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05| 𝗧𝗵𝗲 𝗠𝗮𝘁𝗰𝗵 𝗔𝗻𝗱 𝗧𝗵𝗲 𝗧𝗿𝗶𝗽

Song: " Marry You" by "Bruno Mars"

Perezosamente, Kati se levantó de su cómoda cama y fue a su armario, para posteriormente coger el atuendo elegido.

Un top negro que mostraba escote, demasiado, y una falda de lentejuelas pegada del mismo color. Se puso unas botas parecidas a las de ayer, agarró un bolso cualquiera y bajó al primer piso.

—¿No te olvidas de algo, Kati?.— dijo Carolina.

—Agh, la maldita cantimplora.— entró a la cocina y en unos segundos salió de nuevo.

—Bien, ya podemos irnos.— dijo Vlad.

La familia Van Helsing salió de su casa y se encaminaron hacia el coche de la mujer, que esta vez sería conducido por el único hombre presente.

Al llegar los tres bajaron, en cámara lenta obviamente. Todas las familias tenían la mirada en ellos. Por supuesto que sabían quienes eran. Una familia de ese tipo nunca pasa desapercibida, y menos en un pueblo tan pequeño como Beacon Hills.

—¡Kati!.— se oyó un grito desde las gradas. Era Lydia.— Hola señores Van Helsing. Que bien que hayan venido.

—Hola Lydia, igualmente.— respondió Vlad.

—Vamos Kati, ven a sentarte con Allison y conmigo. Vosotros podéis conocer al padre de Alli. Esta por ahí.— diciendo eso agarró del brazo a la muchacha y fueron a donde la morena. Carolina y Vlad habían ido a conocer al padre de Argent. Chris Argent.

—Hola Kati, sentaos. Pronto empezará el partido.— les dijo Allison.

Cuando al final todos se sentaron empezó el partido.

Kati quiso ver donde estaba Stiles, y cuando al fin pudo lo encontró en el banquillo.

El chico empezó a inquietarse, pues notaba una mirada un pelín terrorífica. Se giró y miró por todas las gradas, su mirada se detuvo en la chica Van Helsing. Ella lo saludó con la mano en alto, y el; nerviosamente; también alzó la suya con torpeza.

El partido había empezado hace diez minutos, y nadie le pasaba la pelota a Scott. Lo que hizo que se cabreara.

Después de un rato por fin pudieron meter la bola. Todos se levantaron de sus asientos y empezaron a celebrar y a gritar.

En eso Scott y Stiles se giraron hacia las chicas y las vieron aplaudir con una sonrisa, excepto Kati, ella sólo aplaudía.

Pudieron notar como la rubia-rojiza hablaba de algo con Allison y Ekaterina. Y como las dos primeras levantaban una gran camparta blanca que ponía "Nosotras te queremos Jackson".

Lo que hizo que estos dos se deprimieran mas de lo que ya estaban. Y que Scott se enfadara mas.

—¿Quién es el número once?.— pregunta el padre de Allison.

—Scott McCall, también conocido como el que no ha tocado la pelota en todo el partido.— exclamó Lydia.

Todo se quedó en silencio, o bueno, su pequeño grupo de padres e hijas.

Dejaron de hablar y prestaron atención al partido.

Iba bien, hasta que Ekaterina pudo presenciar como Scott empezaba a hacer piruetas, como si estuviera en clases de gimnasia artística.

Realmente la dejó sin habla, pues no creía que un chico como Scott pudiera hacer eso de un día para otro. Literalmente Lydia le había contado la vida personal y no personal de cada persona del pueblo.

Algo raro pasaba ahí, y ella iba a averiguar que era.

Al fin de cuentas, el equipo de Beacon Hills ganó. Todo el mundo estaba celebrando por el gran partido.

La morena estaba dando las enhorabuenas a los jugadores. Y de reojo alcanzó a ver como su amiga Allison seguía al chico que le gustaba, a los vestidores.

Era mejor dejarlos y que hablaran de sus cosas.

[•••]

Ya era el día siguiente y esta vez no iría al instituto. Si no que viajaría a las afueras de de Rumanía, Transilvania, por unos cuantos días.

Tenía que ir por unos asuntos personales. Sus dos tías la habían avisado de unos problemas y decidió ir a vigilar.

—Adiós, madre, padre. Os veo en un par de semanas.— se despidió de sus padres y subió al avión que la conduciría a Rumanía.

En todo el viaje estuvo pensando en como estarían Yanira y Amira y de que habrá sido de sus vidas. Hace mas de un siglo que no las veía. Literalmente.

El avión no tardo mucho en aterrizar, solo fueron catorce horas de viaje. Si había salido a las tres del mediodía entonces tendrían que ser las cinco.

Miró el reloj del aeropuerto para verificar y efectivamente, eran las cinco de la mañana en punto.

Seguramente sus tías no podrían venir a recogerle ahora a si que llamo a un taxi para que la llevara a Transilvania. No estaba tan lejos.

Al ya llegar por fin a casa de Amira y Yanira le pagó al chofer y este se fue. Seguidamente toco la puerta de la gran mansión tres veces. Esta se abrió.

—¡¡Karina!!.— el grito de la tía Amira la sobresaltó, lo que izo que diera un paso atrás. La pelirroja se acercó a su sobrina y la saludó con un cálido abrazo de bienvenida.— Que bien que estás aquí. Te echábamos de menos.

—Yo también tía Ami. ¿Dónde está Yanni?.— preguntó por la morena.

—No te preocupes por ella, ha salido a cazar. Pero vamos querida, entra. No te quedes ahí parada.— Amira se apartó de la puerta para darle paso a Ekaterina.

—Sigue igual que siempre, no ha cambiado nada.— dojo observando en interior de la casa.

—Te tenemos que contar muchas cosas Karina. Y una muy importante.— comentó volviéndose seria de repente.

La cara de Ekaterina se volvió de preocupación en ese momento.

—¿Es algo malo?.—

—Nooo, o bueno, espero que te lo tomes bien.— cada vez la morena tenía mas intriga de saber lo que estaba sucediendo.

—¿Y...?—

—Tienes una prima.— al fin lo dijo.

La de ojos azules quedó estática y boquiabierta. No literalmente, solo estaba muy sorprendida. Pero no lo hacía notar.

—¿Una... Que?.— creció no haberlo escuchado bien.

—Una prima.— la pobre mujer estaba sudando frío.

—¿De quien es la hija? ¿Como se llama? ¿Cuantos años tienes? ¿Es vampiro? ¿Como es físicamente?.— empezó a bombardear de preguntas a Amira, poniendo a esta mas nerviosa de lo que ya estaba.

—E-esto, es hija de Yanira, se llama A-allysa, tiene solo 13 años, no es un vampiro y-y es rubia de pelo corto con ojos marrones.— habló entrecortadamente.

—Mmm, así que no es vampiro. ¿Sabe lo que somos?.—

—Si. Pero ella dijo que no quería serlo. Que no quería ser joven para siempre y ver a sus seres queridos morir mientras ella era inmortal.—

—Bien, ¿Está con Yanira por casualidad?

—No, pero no la veras por un tiempo. Yanira la mando a un internado en Rumanía.—

Estaba a punto de explotar de tantas preguntas. Aún así la menor siguió preguntando.

—¿Sabes cuando volverá?.—

En ese momento alguien entro por la puerta trasera de la casa.

Era Yanira, empapada de arriba a bajo de sangre. Parecía haber tenido un buen manjar.

—¿Ekaterina?.— preguntó confundida.

—Hola tía Yanni. Hacía tiempo que no te veía.— le sonrió con una de sus características pequeñas sonrisas.

—Vaya, sigues siendo igual de lunática al parecer.— bromeó.

—Y tu sigues siendo igual de puta.—

La morena se rió por su comentario, mientras que la pelirroja solo suspiró cansada. La relación de ellas dos no había cambiado para nada.

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