⌈⁵⁰⌋ 𝙇𝙊𝙎𝙎
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Musutafu, 2012.
Casi se cumplía un año desde que no veía a Elaine, se había deprimido mucho los primeros meses pero con el tiempo - y Natsuo - pudo seguir adelante, entrenando para cumplir su sueño e ir por la pelirroja cuando fuera hora.
No había dejado de escribirle pequeñas notas, donde le decía cualquier cosa que le cruzaba por la cabeza, tenía la esperanza de entregárselas algún día cuando todo terminara. Estaba a pocos días de cumplir los catorce, y con ello, se acercaba el momento de mostrarle a su padre lo que había logrado con mucho esfuerzo. Sonaba estúpido, pero realmente deseaba que Enji se diera cuenta de su error y le permitiera volver con Elaine, era lo que más anhelaba.
Ni siquiera su sueño de convertirse en héroe era tan grande como el de volver a verla, la extrañaba muchísimo. Algunas veces juraba oír su voz llamándolo por su nombre, otras, su risa colarse por la ventana y cuando despertaba desorientado en la noche, su cerebro jugaba con él y creaba la ilusión de tener a la menor durmiendo a su lado en el tatami.
Había pasado tiempo desde que vio a su madre por última vez, recordaba a la perfección la última discusión que habían tenido a causa de sus escapadas al monte. Su madre fue su consuelo durante mucho tiempo pero cuando ella se negó a apoyarlo, sintió que lo habían traicionado y no podía perdonarla.
- ¡Espera! - le detuvo, tomando su muñeca. - ¿Estás yendo para la montaña otra vez? - cuestionó, tratando de detenerlo. - ¿Por qué no tratas de jugar con tus amigos?
- ¡Yo no tengo amigos! - respondió entre gritos, furioso. - ¡Me quitaron todo lo que tenía y lo que quería! ¡Ha pasado más de un año y no he visto a Elaine! Ahora mi mundo es diferente... - apartó la mano de su madre con fuerza, viéndola con desprecio.
- Touya, tu... - jadeó.- ¿Aún quieres convertirte en un héroe? - bajó la mirada con pesar, le seguía doliendo la separación de ambos niños - Por lo que veo parece que estás aprisionado por tu padre y estás sufriendo... Touya, mira hacia el mundo a tu alrededor, ¡No solo veas a tu padre! Quiero que encuentres algo que tú mismo quieras hacer.
- ¿¡Lo que yo quiera hacer?! - espetó con cólera. - ¡Tú no sabes nada, mamá! ¿Leíste eso en un libro de autoayuda? - estaba tan enojado que su particularidad podría estallar en cualquier momento. - Como tu familia era pobre... El abuelo y la abuela te vendieron, no tenías otra elección.
- Tou.. - fue interrumpida por su hijo.
- Es por eso que yo nací, ¿Cierto? - abrió el shoji de mala gana. - Tú no pasas de ser solo una cómplice.
Esa fue la última vez que discutió con su madre y su último intercambio de palabras antes del accidente de Shoto. El pensar en el estúpido de su hermano menor lo enloquecía, él había estado viviendo junto a Elaine durante más de una semana y eso no lo podía colocar más celoso, ¿Por qué él sí podía verla? ¿Por qué la vida era tan injusta con él? Aunque quisiera acercarse para preguntarle por la pelirroja no podía, su padre los había separado por completo y mantenía todo estrictamente vigilado, aunque ya casi lo conseguía, faltaban solo un año más para que cumpliera los quince y cumpliría la promesa que hizo con Elaine, tan solo debía esperar un poco más...
El plan que había trazado con Elaine estaba a poco de cumplirse, solo debía demostrarle al viejo lo capaz y fuerte que era. Por eso, decidió citarlo en el monte para que viera sus habilidades.
- ¡Ven conmigo hacia el Monte Sekote! - le pidió con una sonrisa. - En tu próximo día libre, papá.
El mayor pegó la media vuelta, frunciendo el ceño considerablemente al saber que su esposa no había detenido a su hijo y ahora se estaba lastimando. Rápidamente alzó la camiseta del menor encontrándose con incontables quemaduras en la s zona de su abdomen, Enji no podía creer lo que estaba viendo, las quemaduras de Touya estaban solamente en áreas no visibles, todo este tiempo lo había estado engañando.
- ¡Tú, aún...! -
- ¡Es algo increíble, lo juro! - se apresuró a comentar, gritando. - ¡Encuéntrame allá!
«Puede ser un poder comparado al de All Might! ¡Está vez vas a tener que reconocerlo! ¡Algo que quizá no Shoto pueda hacer!» estaba totalmente roto, con el rostro húmedo por la cantidad de lágrimas que había soltado y aún así, Enji lo soltó, yendo por su esposa.
- ¡Y finalmente estarás feliz por haberme criado! - gritó, no podía ver más. No podía seguir mirando el rostro de su hijo, estaba más que roto.
El shoji fue azotado en cuanto el cruzó por el portal, ni siquiera pudieron intercambiar palabra alguna cuando la mujer yacía en el tatami con un golpe en la mejilla. Su esposo estaba colérico y el pequeño Shoto no tardó en comenzar a gritar, patalear y llorar, rogando que dejara de lastimar a su madre
- ¡¿Por qué no lo detuviste?! - preguntó. - ¡Rei! ¡Yo contaba contigo!
- ¡No malteses a mi madre! ¡Detente! ¡Aléjate de ella!
Fuyumi y Natsuo estaban abrazados mientras se escondían detrás de un librero, mientras la mayor se tapaba los oídos y cerraba los ojos, rezando para que todo se calmara.
- ¡Sal de aquí, Shoto! ¡No estoy hablando contigo! - ordenó, apuntando la salida.
- "Tu no sabes nada, mamá". - repitió las palabras de su hijo. - Yo no logré pararlo.
A pocas semanas de cumplir los catorce años, el cuerpo débil y pequeño de Touya había finalmente alcanzado la pubertad, junto al cambio de su cuerpo también cambiaron sus llamas, volviéndolas más fuertes y poderosas que antes.
«Si estuvieras aquí, pienso que estarías orgullosa de mí, Elaine.» pensó, secando sus lágrimas.
Había estado esperando toda la tarde por la llegada de su padre y al parecer no había asistido, se encontraba sentando en una de las piedras al lado de arroyo junto a un par de árboles chamuscados a su alrededor. Touya se sentía patético y no podía dejar de llorar, había estado tan ilusionado con enseñarle a Enji su avance. Hace no mucho que había descubierto que al igual que la singularidad de Elaine, la suya también estaba ligada a las emociones... Que irónico.
- ¡Basta! - ordenó. - ¡Dejen de salir, lágrimas! - abrazó a sus piernas mientras sollozaba, destruido. - Mierda... - maldijo. - Papá... -
Él se había quebrado por completo, no habían más esperanzas para él... Veía todo borroso y lo único que sentía era dolor, verdadero dolor. Pues sus propias llaman lo estaban consumiendo por completo, después de todo solamente le habían enseñando como aumentar la potencia de sus flamas. Sentía el calor abrazador rodear su cuerpo por completo, reduciendo a cenizas su ropa y todo lo que tuviera alrededor suyo.
Durante esos momentos en donde parecía que todo estaba perdido y que moriría, por su mente cruzaron los ojos dorados de Elaine y suplicó el poder verlos aunque sea una última vez.
- ¡Quiero verla aunque sea una última vez! - sollozó, sus llamas estaban fuera de control y no podía controlarlas.
Las poderosas llamas azules que heredó de su padre estaban consumiendo todo a su paso: el césped, las flores, hierba, troncos y árboles. Más pronto que tarde todo el monte estaba rodeado de fuego, el mismo que había acabado con la vida del primogénito de Enji: Touya Todoroki.
Se sentía más cansado de lo usual, sabía que se debía a las constantes peleas que tenía en su hogar y el estrés que le provocaba la terquedad de Touya. Quería hacerle entender a su hijo que era por su bien, pero él siempre se salía con la suya, eran dos caras de la misma moneda.
Fue a unos días del cumpleaños de su primogénito que la central de su agencia se llenó de llamadas de auxilio pidiendo su ayuda, el monte donde entraba su hijo estaba en llamas, ¿Lo peor? Todos los testigos afirmaban que las flamas que consumían el monte eran de color azul.
«¡Touya!»
Su boca no emitió sonido alguno mientras corría desesperado por los pasillos para salir de allí, ni siquiera esperó o llamó a otros héroes para que le dieran apoyo en la situación. Solamente quería una cosa, solo una cosa pedía: que su hijo estuviera bien. En su mente no podía parar de repetirse las últimas palabras que había intercambiado con él pelirrojo, no podía ser verdad, se negaba a aceptarlo.
El panorama era desolador y en pocos minutos el fuego consumió la mayor parte de la montaña, su cuerpo estaba paralizado y ni siquiera podía moverse. No estaba solo, varios civiles - y medios de comunicación -habían ido de curiosos para observar lo que sucedía y cuando Endeavor llegó era demasiado tarde.
- ¡Touya! - gritó, corriendo por las empinadas laderas en busca de su hijo, sin éxito.
No había nada, solo ramas chamuscadas y mucho hollín, todo rastro de vida que hubiese albergado alguna vez ese inmenso monte se había extinguido, así como la vida de Touya. No perdió las esperanzas y siguió buscando, tratando de recordar el camino que había tomado cuando sorprendió a ambos menores en ese mismo lugar.
Cayó de rodillas a la tierra con lágrimas bajando como cascadas por sus ojos, frente a él estaba la explanada donde su hijo - y Elaine - alguna vez entrenaron pero ahora estaba desértico, no había absolutamente nada. No podía explicar con palabras el dolor que sentía en su corazón ahora mismo, estaba destrozado, se negaba a creerlo.
Se arrastró unos metros, tomando entre sus dedos lo que parecía ser un hueso... Era la parte inferior de la mandíbula de alguien, no era posible. «Touya...» Golpeó un par de veces la tierra con sus puños, gritando con todas sus fuerzas y liberando con ello su furia y tristeza, había llegado demasiado tarde... Él, había matado a su hijo.
No puede contener el llanto, no sabe cómo reaccionar y su cuerpo no lo obedece, lo único que pasa por su mente es el rostro regordete de Elaine con el ceño fruncido pidiéndole ir a casa para celebrar el cumpleaños de su hijo.
- ¿Enji? - la voz de Frigg suena confundida a través de su teléfono, no entiende qué sucede.
- No deje que Elaine vea la televisión. - pidió con voz temblorosa pero firme. - Por lo que más quiera, no lo permita.
- No comprendo. - admitió, dando vueltas en el salón y observando por la ventana a su nieta jugar con su esposo en la nieve.
Su preocupación aumenta al escuchar a través de la línea la pesada respiración del héroe y el sonido de una ambulancia. Frigg no se queda con las ganas y coloca el primer noticiero que le aparezca en la televisión, la imagen que ve la deja de piedra.
«Gran incendio en el monte Sekote» ese era el titular, pero no oía la voz del periodista, solamente miraba las imágenes con sorpresa, no podía ser posible. El teléfono resbala de sus manos y finalmente la comunicación entre ellos dos se corta.
Según el periodista no habían averiguado aún el origen del fuego y llamaba a la calma, diciendo que los héroes ya estaban allí, asegurando que por el momento no había ningún herido o fallecido.
Las pericias de ese día por parte del cuerpo de criminalista concluyó que los restos óseos encontrados en el prado pertenecían a Touya Todoroki, primogénito e hijo de Endeavor. La causa probable de muerte que habían puesto en los documentos de defunción fue que el adolescente se había cremado hasta la muerte, dejando simplemente su mandíbula.
El héroe claramente llegó a un acuerdo por miles de dólares para que la identidad de su hijo no fuera revelada y que ocultaran aquel hecho, no podía permitir que su reputación se viera afectada por algo como eso, el caso se cerró como un "accidente" provocado por alguna combustión y nadie preguntó ni se enteró de la muerte del pelirrojo.
- ¿C-cómo es posible? - Natsuo se puso de rodillas frente a su padre, llorando silenciosamente por la noticia. - ¡No es cierto! - se negó, rehusándose a creer las palabras del viejo. - Fuyumi... Dile que no es cierto. - suplicó, viendo a su hermana con el rostro húmedo.
- Natsuo... - intentó sonreír pero no lo logró, ambos albinos se fundieron en un abrazo mientras lloraban la pérdida de su hermano.
Enji ni siquiera se atrevió a consolarlos o a darles una pequeña muestra de afecto que demostrara que entendía su dolor y que podían usarlo como pilar para apoyarse, porque él ni siquiera podía perdonarse a sí mismo por todo lo que había provocado, ¿Fue a causa de su ambición? Él simplemente quería lo mejor para su hijo... ¿Fue un error?
- ¡Todo esto es tu culpa! - recibió un golpe de su hijo en el hombro, no le importaba, nada dolía más que su corazón. - ¡Todo siempre es culpa tuya! ¡¿Qué planeas decirle a Elaine, eh?! - pataleó, quedándose sin fuerzas.
«¡Te odio, Enji Todoroki!»
- Natsuo.- Fuyumi lo refugió en sus brazos, mostrándose fuerte para el menor. No podía ver al albino llorando de forma tan desgarradora. - No debemos de discutir ahora. - murmuró, alzando la mirada hasta su progenitor. - Papá. - llamó. - ¿Cómo planeas decírselo a Elaine?
Los preparativos para el funeral de su hijo estaban a nada de terminar y todavía no había podido reunir el valor suficiente para contarle a Elaine lo que sucedía. Ni siquiera podía mirarla a los ojos y por lo mismo no había ido a entrenarla, pero sabía que no podía mantenerla lejos por siempre ni mucho menos mentirle. Ignoraba las llamadas de los Wiese a propósito porque no quería que ellos se lo dijeran, era su responsabilidad comentarle, él había sido el causante de todo, no podía esconderse.
Estaban a dos días de celebrar el cumpleaños número catorce de Touya y fue en ese momento en el que decidió plantar cara en la casa de los nórdicos, no había preparado nada, no sabía lo que diría o como lo haría, de lo único que estaba seguro y que sí sabía, era que Elaine estaría destrozada y muy probablemente tuviera un ataque. Por lo mismo, había asistido con su traje de héroe, para evitar accidentes.
- ¡Enji! No puede ser, nos tenías realmente preocupados. - esas fueros las primeras palabras de Björn al verlo. - ¿Algo no va bien? Nos preocupamos bastante cuando dijiste que no le enseñaremos las noticias a Elaine.
- Necesito hablar con ella, por favor. - él no se veía bien, Björn lo notó.
El flamante héroe número dos siempre se veía como un hombre inalcanzable e intimidante, ahora mismo no había rastros de él. Llevaba una barba descuidada, bolsas violetas debajo de sus ojos y la mirada turbulenta, Enji parecía estar muerto.
No quiso entrar a la casa porque quería evitar un accidente, así que esperó pacientemente la llegada de la menor - la cual no tardó - para contarle todo.
Ver el rostro reluciente de Elaine lo lastimó una vez más, ella venía trotando hacia él con una sonrisa. A pesar de todo lo que había hecho, del daño que le había causado... Ella seguía sonriendo para él y por esa misma razón, sintiéndose culpable, no pudo evitar romperse frente a ellos, en especial frente a la menor.
Se puso de cuclillas para recibir a la de ocelos dorados en sus brazos, era una de las primeras veces que Enji la abrazaba, por lo que se sintió muy extraña. Hace días que no sabía nada del héroe y sus abuelos tampoco le comentaron nada, se podría decir que estuvo nerviosa por la salud de Endeavor. Al separarse, vio con sorpresa los ojos llorosos del hombre y una horrible sensación se esparció por su cuerpo como la pólvora, quemando cada una de sus terminaciones nerviosas.
- ¿Enji-san? - llamó con inseguridad, preocupada. - ¿Por qué llora?
Sus grandes manos se aferraron con toda la delicadeza que poseía sobre los hombros de Elaine, inhalando y exhalando lentamente para calmar su llanto para así hablar de forma correcta sin trabarse, aunque le era demasiado difícil.
- Elaine. - pronunció su nombre con tristeza. - Perdóname. - suplicó, rompiendo nuevamente en llanto.
«Touya... Él, ha muerto»
- ¿Qué...? - su ceño se frunce, sin comprender nada.
- Elaine. - vuelve a repetir, viéndola a los ojos. - Lo lamento mucho.
- No es cierto. - una risa sale de sus labios, negando. - No es verdad... - repite. Los ojos se le llenan de lágrimas en unos segundos y la imagen destrozada de Enji frente a ella le dice que no está mintiendo.
Siente que va a desfallecer, el mayor es rápido para sujetarla antes de que caiga. Se siente mareada y un horrible dolor se instala en su pecho, no quiere aceptarlo, no va a aceptarlo. ¿Cómo podría ser eso verdad? Si Touya estaba muerto significaba que no volvería a verlo jamás, que no escucharía su voz, que no sentiría su tacto u olería su fragancia. Significaba que no se convertirían en los mejores héroes, que no cumplirían sus promesas, ni mucho menos se causarían cuando fueran mayores.
- ¡No es verdad! - lloriqueó. - ¡Nana, Tata! - volteó para ver a sus abuelos, pero ellos estaban igual que ella, llorando.
- Perdóname. - pidió Enji.
Elaine gritó con todas sus fuerzas, llegando a dañar su garganta y siendo recibida por Endeavor en sus brazos mientras lloraba, tratando de sacar todo el dolor que tenía dentro, reprimido por tanto tiempo. El hombro del héroe terminó empapado por las lágrimas ajenas y poco a poco el calor comenzaba a aumentar por parte de la menor, Enji trataba de calmarla mientras acariciaba su espalda pero el llanto no cesaba.
Era un llanto muy desgarrador y horrible de escuchar, pues se notaba en sus sollozos el dolor que estaba sintiendo la niña. Sus abuelos se acercaron para darle su apoyo pero no pudieron tocarla ni abrazarla debido a su estado, su cabello estaba envuelto en llamas y su temperatura corporal aumentó drásticamente. Sino hubiera sido Endeavor quien la estuviese reteniendo, probablemente terminaría rostizado o con quemaduras de tercer grado.
- Quiero a Touya de vuelta. - lloriqueaba, aunque se estaba ahogando con sus propias lágrimas. - Por favor... - rogaba en los brazos del héroe.
La única forma en la que pudieron calmar a Elaine puede sedándola con pastillas para dormir, porque no podía dejar de llorar. El día siguiente al que la noticia fuera dada siguió igual, no se levantó de la cama ni mucho menos ingirió alimentos, Enji le había dicho que el funeral de Touya se celebraría el mismo día de su cumpleaños pero ella no quería asistir. No quería ver la tumba del pelirrojo ni participar en los ritos funerarios, para ella, el Todoroki no podía estar muerto, se negaba a aceptar algo así hasta que lo viera con sus propios ojos.
Según la tradición japonesa, el velatorio de un difunto se hace inmediatamente después de su muerte pero en el caso de Touya, no pudo ser así ya que debieron de identificar sus restos óseos para los peritajes forenses. Aún así, su velatorio fue tradicional y asistieron los más allegados a la familia,
El altar donde descansaba la foto de Touya estaba repleta de hermosas coronas de flores blancas, las cuales decoraban la estancia. Las pocas personas dentro de la habitación vestían de negro y Enji era quién los recibía en la puerta, recibiendo los pésames.
Elaine estaba sentada junto a sus abuelos, vistiendo un kimono completamente negro y buscando a los Todoroki pero al parecer, ninguno de ellos había aparecido todavía.
- Elaine. - levantó la mirada de inmediato al oír la voz de Fuyumi y no pudo contenerse a abrazarla con fuerza. - Lo siento mucho. - murmuró mientras correspondía.
- ¿Dónde está Natsuo y Shoto? - preguntó, secándose las lágrimas con un pañuelo.
- Natsuo se negó a venir, está muy dolido... - contestó, bajando la mirada. - Papá dijo que Shoto era demasiado pequeño para venir y la niñera lo está cuidando.
- Me alegra verte. - admitió, tratando de regalarle una sonrisa pero no pudo hacerlo. - Te eché de menos, Fuyumi.
La albina sonrió con tristeza y limpio con su pulgar la lagrima que se escapó de los ojos dorados de la menor, Touya era su hermano y lo amaba. Pero estaba consciente de que el cariño que Elaine le tenía a su hermano era muy diferente al suyo, agregando que lo suyo no había terminado de buena manera, presentía que la alemana se sentía extremadamente culpable.
Siempre que veía a Elaine sentía un subidón de alegría, era como si todas sus energías se recargaran de inmediato al verla sonreír. Ahora, no sintió eso, parecía que una espesa bruma negra estuviera a su alrededor, opacando su brillo. No la veía desde hace un año, había una clara diferencia entre el pasado y ahora, se veía más delgada y el resplandor en sus ojos no era el mismo. Recuerda con cariño los días en los que llegaba Touya a la habitación y sus ojos se encendían como dos faroles con sólo verlo, ahora, seguían brillando pero con menos fuerza.
- También te eché de menos. - murmuró. - Todos te echamos de menos, Elaine.
- ¿Touya también? - preguntó con un hilo de voz, a nada de quebrarse.
- Él fue quien más te extrañó, te lo juro.
El llanto nuevamente se hizo presente en la estancia, sólo Odín sabía cuánto había llorado todos estos días. Los ojos los tenían hinchados y habían bolsas violetas debajo, su cabeza dolía mucho por la deshidratación y no podía dormir en las noches porque tenía pesadillas con la última vez que vio a Touya. En su pecho crecía rápidamente la culpa y su cabeza estaba llena de los "¿Y si...?" sentía que todo lo que había sucedido era culpa suya.
El sacerdote a cargo del velorio llamó a los familiares más cercanos a ofrecer los inciensos a la urna. El primero en pasar claramente fue Enji, postrándose y orando por su hijo, después pasaron sus abuelos, Fuyumi y finalmente fue su turno. No estaba familiarizada con los funerales orientales, sólo seguía las instrucciones del sacerdote mientras el continuaba con el Sutra.
El incienso entre sus manos temblaba a causa de su estado, lo encendió con la punta de sus dedos y lo puso frente a la urna, observando con dolor la foto funeraria de Touya. Sus ojos, que siempre tuvieron un brillo cuando la miraban, en la imagen salían vacíos y turbios, debió de haber sufrido mucho más en su ausencia.
«El dolor que siento no puede expresarse con palabras, nada podría prepararme para este día. Pensé que estaríamos juntos hasta el final de nuestros días, aunque no podré verte envejecer, ni pasar mi vida contigo, en mi corazón siempre vivirá el recuerdo de nuestra amistad, gracias por todo Touya».
El velatorio terminó con el sacerdote habiendo completado el Sutra y al día siguiente sería el funeral, había sido un día largo para Elaine y lo único que quería era llegar a casa, encerrarse en su habitación y despertar en su cama, despertar y que todo lo que haya pasado fuera sólo una pesadilla, un mal sueño. Que todo lo sufrido y vivido, no fuera nada más que eso, un horrible mal sueño.
El funeral propiamente dicho se llama Kokubetsu-shiki, el procediendo era similar al velorio pues se ofrecían nuevamente inciensos mientras el sacerdote canta un Sutra. La ceremonia se diferenciaba a la nombrada porque el fallecido recibía un nombre budista escrito en Kanji. Se dice que ese nombre evita el regreso del difunto a la vida si se le llamaba, la longitud del nombre dependía de la virtud en vida del fallecido.
- Lo has hecho bien, cariño. - la felicitó su abuela, después de que ella ofreciera su incienso.
Estaban reunidos frente a la tumba de Touya, consistía en una lápida de piedra con un lugar para flores, incienso y agua frente al monumento. También tenía una cripta debajo de las cenizas, el nombre del pelirrojo estaba tallado en el pilar sobresaliente de la lápida en color negro y aún viendo eso, no podía aceptar su muerte.
Sólo estaban ellos allí, los Todoroki y Wiese, está vez, Natsuo había aparecido pero se mantenía con la mirada perdida en la loza de piedra y lloraba en silencio, al igual que ella.
Sus ojos se llegaron a encontrar varias veces y podían distinguir su dolor entre ellos, ambos ojerosos, pálidos y sin vida. Sólo eran un par de niños que habían sufrido más de lo que deberían, compartiendo tanto dolor que se tenían el uno al otro para usarse de apoyo.
No le importó sentir la nieve decorando su cabello, era una fría tarde de invierno pero aún así no podía sentir nada, estaba completamente ida en su mundo. Veía el nombre en la lápida con indiferencia, negándose a creer que su Touya había dejado de existir para siempre. Apretó sus labios, reteniendo las lágrimas que querían bajar allí mismo, realmente no sabía cómo podía seguir llorando.
- Elaine, tenemos que irnos. - Björn tocó su hombro, preocupado. - Se hará tarde, se pronóstico una nevada pesada para hoy.
- Entiendo. - murmuró. - ¿Puedo despedirme?
- Claro que sí, cariño.
Su abuelo le tendió un paraguas para que se protegiera pero a duras penas lo aceptó, se puso de cuclillas frente al pilar y derritió la nieve que se acumuló sobre ella, colocando el paraguas sobre esta.
Elaine abrazó sus piernas y enterró la cabeza entre sus rodillas, sollozando en voz baja - para no preocupar a los mayores - por su cabeza pasaban todos los recuerdos que tuvo junto a Touya y el dolor no hacía más que incrementar, no aceptaba que nunca más lo oiría reír o regañarla, ni tampoco volvería a abrazarlo, todo era tan irreal.
Su muerte fue repentina, nadie pudo preverlo.
- Tuve muchas suerte de tenerte en mi vida, Touya. - secó sus lágrimas con fuerza, debía de detener su llanto. - Cada día contigo fue maravilloso, divertido, especial, fue mágico. - suspiró. - Gracias por protegerme, en este triste día en donde nos separamos, no puedo decirte otra cosa más que, Te amo.
«No importa dónde o cuándo sea, sé que nos volveremos a encontrar. Por favor, espera por mí Touya...»
Con un ligero temblor en sus piernas se puso de pie, dejando aquel paraguas negro protegiendo su tumba de la nevada. Quería ser fuere y pegar la media vuelta, olvidarse de todo, olvidarse de Touya y arrancar el dolor que palpitaba en su corazón.
La brisa sopló y el sonido del viento, que fue como un susurro le hizo voltear hacia atrás. Aún con los ojos repletos de lágrimas volteó, con la esperanza de que Touya aparecieran detrás de ella y dijera que todo había sido un error.
Pero eso nunca sucedió.
Las cosas después del funeral no fueron para mejor - al contrario - los nórdicos estaban preocupados por la salud de su nieta. Estaba sucediendo de nuevo pero ahora era muchísimo peor que la primera vez, Elaine había abandonado sus entrenamientos, no comía mucho y no salía de su habitación.
Sus noches se podrían resumir en llorar y tener pesadillas relacionadas a Touya, durante el día intenta comportarse como siempre para no preocupar a sus abuelos pero no resulta como ella quiere, porque no puede fingir estar bien cuando no lo está y la ausencia del Todoroki la está matando.
- En unas semanas entraras a cuarto grado, ¿No estás emocionada? - están ambas féminas en la cocina, haciendo galletas.
- No. - contesta. - No quiero volver a la escuela, abuela.
- ¿Eh?
- No quiero. - repite, aplastando la masa entre sus manos. - Ya sé como van a mirarme, todos en el vecindario me miran con pena.
- Elaine... -
- Quiero tener clases desde casa. - suplica, tragándose las lágrimas. - Por favor, abuela.
Frigg sabe que su nieta no está pasando por un buen momento, es consciente de que orillarla a asistir a la primaria con todo lo que sucedió solo va a provocar estrés en ella. Así que acepta ponerle un tutor para que estudie desde casa - a pesar de que no le guste - y así pueda rendir su cuarto año, sin atrasarse.
- ¿Y qué hay de tus entrenamientos? - es delicada para preguntar, no quiere presionarla. - ¿Quieres ser un héroe?
Elaine no responde, ha pasado más de un año desde que dejó de entrenar con Enji. No podía ver al héroe a los ojos sin recordarle constantemente a Touya, dolía al verlo y no sabía si podría cumplir las expectativas de Enji ahora, porque ya no era la misma. Ni siquiera ha intentado comunicarse con los Todoroki y claro que sentía culpa, porque había dejado a Shoto solo, pero, ¿Qué podía hacer? Sentía mucho dolor, se sentía muy culpable y a pesar de que le dijeran que no fue su culpa, no desaparecía.
El sonido del timbre la sacó de su ensoñación, aunque no hizo ningún amago de ir a ver quien era, tampoco tuvo que hacerlo porque su abuela rápidamente dejó las galletas en el horno y acudió a abrir. Podía tener una idea de quien era él que tocaba, ella no tenía más amigos además de los Todoroki y dudaba que algunos de los vecinos viniera a ver a su abuela por gusto, los japoneses eran muy indiferentes y mucho más fríos que los alemanes.
- Elaine, cielo. - la cabellera rubia de Frigg se asoma por la puerta, detrás de ella está Endeavor. - Hay alguien que quiere hablar contigo.
- Ha pasado un tiempo. - fue lo primero que dice el héroe, notando el estado en el que se encuentra la menor.
Solamente ha pasado un año y se ve mucho más delgada que antes, hay bolsas violetas decorando sus ojos dorados y la piel la tiene pálida, de un color enfermizo. Ha estado en contacto con los Wiese para saber sobre ella y a pesar de que la hayan llevado con el pediatra, Elaine sigue sin mostrar mejorías.
- Los dejaré solos.
La fémina sale de la habitación permitiendo que el más alto entre por completo a la cocina, Enji se sienta en un taburete frente a la menor - que sigue aplastando la masa de galletas - aunque ella ni siquiera lo mira. Él tampoco es bueno con las palabras y no sabe cómo empezar, la razón por la cual está ahí es simple: quiere volver a Elaine en la mejor héroe, quiere que siga sus pasos y supere a All might, ¿Pero cómo va a hacerlo si se encuentra destruida? Sólo le queda una carta por jugar y aunque le doliera, su egoísmo y avaricia era mucho más fuerte.
- ¿Todavía quieres ser un héroe? - con esa pregunta rompió el hielo.
- La razón por la que comencé a entrenar con Enji-san fue para poder controlar mi singularidad y volver a Alemania. - admitió, apretando sus manos. - Aunque, después, quise convertirme en una heroína para estar al lado de Touya... Pero ahora que no está, no vale la pena seguir ese tonto sueño infantil.
- ¿Querías volverte una heroína para estar con Touya?
- Sí... - contesta en un hilo de voz, quiere llorar.
- Entonces no dejes morir su sueño. - espetó, golpeando la encimera con su puño. - El sueño de mi hijo era ser el mejor héroe hasta superarme, ¿Vas a dejar morir su deseo solamente porque no está? - cuestionó, alzando la voz. - Ese era su deseo, él realmente quería lograrlo, ahora es tu turno, honrarlo y cumple su sueño.
Para Elaine - en ese entonces - las palabras de Enji sonaron como ánimos, pero en realidad no lo eran. Endeavor había manipulado a la menor usando a Touya de por medio para lograrlo, atacando su culpa y los sentimientos que tenía por su hijo. El difunto Todoroki en ese entonces tuvo la razón, Elaine no se convertiría en una heroína si él no estaba con ella, pero su muerte fue tan repentina que le dejó un pequeño espacio para controlar y manipular a la pelirroja.
- Quiero convertirme en un héroe del que Touya pueda estar orgulloso. - admitió, sonriendo después de tanto tiempo aún con las lágrimas deslizándose por sus mejillas. - ¡Lo voy a lograr, cumpliré nuestro sueño!
El patriarca esbozó una gran sonrisa y acarició la cabellera de la menor con un poco de fuerza, estaba emocionado, todo salio como se supuso y ahora, solo debía entrenar a Elaine para que fuera su sucesora. Shoto estaba pasando por un berrinche y se negaba a entrenar con él, al igual que usar su lado izquierdo pero ahora que tenía a Sunshine, podía usarla de intermediaria para entrenar al medio albino a su gusto.
Después de ese día, Elaine volvió a entrenar con Enji y con el tiempo, fue capaz de volver a pisar la casa Todoroki. No había ido en tanto tiempo que ahora todo le parecía desconocido, la casa se veía igual de fría y lúgubre como cuando fue por primera vez. Pudo notar que hubo cambios en la servidumbre porque había rostros que no conocía, además, algunas sirvientas murmuraron cuando puso un pie en dicha casa.
Lo primero que hizo después de entrar fue recorrer los pasillos en busca de la habitación de Touya, la nostalgia estaba embargado su cuerpo y las ganas de llorar se triplicaron pero no podía seguir haciéndolo. Llorar no iba a solucionar nada ni mucho menos traerlo de vuelta, se dio fuerzas y abrió el Shoji de la habitación del mayor.
Ya no era como la recordaba, ahora era una especie de salón conmemorativo, había un altar en una de las esquirlas con la foto fúnebre que vio en el funeral. Muchas de las cosas de Touya estaban sobre una repisa y todavía seguía su dibujo pegado en la pared, parecía que el tiempo dentro de la habitación se había detenido.
- Hola, bobo. - saludó con tristeza. - ¿He sido muy mala? No he venido a verte. - con cuidado, colocó el incienso a un lado. - He decidido seguir con nuestros sueños, ¿Estás enfadado? - se preguntó, bajando la mirada. - Espero poder convertirme en un héroe genial y que estés orgulloso de mí donde sea que estés.
Terminó de orar por su alma, haciendo una reverencia frente al altar cuando nuevamente el shoji fue abierto con fuerza. No pudo reaccionar con rapidez al ser tomada por Natsuo en un asfixiante abrazo, el albino se había echado a llorar sobre ella mientras repetía lo mucho que la había echado de menos. Se quedaron de esa forma por algunos minutos, Elaine esperaba que el mayor se calmara porque estaba hipando y balbuceando. En cambio, su llanto era más tranquilo - porque no quería salirse de control - para no dañar al albino.
- Yo también te extrañé, Natsuo. - murmuró, abrazándolo con fuerza. - No me volveré a ir nunca, lo prometo.
- Lloro de rabia y tristeza, Elaine. - cuando se separaron, el varón limpio sus lágrimas con algo de fuerza. - Es tan injusto que cuando vuelvas a casa él ya no esté para recibirte. - sollozó, ambos voltearon para observar el rostro de Touya en la foto, dolidos. - Sí quieres cumplir el deseo de Touya no voy a detenerte, pero quiero que sepas que él siempre quiso y querrá verte feliz, no te dejes llevar por las palabras del viejo.
- Es lo que yo deseo. - contestó, tomando sus manos. - Quiero honrarlo, quiero que esté orgulloso de mí.
- Hagas lo que hagas, Touya siempre estará orgulloso de ti. - le regañó, acariciando la espalda de la menor. - No hubo ni un solo día en el que no pensará en ti, Touya te quiso mucho y ahora es mi deber protegerte también.
- Natsuo... -
Elaine no lo soportó más y estalló en llanto, las dulces palabras del albino habían llegado profundo en su corazón, no pudo seguir reprimiendo el deseo de llorar desconsoladamente en los brazos de Natsuo - quien era el que más la entendía - para ser retenida por él. Sabía que el lazo que ahora tenían sería mucho más fuerte debido a Touya y así como él quería protegerla, Sunshine protegería a sus hermanos.
No dejaría que volviera a pasar, no dejaría que la ambición de Enji los dañara de nuevo. Él podía usarla a su antojo, podía volverla la mejor heroína si quisiese pero no permitiría que se metiera con sus hermanos. Se rehusaba a que Shoto sufriera lo mismo que había sufrido Touya, se encargaría personalmente de eso, de cuidar al medio albino y brindarle todo el amor que una familia debería de darle. Lo criaría en un buen ambiente para que la historia no se volviera a repetir, el accidente en el monte Sekote había servido como una lección y no dejaría que pase de nuevo.
«Voy a protegerlos a todos»
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ᴄ ᴜ ʀ ɪ ᴏ s ɪ ᴅ ᴀ ᴅ ᴇ s
➥ Elaine desde niña quiso tener como Hobby ser bailarina de ballet.
➥ Su entrenamiento y nulo control de su singularidad se lo prohibió.
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+100 ᴠᴏᴛᴏs ʏ 140 ᴄᴏᴍᴇɴᴛᴀʀɪᴏs ᴘᴀʀᴀ ᴇʟ sɪɢᴜɪᴇɴᴛᴇ ᴄᴀᴘ.
˙˚˓˒˙˛ʿʾ․·‧°⋆ও ──
¡ɴᴏ sᴇ ᴏʟᴠɪᴅᴇɴ ᴅᴇ ᴠᴏᴛᴀʀ ʏ ᴄᴏᴍᴇɴᴛᴀʀ, ɴᴏs ᴠᴇᴍᴏs ᴇʟ ᴘʀóxɪᴍᴏ ᴠɪᴇʀɴᴇs!
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