Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

25

Los primeros rayos del sol se colaban por los altos ventanales del castillo, bañando los pasillos de piedra con una cálida luz dorada. Sebastien caminaba junto a Hestia, su andar relajado, casi despreocupado, como si el peso que normalmente cargaba en sus hombros hubiese desaparecido, al menos por un rato.

La risa ligera de Hestia rompió el silencio. Era un sonido contagioso, lleno de vida.

—¿Qué te pasa hoy, príncipe caído? Estás sorprendentemente callado. Me vas a hacer pensar que finalmente te quedaste sin comentarios sarcásticos.

Sebastien arqueó una ceja, su rostro normalmente serio mostrando una pequeña sonrisa.

—Tal vez estoy disfrutando de la paz, Carrow. Tus monólogos usuales son... agotadores.

—¿Agotadores? —repitió ella, llevándose una mano al pecho como si estuviera ofendida—. Qué cruel. Y yo aquí pensando que te hacía la vida más interesante.

—Lo haces —murmuró Sebastien, casi en un susurro.

Hestia lo escuchó, pero decidió no decir nada. En cambio, giró sobre sus talones, caminando de espaldas mientras lo miraba con una sonrisa traviesa.

—¿Sabes? No pareces el mismo de siempre. Estás muy... mansito hoy. ¿Es porque ayer te besé?

Sebastien se detuvo de golpe, mirándola con incredulidad.

—¿Tú me besaste?

—Bueno, alguien tenía que hacerlo —replicó Hestia, encogiéndose de hombros—. No podíamos esperar toda la vida a que te decidieras.

—Eres increíble.

—Gracias. Lo sé.

La risa que escapó de Sebastien fue inesperada incluso para él. No estaba acostumbrado a reír, no de verdad, pero con Hestia todo parecía más fácil, menos forzado.

—¿Qué? —preguntó ella, deteniéndose frente a él y ladeando la cabeza con curiosidad.

—Nada. Solo... nunca he conocido a alguien como tú.

—Por supuesto que no. Soy única, un espécimen raro y valioso —dijo, llevándose una mano al mentón en un gesto dramático.

Sebastien negó con la cabeza, pero no pudo evitar mirarla con algo parecido a la admiración. Hestia era una fuerza de la naturaleza, y él se sentía como un barco arrastrado por su corriente.

—Vamos, Sebastien, antes de que me enamore más de mí misma por tus miradas.

Ella lo tomó del brazo y comenzó a caminar nuevamente hacia el Gran Comedor, hablándole sobre cualquier cosa que se le ocurría. Sebastien apenas podía seguirle el ritmo, pero tampoco quería intentarlo. Estar con ella era suficiente.

Sin embargo, al girar la última esquina antes de llegar al comedor, alguien se interpuso en su camino.

—Sebastien.

La voz de Hermione era firme, pero había algo en su tono que delataba una mezcla de nerviosismo y urgencia. Detrás de ella estaban Harry y Ron, observando con expresiones tensas.
Sebastien tensó los hombros al instante, su rostro volviendo a esa máscara fría que solía llevar.

—¿Si, Hermione?

Hermione dio un paso hacia él, ignorando completamente a Hestia.

—Necesito hablar contigo. Es importante.

Sebastien levantó una ceja.

—Habla.

—A solas.

Hestia resopló, cruzándose de brazos.

—¿A solas? Oh, claro, porque esto parece el momento perfecto para una cita secreta.

Hermione la miró con frustración.

—No es contigo, Carrow.

—No me digas —respondió Hestia con sarcasmo, mirando a Sebastien con una sonrisa inocente—. Pero qué situación tan incómoda. ¿Qué opinas, Sebastien? ¿Debería preocuparme?

Sebastien suspiró, pasando una mano por su cabello.

—Hestia...

—No te preocupes, no me pondré celosa. Puedo compartirte por cinco minutos, pero después vuelves conmigo —dijo ella con tono juguetón, guiñándole un ojo.

Hermione apretó los labios, claramente irritada.

—Esto es serio, Sebastien. Por favor.

La insistencia de Hermione comenzaba a molestarlo. Quería terminar con esto rápido, pero la forma en que ella lo tocó, colocando una mano en su brazo, hizo que algo se encendiera en los ojos de Hestia.

Aunque su expresión no cambió, Sebastien conocía lo suficiente a Hestia para notar la tensión en su postura. Decidió cortar la conversación antes de que escalara.

—Si es tan importante, dilo aquí.

Hermione dudó, su mirada oscilando entre Sebastien y Hestia. Finalmente, soltó un suspiro y habló.

—Solo quiero decirte que no tienes que seguir con esto. No eres como ellos.

—¿Como quiénes? —preguntó Sebastien, aunque sabía perfectamente a qué se refería.

—Como los demás... los que siguen a ya sabes quién. Lo he visto en ti. No perteneces a ese mundo.

Hestia levantó una ceja, su sonrisa volviendo con fuerza.

—Oh, claro, porque Hermione Granger conoce perfectamente a Sebastien Nott.

—Esto no tiene nada que ver contigo, Carrow —respondió Hermione con frialdad.

Hestia rió suavemente, inclinándose hacia Sebastien.

—Esto es adorable, de verdad. Pero tengo hambre, y estoy segura de que tú también, Sebastien. Vamos.

Sin esperar respuesta, tomó su mano y lo arrastró hacia el Gran Comedor.
En la mesa de Slytherin, Hestia seguía actuando como si nada hubiera pasado, aunque Sebastien sabía que estaba disfrutando más de lo que dejaba ver.

—¿Sabes? Esto es un poco... inapropiado —dijo él, mirando las miradas curiosas de los demás estudiantes.

—Desde cuándo te importa lo apropiado, Nott. Si quisiera seguir las reglas, me sentaría con los Ravenclaw.

—¿No están tus amigos ahí?

Hestia hizo un gesto de desdén.

—Mis "amigos" me aburren. Tú, en cambio, eres mi nuevo proyecto.

—¿Tu proyecto?

—Claro. Mi misión es hacerte sonreír al menos cinco veces al día. Hasta ahora llevo tres.

Sebastien negó con la cabeza, pero no pudo evitar sonreír nuevamente.

—Eres imposible.

—Gracias. Es parte de mi encanto.

Por un momento, todo pareció estar bien. Pero Sebastien no podía ignorar las miradas que Hermione seguía lanzándoles desde la mesa de Gryffindor, ni el peso de todo lo que ella había dicho.

Hestia, por su parte, no parecía preocupada en absoluto. O al menos, era muy buena ocultándolo.

—¿Sabes qué, príncipe caído? Creo que deberías sonreír más. Tienes una sonrisa bonita.

Sebastien la miró, sorprendido por el comentario, pero decidió no responder. En cambio, se permitió disfrutar de ese momento, sabiendo que, por ahora, Hestia era lo único que lo mantenía a flote.














[ • • • ]











El sonido de herramientas ajustándose al viejo y desvencijado armario resonaba en la habitación. Las paredes parecían absorber cada ruido, amplificándolo en el incómodo silencio que existía entre Draco y Sebastien. La tenue luz de una lámpara colgada titilaba, proyectando sombras en el rostro concentrado y sudoroso de Draco.

Sebastien, apoyado casualmente contra una pared, observaba con desdén y paciencia. Sus brazos cruzados y su mirada crítica pesaban sobre Draco como una piedra.

—¿Tienes que quedarte ahí parado mirándome? —espetó Draco, sin girarse, con los dientes apretados mientras intentaba no romper una pequeña pieza metálica del mecanismo.

Sebastien arqueó una ceja y dejó escapar un suspiro burlón.

—Si no te mirara, Draco, probablemente ya habrías destruido la única herramienta que tienes para cumplir con tu misión. Y eso sería… lamentable.

Draco apretó la mandíbula, intentando ignorarlo, pero la frustración hervía en su interior.

—No necesito una niñera, Nott.

Sebastien se separó de la pared con un movimiento fluido, caminando hacia Draco con pasos deliberadamente lentos.

—No soy tu niñera, Malfoy. Solo soy alguien que está aquí para asegurarse de que no cometas el error más grande de tu vida... otra vez.

Draco se giró bruscamente, enfrentándolo con el rostro encendido por la ira.

—¿Otra vez? ¿De qué demonios estás hablando?

Sebastien ladeó la cabeza, su sonrisa burlona creciendo como una mueca calculada.

—Vamos, Draco, no te hagas el ingenuo. Tú y yo sabemos que no tienes el mejor historial cuando se trata de manejar presión.

—¡No tienes idea de lo que esto significa! —Draco levantó la voz, señalando el armario con un gesto furioso. Sus manos temblaban, pero no solo de rabia, sino también de miedo.

Sebastien se inclinó ligeramente hacia él, sus ojos oscuros brillando con una mezcla de desafío y advertencia.

—Sé más de lo que crees, Malfoy. Por eso estoy aquí.

El joven Malfoy lo fulminó con la mirada, pero no dijo nada. Finalmente, con un movimiento brusco, se giró hacia el armario y volvió a trabajar, aunque sus manos seguían torpes.

—Y dime algo, Nott, ya que estás tan interesado en mis fallos. —Draco habló con un tono venenoso, sin apartar la vista de lo que hacía—. ¿Por qué no hablas de los tuyos?

Sebastien no respondió de inmediato. Caminó alrededor del armario, observándolo como si fuera un artefacto de lo más aburrido. Finalmente, habló con un tono que mezclaba burla y una pizca de sinceridad.

—Mis errores, Draco, no son de tu incumbencia.

Draco soltó una carcajada seca, llena de resentimiento.

—¿No? Bueno, entonces explícame algo.

Sebastien levantó una ceja, interesado.

—¿Qué quieres saber?

Draco dejó caer las herramientas sobre la mesa cercana con un ruido metálico y se giró completamente hacia Sebastien.

—¿Por qué lo hiciste? —preguntó, su tono cargado de veneno y dolor contenido—. ¿Por qué traicionaste a Theodore y a Daphne?

Sebastien no se inmutó, aunque sus ojos se entrecerraron ligeramente.

—Traición es una palabra muy dramática.

—¡No juegues conmigo! —gritó Draco, dando un paso al frente—. Los entregaste a Bellatrix. Sabes perfectamente cómo los tortura, cómo los mantiene separados…

Sebastien dejó escapar una risita, inclinando la cabeza con una expresión de falsa inocencia.

—Bellatrix es muy eficiente en su trabajo. Estoy seguro de que están recibiendo una educación invaluable.

Draco parecía a punto de explotar. Dio otro paso al frente, encarándolo.

—¡Era tu hermano! Theodore confió en ti. ¡Daphne confió en ti! Ella era tu novia.

Sebastien levantó una mano, interrumpiéndolo.

¿Mi hermano? ¿Mi novia? Qué gracioso que lo digas, Draco. En este mundo no hay nada de eso. Solo conocidos temporales.

Draco estaba rojo de ira, pero sus palabras se atascaban en su garganta.

—No tienes idea de lo que estás diciendo.

Sebastien lo miró fijamente, su expresión se oscureció.

—Tú no tienes idea de lo que me he visto obligado a hacer.

—¿Obligado? —Draco dejó escapar una carcajada amarga—. No, Sebastien. Esto no se trata de obligación. Esto se trata de poder. De que disfrutas controlando a los demás.

Sebastien no respondió de inmediato. Caminó hacia el armario y, con un movimiento casi distraído, tocó uno de los bordes gastados.

—Dime algo, Draco. ¿Qué harías si tu vida dependiera de ello? ¿Si cada paso que das pudiera ser el último?

Draco no respondió, pero su respiración se aceleró. Sebastien se giró lentamente hacia él, su tono ahora gélido.

—Exactamente. No tienes idea de lo que estás diciendo.

Draco, buscando recuperar algo de control, lanzó otra pregunta.

—¿Qué hay de Daphne? ¿De Theodore? ¿Qué ganaste al entregarlos?

La mención de los nombres pareció hacer tambalear la compostura de Sebastien por un breve segundo. Sin embargo, se recuperó rápidamente, encogiéndose de hombros con indiferencia.

—Siguen vivos, ¿no? Podría haber sido mucho peor.

Draco se estremeció, la furia burbujeando en su interior.

—¿Eso es todo lo que tienes que decir? ¿Que debería estar agradecido?

Sebastien volvió a apoyarse contra la pared, con los brazos cruzados, y lo miró con una sonrisa que no llegó a sus ojos.

—Termina tu trabajo, Draco. El tiempo se está acabando.

El joven Malfoy lo miró con incredulidad, su mente una tormenta de emociones. Finalmente, sin otra palabra, se giró hacia el armario y retomó su tarea.
Sebastien, mientras tanto, permaneció donde estaba, su mirada fija en Draco, pero sus pensamientos vagaban hacia otros lugares. Daphne, Theodore, Bellatrix... y la fina línea entre cumplir con su deber y destruir lo poco que quedaba de su humanidad.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro