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❏ | 𝐂𝐎𝐍𝐃𝐄𝐍𝐒𝐄 𝐍' 𝐄𝐗𝐏𝐋𝐎𝐃𝐄

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𝐂𝐎𝐍𝐃𝐄𝐍𝐒𝐄 𝐍' 𝐄𝐗𝐏𝐋𝐎𝐃𝐄

❝¡No me digas qué hacer!
¡No eres mi mamá! ❞

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Los estudiantes de heroísmo de la UA se unen a los héroes profesionales como internos, el trío de oro está bajo el mando del número uno; pero allí no acaba su tarea. Después de su primer día en la agencia de Endeavor, Bakugo y Shoto fueron puestos bajo las órdenes de Sunvely, será la encargada de enseñarles a explotar su don de todas las formas que conoce, pues todos sus conocimientos provienen del símbolo de la paz, su padre.

Estuvo toda la mañana buscando formas de poder enseñarles a condensar y explotar su don, aunque no podrían hacerlo en la agencia. Los cambios bruscos de temperatura podrían romper los espejos de la sala de entrenamiento y hacer estallar los cristales de la agencia, es por eso que pensó llevarlos a otro sitio a entrenar, aunque primero debía pedirle permiso a Enji. Después de todo, los menores están bajo su cuidado y era responsabilidad suya velar por la seguridad de los novatos.

Su padre aún no regresa, se había llevado a los internos muy temprano en la mañana. Quiso poder tenerles pena, porque seguirle el paso a Endeavor no es algo sencillo; los entrenamientos junto a él son demasiado duros y a diferencia de cualquier otro héroe, que esperaría por ti, para que se acoplen a su forma de trabajar… Enji es completamente lo contrario, uno tiene que acoplarse a él y estar a su altura, es por eso que te dejará atrás si ve que no eres lo suficientemente fuerte.

Es algo que ya ha ocurrido en el pasado.

Miró el reloj de la oficina, ya era hora de almorzar. Sabe que no falta mucho para que los varones vuelvan, así que se queda sentada en la silla de su padre, dando vueltas en ella para matar el aburrimiento. Recorre la oficina con su brillante mirada, lo hace por mero instinto porque ha estado allí más veces de las que podría contar. Conoce esas cuatro paredes desde que era una niña, sabe donde está cada cosa, cada pequeño detalle dentro de la habitación es de su conocimiento.

Sonríe al ver que sobre su escrito mantiene los retratos de Shoto, y el suyo. Aunque Natsuo piense que su padre no lo ama y es desinteresado con su presencia no es así, pues al lado de los dos cuadros anteriormente mencionado, hay un retrato familiar y otros más, en donde se puede ver a Fuyumi recibiendo su título universitario y a Natsuo, graduado del bachillerato.

— ¿Ya estás aquí? — Es Enji, ni siquiera le escuchó llegar.

Lo primero que vio Endeavor al entrar a su oficina, fue a su hija, la cual miraba fijamente las variadas fotos que tiene repartidas en su escritorio. No es la primera vez que la pilla sentada allí, cuando era niña adoraba ese puesto y después de la muerte de Touya, cuando volvió a entrenar con él, pasaba mucho tiempo metida allí; más bien, se refugiaba. Elaine siempre fue una niña muy tímida al inicio, especialmente con los adultos, le fue difícil adaptarse a la agencia y siempre se escondía detrás de él cuando un héroe se acercaba para hablar. Además, todos sus internos sabían lo ocurrido con su primogénito, y la menor alegaba que no le gustaba estar bajo sus miradas porque sentía la lástima que le tenían, así que prefería ocultarse en su oficina, en donde nadie más — sin permiso — aparte del héroe podía entrar.

— Te estaba esperando. — contestó, poniéndose de pie, caminando hacia él. — ¿Dónde están los demás? — cuestionó.

— Fueron a almorzar. — contestó. — ¿Ya lo hiciste? — se quiso asegurar de ello, aunque la respuesta fuese positiva.

— Claro. — sonrió. — La cafetería tiene un menú delicioso hoy. — se tocó la panza, recordando las riquísimas gyozas de cerdo agridulce que comió.

— ¿Comiste mucho? — posó una de sus manos sobre su cabello, como si estuviera acariciando a un niño. — En estas fechas debes comer mucho.

Invierno siempre representó un reto para la singularidad de Elaine, debido a las densas nubes que impiden el paso de los rayos solares, su don no se nutre de forma eficiente y lo único que le queda hacer es comer, comer mucho.

— Tuve que desabrochar el primer botón del pantalón. — El varón suspira, aunque la menor estalla en carcajadas.

— Eso está bien. — murmuró, escondiendo la sonrisa que quiso escapar de sus labios. — ¿Qué es lo que quieres pedirme? Es obvio que por eso estás aquí.

Sunshine abrió la boca ofendida.

— ¿Acaso no puedo querer pasar tiempo con mi maravilloso y dulce padre? — exageró, llevándose las manos al pecho.

— Elaine. — pronunció con seriedad.

— Vine a pedir permiso. — aceptó, derrotada. — Requiero de él, me gustaría llevarme a Bakugo y Shoto fuera de la agencia.

Estuvo a punto de aceptar hasta que recuerda el contenido del libro que Keigo le dio, recordar las palabras que marcó entre las interminables páginas de pura basura disfrazada de libertad, le revolvió el estómago. Ahora que es consciente de que Hawks está jugando a los dos bandos, fingiendo ser unos de ellos y probablemente siendo monitoreado las veinticuatro horas al día, no le hace nada de gracia; no por él, sino por su hija. Keigo Takami puede ir directo al infierno y a él le dará igual, lo que le importa es la seguridad e integridad física de Elaine; y ahora que el frente ya sabe de su relación con el héroe número dos, dejarla sola en terreno desconocido es peligroso, Dabi está suelto y más que dispuesto a ir por ella.

— No. — contesta, confundiendo a la fémina.

La sonrisa se borra de su cara en un santiamén, frunciendo el ceño, ¡No puede negarle la salida! ¿Cómo va a entrenar a los menores dentro de las instalaciones? ¡El tiempo corre, la liga no va a esperar a que estén listos para atacar! Su deber ahora mismo es hacer a los varones más fuertes, más rápidos, mejores que ella en todos los sentidos posibles; de esa forma podrían cubrirse las espaldas, sabrían cómo y dónde atacar para evitar un enfrentamiento directo… Y todo lo hace porque tiene miedo. Tiene tanto miedo de fallar — como la última vez — y volver a perder a sus seres queridos, no desea que ellos peleen, los quiere alejados de todo ese lío, pero la comisión no va a retroceder y sólo puede hacer una cosa por ellos: entregarles todos sus conocimientos para que se conviertan en verdaderos héroes.

Tienen que sobrevivir.

— ¿Qué? — exclamó sin poder creerlo. — ¿por qué no? — insistió. — No puedo entrenarlos aquí, el espacio es insuficiente.

— He dicho que no. — repitió, está vez con más dureza.

— ¡Papá! — alzó la voz, furiosa.

Desde el incidente en el hospital, donde se descargó emocionalmente contra él y le gritó todo lo que estuvo guardando por años, Elaine se había vuelto más irreverente. No sabe si se debe a que ya expresó todo lo que tenía que decir o quizá por algo más, pero sin duda alguna, ahora no obedecía sin rechistar, al contrario. Enji cree que su hija tiene muchas cosas en la cabeza que le están provocando estrés, cosas que hacen que pierda la paciencia mucho más rápido, pues la fémina siempre ha sido alguien muy paciente y comprensiva.

Cree que el aniversario de muerte de Touya y su cumpleaños pueden ser la causa.

— Ustedes son mi responsabilidad, sabes muy bien que si ocurre cualquier accidente la culpa recae en mí. — murmuró, apretando suavemente sus hombros.

— ¡Entonces puedes entrenarlos tú! —

— Elaine. — le llamó, pues ella le evita la mirada. — No te niego el permiso porque quiera, es por su seguridad. — la menor aplastó los labios. — Además, no puedo abandonar mi trabajo para entrenar específicamente a los dos.

La pelirroja muerde sus labios, es verdad todo lo que dice, pero también es mejor entrenar fuera. El miedo constante que siente por lo inminente la tiene paranoica, debe entrenar a los menores y que logren su máximo potencial en el menor tiempo posible, todo porque quiere protegerlos de alguna forma. Desde que supo las cualidades de la ciudad de Deika, y el porqué era tan importante no ha habido ni una sola noche en la que no piense en ello, en la lucha que está por venir; que su novio le confirmara que los menores serían usados en dicha batalla la está volviendo loca.

— Lo siento. — se disculpó, bajando la mirada. — No tengo excusas, sólo… tengo miedo.

Rodea a Enji en un abrazo, se siente como una niña pequeña, es realmente ridículo que con la edad que tenga siga refugiándose en los brazos de su padre, pero es la única persona que puede darle calma en ese momento, pues es él quien conoce sus preocupaciones mejor que nadie.

— Todo estará bien. — murmuró, cerrando momentáneamente los ojos. — No dejaré que nada les pase, Elaine.

Aún con esas palabras, siente que hay algo que no le ha dicho y por más que quiera indagar, sabe que recibirá la misma respuesta que antes: “hablaremos de eso después”, porque desde que su padre leyó el libro que Keigo le entregó, ha estado pasando del tema e ignorando por completo sus solicitudes de hablar sobre ello.

Lo peor, es que Sunvely sabe que la está protegiendo de algo — o alguien — y eso es lo que más ansiedad le provoca.

Quiere saberlo a toda costa.




























































































































El gimnasio personal de Sunvely está repleto de vapor pues en las últimas dos horas, lo único que ha hecho es entrenar con Shoto y Bakugo. Primero les tuvo que explicar lo que era la condensación de la forma más fácil posible, trayendo cubetas de agua y usando su singularidad para evaporar el líquido y así cambiar su estado. Esa tarea tan simple les tomó más de media hora, ¿por qué? Porque ninguno de los dos sabe controlar la temperatura del fuego que son capaces de crear. Las primeras veces fueron un desastre total ya que acabaron evaporando el agua por completo, incluso la del aire, con varios intentos más y mucha paciencia — realmente demasiada — pudieron acercarse a lo que Elaine les ordenó hacer.

— Avanzan muy rápido. — admitió sorprendida.

— No es verdad, me estoy tardando demasiado en una idiotez tan simple. — refunfuñó el rubio.

— No lo digo por cortesía. — admitió, dándole un golpe en la sien a modo de regaño. — Su desempeño es realmente bueno, yo me tardé muchísimo en poder controlar la temperatura y dirección del fuego.

Shoto secó el sudor de su frente con la toalla, mientras que enfriaba su botella de agua. Dentro de las cuatro paredes que conforman el gimnasio, hace un calor insoportable debido a los enormes cambios de temperatura a los que han sometido al agua; aún así no se queja, sabe que ese pequeño ejercicio es necesario para que pueda entender de mejor manera lo que tendrán que hacer con su quirk en el futuro.

— Creo que lo comprendí. — dijo el medio albino, exhausto.

Después de entrenar dentro del gimnasio, los llevó hasta la terraza para ponerlo en práctica. Su intención no es que lo logren a la primera y puedan superar su récord en unos cuantos intentos, pero lo que sí hizo fue monitorear sus carreras; la primera sin la técnica que pretende enseñarles y el resto, usando la condensación de su singularidad. Aunque los resultados fueron mínimos, sí hubo un ligero cambio en cuanto a los segundos que tardaron yendo de un edificio de ida y vuelta, la diferencia fue de unos cuantos segundos, nada impresionante pero sí un gran comienzo.

Mientras los ve entrenar nota lo buenos que son, están por encima de ella en términos de aprendizaje y lo supo desde que le enseñó a Shoto a usar su lado izquierdo el primer semestre; cosas que ella tardó semanas en pulir, su querido hermano lo logró en horas. Bakugo no se queda atrás, es tan competitivo que se esfuerza más que cualquiera para llegar a la meta, aunque le ponga mala cara cuando le dé órdenes y se queje de sus métodos de enseñanza, no desobedece, al contrario, sigue sus indicaciones al pie de la letra. Él es consciente de que si quiere superarse, debe dejar ese enorme orgullo que tiene y aceptar que hay quienes son mejores que él, como Elaine, por eso cierra la boca y baja la cabeza, porque tiene más experiencia.

— Hemos terminado por hoy. — sonrió, revolviendo las cabelleras de los menores. — Hicieron un gran trabajo.

Katsuki chasqueó la lengua, más no dijo nada.

— Gracias, nee-san. — pronunció, tomando la botella de agua.

— Ya pueden irse. — hizo una seña, prácticamente diciendo que se fueran. — Dense un baño, cenen y duerman temprano, mañana será un día difícil.

— ¡No me digas qué hacer! — gruñó el más bajo, pasando de largo. — ¡No eres mi mamá! — su gritó resonó por la azotea, escuchándose como un eco.

El rubio desapareció de allí con las orejas completamente rojas, maldiciendo en voz baja a Shoto y a su mandona hermana mayor. A pesar de que al inicio vio a Elaine como una especie de crush, con el tiempo notó que el sentimiento que tenía por ella es más bien de fraternidad, como si también fuese su hermana mayor; a veces se ponía celoso de Todoroki, porque él sí tenía hermanos, alguien en quien apoyarse y que no lo juzga.

— Ve a descansar, Shoto. — ordenó con voz suave, acunando su rostro.

Antes de que pudiera responder, el teléfono de la mayor suena: es un mensaje de Endeavor, el cual dice que necesita hablar con ella y que la espera en su oficina. Elaine responde de inmediato, diciéndole que irá luego de ducharse pues apesta a sudor.

Al ver a su pequeño Shoto tan cansado, decide cargarlo en su espalda hasta los dormitorios. Sonríe, le recuerda a cuando eran niños y hacían exactamente lo mismo, cuando jugaban al caballito y luchaban sobre las espaldas de sus hermanos, perdió la cuenta de sus victorias, Touya y ella eran invencibles la mayor parte del tiempo.

Cuando llega a su habitación lo primero que hace es desvestirse, lanza la ropa sucia al cesto de lavado y masajea su cuero cabelludo. Siente un ligero dolor de cabeza, quizá es el estrés o simplemente está deshidratada.

Mientras regula la temperatura del agua, ve su figura desnuda frente al espejo del baño y nota las cicatrices que tiene debajo de los pechos, específicamente en la zona de las costillas. Recorre las cicatrices con las yemas de los dedos, no hay expresión alguna en su rostro, aquello le es indiferente. No ve las heridas, moretones o llagas en su cuerpo como algo malo, las cicatrices contienen recuerdos y muchas cuentan historias, no le molesta, ni siquiera le incomoda que se noten… Sólo que es la primera vez en meses que les presta tanta atención, recordando lo sucedido en el campamento de verano.

El agua caliente cae sobre ella, quitando los restos de suciedad y relajando sus doloridos músculos. En esos momentos de tranquilidad, comienza a cuestionar las acciones y palabras de Enji. Necesita saber qué es eso que le está ocultando, no puede más con la incertidumbre, con la ansiedad, porque algo dentro de ella — su intuición — le dice que está relacionado con su persona, y eso no hace más que aumentar su preocupación.

Lava su cabello con calma, masajeando suavemente sus sienes, en un intento de quitar el dolor de cabeza que la atacó repentinamente.

Suspiró.

Elaine parpadea lentamente, casi de forma perezosa, está cansada, muy cansada. No habla de un cansancio físico, sino de uno mental. Hay tantas cosas en su cabeza que el único momento del día en el que está en paz es cuando duerme, porque no piensa en nada ni en nadie, no hay preocupaciones. Mientras las gotas de agua se deslizan sobre su rostro, admite que le agrada debilitarse al momento de anochecer, porque cree que si no fuera así tendría problemas de insomnio.

Repentinamente siente ganas de llorar.

Aún así, no hace nada.

Una vez seca y vestida, recorre la agencia hasta llegar a la oficina de su padre, toca antes de entrar y se lo encuentra como siempre: sentado en su escritorio con los lentes puestos y revisando papeles, ella supone que tiene que ver con ciertos crímenes.

— ¿Cómo estuvo? — cuestionó, refiriéndose al entrenamiento.

— Aprenden rápido, son buenos. — dijo, cerrando la puerta tras de ella.

— Demasiado. — admitió, quitando la vista del papel. — A este ritmo en poco tiempo se harán más fuertes.

Un pequeño silencio se instala en la habitación una vez Elaine se sienta frente a él, Enji vuelve a concentrarse en su trabajo sin prever las intenciones de su hija. Ella sabe que es ahora o nunca, que debe sacar el tema de lo sucedido con Hawks aquel día, por alguna razón que desconoce siente miedo, ¿por qué? No lo sabe.

— ¿Qué decía el libro? — preguntó, generando que el ambiente se tensara.

Endeavor fingió no haberla oído, ni siquiera levantó la mirada, siguió con lo suyo.

— Papá. — insistió.

No desea responder, sabe lo que conlleva hacerlo, ¿Cómo reaccionará Elaine al enterarse de la verdad? No quiere ni imaginarse, no puede dejar que se entere en ese momento de vulnerabilidad. Es probable que se vuelva loca al saber que la han estado espiando todo ese tiempo, y más cuando el inútil de su novio fue incapaz de darle una sola señal en el momento.

Se toma el puente de la nariz, frustrado.

— ¡Enji Todoroki! — gritó.

Todo el estrés retenido en su cuerpo explotó en ese instante en fogosas y acaloradas llamas, las cuales se extendieron por todo su cabello, demostrando lo molesta que está.
Es la primera vez en su vida que lo llama por su nombre de pila, el mayor la observa con asombro, preguntándose si realmente ha enloquecido.

Vuelve a sentir las ganas de llorar atoradas en la garganta, está frustrada porque ella intenta ayudar, quiere poder hacer algo más pero su padre no le deja, le molesta que la esté sobreprotegiendo, no es una niña, ya no lo es, ¡es una adulta! ¿Por qué no confía en ella? ¿Qué demonios es eso que esconde? ¿Realmente es tan difícil de decirlo? Pasa saliva, quiere gritar.

— Deja de insistir, no te lo diré. — zanjó el tema, dejando pasar su arrebato y falta de respeto.

— ¡Tengo derecho a saberlo! — replicó, sintiendo sus ojos picar.

— ¡Elaine! — alzó la voz, azotando las hojas contra la madera.

La mirada cargada de rudeza que le dedica Enji le dice que cierre la boca de inmediato, en segundos la asocia a esa mirada tan despectiva que le dio alguna vez a Touya cuando no cumplía con sus expectativas. Entendió de inmediato que debía callarse, lo conoce mejor que nadie, es un hombre muy duro y por más que esté intentando cambiar, sabe que esos cambios no se dan de la noche a la mañana, que son progresivos.

Después de todo, no puede abandonar a su antiguo yo, quedan vestigios de él y en ese momento, vio uno.

Suspiró.

— Lo siento. — se disculpó, volviendo a sentarse. — No quería alzar la voz.

— También lo siento. — murmuró, escondiendo el rostro entre sus brazos mientras se desparrama sobre el escritorio.

— Te lo diré cuando sea el momento, Elaine. — despejó el rostro de su hija, haciendo a un lado los mechones de su cabello. — Por ahora, concéntrate en entrenar bien a los mocosos, les hará falta.

Frunció el ceño, reprimiendo las ganas de llorar frente a su padre. No respondió, simplemente asintió con la cabeza y volvió a ocultarse de su mirada, se sentía patética.

«Es lo único que puedes hacer ahora Elaine». Se dijo a sí misma. «Debo ayudarlos y hacer de ellos unos buenos héroes».

— Está bien, Elaine. — sintió la mano del mayor sobre su cabeza, dándole contención.

«Tu padre está aquí».






















































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ᴄ ᴜ ʀ ɪ ᴏ s ɪ ᴅ ᴀ ᴅ ᴇ s

◎ Las cicatrices de Elaine están bajo sus pechos y son bastante grandes, de aproximadamente más de 5cm.

◎ Ella no considera que le quiten atractivo, sino que cuentan una historia.

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+110 ᴠᴏᴛᴏs ʏ 180 ᴄᴏᴍᴇɴᴛᴀʀɪᴏs ᴘᴀʀᴀ ᴇʟ sɪɢᴜɪᴇɴᴛᴇ ᴄᴀᴘ.



















































˙˚˓˒˙˛ʿʾ․·‧°⋆ও ──
¡ɴᴏ sᴇ ᴏʟᴠɪᴅᴇɴ ᴅᴇ ᴠᴏᴛᴀʀ ʏ ᴄᴏᴍᴇɴᴛᴀʀ, ɴᴏs ᴠᴇᴍᴏs ᴇʟ ᴘʀóxɪᴍᴏ ᴠɪᴇʀɴᴇs!

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