Capítulo 17 |Pálpitos.
|Todos los días se aprenden cosas nuevas|
━━━━❰・🍚・❱━━━━
La noche no tardó en hacer acto de presencia, por lo que los dos comenzamos a llevar a cabo las últimas cosas del día: comer un aperitivo nocturno, acomodar las cosas, asearnos, hacer la llamada obligatoria a los padres de Yuzuki y... todo listo.
Cuando me aseguro de que Ryu ya está descansado en su pequeña cama —Yuzu se la consiguió—, empiezo mi camino hacia la habitación para, por fin, poder dormir plácidamente al lado de mi novia; he descubierto que, cuando ella no está, no puedo dormir correctamente si no tengo una almohada a la cual abrazar (es un tonto intento de mi subconsciente para intentar sustituir su ausencia). Realmente estoy muy acostumbrado a verla rondando por aquí.
Cuando entro a la alcoba, me topo con una Yuzuki sentada en el filo de la cama, jugueteando con los sobrantes de la sudadera azul que trae puesta; la cual es mía, pero parece más suya de tanto que la usa. Sin percatarme, me quedo observándola en silencio —ella no parece haberse dado cuenta de mi presencia—, notando que trae un short gris y corto de algodón, uno que deja a la vista gran parte de sus muslos y piernas; si mi contraria se pusiera de pie, apuesto que esa vestimenta casi ni se le notaría ya que la sudadera lo cubriría. Se ve linda.
Trago saliva y sacudo mi cabeza, regañándome internamente por estar observando justamente esa área; sé que incluso ya la vi... desnuda, pero eso no significa que deba mirarla más de la cuenta, menos si es de una forma menos pura.
Intentando ya no pensar más en eso, camino hacia donde está la de ojos grises y me siento a su lado.
—¿Ya vamos a dormir? —Pregunta al tanto que alza la mirada a mi dirección, pareciendo algo... rara; ¿entre ansiosa y nerviosa tal vez?
—Ciertamente es un poco temprano —comento divagando levemente; si mal no me equivoco, no pasan de las nueve de la noche—. ¿Quieres hacer algo más antes de dormir? —Ofrezco sonriéndole, recargándome más en la cama para mayor comodidad.
—Eh...
—Quieres que juguemos videojuegos, ¿no? —Según yo, adivino con cierta diversión en mi voz; es algo predecible viendo de ella y su tan conocido amor por los videojuegos.
—No, no es eso lo que estaba pensando... —contradice en voz baja, lo que me descoloca bastante.
—Entonces, ¿qué es? —Indago con extrañeza, frunciendo levemente mi ceño de forma inconsciente; ella no es tan fan de las series juveniles ni de películas, y no creo que le apetezca ponerse a leer o estudiar a estas horas.
—Em..., recuerdas lo que pasó aquel día, ¿cierto? —Mi pulso comienza a acelerarse ante aquella pregunta; no, no creo que vaya a querer que lo intentemos otra vez, no después de la charla que tuvimos en la tarde, ¿verdad? Quizás se esté refiriendo a otra ocasión y yo pensando cosas que no. A pesar de las dudas que se empiezan a formar internamente, asiento de forma pausada—. Bueno, investigué un poco sobre los chicos y..., ejem, supongo que tú te quedaste "animado" esa vez —sí, con eso he terminado de afirmar que sí está hablando sobre lo que pasó ese día; por Dios, Yuzuki, ¿por qué justamente ahora...?—. Por lo que entendí, puede llegar a ser doloroso para los hombres si quedan en ese estado... —menciona jugueteando con sus dedos de manera tímida.
—Bueno, sí, pero... —intento contradecir ya que más o menos sé hacia dónde se dirige esto; apenas venimos resolviendo el problema anterior como para volver a meternos en otro.
—Entonces, si es así: quiero compensarlo —me interrumpe con clara decisión en su mirada y voz, lo que me deja congelado; ¿acaso se refiere a...?—. ¡S-sé de lo que hablamos hace rato! ¡Y-y no estoy intentando apresurar las cosas, en serio! Es solo que... en verdad quiero compensar lo de aquella vez; prácticamente tú hiciste casi todo y... eso —balbucea con algo de torpeza.
—Y..., según tu forma de compensar, ¿cuál sería? —Inquiero aclarándome la garganta, tratando de mantener la compostura.
Quizás yo sea el que esté entendiendo todo mal.
—Y-ya sabes... —murmura al tanto que agacha la mirada, intentando esconder su sonrojo vanamente. Me quedo viéndola en silencio, aún sin creerme lo que está pasando; seguramente mi cara debe de estar sumamente ruborizada, o siendo todo un poema. Yuzuki parece notar mi estado, por lo que se apresura a decir—: No te pido que lo hagamos, solo..., ¡podemos tomarlo como un entrenamiento previo! ¡Sí, eso! Di-dicen que es mejor conocer un poco más los gustos de tu pareja antes de iniciar la vida s-sexual... —intenta explicarse de forma atropellada, lo que la hace parecer bastante adorable pese a la situación.
Aquello empieza a hacer mella en mí.
—Yuzu, no tienes que forzarte a esto si no te sientes cómoda —me sincero colocando mi mano sobre la suya, la cual se halla empuñada sobre su muslo.
—Pero en verdad quiero intentarlo... —refunfuña manteniéndose cabizbaja, casi en un hilo de voz.
Paso saliva y momentáneamente desvío la mirada, con el pulso desbocado ante su afirmación. No puedo negarme, ¿cierto? Si ella en verdad quiere que lo intentemos, no sería justo de mi parte poner más objeciones. Además, dijo que haríamos algo diferente, que sería como un "entrenamiento previo", lo que me quita una presión de encima; aún sigo teniendo temor de lastimarla.
—Está bien —acepto y me gano una mirada algo sorprendida de su parte—. Pero esta vez será a mi manera, ¿de acuerdo? —Me apresuro a advertir.
—Claro —acepta al tanto que asiente con la cabeza, alzando sutilmente sus comisuras en una tierna sonrisa.
Sin poder aguantar más, me inclino al tiempo que la tomo de sus mejillas ruborizadas para besarla; no lo habíamos hecho en todo el día y en verdad extrañaba mucho su tacto.
Percibo que me corresponde de inmediato al tanto que rodea mi cuello con sus brazos, atrayéndome más hacia ella, por lo que tengo que soltar uno de sus cachetes para apoyarme debidamente en el colchón.
El movimiento es tranquilo por mi parte, pero Yuzuki, poco a poco, lo va tornando más desesperado y demandante, incluso llegando al grado de ser la primera en rozar su lengua contra mis labios para incitarme a que la siga, lo que me hace temblar y soltar un leve jadeo de sorpresa; ¿a qué se debe esta repentina iniciativa? Ella no es así, suele ser la más tímida para estas cosas.
¿Tanto quiere que...?
Sin tener más opción, y algo extasiado por esta nueva faceta, tomo su mismo ritmo e introduzco mi lengua en su boca, comenzando a entrelazarla contra la de ella, notando que mi contraria suelta un muy corto y bajito quejido. Y vuelvo a estremecerme ante aquel dulce sonido.
Tengo que separarme para tomar un poco de aire, pero apenas y lo logro ya que Yuzuki vuelve a tirar de su agarre para besarme de manera más insistente. Sintiendo cómo mi cuerpo comienza a desear continuar y, sobre todo, seguir oyéndola, soy yo quien empieza a ser más arrebatador; se lo debo desde aquella vez, sin contar que en verdad quiero causarle lo que ella provoca en mí.
Dando una sutil mordida en su labio inferior, finalmente rompo nuestro contacto, percibiéndome deleitado al poder contemplarla como está ahora: con sus párpados cerrados, los labios algo hinchados y brillosos, la respiración agitada y sus mejillas sonrojadas como toque final.
Supongo que podría acostumbrarme a besarla de esta manera más continuamente.
—¿Qué? —Gruñe ceñuda al momento que abre sus ojos y me ve con aquellos ojos grises que se hallan cristalinos, dándose cuenta de que he estado mirándola fijamente.
—Nada, Yuzu —digo con una sonrisa enternecida. Noto que ella hace el amago de seguir, por lo que la tomo del mentón y acerco más mi rostro al de ella, logrando que su cálido aliento se junte con el mío, volviendo a sentirme tentado por sus labios—. Eres muy linda —susurro antes de darle un beso mucho más corto que el anterior, uno que consigue que mi compañera se erice.
Cuando nos separamos, Yuzuki mira hacia su regazo de manera entre enojada y nerviosa, lo que me empuja a querer preguntarle qué pasa; en verdad creí que estaba llevando todo bien, ¿acaso me equivoqué e hice algo que la incomodó?
Sin darme chance siquiera a pronunciar la primera palabra, el ceño fruncido de ella se acentúa más y, sin previo aviso, toma los bordes de su sudadera y la alza hasta quitársela, quedando con el pecho totalmente descubierto. ¡¿Todo este tiempo no traía nada debajo?!
—¿Qué? Ya me viste antes... —farfulla estrujando la sudadera entre sus manos, luciendo algo malhumorada; aunque más bien es avergonzada.
—M-me tomaste por sorpresa —me sincero con una sonrisa algo tímida, rascando momentáneamente mi mejilla.
Pasan unos cortos segundos en silencio, unos un tanto incómodos, pero Yuzuki, arrebatada como siempre, se sube en mi regazo sin precio aviso y, ya sea de forma intencional o no —conociéndola, pueden ser ambas opciones a la vez—, se sienta justamente en aquella área que está sensitiva gracias a todas las sensaciones que me ha hecho tener en este pequeño lapso de tiempo, sacándome un jadeo involuntario por la presión de su cuerpo y el roce en mi entrepierna. Se siente bastante bien.
Tomando su cintura, la vuelvo a besar de manera ya no tan inocente como al inicio, percibiendo cómo la excitación va subiendo gracias a los movimientos no muy uniformes de Yuzuki sobre mí, haciéndolo tal y como la primera vez.
No queriendo aplazar más la situación (y tampoco queriendo acabar antes de siquiera comenzar), la alzo y acuesto adecuadamente en la cama, subiéndome cuidadosamente encima de ella mientras coloco mis piernas a sus costados.
Permitiéndome apreciar sus pómulos rojizos y su respiración agitada primero, me inclino hacia su cuello y comienzo a dar castos besos en ese lugar, deleintándome por su dulce olor que me envuelve y el temblor que sufre su cuerpo ante mi gesto. Tomando eso como autorización, sigo con mis caricias que ascienden y descienden de manera algo torpe, percibiéndome bastante gustoso pese a que la presión en mi parte baja se vuelve insistente entre más pasan los minutos; aunque decido ignorarlo ya que prefiero oír las pequeñas exclamaciones que suelta cada tanto mi novia. Al final rozo sutilmente mis dientes sobre su hombro, sintiéndome tentado a succionar, pero no lo llevo a cabo ya que nunca le pregunté si puedo hacer algo de esa índole; no quiero que se moleste.
Me hinco, aún manteniéndome arriba de ella, y paso saliva al ver su cuerpo expuesto, sintiendo cómo las ganas de seguir acariciándola se apoderan de mí cada vez más. La primera vez no tuve el chance de hacerlo por el nerviosismo y timidez que me embargaban, pero esta vez ya no es de esa manera, o al menos no tanto; tal vez sea porque ahora estoy un poco más familiarizado con la situación y menos presionado.
—¿Puedo tocarte? —Pregunto mirándola a los ojos, intentando no desviar mi mirada más abajo.
—No es como si se pudiera hacer la gran cosa, pero si quieres... —murmura algo recelosa, centrando sus luceros grises en otro punto de la habitación. Yo solo suspiro con pesar en mi interior, sin entender por qué tiene esa baja autoestima hacia sus pechos; a mí me gustan. Sin contar que es solo algo estético y, a estas alturas, Yuzuki debería tener más que presente que esos detalles no son relevantes para mí.
Ella es linda tal cual es.
Sin querer alegar el punto —sé que no es necia— y prefiriendo demostrar con hechos, coloco mi mano sobre su pecho derecho, queriendo saber qué tan suave es, y simplemente tanteo de manera delicada. Segundos después me animo a rozar su pezón ya erecto con mis dedos, recorriendo su aureola de manera intrigada. Yuzu se mantiene en total silencio, sin hacer el amago de mirarme, así que me inclino, recargo mi peso en el brazo diestro y, con mi boca, me apodero de su seno, finalmente ganándome un jadeo por parte de la chica debajo mío. La sensación y textura es rara, o más bien nueva, pero no me desagrada para nada, por lo que comienzo a juguetear con su pezón. Con más confianza, y al no recibir negativa por parte de Yuzuki, empiezo a acariciar su otro pecho con la zurda.
Percibo cómo mi contraria coloca sus manos en mi nuca, aferrándose allí de manera algo tímida, sacándome un escalofrío por su tacto. Comienza a pasear sus dedos en esa lugar, descendientes hacia mis hombros y espalda, logrando que suspire por lo bien que se siente; casi puedo jurar que eso la hizo sonreír, pese a que no la estoy viendo para poder asegurarlo.
Con más determinación, empiezo a succionar su pezón hasta que Yuzuki mueve sus piernas, movimiento que logra que una de sus rodillas roce con la erección escondida en mi pantalón, haciendo que suelte una exclamación ahogada contra su piel. Tras eso, la de ojos grises sigue rozándose de manera voluntaria, consiguiendo que tenga que separar mi rostro de sus pechos para intentar contener mis exclamaciones. Al momento que las sensaciones se vuelven más intensas, me obligo a erguirme para alejarme de su tacto.
Definitivamente no quiero acabar, no ahora.
Regreso a ver su abdomen para distraerme y regularizar mi respiración, observando aquel short gris que aún trae. Titubeando un poco, bajo mi mano a ese lugar y tomo el inicio de su prenda, después la miro en silencio, buscando su aprobación para continuar. Yuzuki me regresa la mirada y, después de un par de segundos, asiente con algo de timidez, por lo que no tardo casi nada en deslizar aquella prenda de algodón por sus piernas, quedando solo en ropa interior. Y sonrío entre enternecido y divertido al ver su diseño.
—Así que... ropa interior de gatitos, ¿eh, chica mala? —Ronroneo recordando vagamente la vez que comenzó a burlarse de mis bóxer con estampado de osos.
Qué ironía.
—¡Cállate! —Proclama con un fuerte sonrojo invadiendo sus mejillas, lo que me hace reír entre dientes.
—Y luego dices que soy yo el de gustos infantiles —prosigo con clara diversión.
—Eres odioso —refunfuña con una mueca en sus labios, sacándome abiertamente una risita. Más relajado, hago el amago de tomar la única tela que cubre a Yuzuki, ya queriendo quitarla para poder contemplarla enteramente—. E-espera... —pide y eso me hace alertar; ¿la lastimé y no me di cuenta?
—¿Qué pasa? —Pregunto con preocupación, deteniendo completamente mis movimientos.
—Tú aún sigues con ropa —reclama mirándome ceñuda, lo cual me alivia de sobre manera; menos mal que era eso y no otra cosa más seria.
—Ah, cierto. Lo siento —murmuro y me levanto rápidamente para deshacerme de mi playera y pantalón, quedando solo en un bóxer negro que me incomoda un poco gracias a la erección; pero es soportable. Con eso listo, me vuelvo a acomodar en la cama, sentándome—. Supongo que así estamos parejos.
—Ajá... —susurra vagamente, lo que me extraña momentáneamente. Presto verdadera interés a lo que mira ruborizada, dándome cuenta que es justo el bulto que hay en mi entrepierna. Y eso me hace poner nervioso otra vez.
De entre todos los lugares que puede ver, precisamente eligió allí...
—Em, tengo que quitarla —aclárandome la garganta para llamar su atención, aviso. Eso parece traer de vuelta a la realidad a mi novia, por lo que sus mejillas se tiñen más rojizas al tiempo que desvía bruscamente su vista, seguramente avergonzada por su anterior actuar.
—V-vale —susurra intentando fingir indiferencia, pero queda en eso: en el intento.
Inhalo un poco de aire antes de volver a tomar el inicio de su ropa interior y la deslizo, ahora sí quedando completamente expuesta para mi deleite. Al igual que la primera vez, ella hace el amago de cerrar sus piernas y taparse con sus manos, presa de la vergüenza, pero se lo impido tomando sus muslos y dándole una sonrisa para intentar brindarle confianza. Yuzuki muerde sutilmente su labio inferior y después suspira, dejando de tensar tanto su cuerpo.
Me tomo un pequeño momento para admirar su desnudez, sintiendo cómo mi parte baja empieza a molestar más, pero vuelvo a ignorarlo.
—Si te lastimo, no intentes hacerte la valiente por favor —pido al tanto que acaricio con mis dedos de manera casi superficial su muslo derecho, oyendo como deja salir un suspiro.
—Bien. ¿P-pero qué vas a hacer? —Indaga titubeando, lo que me causa cierta ternura.
—Supongo que ya lo intuyes...
Y, sin más, abro un poco más sus piernas y mi hinco delante para acercar una de mis manos a su entrepierna, acariciando de manera delicada sus labios e ingle, notando cómo ella casi suelta un chillido que me provoca una sonrisa. Con algo más de confianza, me aventuro a abrir su intimidad, dándome cuenta de lo húmeda que se halla, lo que vuelve a causarme un espasmo en la parte baja. Paso saliva y comienzo a explorarla con curiosidad, percibiendo lo cálida que es, y ascendiendo hasta oír cómo ella reprime un pequeño gemido y cierra sutilmente sus piernas, estremeciéndome a la vez que logra que mi erección lo haga gracias a aquel tierno y erótico sonido; ¿este es el clítoris?
Al verificar que le gusta, sigo acariciando esa área con más ímpetu, pero manteniendo mi delicadeza inicial, sintiéndome orgulloso de saber que es por mí que está así.
Desciendo hasta llegar al lugar que en verdad buscaba, notando que ahí es más caliente y húmedo aún, así que, con gentileza y algo de temor, empiezo a introducir un dedo, gruñendo levemente con tan solo imaginarme lo que se debe sentir estar dentro de ella; sé que ya lo estuve, pero fue tanto mi susto inicial al ver sus indicios de lágrimas que ni siquiera me detuve un segundo a disfrutar la sensación.
—¿Te lastima? —Cuestiono inspeccionándola, buscando un rastro de dolor en ella. En verdad no quiero que se vuelva a repetir lo de la vez pasada.
—No, puedes continuar —asegura dándome una tímida sonrisa, lo que me quita un peso de encima de inmediato.
Empiezo a deslizar mi dedo de manera sutil y calmada, calando sus reacciones, y, al verificar que puedo proseguir, introduzco el siguiente sin dejar de verla a los ojos. Noto que ella frunce levemente su ceño, pero no parece realmente incómoda —sin contar que asiente con la cabeza para terminar de comprobarme que todo va bien—, por lo que comienzo a moverlos con más confianza, escuchando otro gemido reprimido provenir de Yuzuki.
Comienzo mi labor de buscar aquel punto que es sensible para las chicas (del cual me di la tarea de investigar desde lo que pasó aquella vez, no queriendo volver a cometer el error de no conocerla en lo absoluto en este ámbito), no demorando mucho en encontrarlo ya que es algo diferente a su demás cavidad, así que comienzo a tocarlo y empujarlo cada vez que hundo mis dedos dentro de ella.
Poco a poco voy notando que la humedad se va volviendo más presente entre los segundos pasan, lo que me conforta ya que es señal de que estoy logrando mi cometido. Más seguro de mí mismo, me acerco un poco más y estiro mi mano libre e inicio a buscar su clítoris, no demorando en encontrar aquel relieve que sé que es muy susceptible, así que también lo acaricio sin dejar de penetrarla con los dedos de mi diestra.
Con los simples jadeos y estremecimientos que oigo y percibo de ella, siento que mi miembro punza más contra la tela del bóxer, avisándome de que estoy llegando a mi límite, por lo que tengo que hacer un gran esfuerzo en ignorar aquello y no pensar de más en nada; no quiero acabar, sería vergonzoso hacerlo sin que siquiera haya tenido un gran contacto en esa área. Y Yuzuki, finalmente, suelta un gemido entrecortado y tembloroso, lo que hace que mi poca concentración se vaya por la borda.
—¿Lo estoy haciendo bien? —Pregunto en un murmullo para distraerme, sin dejar mis movimientos en ningún momento.
—S-sí... —balbucea echando su antebrazo derecho a sus ojos, intentando cubrirse; sé que está avergonzada. Y sonrió extasiado.
Diablos, en serio va a lograr hacerme venir solo por sus dulces reacciones.
Los temblores, suspiros y gemidos reprimidos se hacen más insistentes por parte de mi compañera, notando que su respiración se vuelve más irregular. En un determinado e inesperado momento, percibo que Yuzu suelta una exclamación más ahogada mientras su cuerpo se estremece, viéndose mis dedos más aprisionados en su cavidad. Siento cómo mi respiración se corta de golpe al tener la dicha de poder apreciarla de esta forma; ¿ella acaba de...? ¿De verdad lo conseguí?
Cuando Yuzuki deja de temblar, salgo lentamente de ella, sin dejar de admirarla algo atontado; mi compañera aún mantiene el antebrazo en su cara, pero, pese a eso, logro ver parte de sus mejillas acaloradas junto a sus labios húmedos que dejan salir lindos jadeos.
Pese a que sigo con un problema en la parte baja, me siento realmente satisfecho.
Tras unos segundos, Yuzuki se sienta en la cama a duras penas, aún con la respiración irregular y su rostro sonrojado que me hace sentir otro espasmo. Se mantiene cabizbaja—, supongo que es porque se siente algo avergonzada por lo que aconteció—, pero después se aclara la garganta y conecta su mirada con la mía, mostrándose más decidida, pero un tanto tímida.
—Su-supongo que ahora me toca... —murmura desviando momentáneamente su vista a mi entrepierna, la cual se halla cubierta por el bóxer todavía. Y trago saliva, percibiendo cómo el nerviosismo empieza a hacer mella en mi sistema de nueva cuenta.
—No tienes que hacer nada que no quieras —me apresuro a decir, negando con mis manos y queriendo echarme atrás por acto reflejo.
Sé que ya me vio desnudo, pero... sigo sintiéndome como la primera vez, y más porque sé que su intención es tocarme directamente. Y no es como si no quisiera que lo haga, mi cuerpo lo pide casi a gritos al no haber tenido casi nada de estimulación en este rato, aunque...
—Ya te había dicho que sí quiero —sentencia frunciendo su ceño, dándome a entender que no voy a ganar nada llevándole la contraria; vaya novia demandante me vino a tocar.
—B-bueno... —accedo sin más remedio, casi llevándome mano derecha a mi rostro para rascarme la mejilla, pero justamente recuerdo que se encuentra húmeda gracias a lo que estuve haciendo antes.
Sí, definitivamente voy a tener que cambiar las sábanas después de esto.
Yuzuki, titubeando inicialmente, se acerca a mí hasta que nuestras rodillas se topan, sentándose entre cruzando sus piernas para quedar más cerca, y coloca su mano sobre mi muslo derecho, no animándose a ir más arriba. Tengo que tragar saliva para mantener (o intentarlo, mejor dicho) mi compostura lo más posible, no queriendo darle la impresión de que me encuentro algo ansioso; vaya que estoy sensitivo.
—¿Ya lo bajo? —Ante su pregunta, me quedo un par de segundos en blanco, pero después caigo en cuenta que se refiere a mi ropa interior, por lo que me limito a asentir con la cabeza, sintiendo cómo mi pulso va incrementando ante la sola idea de saber qué está a punto de pasar.
Por Dios, Yuzuki realmente lo va hacer...
Mi novia no tarda casi nada en tomar el elástico de mi bóxer —logrando que tiemble por su toque en mi abdomen— y procede a bajarlo hasta que mi miembro quede expuesto completamente. Y siento un gran alivio embargarme tras ese acto; la incomodidad ya se estaba volviendo casi insoportable.
Yuzu se queda en completo silencio, mirando mi entrepierna fijamente, como analizándola —supongo que le intriga saber cómo es la anatomía de un chico—, lo que me empieza a provocar cierta vergüenza.
Después de unos segundos, acerca su mano diestra y toca el glande con su dedo, siendo bastante sutil, lo que me roba de inmediato un suspiro. Ella, pareciendo más confiada por mi reacción, se anima a rodearlo el cuerpo de manera algo torpe, pero sin ser brusca o arrebatada (lo cual en verdad agradezco), y sube lentamente, logrando que el prepucio choque con la punta. Y jadeo.
Su mano es más pequeña y menos áspera a comparación de la mía, lo que hace que se sienta bien al ser una sensación más suave; vaya que es diferente a cuando yo lo hago.
Ma da entre ternura y excitación ver cómo ella juguetea con mi miembro, mostrándose curiosa al ascender y descender su mano de una forma tranquila que me es tortuosa, y también delinea sutilmente las venas que se han marcado; a pesar de que está siendo inexperta al tocar, realmente se siente muy agradable.
Y, de la nada, se aleja con la cara teñida de rojo.
—¿Sucede algo? —Indago entre extrañado y agitado, sintiendo la necesidad de que continúe.
—Es que..., ¿e-es normal que esta cosa se... mueva? La vez pasada tambien lo hizo —titubea mirándolo ceñuda, como esperando a que vuelva a suceder, y río con diversión.
—¿Te refieres a los pálpitos? —Indago casi sabiendo que a eso se refiere; ella asiente, posando sus ojos en mí—. Sí, es normal ya que por allí pasan conductos sanguíneos para hacerlo erguirse, por lo que siguen el ritmo cardíaco; eso los hace "moverse" —explico con una sonrisa divertida, notando que ella aún me me mira dudosa—. Supongo que a las chicas les pasa algo similar.
—Ni idea —exclama encogiéndose de hombros, siendo honesta.
Bueno, sé que a Yuzuki nunca le había interesado el ámbito sexual (no hasta recientemente, claro), por lo que su conocimiento no es mucho ya que ni siquiera le gusta ver nada relacionado a esas cosas. Lo comprobé en las ocasiones que nos llegó a tocar escenas... algo subidas de tonos en las películas o animes que vemos cuando estamos aburridos; ella cambiaba o adelantaba al instante, refunfuñando contra los creadores. El mundo de mi novia siempre ha sido los videojuegos, escuela, gatos y comida.
De una manera curiosa, Yuzu es bastante inocente pese a no parecerlo por su fuerte carácter.
Mis divagaciones se acaban súbitamente cuando siento que ella toma mi miembro y retoma su vaivén, sacándome una involuntaria exclamación de placer que me avergüenza al instante. Noto que mi compañera sonríe entre burlesca y orgullosa al oírme, sin dejar de mover su mano, aunque esta vez aventurándose a ir ligeramente más rápido —consiguiéndolo fácilmente gracias al líquido preseminal—, por lo que frota más continuamente el prepucio contra el glande, logrando que tenga que echar mis manos atrás para apoyarme con el colchón ya que la sensaciones se vuelven más intensas tanto por el rato que llevo reprimiéndome, y por sus caricias; voy a acabar pronto si sigue así.
Será algo torpe y ni siquiera lleva un ritmo uniforme, pero vaya que se las está arreglando bastante bien.
Tal y como suponía, los espasmos se hacen más persistentes en mi miembro, percibiendo aquella familiar sensación que me avisa que ya no aguanto más; momentáneamente quiero avisarle a Yuzuki, pero no lo logro ya que el orgasmo me invade y hace que deje de razonar por unos segundos, invadido enteramente por el placer.
Aprieto mi mandíbula y manos por acto reflejo, sintiendo cómo mi cuerpo se estremece por haber conseguido finalmente lo que venía esperando desde minutos antes, percibiendo cómo el semen poco a poco deja de salir y mi miembro detiene sus temblores. Y comienzo a jadear para recuperar mi respiración.
Es de los..., no, más bien es el más intenso que he tenido, tanto por haberlo retardado como por ser conseguido gracias a mi contraria.
Enfoco mi vista en la chica que está frente a mí, notando que su rostro posee una entremezcla de orgullo y sorpresa por su logro, pero después, al percibir que mi mirada sobre ella, desvía sus ojos grisáceos a otro lado, intentando disimular sus mejillas ruborizadas. La observo más detalladamente y me doy cuenta que su mano derecha se halla manchada por mi culpa, incluso parte de sus muslos ya que el fluido se ha deslizado hasta allí, lo cual me provoca una rara sensación de satisfacción; se ve... linda.
—Vaya, así que esta es su textura... —divaga en voz alta, observando su diestra con curiosidad.
—Sí... —inquiero por inercia, siguiendo algo atontado, pero mis sensaciones placenteras se ven interrumpidas cuando analizo verdaderamente sus palabras. ¡Cierto! Me descuidé y la salpiqué, diablos—. L-lo siento por no haberte avisado, no era mi intención. Creo que tengo hay toallitas húmedas en el cajón —murmuro más para mí mismo, haciendo el amago de querer levantarme y buscarlas, pero la mano izquierda de Yuzuki me lo impide; me tomó del antebrazo.
—No hay problema, Gohan; al final de cuentas vamos a bañarnos... otra vez —rezonga con pesar, logrando que la vergüenza se vea sustituida por una risa entre dientes por la tierna mueca en sus labios.
Sin poder evitarlo, me inclino hacia ella y deposito un casto beso en su mejilla, dándole las gracias de manera silenciosa, y después oculto mi rostro en el espacio entre su hombro y cuello, deleitándome con su aroma.
—Te amo, Yuzu —susurro contra su piel, alzando mis comisuras al sentir que se estremece suavemente.
—Yo también, cursi saltamontes —exclama con voz serena, hasta algo cariñosa, y me rodea con su brazo zurdo al tanto que se recarga más en mí, lo que me conforta de sobremanera.
En verdad podría acostumbrarme a esto.
━━━━❰・🍚・❱━━━━
–Planeaba dividir esto en dos partes porque pensaba que la lectura se iba a tornar pesada (son casi cinco mil palabras), pero al final me di cuenta de que queda mejor así.
En fin, espero que les haya gustado porque sufrí escribiendo esto; literalmente paraba cada cinco minutos y borraba, agregaba y volvía a borrar párrafos.
Duré dos días para que esto quedara decente, sjsk. Generalmente escribo un lemon de cuatro mil palabras en... ¿tal vez cuatro horas? Y es de tirón, empero, es en narrador omnisciente.
Y como aquí la narración fue en perspectiva de Gohan y este es algo... inexperto e inocente, vaya que me tuve que limitar mucho para ir acorde a su personalidad; de ahí el por qué no es tan explícito como acostumbro a escribir.
¡Nos leemos!
Posdata: Gohan, tkm, kbrón, pppERO ME HICISTE SUFRIR ESTA VEZ POR TU CONDENADA INOCENCIA, ªªª.
-Lindassj1
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro