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❏ | 𝐋𝐈𝐓𝐓𝐋𝐄 𝐆𝐈𝐑𝐋


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Los estudios de trabajo de héroe comenzaron esa semana y para su mala suerte, Shoto no podía hacerlos debido a que aún no tenía su licencia provisional de héroe, se sentía un poco triste al patrullar sola sin la compañía del menor.

Bostezó por tercera vez esa mañana, estaba un poco somnolienta debido a que se levantó antes de que el sol saliera debido a Enji, quien la mandó a patrullar, argumentando con que el crimen estaba la orden del día y que debía de seguir con sus deberes y no holgazanear.

Cabe destacar que se sintió un poco ofendida con lo último.

Mientras recorría las concurridas calles de Musutafu, se preguntó a sí misma si debía de ir a la cafetería más cercana y comprar un mocca de medio litro o si una bebida energética estaría mejor, jamás llegó a una conclusión ya que algo pequeño y abultado chocó contra su vientre con un golpe seco.

— Oh. — exclamó, bajando la mirada hasta encontrarse con el rostro lloroso de una niña pequeña, posiblemente de seis o siete años. — ¿Estás bien, cariño? —

Elaine se puso de cuclillas para revisar la frente de la infante, podría haberse dado con su cinturón — el cual no era para nada blando — y hacerse daño. Soltó un suspiro de alivio al notar que no era nada más que un raspón, la niña seguía sin responderle.

— ¿Cuál es tu nombre? — preguntó, acomodando un mechón de su cabello detrás de su oreja. — Tu puedes decirme Sunvely, es un gusto. — dijo, regalándole una sonrisa.

— Eri… — contestó en voz baja, tímidamente. — E-estoy bien.

Los dedos de la más alta limpiaron cuidadosamente el resto de lágrimas de los ojos de Eri, sonriendo dulcemente. Viéndola bien, parecía que se había perdido y estaba buscando a sus padres, en ese tipo de casos lo recomendable era quedarse en el mismo lugar hasta que aparecieran los cuidadores o en el caso más extremo era ir a la policía para reportar que se había encontrado a un niño extraviado.

Elaine alzó la mirada, buscando por los alrededores al par de policías que comúnmente recorría la zona pero no los encontró, soltó un resoplido y volvió a mirar a la infante.

— ¿Te has perdido? — cuestionó, estirando sus manos hasta ella para alzarla en brazos. — Intenta buscar a tus padres desde esta altura, puedes ver todo, ¿no es así? —

— S-sí. — la pelirroja observa con más atención a la menor, notando que en la zona visible de sus brazos tienen un par de vendas, frunce el ceño.

Se abstiene de preguntarle algo, no puede sacar conclusiones apresuradas solamente por un par de vendajes, entonces, comienza a observar mejor la actitud que tiene la niña en sus brazos. Parece evitar el contacto de sus ojos, aunque puede deberse a su timidez; no tiembla pero si tartamudea al hablar y sus pequeños orbes rubíes se mueven de un lado a otro con pánico, como si buscara a alguien. Elaine quiere creer que es porque no ve a sus cuidadores pero algo dentro de ella le dice que no es así, que hay algo más con ella.

Quiere confirmar sus sospechas, por lo que levanta la mano para poder acariciar el cabello de la infante pero cuando Sunshine nota la reacción que tiene, encogiéndose en el sitio y cerrando los ojos, todo queda muy claro; Eri creyó que ella iba a golpearla. Sus labios forman una fina línea e intenta disimular su mueca de preocupación frente a la niña, finalmente posa su mano sobre la cabellera de la menor y acaricia sus hebras con cariño.

«Voy a arrestar a la basura que le ha hecho daño a esta pobre criatura». Pensó, mordiéndose los labios, conteniendo la rabia.

— ¿Sabes cómo lucen tus padres? Así podré reconocerlos rápidamente.

— Uh…— se lleva las manos a la boca, pero comienza a temblar al imaginar a Chisaki.

Elaine afianza el agarre que tiene sobre ella y reprime todas las ganas de maldecir que tiene, porque ahora ve claramente el abuso que ha estado sufriendo la menor.

— No te preocupes, cielo. — la tranquilizo con voz dulce. — Soy un héroe después de todo, voy a ayudarte.

— Tus ojos son muy hermosos. — murmuró, desviando la mirada con vergüenza cuando sus ocelos se posaron en ella.

— ¿Crees eso? — cuestiona amablemente, sonriendo. — Tú eres una niña muy linda. — dijo, pasando a un lado de un puesto de helados. — ¿Quieres uno? — Eri se había quedado mirando fijamente al heladero, por lo que supuso que quería uno.

— Sí… — asintió tímidamente, escondiéndose en el cuello de la más alta.

— Está bien, ¿de qué sabor lo prefieres? —

Estuvieron un buen rato decidiendo que sabor de helado pedir ya que al parecer Eri no tenía un favorito, y el anciano que atendía el carrito muy amablemente le dio de probar todo a una niña tan dulce como ella. Finalmente y esperándolo, escogió vainilla y chocolate, sin duda el paladar de un niño de su edad.

Elaine no pudo evitar recordar su infancia viendo a la infante tan contenta con su cono mientras caminaban por las calles tomadas de las manos, Eri estaba tan feliz y sus ojos llenos de ilusión lo demostraban, aunque la pelirroja se preguntaba por qué no sonreía, algo dentro de ella se removió, podía verse reflejada de cierta forma, era como estar muerta en vida, ¿Qué demonios le habían hecho a esa dulce niña?











































































Habían pasado cuarenta y cinco minutos desde que se encontró a Eri y todavía no tenía rastros de su familia o cuidador, la menor seguía tomada de su mano pero Elaine ya se estaba desesperando, quería encontrar y encerrar a los bastardos que dañaron a esa linda niña. Estaba decidida a ir a la estación de policía más cercana en caso de que no apareciera nadie en quince minutos más.

La mayor soltó un enorme suspiro mientras cruzaba la calle con Eri en brazos, la pequeña parecía cansada y le dolían los pies por eso prefería cargarla, no suponía ningún esfuerzo por lo delgada que estaba.

— ¡Eri-Chan! — ambas voltean ligeramente hasta la entrada de un callejón, había un joven allí junto a un hombre vestido de forma extravagante.

El primero en acercarse fue el más alto, era un hombre delgado y esbelto — podría ser modelo — con el cabello castaño, corto y algo desordenado; ojos afilados de color dorado y cejas delgadas. Lo que más llamaba la atención de su aspecto no era el extravagante plumaje morado que cubría su hombros, sino la máscara que cubría la mitad de su rostro, era muy similar a la que usaban los doctores en la época de la peste negra.

— Buenas tardes, héroe. — le saludo aquel varón, Elaine se hizo hacia atrás de forma automática. — Me alegra saber que Eri está bien, la hemos estado buscando por todas partes.

— Ya veo… — responde, frunciendo ligeramente el ceño.

— ¿Cuál es su nombre? ¿Se encuentra patrullando? — Estaba haciendo demasiadas preguntas para gusto de la menor.

— Puede llamarme Sunvely. — dijo, abrazando a Eri, quien temblaba en sus brazos. — Sólo cumplo con mi rol.

— Me refería a su verdadero nombre, señorita. — las cejas de la pelirroja se alzan con incredulidad, no le agrada para nada el interés que está mostrando en ella.

Ambos orbes dorados se encuentran unos segundos, suficientes para que un escalofrío recorra a Elaine de pies a cabeza. Mientras que Overhaul sigue observando sin disimulo alguno a la aspirante a héroe.

— Estoy en labor ahora mismo, por lo que mi nombre es Sunvely. — volvió a repetir, sintiendo como el ambiente se volvía cada vez más pesado.

—Comprendo. — dijo, bajando la mirada hasta la niña. — Eri, ven aquí. — llamó, extendiendo su mano.

— Parece que no quiere ir. — comentó con cierta sorna, acercando a la niña a su pecho.

— Ya sabe como son los niños… — respondió de la misma manera, sobando su cuello. — Está haciendo una rabieta, se le pasará cuando llegue a casa.

— No lo creo. — Ambos vuelven a mirarse, esta vez de forma no tan amigable.

— Eri, ven aquí. — ordenó con voz más firme, provocando que la niña buscara la mirada de la pelirroja antes de pedirle que la baje.

Aún así, la pequeña Eri no soltaba la mano de Sunvely, la apretaba constantemente en un intento de disipar su ansiedad por tener a su victimario frente a ella, y no estaba sólo, Chronos estaba detrás de él. La infante sabía de lo que era capaz Chisaki y no quería que por su culpa alguien inocente muriera, con los ojos llenos de lágrimas intentó dejar ir la mano de Elaine pero no pudo, quería quedarse con ella.

— Está bien. — escuchó a la mayor susurrarle. — Estarás bien.

— Quizá es mejor que vayamos a hablar a un lugar más privado, ¿no es así, Eri? — fue testigo de como el castaño hacia el amago de quitarse los guantes blancos que traía puestos y apenas los tocó, Eri ya se encontraba caminando de vuelta hacia él, escondiéndose detrás suyo. — ¿Lo ve? Era solo una rabieta, todo está en orden.

— Un momento. — ella no estaba satisfecha y mucho menos conforme, estuvo a nada de iniciar una pelea allí mismo pero lo que frenó su actuar fue la mirada de terror que poseía la infante en sus ojos, le negaba con la cabeza constantemente, temiendo lo peor. — Que tenga un buen día. — deseó de forma automática, sin dejar de observar a Eri, quien se negaba a ser auxiliada.

— Dile adiós, Eri. — pidió Chisaki a modo de burla, la menor alzó su pequeña mano y con ademán se despidió, aunque ella no quería hacerlo.

Elaine se queda parada en la entrada del callejón por unos segundos hasta que vuelve en sí, intentando procesar lo que acababa de ocurrir. Se siente frustrada porque no ha podido hacer nada y ha dejado huir a un posible criminal con su víctima, de su cabeza no sale la imagen de los ojos de Eri llenos de pánico, diciéndole que no haga nada, que se marche, ¿Quién es ese sujeto? No lo sabe pero se veía peligroso, su singularidad definitivamente tenía que ver con el contacto físico, por ello la infante se asustó tanto cuando le vio quitarse los guantes.

Él planeaba usar su particularidad para atacarla y ella lo había evitado, le salvó la vida.

Tras ese suceso volvió de inmediato a la agencia de Enji para contarle todo lo sucedido, debía de saberlo, ¿Por qué un hombre como él tendría a una niña tan pequeña? ¡Sólo cosas malas y perversas cruzaban por su cabeza! Y como dicen en el área médica: "Piensa mal y acertarás", pero Sunshine no quería acertar, no quería que sus suposiciones se volvieran realidad porque se sentiría aún más culpable por haberlos dejado ir.

Un gruñido salió de sus labios mientras subía al elevador de la agencia, se jalaba del cabello mientras pensaba qué demonios iba a decirle a Enji cuando le preguntará por qué mierda los había dejado ir, ¿Qué respondería? ¿Qué Eri le dijo que lo hiciera? Era hasta insulso el sólo pensarlo, aunque quería creer que la menor sí sabía lo que estaba sucediendo y por eso intervino, ya que  trataba de advertirle del peligro yendo con ese lunático en vez de dejar que ella se enfrentara con él.

— Voy a volverme loca. — dijo frente al espejo. — ¿Por qué todas estas cosas me pasan a mi? — se quejó, frustrada.

Desde lo sucedido en el campamento todo parecía ir de mal en peor para ella y eso que no había vuelto a ver a Dabi y eso era mucho que decir. El villano desapareció por completo de su vida y contra todo pronóstico, eso no le agradó en lo absoluto, ¡Ahora pensaba en él cada vez que iba a dormir! Se preguntaba constantemente si estaba bien o si ya había olvidado lo que le prometió en el hospital, después de todo, Elaine no podía hacer como que ese beso jamás existió, porque fue más que un simple beso para ella y esperaba que para él también.

«Quiero llorar de la frustración» le murmuró a su reflejo, sin dudas estaba cansada de toda esa situación.


































































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ᴄ ᴜ ʀ ɪ ᴏ s ɪ ᴅ ᴀ ᴅ ᴇ s

◎ Los girasoles siguen a Elaine porque su cuerpo almacena energía fotovoltaica del sol como si fuera una batería y la libera constantemente en ondas de calor. Por lo que la luz y el calor almacenado en su cuerpo, cumple el mismo rol que el sol y permite que la planta crezca más rápido y fuerte, es por esto que durante su fase de crecimiento y maduración se mueve al compás del sol para aprovechar toda la luz disponible.

◎ Aunque la luz liberada por su cuerpo no solamente ayuda a los girasoles, sino a cualquier planta que la rodeé para hacer la fotosíntesis. Es por esto que es buena con la jardinería, además de que su abuela la ayuda con su singularidad.

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+100 ᴠᴏᴛᴏs ʏ 140 ᴄᴏᴍᴇɴᴛᴀʀɪᴏs ᴘᴀʀᴀ ᴇʟ sɪɢᴜɪᴇɴᴛᴇ ᴄᴀᴘ.




































































































˙˚˓˒˙˛ʿʾ․·‧°⋆ও ──
¡ɴᴏ sᴇ ᴏʟᴠɪᴅᴇɴ ᴅᴇ ᴠᴏᴛᴀʀ ʏ ᴄᴏᴍᴇɴᴛᴀʀ, ɴᴏs ᴠᴇᴍᴏs ᴇʟ ᴘʀóxɪᴍᴏ ᴠɪᴇʀɴᴇs!

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