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Después de una semana de recuperación, Sunoo ya estaba de vuelta en la universidad. Aún le dolía un poco el cuerpo y los morados no se le habían quitado por completo, pero podía seguir con sus actividades diarias sin ningún problema.

Después de hablar con algunos amigos y otros chicos, fue a buscar a Jungwon. Luego de varias explicaciones y reacciones exageradas por parte del mismo, llegaron al tema de Ni-ki.

—¡Eso fue muy raro! Y-yo... Estaba en el baño, e-estaba ¡Lavándome la cara! ¡Sí! ─mintió. ─Y entonces él solo entró y se disculpó conmigo, oh Dios, ¡Debiste verle la cara! ¡Estaba super avergonzado! ─fingió pensar. ─Debe ser porque nunca había pedido disculpas en su vida.

—Sí, yo sé eso, estuve hablando con los chicos y todos afirman que recibieron una disculpa de su parte. ─Asintió suavemente.

—¿Y qué harás ahora?

—Supongo que debo buscarlo. ─dirigió su vista por todo el lugar. ─¿Lo has visto por aquí?

—Lo vi cuando llegué, estaba hablando con Jay hyung. ─Sunoo no pasó por alto ese ligero rubor que se apoderó de las mejillas de su amigo al mencionar a este último.

—Bien, hablamos más tarde ¿Sí? Creo que voy a buscarlo.

Y con un asentimiento como respuesta, se fue en busca del mayor.

Lo haría, sí.

—¿Entonces lo hiciste todo?

—Joder, sí... A todos y cada uno de esos chicos. ─suspiró pesado.

—Wow. Te admiro, hermano, haces de todo por tu chico, eso es respetable ─elogió mientras expulsaba el humo de su cigarrillo.

—Sí, por cierto ¿No lo has visto? ─buscó con la mirada.

─Es que hoy terminó su justificación y pues si no se presenta, ¡Tendrá problemas con los maestros! ─Jay iba a responder cuando este lo volvió a interrumpir. ─¿Le dolerá mucho el cuerpo? ¡Ahhh! ─se pasó las manos por la cara, frustrado. ─¡Debiste ver su carita! ¡Estaba todo lastimado! Y yo solo quería curarlo, limpiar sus heridas, ¡Darle besitos por toda la ca-

—Estoy bien, Ni-ki, gracias por preocuparte por mí. ─se escuchó a sus espaldas.

Riki se paralizó en su lugar y de inmediato volteó encontrándose con Sunoo a unos pasos de él. Tenía una venda alrededor de su muñeca y dos banditas adhesivas de diferentes colores a un lado del mentón y otro en la frente.

Se veía adorable.

—¡Sunoo! ─corrió hacia él. ─¡Cariño! ¿Qué haces parado ahí tanto tiempo? ¡Déjame ayudarte! ─miró alrededor mientras sostenía un brazo. ─¡Una silla! ¿No hay una maldita silla en este lugar? ¡Jay! ¡Busca una si-

—¡Estoy bien, Riki! ─repitió. ─Puedo hacer lo de siempre, no te preocupes.

—Oh, L-lo siento, y-yo...

—Shh... ─puso su índice sobre los labios de Ni-ki. ─Esta tarde después de clases; 5pm, en el parque que está a dos cuadras de aquí.

Y sin más explicaciones, se retiró del lugar, dejando a un Riki en completo estado de shock y con la boca ligeramente abierta.

—¿É-el acaba...?

—Sip. —llegó Jay a su lado dando palmadas a su hombro. ─Al fin ustedes tendrán una cita.

Y él solo esperaba no arruinarlo.

Ni-ki había estado en situaciones de crisis y de nerviosismo en distintas ocasiones. Como en cuarto grado de primaria, donde tuvo que aprenderse una canción sobre los diferentes tipos de flores y cantarla para la maestra en frente de toda la escuela.

¡Pero no! No se trataba de ese tipo de nerviosismo.

Sentía sus manos sudar mientras las refregaba contra su pantalón y sus piernas temblaban sobre la banca en la que estaba sentado. Miraba hacia todas partes buscando al chico que lo traía loco desde hace ya muchos meses.

¿Y si no llega? ¿Y si se arrepintió? ¿Y si no quiere nada conmigo y sólo aceptó la salida por lástima? ¿Tan siquiera le gusto?

Ese tipo de preguntas y más, inundaban su mente creando todo un torbellino de emociones.

Estaba al borde del colapso mental cuando una tierna voz lo sacó de ahí de inmediato.

—H-hola, Riki.

El aludido miró hacia la persona frente a él y se sintió desmayar aún más con lo que sus castaños ojos observaron.

Sunoo vestía unos pantalones negros extra ajustados, los cuales resaltaban sus definidas curvas y sus tonificadas piernas. Camisa holgada de un tono azul pastel y con unos cuantos detalles de rayas.

De nuevo, ahí estaban esas curiosas y revoltosas mariposas en su estómago.

—Sunoo, T-te ves, te ves...

—¿Demasiado casual?

—No, no, te ves demasiado hermoso ─confesó aún sin poder apartar la mirada del contrario.

—Ow ─no pudo evitar sonrojarse. ─G-gracias, tú también te ves muy guapo.

—No tanto como tú. ─negó mientras sonreía.

El menor soltó una risita tímida y le ofreció la mano al contrario.

—¿Nos vamos?

—Demonios, sí. ─se levantó y tomó la mano ofrecida. Era tan cálida.

Fueron hasta un restaurante de comida Mexicana, pedida por el mayor y no pudieron evitar ordenar tacos.

Entre pláticas agradables, risas por parte de ambos (pero más por Sunoo porque le divertía ver como el mayor se ahogaba por tanto picante) y con quejas por haber gastado su bebida, ambos se retiraron del lugar con las sonrisas más brillantes en sus rostros.

Pasaron por algunos dulces en la tienda y después de unas horas más, ambos caminaban en un silencio cómodo por las orillas de las calles; alumbrados únicamente por los postes y por la resplandeciente luz de la luna.

Ahora se dirigían hacia la casa del menor, porque... Tenía que verificar que su chico llegase a salvo a su hogar ¿No?

Pasaron unos minutos caminando al mismo ritmo inicial y Ni-ki tragaba duro al sentir su mano rozar con la del menor muy seguidamente. Sunoo parecía mirar hacia el frente muy tranquilo e ignorando la situación.

Debería.. ¿Debería tomar su mano?

Su mente debatía entre hacerlo o no hacerlo. Estaba a punto de tomar una decisión, hasta que escuchó al menor romper el silencio.

—¿Vas a tomarla o no?

—¿Ah? ─preguntó desconcertado.

—Mi mano ─señaló con la mirada. ─¿Vas a tomarla o no?

Okey, eso lo tomó por sorpresa. El mayor estaba listo para golpearse por ser tan lento.

—Y-yo, ah... sí.

Tomó con timidez la suave mano de Sunoo tratando de no apretar tanto. Amó como encajaron a la perfección, como si hubieran sido hechas con el mismo molde.

No pasó mucho tiempo cuando Sunoo tomó la iniciativa de entrelazar sus dedos y apretarlos ligeramente.

Riki quedó estupefacto ante tal acción, ya que Sunoo era conocido por ser poco cariñoso y reservado.

Pero aún así, ahí estaba, haciendo un gesto extremadamente dulce que no paraba de derretir el corazón de su acompañante.

Cuando finalmente llegaron a la casa del menor, este mismo invitó a Ni-ki a ver las estrellas juntos debido a que se veían más relucientes que nunca.

Como Sunoo se negaba a que el mayor manchara su ropa recostándose en el césped, se le hizo una mejor idea sentarse sobre el auto de su mamá; así que ahí estaban, mirando hacia el cielo, apoyando sus manos en el capó del auto y pensando en un millón de cosas.

Riki no sabía en qué obra de arte concentrarse, teniendo dos frente a él.

Las estrellas eran magníficas, claro que sí, pero Sunoo era otro nivel. Con solo ver aquel cabello azabache cayendo desordenadamente por toda su frente, sus grandes orbes cafés brillando hacia las estrellas y esos labios super rosados y jugosos, podríamos dar por perdido el corazón de Riki.

Joder, parecía un ángel.

—¿Riki?

Su voz se escuchaba más aguda y relajada de lo normal.

—¿Sí, bebé?

—Gracias por todo lo que has hecho por mí. ─sus ojos aún estaban conectados con el cielo.

—No es nada, sabes que me importas.

—¿Es por eso que dejaste de molestar a los chicos?

—Sí, yo... sólo quiero poder gustarte.

—Siempre me gustaste. ─sonrió, pero de inmediato lo cambió por una mueca. ─Sólo no me agradaba mucho tu actitud con los demás.

Eso lo asombró con demasía. ¿Sunoo siempre gustó de él pero lo arruinaba por sus actitudes estúpidas?

Aconteció otro silencio de unos segundos. Diablos, el ambiente se sentía tan nostálgico.

—¿Riki? ─llamó nuevamente.

—¿Sí? ─eran demasiadas emociones para él.

—¿Haces todo esto porque en verdad me quieres? ─al fin bajó su mirada y sus ojos miraron al mayor. Se reflejaban en ellos que necesitaba una respuesta.

—¿Qué dices? ─sonrió enormemente.

─Claro que te quiero, Sunoo. Me encantas demasiado, por eso te pido una oportunidad par-

Fue interrumpido por unos delicados labios posándose en los suyos con suavidad. Abrió sus ojos abruptamente y miró. ¡Sunoo lo estaba besando! Su pecho saltaba con fuerza y pedía por más cercanía, pero se obligó a relajarse y disfrutar de aquel suave gesto, ignorando las mariposas alteradas en todo su estómago.

Ahora, ambos se besaban con ternura y demasiado cariño. Las emociones contenidas explotaron. El beso era muy delicado y lento, tal y como al menor le gustaba.

Luego de unos segundos de permanecer así, el mismo que inició el beso, lo terminó.

Sunoo se miraba con las mejillas tremendamente sonrojadas y estaba notablemente cohibido. Ni-ki no se quedaba atrás.

—Yo... sí quie-

Ni-ki tomó su nuca en medio de las palabras y juntó sus labios nuevamente. El beso, a diferencia del anterior, era un poco más necesitado; Riki movía su boca de lado a lado, buscando encajar ambos belfos a la perfección. Sunoo le seguía el ritmo torpemente, pero eso no quitaba la increíble sensación de un buen beso.

Se besaban con vehemencia y cuando el beso subió un poco más de tono, Ni-ki se pegó más al cuerpo del menor, provocando que este perdiera el equilibrio y se recostara de golpe sobre el capó.

Por el impacto, el auto soltó su pitido característico y ambos se apartaron por el susto. Por un momento se preocuparon de despertar a los vecinos, pero luego terminaron partiéndose en risas.

—Y-yo, debo entrar ya. ─sonrió avergonzado. ─Seguro mi madre está por venir pensando que alguien intentó robar su auto.

Ni-ki rió suavemente y estiró su brazo para colocar su palma sobre la mejilla del menor y acariciarla con el pulgar. Moría de felicidad.

—Bien, me iré ahora.

Sunoo se acercó y depositó un corto beso sobre la mejilla de Ni-ki.

—Gracias por lo de hoy, todo fue muy lindo. ─se balanceó sobre sus talones dejando sus manos detrás de la espalda y jugueteando con sus dedos.

El pitido continuaba, pero estaban tan metidos en su mundo que se habían olvidado por completo de él.

—¡Amor, basta!

—¿Qué? ¿Qué hice ahora? ─lo miró preocupado deteniendo sus movimientos.

—¡Deja de ser tan tierno! ¡Alteras mi pobre corazón! Con decir que hoy ya sufrió de bastantes emociones. ─tomó la mano del menor y la presionó sobre su pecho. ─¿Lo sientes? ─miró los ojitos curiosos y brillantes del menor. ─Tú eres el causante de esto. ─movió la otra mano hacia un mechón travieso en la frente del menor y lo pasó por detrás de su oreja, manteniendo su mano en la mandíbula.

Sus rostros se acercaron nuevamente y cuando sus narices rozaron, se escuchó una tercera voz al exterior de su burbuja.

—¡Malditos ladrones! ¡No se llevarán mi auto! ─presionó uno de los botones que estaban en sus llaves y detuvo el sonido irritante. ─¡Hey! ¿Quién está ahí? ─apuntó con la punta de su escoba hacia la dirección donde dos sombras se veían. ─¿Hijo? ¿Eres tú?

—¡Sí, mamá! ¡Soy yo! ─contestó cuando ya estaba completamente separado de Ni-ki.

—Oh. ─se fue acercando. ─Creí que querías robar mi auto. ─rió ─¿Y quién es este apuesto jovencito, ah? ─lo miró de arriba a abajo.

—Mm, mamá, él es Ni-ki... es mi-

—Soy su novio. ─extendió su mano como saludo y puso una de sus mejores sonrisas. ─¿No es así, bebé? ─lo abrazó por un costado y le besó la cabeza.

—Y-yo no..-

—¡Pero que maravilloso! ─la madre pegó brinquitos emocionados. ─Hijo, ¡No pudiste encontrarte a alguien mejor! ¡Mira! ¡Es súper cariñoso y amable! Te he criado tan bien. ─movió su cabeza con orgullo.

—Gracias señora. ─se inclinó en una reverencia. ─Prometo cuidar muy bien de su hijo.

—¡No lo dudo!

—Bien, mamá, ya basta. Ni-ki ya se iba.

—Oh, sí... Es tardísimo. ─se giró y depositó un pequeño pico en los labios del menor. ─Nos vemos mañana, cariño.

Cuando Riki se perdió de vista, la mamá de Sunoo chilló exigiéndole todos los detalles, a lo que él asintió y arrastró a su mamá de regreso a su casa.

Ni-ki caminó por las solitarias calles pensando que esa felicidad no se le quitaba ni en mil años.

No, no la había cagado.

La noticia de que al fin Sunoo y Ni-ki estaban juntos corría por todas las bocas de los estudiantes y como toda buena noticia, igual habían diferentes rumores al respecto.

Muchos decían que Sunoo estaba con Ni-ki debido a una amenaza de maltratos, mientras que otros simplemente decían que el mayor finalmente se había ganado el corazón del menor.

La primera teoría se desmintió cuando los vieron pasar por los pasillos tomados de la mano y conversando animadamente entre risas y empujones juguetones.

¿Cómo pensar que se trataba de una amenaza, si el menor dejaba ver esa sonrisa tan radiante cuando el mayor dejaba a cada momento besos en su cabeza y en sus cachetes?

Muchas chicas y hasta incluso chicos no estaban muy felices con ello. Amaban cuando Sunoo rechazaba a Ni-ki porque creían que eso les daba una oportunidad de estar con el mayor. Por supuesto que esto nunca pasó.

Era hora de su cuarta clase, pero dos alumnos en específico no se encontraban en el salón donde debían estar.

Ni-ki y Sunoo estaban muy ocupados en estarse besuqueando.

Riki, que tenía al menor montado sobre su regazo, apoyaba la espalda de este contra la pared del pequeño cuarto, mientras que sus manos sostenían la pequeña cintura del mismo. Sunoo mantenía sus brazos apoyados sobre los hombros opuestos y sus manos jugueteaban el cabello castaño del mayor.

Ambos se besaban con pasión, creando así, un beso desordenado donde sus lenguas se encontraban y luchaban entre ellas.

Luego de varios segundos así, la falta de aire los hizo separarse y no perdieron mucho el tiempo para juntarse en un abrazo.

—¿No crees que esto es emocionante? ─susurró sobre el oído del menor para luego dejar un beso ahí.

—¿Qué? ¿Qué estemos metidos en el cuarto del conserje? ─rió tiernamente mientras abrazaba aún más fuerte el cuerpo del mayor.

—Aparte de eso.

—¿Que nos hayamos saltado la clase?

—Sí, pero ya sabes, es emocionante lo que acabamos de comenzar tú y yo.

—Hubieramos empezado antes si no hubieras sido tan idiota con esos chicos.

—Ya, amor, no recuerdes el pasado, ya no hago eso.

—Lo sé y eso me encanta ─se apartó del abrazo y juntó sus labios fugazmente en un pequeño beso.

Para Ni-ki, ya no era importante si era o no el más popular del lugar, no le importaba si habían muchas personas detrás de él.

Tenía a un chico que le enseñó que no es necesario perjudicar a los demás solo para llamar la atención cuando lo podías hacer de mejores maneras. Que no era bueno sentirse superior a otras personas solo por ser diferentes a él y que todos pueden ser muy buenos amigos.

Y esa persona fue Kim Sunoo, el defensor de los nerds.

💐
¡ Fin !

Aún quedan dos extras 👀
Pero doña estúpida adaptó la historia incluso antes de haberla terminado de leer, por lo que se podrían encontrar con un +18, lemon o como gusten llamarle 🥺

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