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Capítulo 7: ¿En dónde está Eddie?

Una hora y media.

Una maldita hora y media fueron los minutos que a penas y había podido cerrar los ojos para "dormir" durante toda la noche desde el momento que llegó a rastras hasta su casa el día anterior. Su mente no había dejado de hablar y decir idioteces sin sentido y el ruido insaciable de sus pensamientos provocó un severo insomnio latente que no permitió dejarla descansar ni de su propia realidad.

Todo el tiempo dando vueltas y vueltas sobre el mismo lugar, un sentimiento indescifrable de pendiente se instaló en su pecho dejándola aturdida y emocional acerca de todo lo que había ocurrido específicamente en esa semana, como si cada cosa formara parte de un castillo de bloques solo para ser derrumbado en cuestión de segundos y cuando menos se lo esperara.

La cabeza le pesaba y sentía unas enormes punzadas en el lóbulo parietal que no le permitían ni siquiera seguir haciendo su actividad favorita, que era el estar acostada sin hacer nada. Se removió incómoda sobre la cama hasta quedar boca abajo y soltó un bufido de exasperación cuando pudo escuchar las singulares pisadas alborotadas de su madrastra acercarse hasta la cortina de su habitación.

—Morgan, cariño ¿estás despierta? —asomó su cabeza sin adentrarse completamente en el cuarto.

—Mhmm —se quejó —ss-si pero no mucho.

—Lo siento nena, perdón por molestarte, es solo que hace varios minutos que un par de chicos vinieron a buscarte. Ya les dije lo de siempre pero, parece que realmente les urge hablar contigo.

Rápidamente el rostro de Eddie y su manada de fieles seguidores se cruzó por su cabeza.

Ese hombre sí que era irritable.

Aunque, al menos podría aprovechar para cobrarle la parte del trato que habían hecho y hablando con sinceridad, hasta una partida de D&D o lo que fuera era capaz de aceptar con tal de encontrar la manera más sencilla de librarse de la constante señal de alarma que se había implantado en su cerebro de un día para otro.

—¿Les vuelvo a decir que tienes hepatitis, o...?

—Descuida, Aveline. En seguida voy.

—Recuerda ponerte pantalones, cariño. Dejaré la puerta abierta, me tengo que ir al trabajo. —Retiró su cabeza de la cortina, Morgan escuchó a la mujer recorrer el pasillo y hacer su típico tambaleo de llaves hasta guardarlas en su bolsillo —¡Dejé tu parte de la cena de anoche en el refri, por favor abstente de salir hoy, hay un murmullo enorme desde en la mañana aquí a fuera y no parecen ser cosas muy tranquilizantes!

La castaña asintió aún consciente de que la mujer no podía verla, y saltó de su cama hasta el cuarto de baño, en donde se esforzó por lucir lo más aseada posible y lo suficientemente descansada del día anterior.

Una vez que estuvo fuera del baño, logró escuchar las pisadas de los jóvenes deambular por su sala de estar. Pasó su playera por encima de sus hombros y sin más, salió.

El rostro expectante por ver la silueta de Eddie se desvaneció y recayó sobre uno decepcionado y confundido cuando en realidad, quienes esperaban caminando de un lado a otro sin detenerse eran Max Mayfield y Dustin Henderson.

—Oh, ¡Hola, qué gusto verte de nuevo! —saludó con una sonrisa inquieta.

Morgan los miró extrañada, específicamente a Max, quien lucía desorientada y como si su mente estuviera volando por otros lugares.

—Hola —saludó, dedicándoles una media sonrisa y pasando de largo hasta la cocina —uhm, ¿en qué puedo ayudarles?

Dustin siguió a la morena hasta donde estaba y Max al chico por detrás, en silencio.

—Bonita camiseta —comentó él, intentando romper el hielo. Sin mucho éxito, Morgan lo miró poco convencida de su serenidad mientras servía su cereal en un tazón. —Bueno, estamos aquí porque estamos haciendo —giró su cuello hacia Max y de nuevo a ella — trabajo de campo. Específicamente gestión de sociedad civil en aaambientes rupestres.

Morgan llevó sus ojos de uno al otro.
—Es verano.

—¡Exactamente! —afirmó —El verano es la mejor temporada para hacer este tipo de trabajos. Quiero decir, el clima, el ambiente en general es bastante cooperador para con la relación entrevistador-entrevistado. Es más cómodo, ¿no crees?

—Me refiero a que son vacaciones. —puntualizó.

Dustin miró de nuevo a Max intentando encontrar algún tipo de ayuda, pero esta simplemente se encogió de hombros.
—Es un proyecto de interés personal para la comunidad. Busca beneficios para todos con base en la recopilación de datos.

Morgan asintió lentamente y llevó una cucharada del cereal hasta su boca.
Hasta el momento no había creído ni una sola palabra salida de la boca del niño con rulos, pero incluso ignorando el evidente hecho de que era pura parlotearía para sacarle información de algo en específico, se dejó influenciar cuando pudo percatarse de que Max mantenía el rostro neutro y sin rastros de jocosidad.

Arqueó una ceja y levantó su cuchara señalándolo.
—¿Qué tipo de información necesitas saber con tanta urgencia para osar venir a despertarme tan de mañana?

—Son las cuatro de la tarde. —informó mirando la cuchara frente a su cara.

Morgan entrecerró los ojos bajando lentamente el cubierto.
—¿Qué?

—Son las —levantó su muñeca derecha —cuatro con doce de la tarde.

—Como sea, no dormí nada anoche. Es como si fuera medio día para mi –enterró su cuchara en el cereal.

—¿C-cómo no dormiste nada? —se acercó más a la castaña —¿estuviese ocupada en la noche o, tuviste algún... inconveniente? ¿Tal vez algún problema?

Morgan se apartó de la repentina cercanía del chico y frunció el ceño.
—¿Problema? ¿De qué clase de problema hablas? —los dos chicos frente a ella se miraron entre sí con disonancia —¿Hay algún problema, ustedes están en problemas?

—¿Qué? —soltó —¡No, no! Ninguno, no es la palabra correcta que quise usar, quiero decir, estamos en un punto no muy específico de estabilidad pero, definitivamente no lo llamaría un problema como tal, ¿no es así, Max?

La pelirroja lo miró con una mueca de incongruencia.
—Ella no nos dirá nada si no somos específicos con lo que queremos saber. Ni siquiera creo que sepa de la existencia de Eddie aquí.

Dustin resopló y dejó caer sus manos a los costados con indignación, dando una media vuelta en su lugar.

La morena rápidamente llevó toda su atención a la chica y colocó de lado su tazón —¿Qué es lo que sucede? ¿Pasó algo con Eddie? ¿Está bien?

Su mente y corazón se dispararon en el mismo segundo que Max mencionó al de cabellera abundante, y la inevitable imagen mental del chico siendo arrestado por posesión de drogas al no haber estado pendiente de su vuelta a casa se plantó como roble en su cerebro y así también un sinfín de posibilidades problemáticas entorno al joven.

La menor miró de reojo a su acompañante, quien maldecía moviendo de un lado a otro la cabeza.
—Es complicado —enunció —no sabemos dónde está, por lo tanto, no sabemos si está del todo bien.

—Bueno, que yo sepa siempre anda fuera haciendo alguna tontería con su banda o —miró a Dustin —con los de su club. Pero ¿qué sucede con él? ¿Por qué lo están buscando, sucedió algo?

Los dos niños se miraron mutuamente con decaimiento sin permitirse decir algo más. Cuando Morgan estuvo a punto de seguir interrogándolos, su casa se vió brevemente iluminada por un par de colores familiares vibrantes.
—¿Esa es la policía?

Dustin tomó rápidamente la mano a Max, arrastrándola por el lugar.
—Debemos escondernos o salir de aquí, hay que ir por la puerta trasera.

La castaña abrió los ojos de más y aún con la insistente duda sobre lo que sucedía, los siguió sin titubear.
—¿A dónde creen que van? ¿Alguno de los dos puede de una vez explicarme qué es lo que está pasando aquí? ¿Y qué es lo qué pasa con Eddie?

El morocho oji-verde abrió la boca para responder, y en su lugar, el ruido de la puerta del remolque siendo golpeada lo interrumpió, haciéndolo callar y abrir los ojos con ansias.

—Te lo diré, te estaremos esperando a mitad de la vía —dijo rápidamente, llevándose a Max con él mientras abría la puerta trasera de la casa —¡No menciones nada sobre Eddie, diles que no sabes absolutamente nada!

—Pero-

De nuevo la puerta principal volvió a retumbar tras un par de golpes duros sobre ella, y la voz viril de uno de los oficiales se hizo presente por todo el lugar.
—Buenas tardes, necesitamos hablar con los habitantes de este número.

Dustin salió sigilosamente, no sin antes llevar su dedo índice hasta sus labios haciéndole una señal de silencio.

—Iniciaremos un peritaje por la zona con o sin su consentimiento, por favor abra la puerta.

¿Peritaje?

En definitiva la tranquilidad en su interior había sido suspendida en cuanto esa palabra salió de la boca del oficial así como el extraño comportamiento y declaraciones sospechosas habían salido de la boca de los niños. Sin esperar más, abrió la puerta.

Un par de hombres uniformados y con rostros amedrentados e impotentes fueron los primeros que sus ojos lograron ver frente a ella.
Tragó saliva.

—Buenas tardes —saludó. —¿En qué puedo ayudarles, caballeros?

Los dos se miraron mutuamente con una mueca resentida.
—Es importante la cooperación de todos los residentes de la unidad para con el evidente incidente encontrado esta mañana en la sección 32 del parque, con su permiso, haremos un sondeo en su vivienda y un interrogatorio muy veloz.

Con el corazón en la boca y un sinfín de emociones catastróficas, Morgan colocó una mano en el marco de la puerta, impidiendo su paso.
—¿Incidente? ¿Qué tipo de incidente?

—Esa información sólo se la puedo dar a un adulto responsable, en este caso, sus padres. —dijo el de gafas —Ahora, si me permite, es necesario que vayamos dentro.

—Lo siento —remarcó —Mi madrastra no está en casa, estoy sola. ¿Es legal que entren a mi casa sin ningún adulto responsable?

—A menos que quieras programar una audiencia a tu nombre por conducta sospechosa, podría ser ilegal.

Sin dejarla seguir poniendo pretextos, los hombres la quitaron de en medio y comenzaron a mirar por delante, por detrás, debajo y arriba de toda cosa presente en su hogar. En ningún momento se apartó de lo que ellos hacían, y en su lugar, siguió insistiendo intentando sacar algún tipo de información.

—Estoy, estoy confundida ¿qué es lo que sucede, de qué incidente hablan? ¿Sucedió algo?

Los dos la ignoraron.

—Comienzo a creer que en realidad buscan algún tipo de remuneración por prácticas no fundamentadas. —señaló al hombre a un par de metros de ella —Eso es una mancha de bbq.

El hombre mayor de color que se hallaba agachado, se levantó con cautela y encaró a la joven con mirada hostil.

—Así que no tienes idea de lo que sucede a tu alrededor. —Comenzó —¿Cómo es que el 98 por ciento de tus vecinos han estado corriendo de un lado a otro por lo que encontraron esta mañana en el remolque que está a dos calles de ti pero tú no tienes idea de nada?

Morgan se encogió de hombros, sosteniendo su mirada y aguantando con toda sus fuerzas las ganas de salir gritando, llorando y corriendo hacia la casa de Eddie y asegurarse de que era una broma de mal gusto todo lo que estaba saliendo de sus bocas. ¿Qué carajo era lo que había pasado? ¿Como si quiera había pasado algo, en qué momento?

—Desperté hace veinte minutos —respondió con calma.

—Son las cuatro y media de la tarde.

—Es mi primer día de vacaciones, ¿qué se supone que haga? ¿tareas domésticas desde las 7 am?

El oficial no respondió nada, en cambio se sentó en el descanso de la sala de estar.

—Solo quiero saber por qué hay policías en mi casa buscando quién sabe qué con tanta urgencia.

—¿Cuándo fue la última vez que saliste de aquí? —ignoró su petición. Morgan puso los ojos en blanco.

—No lo sé, ayer a las 8 de la mañana o algo así. Fue mi último día de clases.

—¿A qué hora volviste?

—Ni siquiera vi la hora. Solo sé que no fue tan temprano ni tan tarde, los chicos del equipo de baloncesto ganaron el partido, hubo un gran festejo, ¿Saben cuántos años tuvieron que pasar para que eso sucediera?

—Así que ganaron el partido —se acercó por detrás el compañero del oficial —Y supongo que hubo una fiesta, ¿no es así? Digo, por el gran festejo que mencionas.

—No sé si hubo una fiesta —reconoció —yo hablo del festejo dentro de la escuela, con la banda, los chicos y el equipo en general.

—Cuando hablas del equipo, ¿te refieres a los chicos de baloncesto?

—Bueno, sí a los chicos, las chicas del grupo de animadoras. Todos los involucrados en eso.

El hombre de lentes miró de reojo a su compañero sentado, e imitó su acción, esta vez quedando los dos del mismo lado frente a Morgan. Sacó lentamente una fotografía de su chaqueta y el pecho de la castaña comenzó a subir y bajar con agobio, las palmas de sus manos ya estaban lo suficientemente sudorosas para el momento y la boca de su estómago ardió con fuerza cuando dejó a la vista el pedazo de papel frente a ella.

—¿La conoces?

Tenía su típica coleta dorada en alto, una sonrisa vibrante y despampanante en el rostro, el uniforme más pulcro que había visto y una pose distraída típica de sus rutinas. Solo pudo asentir lentamente mientras seguía observando la imagen de la chica.
—¿La viste durante el partido?

¿Cómo iba a saber que Chrissy había estado en el partido si ni siquiera ella puso ni por un segundo sus pies ahí?

Asintió.

—¿Y durante el festejo?

Suponiendo que Eddie y Chrissy habían estado juntos después de que el culto a Vecna terminó, definitivamente Chrissy solo habría estado en la celebración un par de minutos, pero eso significaba que podría habérselos topado en el camino de regreso a casa y no sucedió.

—Un poco, sí creo que estuvo por ahí con las animadoras.

Los hombres volvieron a mirarse con suspicacia.

—¿A qué viene todo esto? —el corazón no le había dejado de latir con rapidez hasta ese punto, y las entrañas ya comenzaban a adormecerse en su interior del nerviosismo latente por la sospechosa conducta de los oficiales que no paraban de hacer muecas de derrota con cada declaración que salía de su boca. —Tengo derecho a saber por qué están en mi casa y por qué hay tantas preguntas acerca de Chrissy.

—¿Alguna vez viste a Chrissy con actitudes sospechosas? ¿Paranoica, nerviosa, acechada?

Frunció el ceño.
Sí, sí y si.

Negó con la cabeza.

Claro que había visto así a Chrissy varias veces en la escuela, inclusive había estado con ella teniendo un shock severo en vivo, pero estaba segura de que si habría la boca para contar su experiencia, no tomarían en cuenta ni la mitad de sus declaraciones, ni siquiera ella misma las tomaba en cuenta. No era una experiencia terrenal para tomarse en cuenta.

Sus espina dorsal se erizó con fuerza cuando recordó ese momento y cruzó los brazos sobre su pecho.

—No, no la vi. Pero no entiendo, no entiendo ¿por qué Chrissy tenía que estar así?

El primer oficial que se había mantenido en silencio, resopló mientras se levantaba del sofá.
—Es una pena que tengamos que darte esta noticia —se aferró a las mangas de su playera apenas comenzó a hablar —Encontramos el cuerpo sin vida de tu amiga en un remolque a dos calles de aquí. Las características de su hallazgo sólo muestran que pudo haber sido alguien que la había estado cazando desde hace tiempo y dado a que murió en un lugar inesperado, aún estamos intentando averiguar quién o quiénes podrían estar involucrados en la tragedia, ¿tienes algún tipo de relación con la familia eh ¿cuál era el nombre?

—Munson —completó su compañero.

El hombre se percató del semblante pasmado de la morena y detuvo su interrogatorio.

¿Chrissy estaba muerta?

¿La misma Chrissy con la que había estado veinticuatro horas antes de ese momento había sido encontrado sin vida? ¿La misma que vio entrar a casa de Eddie tan pacíficamente estaba muerta?

Sus piernas se desestabilizaron por un par de segundos y los oficiales ayudaron a que pudiera sentarse sobre el sofá. No tenía idea de lo que salía de la boca de los hombres, pues su mente se vio ahogada en un momento de tensión y penumbra cuando también el nombre de la familia de Eddie salió de la boca de uno de ellos.

Ahora entendía el por qué de la repentina intromisión de los niños y su urgencia por saber alguna información acerca del muchacho. Su corazón se estrujó cuando recordó las palabras de Dustin: "No sabemos dónde está, por lo tanto, no sabemos si está del todo bien".

Pasó las dos manos por su rostro y como si hubiese salido de una piscina llena de agua, respiró hondo intentando recuperar el ritmo de sus inhalaciones. Uno de los oficiales se hallaba echándole aire directamente al rostro con un trozo de papel y otro ya había comenzado a pedir una ambulancia.

—Estoy bien, estoy bien —se enderezó en su lugar, quitando de enfrente de su cara la mano del segundo —Ne-necesito tomar una ducha, es todo.

Se levantó ignorando la presencia de los policías y caminó en dirección a su cuarto.

Uno de ellos la detuvo por la muñeca.
—Sentimos que haya sido esta la forma de que te enteraras. Pero es necesario que si tienes algún indicio, recuerdes algo sospechoso o sepas un dato específico que pueda ayudarnos a saber lo que sucedió con tu amiga, nos lo hagas llegar. Plantaremos un perímetro durante una semana hasta que logremos interrogar a la familia Munson y se llegue a un acuerdo judicial.

Asintió soltándose de su mano y caminando con rapidez hasta el cuarto de baño, en donde azotó la puerta y abrió la llave de la regadera para evitar que alguno de los visitantes escucharan los sollozos y pujidos entre cortados que hacía al evitar soltar por completo y a viva voz el llanto aterrado que había estado aguantando por tanto tiempo.

Lo único que deseaba con todas sus fuerzas era que Eddie estuviera bien y por razones evidentes, que no volviera hasta saber qué era lo que había pasado esa noche en su casa. Ni aunque los oficiales habían declarado con sus propias bocas que el primer blanco a sentenciar era definitivamente todo aquel que habitara en la casa de Eddie, nunca, ni por un segundo la posibilidad de que el joven hubiese sido participe de una catástrofe de esa índole le pasó por la cabeza.

El momento en que el castaño montó su camioneta y salió despavorido del lugar llegó como centella a su mente. No había visto a Chrissy desde ese momento, y aunque estaba segura de que probablemente se había ido con ella, en realidad no la vio. Quizás Max lo habría hecho antes de que ella saliera de su trance con las luces y visiones terroríficas que no dejaban estarla en paz. Solo estaba segura de que tenía que saber lo que había pasado, saber con exactitud lo que sucedió esa noche.

Por favor, por favor Dios, que Eddie esté bien, mantenlo a salvo, por favor, por favor.
susurró poco a poco a una voz minúscula mientras dejaba caer el agua fría por su cabeza.

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