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❝Eʟ ᴀᴍᴏʀ ᴏᴄᴜʟᴛᴏ ᴇs ᴇʟ ᴍás ʙᴏɴɪᴛᴏ ᴅᴇ ᴛᴏᴅᴏs.❞

—Buenas tardes, Chifuyu —se volteó a verles por completo, Chifuyu sin levantar la mirada sonrió, saludándole también, de pronto recordando que habían quedado en hablar la noche anterior, pero estuvo tan entretenido que Ryusei que lo olvidó todo.

—¡Buenas tardes, Baji-san! —dijo, con las mejillas levemente rojas, como siempre cuando se veían. El pelinegro comenzó a acercarse, a pasos lentos y calmados, tomándole varios segundos un llegar, pues estaban en lados opuestos del la habitación.

—Buenas, Ryusei —pronunció, Ryusei asintió con el ceño levemente fruncido, de pronto tomando otra vez la mano de Chifuyu, haciéndole acercarse un paso más a él, Baji estuvo segundos en silencio, el rubio quedándose sin habla al ver las miradas que compartían, intensamente examinándose el uno al otro—. ¿Qué hacen aquí? —les dijo tras encontrar su voz otra vez, alejándose unos pasos hacia una barra de madera, tomando entre sus manos una caja de fósforos, luego comenzó a encender las velas en las paredes.

—Vinimos a... —observó a Ryusei, este negó con la cabeza aprovechando que Baji se encontraba de espaldas. Ellos habían decidido ir allí para conversar un poco más antes de ir al refectorio, pues no podían estar en los pasillos sin hacer nada, ya que les regañarían, y posiblemente le dieran una nueva tarea a Chifuyu, evitando que pudiesen seguir juntos, y no podía decirle eso a Baji, o recibiría un regaño, un sermón, y tenerle molesto—. Y-yo vine a orar por las niñas enfermas, me encontré a Ryu en el camino y decidimos venir juntos —sonrió nerviosamente, teniendo los ojos de Baji ahora sobre él, seriamente examinando cada expresión en su rostro. Se tensó, porque sabía lo bien que le conocía, pero al parecer todo salió bien, el pelinegro suspirando para acercarse a ellos otra vez.

—Ryusei, deberías estar en tu cuarto —le dijo, el mencionado frunció el ceño al escucharle, entrelazando sus dedos con los de Chifuyu, este tembló bajo su toque unos instantes, sintiéndose tan cálido aún sin saber por qué lo hacía, supuso que era simplemente porque Baji no le agradaba.

—No tengo por qué cumplir los estúpidos deberes que me imponen ustedes —soltó con fastidio, Baji viéndole sorprendido al escucharle hablar tan vulgarmente, Chifuyu igual, observando su rostro de reojo sin entender su comportamiento, pero él no se quedó de brazos cruzados, frunciendo el ceño molesto, porque no permitiría que le faltase el respeto a Keisuke.

—Ryusei, no le hable así —le regañó en voz baja, él bufó observando hacia otro lado, luego Baji negando con la cabeza.

—Deberías, porque te damos todo lo que necesitas aquí.

Ryusei se volvió en su dirección, enviándole una mirada fría que por alguna razón le causó una impresión en su pecho.

—No necesito nada de lo que ustedes me dan, ni siquiera lo hacen por bondad, sino por miedo, deberían agradecer que me comporto lo bastante considerado —gruñó al decir, sintiendo la mirada confundida y curiosa del rubio sobre él, es decir, ¿de qué demonios estaban hablando?

—Solo queremos tu bien —pronunció tranquilamente, y Ryusei sintió su sangre arder en sus venas, como fuego quemándole, lleno de ira por sus estúpidas palabras.

—¡No mientas!. ¡Si hubiesen querido mi bien no habrían hecho nada de lo que hicieron con mis padres, malditos imbéciles! —alzó la voz, de pronto varias de las pequeñas lámparas en el fondo quebrando sus cristales, haciéndoles estallar en pedazos que cayeron al suelo, ellos estremeciéndose ante el ruido que provocó en la habitación vacía de no ser por ellos, Ryusei apretando sus dientes enfadado, cansado de escuchar las palabras que salían de su boca.

Escucharon un gemido de dolor proveniente de los labios de Chifuyu, se giraron en su dirección para verle, y Ryusei le soltó en el momento que vió la sangre oscura goteando el suelo, Chifuyu entonces presionando la palma de su mano derecha en la izquierda, frunciendo sus labios ante el dolor, cerrando sus ojos con fuerza.

El de cabellos blanquecinos se le acercó con rapidez, antes de tocarle viendo asustado sus propias uñas ahora demasiado grandes.

—Esto... esto no... —susurró, Baji rápidamente acercándose a Chifuyu para ver sus heridas, este temblando asustado aún.

—Vayamos a curarte —le dijo con preocupación, Chifuyu asintiendo cuando pequeñas lágrimas se acumularon en el borde de sus ojos—. Y tú —le observó con rabia, Ryusei tensándose bajo su mirada firme, sin creer lo que había pasado—, aléjate de Chifuyu y sal de aquí, no quiero verte cerca de él —sentenció, luego moviéndose fuera de allí con un Chifuyu adolorido y tembloroso, dejándole solo allí, con un nudo en la garganta mientras sus cabellos cubrían sus ojos al mirar hacia abajo, viendo sus uñas recogerse con lentitud hasta volver a su tamaño y color normal, dejando atrás aquel negro sin vida.

Golpeó su puño contra la pared detrás de él, abriendo varias grietas lo suficientemente grandes como para plantearse de dónde había sacado tanta fuerza.

—No me den órdenes, estúpidos de mierda —las palabras salieron en llamas fuera de su boca, el odio viéndose en sus ojos negros y profundos, cerrando sus puños con fuerza a los lados de su cuerpo tras bajar su brazo de la pared.

—¿Ya estás mejor? —preguntó el de orbes chocolate al verle salir, encontrando a aquella monja a su lado, mucho más mayor que ellos.

—Él estará bien, solo necesita reposo en su mano, si lo hace por unos cuantos días se curará pronto, después de todo las heridas solo fueron superficiales, pero aún así debe tener cuidado para no provocar complicaciones —la mujer de velo negro se fue tras recibir un "gracias" por parte de ambos chicos, ellos compartieron miradas unos segundos sin saber que decir.

—¿Dónde está Ryu? —preguntó preocupado, porque vió sus ojos aterrorizados mirando la sangre en sus manos, y escuchó su voz temblar mientras le miraba aturdido. Fue un accidente, eso lo sabía, lo que no entendía era cómo rayos las lámparas explotaron o cómo sus uñas crecieron tanto.

—¿Por qué quieres saberlo? —frunció el ceño, Chifuyu imitando su acción al escucharle.

—Es mi amigo, y fue un accidente, debe sentirse culpable.

—¿Amigo? —Chifuyu se tensó en su lugar, entonces negando con la cabeza, tal vez se le estaban pegando las malas mañas de Ryusei.

—Hermano —corrigió.

—Se conocieron ayer y aún así: ¿Ya lo consideras tu hermano? —pronunció, Chifuyu viéndole extrañado, no solía cuestionarle tantas cosas, menos si se trataban de tecnisismos.

—Debo considerarlo mi hermano —le dijo, levemente molesto por su comportamiento.

—Tienes razón, me alegra que lo sepas y seas consciente de ello —dijo, lentamente, remarcando cada palabra en su tono, Chifuyu tragó con dificultad al saber que besarse no era cosa de hermanos—. Sin embargo, no quiero que te acerques demasiado a él —suspiró, más relajado ahora al decir, Chifuyu inclinó su cabeza levemente hacia la derecha.

—¿Por qué?, puede que a veces sea muy molesto, pero me trata bien, es muy amable conmigo y esas cosas, no le veo problema a acercarnos más —le dijo, y Baji frunció el ceño de inmediato, otra vez.

—No es bueno para ti, aléjate de él, es por tu bien —volvió a decir, encontrando los ojos verdes que brillaban bajo las tenues luces amarillentas de las lámparas sobre sus cabezas.

—¿Pero por qué?, es nuevo, y con quién más habla es conmigo, es mejor para que se adapte a este lugar —continuó insistiendo, y era la primera vez que le reprochaba tanto al de cabellos negros, quien tomó su brazo con fuerza mientras chasqueaba la lengua irritado.

—Escúchame bien, Matsuno —comenzó a hablar, el mencionado le vió asustado al tenerle tan cerca y sintiendo la fuerza ejercida sobre él, paralizándose en su lugar, de pronto escuchando aquella voz melodiosa detrás de ambos.

—Escúchame bien, Keisuke —le observaron sorprendidos, Ryusei sonriendo de una forma un poco espeluznante, maliciosamente por así decirlo—. Le quitas las manos de encima en este mismo instante, ¿o acaso planeas golpearle? —le dijo burlesco, y Baji observó el agarre sobre el brazo de Chifuyu, este sintiendo como le soltaba, luego sobando esa zona con su mano restante, había dolido, y fue un detalle que el de cabello bicolor no dejó pasar por alto—. Lárgate de aquí y no pasará nada —pronunció juguetonamente, acercándose unos pasos al de cabellos dorados—. Vamos, antes que cambie de idea —le sonrió "amistosamente", Keisuke bufando al escucharle, moviéndose para salir de allí, no sin antes hablar de nuevo.

—Esto no termina aquí, Chifuyu —dijo antes de marcharse, dejándoles solos.

Chifuyu suspiró con la respiración agitada por lo antes sucedido, de pronto aumentando el ritmo cuando Ryusei estuvo demasiado cerca, él retrocediendo unos pasos hasta que su espalda dió con la pared, entonces el ojinegro deteniéndose.

—Perdón —le susurró, tomando su mano herida entre las suyas, ahora ambos teniendo su extremidad derecha rodeada de vendas. Sus ojos negros se veían realmente arrepentidos en su expresión, como doliéndole verle herido a él, cuando Chifuyu ya no sentía nada de dolor.

—Tranquilo, estoy bien —intentó hacerle olvidar con una sonrisa leve, luego Ryusei hablando otra vez.

—Lo siento, de verdad, n-no sé qué me pasó, no quería que-

Chifuyu no le dejó terminar de hablar, presionando dos de sus dedos en sus labios, pensando que era demasiado tierna la forma en que se preocupaba por él. Ryusei le observó unos segundos en silencio, relajándose poco a poco cuando Chifuyu le dijo que todo estaba bien.

—Sin embargo, quiero..., quiero saber cómo lo hizo y... ¿de qué hablaban Baji-san y usted? —preguntó con voz dudosa, no sabiendo si quería realmente escuchar la respuesta.

—Eres como un gato —le sonrió descaradamente, Chifuyu rápidamente entendió la referencia, sus mejillas tornándose levemente rojas entonces, teniéndole ya demasiado cerca, acorralado contra la pared—. ¿Y sabes qué? —tomó su muñeca izquierda, jalándole hacia un espacio en el que no podían verles a simple vista desde el pasillo—. Me gustan los gatos —dijo, Chifuyu sintió sus mejillas arder mucho más ante sus palabras, en un tono demasiado seductor, y comenzaba a pensar que realmente le encantaba cuando hablaba de ese modo, luego solo teniendo sus labios sobre los suyos otra vez, Chifuyu se sorprendió y nerviosamente trató de seguirle, pero Ryusei era demasiado ágil con su boca, besando torturosamente lento, de una forma que le hacía temblar.

Después de algunos segundos separándose, Chifuyu recordando la escena cuando las lámparas explotaron, las uñas clavadas en su piel...

—Espere —dijo de pronto, Ryusei viéndole confundido.

—¿Qué pasa?

—Su mano no está herida en realidad, ¿cierto? —un puchero se formó en sus labios, señalando su mano, y Ryusei se tensó en su lugar, entonces riendo nervioso mientras rascaba su nuca, mirando en otra dirección—. Lo supuse, con esa fue que me hirió, y no tuvo problema al moverla. ¿Por qué me mintió? —se cruzó de brazos, entonces el de cabellos blanquecinos comenzando a hablar.

—Pues..., fue lo único que se me ocurrió para estar más tiempo contigo... —se encogió de hombros, un leve rubor asomándose en sus mejillas, y las de Chifuyu parecieron no quedarse atrás.

—¿Quería... pasar tiempo conmigo? —preguntó, ahora abandonando su expresión levemente enojada a una curiosa y enternecida, se sentía bien así, ¿por qué Baji quería que se alejase de él?, era muy tierno y preocupado con él, y le enseñaba cosas nuevas...

Ryusei se encogió de hombros asintiendo, luego acercándose otra vez al verle sonreír, rozando sus labios mientras subía una de sus manos a la parte trasera de su cabeza, enredando sus dedos en el cabello rubio.

—¿Puedo besarte otra vez? —preguntó, porque realmente quería volver a hacerlo.

—No preguntó antes cuando estuvimos en la escuela, tampoco hace unos minutos.

—Perdón, pero cuando estuvimos en la escuela te veías realmente lindo cuando agarré tus muslos —le dijo, riendo descaradamente contra sus labios, y Chifuyu sintió enrojecer hasta las orejas—. Y hace unos minutos me sentí mal por haberte herido —susurró, luego y antes de tomarle entre sus labios hablando otra vez—. Eres realmente tierno, Matsuno.

Chifuyu y Ryusei fueron a los baños cuando el reloj marcó las seis, luego de ducharse ambos caminaron hacia el refectorio, no sin antes lavar sus manos, en ese momento Chifuyu guardando silencio a partir de ahí, Ryusei le miró desanimado al saber que no podría escuchar su hermosa voz otra vez hasta terminar de cenar.

Cuando entraron al gran comedor se escucharon las lecturas bíblicas del monje frente a todas las mesas, ellos tomando asiento y comenzando a comer. Ryusei suspiró frustrado al escuchar aquella voz molesta en sus oídos, entonces levantándose mientras le hacía una seña a Chifuyu para que terminase rápido, este asintió viéndole marcharse.

Terminó de comer y después salió de allí sin hacer ruido, comenzando a buscar a Ryusei por los alrededores, pero alguien se cruzó en su camino antes.

—Chifuyu, que gusto verte —le sonrió aquel rubio de hermosos ojos azules, uno de sus más cercanos hermanos después de Baji.

—Takemichi, ¿cómo has estado hermanito? —le dijo, sonriendo también luego de abrazarse por breves instantes.

—Bastante bien, ¿y tú?

—¡Realmente bien!, tengo que contarte muchas cosas —le jaló por la manga de su túnica hacia un lugar menos transitado por personas, Takemichi ahora viéndole curioso.

—Estás muy emocionado, dime, ¿qué pasó?

—Jura por Dios que no le dirás a nadie —le miró seriamente, Takemichi no entendió, pero de todas formas asintió lentamente.

—Lo juro. Ya dime qué pasa.

—Ryusei, ¿lo recuerdas? —le dijo, y Takemichi hizo una mueca divertida al responder.

—¿El chico que no habla?

—Ese, y sí habla, solo no sé por qué se comporta así frente a ustedes —dijo más para si mismo que para su contrario, pensando que ya le preguntaría después—. En fin, a lo que iba —suspiró, preparado para decir—. Él... me besó —dijo con rapidez, cerca de su oído, bajito, Takemichi le miró sorprendido entonces.

—¿Qué?, pero, ¿a qué te refieres?

—Besó mis labios —murmuró, y el rubio se paralizó en su lugar al escucharle, sin saber qué debía responder realmente.

—Pero Chifuyu, eso no está permitido —negó con la cabeza, viéndole preocupado, no quería que se metiese en problemas y dañase su reputación por algo así.

—Lo sé, pero... él es tan cautivador, y se siente muy bien —sus mejillas se sonrojaron más, Takemichi tratando de entender, porque siempre le apoyaba después de todo.

—Ten cuidado, ese chico es nuevo, no le conoces, y no parece tener muy buen comportamiento de acuerdo a las reglas aquí. No debes permitir que te bese, deben quererse como hermanos, Chifuyu.

—Lo sé, pero, ¿de qué otra forma lo voy a querer? —alzó una ceja—. No es una chica para quererla como mi compañera o algo así —negó con la cabeza, Takemichi riendo burlón unos segundos.

—Dos chicos también pueden estar juntos, aquí no, pero fuera del convento, en el resto del mundo es así —explicó, Chifuyu viéndole unos instantes mientras analizaba sus palabras.

—Pero no le quiero así, solo... me gusta esas cosas que hace —murmuró avergonzado, no queriendo decirlo en voz alta en realidad.

—Bueno, sabes que si los descubren...

—Lo sé, no lo harán, y tú no dirás nada, ¿verdad? —le miró entrecerrado sus ojos, Takemichi negando con la cabeza.

—No lo haré, confía en mí.

—¡Chifuyu! —escuchó su voz lejana, entonces los dos rubios girando sus cabezas en aquella dirección, encontrando sus ojos negros con los suyos azules y verdes respectivamente.

—¡Ryu! —sonrió, captando su atención, él sonriendo también al haberle encontrado.

—Aquí estás —le dijo en el momento que estuvo frente a él, Takemichi interrumpiéndoles entonces.

—¡Oh!, sí habla —dijo, sorprendido de escuchar su voz, Ryusei hizo una mueca divertida al escucharle.

—¿Takemichi?

—Sí.

—Claro que hablo —rió suavemente, de pronto bajando la mirada al ver cómo el de ojos azules sostenía el brazo de Chifuyu entre sus manos, apoyándose en él al inclinarse hacia adelante, entonces tomó su otro brazo, atrayendo su cuerpo al suyo mientras Takemichi se soltaba en el acto, luego Ryusei enseñándole la lengua infantilmente, "mío" susurró, y ambos rubios pusieron los ojos en blanco.

—Y-ya sé, ya sé —dió algunos pasos hacia atrás el ojiazul—. Bueno, me tengo que ir, hasta mañana chicos —se despidió, sonriendo mientras caminaba en sentido contrario.

—Adiós —dijeron a la vez, luego Ryusei apoyándose en su hombro.

—Takemichi es muy bonito, se parece a ti —pronunció mientras veía por dónde se había ido el mencionado, Chifuyu sintió algo extraño en su interior, ¿tal vez le había molestado escuchar aquello?—. Pero tú eres más lindo —le dirigió la mirada, sonriendo coqueto hacia él, Chifuyu sintiéndose más calmado, emocionado en sus adentros.

—Gracias —susurró con una sonrisita que no pasó por alto a ojos del mayor, este riendo ante su reacción, luego ambos teniendo que marcharse a sus respectivas habitaciones.

Definitivamente ese había sido un día muy significativo, y aún en su cama después de orar y dar gracias a Dios por darle un día más de vida, Chifuyu no podía evitar anhelar estar otra vez sobre sus labios.

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