── 𝟐𝟎. 𝐓𝐡𝐞 𝐚𝐧𝐬𝐰𝐞𝐫 𝐛𝐞𝐟𝐨𝐫𝐞 𝐲𝐨𝐮
𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐕𝐄𝐈𝐍𝐓𝐄 ── 𝐋𝐀 𝐑𝐄𝐒𝐏𝐔𝐄𝐒𝐓𝐀 𝐅𝐑𝐄𝐍𝐓𝐄 𝐀 𝐓𝐈
Mar despertó con un suave crujido del barco moviéndose al ritmo de las olas. Su cuerpo, aunque aún cansado, se sentía más ligero que antes. El sueño había ayudado a disipar parte de su agotamiento, aunque la preocupación seguía latente en su corazón. Al sentarse en el borde de la cama en el camarote, sintió la suavidad de la chaqueta de Buggy contra su piel, era su conexión más cercana con él en ese momento, su único consuelo.
Miró a su alrededor, notando la oscuridad que llenaba el camarote. Afuera, la noche debía haber caído por completo. Tomó un respiro profundo y se levantó con determinación, ajustando la chaqueta alrededor de sus hombros mientras tocaba suavemente el colgante que Mihawk le había regalado. Aquel objeto siempre le daba fortaleza, recordándole las lecciones que había aprendido y lo lejos que había llegado. Las prendas que Nami le había prestado eran cómodas y elegantes: un top blanco estructurado sin tirantes que dejaba su abdomen al descubierto, una minifalda negra ajustada y sus botas largas que le llegaban hasta las rodillas. A pesar de la situación, se sentía más segura con aquel atuendo.
Con pasos firmes, salió del camarote, notando la frescura de la brisa marina al golpear su rostro. La noche estaba tranquila, el cielo estrellado se extendía sobre ella, y el sonido de las olas la acompañaba mientras se dirigía hacia la cubierta del barco.
Al llegar, vio que algunos de los Sombrero de Paja estaban reunidos, charlando y riendo en torno a una pequeña fogata improvisada. Luffy, sentado de manera despreocupada, miraba el horizonte con su típica sonrisa relajada. Sanji, por su parte, cocinaba algo en una pequeña sartén sobre el fuego, mientras Usopp y Chopper intercambiaban historias.
Mar notó a Nami, quien se encontraba más alejada, sentada en una caja, observando los mapas y anotaciones que había hecho. Sin pensarlo mucho, Mar se acercó a ella, sintiendo el calor de la camaradería que existía entre ellos. Aunque no conocía a esta tripulación por completo, podía notar que eran una familia, unida por vínculos fuertes.
—Te ves mucho mejor —dijo Nami, levantando la mirada de los mapas para observar a Mar.
Mar miró su reflejo en una pequeña ventana cercana y luego sonrió, ajustándose la chaqueta de Buggy alrededor de sus hombros, sin la intención de despegarse de ella.
—Gracias, Nami —dijo Mar con una sonrisa agradecida—. Este estilo definitivamente va conmigo —admitió mientras se tocaba el borde del top que Nami le había prestado—. Aunque, en cuanto me reúna con Buggy, te devolveré tus prendas. Solo espero que no tarde mucho en encontrarlos.
Nami se rio suavemente y le dedicó una sonrisa comprensiva.
—Descuida. Quédate con ellas todo el tiempo que necesites, no tienes por qué apresurarte. Aquí, con nosotros, estás segura. Luffy ya lo decidió, y cuando él lo dice, es ley.
Mar sonrió ante las palabras de Nami. Saber que podía contar con la tripulación de los Sombrero de Paja le daba una paz que no había experimentado en mucho tiempo. Su vida siempre había estado marcada por la lucha y la supervivencia, y ahora, aunque su prioridad era encontrar a Buggy y a su tripulación, al menos sabía que no estaba sola en esa misión.
—Aprecio eso, de verdad —dijo Mar, mirando la pequeña fogata donde los demás continuaban con sus risas y charlas—. Pero hasta que encuentre a Buggy y a mi tripulación, estaré enfocada solo en eso. Luego seguiré con la misión de encontrar a mi hermano.
Nami asintió, comprendiendo la importancia de las palabras de Mar.
—Tienes mucho en qué pensar —respondió—. Pero al menos sabes que no tienes que enfrentarlo todo sola. Aunque, cuando te reúnas con Buggy, espero que puedas descansar un poco. Suena como si estuvieras cargando con el peso del mundo.
Mar rió suavemente, aunque su mirada mostraba algo de tristeza. Se llevó una mano al colgante de Mihawk, recordando las lecciones y la fuerza que su mentor le había enseñado. Tenía que ser fuerte, no solo por ella, sino por Buggy, por su tripulación y por la misión que había comenzado hacía tantos años.
—Es difícil dejar de preocuparse cuando amas a alguien —admitió Mar—. Y Buggy... es muy especial para mí. Es más que un aliado o un amigo. Somos más que eso —su voz se suavizó al mencionar esto—. Lo extraño mucho.
Nami la observó por un momento, comprendiendo lo que Mar estaba sintiendo. Aunque no dijo nada, le dio una suave palmada en el hombro antes de volver a concentrarse en los mapas.
Mar permaneció unos minutos más junto a Nami, observando a los Sombrero de Paja interactuar entre ellos con tanta naturalidad que casi le parecía ajeno. Era un contraste muy grande con la vida que ella había llevado. Aun así, el ambiente de camaradería en este barco era acogedor y reconfortante, lo que le permitía, aunque fuera por un momento, olvidar la preocupación por Buggy y su tripulación.
De repente, una figura delgada y elegante se acercó desde la oscuridad de la cubierta. Mar reconoció de inmediato la presencia de Nico Robin, la arqueóloga, quien había estado observando el intercambio desde las sombras. Su caminar tranquilo y seguro siempre daba la impresión de que sabía más de lo que revelaba.
—Veo que ya estás mejor —comentó Robin con una sonrisa enigmática mientras se detenía cerca de Mar y Nami—. Parece que no solo eres una invitada, sino una aliada importante. No todos tienen la oportunidad de llevar una chaqueta tan particular.
Mar sonrió, sintiendo nuevamente el suave peso de la chaqueta de Buggy sobre sus hombros.
—Sí, Buggy es... importante para mí —respondió Mar, consciente de que Robin tenía una habilidad única para leer a las personas—. Y mi prioridad ahora es encontrarlo a él y a mi tripulación.
Robin asintió, sus ojos oscuros observando a Mar con una intensidad curiosa.
—Es comprensible —dijo Robin con calma—. Aunque debo admitir que, desde que te vi, no podía sacudir la sensación de que ya había escuchado de ti antes.
Mar levantó una ceja, sorprendida por el comentario de Robin.
—Eres la violinista, ¿no es así? La discípula de Dracule Mihawk —sus palabras flotaron en el aire, causando un pequeño revuelo entre los Sombrero de Paja que estaban lo suficientemente cerca para escuchar.
La sorpresa se reflejó en el rostro de Mar, pero pronto se desvaneció en una sonrisa.
—No esperaba que otra persona me reconociera —dijo Mar con una risa suave—. Pero sí, fui su discípula desde los siete años. No muchos conocen esa parte de mi historia.
Robin sonrió con aprobación.
—Una pirata violinista de gran habilidad que entrenó bajo la tutela de uno de los Espadachines más poderosos del mundo. Debe haber sido una experiencia interesante.
—Lo fue —Mar admitió—. Mihawk me enseñó más de lo que hubiera imaginado. No solo sobre el combate, sino sobre cómo enfrentar el mundo, incluso cuando las probabilidades están en tu contra.
Robin asintió en silencio, comprendiendo más de lo que Mar había dicho con palabras.
—Mihawk debio ser maestro exigente. Si llegaste tan lejos con él, debes de tener una gran fortaleza. Estoy segura de que Buggy y tu tripulación estarán bien. —Robin le dedicó una sonrisa tranquilizadora
Mientras Mar y Robin conversaban, Mar oyó una voz grave y animada cantando una melodía. Al seguir el sonido, encontró a Brook, quien tocaba su violín con una habilidad sorprendente, su esqueleto moviéndose con una gracia sobrenatural. Mar se detuvo, admirando la habilidad del músico esquelético. Cuando Brook notó su presencia, se detuvo y la saludó con una reverencia exagerada.
—¡Oh! ¡Qué coincidencia tan maravillosa! —dijo el esqueleto, quien no era otro que Brook, el músico de la tripulación—. Aunque, debo decir... ¡es extraño no tener ojos para admirar tu belleza! ¡Yohohoho! ¡No puedo evitar sentir una conexión musical entre nosotros! Mi nombre es Brook, y soy el humilde músico de los Sombrero de Paja.
—Tocas bien —comentó Mar—. Es agradable encontrar a otro músico en alta mar.
Brook dejó de reírse y la miró, o al menos giró su cabeza hacia ella.
—¡Oh! Eso es un gran cumplido viniendo de ti, Pirata Violinista ¡He oído hablar de tu habilidad! Si alguna vez quieres tocar a dúo, estaré encantado de compartir una melodía contigo.
Mar rió suavemente ante la exuberancia de Brook.
—Sería un honor, Brook —respondió Mar con una sonrisa cálida—. Tal vez, cuando tenga mi violín de vuelta, podríamos hacer una pequeña sesión juntos.
Brook saltó de alegría, causando que sus huesos resonaran al moverse.
—¡Maravilloso! ¡Será un verdadero placer! —exclamó—. ¡Y, por cierto, ya que estamos en confianza...! ¡¿Puedo ver tus pantis?!
De inmediato, Mar dejó de sonreír. Su expresión se volvió seria y una sombra de enfado se reflejó en su rostro. Levantó un puño, y en un rápido movimiento, le dio un fuerte golpe en la cabeza, haciendo que Brook casi cayera hacia atrás.
—¡¿Pero qué clase de petición es esa?! —exclamó Mar, su rostro enrojecido por la sorpresa y la indignación—. ¡Eso es completamente inapropiado!
Brook, acostumbrado a recibir golpes por su peculiar sentido del humor, alzó las manos en un intento de apaciguarla.
—¡Lo lamento, lo lamento, señorita Mar! ¡Es solo una broma inocente! ¡Yohohoho! —rió, aunque aún sujetándose la cabeza—. ¡Pero sí, sí, tienes razón! ¡Fue demasiado, demasiado!
Desde el fondo, Robin, Nami y Sanji observaban la escena en shock. Nami abrió los ojos como platos, sin saber si reírse o sorprenderse.
—Vaya... ¡Mar tiene más carácter del que pensé! —murmuró Nami con una ligera sonrisa, mirando a Robin.
—No esperaba que reaccionara así —respondió Robin, divertida, al ver a Mar en su versión más enérgica. Era raro ver a alguien enfrentar tan abiertamente a Brook.
Sanji, en cambio, parecía agitado e indignado, apuntando acusadoramente a Brook
—¡Brook, qué tipo de comportamiento es ese hacia una dama! ¡Ella merece respeto, no tus preguntas absurdas!
Brook, en una mezcla de nervios y arrepentimiento, se volvió hacia ellos con las manos levantadas, aún riéndose suavemente
—¡Oh, pero fue un chiste, un chiste! ¡Nada más que eso! Aunque... —miró a Mar—. ¡Creo que ahora respeto aún más tu fuerza y tu carácter, Pirata Violinista! —Dio un paso atrás y se inclinó con cortesía—. Prometo no hacer más preguntas inadecuadas. ¡Tienes mi palabra!
Mar, cruzando los brazos, lo miró con el ceño fruncido, pero su expresión suavizó un poco al ver que Brook parecía arrepentido.
—Que quede claro, Brook —respondió Mar—, soy una persona de respeto, y si quieres tocar conmigo algún día, tendrás que demostrar que sabes comportarte.
Brook asintió con una reverencia exagerada, todavía mostrando sus dientes en una sonrisa eterna
—¡Así será, señorita Mar! En ese caso, tocaré mi música con más respeto, con cada nota dedicada a su fuerza y elegancia.
Mar dejó escapar una risa suave, aliviada de que Brook parecía haber entendido la lección
—Eso espero, Brook. Ahora... hablando de música, espero ver si realmente puedes estar a la altura de los rumores.
Brook volvió a saltar, sus huesos resonando de alegría
—¡Será mi mayor honor, Pirata Violinista! ¡Y prometo que no habrá nada inapropiado, solo música y honor!
Robin y Nami intercambiaron una mirada de alivio, mientras que Sanji se cruzó de brazos, satisfecho de que Brook parecía haber aprendido su lección, al menos por el momento.
—¡Se más respetuoso con nuestra invitada, Brook! —intervino Franky desde un lado de la cubierta. El cyborg de gran tamaño se acercó con su típica energía vibrante, con los brazos en alto en su clásica pose de "super"—. ¡Deja de incomodar a las damas! Por cierto, soy Franky, el ingeniero de esta nave. Bienvenida al Sunny. Si necesitas algo, solo dímelo. ¡Podemos hacer cualquier cosa en este barco súper genial!
Mar sonrió, apreciando la energía única de cada miembro de la tripulación.
—Gracias, Franky. Lo tendré en cuenta —respondió—. Aunque creo que por ahora solo necesito descansar un poco más.
Sanji, levantó la vista cuando escuchó que mencionaban su nombre.
—¡Hermosa estrella de Mar! —llamó con su voz suave pero llena de pasión—, ya está lista la cena. He preparado algo especial para que recuperes fuerzas. No se puede ir en busca de un hombre especial sin estar bien alimentada.
Mar se acercó a la mesa que Sanji había dispuesto, donde varios platos exquisitos ya estaban servidos. Se sentó junto a los demás y tomó un bocado, sintiendo de inmediato el alivio que la comida caliente le proporcionaba. Mientras comía, las charlas continuaron llenando la noche de risas y camaradería.
A medida que la noche avanzaba, Mar convivió más con los Sombrero de Paja, escuchando las historias de Usopp y riendo con las bromas de Luffy y Chopper. Había una calidez en todo lo que hacían, una sensación de hogar que ella no había experimentado en mucho tiempo.
A pesar de la paz del momento, en el fondo, Mar seguía preocupada. Sus pensamientos siempre regresaban a Buggy, preguntándose si él y su tripulación habían logrado escapar de la Marina. La incertidumbre era agotadora, pero en ese instante, con la comida deliciosa de Sanji y la compañía de la tripulación de los Sombrero de Paja, Mar se permitió un pequeño respiro.
Sabía que la búsqueda debía continuar pronto, pero por ahora, se sentía agradecida por haber sido rescatada por esta tripulación, por haber encontrado un lugar temporal donde pudiera recargar sus fuerzas y, tal vez, incluso recuperar algo de la paz que tanto necesitaba.
Mientras la noche se volvía más oscura y las conversaciones empezaban a calmarse, Mar se apartó un poco, mirando hacia el mar. Sujetó la chaqueta de Buggy contra su pecho, buscando consuelo en el tacto de la prenda. No sabía si Buggy había logrado escapar de la Marina, no sabía si estaba a salvo, pero lo que sí sabía era que lo encontraría. No importaba cuánto tiempo le tomara o cuántos obstáculos tuviera que enfrentar.
| Mientras tanto, Big Top |
Las cortinas del camarote de Buggy estaban cerradas, impidiendo que la luz del sol se filtrara, y la única iluminación provenía de una lámpara de aceite que chisporroteaba en un rincón, proyectando sombras inciertas sobre las paredes. Buggy estaba sentado en una silla, encorvado sobre un objeto que mantenía entre sus manos como si su vida dependiera de ello: el violín de Mar. La madera del instrumento se sentía fría contra sus dedos, pero para él, era el único consuelo en su desesperación.
Desde que Mar había caído al agua para salvar a su tripulación, Buggy no había salido de su camarote. Dos días habían pasado, y cada uno se sentía como una eternidad. El payaso pirata, con su risa estridente y su ego inflado, ahora estaba hundido en silencio. Su rostro estaba oculto tras su sombrero, pero sus ojos, enrojecidos por la falta de sueño, no podían dejar de mirar el violín. Era su única conexión con ella, una prueba de que debía seguir buscando hasta encontrarla.
—Mar... —murmuró en voz baja, como si al pronunciar su nombre pudiera conjurarla frente a él. No había señales de ella. No sabía si había sobrevivido, si estaba a salvo con alguna tripulación, o si la Marina la había capturado, lo estaba destrozando por dentro.
Mientras tanto, afuera, la cubierta del barco era un bullicio constante. Hikari, Ren, Kaito y los miembros de la tripulación de Buggy trabajaban sin descanso, explorando cada rincón del mar en busca de alguna señal de Mar. Las velas eran ajustadas una y otra vez, los mapas se desplegaban y se estudiaban con detalle, y los vigías en los mástiles mantenían los ojos abiertos, esperando alguna señal de un barco o de la Marina.
Hikari se encontraba en la proa, su mirada fija en el horizonte. Había estado al mando de la tripulación de Mar desde que su capitana había desaparecido. Aunque su rostro permanecía sereno, en su interior estaba destrozada; cada día que pasaba sin encontrarla sentía que el peso de la responsabilidad aumentaba. Ren y Kaito también estaban exhaustos, pero no se permitían descansar. La idea de que Mar estuviera en peligro les impedía aflojar el ritmo.
—¡Tenemos que seguir buscando! —gritó Ren desde la cubierta superior, revisando un mapa con frustración. Era evidente que no aceptarían detenerse hasta dar con ella. La tripulación entera compartía la misma determinación: Mar había arriesgado su vida por ellos, y ahora era su turno de devolverle ese sacrificio.
En la esquina de la cubierta, Richie estaba tirado sobre las tablas de madera. Desde que Mar había desaparecido, su ánimo había decaído y era una presencia reconfortante para él, especialmente cuando tocaba el violín. Richie amaba quedarse cerca de ella, escuchando las melodías que tejía con el instrumento, y ahora lo tenía desanimado. A veces se levantaba y caminaba hacia la puerta del camarote de Buggy, esperando escuchar las cuerdas del violín, pero la música nunca llegaba. Solo había silencio.
Cabaji pasó cerca del león con una expresión sombría. Toda la tripulación sabía que su capitán no estaba bien.
—¿Ha salido el Capitán? —preguntó Cabaji en voz baja, mirando a Mohji y negó con la cabeza, suspirando.
—No ha salido en dos días. Sigue ahí encerrado, con el violín de Mar... No sé cuánto tiempo más pueda soportarlo así.
Cabaji apretó los dientes.
—Tenemos que encontrarla cuanto antes, por él... por todos nosotros.
Dentro del camarote, Buggy levantó el violín y colocó el arco sobre las cuerdas. No sabía tocar bien, pero aun así intentó arrancar una melodía. Cada nota desafinada era como una punzada en su corazón, pero era lo único que podía hacer para sentirse más cerca de ella. Cerró los ojos, permitiendo que los recuerdos inundaran su mente. Recordó el momento en que se habían hecho pareja, días antes del incidente, una noche tranquila, cuando ambos se permitieron bajar las defensas. Mar había confesado que lo veía más allá del capitán excéntrico que mostraba al mundo; veía al hombre detrás de la máscara. Y Buggy, por primera vez en mucho tiempo, se sintió comprendido.
—Mar... —susurró de nuevo, interrumpiendo la torpe melodía. Un nudo se formó en su garganta. ¿Y si nunca la volvía a ver?
De repente, alguien llamó a la puerta del camarote, rompiendo el silencio. Era Hikari.
—Buggy, necesitamos hablar. —su voz era firme, pero con un toque de empatía.
—No estoy de humor para hablar con nadie, Hikari —respondió Buggy desde dentro, sin levantar la vista del violín.
—No te lo estoy pidiendo, Buggy. —La puerta se abrió lentamente, revelando a Hikari con los brazos cruzados y una expresión decidida en su rostro—. Mar nos necesita. Y no la encontraremos si sigues encerrado aquí.
Buggy apretó los dientes, sintiendo cómo la ira y la frustración hervían dentro de él.
—¿Crees que no lo sé? —gruñó, levantándose de golpe—. ¡La estoy buscando, maldita sea! ¡Pero no sé dónde está! ¡Y no puedo soportar la idea de que... que le haya pasado algo! —Su voz se quebró al final, revelando el dolor que había estado ocultando.
Hikari no se inmutó ante su arrebato. En cambio, se acercó lentamente, colocando una mano en el hombro del capitán.
—Lo sé, Buggy. Todos estamos desesperados. Pero tú eres el único que puede mantenernos unidos en esto. Mar te necesita, y nosotros también. No podemos encontrarla sin ti.
Buggy bajó la mirada, sintiendo el peso de sus palabras. Sabía que tenía razón. No podía rendirse. Mar estaba ahí afuera, en algún lugar, esperándolo y haría lo que fuera necesario para encontrarla.
Con un suspiro profundo, Buggy dejó el violín sobre la mesa y se colocó su sombrero.
—Prepárense —ordenó con determinación—. No vamos a detenernos hasta encontrarla.
Buggy salió del camarote con pasos firmes, reuniéndose con su tripulación y con los antiguos camaradas de Mar. Todos se encontraban en el salón de mando del barco, rodeando un mapa extendido sobre la mesa. Hikari, con los brazos cruzados y expresión severa, trazaba rutas posibles con el dedo, mientras Ren anotaba en silencio posibles ubicaciones. Kaito, recostado contra la pared, mantenía la mirada fija en el horizonte a través del ventanal, ansioso por zarpar cuanto antes.
—Hemos reducido las opciones —informó Hikari, sin apartar la mirada del mapa—. Si cayó al mar cerca de donde nos interceptó la Marina, es probable que la haya encontrado una embarcación cercana.
Ren asintió, tocando con el bolígrafo dos puntos marcados.
—El barco de los Sombrero de Paja fue avistado en las cercanías hace unos días. Tienen fama de rescatar náufragos. Es nuestra mejor pista.
—¿Sombrero de Paja? —repitió Buggy, con una mezcla de alivio y frustración. Apretó los puños, su ceño fruncido mientras sus emociones se agitaban—. ¡Esos mocosos tienen a Mar!
Richie dejó escapar un leve rugido desde su rincón, casi como si diera su aprobación al plan. Buggy se volvió hacia él, acariciando su melena con gesto ausente.
—Si tienen a Mar, al menos está a salvo —añadió Kaito desde su posición.
Hikari señaló un punto en el mapa.
—El Sunny suele seguir una ruta hacia islas donde pueden abastecerse. Podríamos adelantarnos y esperarlos en una de esas islas.
Buggy asintió con determinación, su expresión recuperando la chispa de locura y energía que lo caracterizaba.
—Perfecto. Nos adelantamos y los interceptamos. Si no tienen a Mar, les sacaré cada palabra a golpes.
Ren hizo una marca rápida en el mapa.
—Zarparemos de inmediato. No podemos perder más tiempo.
Kaito, cruzado de brazos, frunció el ceño.
—Es posible que los Sombrero de Paja la hayan rescatado. Tal vez estaban en esos rumbos cuando la Marina comenzó a atacar antes de que Mar cayera al agua
Buggy se detuvo en seco, su mente procesando la idea.
—Tienes razón. Sombrero de Paja no es del tipo que deja a alguien atrás. Si la vieron, la habrían ayudado. Pero no nos podemos confiar.
Ren asintió, señalando un área en el mapa.
—Deberíamos verificar las últimas rutas reportadas de los Sombrero de Paja. Si están en movimiento, podríamos alcanzarlos y averiguar.
La tensión en el aire se hizo palpable, cada uno sintiendo el peso de la situación. Buggy sonrió de manera siniestra, su entusiasmo renovado.
—¡Muy bien, muchachos! Preparen el barco y pongan rumbo hacia el último avistamiento de los Sombrero de Paja. Esta vez no habrá descanso hasta que tenga a Mar a mi lado.
Los tripulantes se dispersaron para hacer los preparativos, la urgencia en sus movimientos. Buggy sintió cómo su corazón latía con más fuerza. La esperanza lo envolvía; Mar estaba cerca, y no se detendría hasta encontrarla.
Mientras Richie se acercaba a Buggy, frotando su cabeza contra él, el capitán acarició la melena del león con afecto.
—No se preocupen, chicos. ¡Recuperaremos a Mar y le mostraremos a esos Sombrero de Paja que no pueden jugar con nosotros!
Con renovada energía, Buggy se dirigió al timón, listo para enfrentar cualquier obstáculo en su camino.
El viento soplaba con fuerza mientras la tripulación de Buggy navegaba a toda velocidad, dejando una estela de espuma sobre las aguas turbulentas. Las velas del barco se hinchaban al máximo, impulsando a la nave hacia su destino. Richie se sentó en la cubierta, atento a los movimientos alrededor, como si entendiera que cada segundo era vital. El rugido del mar se mezclaba con las voces de los tripulantes, quienes se movían con eficiencia, ajustando nudos y revisando los cañones, preparándose para cualquier enfrentamiento posible.
Desde el timón, Buggy mantenía la mirada fija en el horizonte, con una determinación feroz brillando en sus ojos. Hikari se acercó, sosteniendo un mapa marcado con las posibles rutas de los Sombrero de Paja.
—Si seguimos esta trayectoria —explicó, señalando un punto en el mapa—, podríamos alcanzarlos en menos de un día.
Buggy asintió, su expresión endurecida.
—Bien. No podemos perderlos, Hikari. Si es necesario, les bloquearemos el paso.
—Ya estamos listos para cualquier encuentro, Capitán —intervino Cabaji desde la proa, ajustándose el sombrero mientras miraba el horizonte—. Si intentan darnos problemas, no tendrán idea de lo que les espera.
Mohji, acariciando distraídamente la melena de Richie, agregó:
—¿Y si no tienen a Mar? ¿Qué haremos si ella no está con ellos?
La pregunta cayó como un cubo de agua fría sobre todos. Por un momento, un pesado silencio se adueñó del ambiente. Buggy frunció el ceño, apretando con fuerza el timón.
—Entonces seguiremos buscando —respondió, su voz baja pero firme—. No descansaré hasta encontrarla, incluso si eso significa recorrer cada rincón de este maldito mar.
Ren, con un aire más práctico, añadió:
—Si llegamos a cruzarnos con los Sombrero de Paja, debemos ser estratégicos. No podemos atacarlos sin más. Luffy no es fácil de vencer, y no queremos que esto termine en una pelea sin sentido si tienen información.
Buggy gruñó, consciente de que Ren tenía razón, aunque la idea de contener su ira lo frustraba profundamente.
—Entonces hablaremos primero... pero si intentan jugarnos, no mostraré piedad. —Los músculos de su mandíbula se tensaron mientras imaginaba el encuentro.
| Mientras tanto en el Thousand Sunny |
El Thousand Sunny se balanceaba suavemente sobre las olas bajo la luz tenue de la luna, que cubría el océano como un manto plateado. La tripulación de los Sombrero de Paja dormía profundamente, desperdigada por todo el barco. Luffy roncaba en la cubierta con la boca abierta, mientras Chopper estaba acurrucado a su lado y Usopp soñaba con alguna aventura fantástica. Sin embargo, Mar no podía conciliar el sueño.
Sentada en la proa, miraba el horizonte, incapaz de acallar los pensamientos que se arremolinaban en su mente. El viento nocturno soplaba suavemente, haciendo ondear su cabello, pero lo único que la protegía del frío era una chaqueta que le quedaba un poco grande: la chaqueta de Buggy, aún conservaba su olor, lo que hacía que su ausencia pesara más sobre su pecho.
Abrazándose la chaqueta, Mar dejó escapar un suspiro. Sabía que Buggy estaba buscándola, tan desesperado como ella por encontrarlo. Su amor por él era innegable, y aunque la misión que llevaba consigo era importante, no podía enfocarse en nada más hasta que volviera a verlo. Sentía que su mundo estaba incompleto sin él.
El cielo nocturno estaba despejado, salpicado de estrellas que reflejaban su brillo sobre la superficie del mar. Sin embargo, ni la belleza del firmamento lograba apaciguar la preocupación que la consumía. ¿Habría Buggy escapado de la Marina? ¿Y su tripulación? La incertidumbre la carcomía, aunque intentara mantenerse firme.
Unos pasos ligeros interrumpieron sus pensamientos, y Mar no tuvo que voltear para saber quién se acercaba.
—¿Otra vez sin dormir? —preguntó Nami, con un tono suave, sentándose a su lado. La navegante apoyó la barbilla en sus rodillas y observó las estrellas junto a ella—. Te entiendo. No es fácil estar con la mente llena de cosas y sin respuestas.
Mar esbozó una sonrisa débil, aún aferrando la chaqueta de Buggy contra su cuerpo.
—No dejo de pensar en él —murmuró—. No puedo hacer nada más hasta saber que está bien. No sé si logró escapar, o si lo capturaron... y eso me está volviendo loca.
Nami le dio una mirada comprensiva. Sabía lo que era preocuparse por alguien querido en medio del caos del mar. Aunque los Sombrero de Paja no habían tenido la mejor relación con Buggy, nadie juzgaba a Mar por amarlo, habían visto lo importante que él era para ella.
—Es normal —dijo Nami—. Pero lo encontrarás. Si él te está buscando también, tarde o temprano el mar los reunirá.
Mar desvió la mirada hacia el horizonte, como si pudiera encontrar algún rastro de Buggy entre las estrellas y las olas. Había querido mantener la calma, pero la separación la estaba desgastando más de lo que esperaba. Acarició el borde de la chaqueta, como si eso pudiera acercarla más a él.
—Lo extraño —admitió en voz baja—. Lo único que quiero es estar con él, y después de eso podré concentrarme en buscar a mi hermano. Pero hasta que lo encuentre, nada tiene sentido.
Nami le sonrió con suavidad y le dio un apretón en el hombro.
—Lo entiendo. Pero el mar tiene formas extrañas de unir a las personas. Y si él es el tipo de hombre que imagino, está haciendo todo lo posible por reunirse contigo ahora mismo.
Mar sonrió levemente. Las palabras de Nami le brindaban un poco de consuelo, aunque la incertidumbre seguía pesando en su pecho.
—Gracias, Nami. En serio.
—Descansa un poco —sugirió la navegante, poniéndose de pie y estirándose—. Quién sabe, tal vez mañana tengamos suerte y lo encontremos. Este es el Grand Line... aquí todo es posible.
Le guiñó un ojo antes de desaparecer hacia la cabina, dejando a Mar sola una vez más bajo el cielo estrellado.
Mar se recostó sobre la madera cálida de la cubierta, sintiendo la brisa marina acariciar su piel. Aún con los ojos abiertos, abrazó la chaqueta de Buggy, como si así pudiera sentirlo cerca. Mientras escuchaba el murmullo de las olas, se permitió cerrar los ojos lentamente, llevándola a un lugar donde su amado la esperaba entre las estrellas y el mar.
Su respiración era suave y constante, acunada por el vaivén del mar. Mientras su cuerpo descansaba sobre la cubierta del Thousand Sunny, su mente viajaba hacia un mundo entre la realidad y el recuerdo, donde las líneas del tiempo se difuminaban.
El viento soplaba suavemente y la brisa olía a mar abierto, a libertad. Frente a ella, lo vio: Buggy. Su chaqueta ondeaba con la brisa, su expresión era más relajada de lo que había imaginado, y los colores vivos de su maquillaje parecían brillar más que nunca bajo la luz del sol. Mar sintió que su corazón daba un vuelco al verlo ahí, tan cerca. Él la miró con esa sonrisa torpe y orgullosa que tanto extrañaba.
—Te encontré —murmuró Mar, acercándose con pasos apresurados, su voz temblando por la emoción. Sentía una mezcla de alivio, amor y urgencia, como si finalmente hubiera llegado al final de una larga travesía.
Buggy abrió los brazos y ella corrió hacia él. Pero justo cuando estaba a punto de tocarlo, su figura comenzó a desvanecerse, Mar intentó atraparlo, pero sus manos atravesaron el aire vacío.
—¡No! —gritó, con el pecho apretado por la desesperación—. ¡No te vayas!
El mundo a su alrededor se desmoronó en una neblina gris, como si la realidad se deshiciera. Buggy desapareció por completo, dejando a Mar sola, perdida en una inmensidad vacía. El silencio era absoluto, tan profundo que parecía ahogar cualquier sonido, cualquier esperanza. Su respiración se hizo más rápida, y la sensación de estar cayendo en un abismo sin fondo la invadió.
Entonces, la neblina cambió. Lentamente, una figura comenzó a emerger en la penumbra. Era un hombre alto, cuya presencia irradiaba una calma extraña, pero poderosa. Mar intentó ver su rostro, pero estaba difuso, como si su mente no pudiera enfocarlo por completo. Sin embargo, algo en él le resultaba inquietantemente familiar. Un aura cálida y protectora la envolvió al instante, aunque no entendía por qué.
—Te ves cansada —dijo la figura, con una voz suave pero firme. Había un eco en su tono, como si hablara desde un lugar muy lejano, o desde un recuerdo enterrado profundamente.
Mar frunció el ceño, confusa. No reconocía esa voz, pero al mismo tiempo, había algo en ella que resonaba en su interior, como si llevara años tratando de recordar algo perdido.
—¿Quién eres? —preguntó, dando un paso hacia él. Sentía la urgencia de saberlo, como si de esa respuesta dependiera algo más grande que ella misma.
El hombre no respondió directamente. En lugar de eso, alzó su brazo derecho, o lo que quedaba de él. Solo tenía un brazo, y por alguna razón, ese detalle envió un escalofrío a través de Mar. Aunque su rostro seguía siendo una sombra borrosa, notó un destello de cabello rojo bajo la luz tenue del sueño. El hombre tenía tres cicatrices cruzando su ojo izquierdo, aunque ella no podía explicarse cómo sabía eso con tanta certeza.
—¿Por qué...? —murmuró Mar, sintiendo que su corazón se aceleraba sin entender por qué. Algo dentro de ella quería gritar, como si una verdad estuviera a punto de revelarse, pero seguía fuera de su alcance.
El hombre se inclinó ligeramente hacia ella, su expresión parecía amable, casi fraternal, aunque Mar no lograba discernir sus facciones.
—La respuesta que buscas ha estado frente a ti todo este tiempo —le dijo, con una seriedad tranquila.
Mar lo miró con el ceño fruncido, sin entender. ¿Frente a ella? ¿A qué se refería? Todo en su mente era un torbellino de preguntas sin respuesta. Sintió la misma frustración que cuando trataba de recordar fragmentos de un sueño olvidado, esos recuerdos que parecen resbalar fuera del alcance de la conciencia.
—No entiendo... —dijo con un hilo de voz, sintiéndose más perdida que nunca. Sabía que este encuentro era importante, que este hombre conocía una verdad que ella había estado buscando, pero no podía conectar las piezas.
—Lo harás —dijo él, con una leve sonrisa, aunque su rostro seguía siendo un misterio para ella—. Pronto recordarás. Solo sigue adelante, confía en lo que encuentres. El mar siempre trae las respuestas, solo tienes que mirar bien.
La voz del hombre era serena, pero había algo en ella que llevaba un peso emocional profundo, como si esas palabras tuvieran más significado del que Mar podía entender en ese momento. Sentía como si él supiera algo que ella aún no lograba ver. Como si hubiera estado observándola desde lejos, esperando el momento adecuado para revelarle la verdad.
Antes de que Mar pudiera hacer otra pregunta, la neblina volvió a cubrirlo todo. La figura del hombre comenzó a desvanecerse lentamente, igual que Buggy lo había hecho antes.
—¡Espera! —gritó Mar, estirando la mano hacia él, desesperada por no perderlo también—. ¡Dime quién eres!
Pero el hombre simplemente le dedicó una última mirada antes de desaparecer en la niebla. Sus últimas palabras resonaron en su mente como un eco distante:
—Nos volveremos a encontrar.
De pronto, Mar despertó sobresaltada, con el corazón latiendo a toda velocidad. El aire fresco de la madrugada le golpeó el rostro mientras su cuerpo temblaba ligeramente. Aún llevaba puesta la chaqueta de Buggy, pero la calidez del sueño había desaparecido, dejando en su lugar una mezcla de confusión y melancolía.
Miró a su alrededor. Todo seguía en calma en el Thousand Sunny. Luffy roncaba desde algún lugar de la cubierta, y los demás dormían profundamente, ajenos al torbellino emocional que acababa de atravesar. Mar respiró hondo, tratando de calmarse.
"La respuesta está frente a ti." Esas palabras resonaban en su mente como un enigma que no podía resolver. Miró al horizonte, pero esta vez sus pensamientos no estaban únicamente en Buggy. Había algo más, algo relacionado con su hermano... aunque no recordaba su rostro ni su nombre, sentía que la pista que él le había dado estaba conectada con la tripulación de Luffy. Pero ¿cómo? Nada tenía sentido todavía.
Mientras se envolvía más en la chaqueta de Buggy, una extraña sensación de propósito comenzó a crecer en su interior. No sabía exactamente qué estaba buscando, pero algo le decía que las piezas encajarían pronto. Solo necesitaba seguir adelante.
"Confía en lo que encuentres."
Con esa idea en mente, Mar apoyó la cabeza en la barandilla de la proa y cerró los ojos, aunque sabía que no volvería a dormir. El viento seguía soplando suavemente, y en el fondo de su corazón, una pequeña chispa de esperanza comenzó a encenderse. Algo estaba a punto de cambiar, y ella estaría lista para enfrentarlo.
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