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Yeonjun reflexionaba sobre su propia estupidez a sus veintidós años. Aunque la respuesta era evidente, compararse con Soobin se había convertido en un hábito. A pesar de sus diferentes crianzas, Yeonjun describió a Soobin como un desubicado sin control, lejos de la figura del señor Ji Sub. Soobin demostró ser irrespetuoso, egocéntrico, ignorante e incluso un tanto clasista, mientras que Yeonjun, aunque materialista, no compartía ese rasgo.
La relación entre ellos se había deteriorado debido a la constante crítica de Yeonjun hacia Soobin. Desde prohibiciones sobre qué tocar o no, hasta controlar las luces y las puertas, e incluso tener que consultar antes de contratar personal. Yeonjun nunca dejó pasar el más mínimo error, recordándole a su padre.
— ¿Puedes irte de mi casa? Unos amigos vendrán y no quiero que estorbes — dijo Soobin con desdén, sin siquiera mirar a Yeonjun, como si se tratara de una adolescente hablándole a su madre.
Yeonjun, sereno en el sillón mientras buscaba personal para contratar, bufó con molestia sin voltearse.
— ¿Quién te dijo que puedes usar la casa como salón de fiestas? — preguntó con ironía, evitando el contacto visual.
— Eh... tú — respondió Soobin con obviedad.
— Ugh... dios, es increíble cómo nunca me escuchas pero te ingenias para usar mis palabras en mi contra. Solo oyes lo que te conviene.
— Sería estúpido si no lo hiciera, ¿no crees? — Soobin, apoyando sus manos en el sillón, rodeó el costado para sentarse cerca de Yeonjun.
— No vas a traer a nadie aquí. — demandó Yeonjun.
— ¿Por qué crees que eso lo decide tú? — Soobin arqueó una ceja, desafiante.
— ¿Por qué no lo haría?
— Porque también es mi casa y puedo traer a quien quiera.
Yeonjun volteó la cabeza hacia Soobin, quien lo observaba con ganas de discutir.
— Trae a quien quieras, pero tengo todo el derecho de echarlos a patadas y dejarte en vergüenza — amenazó Yeonjun.
No era su intención molestar a Soobin, pero el joven malcriado creía que podía hacer lo que quisiera después de no haber visitado ni siquiera a su difunto padre. Yeonjun no se lo hubiera negado si Soobin hubiera sido menos grosero, pero se sintió con la libertad de negárselo.
— ¿Pero tú sí puedes traer a tus amigos? — escuchó la voz de Soobin.
— Mi único amigo es Beomgyu. — afirmó Yeonjun.
— Pero qué sorpresa... — murmuró Soobin, su voz cargada de sarcasmo.
— ¿Qué dijiste? — el mayor lo observó fijamente.
— Estoy seguro de que si tuvieras más amigos, vendrían aquí. Así que voy a traer a quien me apetezca y si quieres sacarlos a patadas, primero tendrás que lidiar conmigo.
— ¿Crees que no podría? — retó Yeonjun, alzando una ceja.
— Podríamos intentarlo. — respondió Soobin a las amenazas. Yeonjun era un hombre como cualquier otro, aparentaba debilidad y no tendría problema en hacerle daño si pudiera.
— Bien, atrévete, Soobin.
— Claro, cuando quieras.
Pero antes de que pudieran intercambiar más palabras llenas de odio, alguien entró a la sala. Los pasos resonaron, creando un eco en el silencio del lugar.
— Me importa poco si interrumpo algo que seguramente es una pelea estúpida. — soltó Beomgyu, observando a Yeonjun — ¿Y tú por qué no estás listo? —preguntó, sin apartar la mirada de Yeonjun, quien levantó una ceja.
— ¿Listo para qué?
Beomgyu alzó las cejas y realizó unos gestos extraños con las manos. Sorprendentemente, Yeonjun entendió el mensaje.
— Agh, ya te dije que no quería ir.
— Si quieres, tienes suerte de que vine antes para obligarte a vestirte. Vamos, vamos.
Yeonjun bufó y se levantó del sillón.
— ¿Y ahora a dónde van, si puedo saberlo? — preguntó Soobin, levantándose también.
— ¿Y a ti qué te importa...? — Yeonjun fue interrumpido por Beomgyu, quien cubrió su boca. Yeonjun emitió un quejido y lo miró con desprecio.
— A una fiesta para coger con todos, Soobin. ¿Te molesta? Me encanta. Así que deja de ser una molestia por un día — sonrió ampliamente Beomgyu, mientras Soobin bufaba.
Beomgyu arrastró a Yeonjun hasta su habitación, a pesar de las quejas del pelirrojo durante todo el camino.
— No creo que sea una buena idea que vaya, en serio.
— ¿Por qué? Nene, la última vez que saliste conseguiste un viejito con platita, ¿Qué más suerte que esa? — dijo el castaño mientras buscaba ropa en el armario de su amigo — Es hora de que salgas y vivas tu juventud como nunca antes. — agregó Beomgyu con optimismo mientras dejaba las prendas sobre la cama, al lado de Yeonjun.
— No, no voy a ponerme esta ropa. — dijo el pelirrojo negando con la cabeza mientras sostenía en sus manos un croptop de malla y unos shorts de jeans negros.
— ¿Por qué no? —preguntó el menor, colocando las manos en sus caderas. Yeonjun bufó.
— Porque tengo 25 años, no 19. Además, mi cuerpo no está tan en forma como hace unos años. — comentó mientras doblaba las prendas que Beomgyu le había dado.
— ¿De qué estás hablando? — preguntó Beomgyu ofendido por las palabras de su amigo. — Tienes un mejor cuerpo que yo, idiota. Y, por favor, ¡tienes 25 años! ¡No 45! Yeonjun, estás en la cúspide de tu juventud, maldita sea. Estar tanto tiempo con el señor Jinum te ha afectado. — comentó mientras buscaba más ropa en el armario y Yeonjun solo rodó los ojos — Además, te regalé esa ropa.
— No voy a usar esa ropa, es incómodo.
— ¿En serio nunca la usaste desde que la compré? —preguntó el castaño, volteándose hacia su amigo, con los brazos cruzados.
— Bueno... no. — confesó el pelirrojo.
— ¿Por qué diablos no? No me digas que ese Jimun te lo prohibió.
— ¿Qué? Claro que no, solo que no es mi estilo, eso es todo. —murmuró el pelirrojo, bajando la mirada.
— Bien, te elegiré otra cosa. — se rindió el castaño, mientras buscaba en el armario.
Yeonjun observó los pantalones de cuero sintético, una camisa blanca ligeramente traslúcida y un saco verde menta suave y casi opaco.
— ¿Mejor? — preguntó el castaño, y Yeonjun asintió, sonriendo levemente.
Pero cuando Yeonjun se puso las prendas, notó que la camisa era más corta de lo que parecía, revelando su ombligo.
— Me siento muy expuesto con la cintura descubierta. — se quejó el pelirrojo, y Beomgyu bufó, acercándose a su amigo.
— Eso es porque el conjunto se complementa con esto. — dijo el castaño, y la cintura de Yeonjun se vio rodeada por una cadena de plata que realzaba su abdomen y su cintura — Dios, me dan ganas de lamer tu abdomen. — soltó Beomgyu con orgullo al ver a su amigo finalmente vestido con las prendas recomendadas.
Yeonjun soltó una risa y apartó el rostro de su amigo de su abdomen.
— Deja tus comentarios de homosexual por hoy. — dijo el pelirrojo entre risas.
— Bueno, bajemos y vámonos. — Beomgyu arrastró nuevamente a su amigo.
— Soobin se burlará de mí. — dijo el pelirrojo, y el castaño solo bufó.
— ¿A quién le importa lo que diga ese poste que menos mean?
Cuando terminaron de bajar las escaleras, se encontraron con Soobin, quien levantó las cejas con sorpresa al verlos.
— ¿Tan rápido adoptaste los hábitos de tu amiguito? — preguntó con burla, haciendo que Yeonjun tomara una profunda respiración en busca de paciencia.
— Debería enseñarte algunos a ti. — dijo Beomgyu — Tal vez así serías un poco más independiente y dejarías de depender del dinero de papi.
El rostro de Soobin se volvió más serio, lo que hizo reír a Beomgyu.
— En fin, que tengan suerte con sus clientes. — dijo Soobin cuando los otros dos ya estaban de espaldas, listos para irse.
En ese momento, Yeonjun se detuvo en seco y se volteó hacia el menor, su mandíbula tensa y su rostro mostrando una expresión de victoria.
— ¡Eres un-..! — pero Beomgyu lo detuvo, levantándolo y llevándolo afuera — ¡Es la última vez que me sacas de quicio, Soobin! ¡No voy a permitirte una mierda más!
—Sí, sí. — trató de calmar a Beomgyu a su amigo, dejándolo afuera y antes de cerrar la puerta, asomó la mitad superior de su cuerpo para decirle una última cosa a Soobin — Mejor deja de actuar como un niño malcriado, porque tengo un guapo chofer afuera que porta un arma legalmente. ¡Y no dudaré en usarla si sigues molestando! — dijo antes de cerrar la puerta con fuerza.
Soobin carcajeó levemente, negando con la cabeza mientras vagaba por la mansión. Estaba solo y probablemente Yeonjun no llegaría en un largo tiempo.
•bd•
Yeonjun ya comenzó a experimentar cierto arrepentimiento antes siquiera de salir del automóvil. No es que no disfrutara de las fiestas, en realidad le resultaba indiferente, pero se había dedicado únicamente a estudiar y trabajar, y permitirse un momento de diversión le parecía egoísta. Aunque el señor Jisub aliviaba su situación al comprometerse con él, a pesar de que tenía todo el derecho de engañar al hombre, simplemente no podía hacerlo. Sentía como si hubiera perdido su juventud a una edad tan temprana.
— No, no quiero que tengas esa expresión en tu rostro. — recriminó el castaño — Quiero que la pases bien, muchos chicos darían cualquier cosa por estar a tu lado. Y si en ese caso no te interesa ninguno de ellos, simplemente mándalos al diablo. Hoy debemos divertirnos, Junnie, juntos.
Yeonjun esbozó una leve sonrisa cuando su amigo lo abrazó.
— Hemos llegado, joven. — el anunciado chofer, y Beomgyu molesto mientras Taehyun le abría la puerta.
—Gracias, Tyunnie. — dijo el castaño con una sonrisa, y Taehyun hizo una leve reverencia antes de cerrar la puerta una vez que Beomgyu salió del vehículo.
Yeonjun también abrió su puerta y salió.
— Puedes ir a casa y hacer lo que desees, te llamaré cuando te necesite. — dijo Beomgyu amablemente, y Taehyun levantó la mirada hacia él.
— Si no le importa, me gustaría acompañarlo. — dijo el chofer, y Beomgyu frunció los labios.
— No es necesario, en serio.
El pelirrojo soltó una risa antes de rodear el hombro de su amigo con un brazo.
— Sí lo es, yo no puedo controlarte cuando estás borracho, pero él sí puede hacerlo.
El conductor desvió su mirada de Yeonjun hacia Beomgyu, y este último lo observó fijamente, reflexionando.
— Está bien, cuídame bien, ¿de acuerdo, Taehyunnie? — soltó el castaño, acariciando de repente los hombros del ahora moreno. Beomgyu adoraba cómo le quedaba ese color de cabello.
— Bueno, me están haciendo sentir mal tercio. — comentando el pelirrojo mientras empujaba a su amigo hacia el dichoso bar.
Beomgyu ingresó al lugar, tomado de la mano por Yeonjun, seguidos de cerca por Taehyun. La noche comenzó de manera tranquila, con Yeonjun y Beomgyu bebiendo y divirtiéndose con conversaciones tontas que, bajo los efectos del alcohol, resultaban aún más entretenidas. Sin embargo, en medio del bullicio y la música, Beomgyu decidió que quería bailar. Bebió de un solo trago su bebida y se levantó de su asiento, dispuesto a arrastrar a Yeonjun con él. Sin embargo, Yeonjun negó con la cabeza y una sonrisa tímida. Beomgyu frunció el ceño, mostrando su desaprobación, y le ofreció nuevamente que se uniera a él, todo sin pronunciar una palabra, ya que la música era demasiado fuerte.
— No quiero. — dijo Yeonjun, articulando claramente las palabras para que Beomgyu pudiera entender.
— ¡Luego no me pidas que baile contigo! — exclamó Beomgyu, mientras Yeonjun simplemente encogía los hombros.
Mientras Taehyun seguía apresuradamente a Beomgyu, Yeonjun se giró hacia la barra, bebiendo mientras su mirada se perdía en algún lugar sin importancia.
Pasaron solo unos minutos y el asiento que Beomgyu había usado fue ocupado por alguien más. Yeonjun ni siquiera se molestó en voltear. Aunque habían pasado menos de 30 minutos prácticamente solo en la barra, se sentía incómodo. Las miradas de los demás parecían clavarse en él, quizás debido a su reputación negativa, y estar en un lugar desconocido en el que no quería estar en primer lugar solo empeoraba la situación.
A Yeonjun le gustaba salir, sin duda alguna. Le gustaba conocer gente nueva y ver qué depara el futuro. Era como jugar al azar. Sin embargo, en ese momento, esa idea ya no le parecía tan atractiva. ¿Conocer gente nueva? ¿Para qué? Ya tenía suficiente, y la última vez que conoció a alguien nuevo resultó ser un malcriado insoportable de cabello azul.
¿Había desperdiciado sus años de juventud?
Una extraña e incómoda sensación comenzó a apoderarse de él cuando esa pregunta se formuló en su mente. Antes de que pudiera hacer o pensar algo más, alguien tocó su hombro, y Yeonjun se giró rápidamente, saliendo de su ensimismamiento.
A su lado se encontró con un joven amable, alto y de cabello rubio.
— ¿Sí? — respondió Yeonjun amablemente.
El chico le dedicó una sonrisa dulce y amable, y le entregó a Yeonjun un teléfono. Yeonjun frunció el ceño y lo tomó, reconociéndolo como suyo por la imagen de fondo.
— Lo siento. — dijo el joven rubio — Lo encontré en el suelo, supongo que es tuyo.
Yeonjun asintió y esbozó una leve sonrisa.
—Gracias. — agradeció el pelirrojo, guardando su teléfono.
— ¿Es tu madre? — preguntó el rubio, y Yeonjun rio suavemente ante la arrepentida pregunta. — Lo siento, soy curioso.
— Sí, somos mi madre y yo. — respondió Yeonjun con una sonrisa que parecía un poco más melancólica.
— Oh... — murmuró el rubio, bajando levemente la mirada. Yeonjun abrió los ojos de par en par y giró su cuerpo hacia el joven.
— No, no está muerta. — dijo Yeonjun, un poco nervioso, agitando las manos. El joven rubio casi escupió su bebida ante la expresión de terror en el rostro de Yeonjun. Este último cubrió su boca con las manos para contener la risa, mientras el otro tosía. — Lo siento. —murmuró Yeonjun, dudando si debía darle palmaditas en la espalda al joven o no.
— Yo... yo no pensé eso. — explicó el rubio, volviendo a encontrarse con la mirada de Yeonjun.
— Solo quería aclararlo por si acaso. — dijo el pelirrojo antes de dar otro sorbo a su bebida ahora algo apenado.
El rubio bebió de lo que contenía en su vaso una vez más y aclaró su garganta antes de hablar.
— Hace un momento cuando pasé y te vi solo, me llamaste la atención. — confesó el rubio, captando la atención de Yeonjun. — Quiero decir, nadie viene aquí para estar solo.
Vaya, el chico quería entablar una conversación con él por alguna razón, y a Yeonjun no le molestaba en absoluto. Parecía ser una persona agradable.
— Es porque me obligaron a venir. — dijo el pelirrojo, y el rubio asintiendo, comprendiendo, y ligeramente levemente. — ¿Y tú? — preguntó Yeonjun — Si estás aquí conmigo, supongo que viniste solo.
— Vine solo, pero no para estar solo. — respondió el rubio — Por eso estoy aquí contigo. — añadió, sonriendo una vez más.
— ¿Acostumbras hacer esto con frecuencia? —preguntó el pelirrojo con curiosidad, y el rubio simplemente encogió los hombros en respuesta.
— No, de hecho, estaba bastante ocupado trabajando con mi padre, así que no he tenido tiempo para salir. — respondió el rubio. Entonces, el pelirrojo levantó las cejas antes de beber de su vaso, mostrando cierto desinterés.
— ¿Eres otro hijo de papá en una empresa? — preguntó de repente, en un tono que podría interpretarse como grosero. Pero antes de que pudiera disculparse por ello, el rubio soltó una carcajada.
— Parece que no tienes buenas experiencias con las personas adineradas. — comentó el rubio, tomando una botella para llenar el vaso de Yeonjun — ¿Por qué no me cuentas?
Una sonrisa se escapó de los labios del pelirrojo cuando el rubio se acercó a su vaso para brindar.
— No lo sé, he estado rodeado de muchos de ellos en los últimos años, y ya no los soporto. — confesó, agitando su cabello — Pero bueno, ¿en qué trabajas con tu padre?
— Nada extravagante. Él tiene una ferretería y yo ayudo en lo que sea necesario, eso es todo. — dijo el rubio, antes de dar otro sorbo a su vaso. — ¿Y tú? — el rubio alzó las cejas, esperando que el pelirrojo finalmente revele su nombre.
— Yeonjun. Choi Yeonjun. — le dijo, y el rubio se acercó — Actualmente no trabajo, estoy estudiando. ¿Y tu nombre? No pareces ser de aquí. — dijo el pelirrojo, levantando su vaso una vez más para beber.
— Me llamo Kai, Huening Kai.
— Mmm, bonito nombre. ¿Es árabe? —preguntó el pelirrojo.
— No tengo idea de dónde carajos proviene. — dijo el rubio, acomodándose en su silla, mientras Yeonjun negaba riendo.
Pronto, un pequeño silencio se instaló entre ellos, ya que hablar era imposible debido a la música y las personas que los rodeaban.
— Este tonto me dejó solo. —murmuró Yeonjun, mientras buscaba a Beomgyu entre la multitud. — ¿Te gustaría acompañarme afuera? — preguntó el pelirrojo, y Kai asintió, siguiendo a Yeonjun hacia la salida.
— ¿Y dónde se supone que estaremos?
— No lo sé, en algún lugar. La música me está dando dolor de cabeza. — Yeonjun se sentó en una de las paradas de autobús, que a esa hora estaba vacía.
— No pareces ser alguien que frecuente este tipo de lugares, ¿verdad? — preguntó el rubio con intriga, mientras se sentaba junto a Yeonjun.
— Solía hacerlo. —murmuró el pelirrojo, subiendo los pies al asiento.
— ¿Pero ya no? ¿Encontraste a Jesús en tu corazón? — bromeó el rubio, y Yeonjun soltó una risa nasal mientras negaba con la cabeza — No pudiste haberte cansado tan rápido de las fiestas.
— Supongo, no lo sé. ¿Te gusta a ti? — ahora preguntó Yeonjun.
— No tanto, me es indiferente. Pero si sigo encontrando chicos lindos como tú, podría considerarlo. — dijo el rubio, bajando la mirada.
— Guau. — soltó Yeonjun, riendo, y el rubio también rio — Eres muy malo coqueteando.
— ¿En serio? —preguntó el rubio, alzando la mirada.
— Bueno, eres tierno, eso me gusta. — admitió el pelirrojo, con una sonrisa, y Kai sonrió tímidamente.
— Lo siento, ha pasado mucho tiempo desde que alguien me llama la atención, y creo que estoy nervioso. —confesó el rubio.
— Puedo entender eso. —dijo el pelirrojo, con voz baja.
El silencio volvió a envolver el ambiente, y Yeonjun se relamió los labios impacientemente. Estaba deseando que Beomgyu saliera para poder regañarlo.
— ¿Te gusta el pollo? — Yeonjun estalló en carcajadas ante la repentina pregunta, y cubrió su rostro con ambas manos. — ¡Es una pregunta seria! — Yeonjun continuó riendo mientras negaba con la cabeza — No puedo gustar de alguien a quien no le gusta el pollo en primer lugar, tengo que asegurarme.
— Pero, ¿a qué te refieres? ¿Al pollo en general o en comparación con la carne de res? —preguntó el pelirrojo, aún riendo levemente.
— En comparación con la carne. —aclaró el rubio.
— El pollo. — dijo el pelirrojo, y el rubio estuvo de acuerdo — Aunque el pollo también tiene sus aspectos negativos.
— Eso no es cierto. — contraatacó el rubio, y Yeonjun bufó.
— Claro que sí. Imagina un corte de carne ligeramente crudo, aún se puede comer e incluso tiene jugosidad. Pero, ¿un pollo ligeramente crudo? ¿Sabes cuántas semanas pasaría vomitando? Wakala.
— El olor de la carne roja es asquerosa.
— ¿Y el pollo no?
Ambos se miraron fijamente antes de responder. — Los vegetales son mejores.
—¡Exacto! — exclamó el rubio.
— Los vegetales son muy subestimados. Son deliciosos. — dijo el pelirrojo — Quiero decir, la gente piensa que los vegetales solo se pueden comer crudos o hervidos. ¡Qué falta de imaginación!
— Es verdad. O te comparan un estofado con una simple lechuga. Ellos tampoco podrían comer un trozo de carne sin condimentar o cocinar.
— ¿Cómo llegamos a hablar de esto? — preguntó el pelirrojo, riendo levemente, y el rubio encogió los hombros — Eres... eres muy diferente a los idiotas que suelo conocer. — dijo Yeonjun.
— ¿Porque me gustan los vegetales? — Yeonjun negó con la cabeza, riendo, y se acercó más a Kai.
— Además de eso, no te comportas como un idiota. — susurró en voz baja — No hay muchos como tú ahí fuera.
Kai bajó la mirada, sintiendo sus mejillas sonrojarse levemente por el comentario, Yeonjun entendió su timidez y desvió su mirada. El silencio reinó unos segundos más entre ellos antes de que Kai guíe nuevamente su mirada hacia Yeonjun.
— ¿Cómo sabes que no me comportaría como un idiota? — preguntó curioso y Yeonjun volteó hacia él nuevamente con una sonrisa.
— No lo sé, te ves nervioso y tierno. — comentó el pelirrojo — Y...si te beso, ¿me escribirás por la mañana?
Entonces las orejas de Kai se tornaron más rojas que antes y cayó por su cuello, Yeonjun carcajeó ligeramente.
— Bueno...— Kai tragó saliva — No. — respondió Kai viendo al pelirrojo fijamente.
Yeonjun solo relamió sus labios esperando que Kai continuara hablando. Pero este solo pestañeó unas cuantas veces y sacó su teléfono de su bolsillo, entregándolo a Yeonjun.
— No si no tengo tu número. — dijo el rubio y Yeonjun sonriendo de lado tomando el teléfono.
Kai pasó sus manos por sus pantalones con nerviosismo mientras Yeonjun anotaba su número en el teléfono del rubio. Cuando terminó le entregó el teléfono a Kai y este bajó la mirada hacia la pantalla para ver que el pelirrojo se había anotado como "Yeonjunnie" y cuando quiso subir la mirada para preguntarle al respecto, Yeonjun tomó su barbilla y colisionó sus labios con los suyos. .
El rubio alzó sus cejas con sorpresa en medio del beso pero fue imposible no cerrar sus ojos y dejarse llevar por los suaves y gruesos labios del pelirrojo. Yeonjun tomó el rostro de Kai en sus manos y se acercó más al contrario, casi sentándose sobre él. El rubio rodeó la cintura del pelirrojo con ambas manos, jugando con la cadena que la decoraba y correspondiendo al lento pero fugaz beso. Por inercia, las manos de Kai acercaron más al pelirrojo, quien se subió sobre el rubio, sus rodillas en cada lado, teniendo a Kai entre sus piernas y aún sin sentarse sobre él, controlando toda la situación al tener al rubio bajo suyo, besándolo y tocando su cuerpo.
Las manos del pelirrojo bajaron hasta el pecho de Kai, acariciando de vez en cuando su cuello y tentando los botones de su camisa, la mano del rubio subió hasta tomar la mano derecha del pelirrojo y la acarició, entonces frunció levemente el ceño al sentir algo en uno de sus dedos y se despegó del beso para bajar su mirada y ver la mano del pelirrojo.
— ¿Qué es esto? — preguntó el rubio enseñando el dedo anular de Yeonjun que traía un anillo en él.
Y Yeonjun por alguna razón entró en pánico, no sabría cómo carajos explicaría su situación.
— ¿Estás casado? — preguntó el rubio de repente y los ojos de Yeonjun temblaron.
— Yo...— dudó de sus palabras.
El rubio bufó y alejó a Yeonjun tomando su cintura de la misma forma que hace un rato cuando se estaban besando.
—No, Kai. — llamó al pelirrojo y se levantó de la parada de autobuses para perseguir al rubio. — No malinterpretes las cosas, por favor.
— ¿Es un anillo de compromiso o no? — preguntó Kai volteándose hacia el pelirrojo.
— Sí, lo es, pero...¡espera! — llamó cuando sintió que Kai volvería a irse. — Estoy solo. — dijo apenado — Él falleció.
Kai frunció el ceño con confusión y luego relajó el rostro y alzó las cejas con sorpresa, Yeonjun no entendió ese cambio de expresión.
— ¿Choi? ¿Eres So Yeonjun? — preguntó Kai de repente — El esposo de So Jisub, ¿no es cierto?
— Sí.. lo era, ¿cómo sabes eso? — ahora indagó Yeonjun y vio en la expresión de Kai algo de nerviosismo.
— Lo escuché. — dijo Kai y relajó su garganta — Lamento mi reacción. — se disculpó — No creo que me justifique pero, ha sido algo difícil ver a mis padres separarse por una infidelidad y me disgustó ver el anillo, lo siento. — confesó y Yeonjun echó un suspiro antes de acercarse a Kai.
— Comprendo, debería haberte explicado mejor antes. — Yeonjun también se disculpó y el rubio tomó sus manos.
— ¿Me permites llevarte a casa? Como disculpa. — el rubio soltó una pequeña risa reconfortante y Yeonjun sonrió.
— Déjame avisarle al chofer de mi amigo. — Kai avanzando mientras Yeonjun se alejaba un poco para escribir en su teléfono.
•bd•
El pelirrojo despidió a Kai con una sonrisa, pero al girarse se encontró con la imponente camioneta de Taehyun. Este le había pedido que esperara mientras Beomgyu lidiaba con los estragos del alcohol.
Yeonjun se acercó rápidamente, mientras Taehyun salía del vehículo para abrirle la puerta a Beomgyu. Sin embargo, Beomgyu la pateó con furia, causando daños en el proceso pero abriéndola.
— ¡Gyu! — regañó Yeonjun, aproximándose velozmente a su amigo, quien salió del auto tambaleándose ligeramente.
— Hola, Yeyo. Ha pasado mucho tiempo, amigo — murmuró Beomgyu, abrazando a Yeonjun.
— ¿Cuánto has bebido? — preguntó el pelirrojo al chofer.
— En realidad, no mucho. Lo saqué antes de que empeorara — aclaró el chofer.
Beomgyu se separó de Yeonjun y estiró su cuerpo como si acabara de despertar.
— Estoy bien, puedo controlar mis acciones — se quejó el castaño.
Yeonjun de pronto escuchó sonidos extraños que parecían estar lejos.
— Shh — interrumpió Yeonjun de repente, levantando ambas manos como si eso le ayudara a escuchar mejor.
— ¿Qué? — Beomgyu rompió el silencio y miró las manos levantadas de su amigo — Choca los cinco — murmuró el castaño riendo, chocando su mano con la de Yeonjun, quien le dio un manotazo.
— Shhh, escuchen.
Los tres dirigieron su mirada hacia la mansión, donde la música resonaba fuertemente en su interior. Yeonjun frunció el ceño y arrojó su saco antes de caminar rápidamente hacia la casa.
Beomgyu encogió los hombros y siguió a su amigo, seguido por el chofer.
— Joven Choi, espere — llamó Taehyun, recogiendo el saco de Yeonjun del suelo.
Yeonjun no dudó en querer entrar, pero fue detenido por un hombre que puso su mano en su hombro y lo apartó.
— No tan rápido, no puede pasar — dijo el hombre, y Yeonjun abrió la boca confundido.
— ¿Disculpa? — preguntó Yeonjun, enfadándose aún más — Esta es mi casa, así que voy a entrar — dijo, pero el hombre lo apartó nuevamente.
— No tiene el permiso de Choi Soobin para entrar.
— Dile a Choi que voy a echarlo de mi casa — escupió Yeonjun, y en ese momento Beomgyu apareció detrás de él y agarró su hombro derecho, observando al hombre.
— Aléjense, o llamaré a seguridad.
Beomgyu tomó la radio del hombre en un rápido movimiento.
— Seguridad, será mejor que vengan, porque hay un coreano a punto de patear el culo de un calvo blanco, que por lo general es donde más vello tienen ustedes los pelones. — dijo el castaño, entregándole el aparato al hombre.
— Lo siento, señor, pero esta es la propiedad de Choi Yeonjun, el esposo del difunto señor So Jisub. Él tiene todo el derecho de llamar a la policía y presentar una queja al respecto — dijo el chofer, tratando de resolver la situación sin violencia.
El hombre alto se apartó y dejó pasar a los tres individuos. Yeonjun y Beomgyu lo observaron con recelo antes de entrar.
— Muchas gracias — dijo el chofer, haciendo una reverencia y entrando a la mansión.
Yeonjun comenzó a caminar lentamente, su mirada llena de furia mientras observaba el caos a su alrededor. Su casa ahora parecía un antro de mala reputación.
— Huele a muchedumbre aquí. — se quejó el castaño.
La mirada de Yeonjun recorrió rápidamente y con ferocidad el lugar, hasta que encontró al maldito culpable. Sin dudarlo, comenzó a caminar hacia él.
— ¿Qué demonios crees que estás haciendo? — preguntó de manera amenazante al peliazul, quien levantó una ceja ante su presencia.
— ¿Qué haces aquí? Dije que no te dejaran pasar.
— ¡Esta también es mi casa! ¿Quién te dio permiso para hacer esto? — el pelirrojo no dejaba de gritar de rabia.
— Puedo hacer lo que quiera, ¿no? — la pregunta del peliazul fue burlesca, recordándole a Yeonjun sus propias y estúpidas palabras.
— Suficiente. — escupió el pelirrojo y se alejó de Soobin.
— ¿Qué haremos? — preguntó Beomgyu, siguiendo a su amigo.
Yeonjun apartó a todos los que se interponían en su camino, sintiendo cada vez más ira al ver a extraños tocar y destruir las pertenencias del señor Jisub. Subió las escaleras hasta llegar a los parlantes y los lanzó desde el segundo piso, rompiendo cuatro en mil pedazos y alertando a la gente, quienes levantaron la vista asustados.
— ¡Quedan dos más! ¡Así que más les vale largarse si no quieren que mate a dos personas! — gritó furiosamente, y muchos comenzaron a irse, excepto los más borrachos. Soobin solo sonrió hacia el pelirrojo, como si estuviera disfrutando de su reacción.
La furia de Yeonjun no disminuyó mientras descendía las escaleras, ya que aún quedaban más individuos insensatos. Beomgyu levantó la mirada y sintió un nudo en la garganta al ver a su hermano junto a Soobin, sorprendido por la caótica escena que se desarrollaba ante sus ojos.
— ¡No se alarmen, amigos! — exclamó lo que parecía ser otro conocido de Soobin. — Es solo la puta del señor Jisub, no representa ninguna amenaza.
— ¡Cállate de una maldita vez! — Yeonjun intentó acercarse, pero Beomgyu, aún bajo los efectos del alcohol, lo detuvo.
— No le hagas caso, está drogado — dijo Beomgyu tratando de calmar a su amigo.
El chico dirigió su mirada hacia Beomgyu y realizó un gesto para que el resto de las personas retomaran la música.
— Y tú, ¿quién eres? ¿También fuiste una de las prostitutas del señor Jisub?— preguntó el extraño a Beomgyu, quien frunció el ceño y apretó la mandíbula.— Oh, eres Choi Beomgyu, ¿acaso eres alguna puta de algún socio de tu padre? — el hombre se tambaleaba y su habla no era clara, pero Beomgyu entendió cada palabra.
Taehyun tragó saliva, impotente y sosteniendo en sus manos el bolso de Beomgyu y el saco de Yeonjun.
— Apaga esa maldita música. — amenazó Beomgyu, y el hombre se acercó al castaño con una sonrisa desafiante.
— ¿Y qué pasaría si no lo hago? — preguntó el hombre.
La mirada de Beomgyu se estrechó con suspicacia y en un instante agarró el arma de su chofer, apuntando hacia el hombre, quien se apartó al ver los dedos de Beomgyu presionando el gatillo. Al girar, el hombre dirigió su mirada hacia la dirección del arma, las balas impactaron directamente en el centro de los tres parlantes. Todos los invitados se agacharon en el suelo.
— ¡Joven Beomgyu! — exclamó Taehyun alarmado, dejando caer todo al suelo y arrebatándole el arma al castaño.
— Ya es suficiente. — entonces Soobin apareció en escena, tambaleando entre sus dedos el vaso con su bebida, haciendo que el único sonido en el lugar fueran los hielos chocando dentro del vaso. — Lárguense todos.
Mientras el resto comenzaba a marcharse, algunos siendo escoltados por el personal de Choi, este se acercó a Yeonjun.
— Eres un hombre de palabra. — Soobin rio ligeramente y Yeonjun golpeó el vaso de Choi rápidamente, este cayó lejos en el suelo haciendo un estruendo. Soobin levantó su mirada oscura hacia el pelirrojo, tensando la mandíbula y metiendo las manos en los bolsillos.
— Quería que esto se resolviera de manera pacífica, pero veo que eres verdaderamente imposible. — dijo el pelirrojo casi entre dientes. — ¿Qué es lo que quieres? ¿Viniste solo por esto? ¿Viniste a destruir todo lo que tu padre construyó?
— No dudo que me encantaría. — respondió el peliazul sin remordimiento.
— Eres una vil rata. — susurró el pelirrojo furioso.
— Y tú eres un ingenuo que cree que todo esto se ganó con dinero limpio. No sabes absolutamente nada sobre ese hombre. Pero necesitabas el dinero, ¿verdad?
Yeonjun tragó saliva y bajó la mirada ligeramente, Choi soltó una risa y agarró el rostro de Yeonjun con fuerza, asustándolo por el movimiento repentino y brusco.
— ¿Ahora no puedes mirarme a los ojos? Parecías muy dispuesto a insultarme. ¿Quién es la vil rata ahora?
Tanto Taehyun como Beomgyu pensaron en intervenir, pero antes de que pudieran hacerlo, Yeonjun se soltó bruscamente del agarre de Choi.
— Tú eres la vil rata y siempre lo serás. Sí, necesitaba el dinero, pero amé lo suficiente a tu padre como para respetar su legado. No creeré ni una sola palabra de lo que digas. Y no permitiré que hagas lo que te plazca.
— Veremos cómo te va. — dijo el peliazul con un tono amenazante, alejándose de Yeonjun y dirigiéndose hacia la salida.
El hermano de Beomgyu se acercó repentinamente a él. El castaño elevó su mirada hacia él y tragó saliva, agradeciendo en su interior a Taehyun quien lo sostenía, sino en ese momento estaría en problemas.
— Mírate, borracho y disparando como un loco. Papá nunca dejará esa empresa en tus manos. — susurró con una sonrisa de victoria.
— Permíteme dispararle. — murmuró entre dientes el castaño.
— No lo piense ni por un segundo. — advirtió Taehyun.
Yeonjun caminó lentamente entre el caos hasta llegar al piano en la sala, deslizando su mano sobre la fina madera y sintiendo un nudo en la garganta al verlo destrozado. Era un antiguo piano, pero el señor Jisub lo había valorado durante años, ya que había sido un regalo de su madre.
— Llévate a tu hijo antes de que te lo envíe yo. — susurró sin dejar de acariciar la superficie del piano.
jelou y chau
cap concluido el lunes 22 de enero del 2024 a las 4:59am
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