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❏ | 𝐇𝐀𝐋𝐅 𝐍' 𝐇𝐀𝐋𝐅

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𝐇𝐀𝐋𝐅 𝐍' 𝐇𝐀𝐋𝐅

❝¿Qué tan funcional puedo llegar a ser?❞

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Tras su regreso a casa, y a pesar del alta que le dieron en el hospital después de despertar del coma, Touya continúa asistiendo al médico con regularidad. Visita a varios especialistas, pues desea tener distintos puntos de vista sobre su condición antes de tomar una decisión sobre una cirugía, específicamente la de injertos de piel. Todo el proceso ha sido agotador, pero como siempre, Elaine está a su lado. Lo ha acompañado en la mayoría de citas médicas, siempre atenta a él y a su salud. Desde el día en el que despertó del coma, ella ha sido su ancla, su única constante en un mundo que ya no reconocía.

No puede evitar estar agradecido, es tan afortunado de tener una persona tan pura y buena a su lado. Sunshine no sólo lo ha aceptado tal y como es, con sus cicatrices, sus demonios y su historia, sino que permanece a su lado de forma incondicional. Nunca lo mira con lástima, no le da la espalda, ni siquiera en sus momentos más oscuros, en aquellos días donde lo único que quiere es dormir y no levantarse de la cama, porque odia la figura que ve en el reflejo del espejo. Elaine está siempre, no con palabras de consuelo vacías, sino con una presencia sólida; siempre cálida, comprensiva, amorosa.

Hay días en donde se siente como un monstruo, como algo que no debería existir, en donde siente que su cuerpo es algún tipo de prisión; como si las cicatrices lo marcaran como alguien roto, irreparable. Aunque todos esos pensamientos se borran cuando ella lo toca suavemente, sin miedo, y todos esos pedazos vuelven a unirse con sólo su calor. La forma en la que lo mira, viendo más allá de las quemaduras, más allá del hombre que todos consideran un monstruo, lo hace sentir amado.

Las brillantes luces blancas iluminan la habitación del hospital en la que se encuentra, hace frío debido al aire acondicionado, pero él no siente nada. Después de tres años en coma, lo último que le molesta es eso, más bien, puede decir que le irrita el movimiento errático del pie de Endeavor contra las baldosas.

Sí, está junto a él.

Sunshine no ha podido asistir esta vez, está cuidando a Shoto a falta de sus hermanos. Si es sincero, se siente un poco incómodo con su presencia, pues aunque lo haya “perdonado” sigue siendo extraño estar a su lado.

A pesar de sus incesantes chequeos, los médicos insisten en hacer más pruebas, más tratamientos, y él accede sin replicar. No lo hace por él, sino por su familia — exceptuando a Enji —, ver la esperanza reflejada en los ojos de Fuyumi o Natsuo, es suficiente para seguir adelante en cada cita, las cuales son un doloroso recordatorio de todo lo que su cuerpo ha sufrido. La mayoría de doctores repiten lo mismo: “Hay avances, pero tu cuerpo ha sido sometido a un daño extremo. No será fácil revertirlo”. Él cree que le están dando falsas esperanzas para no desalentarlo, pues el mismo AFO le dijo que él es deficiente.

Y es algo que no sale de su cabeza.

— Las quemaduras en tu cuerpo son de tercer grado, eso ya lo sabes. — dijo el hombre, examinando su piel con detenimiento. — Hemos estado probando nuevas terapias con injertos de piel combinados con técnicas avanzadas de regeneración celular. — comentó. — Tu caso es complicado, pero no imposible.

Él asiente sin mucho interés, el daño está hecho, y en sus ojos, cada cicatriz cuenta su propia historia, una que no necesita ser borrada. Sin embargo, lo que le importa es la funcionalidad, no quiere sentirse débil, no después de todo lo que pasó. Desea continuar con el sueño que le fue arrebatado, y para eso, necesita volverse más fuerte. No va a permitir que su propio cuerpo lo frene de nuevo, esta vez hará lo correcto y con el apoyo de Enji, llegará lejos.

— ¿Qué tan funcional puedo llegar a ser? — preguntó de repente.

— Con el tratamiento adecuado, podrías recuperar algo de movilidad en las áreas más afectadas. — continuó, frunciendo ligeramente el ceño. — Las cicatrices no desaparecerán, pero la piel podría regenerarse lo suficiente para darte una vida menos... dolorosa.

La conversación entre ellos no duró mucho más, está un poco harto de los tecnicismos y las largas explicaciones. Pasar tanto tiempo de consulta en consulta es un infierno para él, y quiere que todo se acabe de una vez. Mientras que su padre habla con el doctor sobre las recomendaciones y posibles tratamientos, Touya deja su mente vagando.

Sus pensamientos se dirigieron hasta la pelirroja, preguntándose qué estará haciendo. El último mensaje que le envió fue antes de entrar a la consulta, avisándole que ya estaba allí. Puede decir con sinceridad que Elaine está más que pendiente de él, y de su salud, al punto de tener alarmas en su propio teléfono que le avisan que debe tomar sus medicamentos y vitaminas. Nunca se ha perdido una sola dosis de sus píldoras, incluso aunque deba tomarlas a mitad de la madrugada pues suceden dos cosas: la propia fémina lo despierta — cuando se queda con él — o le marca hasta que conteste y no lo deja volver a dormir a no ser que haya cumplido su deber.

Sonríe.

Segundos después, otro hombre hace acto de presencia en la habitación: un médico especialista, reconocido en genética avanzada; uno que su propio padre contrató para el seguimiento de su caso, pidiéndole explicaciones médicas acerca de su don y cómo sobrellevarlo.

— Buen día. — saluda el hombre mayor, sentándose frente a ellos. — ¿Cómo te encuentras, Touya? — cuestionó.

— Bien. — contestó, encogiéndose de hombros.

— ¿Algo que destacar en estas últimas semanas? — él volvió a negar. — Bien, entonces… Después de revisar exhaustivamente los exámenes genéticos, hemos llegado a una conclusión que podría explicar su condición. — Enji alzó la mirada, mirando al menor. — Verás, no posees únicamente el don de tu padre, como inicialmente se creía. De hecho, el examen muestra la presencia de un segundo don: uno de hielo, como el de su madre.

El silencio que le siguió a aquella confesión fue sofocante, el albino arqueó una ceja, sorprendido. En cambio, Enji parecía haber sido golpeado en el estómago; su rostro se contrajo con incredulidad y un reflejo de dolor, no puede creerlo.

Es imposible.

— La combinación de ambos quirks, provoca un choque constante entre el calor extremo y el frío. — comenzó a explicar, usando una pequeña pizarra. — Es por eso que su cuerpo se quema con su propio fuego, pero a la vez, resiste al frío. Es como si ambas partes estuvieran en constante conflicto dentro tuyo.

El patriarca aparta la mirada, incapaz de procesar lo que acaba de escuchar. Todo lo que había hecho, todo el daño que había causado, se sintió… Inútil, ¿Había hecho la vida de toda su familia miserable, buscando un don doble para nada? Porque su primogénito, desde siempre… Lo tuvo. La culpa lo envolvió como una nube densa y sofocante, y de repente sintió que el oxígeno le faltaba.
Todo parece desmoronarse frente a sus ojos, la violencia que ejerció sobre cada uno de sus hijos — su familia —, desquitando su propia frustración, su dolor, su odio, todo por no alcanzar a All Might. Todo lo que le hizo pasar a su hijo, las palabras hirientes, los malos tratos, las constantes comparaciones y él, fue todo lo que buscó desde el inicio.

La mirada del menor se clava en su padre, notando como su habitual semblante de acero se quiebra

— No puedes cambiar el pasado, viejo. — lo interrumpió antes de que dijera algo. — Lo que hiciste, hecho está. Y sí, me destruiste en muchos sentidos, pero estoy aquí ahora. — Su tono de voz es mucho más calmado de lo esperado. — Lo que importa es lo que harás a partir de ahora.

Endeavor aplasta los labios en una fina línea, quiere llorar. Levanta la mirada, encontrándose con los fríos ojos de su hijo — iguales a los suyos — y lo que ve en ellos no es desprecio, sino dolor, pero también una nueva oportunidad para cambiar, para mejorar.

«Si realmente quieres redimirte, ayúdame. Ayúdame a entender esto, a controlar este don que nunca tuve la oportunidad de desarrollar; apoyame como el padre que eres, no sólo a mí… A Shoto también.» continuó. «Entrena conmigo, explota mi poder y establece los límites de mi don.  Deseo convertirme en héroe, y me guste o no, tú eres el número dos, así que no te queda de otra que enseñarme y mostrarme el camino.»

El silencio volvió a reinar en la habitación, pero esta vez es diferente. Enji puede ver un nuevo rumbo, hay un poco de esperanza para arreglar los errores que cometió; y comenzaría con su esposa. Sabe que aún no es el momento correcto para visitarla, para pedirle perdón y recompensar lo vivido con lo que desee, incluso si eso incluye el divorcio, porque se lo merece. Fue un ser humano horrible, un padre terrible, un esposo de lo peor; y hasta hace dos meses, lo seguía siendo. Si Touya no hubiese vuelto a casa, su burbuja no se hubiera roto y continuaría con la misma actitud arrogante. Esta es la oportunidad que tiene para pedir perdón, para redimirse, para arrepentirse, para amar a su familia y dejar atrás ese sueño tóxico de superar a All Might.

Será un buen padre.











































































































Regresó a casa solo, pues su padre tenía asuntos externos que atender. Apenas puso un pie dentro, comenzó a buscar a Sunshine; primero pasó por su habitación, creyendo que estaría disfrutando — junto a Shoto — de la cómoda cama que compró para ella pero no, no estaba allí. Acabó siguiendo su instinto — la música — y la encontró en la cocina, lavando los platos con el estéreo encendido.

Touya se acerca despacio, rodeando su cintura con las manos y recargando la barbilla en sus hombros. Ella detuvo su actuar, y se quedaron así unos segundos, en silencio. El mayor entierra la nariz en el hueco de su cuello, embriagándose del delicioso aroma tropical de su cabello. Le gusta como huele, en realidad le gusta todo de ella, pero su cuerpo reconoce su olor instintivamente y de inmediato se relaja, como un bálsamo en heridas recientes.

— Hola. — murmuró contra su cuello, dejando un beso en su mejilla.

— Saluda bien. — se quejó, dando media vuelta y rodeando su cuello con sus brazos. — Anda, dame un besito. — pidió, cerrando sus ojos.

Touya ríe.

La observa con una pequeña sonrisa, fijándose en como sus labios se estiran, esperando por los suyos. Él captura sus belfos en un casto roce, acariciando el rostro de Elaine con los nudillos y besando su frente, deteniéndose un segundo más allí.

— Pequeña caprichosa. — mordió su mejilla con cariño.

— Cuando éramos niños dijiste que podía ser todo lo caprichosa que quisiera. — frunció los labios en un puchero, antes de que él volviera a reírse. — ¿Cómo te fue? — preguntó, curiosa.

— Sí, yo dije eso. — asintió, bajando las manos hasta posarse sobre su cintura. — Bien. — murmuró, aunque luego agregó. — En realidad, hay algo que tengo que decirte.

— ¿Es malo? —

— Depende. — responde. — El doctor dijo que la razón por la que me lastimo, es porque tengo un don como el de Shoto. — Elaine frunce el ceño, confundida. — Aún no sabe cómo funciona, pero está confirmado que tengo un don de hielo.

La pelirroja hace una mueca, al igual que el varón, no sabe cómo reaccionar. Es una noticia agridulce, ambos lo saben, porque por años, Touya estuvo lidiando con el dolor y la frustración de sentirse insuficiente, de sentirse inferior a su hermano menor por no tener su don… Y al final, sí lo tenía. Es un golpe duro para los dos, porque es un recordatorio de que todo lo que sufrieron podría haberse evitado. Porque a pesar de que ahora están juntos, el pasado no se borra sólo con la presencia del otro, Elaine continúa con las secuelas que le dejó su presunta muerte; y Touya aún no termina de adaptarse a la vida que dejó atrás.

La fémina aprieta su mano, como si quisiera decirle que está allí para él, a pesar de todo.

— Estoy bien, mein Stern. — Sonrió para ella, acariciando sus mejillas. —
Gracias por quedarte conmigo todo este tiempo. — murmuró. — No sé qué haría sin ti.

Elaine sonríe, poniéndose de puntillas para besarlo. Las palabras no alcanzan para expresar lo que siente por él, por eso se conforma con estar a su lado, brindándole su apoyo, estando allí en cada paso que da en su recuperación. Y ella estará allí siempre que él la necesite, porque lo que Touya necesita es mucho amor, necesita a su familia, necesita que lo sujeten, y más en esos momentos tan duros. Porque no todo es de rosa, no cuando tiene que aceptar su nuevo cuerpo. No será un camino fácil, pero al menos están juntos, avanzando. El Todoroki ya había dado el primer paso, y eso era más que suficiente.

— No sé cómo logras hacerlo. — dijo, fundiéndose en sus orbes dorados. — Cuando me tocas, todo desaparece. El dolor, las dudas, las preocupaciones, el miedo… — delineó su labio inferior con el pulgar. — Todo.

— Quizá yo también tenga otro don. — bromeó, logrando sacarle una sonrisa.

— Tu otro don es hacer que yo te ame mucho. — respondió, pellizcando su mejilla.

— Ich liebe dich so viel mehr. — renegó, rodeándolo en un abrazo. — Así que deja de agradecer. Sólo sigue adelante, eso es suficiente, Touya.

«Danke, dass du nach Hause gekommen bist, meine Sonnenblume»

Sus palabras lo golpearon con fuerza, afianzó el agarre sobre su cadera, acercándola aún más a él. No la merece, lo sabe bien. Después de todo lo que había hecho, de todo el daño que causó, no merece a alguien como Elaine; y a pesar de saberlo, no va a dejarla ir, nunca. Ha estado allí, cuidando de él, escuchándolo cuando no tenía fuerzas, apoyándolo cuando las cicatrices — tanto físicas como emocionales — dolían demasiado. Sin ella, probablemente seguiría perdido, atrapado en el resentimiento y odio que lo había consumido por tantos años.

— Lo eres todo para mí, ¿Lo sabías? — preguntó en voz baja, deteniéndose un momento para mirarla. — Es así desde que éramos niños, no sé qué haría sin ti.

Ella le sonríe, y con ese simple gesto es capaz de transmitirle toda la paz que requiere. Elaine no necesita de palabras dulzonas ni promesas imposibles para hacerlo sentir bien, sólo su presencia es necesaria para calmar su agitado corazón o llenar su estómago de mariposas. Es consciente del amor que siente por él, porque es la única persona que ha visto más allá de su máscara, y ella es la única a quien le permite conocer su verdadero yo. Y cada que ve su rostro, cada que mira sus brillantes iris dorados viéndolo con tanto amor, se dice a sí mismo que está en casa otra vez.

Touya se inclina, listo para besarla pero antes de que lo pueda hacer, Shoto aparece por el Shoji.

— ¡Nee-san! — exclama el menor, extendiendo sus brazos hacia ella.

La fémina alza al niño en sus brazos con una sonrisa, dejando un beso sonoro sobre su mejilla.

El pequeño Todoroki se oculta en el hueco de su cuello, mientras le da una mirada de reojo al varón. La relación entre hermano mayor y menor es algo complicada, Shoto apenas y recuerda algo de Touya — por no decir nada —, así que formar un vínculo con él es más difícil de lo que creyó. Aún así, el albino se esfuerza por acercarse a él, y Elaine lo ayuda también, invitándole a jugar con ellos cuando el infante busca a la pelirroja. La primera vez que los vio interactuando, se sorprendió mucho del apego — físico y emocional — que tiene con Elaine, pues siempre la busca. Ya sea con la mirada, con el tacto o llamándola, Shoto siempre parece buscar su aprobación y su consuelo. No lo culpa en lo absoluto, pues comprende que la tomó como una figura de autoridad, lo más cercano a una madre.

— Hola, mocoso. — saludó, revolviendo su cabello.

La alemana le miró mal.

— Hola, Touya-nii. — contestó, alzando su mano.

Elaine deja a Shoto sobre la silla, pidiéndole al albino que lo cuide un momento, y antes de que pueda preguntar la razón, ve que se mueve por la cocina, preparando algo. Él alza las cejas, cuestionando cómo sabe qué es lo que quiere si no le ha dicho palabra alguna; mira al infante a su lado, quien sigue a la pelirroja con la mirada en todo momento, esperando algo.

Desde niño, Shoto ha sido de pocas palabras, y como es natural, Sunshine aprendió a interpretar sus miradas y gestos. Si están en un lugar público y tira dos veces de su mano, significa que quiere ir al baño; si se acerca a ella en silencio y simplemente la mira, quiere decir que se quiere ir, aunque también puede significar que está incómodo, dependiendo del contexto. Ella sabe que tiene hambre cuando lo alza y muerde su pulgar, esos últimos años le han servido para construir una conexión muy fuerte con él.

— Nii-san. — llama el menor, tirando de su manga. — Ahora que has vuelto, ¿el viejo no nos volverá a golpear? — preguntó con inocencia.

— No, no lo hará. — contestó, dándole un apretón a su pequeña mano. — No te preocupes, Shoto.

— Aún así, no voy a perdonarlo.

— Está bien si no quieres hacerlo, enano. — contestó con tranquilidad. — Haz lo que quieras.

— Quiero ser un héroe, así como nee-san. — confesó, mientras observaba a la pelirroja con ilusión. — ¿Tú también serás un héroe? —

La interacción entre ellos es torpe, como si ambos estuvieran tanteando terreno, buscando esa conexión que siempre estuvo ausente. Elaine no pudo evitar sonreír al oírlos hablar, su pecho se llenó de una profunda felicidad, una que no sentía hace mucho. Poder ver a Touya — después de todo lo que había pasado — sentado allí con su hermano, es como presenciar un milagro. Es como si todo el resentimiento, odio y el rencor que definió su relación, se disparara lentamente.

Durante años ella misma fue testigo de todo el dolor que él cargó consigo, no sólo por las cicatrices físicas, también por el resentimiento hacia su padre y, en parte, hacia Shoto, el hijo deseado de Enji, quien recibió toda la atención que Touya anheló en algún momento. Elaine conocía los pensamientos que rondaban su cabeza en esos momentos, aquellos donde expresaba su odio por el infante. Es por eso que verlo juntos, actuando como hermanos por primera vez, hace que las lágrimas se acumulen en sus ojos. Touya no lo mira como un rival o una amenaza, sino con algo nuevo: aceptación. Y Shoto, lo mira con la admiración que un hermano menor siempre había querido tener hacia el mayor.

— Sí, seré el héroe número uno. — contestó, dándole una sonrisa al niño.

— No. — negó. — Yo seré el héroe número uno.

Touya se ríe.

— Aún falta mucho para eso, enano. — murmuró, recostando el rostro en su zurda.

La fémina deja las verduras salteadas para el menor frente a él, dejando unos palillos para niños a su lado. Toma asiento junto a Shoto, asegurándose de que coma bien, todo esto bajo la atenta mirada del primogénito. Touya la observa cuidar de su hermano con una ternura natural, como si hubiese nacido para ese rol; el menor se mancha las mejillas y como si fuese instinto, Elaine se inclina hacia él para limpiarlo con una servilleta, sonriendo suavemente mientras le habla con dulzura.

— ¿Está rico? — preguntó, risueña. El leqielo asiente rápidamente, alzando su pulgar.

Hay algo en ella, en la forma en la que lo cuida, en cómo presta atención a los pequeños detalles que despierta algo en él, algo que no había sentido antes. Mientras sus fríos ojos turquesas los observan, un pensamiento cruza por su cabeza: «Elaine será una madre increíble». La idea llegó de golpe, y por un instante pudo imaginarla con una adorable barriga de embarazada, ardiente y feliz, con la brillante sonrisa que la caracteriza.

Sonrió.

Se da el lujo de imaginar su futuro con ella, en donde estuviera sentada en la sala de su futuro hogar, con un bebé en brazos, su bebé. «Aún somos jóvenes». Se dice a sí mismo, apartando esos pensamientos de su cabeza, antes de que se pierda en ellos. Elaine aún no es su novia formalmente hablando, y cada vez que piensa en ello, quiere golpearse contra la pared más cercana, porque se siente estúpido de no dar ese paso con ella. No es que no quisiera hacerlo, pero Touya desea que sea especial, porque Sunshine ha estado a su lado durante los momentos más difíciles de su vida, y aunque comparten un lazo que va más allá de lo superficial, quiere hacerlo formal. Quiere que sepa lo mucho que significa para él, porque no existen palabras para expresar lo que siente por ella, y quiere que Elaine sea su compañera.

Para siempre.

No es sólo una simple pregunta, quiere que el momento fuera tan inolvidable como ella lo había sido para él.

La pelirroja continúa conversando con el pequeño Shoto, ajena de los pensamientos que cruzan por la mente del Todoroki. Y él, se permitió — una vez más — dejarse llevar por la imagen de ese futuro que quiere construir a su lado. Es más que consciente de que no será sencillo, que el camino aún está lleno de obstáculos, pero lucharía por alcanzarlo a toda costa; porque ya no sólo es el sueño de ser héroe el que persigue, sino de un futuro junto a la mujer que ama.











































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ᴄ ᴜ ʀ ɪ ᴏ s ɪ ᴅ ᴀ ᴅ ᴇ s

◎ Rei aún no ha sido informada del regreso de Touya, el psiquiatra a cargo está trabajando en ello pues puede desestabilizar todo su progreso.

◎ Shoto siente celos de Touya, porque desde que volvió, Elaine pasa más tiempo con él.

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+110 ᴠᴏᴛᴏs ʏ 200 ᴄᴏᴍᴇɴᴛᴀʀɪᴏs ᴘᴀʀᴀ ᴇʟ sɪɢᴜɪᴇɴᴛᴇ ᴄᴀᴘ.
























































































˙˚˓˒˙˛ʿʾ․·‧°⋆ও ──
¡ɴᴏ sᴇ ᴏʟᴠɪᴅᴇɴ ᴅᴇ ᴠᴏᴛᴀʀ ʏ ᴄᴏᴍᴇɴᴛᴀʀ, ɴᴏs ᴠᴇᴍᴏs ᴇʟ ᴘʀóxɪᴍᴏ ᴠɪᴇʀɴᴇs!

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