.
—¿"Él"?—De repente los ojos de la mayor se iluminaron, pero el corazón de Ga'ia se estrujó, tragando cada palabra sobre él, pues siendo un 'alien' para su madre, jamás sería aceptado.
—Él tiene su vida y yo la mía...Sólo estaré con alguien a quien no ame, sin el problema de un corazón roto o el dolor de un duelo...
—Sé honesta...No importa quien sea.
Pero claro que importaba y su clan jamás podría saber de él…
(...)
¿Amor? ¿Lo amaba? ¿Él la amaba? ¿Era eso el sentimiento que su pecho, corazón y mente desconocían? ¿Era eso realmente? Y si así fuera cierto, nadie podría saberlo, nadie podía saber quién era él ni de dónde provenía, nadie tenía que saberlo.
Él ya recordaba con aprecio lo que Trudy dejó y aquel malherido corazón se abría a alguien más, aún con el miedo de que tal vez no sería mutuo, él decidió que no construiría una pared alrededor de su corazón, porque luego de tanto tiempo, supo que el amor no era una debilidad.
¿Y ella? Conocía cada faceta de él, ella era racional y era tan consciente de que el era un humano, un humano de dos mundos, con el corazón enterrado en Pandora y aunque su piel fuese humana, alíenigena o como le llamaran, eso jamás cambiaría lo que es, su identidad. Ella conocía su rostro humano y na'vi, conocía su risa y también cuando charlaban por horas en las mañanas y en ocasiones en las tranquilas noches.
Él estaba listo, e inconscientemente ella también.
(...)
Entonces la noche llegó a Pandora y allí estaba, entre la selva intentando alcanzar a la na'vi de cabello lacio que corría risueña hasta un lugar desconocido por él.
Sin embargo, a ella la seguiría fuera donde fuera, no importaba mientras estuviera con ella, todo parecía ser eterno.
Todo parecía ser irreal al lado de ella, y esperaba que a ella le pasara lo mismo.
No fue sorpresa para el científico en su avatar cuando en los terrenos de los Tipani un árbol púrpura más pequeño que el de espíritus empezó a verse frente a él, cada vez más imponente y aquella luminiscencia morada empezaba a iluminar su rostro y ojos amarillentos. La risita de Ga'ia de pronto le hizo volver sus ojos a la na'vi que seguía corriendo y mirándolo de reojo, pasando sus delgadas manos por las ramas del árbol poco a poco bajando la velocidad, queriendo admirar aquella belleza que los envolvía en un silencio majestuoso. El suelo radiante de luminosidad y el cielo estrellado les daba un tranquilo ambiente, dejando solo paso a escuchar sus pisadas y respiraciones.
La mujer se acercó hasta el centro del lugar y tomó con delicadeza una de las ramas púrpuras con delicadeza, como si de una pluma se tratara y luego tomó su larga trenza, dejando ver los pequeños tentáculos escondidos.
—¿Conoces que es este lugar?—Preguntó tranquilamente, sin mirar al científico cerca a ella.
—El...árbol de las voces.—Susurró Norm aproximándose lentamente.
—Aquí conectamos con nuestros antiguos guerreros...Los escuchamos...
Ga'ia de pronto creó el vínculo con cuidado y en silencio Norm decidió pararse frente a ella y tomar con él mismo cuidado una rama. Respiró hondo y creó el vínculo con su trenza haciendo que su cuerpo reaccionará con un fuerte escalofrío hasta la punta de sus pies pero tras un rato logró controlarlo. Norm calló, y decidió escuchar con sus receptivas orejas.
Al principio había silencio, sin embargo una voz femenina apareció repentinamente, una voz familiar, una voz que nadie más que él conocia: Trudy.
Sus ojos se movían con fuerza a través de sus párpados cerrados, su respiración empezaba a volverse pesada y rápida, y sin notarlo su cola se volvía inquieta.
—Trudy...—Susurró con dificultad.
"Estaré bien..." logró escuchar como un lejano eco.
Los jadeos fueron escuchados por Ga'ia quien deshizo con cuidado y gracia el vínculo y miró al hombre, que parecía no estar tranquilo allí. Su ceño se frunció en preocupación y decidió colocar con gentileza su mano sobre la de él, esperando que tal vez eso funcionara.
"Sé Feliz, Norm". Fue lo único que escuchó el hombre antes de que abriera de repente sus ojos, encontrándose con la na'vi de ojos hermosos de frente, llena de preocupación y un poco inquieta.
—Estoy bien.—Susurró Spellman deshaciendo el vínculo mientras trataba de calmarse.—Ya es tarde. Tal vez debamos volver.
Ga'ia, quien solo permanecía allí parada le miró comprensivamente al hombre.
—Ven conmigo.—Espetó ella secamente y tomando la muñeca de él empezó a guiarlo poco a poco más lejos de aquel árbol y llevando al confundido científico a un pequeño pozo de agua entre la maleza.
Casi parecía sacado de un sueño aquel místico y silencioso lugar, alejado del ruido y el mundo entero.
—Que es esto.—Preguntó él paseando sus ojos alrededor sin detenerse ni dejar el agarre de la na'vi, que seguía en silencio.
—La laguna de los pa'li.—Inquirió ella finalmente soltándolo y admirando su alrededor dejando de caminar con una expresión cada vez más seria.
Sus ojos inmensos se dirigieron al avatar, que caminaba con cuidado hasta chocar su vista con ella, congelándose por un segundo.
Estaba confundido tras el repentino silencio y sus orejas se crisparon con atención, esperando por algún movimiento mientras que cada vez mas su corazón latía con fuerza hundiéndose en aquellos orbes ajenos frente a él.
Asustada, pero incapaz de demostrarlo, Ga'ia estaba dudando de sí dar el paso al frente, de si era el momento, de si luego de ver cada faceta de aquel hombre, conocer su lado humano, cada peca en su rostro, cada miedo, alegría y risas estaría bien hacerle saber lo que ahora Eywa le gritaba que hiciera si realmente lo amaba.
No quería pensarlo mucho, y con determinación pero un poco temblorosa se aproximó al más alto, dio un paso y tomó de las manos a aquel hombre alerta de no perder de vista sus ojos dorados.
—Yo...—Susurró ella, miedosa de la reacción del contrario, pero entonces desvió sus ojos al suelo y sus orejas se movieron hasta los lados, echándose para atrás con sus palabras.
Pero Norm, curioso siguió cada movimiento, aceptando el toque suave de las manos más delgadas de la fémina. Y si, el también estaba asustado, estaba asustado de lastimarla, de pensar que era incorrecto, que Trudy dejaría una herida que jamás sanaría, pero fue Ga'ia quien la cerró, quien lo curó y de alguna forma aquellas palabras recién escuchadas de Trudy en el árbol no habían sido casualidad. Estaba seguro de lo que quería.
—Ga'ia...—Susurró él, apretando el agarre con cuidado y a la vez ganándose la mirada confundida de la mujer.—Te veo.
Aquella frase hizo que los ojos de aquella na'vi se alzaran llenos de curiosidad y sorpresa, y casi por un instante su corazón se había detenido.
Su garganta se secó, sus pupilas se perdían en los ojos contrarios, sus manos temblaban y poco a poco una pequeña sonrisa se formaba en su rostro. Aquel miedo había desaparecido.
—...Nosotros no podemos, mi pueblo no- —Intentó decir.
—Está bien si no quieres que ellos lo sepan...—Susurró Norm aproximándose con lentitud a aquellos labios.—No voy a perderte.
Sus frentes chocaron con delicadeza y confundida Ga'ia cerró sus ojos respirando pesadamente, mientras sentía el tacto del más alto pasar de sus manos a su mejilla.
—Eres la ruina de mi existencia, Ga'ia, eres quien cerró cada herida, quien sanó cada cicatriz, y si no puedo tenerte será mi fin, no puedo respirar si no estas cerca y ya no tengo miedo de amarte. Conoces cada faceta de mi, conoces cada centímetro de mi piel...estás en cada pensamiento de mi mente y alma. No puedo perderte...
Con desespero y asfixiado Norm buscaba con anhelo aquellos labios pero no podía hasta recibir una respuesta afirmativa. No podía dar un paso más hasta que ella se lo permitiera.
—...Tengo miedo...—Susurró Ga'ia compartiendo el mismo anhelo.
—Yo también...pero estaré a tu lado hasta enfrentar ese miedo. No te dejaré.
Ella solo asintió, intentando regular su respiración pesada, sintiendo rozar la nariz fría del contrario con la suya, por lo que su nerviosismo iba en ascenso pero ya nada impediría que aquel sentir fuese frenado.
La euforia a flor de piel, la alegría de saber que estaban en el espacio del otro, el amor que sentían casi inevitable solo los hacía cada vez más sentir llenos de aquel vacío que por mucho los había perseguido en las penumbras.
Fue esa la primera vez que aquel tsaheylu entre los dos tuvo tanto significado y sin saberlo marcaría sus vidas para siempre.
(...)
Con los días Ga'ia se incorporó aún más al Clan Omaticaya, en especial con Neytiri quien le enseñaba cosas nuevas, volaban sus ikrans juntas, tejían de igual forma y ayudaban a la comunidad junto a Jake Sully. Ga'ia poco a poco empezó a reír más y sonreírle a la vida, pues no era tan mala después de todo.
Pronto el embarazo de Neytiri se empezó a notar y entonces las canciones, melodías y aquellos famosos cordones musicales empezaron a verse más para la na'vi, quien podría escuchar por horas a Neytiri componiendo aquella balada para su primer y primogénito hijo de Toruk Makto.
Que afortunados, pensaba ella, sin saber que solo seis meses después una pequeña estaba en su vientre.
No solo fue un cambio en ella, sino también en Norm, y en general a los na'vis pues aquel científico seguía siendo humano, pero por encima de ello sus labores como líder de todo un clan no estaban siendo dejadas a un lado, pues iba con frecuencia junto a los Tipani, cazaba con ellos, celebraba y reunía, sin embargo en el momento en que aquel embarazo fue notorio no pudo más que huir y dejar todo lo que conocía, su hogar, su familia y su gente atrás. No porque quisiera sino porque sabía que debía proteger aquella niña que nacería, no podía permitirse perderla y tampoco a Norm.
Solo bastó una noche para tomar sus cosas y escapar en su banshee cubierta por esa manta púrpura su rostro; miró atrás una vez pero sabía que algún día volvería. Sabía que no sería para siempre, sabía que volvería aunque en ese momento una lagrima corriera por su mejilla sabia que su corazón pertenecía tanto con aquel científico como con su gente.
Sin embargo los días pasaron y junto a Neytiri aquel cordón musical inspirado por el próximo nacimiento de su bebé llenó a Ga'ia para crear el suyo y aunque cantar no fuera su fuerte Norm no podía evitar sentarse horas frente a ella escuchándola mientras tejía con piedrecillas aquel cordón.
Cada mes significaba un nuevo desafío, se cansaba pero nada le impedía continuar con ciertas labores cada vez más limitadas como cazar, cocinar e incluso montar en su pa'li, todo bajo la supervisión de Mo'at y aquel pequeño científico amigo de Norm, Max, quien cada tanto revisaba si aquel embarazo iba bien.
Y finalmente el nacimiento del primer hijo de Neytiri llegó. Ga'ia fue de las primeras en ver aquel pequeño bebé y de solo admirar sus ojos grandes y brillantes le daba más ganas de conocer al suyo, que aún aguardaba en su vientre.
Ceremonias, alegría y risas trajo aquel bebé, así como aquel extraño embarazo de la científica Grace, quien aún nadie sabía cómo había sucedido. Sin embargo no impidió que el Mismo Jake le diera la oportunidad a Ga'ia de darle un nombre a esa bebé y tras pensarlo su decisión final fue 'Kiri'.
Oh, la nostalgia y la felicidad parecía simple al lado de las risas de aquellos hermosos bebés, Norm y todo el pueblo Omaticaya, que la habían acobijado como una de ellos. Jamás podría expresar tan grande gratitud en su corazón, pues junto a ellos la paz parecía infinita.
Pero las cosas se complicaron a un mes de la posible fecha de parto, pues algo andaba mal con aquel bebé y no fue sorpresa cuando Norm y Max decidieron hacer otro chequeo médico encontrando algo más preocupante de lo que parecía.
Una anomalía genética.
Genes humanos, de na'vi y avatar vivían dentro de aquel bebé, fervientes en cada célula pero no tan compatibles como se quisiera. Traería problemas más adelante pero aquella mujer na'vi ya había tomado la decisión de dar a luz sin importar qué.
Ninguno sabía que tal vez ese era el principio del fin.
Ese último mes parecía indomable, el cuerpo de Ga'ia se debilitó más de lo normal, los dolores eran más constantes y Norm había dejado todos sus proyectos pendientes para quedarse al lado de ella.
Pero siempre había una luz al final del túnel, o eso dicen ¿no?
El dia del parto llegó, un poco inesperado pero todos ya estaban preparados. Mo'at fue la primera en entrar a la acción junto a Neytiri, quien dejó a Jake a cargo de los dos bebés y ambas ingresaron a la tienda donde descansaba Ga'ia, sacaron a Norm y a Max y el pueblo ya se preparaba para otro feliz nacimiento, agradecidos todos con Eywa.
Los gritos de dolor de Ga'ia inquietaban al humano que estaba con una máscara de oxigeno mientras daba vueltas, preguntándose si estaba bien entrar o no.
—Todo estará bien.—De pronto Espetó Jake acercándose a su mejor amigo con los dos bebés en sus brazos. Su tono era calmado y su mirada pacífica, pero la mente de Spellman era todo un huracán.
Las manos de Ga'ia sudaban y aunque pujara con todas sus fuerzas sentía que estaba por desmayarse, en su pecho se sentía un punzón, su cabeza daba vueltas y aunque sostenía con fuerza la mano de Neytiri algo le decía que no estaba algo bien.
Algo dolía más de lo que debía.
Sus gritos eran incesantes y Mo'at ya había percibido aquel dolor en la na'vi, pero no podía detenerse ahora, aquel bebé debía nacer.
—Falta poco.—Dijo la tsahík empezando a ver la cabeza del bebé y preparándose para sostenerlo.—Sólo falta un poco, Ga'ia...
Por un momento solo se escuchaban los gritos de ella, y finalmente un llanto.
Todo el dolor desapareció de golpe en el cuerpo de Ga'ia y el agarre con neytiri se aflojó. Sus orejas se crisparon y con una mirada agotada decidió girarse hacia Mo'at que cargaba algo en sus brazos, algo que movía sus pequeños brazos y su llanto tan hermoso que llenó en segundos su corazón de alegría.
—Es una niña.—Espetó la tsahík con una sonrisa mientras entregaba aquel pequeño ser a Ga'ia.—Felicidades.
Una sonrisa se pintó en su rostro, una sonrisa tan genuina que aún cuando su cuerpo estaba por colapsar le mostró a aquella bebé que ya podía dejar de llorar, que ahora se encontraba a salvo, con su madre.
Su piel era azul, sus ojos amarillos pero con toques verdosos, sus cejas pobladas de cabello, como un avatar, su cabello negro pero con la raíz mínimamente castaña clara, como su padre y por último, llevaba 5 dedos, tal como su padre y como aquella pequeña Kiri.
Era hermosa y sentía que debía protegerla de todo el mal allí afuera.
Una lagrima rodó y de pronto Neytiri dejó entrar a Norm quien corrió a Ga'ia nervioso. Max se mantuvo en la entrada junto a la na'vi y Jake en tanto Mo'at admiraba desde su lugar aquel suceso.
El científico se arrodilló junto a ella y entonces sus ojos se toparon con aquella bebé que se aferraba a su madre con fuerza. No pudo evitar soltar unas cuantas lágrimas al verla allí, tan hermosa como su madre.
Acercó sus dedo meñique y la pequeña manito se aferró a él con fuerza.
El corazón de pronto de Ga'ia se sentía cada vez más pesado y el miedo quería apoderarse de ella, pero no se sentía capaz de romper tan bello momento, quiso por un momento tocar la mejilla de su pareja, pero su mirada empezaba a nublarse y con cada segundo costaba más respirar.
—...Yo...—Soltó con dificultad, pero aún con esa pequeña sonrisa.
De inmediato Norm notó la falta de aire en ella y de pronto pensó que pasaría lo que más temía desde aquella anomalía genética.
Ga'ia estaba por colapsar.
—No...No...—Susurró él con desespero y removiéndose en su lugar.
La tsahík de pronto miró a Ga'ia y luego a Norm preocupada deduciendo con rapidez:—...Está...muriendo....
—No, no por favor, quédate conmigo.—Empezó con desespero Norm tomándola por las mejillas. Su expresión reflejaba todo su miedo.
—Que está ocurriendo.—Preguntaron Jake y Neytiri acercándose mientras Max salía corriendo tras implementos médicos.
El cuerpo de Ga'ia poco a poco perdía fuerza y aliento, desvaneciéndose lentamente.
—No, quédate por favor.—Susurraba Norm mientras sus ojos se cristalizaban por las lágrimas.—No me dejes solo...no...
Rápidamente Max llegó a toda velocidad y se arrodilló junto a la na'vi, conectándole varios aparatos en su pecho y estómago en tanto Mo'at no retrocedía ni un poco.
—Que le está pasando.—inquirieron Neytiri y Mo'at molestas.
—La anomalía genética del bebé provocó un desgaste genético en ella, su cuerpo colapsará por llevar en la bebé tantas células incompatibles.—Explicó en brevedad Max poniéndose a la acción pero tal vez todos sabían ya que aquel final sería inevitable.
Las lágrimas corrían por las mejillas de Norm, incesantes mientras su mano aún sostenía a la bebé y su otra mano el cabello con delicadeza de la na'vi, quien le miraba cada vez sin menos brillo en sus hermosos ojos.
—Te necesito conmigo...no te vayas, no ahora...—Soltaba tan inquieto y desesperado, sabiendo que ella se estaba yendo y no podía detenerlo.
El cuerpo de Ga'ia con cada segundo se sentía más pesado y siendo sinceros, ella ya había aceptado el riesgo, conocía las consecuencias, pero si Eywa lo quería así, quien era ella para interponerse pues ahora volvería a casa sabiendo que aquella hermosa bebé estaría bien con aquel hombre que había decidido amar.
—Te amo, Ma'Norm...—Susurró ella con esa débil sonrisa. Una de sus manos sostenía la espalda de su bebé pero la otra se dirigió con mucho esfuerzo a la mejilla del humano frente a ella, acomodándola al lado de su oído evitando tocar la mascara para sentir la piel de él.—...Cuídala por mi...yo volveré a casa...
—No, no...—negaba con desespero y lágrimas lavando su rostro.—Aún te necesito...por favor...
—Gracias por...enseñarme a amar...
Max seguía con los aparatos médicos, pero todos ya sabían como terminaría.
Norm que se negaba a aceptar el hecho, solo pudo soltar en un susurro:—...También te amo...
Por una última vez la cara de Ga'ia se iluminó con una radiante sonrisa y soltó débilmente:—Siempre fuiste un llorón...
Y entonces su mano se deslizó lentamente por su mejilla, justo donde terminaba la mascara y cayó, sus ojos se cerraron agotados, su respiración se detuvo así como su corazón y todo aquel brillo se esfumó en un segundo.
Ya se había ido.
Y para Norm de pronto todo se volvió gris, su corazón pesaba y solo pudo tomar a la bebé en sus brazos con todo el dolor. Retiró su máscara y dejando que las lagrimas cayeran al suelo plantó una última vez un pequeño beso en los labios de quien había sido el amor de su vida.
Las lágrimas se resbalaban en silencio mientras Max se rendía mirando impactado la escena, Neytiri cubría su boca a la vez que sus ojos se cristalizaban, Jake solo pudo fruncir el ceño y alzó la mirada negándose a soltar una lágrima y Mo'at colocó una de sus manos sobre la pierna de Ga'ia y agachó y su mirada, lamentando aquella partida.
Ahora era el llanto silencioso de Norm que se escuchaba.
Luego de ese día el entierro de Ga'ia se llevó a cabo en el árbol de los Omaticaya, dejando flores amarillas alrededor de su cuerpo mientras los cánticos se alzaban en su honor. El clan Tipani jamás supo de aquella muerte, pues Ga’ia alguna vez le dijo a Norm que seria mejor de ese modo. Para el clan tipani solo fue Ga’ia una desertora del título y fuera del clan Omaticaya solo pocos conocerían su deceso, como Ikeyni y Awkey.
Norm, en su avatar sostenía en silencio a la pequeña bebé que ahora llevaba el nombre de Me'rah Avani Te Spellman Ga'ia'ite.
Los recuerdos no se irían jamás, y sin ella parecía congelada su vida entera, aún se preguntaba como hallaría la forma de criar su pequeña bebé tras su ausencia, pero ahora era Me'rah quien necesitaba de él y no la dejaría. Haría que Ga'ia estuviera orgullosa de ambos, haría lo que estuviera en su alcance, no solo por ellas, sino por él, pues ahora esa bebé era su luz al final del túnel.
Con los meses Neytiri dio a luz a Lo'ak, un pequeño muy similar a Me'rah, y aunque aquella anomalía parecía habitar en la na'vi no se veía daño en su cuerpo, pronto su cuerpo se fue aplacando con todas las células dentro y de alguna forma encontró el balance entre ellas.
Al menos hasta los 5 años, donde su piel azulada empezó a cambiar como escamas a una piel lisa y humana, su cabello negro a rubio y las dimensiones de su cuerpo cambiaron a unas humanas.
No había investigación que dijera lo que ocurría, y aunque la pequeña Me'rah se mantuviera en los laboratorios jamás su aspecto le impidió ser tan parte del clan como los demás niños. A los 6 años su aspecto había cambiado por completo, pareciendo del todo humana a excepción por una gran mancha en su abdomen de piel na'vi y a los 8 luego de varias prácticas y estudios la pequeña niña ya podía tener el control en sus células híbridas, logrando cambiar por completo su aspecto de na'vi a humana, aunque con limitaciones, pues su energía se perdía tras un largo tiempo como na'vi.
Nunca sería del todo na'vi o humana, para los dos una extraña pero a ella no parecía importarle pues siempre los Sully le sacaban una sonrisa.
Norm con los años logró sacar adelante a su pequeña niña, algunas veces siendo sobreprotector pero siempre con el dulce recordatorio de que ese pequeño rostro siempre se parecería al de su madre.
Ga'ia había dejado un gran espacio en todos, pero era Me'rah quien encendía los lugares más oscuros con esa sonrisa igual a su madre y tal vez la muerte solo significa el inicio de una nueva vida...
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