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⌈³⁵⌋𝙏𝙀𝙍𝘼𝙋𝙔


















































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Ese día, luego de sus clases sería la primera terapia de Elaine. Sus abuelos estaban felices por ella, porque quisiera sanar así que la apoyaban sin dudar. Considerando a Enji como su padre, también le comentó la decisión que había tomado, a pesar de que no le dijo expresamente que apoyaba su decisión, el mismísimo héroe número dos se encargó de buscar un psicólogo para ella, uno de confianza y que no fuera un viejo de cincuenta años, para que la pelirroja se sintiera más cómoda hablando de sus problemas.

Elaine sabía que esa era su forma de decirle que estaba de acuerdo con su decisión, lo que le hizo sentir mejor. Todos parecían apoyarla en ese nuevo cambio que se venía para ella, incluso le había dicho a Hawks, que no entendió muy bien la razón — porque el rubio no tenía idea de la existencia de Touya— pero igualmente le apoyó y deseó ánimos.

Después de haber ido con Rei se sintió mejor, no liberada pero mejor. Endeavor ya estaba al tanto de eso pero tampoco le dijo nada, no es como que el patriarca hablara mucho.

La confesión de Hawks había pasado a segundo plano y le dijo que antes de cualquier cosa debía de hablar con él, explicarle que era lo que le atormentaba tanto. Porque no se le hacía justo intentar algo con el héroe cuando tenía a otra persona clavada en su corazón y ella no quería lastimar al rubio, no de esa forma. Él se lo tomó muy bien, diciendo que ya había esperado por ella unos cuantos años, eso le hizo avergonzar pero ya se comenzaba a acostumbrar a los coqueteos del héroe número 3.

— Entiendo que quieras estar bien contigo misma antes de aceptar salir conmigo. — asintió, sonriendo y dedicándole una mirada. – Así que pospondremos nuestra cita hasta que te sientas mejor.

— Gracias... Keigo. — contestó en voz baja, sonriéndole de vuelta.

— ¡Eres tan bonita, pichoncito! —exageró, llevándose una mano al pecho. — Mi corazón duele cada que veo tu rostro, debería ser ilegal ser tan bella.

Elaine no pudo evitar reír, era normal que el rubio le recordara lo hermosa que era. Cuando ella se veía al espejo no notaba nada fuera de lo común, sabía que era bonita pero no era algo que le hiciera presumir. Durante su adolescencia recibió un par de comentarios negativos por sus piernas, diciendo que eran muy gruesas y grandes, en especial por sus muslos. Elaine en ese momento tuvo una pequeña inseguridad y trató de cubrirlos con ropa ancha.

Aunque, luego de una conversación con su abuela todo se esfumó. Frigg le había contado que las grandes mujeres vikingas tenían su aspecto, que eran poderosas y fieras guerreras que defendían a los suyos. Dándole a entender que a pesar de su sangre asiática no era 100% japonesa y que sus estereotipos jamás iban a encajar con ella, porque corría más sangre nórdica por sus venas que asiática. Y que la próxima vez que alguien le dijera algo sobre su cuerpo, le rompiera la cara de una patada, que ella y Björn estarían para defenderla en el instituto.

— ¿En qué piensas, pajarita? — preguntó al verla tan ida, mientras ambos planeaban sobre el cielo.

— En el pasado. — contestó divertida.

— Yo recuerdo que eras más baja cuando nos conocimos. — comentó, pensante.

— Era de tu tamaño, baboso. — se carcajea, golpeando al rubio con su hombro de forma amistosa.

— A mí me gusta que seas alta. — la pelirroja volteó hacia otro lado para que no viera su sonrojo, pero Keigo ya lo había notado.

— No arruines el momento.

Recordar esa escena le causaba gracia, su sonrisa terminó de borrarse cuando Kaede y ella cruzaron miradas. Estaban en clases con Aizawa, si es que se le puede decir clases a que él hombre de cabello azabache estuviera durmiendo mientras ellos leían. No habían hablado desde su discusión, la albina ni siquiera la había ido a ver a la enfermería cuando todo sucedió. Elaine no sabía cómo sentirse al respecto, Kaede había sido su amiga desde primer año y sabía un par de cosas que ella había querido contarle — como lo de Touya o sus padres — pero nunca a profundidad porque era una desconfiada de mierda.

Elaine era una persona que se disculpaba cuando se equivocaba y no era conflictiva, le gustaba arreglar las cosas hablando y de manera pacífica pero en esos momentos, ella no sentía que debía disculparse porque en sí no había hecho nada malo, ¿Podía considerarse no contarle tus problemas a una amiga algo malo? Ella no lo sabía, y preguntar a Shoto tampoco era una opción, ni amigos tenía.

Rompió el enlace de miradas y se concentró en su texto, hablaba sobre la literatura contemporánea, un trabajo que se les venía encima con los exámenes finales. Sacudió su cabeza y se dijo a sí misma que trataría el problema con Kaede luego de los exámenes finales, porque se conocía a sí misma y sabía que su cabeza se llenaría de preocupaciones entorno a Kaede y a su amistad, ella prefería mantenerlo a raya hasta asegurarse de que había aprobado todo. Sí, los amigos son importantes pero su título de héroe no se lo iba a quitar nadie.

Terminó apoyando el rostro entre sus manos, fijándose en el reflejo del medallón que tenía su brazalete. A veces pensaba en la otra mitad, Endeavor le había dicho que Touya había ardido hasta la muerte de forma literal pero, las llamas del pelirrojo no eran tan fuertes como las suyas, por lo que el dichoso brazalete debió de caer intacto en alguna parte del monte Sekote, ¿Sería extraño si iba a revisar? Sabía que encontrarlo después de tantos años sería una misión casi imposible pero no perdía nada — además de tiempo — en ir a ver.

Al momento del receso, cuando estaba saliendo del salón fue interceptada por Tomoya Ino. La chica de la clase de apoyo estaba temblando y parecía que no había estado durmiendo bien por las pequeñas ojeras debajo de sus ojos. Elaine la miró, esperando a que dijera algo.

— ¿Podríamos hablar? —

— Claro, ¿En la azotea? — señaló la más alta.

Se hacía una idea del por qué quería hablar con ella, suponía que quería disculparse por lo que sucedió. Elaine no la odiaba, si estaba un poco molesta por haber usado el recuerdo de Touya en vez de otro. Tal vez el accidente con sus hermanos hubiera dolido menos que pensar que toda esa realidad había sido una pesadilla.

Caminaron en silencio hasta llegar a la azotea, Elaine abrió la puerta y dejó entrar a la más baja primero. Observó el sol unos segundos, notando que el mediodía estaba cerca y suspiró.

— Quería disculparme. — dijo, haciendo una reverencia. — El día del festival fui a la enfermería y hablé con Endeavor. — confesó. — Me hizo ver que mi acción hubiese tenido consecuencias muy graves si Todoroki-Kun no hubiera interferido.

— Te disculpo. — soltó, notando que la rubia iba a echarse a llorar.

— No, espera. Déjame terminar. — sorbió su nariz y acomodó su cabellera. — Al ganarle a Togata-San me sentí realmente bien, me cegué pensando que podía ganar y estaba dispuesta a hacer lo que fuera por demostrar que mi don era útil, que merecía ser una heroína.

«No pensé en ti, mucho menos pensé en cómo te afectaría la ilusión que hice para ti. Use el recuerdo de Touya porque te veía crecer y en todas las imágenes estabas frente a la misma tumba, pensé que con eso te vencería.

No calculé el hecho de que tu singularidad funcionaba a la par de tus emociones, y te hice daño.

Quiero decir que realmente lo lamento y que no fue mi intención hacerte sentir mal, nunca quise que todo acabará de esa manera». Finalizó, haciendo una reverencia de noventa grados.

— ¿Podrías hacerlo una vez más? — preguntó, con una sonrisa.

— ¿Quieres que te muestre a Touya de nuevo? — exclamó, sin poder creerlo.

— Siento que debo despedirme adecuadamente de él. — murmura, tocando su brazalete. — Nunca pude hacerlo, ¿Me harías ese favor?

Ino asintió y a la cuenta de tres activó su singularidad en la pelirroja. Al igual que la primera vez, Elaine sintió que estaba en la nada, viendo todo borroso y de color negro.

Miró sus manos en cuanto abrió los ojos nuevamente, estaba en el monte Sekote con Touya a su lado. Sin poder evitarlo sus ojos se aguaron y su corazón volvió a revolotear, cuando ambos ojos se encontraron ella se puso de pie.

— Touya. — le llamó. El chiquillo se dio vuelta notando la figura femenina, era Elaine.

— Elaine. — se acercó a paso lento, tomando las manos de la menor en cuando estuvo frente a ella. — Oye... Estoy muy orgulloso de ti y en lo que te has convertido.

Sus lágrimas bajaron rápidamente como cascadas sin poder preeverlo, Elaine siempre había soñado que algún día él le dijera eso, que su Touya le dijera lo orgulloso que estaba de ella. Aunque todo fuera una simple ilusión se sentía tan feliz.

— Lo lamento. — se disculpó, por lo que había sucedido.

— No, yo lo siento. — sonrió, secando las lágrimas de la contraria. — No cumplí mi promesa, no fuimos los mejores héroes y no fuimos al festival de verano juntos.

Con cada palabra que salía de su boca, Elaine lloraba más y más, pero no era exactamente de tristeza. Era como si realmente pudiera hablar con él y decirle todo lo que no había podido, era como... Liberador.

— Touya. — volvió a llamar. — Gracias por todo, gracias por protegerme, gracias por ayudarme, por consolarme, gracias por siempre creer en mí y por haberme dados los mejores momentos de mi vida. — ahora era él quien estaba llorando, ambos corazones rotos. — Hoy voy a volver a empezar pero te prometo que jamás me olvidaré de ti, y que siempre vas a ser mi primer amor.

— Se feliz, estrellita. — pronunció, dejando un beso sobre su frente. — No importa qué, yo siempre estaré allí para ti. Búscame entre todos, pues yo siempre te estaré mirando.

Con esa última frase, la ilusión de Tomoya desapareció poco a poco, dejando una pequeña brisa sobre su piel. Cuando volvió a abrir los ojos, notó que la rubia estaba llorando, tal vez no era buena con este tipo de cosas o realmente le parecía muy triste todo.

Aunque no era así, Ino podía sentir como ella se sentía pero había algo extraño que aún no lograba explicar, ¿Cómo le decía a la chica frente a ella que no eran sólo sus recuerdos los que estaba viendo? Sabía que no debería de ser así porque Touya estaba muerto pero ¿Por qué veía las cosas desde la perspectiva del pelirrojo? ¿Por qué veía imágenes que lo estaban en la memoria de Elaine? ¿Por qué sentía lo que él sentía? ¿Dónde sucedió ese incendio que no estaba en las memorias de Elaine?






























































































Cuando la campana anunció que su jornada había acabado, fue la primera en guardar todo como un rayo y salirse del salón sin mirar atrás. Caminó a paso veloz hasta el aula de su hermano, no iba a irse sin avisarle que tendría su primera visita al psicólogo, probablemente Shoto pensaría que se quedó haciendo algo y la hubiese esperado por horas fuera de UA.

Tocó la puerta — aunque estuviera abierta — asomándose y dejando a la vista la mitad de su cuerpo. Esperó a que Shoto saliera, porque sería incómodo para ella decirle algo tan importante frente a su salón completo, aunque saludó con la mano al pecoso de Izuku, el menor más nervioso que otra cosa le devolvió el saludo a duras penas.

— Hoy no podré acompañarte a casa. — dice, apenas se alejan unos pasos del salón. — Tendré mi primera sesión.

— No tendrías que haber venido personalmente, Nee-san. — contestó, encogiendo sus hombros. — Podrías haberme enviado un mensaje, estás perdiendo tiempo... ¿Estás nerviosa? ¿Es eso?

A veces le molestaba que Shoto fuera alguien tan intuitivo, o tal vez se conocían tanto que ella pasaba a ser transparente con sus emociones para él.

— Sí, un poco. — admitió. — Me da miedo que me diga que tengo que olvidarme de Touya, realmente no quiero olvidarlo.

— Si lo hace, entonces no es el adecuado. — murmura, mientras ambos caminan por las avenidas. — Personalmente pienso que no se trata de que lo olvides, si no que puedas vivir sin pensar que fue tu culpa.

— ¿Cuándo creciste tanto? — preguntó, sintiéndose nostálgica.

Abrazó al menor por los hombros, recargando su mentón en la cabeza del menor y caminando de esta forma hasta el metro. Comparar al pequeño Shoto con el de ahora le daba ternura, había crecido tanto. Elaine estaba orgullosa de él, había cambiado tanto desde que entró a UA, ahora, a pesar de seguir detestando a Enji había seguido su consejo, Shoto no debía dejar que Endeavor lo usará, él tenía que usar a su padre.

— Te irá bien. — alentó, acariciando lentamente la cabellera de su hermana. — Te esperaré en casa.

Elaine asintió lentamente y con el corazón en la boca tomó el siguiente tren, a diferencia de Shoto ella iba en dirección contraria a su hogar. Abrazó al menor por unos segundos, sintiendo como él acariciaba su espalda lentamente, tratando de darle fuerzas. Sabía lo nerviosa que estaba su hermana y sólo esperaba que todo fuera para mejor de ahora en adelante.

La mayor hizo un gesto de despedida en cuanto se subió al vagón, el medio albino la imitó hasta que las puertas se cerraron y ya no la vio más.

Abrió en su teléfono su block de notas, leyendo la dirección en donde sería su consulta. La escribió en el Google maps para saber en dónde debía bajar, porque no conocía esa parte de la ciudad y estaba segura de que podía perderse con los nervios que traía encima.

Mordió su labio inferior ansiosa, ni siquiera pudo sentarse — a pesar de que estaba medio vacío — porque sentía que iba a vomitar si se mantenía quieta, así que daba vueltas sobre su eje, tratando de enfocar su atención en otra cosa, quizá en los niños pequeños o estudiantes de otras secundarias. Se preguntó cómo hubiese sido su vida si no venía a Japón, tal vez seguiría en Alemania, estudiaría en la universidad de Berlín y jamás hubiera conocido Japón. Porque por alguna razón que ella desconocía, su padre no se llevaba bien con sus abuelos y quizá esa era una de las razones por la que los Taiyō no se hicieron cargo de ella cuando sucedió el accidente.

A pesar de todo el dolor que tenía dentro de su ser por el abandono de sus padres, no se arrepentía de lo que había pasado. Si ella no hubiese lastimado a los mellizos, jamás hubiera conocido a los Todoroki. Si le dieran la oportunidad de volver a nacer, sabiendo cómo sería el futuro lo volvería a hacer una y otra vez. Dicen que cuando Dios te cierra la puerta, abre una ventana, y bueno, Odín le abrió la más maravillosa ventana. Incluso con los malos momentos — refiriéndose a la muerte de Touya — volvería a vivir una y otra vez lo mismo.

De tanto reflexionar, terminó llegando a su destino más rápido de lo que hubiera querido. Soltó el aire retenido en sus pulmones y caminó con la mirada fija en su teléfono, siguiendo la línea verde que le marcaba el Google Maps.

En un momento de su caminata decidió colocarse sus audífonos y reproducir su playlist en aleatorio, la música clásica siempre ayudaba a calmarla.

La consulta de su nueva psicóloga — según Enji era bastante joven — es bastante sencilla. Era un tipo de edificio de tres plantas de color blanco, parecía un bloque de departamentos porque en ningún lado decía que era una clínica psicológica, lo cual agradeció. Porque sabía cómo eran los asiáticos con el tabú de tomar terapia.

Entró tímidamente, observando como un chico joven estaba frente a un computador. Él le sonrió y le hizo acercarse. Parecía bastante amable, le hizo sentir las confiada.

— ¿Todoroki Elaine? — le preguntó, alzando sus cejas.

Ella no sabía por qué Enji siempre la inscribía con su apellido pero tampoco le disgustaba, quizá si se hubiera casado Con Touya hubiera adoptado su apellido sin dudarlo.

— Soy yo. — asintió, mordiendo el interior de sus mejillas.

— Sé que es tu primera sesión. — murmura, tecleando algo frente al monitor. — No tienes que dar tus datos, el señor Todoroki lo ha hecho por ti. — no supo qué contestar, por lo que simplemente asintió. — La señorita Takumi te está esperando en la sala 2-D, segundo piso.

— Gracias. — articuló, pasando saliva.

Decidió subir por las escaleras en vez de tomar innecesariamente el ascensor, buscó con la mirada la sala que el recepcionista le había indicado.

Tocó la puerta antes de entrar, recibiendo una respuesta afirmativa detrás de esta. Había una linda mujer que no pasaba de los treinta, con el cabello recogido en un rodete desordenado y unas gafas de pasta delgada. Sabía que su nombre era Takumi, por lo que la saludó en voz baja antes de ingresar por completo a la habitación.

— Bienvenida, Elaine. — sonrió. — Siéntate frente a mí, hoy vamos a comenzar con algo sencillo.

La pelirroja se sentó en un sofá frente a ella, tenía una tablilla y un par de hojas en su regazo, lista para anotar todo lo que considerara importante.

— ¿Qué haremos hoy? — preguntó, impaciente y nerviosa.

— Primero quiero darte una introducción a la psicología. — comentó. — Hay un estigma muy feo en la sociedad, en donde categorizan de mala manera a las personas que toman terapia, llamándolos locos.

«La psicología es la ciencia que estudia la conducta humana, entendiendo dentro de este concepto cuestiones relacionadas con el aprendizaje, pensamientos, emociones, comportamientos, etc.

Los psicólogos ayudan a una gran variedad de pacientes y podemos dar tratamientos a muchos tipos de problemas: como situaciones estresantes, ayudar a sobrellevar una adicción, controlar algún tipo de trastorno y eliminar obstáculos que impiden alcanzar tus objetivos.

El paso más importante ya lo has cumplido, y es aceptar que tienes un problema que tiene que ser mejorado. No hay nada de malo en tomar terapia y la mejor forma de demostrar que nos amamos es querer estar bien con nosotros mismos, sin más que agregar, comencemos».

— Primero que todo cuéntame, ¿Por qué estás aquí? — cuestionó, alzando la mirada. — No tienes que forzarte a responder, es entendible que no puedas confiar de buenas a primeras. El ser humano es desconfiado por naturaleza y le toma tiempo en adaptarse a un nuevo entorno en donde se ve vulnerable.

Sus palabras calmaron muchísimo a la adolescente, le hizo sentir más en paz. Por lo que comenzó a contar el por qué estaba allí, todo por encima, sin profundizar demasiado. Le comentó principalmente el accidente que provocó que sus padres discutieran con sus abuelos por su custodia, y el miedo constante a su particularidad.

— Entiendo... Entonces puedo ver que creciste con un apego seguro en torno a tus abuelos, ¿No? — Elaine asintió rápidamente. — Bien, eso es bueno... Una crianza responsable. — comentó, anotando en su libreta. — ¿Desde hace cuánto no ves a tus padres?

— Desde los cuatro. — contestó sin titubear. — No los he vuelto a ver desde entonces.

— Vale. — la mujer alargó la última vocal, escribiendo. — Cuéntame sobre tu infancia.

En ese momento se expresó un poco más, diciendo directamente lo asustada que estaba de dañar a alguien más con su singularidad y él miedo constante a provocar accidentes. Por lo que se aisló muchas veces hasta que conoció a Enji y a sus retoños. Takumi se sorprendió un poco y leyó nuevamente el expediente de Elaine, notando que, efectivamente llevaba el apellido Todoroki, eso la confundió un poco.

— ¿Fuiste adoptada por el señor Todoroki?

— Legalmente no. — sonríe, avergonzada. — Lo considero mi padre porque fue quien me crió junto a mis abuelos. — trato de explicarse. — A papá no le molesta que lo llame de esta forma y me apoya como si realmente fuera su hija, incluso me incita a usar el apellido Todoroki.

— Entiendo, tengo entendido que Enji tiene más hijos, ¿Cómo fue para ti relacionarte con niños después del accidente?

«Fue extraño... Me daba miedo hacerles daño. Endeavor sabía lo peligrosa que era mi singularidad y aun así me presentó a su familia. Al principio traté de alejarme y permanecía lejos de ellos por si me salía de control. Cuando jugábamos siempre estaba atenta a no exaltarme demasiado o emocionarme, porque mi cuerpo reaccionaba solo.

Pero algo cambió, Touya me ayudó y poco a poco me fui soltando. Cuando lo conocí me aseguró tener unas flamas más poderosas que las de su padre y le creí, por lo que pasaba más tiempo con él. Fuyumi y Natsuo tienen quirks de hielo, por lo que me daba terror quemarlos».

La castaña anotó las palabras de Elaine en sus hojas, marcando lo que ella consideraba importante. Había notado que el cuerpo de la menor se tensaba al nombrar al pelirrojo, por lo que su siguiente pregunta fue dirigida a él, quería saber quién era el chico y qué tan importante fue para ella, como para generar ese cambio en una niña pequeña.

Elaine tomó una gran bocanada de aire y se dispuso a contar quién era Touya o más bien, quién fue. Cada palabra que salía de su boca lo hacía con un cariño inmenso, Takumi lo sabía. La singularidad de la castaña era muy útil, podía sentir lo que los demás sentían e influir en sus emociones. Y jamás en su vida había sentido unos sentimientos tan puros como los de la pelirroja, era hasta triste. Pero terminó entendiendo de mejor manera el cómo se comportaba Elaine y él por qué era tan cerrada a compartir sus emociones.

De esa forma pudo trazar una pauta a seguir para su tratamiento, lo primero que todo sería tratar con la culpa, hacerle entender que las decisiones de las personas son propias y que uno no puede interferir en ellas fácilmente. Prácticamente diciéndole que Touya hubiese seguido entrenando con o sin su apoyo.

Lo segundo sería su duelo, le haría entender a Elaine que ella no debía de borrar a Touya para ser feliz, ni mucho menos olvidarlo. Lo que tendría que hacer era recordarlo, pero no recordar los momentos tristes y malos hechos. Recordar a Touya como él era, recordar los buenos momentos, recordarlo con amor, no con tristeza y arrepentimiento.

Y por último, el trato con su familia. De alguna y otra forma había un daño colateral por el abandono de sus padres y debía de tratarlo. No sabía cómo empezar y probablemente sería el más difícil, porque no tenían contacto desde hacía años, lo que le daba a entender que no era ella quien no quería verlos, era al revés.

«Tenemos un largo camino que recorrer Elaine, pero prometo que no estarás sola en este proceso».






























































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ᴄ ᴜ ʀ ɪ ᴏ s ɪ ᴅ ᴀ ᴅ ᴇ s

➥ Dabi se veía a sí mismo como más alto que Sunshine, así que verla midiendo más que él le sorprendió un poco.

➥ Dabi no suele recordar sus sueños, pero sabe que soñó con Elaine cuando se despierta con una sensación de calma y ganas de llorar.

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˙˚˓˒˙˛ʿʾ․·‧°⋆ও ──
¡ɴᴏ sᴇ ᴏʟᴠɪᴅᴇɴ ᴅᴇ ᴠᴏᴛᴀʀ ʏ ᴄᴏᴍᴇɴᴛᴀʀ, ɴᴏs ᴠᴇᴍᴏs ᴇʟ ᴘʀóxɪᴍᴏ ᴠɪᴇʀɴᴇs!

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