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❪𝟱𝟯❫ ; 𝗺𝘆 𝗴𝗿𝗲𝗮𝘁𝗲𝘀𝘁 𝘁𝗿𝗲𝗮𝘀𝘂𝗿𝗲.

ARC THREE; EVERYTHING FOR THE ANGEL
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CAPÍTULO CINCUENTA Y TRES;
MI MAYOR TESORO
❛abrir los ojos❜

Si no cumplen la meta, ¡no se actualiza hasta que sea cumplida!❌Y si, hablo por ustedes, lectores fantasmas. Dejen su voto y así sea un comentario para que tengan capitulo nuevo.🐣

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©Shanxlabyx
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CASI NO PODÍA MANTENER SU MENTE DESPIERTA. PODÍA SENTIR todo su alrededor hacer ruidos extraños y que hasta este punto le provocaban migraña, justo ahora tenía lo más parecido a una. Sentía una sensación de dolor, de ardor por toda su espalda y todo su torso. Era la primera vez que había sentido algo así, pero, al mismo tiempo una sensación de ahogo y falta de oxigeno la invadía.

Con el poco uso de razón que había en su sistema, sabía muy bien que lo que le estaba sucediendo eran desmayos. Estaba tan debilitada que a duras penas lograba mantenerse consciente, una sensación de mareo y adormecimiento golpeaba todo su cuerpo, luchando por estar más activa.

—T-Tenshi-san, por favor... —escuchó a duras penas una voz, el eco de una voz. Una voz llena de desesperación y anhelo, anhelo de que ella abriera los ojos.

Quiero abrir los ojos, ¿por qué es tan dificil hacerlo?

Su mandibula se apretó mientras escuchaba a la lejanía diferentes voces, diferentes sonidos. Golpes, esos eran golpes... ¿aún estaban peleando? Pero si era así, ¿por qué esa pelea se sentía tan silenciosa? Es como si sólo una persona estuviera golpeando, todo era tan confuso para Masumi a ese punto, pero, poco a poco, lograba abrir los ojos, lograba darse de cuenta del panorama. Le costó un poco, pero sus pestañas se movieron, alzándose para poder ver algún punto en el cielo.

Ahora frunció el entrecejo mientras sentía una fuerte puntada en su cabeza, en realidad, le dolía toda, como si algo la quisiera obligar a mantener los ojos cerrados; la debilidad de su cuerpo la agarraba con fuerza y quería arrastrarla con ella, pero ella hacía todo el esfuerzo para no dejarse caer tan facilmente. Sus puños se apretaron con fuerza, sintiendo en su tacto como atraía hacia ella algo de tierra del lugar, llegando a meterse bajo sus uñas. Pero ese simple gesto llamó la atención de quienes estaban resguardándola.

—T-Takemicchi... —susurró Miyūki de forma un poco incrédula pero al mismo tiempo esperanzada. Fuera de la pequeña lucha del ángel de la TōMan, Miyūki y Takemichi colocaron su atención en ella, con sus ojos en grande y como movía ligeramete su cabeza hacia un lado, comenzando a sentir más firmeza en su cuerpo.

—¿Tenshi-san? —llamó de forma temblorosa el viajero del tiempo, sintiendo como su pecho se inflaba un poco en esperanza al ver como ella se mostraba cada vez más consciente. Su rostro cayó de lado al momento que ella abrió más sus parpados—. S-Si... ¡por favor, despierta! —susurró con cierto desespero, mirando de ella a Mikey.

Masumi sintió como sus ojos ardieron y pesaron de forma abrumadora al momento que los abrió con ligereza, llegando a quejarse de forma seca por lo mismo. Apenas inhaló un poco de aire por la nariz, tosió, tosió un par de gotas de sangre que cayeron de lleno contra la tierra y la manchó. Su visión era realmente borrosa y podía escuchar un constante pitido resonar en sus timpanos, que poco a poco dejaba de ser tan constante para dejarla con el mismo sonido ahogado de golpes. 

Sus pupilas apenas lograban enfocar una figura en movimiento, tuvo que apretar sus párpados un poco para lograrlo ver con mayor claridad mientras su respiración era pesada y uniforme, tratando en lo mayor posible de regular todos los sistemas nerviosos de su cuerpo, pero cada que exhalaba por la boca, inconscientemente tosía, sintiendo la boca seca y caliente al mismo tiempo. Pero, haciendo esfuerzo, apoyó uno de sus codos en el suelo y trató de levantarse mientras continuaba manteniendo sus ojos en la misma dirección que poco a poco se hacía más clara.

Era Manjirō... ¿qué estaba golpeando?

—Tenshi-san... —la voz preocupada de Takemichi volvió a llegar a sus oidos, quien la sostuvo una vez perdió el equilibrio al tratar de reincorporarse. La observó respirar por la boca con pesadez, sintiendo su cuerpo temblar por unos momentos hasta sentir como ejercía firmeza sobre si misma.

❛Me siento tan mal rogando que ella se levante, sobre todo en el estado en el que está, pero...pensaba el rubio teñido con cierta preocupación mientras Yūki la terminaba de socorrer para lograr sentarse. Observó su perfil pálido, como sus mechones caían a cada lado de su rostro como una cortina, pero, a pesar de tener una mirada un poco abrumada, observó como el brillo que tanto la caracterizaba comenzaba a reflejarse en sus pupilas. ❛Probablemente sea la única que pueda detener a Mikey-kun, así que, por favor... ¡levántate!

Su mirada estaba fija en ella con necesidad y desesperación, sintiendo un terco y persistente nudo en su garganta al verla tan desorientada, incluso pareciendo que no podría mantenerse por si misma. Pero la misma Kiyoko Masumi estaba haciendo fuerza inhumana sobre si misma para levantarse, socorrida por Yūki y Takemicchi, mirando de forma algo perdida hacia la tierra bajo de ellos, volviendo a toser de forma seca y mirando una vez más aquellas gotas rojizas manchar el suelo bajo sus pies; alzó su mirada una vez más hacia enfrente, mirando a Sano Manjirō golpear sin parar a Hanemiya Kazutora, como si buscara matarlo.

El simple pensamiento la hizo gruñir y volver a colocar más fuerza en sus propios pies que gritaban porque se quedara quieta, que no podían soportar el peso de su propio cuerpo por la misma debilidad. Pero, agitó su cabeza mientras continuaba viendo como la espalda del rubio conocido como el invencible Mikey se flexionaba cada que bajaba su puño, observando como de este salpicaba sangre, pero no sangre de él. Un nudo se instaló en su garganta por lo que sucedía, pero luchó por mantenerse de pie y avanzar.

—M-... Manjirō... —susurró de forma seca, volviendo a toser ligeramente, casi ida. Al comienzo arrastró sus pies al avanzar, sintiendo como las manos que estaban sobre ella para mantenerla de pie se alejaban, pero, aunque se tambaleó, comenzó a avanzar—. Oye... —susurró.

Por el sonido de sus pasos al arrastrase con cierta vagancia en la tierra, llegó a llamar la atención de varios miembros de la TōMan, incluso de la misma Shinobu que continuaba tendida y atemorizada en el suelo, lanzando una mirada atonita a la figura del ángel de la TōMan avanzando con pasos torpes. Varios reflejaron sorpresa, y los que estaban allí como simples espectadores, mostraron intriga por verla levantarse cuando la habían dado por muerta. Y, antes de que todos pudieran reaccionar más, Masumi chasqueó su lengua y rápidamente corrió hacia donde estaba Manjirō.

Todos se sorprendieron cuando su peso chocó bruscamente contra su espalda, incluso provocando que fuera hacia adelante y por poco cayera sobre el cuerpo casi inerte de Kazutora quien incluso se desconcertó. Desde su punto de vista, la cual estaba algo borrosa por los golpes que recibió, observó el rostro desesperado del conocido ángel de la TōMan, con su rostro pálido pero con una mirada ferviente de desesperación en sus orbes rosaceos, con aquel brillo que tanto la caracterizaba. Sus brazos rodearon el cuello de Mikey desde atrás, haciendo una fuerza sobre humana para jalarlo hacia atrás y quitarlo de encima, cayendo sobre el suelo de tierra.

No pudo aguantar quejarse cuando, sin piedad, Mikey llevaba su mano hacia atrás, jalaba su cabello y enredaba esta entre sus hebras, jalándola en un intento de quitarsela de encima al creer que era alguno de sus compañeros o amigos tratando de detenerlo. Su mirada naturalmente oscura ahora estaba vacía, con un resplandor claro en ellos, pero que sólo reflejaban una extraña y curiosa sed de sangre que no podía ser saciado fácilmente.

—Sueltame. —dijo con un tono de voz bajo y grave, demostrando la poca emoción que sentía.

—¡Detente ahora, Manjirō! —exclamó Tenshi con un tono de voz roto pero desesperado, no doblegando ni un poco su agarre sobre él, ni aunque lo haya quitado de encima de Kazutora. Y ahí fue cuando sintió que él dejó de hacer fuerza.

Todo se quedó en silencio, al lado de la respiración temblorosa y algo pesada de Masumi, así como la pesada de Kazutora al haberse recuperado parcialmente de lo que él se había resignado como su muerte inminente y, incluso pensada por él mismo, como merecida. Desde su lugar, apenas logrando abrir uno de sus ojos por la hinchazón, sintiendo incluso todo su cara doler, se reincorporó un poco con sus codos y observó desde allí la expresión atonita de Mikey, despues de tanto, expresando algo. Y no era dificil de sentirse así, veía los brazos fuertemente aferrados al cuello de Mikey, con aquellas mangas oscuras del uniforme de la TōMan, incluso con sus piernas rodeando su espalda para tenerlo a raya.

La única que había sido capaz de detener al monstruo de Mikey.

—¿Masumi...? —murmuró este con un tono de voz algo ahogado mientrasa miraba el anillo de plata en uno de sus dedos. Temblorosamente fue colocando una de sus manos sobre este, sintiendo su tacto algo frio, pero llegando a sentir la suavidad que tanto la caracterizaba.

Kazutora sintió su respiración entrecortarse un poco al lograr ver el rostro del ángel de la TōMan, ver sus ojos brillando como siempre, incluso llegando a hacer contacto visual con ella por unos segundos. Aunque, desde su propio punto de vista, observó como su mirada se perdía y su propio agarre se debilitaba un poco, exaltándolo a él y a Manjirō que rápidamente, perdiendo completo interés en él y centrando su atención en ella, girándose y tomándola de los brazos

—Masumi... ¿estás...? Oye, ¡Oye! —soltó un poco alterado al ver como parecía haber perdido las luces por un momento, hasta que agitó por ella misma su cabeza y pareció volver a recuperar la compostura.

—Me voy por unos segundos... —murmuró el ángel de la TōMan con un poco de gracia, hasta que terminó por toser violentamente y escupir nuevamente sangre. Manjirō miró fijamente esta hasta que Masumi lo tomó del rostro y le dio una débil sonrisa—. Estoy bien, ¿si? ¿Me ves aquí? Ya puedes calmarte... —murmuró de forma calmante a pesar de la leve fatiga en su voz.

Manjirō sentía sus manos temblar en el agarre de sus brazos, incluso afianzando con más fuerza y sin pensar sus dedos en esta. Sus pupilas estaban completamente fijas en su rostro y en la suave sonrisa que expresaba, fue bajando e inclinando su cabeza poco a poco hasta apoyarla en su pecho, manteniendo sus ojos bien grandes mientras escuchaba en sus timpanos un ligero palpitar, el palpitar en su corazón que, a pesar de todo, estaba un poco acelerado, como si, a pesar de la propia debilidad que sentía, estuviera alterada. Sólo quería concentrarse en ese sonido y en la propia calidez que ella expresaba.

Todos observaban casi atonitos por ver como ella había sido la única que calmó al invencible Mikey y de su propio descontrol con su simple presencia, incluso a pesar de que ella misma se mostraba bastante débil. Kazutora era uno de los tantos que se encontraban en shock, sobre todo cuando ya se había resignado a morir a manos de quien consideraba era el culpable de todo lo que sucedía, pero ahora, observaba como poco más le faltaba por aferrarse como un bebé al ángel de la TōMan, pareciendo buscar un ancla a la realidad. Respiró de forma un poco entrecortada al sentir su nariz un poco obstruida, alzando la mirada hacia el rostro algo desorientado de la de mechas blanquecinas.

—Masumi... —murmuró con un tono de voz constipado, llamando la atención de la aludida, pero no sólo de ella, si no del mismo Mikey quien había mantenido su atención en los latidos de su corazón, abrió sus ojos directamente hacia él, con la misma mirada vacía que antes, incluso provocando que se estremeciera.

Era como si la bestia se estaba aferrando a su calma, pero aún estaba allí presente. Podría notarlo, la forma en la que mantenía sus manos agarradas con fuerza al cuerpo débil de Masumi, como si una parte de él tratara de calmarse con ella, pero la otra continuara sediento de sangre, casi sentía que le había dicho que no le hablara, que no se atreviera a hablarle. Pero, antes de que pudiera haber otro movimiento, otra voz se hizo presente, haciendo eco en el lugar.

—¡MIKEY!

Todos se congelaron cuando lograron reconocer aquella imponente voz que a más de uno alguna vez lo hizo intimidarse y agachar la cabeza, pero que para otros, los hizo sentir una relajación en sus cuerpos. Masumi, quien había mantenido su mirada entrecerrada tratando de mantenerse lúcida, abrió mas sus parpados cuando escuchó esa grave pero fuerte voz, sintiendo incluso el shock en el cuerpo de Manjirō quien alzó su rostro de su lugar y miró por sobre su hombro, con sus ojos abiertos de par en par. Sin soltarse de Masumi, observó con conmoción la persona que se tambaleó pero mantuvo de pie a pesar de su debilidad.

Era Baji Keisuke, quien se había levantado sobre sus dos pies y ahora sonreía con la comisura de sus labios ensangrentadas, pero mostrando una expresión risueña.

—Te pusiste furioso por mi... Gracias. —dijo con su voz un poco ronca por la sequedad en su garganta, y, a pesar de verse de pie, pudo verse su ligero tambaleo—. Masu tuvo que calmarte, ¿eh? Ella siempre tiene el mismo efecto en ti... —suspira de forma temblorosa, dando un par de pasos.

—¡No te muevas, Baji-san! —exclamó de inmediato Chifuyu al verlo tratar de moverse, pero incluso cuando se atraveso, la mano del pelinegro se apoyó en su hombro y lo hizo a un lado, comenzando a bajar poco a poco de la cima hasta llegar al pie de esta.

Escupió un poco de sangre mientras comenzaba a encaminarse con cierta dificultad, a cada paso manchando con algo de sangre la tierra debajo de sus pies, incluso con una postura algo temblorosa y llegando a cojear un poco. Pasó por el lado de Takemichi y el de Miyūki, mirando de reojo a esta misma y la mirada atonita y llorosa que lo observaba con muchos sentimientos encontrados. Él le embosó una ligera y suave sonrisa que fue mostrando más seguridad con cada paso que daba.

—Miyūki... —murmuró con una forma de saludo, o de algo más, pero la albina no pudo decir absolutamente nada cuando este continuó avanzando, atrayendo las mirada atónitas de todos, y quien estaba más en shock era Manjirō, quien sostuvo para levantar a Masumi con él, quien se sostenía con su brazo y trataba de estabilizar su respiración, alzando la mirada hacia él.

—Baji... —murmuró Mikey de forma temblorosa cuando lo tuvo frente a frente, notando su postura un poco temblorosa. Keisuke respiró lentamente y dirigió su mirada a Tenshi quien lo miraba con sus párpados algo caídos, desmostrando cansancio y algo de dolor.

Se fijó en la palidez de su rostro y como, al igual que él, había sangre saliendo de su boca. Sintió como si se estuviera mirando en un espejo, el simple pensamiento le dio algo de gracia y no pudo evitar salir una pequeña risa algo seca enfrente de los ojos ahora llorosos de Masumi que, al igual que él, estaba respirando con pesadez, aunque a simple vista se notaba que había diferencia en el estado de ella y el de él.

—Te ves de la mierda, casi como yo. —no evita decir como si quisiera apaciguar el ambiente, haciendo que una pequeña lágrima escapara de los ojos de Masumi.

—Kei-kun... —murmuró de forma tenue, como si le costara hablar. Keisuke la miró fijamente a los ojos por unos segundos y volvió a retomar su avance, pasándolos a ella y a Mikey de largo.

—Yo... no voy a morir. —declaró de forma ronca, llegando a los pies de Kazutora quien continuaba en el suelo, con sus orbes abiertos de par en par apenas se percató de su presencia y su sonrisa confiada a pesar del leve sudor frio que recorría su frente—. ¡Una herida como esa no va a matarme! —y a pesar de sus palabras, debajo de él, incluso de pie, se estaba formando un charco de sangre que goteaba de la herida en su cuerpo.

El silencio perduró por unos segundos, todos con las miradas en Baji Keisuke, quien se mantenía de pie con cierta dificultad. Una pequeña brisa pasó, agitando su cabello aún amarrado en una coleta alta mientras observaba con una mirada casi cálida en sus ojos al chico del tatuaje del tigre.

—No te preocupes, Kazutora. —dijo con una expresión suave, llevando su mano derecha al bolsillo de su chaqueta y desplegando una hojilla que relució con su metal, rápidamente posicionándola en dirección hacia él—. ¡No vas a ser tú quien me mate!

Todo pasó tan rápido que nadie pudo reaccionar, observando el filo del metal de la cuchilla moverse con rapidez y perderse en medio de un montón de tela, comenzando a hundirse hasta terminar perforando y chorreando aquel peculiar liquido rojizo. Las expresiones de todos se fueron deformando poco a poco en shock mientras observaban como él hundía con más fuerza el filo hasta perderse por completo en su abdomen. Keisuke apretaba su entrecejo con dolor, sosteniendo la sonrisa segura en sus labios, pero, a pesar de todo, un pequeño brillo se fue instalando en sus ojos al mismo tiempo que se cristalizaban, tanto por el dolor físico como el emocional.

Dejó que su cuerpo perdiera el equilibrio solo, siendo todo tan rápido cuando todos los presentes observaron como su cuerpo caía inerte al suelo en un golpe seco. Todos tenían sus miradas shockeadas y paralizadas, sus amigos, los fundadores de la TōMan quedaron con sus ojos fijos en su cuerpo ahora tendido en el suelo, tan paralizados por lo que había sucedido que no reaccionaban. Masumi tenía sus ojos en grande, fijos en él, sintiendo como su respiración tan irregular anteriormente se había paralizado por unos momentos.

Una de sus manos se hizo puño atrayendo arena entre sus uñas, a comparación de Mikey quien continuaba mirando de forma fija hacia enfrente, dando la espalda, como si no quisiera ver pero al mismo tiempo supiera lo que sucedía con sólo escuchar. La de mechas blanquecinas sentía su respiración poco a poco agitarse en jadeos pausados al mismo tiempo que un nudo se instalaba y crecía cada vez más en su garganta, a la par que sus orbes se iban cristalizando, sintiendo que quería llorar y al mismo tiempo no podía. Todo su cuerpo estaba paralizado, que no pudo reaccionar hasta que escuchó gritos desgarradores.

—¡K-KEISUKE! —chilló la voz de Miyūki mientras corría hacia él, a la par que Chifuyu quien bajaba lo más veloz que podía de la montaña de autos.

—¡BAJI-SAN! —exclamó Chifuyu con espanto mientras corría lo más rápido posible hacia el cuerpo inerte del pelinegro, sosteniéndolo en sus brazos y observando ahora la agresiva palidez en su piel.

Un sollozo inmediatamente escapó de los labios de Masumi mientras veía al rubio sostener de forma temblorosa pero firme el cuerpo del de colmillos, sintiendo como su cuerpo se agitaba ligeramente cuando Yūki pasó velozmente al lado de ella y llegó a ellos, arrodillándose rápidamente, observando su rostro pálido del espanto junto con las lágrimas que caían por sus mejillas, no sabiendo dónde colocar sus manos. Observaba el miedo y el dolor en sus ojos, la forma en la que hipos sin sentido salían de su boca mientras agarraba su mano y temblaba de forma de controlable.

Le recordó a ella...

«—¡M-MAMÁ, MAMÁ! —recordaba la forma desgarradora en la que chillaba y gritaba, agitando con fuerza su cuerpo inerte en el suelo mientras la lluvia caía con violencia sobre ellas.

Su rostro era una mezcla de dolor y desesperación, mientras las lágrimas caían por sus mejillas y se camuflaban con las gotas de lluvia que resbalaban por sus mejillas. Hasta este punto no podía articular más que gritos llamando a su madre, mientras la giraba y buscaba su rostro, observando el río de sangre que caía por el costado de este así como sus ojos entrecerrados con debilidad, sus párpados caídos más allá de la mitad de sus ojos y demostrando a duras penas el color violeta de estos.

Sin brillo alguno, unos ojos sin vida. Porque su madre estaba sin vida, pero se negaba a aceptarlo.

—¡P-Por favor... Reacciona! —suplicaba mientras sollozaba y agitaba a su madre con brusquedad, en un desesperado intento de que despertara—. ¡Por favor, no, no! ¿¡P-Por qué!? ¡M-MAMÁ!»

—¡Baji-san! ¿¡Por qué!? —suplicaba Chifuyu de la misma forma que ella lo hizo en algún momento, así como Miyūki quien sollozaba agresivamente al punto que parecía costarle respirar.

—¡P-Por favor, no...! —negaba la albina con la cabeza.

Las lágrimas comenzaron a bajar por sus mejillas como cascadas mientras su mandíbula temblaba notoriamente, olvidándose por completo de su propio estado que hasta cierto punto era crítico, que la hacía ver borroso e incluso creyendo que estaba alucinando hasta ese punto. Su respiración se entrecortaba a la par que se mezclaba con sus sollozos agresivos, llegando a ser tan sonoros que llamó la atención. Se trató de levantar, tropezando por la misma rapidez de su movimiento, casi arrastrándose hacia donde veía a Chifuyu y Miyūki sosteniendo el cuerpo de Keisuke, pero dónde ahora sólo podría fijarse en él.

—¡K-Keisuke! —chilló de forma aguda y al mismo tiempo ahogada apenas llegó a un lado de él, quejándose por la herida que tenía en su espalda y que no la dejaba moverse como quería, pero no le importaba. Eso no le importaba—. ¡Keizuke, n-no!... ¡No, no, no! —decía una y otra vez en negación, observando la prominente mancha que se marcaba en su ropa y luego su pálido rostro, así como la respiración ahogada que ahora salía de su boca.

No, no. Esto no puede estar pasando, no él también.

Se quejó de forma quejumbrosa mientras alzaba sus manos temblorosas como si tuviera hipotermia, no sabiendo dónde colocar sus manos para lograr ayudarlo o detener el sangrado. No pudo evitar recordar el Tres de Agosto en donde vio a Draken tendido en el suelo en un charco de sangre, pero ahora estaba tan impactada y asustada que de repente se le había olvidado que hacer. Apenas reaccionó cuando escuchó la ahora pesada y pausada respiración de Keisuke, volviendo a quejarse del mismo miedo y presionando sus manos en su abdomen, sintiendo como estas se manchaban aún más de sangre y haciéndola creer que no hizo mas que sacarle más sangre en vez de detenerla, alejando sus manos.

—U-Ugh, asco... —se quejó Keisuke en una pequeña risa al verla ahora con sus manos bañadas de su sangre y como casi chorreó por la presión. La herida claramente era mortal y él lo sabía. Masumi lo miró con desesperación y lágrimas, no dejando de sollozar—. A-Antes ya estabas de la mierda y ahora aún más...

H-Hugh... —emuló Masumi en un pequeño quejido por el sollozo que al mismo tiempo aguantaba. Miró su herida nuevamente y volvió a intentar de colocar presión con sus manos, pero no parecía funcionar, llegando a un punto de pensar que estaba aumentando aún más el sangrado—. ¡No, no, no! ¡P-Por favor, deja de salir! ¡Maldita sea, m-mierda!

Heh, estás insultando. Vaya... —Keisuke volvió a reír con un deje de diversión y a su vez impresión al mismo tiempo por escucharla decir esas palabras—. ¿L-Las...aprendiste de mi, no? Bueno, al menos dejaré algo bueno en este mundo.

—¡Cierra la boca, idiota! —chilla con cierto enojo la pelinegra de mechas claras, una reacción de la conmoción que la recorría—. ¡C-Cállate! ¡S-Sólo cállate...!

—Ah, que humor... —volvió a bromear inevitablemente, sintiendo como un pequeño hilo resbalaba por su labio. Observó el rostro de Masumi, observando lo deformado que estaba por la desesperación en este al mirarlo y llorar por él—. Q-Quería divertirme un poco al menos...

—K-Keisuke... —murmuró Miyūki entre lágrimas luego de contemplar la sonrisa del de colmillos, quien la miró a ella y luego hacia Chifuyu cuando sintió algo gotear en su rostro, viendo sus lágrimas.

El lugar a duras penas se mantenía en silencio por los sonoro sollozos que soltaba Masumi, combinándose con los de Miyūki y unos cuantos de Chifuyu. Todos estaban aún detenidos en su lugar, con los fundadores de La TōMan procesando poco a poco lo que sucedió enfrente de sus ojos y teniendo sus corazones en mano, así como ocultos y pequeños nudos en su garganta, sobre todo porque sabían lo que estaba yéndose en ese momento. Mitsuya y Draken mantenían la seriedad en sus rostros, pero al mismo tiempo habían miradas afectadas e impotentes en sus ojos, Cherry estaba con sus ojos cerrados con fuerza y su rostro girado hacia otro lado, ocultando lo más que podía las lágrimas que se asomaban en sus ojos.

Con Masumi ya era bastante en claro su estado, Mikey continuaba con su mirada perdida en algún lado absteniéndose a escuchar la voz de ella desgarrarse con cada segundo, así como las breves respuestas de Baji. Sus puños estaban apretados y había un nudo oculto en su garganta. Y por último, Kazutora, había estado mirando fijamente a Keisuke por varios segundos para ir deslizando su mirada poco a poco al de cabellera rubia, con su mente yendo a mil por minuto, demostrando su tormenta de sentimientos con las lágrimas cayendo por sus mejillas. Respiró con fuerza por la nariz y comenzó a avanzar hacia él nuevamente, con un paso algo tambaleante.

—Mikey... —balbuceó alzando su rostro con una sonrisa casi maniática, pero al mismo tiempo con una mirada que de alguna manera demostraba dolor, sobre todo con las lágrimas que resbalaban por su rostro—. Sigues tú... ¡Puedes acompañarlo en el infierno!

Manjirō volteó su rostro rápidamente hacia él, con una mirada afilada y amenazadora. —Callate si no quieres que te mate. —le lanza una mirada de mala muerte mientras escuchaba los llantos en el fondo, escuchando particularmente el de Masumi y haciendo que sus puños se apretaran con fuerza.

Masumi sentía genuinamente que casi ni podía respirar, de por si teniendo la dificultad por lo herida y débil que estaba, ahora aún más por el fuerte llanto que estaba haciendo y forzaba a sus pulmones a respirar con más fuerza y darle oxigeno. Veía con dolor la piel cada vez más palida de Keisuke, incluso sobrepasando la suya propia que ya se veía bastante enfermiza. Incluso su expresión se volvía más apagada así como su mirada, demostrando así como poco a poco su vida se estaba esfumando.

—Baji-kun... —murmuraba Takemichi sin aliento, con su rostro completamente surcado de lágrimas, incluso shockeado por lo que pasó—. ¿P-Por qué...? No lo entiendo... ¿Por qué te apuñalaste? —el pelinegro lo volteó a mirar con cierta pesadez, apretando un poco el entrecejo y tomándose su tiempo para hablar.

—T-...Takemichi... —respondió con dificultad, teniendo cada vez menos fuerza en su voz—. Acércate... —pidió a duras penas, apenas logrando mantenerse consciente.

Takemichi obedeció, arodillándose a su lado, tomándose un momento para ver a Masumi, volviéndolo a ver, incluso sin ver con exactitud, podía notar el dolor en ella, en Miyūki quien sólo se mantenía cabizbaja y con su mano aferrándose fuertemente a la de él. El viajero apretó sus puños contra el suelo con fuerza mientras observaba el enorme esfuerzo que Keisuke estaba haciendo incluso para hablar, viéndolo tomar una fuerte respiración.

—Kisaki... —dice en un tono de voz bajo y algo tembloroso, pero que demostraba firmeza y seguridad—... es el enemigo. —declara sin titubear.

Takemichi aprieta sus labios entre si con fuerza, no sabiendo como sentirse por eso. Ya lo sabía, pero incluso esa misma declaración lo afectaba más de lo que pensó. Miyūki desvió la mirada hacia abajo y aguantó la respiración un poco, Chifuyu sólo apretó la mandibula con impotencia y dolor. Y Masumi... ella de un momento pareció que había dejado respirar, reteniendo su respiración por unos momentos mientras sus orbes se fijaron por completo en el rostro del pelinegro, incluso ese repentino cambio lo notó Takemichi al verla de reojo y notar como dejó de hacer cualquier movimiento.

—L-Luego de que pelearamos contra Moebius y Pah apuñalara a Osanai... Kisaki le pidió a Mikey ser el capitán de la Tercera División a cambio de sacar a Pahchin de la prisión. —relata, recordándose a si mismo oculto detrás de una pared escuchando su conversación. Jadea con pesadez por unos segundos, manteniendo sus ojos fijos en el viajero—. Yo mismo vi cuando se lo propuso a Mikey...  —vuelve a jadear sin aire, dirigiendo su mirada hacia el cielo.

Trata de tomarse su propio tiempo para hablar, pero sabía, sentía percfectamente como su propio cuerpo estaba dejando de tener fuerza, como su mente lentamente se quería apagar y su corazón trabajaba cada vez menos. Estaba haciendo un esfuerzo enorme, tomando en cuenta que no le quedaba demasiado tiempo. Cerró sus ojos con fuerza mientras tragaba saliva, sintiendo el sabor metálico en su boca, pero no se iba a rendir antes de dejar claro todo. Alzó sus parpados y se encontró con la mirada fija de Masumi, quien parecía casi atonita, así como las lágrimas que resbalaban silenciosamente por sus mejillas.

—M-Miyūki, ella... —habla de forma entrecortada, sintiendo su cuerpo arder y al mismo tiempo sentirse helado. Con cierta debilidad miró hacia esta misma quien lo observaba con sus orbes llorosos, y sólo sonrió, dirigiendo su mirada devuelta a Tenshi—. Ella terminó enredándose en esta situación por él, por querer alejarte de Mikey. —dice con seguridad enfrente de los ojos atentos pero llorosos de Masumi—. P-Por eso, desde el primer momento te dije que no confiaras en él. Lo que hará es apuñalarte por la espalda, todo por su plan de querer ser parte de la TōMan... Pero el capitán de la tercera división no es Kisaki y tú lo sabes bien.

Las lágrimas volvieron a resbalar por las mejillas de las de la subcomandante de la TōMan mientras escuchaba sus palabras que no hacían más que apretujarle el corazón, sobre todo al ver la expresión casi de frustración que se reflejaba en el rostro del débil pelinegro. Apretó sus labios en un temblorosos puchero mientras su cejas se fruncían y caían a los lados de su rostro en un gesto de pena, de tristeza... Y eso era sólo la superficie de lo que sentía.

—Nosotros ocho fundamos la TōMan. —su voz se vuelve más entrecortada con el pasar de los segundos, donde sus ojos comenzaron a cristalizarse y la simple imagen hace que Masumi vuelva a llorar, apretando su agarre en su torso—. P-Pase lo que pase... El capitán de la tercera división será Pah. 

El sollozo escapó inevitablemente de los labios de Masumi por la mención de su amigo aún en la carcel, sintiendo como su visión se nublaba por muchas cosas; por el dolor, por las lagrimas, por su propia debilidad, sentía como de momentos su mente quería apagarse, pero ella no. Sólo podía observar con dolor la manera en la que Baji Keisuke lentamente se iba.

—B-Baji-san... —murmuró Chifuyu en su lugar con un nudo en su garganta y lágrimas que no se molestaba en detener.

Los labios resecos del pelinegro poco a poco fueron formando una ligera y suave sonrisa, con sus ojos brillosos por las lágrimas y con el fuerte sentimiento que lo estaba golpeando con fuerza, pero al mismo tiempo aquel sentimiento de que su vida estaba escapándose poco a poco de sus propias manos y por sus propias manos. Pero, de alguna forma no se arrepentía, era uno de los momento en los que sentía seguridad.

—Pahchin, Mitsuya, Draken, Cherry, Masu, Mikey, Kazutora... —los nombra con el mismo tono de voz suave y terso, pero al mismo tiempo débil y tembloroso, sin quitar la sonrisa de sus labios o dejar que las lágrimas cayeran todavía de sus ojos—. Ellos son mi mayor tesoro.

Otro fuerte sollozo escapa de los labios de Masumi mientras comenzaba a negar con la cabeza, agachando esta misma como si quisiera evitar seguir viendo lo que se desencadenaba enfrente de sus ojos y lo que escuchaban sus oídos, teniendo incluso el instinto de cubrirse estos mismos con sus manos al no querer escuchar más. Se negaba a seguir escuchando esas palabras tanm dulces pero que no hacían más que hacerla sentir agria, agria por la razón por la que lo decía.

No quería escucharlo hablar más.

—Quise resolver esto yo solo... —cierra sus ojos con algo de fuerza, empujando a que más lágrimas resbalaran por su rostro—...pero parece que no pude. —sonrie con un poco de ironía, respirando de forma un poco acelerada y alzando más su rostro—. Y-Yo mismo... ocasione mi muerte. —sonrie con debilidad—. Mikey ya no tiene motivos para matar a Kazutora.

El aludido alza inevitablemnte su rostro hacia la dirección de él apenas fue nombrado, mostrando una expresión conflictiva por lo que decía, quitando por completo la expresión casi desesperada que tenía en sus facciones al sentirse shockeado, al entender porque hacía eso, sólo haciendo que más lágrimas cayeran por sus mejillas. Mikey, que estaba enfrente de ellos, dándole la espalda, sólo aprieta sus puños cada vez con más fuerza. 

Keisuke vuelve a respirar agitadamente por la boca, tomando una pequeña bocanada de aire para poder tener un poco más de lucidez, girando sus ojos hacia el rostro de Chifuyu quien lo miraba con dolor, al de Miyūki quien en su lugar no quería mirarlo, pero sostenía su mano en cada segundo, luego observa a Masumi quien mantenía sus ojos fijos en él con dolor y tristeza para cerrar sus ojos y mirar hacia abajo. Mira a esta misma por unos segundos y luego desplaza su mirada hacia Takemichi que sollozaba con fuerza. Se queda mirándolo por unos segundos, frunciendo ligeramente el ceño cuando tuvo un destello de alguien más, con su cabello oscuro así como sus ojos y una sonrisa amigable.

—Me queda poco tiempo... Comienzo a alusinar. —declara luego de pensar unos segundos, Hanagaki aún con lágrimas en sus ojos se levanta. Keisuke forma una ligera sonrisa—. Takemichi... En cierto sentido, te pareces a Shin'ichirō...

El viajero alza sus cejas con cierta sorpresa por aquel nombramiento, que más de una vez había escuchado pero que justo ahora lo había golpeado con más fuerza de lo que se imaginó. Agachó su rostro mientras mordía su labio inferior con fuerza para tratar de aguantar el fuerte llanto que lo azotaba, pero hasta este punto era imposible no hacerlo. Sentía una mezcla de tristeza, de frustración e impotencia por lo que no había logrado evitar, todo yendo casi de la misma manera que en el futuro original.

—K-Keisuke... —la voz de Masumi llegó a sus oidos, haciéndolo alzar la mirada y encontrarse con su rostro aún siendo recorrido por un mar de lágrimas y una mirada llena de tristeza que se tiñó de un sentimiento intenso cuando él la miró con intensidad.

—Masu... —murmuró con un tono de voz cada vez más apagado—. Cuida a Mikey. —declara con seguridad provocando que los sollozos cayeran en sus labios, Baji los miró con seguridad, deteniendo la mirada en Takemichi—. La TōMan... Queda en sus manos. 

Takemichi negó con su cabeza con fuerza, no evitando los sollozos que escapaban de sus labios. —N-No, Baji-kun... ¡No digas esas cosas! 

Masumi negaba con la cabeza una y otra vez mientras apretaba con fuerza su chaqueta, queriendo incluso lanzarse a abrazarlo, aferrarse a él y a su voluntad de que no iba a dejarla él también, aferrándose a lo inevitable. Sollozaba cada vez más constante mientras observaba la mirada de Keisuke pasearse a su alrededor con ligereza y un gesto silencioso, como si de alguna manera buscara tener una última imagen de las personas más importantes para él hasta detener su mirada hacia el cielo azul apenas nublado.

A pesar de que la mayoria de la semana fueron climas de lluvia, hoy, por alguna razón, estaba bastante despejado. Su mirada se suavizó y sólo se abstuvo a respirar con profundidad.

—Chifuyu... —murmura con un tono de voz bajo, no recibiendo una respuesta inmediata de su vicecapitan que sólo lo miró, hasta contestarle.

—¿Si?

—Mataría por un poco de Yakisoba Peyoung... —declara con una sonrisa de lado y su voz con cada vez más baja, perdiendo la fuerza con el pasar de los segundos. Y Chifuyu sabía eso, apretando sus labios con fuerza y sintiendo las lágrimas caer por sus mejillas, pero sólo asintió.

—Iré a comprar enseguida. —responde con un tono de voz tembloroso. Keisuke ladea una sonrisa y cierra sus ojos, no evitando soltar una pequeña y suave sonrisa.

—Lo vamos a compartir, ¿no? —cuestiona con su voz ahora más baja y suave, apenas audible. 

El agarre en su cuerpo se intensificó aún más por la debilidad tan agresiva que demostraba, pero el rubio se abstuvo a asentir con ligereza, recibiendo por última vez una sonrisa de Baji Keisuke, quien había dado todo por sus amigos y ahora se resignaba por completo a su destino que de alguna manera él mismo provocó.

Gracias... Chifuyu.

Los segundos pasaron luego de sus palabras, pareciendo que se llevaba el corazón de más de uno con el último suspiro que dejaron salir sus labios. Un silencio lugubre se hizo presente en el lugar, como si todos esperaran algo y al mismo tiempo no quisiera que llegara, pero enfrente de sus ojos había sucedido. Más de uno desvió la mirada con pesar, los que estaban de espectadores no hacían más que mirar en silencio e incluso dejando de hacer lo que hacían con desinteres por aquella escena.

Masumi no dejaba de ver, casi sin pestañear el rostro de Keisuke, sus parpados estaban caídos hasta la mitad de su rostro en una mirada pesada, hasta alzarlos un poco apenas se percató de como ya no hacía gesto alguno, ninguna respiración, ningun movimiento en sus propios parpados. Su cuerpo se puso cada vez más rigido mientras se arrastró un poco más a él con una mirada desesperada, apoyando una de sus manos en su pecho. No sintió absolutamente nada bajo sus dedos, ni como sus pulmones se llenaban.

—¿Baji-san...? —escuchó la tenue voz de Chifuyu llamarlo como si apenas estuviera procesando el cuerpo ahora completamente inerte entre sus brazos.

A comparación de antes, no recibió respuesta alguna.

Observó su rostro inerte, como ahora mantenía sus ojos caídos con pesadez. Abrazó su cuerpo contra él con fuerza mientras las lágrimas continuaban cayendo por sus mejillas mientras apretaba su mandibula, dándose una mirada rápida y casi apresurada con los tres que estaban de alguna manera socorriéndolo pero que al mismo tiempo estaban igual de desconsolados. Se encontró con la mirada llorosa de Miyūki con quien se miró por varios segundos hasta desviar la mirada con impotencia y dolor.

—N-No puede ser... —sollozó Chifuyu con su agarre cada vez más tembloroso, cerrando sus ojos con la misma fuerza con la que se abrazó al cuerpo ahora frio y tieso de quien siempre sería su capitán—. ¡BAJI-SAN!

Miyūki apretó sus labios con fuerza al mismo tiempo que su mano sostenía con fuerza la de él, dejando de sentir por completo el agarre contrario, donde sus dedos ahora estaban sueltos y flacidos. Agachó su rostro en menos de fuertes sollozos y quejidos mientras usaba su rostro contrario para cubrir como podía sus propias facciones, dejando que su corto cabello cubriera el resto. Masumi no hacía más que mirar fijamente el rostro de Keisuke, mientras su respiración se hacía cada vez más temblorosa, negando con la cabeza.

—N-No... No, no, no... —murmura con su voz cada vez más rota mientras se acercaba más a él y movía su cuerpo en negación, queriendo que reaccionara, que abriera sus ojos y dijera «no se van a deshacer de mi tan fácilmente». Se quejó en medio del llanto mientras apoyaba su cabeza en su pecho—. ¡Por favor, no! ¡P-Por favor...! ¡No, tú no también! 

Todos escuchaban el llanto de Masumi, con una voz tan rota y desgarradora que a más de uno le contagió el mismo sentimiento, escuchando sus quejidos y los sollozos y lamentos de Chifuyu al mismo tiempo. Los demás miembros fundadores de la TōMan se sintieron igual que ella, Mitsuya apretando su mandibula y desviándola hacia otro lado, Draken cerrando sus ojos con impotencia, Cherry apoyó su palma contra su rostro ocultando las lágrimas que resbalaban constantemente por sus mejillas, no queriendo demostrar lo dolida que estaba.

—¡M-Maldito idiota...! —susurró en medio de un quejido, y casi a la par, todos escucharon un fuerte estruendo que llamó la atención de algunos, observando al capitán de la Tokyo Manji arremetiendo sin pudor contra Kazutora.

—¡Te voy a matar! ¡Te voy a matar! ¡Te voy a matar! —decía una y otra vez mientras su puño impactaba contra su rostro. Chifuyu ignoraba por completo la escena mientras sollozaba.

—S-Sabía que no nos habías traicionado... —murmuró de forma temblorosa, sin dejar de abrazar su cuerpo—. Baji-san estaba peleando solo... Lo sabía desde el principio... L-Lo sabía, pero... ¡N-No pude protegerlo! ¡No p-pude salvarlo!

—¡K-Keisuke...! —sollozoba Masumi sin parar mientras se abrazaba a su pecho con desesperación y lagrimas. Takemichi veía esto con dolor y lagrimas, tratando de limpiarlas pero siendo una acción más que inutil, así que sólo se abstuvo a insultarse a si mismo.

¡Maldición! ¡No pude hacer nada! ¡S-Soy un idiota! ¡Soy de lo peor! se decía una y otra vez con impotencia mientras llevaba una de sus manos a su cabello, jalándolo con frustración, sintiendo tantas cosas en ese momento. Sollozó, insultándose una y otra vez por el hecho de que no había logrado cambiar nada, Baji Keisuke había muerto y a raíz de eso, Mikey iba a hacer lo mismo con Kazutora por ser de alguna manera él causante de todo.

Apretó sus puños con fuerza contra la tierra, mordiendo su labio inferior con muchos sentimientos en su corazón, él cuál se apretujaba y al mismo tiempo se rompía. —Perdoname, Baji... —murmuró con pesar mientras dejaba que las lágrimas cayeran a la tierra, escuchando a Chifuyu lamentarse, a Miyūki sollozar sin soltar su mano, escuchando por último el fuerte llanto de...

Masumi.

Ella estaba ahí, eso era lo diferente.

Escuchó un fuerte sollozo de esta misma, a tal punto de que se estremeció por completo, abriendo sus ojos y alzando su rostro hacia el de ella. La observó alzar la cara llena de lágrimas y una mirada desgarradora para luego levantarse rápidamente y correr hacia donde estaba desencadenándose uno de los detonantes de aquel horrible futuro. Chifuyu, Miyūki e incluso los demás capitanes se sobresaltaron al verla ir sin dudar, incluso llegando a asustarse de que ella se metiera.

Pero eso era lo diferente en ese momento que, aunque Baji aún así hubiera muerto, el ángel de la TōMan estaba presente.

—¡T-Tenshi-san...! —no evita decir preocupado y conmocionado al verla colocarse en medio de Kazutora y Mikey, alzando sus brazos como una barrera y casi recibiendo el golpe que iba hacia él del tatuaje.

Manjirō se detuvo abruptamente apenas se percató de ella, abriendo sus ojos en grande al verla enfrente de él, evitando que continuará golpeando a Kazutora y, según él, matarlo. Su respiración era pesada y algo agitada tanto por el movimiento brusco como por la misma tormenta de emociones que lo estaban azotando fuertemente. Sus pupilas se movieron confundidas y agrandadas por ver la manera en la que estaba evitando su cometido. Pudo ver a las espaldas de ella el cuerpo tambaleante de Kazutora, apenas manteniéndose de pie, pero su atención volvió a la azabache.

—¿Qué haces...? —balbuceó Manjirō con un tono de voz ahogado.

—N-No sigas... —susurró con su nudo en su garganta casi sofocándola. Sus pies temblaron un poco al tratar de mantenerla de pie.

Mikey se quedó mirándola por varios segundos, fijándose en el pequeño tropezón que tuvo como si se le dificultara tener el equilibrio. Se fijó en la palidez en su rostro, como sus labios estaban resecos y ensangrentados, incluso fijándose en la tela blanquecina que estaba amarrada por la zona de su torso hacia su espalda. Eso lo hizo recordar en el instante en el que fue apuñalada y su mirada volvió a afilarse.

—Hazte a un lado, por favor... —murmuró una vez con un tono apagado mientras avanzaba hacia ella, queriendo llegar a Kazutora. Pero una vez más la chica se interpuso.

—¡He dicho que no sigas, Sano Manjirō! —el cuerpo del aludido se estremeció por la forma en la que ella alzó su voz, mirándola con sus ojos abiertos de par en par.

—¿Por qué...? ¿Por qué lo estás protegiendo? Lo tengo que matar. Debe morir. —repetía una y otra vez, manteniendo su tono de voz bajo y terso, apretando sus puños con fuerza. Es como si estuviera luchando con aquella necesidad de desquitarse.

—¡Keisuke no hubiera querido esto! —el cuerpo de Mikey se detuvo en el avance que hacía hacia ella, abriendo sus ojos de par en par y sintiendo un profundo escalofrío en su cuerpo. Todos veían claramente como él quería actuar, pero, al tenerla ella en el medio, no lo hacía.

—¿Qué... Que haces? —volvió a cuestionar con un tono de voz más grave, manteniendo sus pupilas completamente fijas en su rostro, su propia respiración se hizo más pesada—. No hables por él, no hables por Baji.

—¡Él está muerto!

El cuerpo de Mikey se paralizó por completo por escuchar su voz, su voz rota y completamente quebrada, observando como las lágrimas volvían a brotar de sus ojos y surcaban por sus mejillas en gordas gotas.

—¡Él n-nunca hubiera querido nada de esto, Manjirō! ¡Lo sabes bien, sabes cómo era él! —sollozó con fuerza mientras continuaba haciendo de escudo a Kazutora quien al fin tomó un poco de consciencia.

Sus orbes dorados se fijaron en la espalda de Masumi, en su cabello rizado cayendo como cascada por esta misma, observando los mechones despeinados, observando incluso la tela blanquecina que estaba haciendo de torniquete en la herida en su espalda. Se fijó en la mancha marcando y oscureciendo la tela de por sí oscura de la tela. Respiró con pesadez y un pequeño y ahogado jadeó por ver con claridad como a ella ya se le hacía difícil mantener se de pie. Alzó con pesadez su rostro, observando por el hombro de está el rostro lleno de tantas emociones de Manjirō mientras la miraba.

Se estremeció cuando sus orbes se terminaron por fijar en él, volviendo a cambiar su mirada por la misma sedienta de sangre que antes. Pero, Masumi se movió y lo cubrió, haciendo que su atención estuviera en ella una vez más.

—¡Fíjate en mi! —los ojos de Mikey volvieron a fijarse en ella cuando habló, observando como se acercaba a paso cauteloso—. N-No lo mires a él, no te concentres en él... Concéntrate en mi, ¿si? —respiró con fuerza por su nariz, hablando con cada vez más suavidad—. Mírame, Manjirō. Yo... Yo estoy aquí.

Mikey continuaba observando fijamente su rostro, a pesar del impulso que lo empujaba a mirar a Kazutora se fijó en su expresión de dolor, en las lágrimas que caían por su rostro de por sí magullado por golpes, con la sangre resbalando por sus labios. Su propia respiración se entrecortó por ver su mirada de dolor, con la pena que se reflejaba en sus pupilas. Sólamente una vez la había visto llorando y demostrando ese dolor, hace dos años, cuando ella perdió a una de las personas más importantes de su vida. Y sabía el sentimiento, porque él también había pasado por eso.

Sus puños se fueron apretando con fuerza por recordar a su hermano, por recordar al causante que estaba detrás de aquella chica que estaba buscando calmarlo, que estaba apaciguándolo de una forma que sólamente ella podía hacer, incluso cuando él mismo estaba luchando contra sí mismo. Su mandíbula tembló al momento que la apretó, fijándose en los orbes brillantes y de aquel color tan tierno que tenía enfrente de él. Se fijaba en su respiración, en como estaba respirando con sus labios entreabiertos, una respiración pesada y al mismo tiempo agitada.

Todos sus pensamientos se fueron hacia un lado cuando ella pareció perder el equilibrio al punto en el que sus piernas perdieron la fuerza y tropezó con sus pies, observando como su mirada se apagó por unos segundos. Manjirō se alertó por completo al verla desvanecerse enfrente de él, pero cuando quiso acercarse y sostenerla antes de que cayera al suelo, alguien más lo hizo. Observó con un sentimiento de conmoción a la persona que la sostuvo y la ayudó a mantener de pie, quien no dejó que cayera al suelo, pero, que aún así, la dejo con suavidad sentarse en el suelo al saber la debilidad que la azotaba. El chico apretó su mandíbula y alzó su mirada con un sentimiento intenso, impotente y desesperado reflejado en sus ojos azules llenos de lágrimas.

—¡Entiéndelo, Mikey-kun! —declaró mientras ayudaba al ángel de la TōMan a no caer, escuchando su respiración pesada pero su voluntad a no desmayarse—. ¿Por que crees que Baji-kun entregó su vida!? ¡Fue por ustedes dos, fue por la TōMan! ¡Para evitar morir por mano de Kazutora-kun, eligió quitarse la vida! ¡Porque no quería que Kazutora-kun se sintiera culpable!

Masumi alzó sus párpados con pesadez hacia el chico que la sostenía, hincado en una de sus rodillas. Su brazo estaba débilmente sobre su hombro al él pasarlo por si mismo y poder cargarla bien, aunque no fuera realmente pesada. Observó su perfil, los rasguños que cubrían su piel y las lágrimas que caían por sus mejillas. Se sentía cada vez más mareada, más desorientada, pero al mismo tiempo no queriendo dejarse vencer por su estado. Sentía su boca reseca y un sutil sabor metálico en su lengua, pero sólo tragó, manteniendo su mirada fija en el suelo, tratando de recuperar su propia compostura.

—T-Takemichi... —susurró ella con debilidad, haciendo que la mirara con miedo y al mismo tiempo desesperación, apretando su mandíbula cuando escuchó un par de pasos venir de Mikey.

—¡Porque quería que perdonaras a Kazutora-kun! ¡Porque los quería! ¡Por eso tomó esa decisión! —se quejó en medio de su llanto mientras alzaba su mirada hacia él quien se detuvo abruptamente por sus palabras—. ¡Incluso Tenshi-san están sobre esforzándose para hacértelo entender! ¿¡Cómo no puedes entenderlo!?

Manjirō se detuvo abruptamente por sus palabras, abriendo sus ojos de par en par y sintiendo que su respiración se detenía por unos momentos. Movió sus pupilas hacia Masumi quien continuaba a un lado de él, con su rostro algo caído y su propia respiración lenta y pesada. Habían muchos sentimientos fuertes en el ambiente, todos contemplaban la escena con demasiadas cosas en la cabeza y en el corazón.

—T-Takemicchi... —Chifuyu murmuraba con sentimientos encontrados mientras aún sostenía el cuerpo de Keisuke.

Mitsuya enseriaba su mirada mientras colocaba firmeza en su postura para comenzar a encaminarse hacia donde están ellos, siendo seguido por Draken quien enserió su rostros y Cherry que limpio sus lágrimas. Los miembros fundadores estaban cerca de ellos, de alguna manera tocados por las palabras de Takemichi e incluso de Masumi quien observó por unos segundos a este mismo para alzar la mirada hacia el rubio quien continuaba observándola. Algo se removió con fuerza dentro de él por mirarla, desviando incluso la mirada hacia un costado del suelo, pero sólo provocó que su respiración se atascara en su garganta cuando vio algo caer de la chaqueta del teñido, fijando su mirada en este.

Observó su material de un tono púrpura con unos bordados dorados, sus cejas se levantaron y sus párpados se alzaron mientras observaba ese objeto en particular, sobre todo cuando lo reconoció. Inconscientemente se acercó a este y se arrodilló, quedando enfrente de ellos. Takemichi se enderezó un poco al tenerlo de esa forma e incluso Masumi lo miró con atención, hasta fijarse en lo que estaba sosteniendo en una de sus manos, contemplando de forma atónita.

—Takemicchi. —llama en un tono de voz tenue, sin parpadear para no perderse ni un segundo del objeto en sus manos—. ¿De donde sacaste este amuleto?

El teñido lo observa aún entre lágrimas y conmoción, frunciendo el ceño mientras limpiaba sus lagrimas con su antebrazo. —L-Lo recogí en nuestra última reunión en el santuario. 

—¿Un amuleto? —Draken cuestiona con un poco de confusión. Hana que estaba a su lado jadeó un poco.

—¿A-Acaso...? —murmura atónita la de mechas rosadas.

—Ese es... —Mitsuya no evita decir con un pequeño nudo en su garganta.

—¿Lo llevaba consigo... siempre? —susurró Masumi con un sentimiento intenso en su corazón, sintiendo una pequeña lágrima resbalar por su mejilla observando ese precioso amuleto.

—Es el amuleto de ese dia... —dice Manjirō con una mirada perdida en aquel amuleto, incluso en la foto que estaba guardada dentro con cariño.

«Lo cuidaré como un tesoro»

Su mirada se entrecerró con tristeza mientras recordaba el día en el que habían fundado la TōMan, en donde entre todos los fundadores habían decidido comprar ese amuleto como un inicio de la pandilla, sobre todo con el simbolismo del amuleto «Seguridad Vial».

—Es el amuleto de ese día... —murmura con un tono apagado, alzando la mirada mientras apretaba el amuleto en su palma—. Yo no fui quien creó la TōMan... Fue Baji. —declara con su voz suave y tersa, pero con un atisbo de tristeza que hasta ese punto todos sentían, en donde los demás miembros estaban deshaciéndose de lagrimas—. Que nos protegieramos entre todos del peligro, que cada uno estuviera dispuesto a proteger al otro. Así era como queríamos ser.

Hasta este punto, incluso los más duros, estaban soltando lágrimas, con dolor y pena; Draken, Mitsuya, Chifuyu, Cherry estaban llorando sin parar, incluso sin llegar a ocultarlo, porque todos estaban compartiendo el mismo sentimiento desolación, de tristeza por la perdida tan enorme que habían acabado de experimentar, donde recordaban a la par aquel día en el diecinueve de Julio hace dos años donde esa pandilla se formó con un proposito.

—B-Baji-kun estuvo luchando solo todo este tiempo... —sollozaba Takemichi, haciendo el inutil intento de limpiarse las lagrimas—... para mantener la promesa de ese día. 

Manjirō apretó sus puños con fuerza, apretando de la misma forma el amuleto que estaba resguardado en su palma. Las lágrimas comenzaron a inundar sus ojos al punto en el que ni siquiera se molestó en detenerlas o secarlas, porque realmente le dolía, realmente lo entristecía por completo la pérdida que se había llevado a cabo, y no por cualquier razón: Baji Keisuke había cumplido la promesa que habían hecho, se había sacrificado por ellos, había sido uno por todos.

—Perdóname... —habló en un tono de voz tembloroso y ahogado, cerrando sus párpados con fuerza y dejando que las lágrimas resbalaran por sus mejillas—... Baji.

Todo el lugar fue inundado por un silencio lúgubre, lleno de tristeza, dolor y pérdida. Incluso los miembros de pandillas que habían ido de espectadores se tomaron un minuto de silencio por la vida que se había ido, al menos la mayoría, algunos no le dieron mucha importancia y otros quizás demasiada. La vice comandante de Oasis miraba con cierto pesar a los miembros fundadores de la TōMan reunidos alrededor de Baji, dejando salir un suspiro triste. La pelirroja a su lado se mantenía expectante, entrecerrando sus ojos con un sentimiento de pena. Quizás eran de las únicas que mostraban melancolía hacia la pérdida.

El silencio fue roto cuando un sonido hizo eco a la lejanía: todos escucharon el sonido de las sirenas de la ambulancia, así que, los demás que no eran miembro de la TōMan comenzaron a moverse para poder irse de ahí. Ellos, en cambio, seguían algo desolados por la pérdida que habían experimentado, pero sabían que tenían que moverse rápido y buscar que hacer. Ninguno quería dejar a Keisuke allí.

—Jodida ambulancia, hasta que viene... —insultaba de la A hasta la Z Cherry mientras sorbía su nariz llenas de mocosidad—. Para esa gracia, que no venga.

—Hana. —suelta Mitsuya con un tono de voz algo severo y al mismo tiempo grave por su silencioso llanto, aunque no negaba que sentía lo mismo que ella—. Masu aún necesita atención médica.

La aludida continuaba mirando fijamente hacia el rostro de Keisuke, con su respiración constante y bastante pesada, sintiendo que sus pulmones estaban llenos de plomo. Sus ojos ardían y a duras penas soltaban un par de lágrimas, escuchó vagamente el sonido de las sirenas, pero poco a poco el sonido se convertía en un largo y constante pitido que la fastidiaba un poco, pero al mismo tiempo le daba una sensación todavía más fuerte de adormecimiento en su mente y cuerpo.

—¿Tenshi-san...? —llama Takemichi en un tono preocupado al verla de repente tan ida. Ante el nombramiento de su sinónimo, Manjirō también la observó.

—N-No... No quiero... —su cuerpo comenzó a volverse más tambaleante que antes, incluso apoyada en el cuerpo de Takemichi. Sus párpados apenas se alzaron y mostraron sus pupilas completamente apagadas y llorosas—... dejarlo... —soltó con pesadez antes de desvanecerse y casi caer sobre el cuerpo inerte de Keisuke su no fuera por los mismos brazos de Takemichi.

Y ante eso, más de uno gritó su nombre con espanto al verla desvanecerse de repente, pero, hasta ese punto, lo que quería era cerrar los ojos y dejar que sy mente se apagará un poco, deseando que todo eso fuera una pesadilla.

Después de todo, tenía demasiado sueño.

¡Feliz 2025, mis solecitos! ¡Nuevo año, nueva actualización!❤️🙏🏻

Espero que hayan recibido y pasado este inicio de año muy bien. Yo la verdad ya quiero que se acabe Enero porque siento que él 2025 está durando ese mes entero, que se acabe yA

En fin, ¡lamento mucho haber tardado en traerles el capitulos! Si no estoy mal, la meta de cumplió después de año nuevo, pero por cuestiones de negación de escribirlo JSKDLDL (no es broma, no quería), que entre a trabajar y la universidad me atrapó ya, no me daba así tiempo para acabar el capitulo.

Además, tomemos en cuenta que es el capitulo más largo de todo el libro. Les digo personalmente que es un capítulo de más de 10k palabras. Lo más cercano que he tenido de un cap largo en este libro han sido 9k, para que vean. Tarde, pero les traje bastante.

(Estoy sufriendo)

¿Que les puedo decir del capítulo? Ya los veo a todos ustedes llorando y sufriendo, y no los juzgo, les hablo yo que literal no quería escribir el Baji Truco porque me tendría que ver esos caps de nuevo y mi corazón no lo soporto dos veces. Pero aquí está, con los ojos hinchados y nuevamente en pena 😿

Te amamos, Baji Keisuke. Siempre te vamos a extrañar (el final del manga no existe)💔❤️😭

La verdad todo quedó como lo planee, solo cambie párrafos que no me gustaban demasiado o acomodaba cositas.  Todo está como lo tenía en mis notas: Mami Tenshi detuvo a Manjirō, pasa el Baji truco, Mami Tenshi sufre, vuelve a detener a Manjirō y le dió la patatuz

Lo único que si era que yo tenía planeado escribir el cap hasta donde Kazutora se queda con el cuerpo de Baji y llega la ambulancia, pero como ven, se me alargó muchísimo el capitulo y dije, nmms, dejémoslo hasta donde a mami Tenshi le da la patatuz

No tengo nada más que decir, si no que estamos cada vez más cerca de acabar este libro: calculo que menos de diez capítulo faltan para que se culmine, así que voten y comenten para desbloquear el siguiente capítulo ❤️

Recuerden mi canal de difusión donde estoy más activa y pueden ver avances de mi sufrimiento (está vez apaciguado pq ya pasó lo culero). El link está en la descripción 🐼🙏🏻

Voten y comenten ❤️

❪📚❫',·curiosity's zone

#A pesar de que dije mucho de que incluso la ambulancia llegaría antes, nunca estuvo en los planes de la historia que la muerte de Baji no sucediera. He dicho mucho que yo he cambiado bastante cosas del canon, pero esta nunca fue uno de esos cambios. Osea, iba a suceder si o si, aunque me duela mucho lo que le pasó a Baji, aquí no iba a cambiar.

#No sé si lo notaron, pero en el capitulo hay varios paralelismos con capitulos anteriores: como lo sería el capitulo titulado «Remembrance» donde fallece la madre de Masumi con varias menciones de lo que sintió ella y el capitulo del segundo arco «Are too young for this?», específicamente cuando Draken fue apuñalado con el intento de Masumi de hacer lo mismo con Keisuke. De hecho, la canción de fondo es la misma ambientada en ese capítulo: Softcore de The Neighborhood.

#Masumi lo que está experimentando son las secuelas de falta de sangre, en pocas palabras, está en medio del proceso de desangrado. Es bastante similar a lo que le sucedió a Draken en el arco de Moebius cuando fue apuñalado. ¡Ding! Otro paralelismo.

→S H A N X L A B Y X←

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