
↣𝐛𝐚𝐜𝐤 𝐭𝐨 𝐡𝐨𝐦𝐞
UN EXTRAÑO FAROL estaba en mitad del bosque, todos bajamos de nuestros caballos con cuidado y nos acercamos a él.
-Creo que lo he visto antes -dice Peter-
-Es com un sueño -habla mi hermano con su voz grave-
-O el sueño de un sueño -dice Lu- ¡bitación!
Lucy parece haber recordado algo así que corre hacía una dirección todos seguimos a la pequeña, ahora no tan pequeña, Lu.
Nos adentramos entre los árboles y arbustos y suelto un quejido cuando me clavo un pincho.
-¿Estás bien Aten? -le asiento a Edmund-
-Esto no son ramas -escucho decir a Peter-
-Son abrigos -dice Su-
-¡Me estás pisando Ares! -le digo a mi hermano-
-¡Y tú a mi! -me dice él avanzando torpemente-
Entre quejidos avanzamos y caemos en un frío suelo de madera, bueno yo caigo encima de Ed por accidente.
-Perdón Ed -digo hablando- espera, no sueno como yo -levanto mi mirada del suelo y vi que estábamos igual que cuando entramos por primera vez en el armario-
La puerta se abre dejando ver al profesor Diggory Kirke con la pelota de beisbol entre sus manos.
-Oh, aquí estáis, ¿que hacíais todos escondidos en el ropero? -pregunta con una sonrisa ladina-
-Si se lo contamos jamás nos creería señor -dice Pet mirando al profesor Diggory-
El profesor le lanza la pelota a Peter para que la ataje y este lo hace.
-Eso ya lo veremos -todos sonreímos al profesor y nos levantamos yendo a su oficina para contarle todas y cada una de nuestras aventuras en Narnia-
[...]
Susan y Ares a pesar de en nuestro mundo no estar casado se querían como marido y mujer así que eran novios, Peter estaba mucho más maduro que antes aún que ya no se comportaba tanto como el padre de los cuatro hermanos, Lucy seguía siendo ella misma, y Edmund ya no era el enano enfadon que era entes ahora era mucho más amable y compasivo que antes, yo seguía igual que antes pero ahora era un poco más alegre y afectiva hacia la gente que quería y me importaba aún que también maduré un poco.
-Toc, toc, ¿se puede? -Edmund me sacó de mis pensamientos y reí-
-Si eres tú siempre puedes -el azabache me sonrío y yo hice igual-, Ed.
-Dime.
-¿Crees que el año que viene me sigas esperando? -pregunto tumbandome en el sofá y dejando un hueco a mi lado, en el cuál se tumba Ed-
-Si, siempre te esperaré mi arquera -sonrío por su respuesta y por el apodo-
-Gracias Edmund, ahora disfrutemos el poco tiempo que nos queda juntos en esta casa.
-Hagamos algo -dice Ed levantándose del sofá-
-¿El qué?
-Déjame peinarte.
-Ni hablar, me harás un nudo gigante en el pelo -digo cruzandome de brazos-
-Que noo, anda déjame -asiento rendida y vamos a mi habitación para agarrar mi peine-
-Que asco, solo os pido que no os besuquéis en mi cama -digo al entrar y ver como Susan y Ares se besaban, estos se separan riendo y Edmund y yo nos vamos corriendo cuando agarro mi peine-
[...]
Unos días después la guerra había terminado así que era hora de volver a nuestra casa.
Todos abrazábamos al profesor con fuerza, fué probablemente uno de los mejores sitios que podríamos haber venido y al fin y al cabo gracias a él los Pevensie, mi hermano y yo nos hicimos amigos y pudimos visitar a Narnia.
El tren estaba por llegar así que agarramos nuestras maletas y justamente se escuchó el pequeño timbre del tren avisando que llegaba, este se hizo presente frente nuestra y con una última mirada nos despedimos de el profesor y de McCready.
Los añoraría, los seis lo haríamos eso lo tengo seguro y a pesar de todo a la señorita McCready también lo haríamos.
-¿Te ayudo? -dijo mi hermano viendo mi maleta-
-Si porfavor -mi hermano subió la maleta a la estantería del vagón en el que estábamos y nos sentamos-
A mi lado derecho tenía a Lucy, frente a ella estaba Peter, a mi otro lado estaba Edmund, frente a él Susan, y mi hermano estaba al lado de Susan por lo cuál yo estaba en frente de él.
Me quedé dormida acurrucada en el asiento, es decir, iba a ser un viaje cansado y un poco largo.
[...]
Horas más tarde Ares me despertó moviendo mi hombro, ya habíamos llegado a la parada de tren, en la que una primera vez estaba llena de niños y madres tristes, ahora estaba llena de niños alegres y madres felices, por si no fuera poco habían varios soldados de la guerra.
Los Pevensie y yo nos despedimos no sin antes decir dónde vivíamos cada uno, vivíamos algo cerca así que podíamos vernos sin problema.
-Iré a tú casa cuando pueda Ed -dije abrazando al pecoso-
-Te estaré esperando, aún que yo también iré a la tuya cuando pueda -respondió este robandome un pequeño beso en la comisura de los labios provocando que me sonrojara-
Ares y yo nos despedimos de todos con un último movimiento de manos, vemos a nuestra madre así que vamos hasta ella pero ahí es justo cuando veo a papá.
Suelto mi maleta y corro hacía él con brazos abiertos, el me ataja entre sus brazos dándome un cálido abrazo y unos sonoros besos por toda mi cara.
-Mi pequeña Atenea, cuanto te he añorado -dice bajandome de sus brazos- ¿y Ares?
-Hola papá -habla Ares dejando nuestras maletas en el suelo al lado de mamá y abrazando a papá-
-Hijo mío, a ti también te he añorado muchísimo -ellos dos se separan- esperad, ahora vengo.
Papá volvió unos minutos después con un hombre.
-El es mi amigo, mi mano derecha en la guerra y en la vida, ¿conocéis al señor Pevensie?
Ares y yo nos miramos y luego miramos a el señor al lado de papá.
-No pero si tiene cuatro hijos a ellos si los conocemos -digo yo pensando en los cuatro hermanos-
-Oh si, son mis hijos -el señor Pevensie llama a alguien y los cuatro hermanos aparecen junto a una mujer-
-Hola de nuevo -dice Peter sonriendonos a mi hermano y a mi-
-Deberíamos hacer una juntada, por haber vuelto con nuestras familias y por que nuestros hijos se conocen -dice el señor Pevensie-
-Hagamosla en mi casa, está más cerca de la estación.
Los Pevensie asienten y todos juntos salimos de la estación.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro