🌹𝑫𝒐𝒍𝒐𝒓🌹
Seis meses en el castillo conviviendo con Namjoon fueron suficientes para saber que lo amaba. Tal vez estaba siendo muy precipitado en pensar en esas palabras que quería decirle cada vez que lo veía a los ojos, pero no era así, habia pensado muy buen las cosas.
Amaba cada que se sentaban juntos en la biblioteca y leían cada uno sus libros escogidos, las veces que a veces compartía comentarios con él, porque como era obvio, probablemente Namjoon ya se había leído justamente la historia que tenía entre sus manos. También adquirieron un nuevo hábito en uno de los balcones del castillo, cada que la tarde caía y las nubes daban paso a un ambiente de colores cálidos ahí en una mesita se sentaban a tomar el té. La mayoría de veces no había necesidad de hablar, solamente con la compañía del otro era suficiente para sentirse completos.
Por las noches, salían a dar un paseo por el jardín, a veces Namjoon jugaba con él y con su poder para controlar la naturaleza. SeokJin pensaba que eso era el más hermoso poder o magia que alguien pudiera tener, aunque curiosamente tambien pudo notar que tenía alguna magia que podia mover las cosas, era maravilloso.
Cuando el rey se enteró que él príncipe era el que había hecho el pastel de chocolate con café que tanto le encantaba, no pudo creerlo, a tal grado de mandar por los ingredientes al mercado del pueblo y se coló en la cocina a ver si aquello era cierto, acabando nuevamente con la mitad del postre dulce. Había quedado maravillado con el talento en repostería de SeokJin.
Los días eran hermosos, y ambos disfrutaban mucho de esos momentos juntos, entre coqueteos y muy pocas veces roces. Pero ahora Namjoon estaba llevando a cabo una batalla dentro de su cabeza, una en la que su conciencia le gritaba molesta que estaba siendo un jodido egoísta.
¿Cómo pudo haber pensado que él podría tener un futuro al lado de ese bello ser?
Eventualmente se fue dando cuenta que no podrían pasar a más, naturalmente para una relación romántica se necesitaba tener un contacto fisico íntimo, y él era el menos indicado para ofrecerle algo como eso. Con costo había podido tomarlo de la mano con ayuda de unos estorbosos guantes que le ayudaban a cumplir una acción desesperada de sentir ese gesto con el menor.
Aún así, sabía que SeokJin necesitaba más que eso, necesitaba que lo besaran como se debía, necesitaba que le diera varias románticas bajo aquél cielo naranja en el que compartían el té, merecía que le hicieran saber en un abrazo cálido cada centímetro de amor que latía en su pecho por él. Merecía… merecía que le hicieran el amor suave, acariciando cada rincón de su alma y venerando los dulces sonidos que podrían salir de sus labios carmesis.
Desgraciadamente, Namjoon no podía darle nada de eso, y había pasado noches en vela pensando el día en el que tendría que soportar aceptar por completo ese doloroso hecho.
Sin embargo, aún no. Quería seguir siendo un maldito egoísta por un rato más, quería considerarse un monstruo que tenía a una flor en cautiverio, solo para poder seguir suspirando al verlo. Quería seguir perdiéndose en aquella mirada que le revelaban galaxias enteras mientras su cabello se batía con el viento. Lo quería, añoraba poder demostrarle cada sentimiento que guardaba en su corazón, lo quería a su lado y solamente para él.
Y dolía, dolía un infierno aceptar que no era el indicado para él.
Caminó desganado por la habitación, no quería salir, quería quedarse ahí dentro muriendo del dolor que sentía en el pecho aunque supiera que su príncipe estaría triste de no verlo para el almuerzo. Las horas pasaron y él no se digno a levantarse de la cama ni para asearse, no tenía animos de nada.
La puerta de su cuarto se abrió, no volteó porque sabía quién era.
—Tú, maldito haragán ¡Levanta tu culo de la cama!, SeokJin te está esperando desde hace diez minutos en la mesa.
—No quiero bajar.
—¿Cómo que no quieres bajar? ¿Te estás escuchando?, es de SeokJin quien hablamos, la luz de tus ojos.
Un nudo se instaló en su garganta, no podía sentirse peor. Ahora creía que haberle confesado a su mejor amigo los sentimientos que sentía por el príncipe había sido muy mala idea.
—Déjame, Yoongi. Dile a Jinnie que me siento mal y que no podré bajar. —Trató de que su voz no sonara cortada por sus lágrimas cayendo.
—¿Sabes que eso no hará otra cosa que hacer que se preocupe por tí? Ese chico te adora. Vamos, levántate.
“Ese chico te adora”
No pudo contener sus sollozos.
—Duele, Yoongi… duele demasiado. —Yoongi no comprendía la preocupación del menor, los últimos días de ellos habían sido espectaculares—. Aún no quiero dejarlo ir, quiero ser egoísta un rato más.
—¿Por qué tendrías que dejarlo ir? ¿Acaso estás demente para hacer algo como eso?
—Tengo qué. No puedo darle lo que él necesita, yo… no puedo tocarlo, siquiera puedo darle un beso.
Yoongi se molestó un poco por el pensar de su amigo.
—¿Y crees que eso a él le importa?. Nam, lo siento amigo, pero creo que ahora sí estás siendo un completo idiota y egoísta.
—¿Cómo? —salió de su escondite debajo de las gruesas frazadas y observó a su amigo con ojos llorosos.
—Lo que escuchaste. Más bien parece que lo dices más por tí que por él, el hecho que tú pienses que a él le hace falta algún contacto físico que tu parte, no significa que él piense lo mismo.
—Yoongi, esque si es así ¿Crees que no he visto cómo me ve fijamente como si quisiera besarme?. ¡Yo quiero hacer lo mismo! ¡Quiero comérmelo a besos y no puedo!
—Amigo, sé que esto no es fácil ¿Si?, Pero el amor que te tiene ese chico trasciende cualquier acto carnal, lo he visto. —Namjoon negó, completamente en desacuerdo.
—Dime Yoongi, ¿Tú soportarías no tocar a tu chico? ¿No transmitirle por medio de caricias cuánto lo quieres? ¿Sería capaz de soportar eso y arrastrarlo a aguantar y abstenerse de demostraciones como esas? —Yoongi se quedó callado—… no respondes porque sabes que tengo la razón.
—¿Y qué piensas hacer? ¿Dejarlo ir?
—Exactamente, pero aún no. Quiero tenerlo un poco más.
—Amigo, tiene que haber otra solución… yo buscaré de nuevo a esa maldita que te hizo esto.
—No la llames de esa manera. Ella… yo fui un imbécil y ella salió lastimada por mi culpa. Creo que me merezco todo esto…
—Tal vez, pero no tienes porqué seguir pagando más. Encontraremos una manera, te lo prometo. Ahora levántate y ve a almorzar con tu príncipe.
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Lo veía por encima de su libro, sus ojos recorrían las líneas de su lectura, pero la verdad era que SeokJin se sentía avergonzado por la fija mirada del rey puesta en él. Cerró su libro con fuerza y Namjoon volvió su mirada al libro rápidamente. SeokJin rió.
—No haga como si no ha pasado los últimos minutos viéndome fijamente, su majestad.
—Ahhh, me atrapante —cerró su libro poniéndolo en sus piernas cruzadas, apoyó su codo en el reposabrazos del sillón y su quijada en su puño—. Esque eres tan hermoso que no puedo dejar de verte.
Y no mentía.
SeokJin ya se había acostumbrado a aquellos halagos repentinos; pero últimamente eran demasiado seguidos, de hecho los últimos tres días había notado al rey más meloso, más detallista y a la vez melancólico, algo que no era propio de su actitud. Era extraño.
—¿Algo pasa que no quiere decirme?
—¿Algo como qué?
—No lo sé, dígame usted. Ha estado más dulce y melancólico de lo normal.
Namjoon suspiró adoptando una postura recta. Eureka, había dado justo en el clavo.
—No pasa nada.
—Miente. Dígame qué ocurre.
SeokJin se levantó y caminó hasta quedar frente a él, tomó el muslo que estaba encima del otro acomodándolos ambos juntos para sentarse en sus piernas como hace poco habían empezado a hacer. Solo que… era la primera vez que él tomaba la iniciativa de hacerlo y no esperar al llamado del rey como siempre sucedía.
—Jinnie, no me siento bien.
—Dígame entonces qué ocurre.
Esos ojos, esos ojos que eran capaces de hacerlo caer de rodillas lo observaban de aquella misma manera, paseándose por sus ojos y descaradamente luego a sus labios. No podía más, ni por él ni por sí mismo.
Dió palmaditas en las piernas del chico y este se levantó de inmediato con un sonrojo en sus mejillas, tal vez no había sido buena idea haber tenido ese atrevimiento.
Veía al rey apretar los puños con fuerza, estaba de espaldas pero notaba su respiración intranquila.
—Su majestad…
—Eres libre. —Murmuró Namjoon
—¿Qué?
—Es libre, príncipe SeokJin. Puede irse cuando guste del castillo, no lo detendré.
La cabeza de Seokjin dió vueltas por pocos segundos sin comprender nada.
—¿Eso que significa? ¿A… a qué va esto que me está diciendo? Sea claro por favor, no comprendo.
—No hagas las cosas más difíciles de lo que ya son, por favor.
—¿Difíciles? Es que no entiendo ¿Soy libre de qué?
—De mí, Seokjin —se volteó para observar su rostro—. Eres libre de este encierro y de no poder recibir lo que mereces.
—¿Y qué merezco según usted?, todo estaba bien, no entiendo. ¿Acaso hice algo mal?
Maldición, esa tristeza era precisamente la que quería evitar a toda costa.
—¡No, por dios, no! No has hecho nada mal.
—¡Entonces qué pasa! —no pudo mantenerse tranquilo, estaba herido.
—¡No soy lo suficiente para tí! —gritó exaltado sin percatarse de su tono, a SeokJin no pareció importarle eso, sino el contenido de la frase—. No soy lo que mereces, no puedo darte lo que tú necesitas.
—¿Y qué es lo que necesito? Hágamelo saber, porque hasta ahora no me ha faltado absolutamente nada.
—Jinnie —el mayor ablandó su mirar, quitó su guante y se acercó para tratar de tocar el mentón del menor, pero este se alejó aterrado, el rey solo sonrió triste—. ¿Ves? A eso me refiero, no puedo tocarte, acariciarte. No puedo besarte.
Estaba perturbado escuchando aquello. Todavía no era capaz de asimilar todo eso. Sin embargo, le dolía que Namjoon le estuviera diciendo aquello.
—No… no puede decirme esto.
—Jinnie…
—¡No ahora! ¿Por qué? ¿Por qué esperó a que me enamorara para destrozarme? —de sus ojos salían lágrimas, y Namjoon volvió a sentirse un monstruo como las otras veces—. Está siendo egoísta, siquiera sabe si eso es importante para mí ¿Al menos me preguntó?
—Jin, sé que es importante eso en una relación. Yo no puedo darte esas cosas, ni siquiera pretender tener intimidad.
Entonces ahí SeokJin cayó en cuenta.
—¿Es por eso?, ¿Todo esto es porque no podemos acostarnos y tener sexo? ¿Es eso? —Namjoon agachó su cabeza avergonzado—. Bien, ya sé adónde iba con todo esto. Escúcheme bien, a pesar que si me muero por recibir un beso suyo, y que si, amaría tenerlo entre mis piernas, eso no es importante para mí porque el amor que le tengo va mucho más allá que eso.
—Jinnie…
—¡Déjeme hablar! Al principio fué un frívolo, egoísta, narcisista, ególatra, presumido y la lista puede continuar toda la tarde. Pero así me enamoré de usted y así lo quise desde el fondo de mi corazón, no por muestras de caricias y algo más.
Se sentía regañado, decir que se sentía mal era poco.
—Entonces… ¿No estás enojado?
—¡Por supuesto que lo estoy! —gritó Jin—. Lo estoy porque quiso tomar una decisión que no le correspondía, y por creer que tenía aún poder sobre mí… Namjoon, jamás haz tenido poder sobre mí, si no te quisiera no estuviera aquí.
Se dió la vuelta para caminar hacia su cuarto y tratar de quitar esa sensación de dolor en su pecho. Namjoon se quedó en su lugar completamente en shock, comprendió su grave error desde que por primera vez Jin se atrevió a tutearlo.
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