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── 𝟏𝟑. 𝐋𝐞𝐭'𝐬 𝐠𝐞𝐭 𝐨𝐮𝐭 𝐨𝐟 𝐡𝐞𝐫𝐞

𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐓𝐑𝐄𝐂𝐄 ── 𝐒𝐀𝐋𝐆𝐀𝐌𝐎𝐒 𝐃𝐄 𝐀𝐐𝐔𝐈

| 7 años atrás, Isla Kuraigana |

Era una mañana como cualquier otra en la tranquila y aislada isla en donde Mar y Hikari se encontraban durante su entrenamiento, Mar había logrado entrenar de buena manera a Hikari, viendo que Dracule reconoció el trabajo de Mar por entrenarla. El cielo, despejado y brillante, auguraba un día más de intensos ejercicios de espada y perfección de técnica.

Mar había insistido en que hoy no fuera diferente a cualquier otro. Después de todo, era su cumpleaños número 20, pero no lo sentía como una ocasión especial. Así que, en lugar de cualquier tipo de celebración, Mar se encontraba en el claro donde solía entrenar, desenvainando su espada con precisión y practicando sus movimientos bajo la atenta mirada de Hikari.

—Mar, ¿estás segura de que no quieres hacer nada especial hoy? —preguntó Hikari entre respiraciones, mientras se defendía de un ataque veloz de su amiga—. Es tu cumpleaños, después de todo. Podríamos tomarnos el día libre, aunque sea para descansar.

—No, Hikari. No hay razón para celebrar —respondió Mar sin vacilar, bloqueando el golpe y girando con agilidad para preparar el siguiente ataque—. Solo quiero seguir entrenando.

Hikari frunció el ceño, aunque no estaba sorprendida. Sabía bien lo enfocada que Mar estaba en sus objetivos.

—Lo entiendo, pero... —Hikari retrocedió unos pasos, tratando de encontrar las palabras adecuadas—. No siempre se trata de ser más fuerte o mejorar. A veces, necesitas tomar un momento para respirar, ¿sabes?

Mar no respondió de inmediato. Sus ojos estaban concentrados, y su mente viajaba más allá del presente, hacia sus metas, hacia todo lo que le faltaba por descubrir. Pero antes de que pudiera decir algo, una voz familiar interrumpió su concentración.

—Veo que, como de costumbre, no te tomas un día libre ni siquiera en una fecha especial —dijo Mihawk, apareciendo al borde del claro.

Ambas chicas se giraron hacia él. Mar, aunque respetaba profundamente a su Mihawk, no pudo evitar rodar los ojos ligeramente.

—No es un día especial —respondió ella, limpiando el sudor de su frente—. Es solo un día más para mejorar.

Dracule, con sus ojos dorados brillando con una pizca de algo que podría haber sido diversión o quizá comprensión, avanzó hacia ellas con paso tranquilo pero firme.

—¿De verdad piensas que no hay nada que celebrar? —preguntó, aunque su tono era más afirmativo que inquisitivo.

Mar miró a Dracule, consciente de que él siempre veía más allá de lo que decía.

—No es que no lo valore, solo... —Se detuvo, buscando las palabras adecuadas—. No siento que haya logrado lo suficiente como para merecer una celebración.

Dracule se quedó en silencio por un momento, mirándola como si sopesara su respuesta. Luego, lentamente, sacó algo de su abrigo negro. Mar observó con curiosidad mientras él sostenía un pequeño objeto en su mano: un colgante en forma de crucifijo, similar al que él mismo llevaba, aunque más pequeño y delicado.

La luz del sol se reflejaba en el metal pulido, y Mar notó que el crucifijo tenía un pequeño mecanismo en su parte superior. Era elegante, simple, pero de inmediato supo que no era solo un adorno.

Dracule dio un paso más cerca de ella, acercando el colgante con la misma solemnidad con la que haría un movimiento con su espada.

—Tu progreso ha sido notable, Mar —dijo, su voz profunda y seria—. Has demostrado dedicación y perseverancia, más allá de lo que muchos podrían alcanzar en este tiempo. Este es un obsequio por tu vigésimo cumpleaños. Un símbolo de lo que has logrado, y también de lo que te queda por aprender. —Hizo una pausa antes de agregar—. Úsalo bien.

Con un gesto silencioso, le indicó que se acercara. Mar, sorprendida por el gesto, dio un paso adelante. Dracule, con precisión casi quirúrgica, movió su mano hacia su cuello y le colocó el colgante alrededor, sus dedos firmes pero cuidadosos al ajustarlo. Sentir las manos de Dracule colocando el crucifijo hizo que su corazón latiera un poco más rápido, no por nerviosismo, sino por el peso simbólico del momento.

Una vez que el colgante estuvo en su lugar, Mar lo miró, maravillada por el objeto que ahora colgaba de su cuello. Era más que una simple joya; sabía que escondía una pequeña daga, igual que el de Dracule, un arma oculta que, de alguna manera, representaba lo que había aprendido bajo la tutela de Mihawk: la sutileza y el peligro latente.

—Este crucifijo no es solo un símbolo —continuó Dracule—. Es una herramienta, una que solo alguien con habilidad y juicio puede utilizar correctamente. Espero que lo lleves con la misma responsabilidad que has llevado tu entrenamiento hasta ahora.

Mar asintió, impresionada por el gesto. No se lo esperaba. No se esperaba recibir algo tan significativo, especialmente de alguien como Mihawk, quien no era dado a demostraciones emocionales o gestos grandiosos.

—Gracias, Dracule —dijo, su voz contenida pero llena de gratitud.

Dracule observó su reacción durante unos segundos, como si estuviera evaluando si había comprendido completamente la importancia de su regalo. Luego, dio un paso atrás y cruzó los brazos sobre el pecho.

—No me malinterpretes, Mar —agregó con su tono habitual de dureza—. Este es solo el principio. Queda mucho por hacer. Mucho por mejorar. No dejes que este obsequio te dé una falsa sensación de seguridad. Cada día debes recordar que siempre hay alguien mejor que tú, y debes estar preparada para superarlos.

Mar sonrió ligeramente. Esa era la forma en la que Mihawk mostraba su aprecio y respeto. No lo hacía con dulzura, sino con honestidad cruda y expectativas elevadas. Y eso era precisamente lo que ella valoraba de él como maestro.

Hikari, que había observado toda la escena en silencio, sonrió para sí misma. Sabía lo que significaba ese gesto para Mar, aunque ella no lo admitiera. Tal vez este cumpleaños no fuera una celebración tradicional, pero de alguna manera, parecía más importante que cualquier fiesta.

—Bueno, Mar, parece que al final, este día no fue tan ordinario como pensabas, ¿no? —dijo Hikari, con una sonrisa juguetona, intentando suavizar el ambiente.

Mar asintió levemente, tocando el crucifijo en su pecho, como si de alguna manera ya fuera parte de ella.

—Supongo que no —dijo finalmente, su voz suave pero firme—. Pero aún hay trabajo por hacer. ¿Continuamos?

Dracule, satisfecho con su respuesta, dio un paso atrás, observandolas con sus penetrantes ojos dorados.

—Adelante, entonces —dijo, cruzando los brazos mientras las observaba con la misma intensidad de siempre—. La lección no termina solo porque es un día especial.

Y así, mientras el sol continuaba ascendiendo en el cielo, Mar y Hikari volvieron a sus espadas, pero con un nuevo sentido de propósito. El regalo que ahora colgaba de su cuello no solo era un recordatorio de su progreso, sino de las altas expectativas que se le habían impuesto. Pero, en ese momento, Mar sentía que podía enfrentarlo todo. No necesitaba una celebración para saber quién era ni a dónde iba. Con Dracule observando y con su propia fuerza creciendo, su camino estaba claro. Y eso, para ella, era suficiente.

| En la actualidad, Water 7 |

Dos días habían pasado desde aquel paseo tranquilo por Water 7, y las cosas habían vuelto lentamente a su curso natural. Ambas tripulaciones estaban descansados y preparados para lo que viniera, cada una recuperando sus energías a su manera. Mar estaba de pie en la cubierta de su barco, observando el bullicio de la ciudad desde la distancia. Sentía una mezcla de emociones: la tranquilidad de haber disfrutado un tiempo en calma y la inevitable presión de la misión que aún tenía entre manos

Buggy apareció detrás de ella sin hacer demasiado ruido, aunque su presencia era imposible de ignorar.

—Estás demasiado callada para mi gusto, Mar. ¿Qué pasa? —preguntó con su tono habitual, pero con un toque de curiosidad genuina.

—No puedo quedarme mucho más tiempo aquí, Buggy. Water 7 es hermosa, pero no estamos más cerca de las respuestas que buscamos.

Buggy se acercó, inclinándose sobre la barandilla junto a ella, su mirada también dirigida hacia el horizonte.

—No creo que nadie espere que te quedes mucho más tiempo. Pero tampoco puedes forzarlo. —Hizo una pausa, luego agregó con una sonrisa burlona—. A menos que quieras que yo me encargue de encontrar a tu hermano.

Mar sonrió, sabiendo que Buggy intentaba aligerar el ambiente, pero también sintiendo que en el fondo, su oferta era algo sincera.

—No, Buggy —dijo suavemente—. Esta es una misión que debo hacer yo. Pero aprecio el ofrecimiento.

El silencio se instaló entre ellos por un momento, hasta que Buggy rompió la tensión con su característica falta de paciencia.

—Bueno, ¿entonces qué? ¿Nos quedamos aquí a ver cómo pasa el tiempo, o tienes algo en mente? —preguntó, cruzándose de brazos y mirándola con un brillo divertido en los ojos.

Mar suspiró y se giró para enfrentarlo completamente.

—De hecho, estaba pensando en eso. Tenemos una pista y no nos dice hacia dónde dirigirnos. Pensé en explorar más esta ciudad, hablar con algunos constructores de barcos o con gente que haya viajado recientemente. Tal vez alguien haya visto a alguien con esas cicatrices.

Buggy asintió, aunque parecía algo decepcionado de que el plan no incluyera algo más emocionante, como una pelea o un tesoro. Sin embargo, era pragmático, sabía que a veces las respuestas estaban en los lugares más aburridos.

—Está bien, podemos hacer eso —dijo, fingiendo un suspiro dramático—. Aunque espero que al menos encontremos algo interesante. Tal vez una pista de un tesoro escondido o un mapa secreto.

Mar rió ante la imagen de Buggy tratando de mantener su espíritu aventurero en medio de una misión tan personal.

—Siempre pensando en tesoros, ¿verdad?

—Es lo que hago, Mar —respondió él con una sonrisa ancha—. No puedes cambiar mi esencia. Pero, hablando en serio... —su expresión cambió, se volvió un poco más seria—. Encontraremos algo. O alguien. No puede ser que no haya nadie en esta maldita ciudad que sepa algo. Y si no es aquí, pues habrá otro lugar donde buscar.

Mar asintió, apreciando su optimismo. No importaba lo extravagante o egoísta que pudiera parecer Buggy a veces, había algo en su manera de ver el mundo que era reconfortante. Un recordatorio de que, siempre había una forma de avanzar.

—Tienes razón —admitió finalmente—. Pero no podemos hacer esto solos. Mi tripulación y la tuya deberían dividirse para hacer preguntas por la ciudad. Si nos movemos rápido, tal vez podamos encontrar algo antes de que termine el día.

Buggy se enderezó, claramente animado por la idea de tener una tarea que implicara acción.

—¡Ahora sí estás hablando mi idioma! —exclamó, dándole una palmada en la espalda con más fuerza de la necesaria—. Dividámonos y hagamos lo que mejor sabemos hacer: encontrar información... o causar problemas si es necesario.

Mar rodó los ojos ante el comentario, pero no pudo evitar sonreír.

—Causar problemas no está en el plan, Buggy —lo advirtió, aunque sabía que probablemente no la escucharía.

—Lo que tú digas, capitana —respondió con una sonrisa astuta antes de dar media vuelta para reunir a su tripulación—. Pero te garantizo que hoy no será aburrido.

Mientras Buggy reunía a su tripulación, Mar bajó de su barco y llamó a los suyos, explicando rápidamente el plan. Iban a dividirse en grupos pequeños, cada uno asignado a diferentes áreas de la ciudad, desde los astilleros hasta las tabernas más alejadas. Había mucha gente en Water 7, y aunque las posibilidades de encontrar una pista clara eran bajas, no podían permitirse dejar ningún rincón sin explorar.

—Si alguien ve algo, nos reunimos aquí al atardecer —instruyó a su tripulación, mientras Hikari y Ren asentían con determinación.

—Entendido, Mar —respondió Kaito, ajustando su espada antes de marcharse con el grupo asignado.

—Buena suerte —dijo Mar, observando cómo su tripulación se dispersaba entre los canales y las calles de la ciudad.

Mar observó cómo su tripulación se dispersaba, sabiendo que estaban listos para cumplir su misión, la sensación de algo más profundo rondaba en su mente, algo más grande de lo que inicialmente había anticipado. Justo cuando estaba sumida en estos pensamientos, Buggy se le acercó, con su andar despreocupado pero su mirada ligeramente más enfocada que de costumbre.

—Entonces, ¿lista para ponerte manos a la obra? —preguntó Buggy, con una sonrisa ladeada que delataba su entusiasmo.

—Siempre —respondió con firmeza, comenzando a caminar por las intrincadas calles de Water 7 junto a él.

El día avanzaba lentamente mientras ambos se adentraban en la ciudad. Hablaban con comerciantes, astilleros y marineros, buscando alguna pista. Sin embargo, tras varias horas de conversaciones infructuosas, solo habían conseguido rumores vagos y relatos sin mucho valor. A pesar de todo, Buggy se mantuvo optimista, haciéndola reír en más de una ocasión con sus comentarios irreverentes y su forma exagerada de interactuar con la gente.

Después de un largo rato de búsqueda, decidieron tomarse un descanso. Habían llegado a una pequeña plaza escondida, lejos del bullicio del puerto, donde la sombra de los árboles y el sonido relajante de una fuente cercana les ofrecían un respiro bienvenido.

—No fue un mal día, aunque no encontráramos mucho —comentó Buggy mientras se dejaba caer sobre una banca de piedra, estirando los brazos con exageración.

Mar se sentó junto a él, observando cómo la luz del sol se filtraba entre las hojas de los árboles.

—Al menos estamos eliminando posibilidades —respondió con un tono reflexivo—. Aunque siento que estamos cerca de algo, no puedo explicarlo.

Buggy la miró de reojo, su habitual mueca burlona desapareciendo por un segundo.

—Tienes esa sensación de nuevo, ¿eh? —preguntó, cruzando los brazos detrás de su cabeza y recostándose contra la banca—. Siempre pasa antes de que algo grande ocurra.

Mar sonrió, pero no respondió de inmediato. Había algo en el aire, algo que la inquietaba, pero que también la motivaba a seguir adelante. Se quedó en silencio unos minutos, dejando que sus pensamientos fluyeran, cuando de repente, un sonido llamó su atención.

Era un ruido sutil, como un mecanismo oculto que se activaba en la distancia. Mar se levantó, sus instintos agudizándose al instante.

—¿Lo escuchaste? —preguntó, mirando hacia el origen del sonido.

Buggy frunció el ceño, no del todo seguro de lo que ella hablaba, pero asintió. Conocía bien el instinto de Mar y sabía que rara vez se equivocaba.

—Vamos a ver qué encontramos —dijo ella, ya avanzando con determinación.

Buggy suspiró, pero la siguió de inmediato, ajustando su capa con una mezcla de curiosidad y cautela. Los dos caminaron hacia el origen del sonido, un pequeño callejón que se adentraba en una parte menos transitada de la ciudad. A medida que avanzaban, la atmósfera se volvía más densa, como si el aire mismo contuviera un misterio antiguo. Al final del callejón, una puerta de madera apenas perceptible se entreabría. Mar se detuvo frente a ella, su mano en el pomo.

—¿Seguro que quieres hacer esto? —preguntó Buggy, con una media sonrisa, pero con un brillo de anticipación en sus ojos.

—Nunca he estado más segura —respondió ella, empujando la puerta.

El interior era oscuro y húmedo, con un frío que contrastaba con el calor de afuera. Bajaron por una serie de escalones de piedra que parecían llevarlos bajo la ciudad. La luz apenas penetraba en ese lugar, pero Mar avanzaba con paso firme, guiada por un presentimiento que no podía ignorar.

Finalmente, tras lo que parecieron minutos de caminata en silencio, llegaron a una sala amplia, cubierta de inscripciones antiguas en las paredes. Allí, en el centro, había lo que Mar había estado buscando en lo más profundo de su ser: Poneglyphs.

Mar se detuvo en seco, sintiendo un torrente de emociones. No era la primera vez que veía estas piedras antiguas. Recordaba haber encontrado algunas inscripciones similares cuando llegó a Water 7 por primera vez, pero este lugar era diferente. Más oscuro, más oculto... más importante.

—Esos son... —empezó Buggy, su voz baja, apenas un murmullo—. Los he visto antes, pero nunca de tan cerca.

Mar no pudo evitar acariciar una de las inscripciones con la yema de sus dedos, sus ojos recorriendo las letras, intentando recordar el significado exacto de los Poneglyphs que había visto antes, que podría cambiar el destino de aquellos que los comprendieran.

—Estos son más antiguos de lo que pensé

Buggy, por su parte, parecía más intrigado que nunca. Aunque siempre había sido alguien enfocado en su propio interés, algo en este lugar lo descolocaba. Quizás era la manera en que Mar miraba esas piedras, con una mezcla de reverencia y determinación. O tal vez era el eco de algo mucho más grande que resonaba en las profundidades de su ser, una sensación de que estaban en presencia de algo monumental.

—¿Crees que tu hermano tenga algo que ver con esto? —preguntó, aunque sabía que el tema estaba en segundo plano en este momento.

Mar negó con la cabeza, aunque no del todo segura.

—No lo sé. Pero esto puede ser clave para algo mucho más grande de lo que imaginamos. —Se giró hacia él, sus ojos brillando con determinación—. Estos Poneglyphs guardan secretos que podrían cambiar el curso de nuestra historia.

Buggy se rió suavemente.

—Tú y tus grandes ideas. Siempre piensas en la historia y los misterios del mundo. Yo solo quiero mi tesoro, pero supongo que puedo dejar que te diviertas un poco más con todo esto.

Mar sonrió. A pesar de su actitud desenfadada, sabía que Buggy comprendía la importancia de lo que tenían delante. Quizás no lo admitiría, pero algo en su expresión delataba su propia fascinación.

—No te preocupes, Buggy. Este descubrimiento podría llevarnos a algo más grande de lo que cualquiera de los dos imaginamos. Tal vez haya más que un simple tesoro en juego.

Buggy la miró, y aunque quería hacer una broma, algo en su interior le impidió hacerlo. Por primera vez en mucho tiempo, se sentía conectado a algo más que sus propios planes de grandeza. Estaba compartiendo un camino con Mar, y de alguna manera, eso hacía que todo pareciera más significativo.

—¿Y ahora qué? —preguntó finalmente, su tono más serio de lo habitual.

Mar se giró hacia los Poneglyphs, sus ojos fijos en las inscripciones.

—Ahora... ahora los estudiamos.

Ambos se quedaron en silencio, conscientes de que acababan de dar un paso hacia lo desconocido. Pero por primera vez en mucho tiempo, ninguno de los dos tenía miedo de lo que pudiera venir después. Estaban juntos en esto, y eso les daba la fuerza necesaria para enfrentar cualquier desafío.

Mientras Mar y Buggy permanecían en la penumbra de la habitación, rodeados por las enigmáticas inscripciones de los Poneglyphs, la atmósfera se cargaba de expectación. Mar, con su mente agitada, sabía que estos antiguos escritos podían contener más de lo que aparentaban. Se sentó en el suelo, con las piernas cruzadas, concentrándose en cada símbolo, cada trazo que podía captar su atención.

Fue entonces cuando uno de los Poneglyphs pareció brillar con una luz tenue, como si estuviera invitándola a acercarse más. Mar se inclinó hacia adelante, sus ojos buscando el significado de las inscripciones. De pronto, algo en su interior se encendió. La idea de que estos Poneglyphs pudieran conectarse de alguna manera con su hermano la llenó de una mezcla de esperanza y nerviosismo.

—¿Qué pasa? —preguntó Buggy, notando su repentina intensidad.

—Siento que estoy cerca de algo —respondió ella, su voz un susurro—. Tal vez... tal vez hay más aquí de lo que parece.

Finalmente, sus dedos encontraron un conjunto de caracteres que parecían destacar entre los demás. Se apresuró a descifrar el significado en voz alta:

"En la búsqueda de aquel que abandonó, las marcas de su viaje son cicatrices en la piel y en el corazón. Su cabello, el color del ocaso y el sol, brilla como el fuego, pero una sombra le sigue: la pérdida de un brazo, y un destino que busca un tesoro legendario. No en el reino de los gigantes, donde los ríos son vastos, ni en la nieve eterna, donde el frío penetra. El camino se despliega hacia la isla donde los sueños se convierten en leyendas. Allí, en la cúspide de la magia, el tiempo y el espacio se entrelazan. La respuesta a tu búsqueda yace en el susurro del viento que canta bajo la luz del sol."

Mar se detuvo, sintiendo cómo las palabras se asentaban en su mente. Esa descripción era más que un simple relato; era una pista clara sobre su hermano. Se quedó en silencio, su corazón palpitante al pensar en lo que cada fragmento podía significar. Su cabello, el color del ocaso y el sol, resonaba en su memoria, pero la imagen de su rostro era difusa, como un sueño borroso que se desvanecía al despertar.

—¿Sabes qué significa? —preguntó Buggy, intrigado por la revelación.

Mar frunció el ceño, procesando cada línea de la frase, tratando de unir los hilos de su pasado con las palabras que tenía delante. La referencia a su hermano era inconfundible, pero el resto de la pista era un acertijo en sí mismo.

—Está en alguna parte, buscando algo que ni siquiera sabe lo que es.

Buggy la observó con atención, reconociendo la complejidad de sus emociones.

—¿Y qué hay de la isla? —inquirió—. ¿Dónde nos lleva esto?

Mar volvió a mirar las inscripciones, tratando de discernir el significado de la última parte. "La isla donde los sueños se convierten en leyendas", resonó en su mente. Se acordó de las historias que había oído de otros navegantes sobre un lugar lejano y misterioso.

—Creo que se refiere a Zou —dijo finalmente, sintiendo que las piezas del rompecabezas comenzaban a encajar, famosa por su conexión con leyendas antiguas y criaturas míticas, un lugar donde la realidad y la fantasía se entrelazaban en un mismo destino.

Buggy levantó una ceja, sorprendido.

—Zou, ¿eh? ¿Y cómo planeas llegar allí? —su tono era más curioso que escéptico.

—No lo sé todavía, pero esto es un comienzo. —Mar se levantó, sintiéndose revitalizada por la nueva pista—. Tengo que encontrar una manera de reunir a mi tripulación y discutirlo. Si mi hermano está buscando el One Piece, entonces es posible que ya haya estado allí, o que se dirija allí.

Buggy se incorporó, su actitud ahora más seria.

—Entonces, tenemos que prepararnos. Pero primero, necesitamos salir de aquí y asegurarnos de que nadie nos siga. —Miró hacia la puerta que habían cruzado para llegar a esa sala. No podían estar seguros de que no hubiera otros interesados en los secretos que habían encontrado.

Mar asintió, sintiendo que la emoción de su descubrimiento no debía diluirse por la necesidad de ser cautelosos. Sin embargo, en su interior, la determinación crecía. Había encontrado una pista que la guiaba hacia su hermano y, aunque el camino por delante estaba lleno de incertidumbre, sabía que estaba más cerca que nunca.

Mientras se dirigían hacia la salida, Mar reflexionaba sobre lo que acababa de descubrir. No solo había encontrado una pista sobre su hermano, sino que también había comenzado a entender la magnitud de su viaje.

Mientras Mar y Buggy emergían del callejón, el bullicio de Water 7 los envolvió, llenando el aire con el sonido de las voces, el crujir de las maderas y el tintinear de las herramientas de los carpinteros. Sin embargo, a pesar de la actividad vibrante a su alrededor, Buggy no podía sacudirse la sensación de inquietud que le acechaba.

—Mar —dijo, deteniéndose en medio de la multitud y haciendo que ella lo mirara—. Antes de que avancemos, quiero que escuches esto.

Mar frunció el ceño, notando la seriedad en su tono.

—¿Qué sucede, Buggy? —preguntó, sintiendo que el ambiente festivo a su alrededor se desvanecía.

Buggy respiró hondo, buscando las palabras adecuadas.

—Estoy preocupado por ti. No solo por tu búsqueda de tu hermano. Este mundo puede ser cruel y peligroso. Y mientras más nos acerquemos a la verdad, más atención atraemos. No quiero que te metas en problemas por mi culpa.

Mar, aunque sintió un aprecio cálido por sus palabras, no podía dejar de notar la intensidad en su mirada. Se acercó un poco más, buscando una conexión entre ambos.

—Sabes que siempre he estado dispuesta a enfrentar cualquier cosa que se interponga en mi camino. —Su voz era firme, pero en el fondo, una pequeña duda comenzaba a aflorar.

Buggy se inclinó hacia ella, capturando su mirada con la suya.

—Lo sé, y admiro tu valentía. Pero también necesito que entiendas que, a veces, ser valiente significa reconocer los peligros. Quiero que estés segura. —Con un movimiento decidido, Buggy la envolvió en un abrazo, apretándola contra su pecho. Era un abrazo cálido, protector, y Mar sintió cómo el latido de su corazón se mezclaba con la urgencia de sus palabras.

—Buggy, no tienes que preocuparte tanto. —Mar intentó tranquilizarlo, pero el abrazo solo se apretó más. Ella sintió que su cuerpo se relajaba, como si su ansiedad se disolviera momentáneamente en el refugio de su abrazo.

—Sí tengo que hacerlo —respondió Buggy, su voz un murmullo contra su cabello. Era un tono que dejaba claro que no iba a cambiar de opinión—. No puedo evitarlo. Eres importante para mí, y no quiero perderte en esta búsqueda.

Mar sintió que una oleada de emociones la envolvía. Las palabras de Buggy resonaron en su interior, y aunque sabía que su viaje estaba lleno de riesgos, el hecho de que él se preocupara por ella le daba una nueva perspectiva sobre lo que estaban a punto de emprender.

—Entiendo, pero esta es mi decisión. Mi hermano es lo más importante en este momento. —Se apartó un poco, mirándolo a los ojos—. Y prometo que seré cuidadosa. Pero necesito que confíes en mí.

La expresión de Buggy se suavizó, aunque la preocupación seguía presente.

—Confío en ti, pero eso no significa que no me preocupe. A veces, lo que más queremos nos lleva a lugares oscuros. Quiero que estemos preparados para lo que venga.

Mar asintió, comprendiendo que su preocupación provenía de un lugar de amor y amistad.

—Entonces, ¿Qué propones?

Buggy se enderezó, adoptando una postura más decidida, y su semblante se iluminó con una chispa de energía.

—Primero, reunamos a la tripulación. Necesitamos que todos estén en la misma página. La búsqueda de tu hermano no es algo que podamos manejar solos. —Miró alrededor, asegurándose de que nadie los estuviera escuchando—. Y luego, debemos idear un plan. No podemos permitir que nos sigan o nos descubran.

Mar sintió que la determinación renacía en su interior. La idea de reunir a su tripulación, de enfrentar juntos cualquier desafío que se les presentara, era exactamente lo que necesitaba. Con Buggy a su lado, sentía que podían conquistar cualquier obstáculo.

—Tienes razón. —Su voz ahora resonaba con confianza—. Vamos a buscar a la tripulación.

Sin embargo, Buggy aún no se sentía completamente tranquilo. Antes de que pudieran partir, volvió a abrazarla, esta vez de una manera más firme.

—Solo recuerda que estaré contigo en cada paso. —Dijo mientras la miraba intensamente—. No quiero que sientas que tienes que hacer esto sola. No lo eres.

Mar sonrió ante la sinceridad de sus palabras, sintiendo una mezcla de gratitud y un nuevo sentido de camaradería.

—No estoy sola, y eso significa más de lo que puedes imaginar. Juntos, enfrentaremos lo que venga. —Le dio un suave empujón en el pecho, liberando un poco la tensión.

Con el abrazo finalmente soltado, Buggy comenzó a guiarla a través de la multitud, la preocupación aún grabada en su mente, pero con un renovado sentido de propósito. La búsqueda no solo se trataba de encontrar respuestas sobre el pasado de Mar, sino de descubrir lo que significaba ser parte de un equipo, de una familia.

Mientras avanzaban por las calles de Water 7, cada paso se sentía como un paso más hacia lo desconocido, pero también hacia el fortalecimiento de los lazos que los unían. Mar sabía que no solo se enfrentaría a desafíos, sino que también descubriría la verdadera esencia de la amistad, la lealtad y el sacrificio.

Al final de la calle, se encontraban con la primera taberna que habían visitado. Era un lugar bullicioso, donde los marineros y aventureros compartían historias y risas, y donde la tripulación de Mar había pasado buenos momentos.

—Aquí es donde podemos reunir a todos —dijo Buggy, señalando hacia la entrada.

Buggy abriendo la puerta de la taberna con determinación. El bullicio del lugar los recibió, y mientras cruzaban el umbral, ambos estaban listos para enfrentar el mundo juntos, conscientes de los peligros pero también de la fuerza que les otorgaba su unión.

A pesar de la cantidad de gente y las múltiples conversaciones que retumbaban en las paredes de madera gastadas, los ojos de Mar se posaron rápidamente en una mesa en el rincón más apartado. Allí, estaban sentadas dos tripulaciones que jamás habría imaginado ver juntas de manera tan natural.

Su tripulación, con Kaito, Hikari y Ren, ocupaba un lado de la mesa, mientras que en el otro, como si llevaran años trabajando juntos, se encontraban Cabaji y Mohji, los fieles subordinados de Buggy. Mar entrecerró los ojos un momento, sorprendida de ver la aparente armonía entre los dos grupos. Las charlas animadas y las risas mezcladas parecían desafiar las probabilidades.

Kaito fue el primero en notar su entrada. Había en él una mirada que combinaba alivio y preocupación.

—Mar —dijo Kaito, acercándose a ella—. Ya era hora de que aparecieras. Estábamos empezando a pensar que algo había salido mal.

Hikari y Ren, que hasta ese momento parecían absortos en su conversación con Cabaji y Mohji, también giraron sus cabezas hacia ella. Hikari dejó escapar una risa nerviosa mientras se levantaba rápidamente. Ren, por su parte, se quedó sentado pero le dedicó una leve sonrisa a Mar, como si supiera que había algo importante que necesitaban discutir.

Mar intercambió una breve mirada con Buggy antes de volver su atención a su tripulación.

—No es que las cosas hayan sido fáciles, pero encontramos algo. —Mar caminó hacia la mesa con pasos decididos, sintiendo la mirada atenta de todos—. Y no es cualquier cosa.

Cabaji y Mohji intercambiaron miradas rápidas, pero no dijeron nada. Parecía que, al menos por el momento, el respeto entre ambas tripulaciones se mantenía firme. Buggy, en un gesto que resultaba sorprendentemente contenido para alguien tan explosivo, caminó detrás de Mar, pero no dijo una palabra, dejando que ella tomara el control de la situación.

Kaito se cruzó de brazos, su mirada fija en ella. Sabía que si Mar decía que había encontrado algo, no era algo trivial.

—¿Qué encontraste? —preguntó, su voz baja pero cargada de curiosidad.

Mar se apoyó ligeramente en el respaldo de una silla vacía, respirando hondo antes de hablar.

—Otro Poneglyph. —La palabra resonó en la mesa, atrayendo la atención inmediata de todos. Ren levantó la vista de su vaso, sus ojos ahora fijos en Mar.

—¿Otro Poneglyph? ¿Aquí? —preguntó Hikari, la emoción evidente en su voz—. ¿Qué decía?

—El Poneglyph tenía una descripción de mi hermano. Es la segunda pista y no deja dudas

La atmósfera en la mesa cambió drásticamente. El silencio cayó como un manto, y todos los ojos estaban sobre ella. Kaito frunció el ceño, procesando la información.

—Entonces... ¿sabes dónde está? —preguntó lentamente, tratando de unir las piezas.

Mar asintió, aunque con cierta cautela.

—No exactamente. Pero el Poneglyph mencionaba una isla... Zou. —Al decir el nombre, vio cómo sus compañeros reaccionaban con sorpresa, mientras que Buggy, a su lado, permanecía inmóvil, aunque su expresión se tensaba ligeramente.

—Zou... —murmuró Kaito—. ¿Cómo planeas llegar allí? No es precisamente una isla fácil de encontrar.

Mar se cruzó de brazos, su mente aún buscando respuestas. Pero antes de que pudiera responder, Buggy intervino. Su tono era más grave que de costumbre, dejando de lado el habitual toque burlesco.

—Zou es una isla móvil —dijo, dirigiendo la mirada a todos los presentes—. Está en el lomo de un elefante gigantesco que lleva caminando por el mar desde hace siglos. No es un lugar al que puedas llegar simplemente navegando hacia él. Necesitamos algo más... o alguien que ya haya estado allí.

Mar asintió, consciente de las dificultades que eso implicaba.

—Eso es lo que tenemos que averiguar. Si mi hermano ha estado en Zou o está en camino allí, necesitamos adelantarnos o, al menos, seguir sus pasos. La pista en el Poneglyph no es clara en cuanto a su paradero exacto, pero estoy segura de que Zou es el siguiente paso.

Cabaji, que hasta entonces había estado escuchando en silencio, se inclinó hacia adelante, su rostro serio.

—¿Y cómo planeamos encontrar una isla que se mueve?

Mohji hizo eco de la preocupación.

—Si nadie sabe dónde está, ¿no será como buscar una aguja en un pajar?

Mar se mordió el labio. Sabía que no iba a ser fácil, pero la determinación en su interior seguía ardiendo. La idea de estar más cerca de encontrar a su hermano era suficiente para impulsarla.

Antes de que pudiera contestar, sintió algo que la tomó por sorpresa. El brazo de Buggy rodeó sus hombros de manera protectora, tirando de ella hacia su costado. Era un gesto inusualmente íntimo para el capitán payaso, y aunque el resto de la mesa no pareció notarlo de inmediato, Mar lo sintió con claridad.

—No estás sola en esto —dijo Buggy, su voz baja pero firme, apenas audible para los demás—. Nos ocuparemos de esto juntos, y no vamos a permitir que nada te detenga. Ni siquiera un elefante gigante que se pasea por el océano.

El contacto la hizo estremecer ligeramente, pero Mar no lo apartó. Había algo en la seriedad de Buggy que la hizo sentir una mezcla de sorpresa y agradecimiento. Sabía que él tenía una reputación que mantener, pero en ese momento, el capitán parecía más preocupado por ella que por su propia imagen.

Kaito observó el intercambio, su ceño fruncido, pero no dijo nada. Hikari, por su parte, se levantó de la mesa, ya rebosante de energía nuevamente.

—¡Entonces es hora de empezar a planear! No importa si la isla está en movimiento o no, encontraremos una manera de llegar. Si alguien ha llegado antes, nosotros también lo haremos.

Ren asintió en silencio, mientras Cabaji y Mohji también parecían aceptar el desafío. Las dos tripulaciones, unidas por el destino y la extraña alianza entre Mar y Buggy, estaban listas para el siguiente paso en su búsqueda.

Mar sabía que estaba rodeada de personas que no solo la seguirían, sino que también la protegerían a lo largo del camino. Y, en el fondo, el calor protector del brazo de Buggy le recordaba que, aunque su misión era personal, no tendría que enfrentarse a ello sola.

La luna brillaba alta en el cielo, su luz plateada derramándose sobre la cubierta del barco mientras Mar permanecía sola, apoyada en la barandilla. El mar estaba tranquilo, un suave vaivén que apenas hacía crujir la madera bajo sus pies. Aunque el resto de la tripulación dormía profundamente, ella no podía descansar. Sus pensamientos la mantenían despierta, inquieta, reviviendo todo lo que había sucedido desde que había iniciado esta travesía.

Con un suspiro profundo, Mar deslizó los dedos sobre el colgante que colgaba de su cuello, el crucifijo que Dracule le había regalado en su cumpleaños. Era una pieza de plata pulida, elegante en su simplicidad, pero al mismo tiempo enigmática. A la luz de la luna, el crucifijo brillaba con un leve resplandor, y Mar lo observaba con detenimiento, sintiendo una extraña mezcla de emociones cada vez que lo tocaba.

Sus pensamientos divagaban hacia su hermano, la búsqueda que había emprendido, y los obstáculos que había enfrentado en el camino. Había llegado demasiado lejos. Su hermano seguía siendo una sombra en su vida, un enigma que no podía ignorar. El viento sopló con fuerza, revolviendo su cabello mientras cerraba los ojos por un momento, permitiéndose sentir el peso de las emociones acumuladas. Las conversaciones con Kureha en Drum aún resonaban en su mente, como ecos que se negaban a desvanecerse. La búsqueda de su hermano no era solo una misión para encontrarlo físicamente; también era un viaje para comprender sus propias motivaciones, sus propios sueños.

Mientras Mar perdía la noción del tiempo, una figura se acercó a ella en silencio. El sonido leve de los pasos sobre la madera le hizo girar la cabeza ligeramente, pero no estaba sorprendida de ver a Buggy acercarse. Sabía que él tampoco solía dormir mucho, sobre todo cuando algo lo preocupaba. Se detuvo a su lado, cruzando los brazos mientras la observaba por el rabillo del ojo, miró el objeto que tenía en la mano y arqueó una ceja.

—¿Y ese colgante? —preguntó, señalando el crucifijo con un gesto casual, aunque su curiosidad era evidente—. No lo había visto antes. No me digas que tiene algo que ver con ese tipo... Mihawk.

Mar asintió levemente, sin apartar la vista del crucifijo.

—Sí, me lo dio en mi cumpleaños —dijo en voz baja—. Lo llevo desde entonces. Es más que un simple regalo. Mihawk no es alguien que haga las cosas por capricho.

Buggy frunció el ceño ligeramente, su actitud despreocupada desvaneciéndose un poco.

—¿Qué hay con él? ¿Es solo un recuerdo o crees que hay algo más en ese colgante?

Mar dudó por un momento antes de contestar, girando el crucifijo en su mano y mostrándoselo a Buggy más de cerca.

—Mihawk siempre me enseñó que cada cosa tiene un propósito, y no puedo evitar pensar que este colgante es algo más. Pero no sé qué.

Buggy observó el crucifijo con detenimiento, sus ojos entrecerrados mientras intentaba descifrar el objeto. Luego se encogió de hombros y se apoyó en la barandilla junto a ella.

—Con ese tipo, nunca se sabe —comentó—. Pero si es algo que te dio él, probablemente tenga un significado profundo.

Mar suspiró, agradecida por la compañía de Buggy, aunque no lo admitiera en voz alta. A veces, su simple presencia era suficiente para aliviar parte del peso que cargaba.

Ambos compartieron una leve sonrisa antes de que Mar mirara hacia el horizonte, su tiempo en esa isla estaba llegando a su fin, y que pronto tendrían que zarpar de nuevo y un nuevo destino en mente: Zou.

—Zou será nuestro próximo destino —dijo Mar, su voz más firme ahora—. He escuchado rumores sobre esa isla, y creo que podría haber más pistas sobre mi hermano allí.

Buggy asintió, aunque su rostro mostraba cierta inquietud.

—He oído hablar de Zou. Es una isla extraña, no es fácil de encontrar, y muchos piratas ni siquiera saben cómo llegar.

—Zou está sobre Zunisha, un elefante colosal que ha vagado por el mundo durante mil años. Solo los elegidos pueden encontrarla.

Buggy frunció el ceño, claramente dudando sobre la lógica de un elefante gigante, pero no lo mencionó.

—Bueno, si hay algo que he aprendido desde que te conocí, es que nada es imposible. —Se inclinó hacia adelante, mirando el horizonte—. Pero será un viaje complicado. Encontrar Zou no será fácil.

—Lo sé —admitió Mar—, pero ya estoy acostumbrada a lo difícil. Y no estoy sola.

El viento sopló suavemente, y ambos se quedaron en silencio por un rato más, mirando las estrellas reflejadas en el océano. A pesar de todas las dificultades, Mar sentía que estaba más cerca de las respuestas que tanto buscaba.

—Vamos a descansar un poco antes de zarpar —dijo Buggy finalmente, rompiendo el silencio—. Mañana nos espera un día largo, y necesitarás estar en forma para lo que venga.

Mar asintió, aunque sabía que el sueño aún no llegaría para ella. Miró una vez más el crucifijo que colgaba de su cuello y decidió que, cuando llegaran a Zou, intentaría descubrir su verdadero propósito. Quizás esa isla escondiera más que solo una pista sobre su hermano; tal vez también guardaba respuestas para ella misma.

Mientras Buggy se alejaba, Mar volvió a mirar el horizonte, con la brisa marina en su rostro y una renovada determinación en su corazón.

El sol empezaba a asomarse en el horizonte, tiñendo el cielo de suaves tonos anaranjados y rosados. El aire estaba cargado de una extraña calma, como si el mundo mismo estuviera preparándose para la tormenta que sabía que vendría. Mar se encontraba de pie en la cubierta de su barco, sintiendo el vaivén del océano mientras su tripulación comenzaba a despertar. Desde su posición, podía ver el barco de Buggy no muy lejos, su bandera ondeando con el viento, y algunas de sus tripulantes moviéndose para preparar todo para zarpar.

—¿Listos para zarpar? —preguntó Mar, con una sonrisa tranquila, pero sus ojos mostraban la determinación de quien está dispuesta a enfrentarse a lo imposible.

—Todo listo, Mar —respondió Hikari, sujetando una cuerda mientras ataba los cabos sueltos.

Ren, que ajustaba los mástiles, asintió también.

—Zarparemos en unos minutos. ¿Estás segura de la ruta?

Mar miró el Log Pose que colgaba de su muñeca. La aguja giraba lentamente, apuntando hacia donde creía que debían dirigirse.

—Tan segura como puedo estarlo. El Log Pose de Cabaji que me prestó nos llevará hasta Zou, pero necesitamos estar atentos. Zunisha no es una criatura común —respondió, ajustando su postura al sentir una ráfaga más fuerte de viento.

Mientras observaba los preparativos, su mente volvió a las palabras de Buggy la noche anterior. Él tenía razón; Zou no sería fácil de encontrar, y no todos los piratas tenían el conocimiento necesario para llegar hasta allí. Pero Mar estaba decidida, y sabía que, si su hermano había logrado llegar, ella también lo haría.

A lo lejos, el barco de Buggy también se estaba preparando para zarpar. Podía ver a sus tripulantes corriendo de un lado a otro, ocupados en sus tareas mientras Buggy los dirigía desde la cubierta. Ambos barcos estaban listos para lo que fuera que les aguardara.

Sin embargo, la calma de la mañana fue interrumpida de manera abrupta.

Desde el horizonte, Mar notó algo inusual: una línea oscura que se movía rápidamente sobre el agua. Se detuvo, entrecerrando los ojos para ver mejor, pero antes de que pudiera reaccionar, Hikari gritó desde la proa.

—¡Capitana! ¡Barcos a la vista!

Mar dio un paso adelante, con el corazón acelerado. A la distancia, aparecieron varios barcos, todos con velas blancas y símbolos familiares. El emblema de la Marina se distinguía claramente sobre las banderas que ondeaban al viento.

—¡La Marina! —exclamó Ren, mirando hacia Mar con una mezcla de sorpresa y preocupación.

Mar frunció el ceño. La presencia de la Marina significaba problemas, y no solo para ella, sino también para Buggy y su tripulación. Estaba claro que no iban a permitir que escaparan fácilmente.

Desde el otro barco, pudo ver a Buggy acercándose a la proa, con una expresión de incredulidad que rápidamente se transformó en enojo.

—¡¿Qué demonios hace la Marina aquí?! —gritó Buggy, mientras agitaba los brazos con frustración.

—No importa cómo —respondió Mar con calma, aunque su mente ya estaba trabajando en un plan—. ¡Preparen las velas! ¡Nos abriremos paso!

Los barcos de la Marina se acercaban rápidamente. Podía ver al menos tres, todos con cañones apuntando hacia ellos. Los oficiales de la Marina no perderían la oportunidad de atrapar a dos tripulaciones piratas a la vez. Pero Mar no tenía intenciones de rendirse sin luchar.

—¡Hikari, Ren, Kaito! —gritó Mar—. ¡Preparen las defensas! ¡No vamos a dejar que nos detengan aquí!

Sus tripulantes se movieron rápidamente, cada uno tomando su posición. Hikari corrió hacia los cañones, mientras Ren y Kaito se encargaban de ajustar las velas para intentar maniobrar con mayor agilidad. Mar se quedó en la cubierta, con los ojos fijos en los barcos de la Marina. Sabía que esto no sería fácil, pero no podían permitirse perder tiempo. Debían llegar a Zou antes de que la Marina los atrapara o perdieran la pista de la isla.

En el barco de Buggy, las cosas no eran diferentes. Los piratas corrían de un lado a otro, preparando sus propias defensas mientras Buggy vociferaba órdenes, intentando mantener el control en medio del caos.

—¡Preparen los cañones! ¡No vamos a dejar que esos malditos marines nos detengan aquí! —gritó Buggy, mientras su tripulación obedecía a regañadientes.

Mar observó cómo los barcos de la Marina se acercaban rápidamente, el sonido de los cañones cargándose llenando el aire.

—¡Cañones listos, Mar! —gritó Hikari desde su posición, con la mirada fija en los barcos enemigos.

—Apunten bien —ordenó Mar, con una voz fría y calculadora—. Solo disparen cuando estén lo suficientemente cerca. Necesitamos ahorrar munición.

Ren ajustó las velas, logrando que el barco de Mar comenzara a moverse con mayor rapidez. Tenían que ser más rápidos que los barcos de la Marina, pero sabían que no podrían simplemente huir. Una confrontación era inevitable.

Los cañones de la Marina retumbaron, y las balas de cañón cruzaron el aire, cayendo peligrosamente cerca del barco de Mar. Ella se mantuvo firme, con los ojos fijos en la trayectoria de las balas. No se permitiría el lujo de mostrar miedo.

—¡Ahora! —ordenó Mar, cuando los barcos de la Marina estuvieron lo suficientemente cerca.

Hikari y Kaito dispararon los cañones, y las balas de cañón volaron hacia los barcos enemigos, golpeando uno de ellos en el casco. El estruendo de la explosión sacudió el aire, y Mar pudo ver cómo uno de los barcos comenzaba a perder velocidad.

—¡Buen disparo! —gritó Mar, aunque sabía que aún no estaban fuera de peligro.

Los barcos de la Marina se reorganizaron rápidamente, y una nueva andanada de disparos cruzó el aire. Esta vez, uno de los proyectiles golpeó el mástil del barco de Buggy, haciendo que parte de las velas se desplomara.

—¡Malditos marines! —gritó Buggy, furioso—. ¡No van a detenerme tan fácilmente!

Mar vio cómo Buggy y su tripulación luchaban por mantener el control de su barco, y supo que debían actuar rápido.

—¡Tenemos que romper su formación! —gritó Mar a su tripulación—. Si logramos separarlos, podremos escapar.

Con una maniobra rápida, Ren viró el barco de Mar hacia uno de los barcos de la Marina, buscando crear una brecha entre ellos. Los cañones volvieron a disparar, y esta vez, lograron golpear uno de los barcos en su proa, haciendo que virara bruscamente y se apartara del grupo.

—¡Eso es! —gritó Mar, viendo cómo los barcos de la Marina comenzaban a desorganizarse.

Era su oportunidad. Si lograban aprovechar el caos, podrían escapar y continuar su viaje hacia Zou.

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