❪𝗢𝟯❫ ; 𝗱𝗮𝗿𝗸𝘀 𝗲𝘆𝗲𝘀.
❪ARC ONE; DESTINY❫
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CAPÍTULO TRES;
OJOS OSCUROS
❛¿Ser su amiga?❜
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©Shanxlabyx
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LIMPIABA CON SUS PUÑOS LAS LÁGRIMAS QUE HABÍAN caído por sus mejillas todavía rojas, sentía sus ojos arder aún y los débiles sollozos junto con pequeños hipeos salían por su garganta, trataba de regular su respiración porque hace momentos cuando quiso decirle algo a «Shin'ichirō» al respecto, le salieron puros balbuceos sin sentido alguno debido a la agitación y la falta de oxígeno por el llanto, pero bueno, él sólamente le respondió «No te preocupes» como si le hubiera entendido lo que dijo.
La verdad seguía bastante asustada y conmocionada; ¡estaba en la casa de un desconocido! No sabía nada de él a excepción de su nombre y que tenía novia, no ha convivido con él lo suficiente como para estar tranquila cerca suyo, aunque inevitablemente sentía una tranquilidad con él. Era extraño, parecía agradable pero le extrañaba totalmente el hecho de que sintiera una pequeña seguridad con él, pero no, un desconocido siempre será un desconocido.
Miraba nerviosa su alrededor, ya había llegado a la casa del pelinegro la cual no estaba muy lejos de la tienda de Kira, aunque si había que caminar un rato, y eso que Shin'ichirō se vino a paso apresurado. Tragó saliva buscando instintivamente algo por lo que deba defenderse, estaba sentada en un sofá y todo se veía normal, como una casa normal, aunque habían una que otras cosas regadas por ahí. Por ejemplo, justo en el descansa brazos del sofá había una chaqueta blanco con negro desparramada, la cual, sin evitar más la curiosidad, la tomó dudosa, viendo que era casi para alguien de su tamaño.
Ladeó su cabeza; ¿será que vivían niños con él? Porque para nada era una camisa para alguien para él, Shin'ichirō era alto, bastante y por no recordar que era un adulto, mientras que esa chaqueta parecía para alguien de su edad, para un niño específicamente aunque hasta ahora no ha visto a nadie. Aunque si escuchaba cosas, porque -al parecer- en esa misma casa estaban haciendo algo o daban clases debido a que escuchaba una voz en el fondo dar indicaciones como «¡Esto es así!» «¡Lo haces mal!» junto con exclamaciones afirmativas y distintas, aunque no podía distinguirlas bien.
Su garganta tembló mientras que veía con sus ojos temerosos hacia donde sea que viniera esas voces. Dobló la prenda como debía y la dejó a un lado suyo con cuidado, tragó saliva, ahora estaba esperando a que el mayor apareciera porque había dicho que iba a buscar a la "casi enfermera" la cual, al parecer, estaba en esa casa porque, según escuchó, se fue a alguna parte de la casa.
—¿Y ahora?... —susurró nerviosa y un poco impaciente de que no apareciera. Sus sentidos sé exaltaron un poco; ¿¡y si era una trampa!? ¿y si era como ese tipo de películas de terror dónde el desconocido se desaparecía y después las luces se apagaban y le hacía algo malo?. Comenzó a sudar del miedo y los nervios.
—Eres muy bonita.
Soltó un grito mientras igualmente daba un pequeño salto yéndose más hacia la izquierda pero sin hacer demasiado movimiento con su pierna la cual estaba entumecida y aún adolorida, aunque era más soportable. Con sus ojos blancos y pequeñas lágrimas volteó a mirar hacia la voz que la había espantado, viendo como estaba al otro lado del sofá observándola.
Se relajó lentamente cuando notó a una niña; rubia y de ojos dorados, bastante bonita a su parecer y también inofensiva, bueno, eso parecía. Fue poco a poco relajando su expresión y su pose pero aún con sus ojos empañados de lágrimas por el susto, observándola cada vez más tranquila aunque seguía un poco alerta de que le hiciera algo en particular.
Cosa que no pasó, ella sólamente la observaba desde el otro lado del sofá con una gran sonrisa y con curiosidad y atención, mucha atención. La rubia la inspeccionó un poco con sus orbes dorados como si la analizara, vio primero su cabello el cual estaba despeinado y con la coleta mal hecha, tenía la ropa normal aunque la remera gris que usaba (la cual tenía en medio un estampado de un sol) estaba arrugada por alguna razón, notó como una de sus piernas, de la rodilla hacia abajo estaba rojizo y tratando de tomar un color morado, pudo identificarlo bien debido a que tenía un short puesto, que aunque usara unas mallas debajo, específicamente en una de sus piernas estaba arremangado.
Mostró más curiosidad por eso así que rodeó lo que le hacía estorbo con Masumi y se sentó a su lado, parcialmente cerca pero manteniendo el espacio personal. La pelinegra sólamente se exaltó un poco inclinando su cuerpo ligeramente hacia atrás aún dudosa y asustada de estar en la casa de un desconocido, con una niña desconocida.
—¿Qué te pasó en la pierna? ¿por qué está casi morada? —preguntó la rubia señalando con su dedo hacia su dirección alertando más a la joven Kiyoko para ver rápidamente hacia su pierna. Era cierto, había comenzado a aparecer un tono violáceo allí, así que el golpe si que fue bastante fuerte. Mordió su labio levemente, nerviosa; ¿y ahora como haría para explicárselo a su mamá?—. Ah... fue Mikey ¿verdad?
—¿Huh? —se confundió aún más por escuchar aquel nombre, ciertamente peculiar, se oía estadounidense, según ha visto en películas de esa nacionalidad—. ¿Mi-key? —repitió de forma pausada debido a la confusión.
—He visto que es un bruto al pelear, aunque me confunde que le haya pegado a una niña. Según él, no golpearía a las niñas. —habló la rubia de forma pensativa mientras que jugaba un poco con su cabello que estaba hecho un moño bajo que caía por su hombro—. Aunque no lo escuché llegar. ¿También vino con Draken?
—¿Eh?... ¿Draken?...
—Oye, Emma. —escuchó una tercera y más conocida voz, viendo como Shin'ichirō había aparecido finalmente, aunque venía acompañado con alguien más; una chica, la cual se amarraba el cabello en silencio—. ¿Qué haces con Mimi?
—¿Se llama Mimi? Que nombre tan peculiar... ¡oh! ¿es un apodo? ¿Mikey se lo colocó, verdad? Él coloca a veces unos raros apodos.
—Esto... —murmuró Masumi súper perdida y fuera de lugar ya que no comprendía para nada lo que estaban hablando, que Mikey esto, que Draken otro, que peleas, que no sabe que más que ya sentía su mundo dar vueltas por lo confundida que estaba.
Miró a la rubia y seguidamente al pelinegro tratando de calmarse y digerir todo lo que estaba sucediendo; bien, al menos ya estaba más tranquila que antes pero aún estaba adolorida y ahora, bastante confundida por lo que estaba viviendo, sobre todo por los curiosos nombres que le había dicho... ¿Emma? Hace unos minutos. Primera vez que los escucha sinceramente, no sabe de quienes hablan aunque si la asustó un poco cuando mencionó que el tal Mikey era un bruto.
Frunció un poco su ceño mientras veía hacia el suelo en un intento de despejar su mente cuando agitó su cabeza un poco. Levantó sus orbes rosados para ver hacia Shin'ichirō y después a la chica que estaba a su lado, logrando distinguir mejor su físico y demás; era igualmente rubia, su cabello parecía revoltoso aunque lo mantenía lacio hacia abajo, poseía unos penetrantes y grandes ojos azules, su mirada era bastante profunda debido al color tan concentrado que tenía y por lo grandes que eran. También era debido a las largas pestañas que tenía que hacía más intensos sus ojos.
❛¿Ella es la novia de Shin'ichirō-kun?❜ no pudo evitar preguntarse a si misma mientras la analizaba en silencio, notaba como ella estaba mirando hacia el más alto y después a Emma, con curiosidad y tranquilidad. Percibió unas pequeñas ojeras debajo de sus ojos pero nada del otro mundo. ❛Es bastante bonita❜
No pudo evitar tener un pequeño sobresalto cuando la rubia mayor la había observado después de varios segundos, sus ojos de verdad eran profundos, como si viera un océano y se hundiera poco a poco hasta el final. Una pequeña gota de sudor permaneció en su mejilla mientras tenía sus cejas un tanto fruncidas por las punzadas que aún sentía en su pierna.
Notó como la ojiazul observaba su pierna al agachar su cabeza y después la observó devuelta. Recibió luego una suave sonrisa cuando estiró sus labios suavemente, sin mostrar sus dientes pero provocando una expresión linda y tranquilizadora para ella que no evitó ruborizarse un poco. La vio ahora acercarse con cuidado y curiosamente ella se tocó algo en uno de sus oídos algunos segundos hasta que se agachó enfrente suyo, quedando cerca. Sus ojos la observaron un poco asustada por su cercanía pensando que le haría algo pero no hizo más que observarla con atención.
La miró igualmente con sus brillantes y claros ojos rosas un poco intrigada, tenía una aura bastante intrigante debido a lo callada y observadora que era. Miró apenas de reojo hacia Shin'ichirō quien se había ido hacia otro lado de la misma sala y daba la espalda; terminó percibiendo apenas un olor a cigarro por lo que estaba fumando. Luego, miró hacia Emma -al parecer se llamaba así- de reojo quien se acomodó con aburrimiento a su lado, apoyando su codo en el descansa brazos del sofá y su mejilla en su palma, como esperando.
Luego, miró de nuevo a la rubia de ojos azules, y por mera inercia terminó pronunciando ciertas palabras.
—¿Eres su mamá?
La rubia enfrente suyo se mostró desconcertada, parpadeó varias veces apretando sus labios y luego inclinó su cabeza sin comprender su pregunta, sobre todo que de la nada se la haya dicho. Emma a su lado se mostró interesada por la pregunta al levantar más la cabeza y Shin'ichirō, con un cigarro en su boca volteó a mirarlas también, confundido ya que no escuchó la pregunta pero el silencio le dió a saber que había dicho algo que dejó en silencio a la chica.
—¿Su... mamá? —habló la rubia enfrente de Masumi con un tono de voz bastante suave y lindo en su opinión.
Asintió bastante veces un poquito ida ante la mirada tan profunda de la chica enfrente suyo. —Si... es que... tienes el cabello rubio, como ella. —indicó discretamente hacia Emma quien mostraba curiosidad aunque luego sonrió, entretenida. Masumi por su parte miró a Shinichiro—. ¿Es la hija de ambos? ¿tienen hijos?
Todo se quedó en silencio unos segundos hasta que el pelinegro comenzó a toser varias al ahogarse con el humo del cigarro, pudo notar incluso -vagamente, debido a que se puso de espaldas, con una mano en la pared- sus orejas habían tomado un pequeño tono rojizo; se había ruborizado. Masumi se preocupó por su reacción y cuando había hecho el amago de ir a ayudarlo, la rubia enfrente suyo la detuvo y fue rápidamente a darle palmaditas y caricias en la espalda del chico, para que se calmara.
—¿D-dije algo malo? —se colocó nerviosa y nuevamente asustada la pequeña pelinegra mientras que la rubia a su lado había comenzado a reírse.
—¡No! Sólamente asustaste a mi hermano, al parecer. Ojalá tuvieran hijos, yo quiero sobrinitos. —agitó su puño hacia la dirección de su hermano en reproche aunque éste buscaba reincorporarse mientras que la rubia seguía dándole palmaditas—. Ellos apenas son novios, y de milagro, creo que apenas se besan —se burló riéndose—. Mai-nee apenas tiene como dieciocho o diecinueve años, no es mi mamá. Ojalá lo fuera... —murmuró lo último.
Masumi se quedó mirando a la de ojos dorados de forma confundida y desconcertada, hasta que soltó un pequeño «Oh» al comprender un poco la situación. Procesó una de las palabras que había dicho la jovencita a su lado, cayendo en cuenta que había dicho «Mi hermano», miró a Shin'ichirō y a la tal Emma un par de veces como buscando algún parecido aunque no vio ninguno.
Asintió lentamente, decidida en no decir «Pero no se parecen» porque podría colocarlos incómodos y eso es lo último que quiere. Ya bastante están haciendo con que la trajeran allí, a atenderla al parecer y que sean amables como para decirles algo tan... incómodo. La verdad si tuviera un hermano y no se parecieran en nada como para que alguien le preguntara porque no se parecen se sentiría un poquito incómoda así que decidió quedarse en silencio.
Miró nuevamente hacia donde estaba la rubia mayor que le murmuraba y preguntaba a Shin'ichirō cómo se encontraba y no alcanzaba a escuchar que más. Ahora que lo pensaban, Emma y aquella chica, Mai si no mal recuerda dijo la menor, no se parecen en lo absoluto porque al analizar un poco las facciones de Emma, tenía muy diferentes a las que alcanzo a ver en Mai, incluso la de ojos dorados parecía con facciones extranjeras.
—Ahora que lo pienso —la menor captó su atención cuando la escuchó decir aquellas palabras, la miró inmediatamente con sus ojos rosados. Emma sonrió e inclinó su cabeza, animada—. Mi nombre es Emma. Tal vez ya lo escuchaste por parte de mi hermano pero te lo digo aún así. —rio un poco—. ¿Y tú? ¿cuál es tu nombre?
Pestañeó un par de veces ante su pregunta. Lo dudó un poco en decirle su nombre, más que nada por estar pensativa y metida en sus pensamientos referente a la rubia menor sobre a su identidad. Su nombre era extranjero también aunque no le molestaba en realidad, es más, le gustaba, era lindo su nombre, al igual que ella. Parecía de su edad o quizás menor pero no más que un año ya que se veía levemente desarrollada.
Se quedó mirándola unos segundos y después, con timidez y unos escondidos nervios por estar con alguien de su edad, sonrió suavemente, manteniendo sus mejillas aún con un rubor por la vergüenza que sentía y la timidez. Cerró sus ojos suavemente cuando movió un poco su cabeza al sonreír, provocando que los cabellos sueltos que tenía se balancearan.
—S-soy Kiyoko Masumi. —se presentó con su nombre completo hasta que pensó un poco y le volvió a sonreír con dulzura—. Puedes decirme Masumi, como gustes, Emma-chan.
—¿Masumi?... —había murmurado en su mundo la contraria hasta verla devuelta. Se quedó en silencio unos segundos y después sonrió, en sus mejillas incluso apareció un rubor y Masumi notó como sus ojos brillaron ligeramente—. Masumi suena bien, es muy bonito... Masumi-chan. —soltó una pequeña risita al final subiendo sus hombros.
La nombrada sonrió un poco más por las reacciones de su contraria, era una niña bastante linda y ciertamente tierna, era la primera vez que veía a alguien con facciones así y le parecían bastante curiosos pero atrayentes, en el sentido de que llamaba su atención de convivir con ella.
También no había evitado ruborizarse un poco por el halago a su nombre pero no lo rechazó, simplemente lo agradeció en un pequeño asentimiento ya que ciertamente si le gustaba su nombre, le era uno bastante cómodo y le gustaba el significado, aunque se preguntaba si lo que significaba iba con ella.
SEGUÍA EN AQUELLA RESIDENCIA Y TAMBIÉN seguía nerviosa por estar en una casa desconocida, con una pierna con los ligamentos maltratados al punto de que los nervios se hincharon, quedando con una notoria inflamación y no recuerda que más y ni sabe si comprendió bien. Simplemente podía pensar en lo que iba a decirle a su madre ahora cuando viera la hinchazón y el tono que tenía su pierna, era de un tono violáceo y un suave rojo pero si dolía. Ahora tenía sostenido con una venda una bolsa de hielo para que disminuyera la inflamación un poco.
Respiró hondo mientras pasaba su mano por los cabellos de su flequillo y los echaba hacia atrás viendo hacia el techo. Quería llorar incluso, todo aquel esfuerzo y sufrimiento para ella de mentirle a su madre incluso se había ido directamente a la basura, seguramente metería a Kira en problemas, sus padres la obligarían a dejar de trabajar, la regañarían como nunca y la castigarían por siempre de los siempres. Un pequeño suspiro tembloroso abandonó sus labios, quería llorar en serio, sus ojos terminaron cristalizándose.
Bajó su mano de su cabello a sus muslos al seguir sentada en el sofá esperando ahora a qué Shin'ichirō volviera y no estar sola ya que él se había devuelto la tienda a buscar todo lo que compró y se le quedó, Mai tuvo que irse a la universidad siendo llevada rápidamente por el pelinegro luego de indicarle cosas referente a su pierna, etcétera. Emma se había ido a hacer tarea y estaba ahí, sola, en la casa de un desconocido no tan desconocido pero la cosa es que estaba sola.
Seguía sintiendo leve exaltación por los sonidos del fondo pero tenía en claro que era, ya que Emma, en la conversación que tuvo con ella un buen rato, era su abuelo dando clases de artes marciales cosa que le pareció curioso, sobre todo el hecho de que tuviera su dojo ahí mismo.
Suspiró hondo bajando la mirada y notando como sus cabellos caían hacia abajo y cubrían un poco su rostro por aquel ángulo, sólamente veía sus pies cubiertos por las medias blancas y viendo como de abajo de su rodilla hasta ciertos centímetros más tenía la bolsa de hielo haciendo presión con su pierna. Tenía los vellos algo erizados por el frío y también era algo doloroso pero efectivo para que bajara la inflamación y quizás pueda salir más desapercibida.
❛Ojalá❜ pensó frustrada ya que ni sabía cómo saldría todo, quizás podía salir un poco desapercibida pero siempre daría algún indicio y su madre se daría de cuenta. Ni podía apoyar la pierna porque le dolía, seguramente terminará con alguna cojera. ❛Que mala suerte❜ suspiró preocupada juntando sus manos encima de sus rodillas, entrelazando sus dedos entre si, esperaba lo esperado.
—¿Quién eres tú?
Sus ojos se abrieron de forma lenta cuando escuchó aquel cuestionamiento, ahora pudo darse de cuenta que había una presencia en la sala, una completamente desconocida. Ni que decir que incluso escuchar una voz diferente y ajena a las que escuchó allí le provocó un vacío en el estómago, incluso su pulso se aceleró levemente. Podía sentir una mirada fija en ella.
Levantó de a poco su cabeza y con eso sus ojos que estaban algo nerviosos pero a su vez desconcertados de quién sería esa vez. Pensó por un segundo que sería el abuelo que mencionó Emma pero era la voz de un niño por lo que miró hacia quien se había aparecido de repente para descubrir quién era.
Sus ojos se terminaron encontrando con unos ajenos de un color oscuro, ojos oscuros en resumen. Estos no se veían más que inexpresivos aunque si fijos en ella al punto de que la dejaron paralizada unos segundos mientras seguía en su misma posición con varios cabellos atravesados en su cara pero que le dejaban la suficiente visión para verlo; sus ojos eran como los de Shin'ichirō, se parecía a él sinceramente. Lo observó por completo, enfocando sus pupilas en él notando efectivamente a un niño de su edad, de cabello rubio y estatura baja.
Él no dejaba de mirarla mientras degustaba en silencio lo que parecía ser una paleta en su boca, viendo efectivamente cómo una de sus mejillas se abultaba cada tanto, siendo el dulce que comía. Estaba con ropa casual por lo que quizás había acabado de llegar.
Siguió mirándolo a los ojos un poco sorprendida, con sus pupilas reducidas y aún paralizada más que nada de la impresión y los nervios. A pesar de todo seguía colocándose nerviosa con alguien de su edad, más si es un niño. Pudo notar vagamente en el momento que conectaron miradas como alzó muy ligeramente sus cejas pero sin cambiar su mirada.
El rubio tomó la paleta del dulce y se lo sacó de la boca sin dejar de verla a los ojos hasta que percibió como observó a su pierna varios segundos y luego volvió a ver a su rostro. Seguía sin habla, bueno, los dos seguían sin decir nada. Hasta segundos después.
—¿Cuantos años tienes?
—¿Eh?
—Que qué edad tienes.
Pestañeó varias veces por la pregunta del contrario, había sido inconsciente el sonido de confusión que soltó debido a que seguía en aquel trance de nervios. Se enderezó un poco más, apretando sus labios levemente. Sus ojos estaban destellando de la conmoción que sentía, ni que decir la opresión de que no la dejaba de mirar en ningún momento.
Inclinó su cabeza muy levemente con una ahora confundida mirada, dudó un poco en la respuesta que debería darle observando como volvía a chupar el dulce pero sin apartar la mirada de su persona. Se quedó en silencio y después, habló:
—T-tengo... —tartamudeó al principio y luego tragó saliva—... tengo doce, este año los cumplí, no hace mucho... —siguió dudando a su vez que retiraba los cabellos de su cara.
El niño asintió en silencio soltando un largo «Mm» por tener el dulce todavía en la boca aunque aún así no tardó en balbucear levemente. —Eres mayor que yo, pero por meses... Yo también cumplo los doce en unos meses... —parpadeó todavía más confundida, viendo como se encaminaba y colocaba enfrente suyo. Él tenía una mirada pensativa hasta que la fijó en ella—. ¿Cómo te llamas? Yo soy Sano Manjirō, aunque también puedes llamarme Mikey.
❛¿Mikey?❜ alzó sus cejas sorprendida cuando dijo lo último, recordó efectivamente cuando Emma pensó que lo que le había sucedido a la pierna fue a causa por un tal Mikey. ¿Era él entonces? No se veía como alguien bruto, como dijo la de ojos dorados y había pensado ella que se veía. Se veía normal, incluso agradable pero como decía su madre, no hay que juzgar un libro por su portada.
—Sano Manjirō... pero también... Mikey... —el rubio la observó con curiosidad ladeando muy levemente su cabeza cuando escuchó la forma en la que repitió sus palabras. Ella estaba mirando a algún punto pero ahora trataba de evadir su mirada—. Kiyoko... Kiyoko Masumi, esa soy yo aunque no tengo otro nombre aparte de ese, creo.
Manjirō la siguió observando fijamente como memorizando las palabras que había dicho, su nombre y apellido, ahora parecía analizarla con aquel toque algo relajado de su parte y una pizca de curiosidad, más que nada de que se haya aparecido en su casa mágicamente y con una pierna aparentemente lastimada, incluso aunque la bolsa de hielo cubría gran parte de la hinchazón de su pierna podía notarla, eso le causaba más curiosidad.
Masumi, por su parte, tenía una mirada tranquila aunque por dentro estaba que se moría de tener a un niño cerca suyo y que le estuviera hablando, incluso imperceptiblemente estaba temblando ante los nervios y la vergüenza que le generaba eso. Si en la secundaria (ya estaba en primero de secundaria) salía prácticamente corriendo cuando cualquiera de sus compañeros, más que nada mujeres, se acercaban, sería peor su reacción al tener hombres cerca aunque en este caso estaba paralizada.
Literalmente no tenía como correr, si apoyaba la pierna le iba a doler más y estaría cojeando.
—¿Por qué no me miras? ¿tan intimidante soy? —cuestionó Manjirō quien no se retiraba de enfrente suyo. Había tenido un temblor un poco más fuerte al haber escuchado su voz pero no levantó la cabeza aunque si sus ojos, viéndose de detrás de la cortina de sus cabellos—. Tus ojos son bastante peculiares, creo que es la primera vez que veo unos así. —y se inclinó, acercándose a su rostro.
Mucho.
Sus labios temblaron un poco mientras echaba su espalda hacia atrás cuando el ojinegro se le acercó de esa manera un tanto masiva y con sus orbes oscuros totalmente fijos y atentos a los suyos que buscaban como escapar de su contacto visual. Aunque en general, buscaba como escapar, literalmente. No sabía que hacer y estaba que entraba en una crisis. Estaba demasiado cerca, incluso percibía el olor del dulce que tenía de lo cerca que estaba.
Sus manos se había apretado contra el sofá mientras buscaba no temblar demasiado de los nervios, un muy tenue rubor apareció en sus pómulos de un suave pálido por la situación. Colocó una mirada un poco extrañada y confundida de que haya hecho eso, disfrazando lo nerviosa y hasta asustada que estaba porque, pues ¡tenía a un niño demasiado cerca suyo! Y era la primera vez, para su desgracia o suerte.
Siguió manteniendo contacto visual con sus ojos oscuros viendo como no cambiaba su expresión, se veía pensativo todavía, soltando un pequeño tarareo mientras volvía a comer de su paleta. ¿Y ella? Tratando de que no le dé una crisis, al menos no una notoria.
—Hueles a dulce... —murmuró el contrarios tomándola por sorpresa al dar un pequeño salto, vio incluso como él movió su nariz un poco como si confirmara sus palabras—. ¿Es algún tipo de champú o hueles así? —de la nada, tomó uno de los cabellos que caía en su rostro y lo llevó a su nariz.
Abrió sus ojos bastante sorprendida mientras los colores subían a su rostro de golpe, incluso las puntas de sus orejas se tornaron de un tono rojizo por el tan potente sonrojo que le dió, colocó una mirada bastante nerviosa mientras abría sus labios de manera temblorosa soltando un pequeño balbuceó ante los nervios que sentía.
Juntó sus labios con fuerza tratando de calmarse más no podía, estaba sumamente nerviosa de tener a un chico en aquella cercanía y que estuviera inhalando su cabello. Ya era demasiado, sentía que iba a morir hecha tomate ya que su rostro estaba bastante rojizo y cliente.
Se tensó nuevamente cuando Manjirō levantó sus ojos y volvió a verla fijamente, aún manteniendo aquella cercanía. Abrió un poco más sus párpados ante la impresión pero aún estando roja por la vergüenza de tenerlo de esa forma y con sus ojos tan fijos a los suyos. No evitó fijarse más en ellos de forma inconsciente; eran completamente negros, justo como los de Shin'ichirō (aunque también notó un gran parecido entre ellos, así que supuso que eran hermanos), no tenían brillo alguno por lo que parecían opacos y completamente oscuros, pero a su vez, o al menos para ella, eran profundos ante lo oscuros que eran, a pesar de que mantenía siempre una mirada inexpresiva.
Dejó de temblar de a poquito por los detalles que estaba distinguiendo poco a poco, incluso comenzó a tranquilizarse aunque aquellos nervios de la mirada que poseía y la forma en la que la veía seguían ahí. Respiró hondo dejando caer un poco sus cejas a los lados pero buscando calmarse más que antes.
—N-no lo sé, uso un champú común... —respondió con timidez y un toque de inocencia ya que la verdad no estaba consciente de que olía a dulce. Dudó un poco al hacer una pausa—... Manjirō-kun...
El rubio cenizo enfrente suyo inclinó su cabeza hacia un lado de forma curiosa, más que nada porque lo llamó por su nombre directamente ya que creyó que le llamaría por «Mikey» aunque si lo llamaba por su apellido se negaría a que lo llamara así. Siguió viéndola varios segundos mientras despegaba su nariz de su cabello.
Masumi por su parte se colocó nuevamente nerviosa, alzando sus hombros ruborizada.
—¿O-o prefieres que te llame Sano-kun?... ¿O Mikey-kun? —preguntó sudando ligeramente y haciendo una reacción que al contrario le pareció tierna.
Siguió con la misma expresión hasta que ésta se mostró levemente en desacuerdo por su ceño levemente fruncido en señal del disgusto que le provocó una de las cosas que ella había dicho, viendo como lo veía todavía con nervios, vergüenza y de manera expectante, bastante. Era un poco inquietante -aunque no del mal modo- sus ojos, sinceramente le gustaban.
—No me llames por mi apellido. —balbuceó en una pequeña queja hasta que poco a poco su expresión se suavizó y mostró, por primera vez para Masumi, una sonrisa y expresión más animada—. Pero llámame Manjirō, ahora sólo tú puedes hacerlo, Angel.
La cara de la jovencita se quedó un poco seca por la forma en la que la llamó, aparentemente. Pensó que había sido una especie de broma pero no fue así, su rostro comenzó a tomar más expresión poco a poco mientras que gotitas de sudor de forma cómica y rápida comenzaron a bajar por su cabeza, mientras que su rostro se mostraba nervioso, más que antes, y sorprendido, teniendo las pupilas de sus orbes reducidas hasta casi no verse.
—Eh... —fue balbuceando poco a poco hasta que casi como un volcán volvió a explotar en sonrojo—. ¿¡E-eh!?
—¿Mm? —tarareó Manjirō con curiosidad mientras se enderezaba un poco pero sin soltar aquel mechón de su cabello, comenzando a jugar con él. Miró hacia un poco más arriba, pensativo—. ¿O será mejor Tenshi? Eso también significa ángel... —murmuró con su mano libre en su mentón como si fuera una difícil decisión—... Nah, Angel está bien, es más directo que un nombre con ese significado. Angel serás, bueno, ya eres pero también serás de ahora en adelante.
—¿Q-qué?... —susurró casi sin aire la más alta por las palabras que estaba diciendo este chico, estaba literal hecha tomate y apunto de desplomarse de lo roja que estaba. Respiró muy hondo por la nariz con la expresión aún ida de su parte, levantó con lentitud y dificultad uno de sus dedos—. ¿A-a que viene ese apodo, Manjirō-kun?...
El nombrado en un muy vago llamado levantó su mirada, bueno, bajó un poco su mirada al tenerla en el techo para observarla y viendo con atención la reacción que tenía su rostro, le pareció incluso cómico y nuevamente tierno que no evitó sonreír entretenido por su rostro y riendo ligeramente de forma infantil por saber que provocó esa reacción en ella.
Enredó un poco aquel mechón de cabello suyo entre sus dedos mientras que dejaba casi caer su cabeza a un costado de su hombro al inclinarla, dejando que los cabellos cortos que tenía fueran hacia un lado, aún mantenía una sonrisa en sus labios.
Luego, aquella sonrisa se volvió más animada al igual que su expresión. Masumi pudo pensar, apenas, en el cambio drástico en su expresión.
—Por qué eso pareces, se nota que eres inocente, como un ángel. Eres tierna. —«U-uh, otra vez» se quejó cómicamente en su mente como si le dieran un puntapié pero de vergüenza, encogiéndose de hombros en su lugar hasta que vio como él cerraba sus ojos y le daba una sonrisa—. Y también por qué quiero que seamos amigos.
Masumi finalmente salió de su trance volviendo a la mirada brillante y dulce que suele tener por aquellas repentinas palabras que había dicho el rubio, pestañeó varias veces bastante confundida y desprevenida. Okey, eso no se lo esperó aunque en realidad, no se esperó el que ese día terminará en aquella situación ni mucho menos con un niño como Manjirō. Era alguien confuso, al menos para ella, la confundía en varios sentidos aunque le causaba curiosidad.
Lo miró varios segundos, al punto de ser minutos, con sus orbes rosados aún con la misma expresión. Sus mejillas ahora habían disminuido a un tenue rubor mientras que poco a poco se relajaba e incluso se distraía del tema de su pierna y como reaccionaria su madre al ver que no sólo se lastimó si no que también le había mentido ya por varias semanas referente a dónde iba.
—Huh... —murmuró aún sorprendida y después inclinó su cabeza, mostrándose curiosa—. ¿Y por qué quieres serlo?
—Por qué me llamaste la atención —respondió con simpleza, encogiéndose de hombros, siendo bastante sincero—. Sobre todo por qué llegué y apareciste de repente en mi sala con una pierna lastimada. ¿No serás un ángel de verdad?
Nuevamente volvió a parpadear infinidad de veces ante el desconcierto que le provocaba las cosas que estaba preguntando así como así, extendiendo el sonrojo en sus mejillas un poco más mientras que su expresión se volvía avergonzada y exaltada, alzando un poco sus manos.
—¡N-no, no lo soy! —agitó sus manos bastante nerviosa viendo sorpresa en el contrario hasta que escuchó unas carcajadas de su parte.
—¡De verdad me agradas, Angel! Eres extraña. —dijo en un tono infantil y animado—. Aparte, te vez bastante linda roja y nerviosa. ¡Eres graciosa!
De verdad nunca pensó que terminaría en una situación así, con un niño rubio de ojos oscuros bastante extravagante que le estaba colocando los pelos de punta.
ERA CARGADA AHORA POR SHIN'ICHIRŌ en el momento que finalmente habían llegado a su casa, la había terminado trayendo a su casa en su motocicleta, descubriendo que tenía su propia tienda de estas mismas, debido a que al final seguía sin poder apoyar bien la pierna sin sentir como si se la apretaran por dentro. Habían ido primero con Kira quien seguía preocupada por su estado pero tranquila de que le trataron la pierna y no era grave más que un fuerte golpe, ahí Shin'ichirō le dijo que no debía alterarse y exagerar de que se rompió la pierna porque le cayó una silla encima, ya que la pobre peliroja casi se pone a llorar ahí mismo.
Con lo poco que lleva conociéndola pudo darse de cuenta que era alguien que se alteraba fácilmente y exageraba las cosas, al punto de ser sentimental. No la culpaba, ella era así, varias veces y todavía llora por una simple película como el Titanic cada vez que la ve o por ver alguna cosa muy tierna. Masumi era alguien sumamente sensible.
Ahora sí había caído de cuenta que estaba yendo a su casa, con su madre, ya anocheciendo, con una pierna maltratada y morada, como si le hubieran dado tremendo golpe o tremendo pelotazo, en los brazos de un desconocido que no era un desconocido para ella. Quería llorar incluso en ese momento cuando el pelinegro la cargó mejor para poder subir con cuidado las escaleras de aquel lugar departamental hasta llegar al quinto piso en dónde estaba el de su familia, como le iba indicando.
De repente, sintió, como ya veces atrás, una mano posarse en su cabello y revolverlo suavemente, captando su atención. Miró a Shin'ichirō con ojos preocupados y ahora confundidos, él veía hacia adelante con la comisura de sus labios levantada en una sonrisa.
—Tranquila, Mimi. —le dijo con tranquilidad—. Todo estará bien, sólamente debes decirle el accidente que tuviste al estar ayudando en aquel trabajo y lo entenderán.
—Uhm... —murmuró mientras bajaba la mirada regañada y jugaba con sus dedos—. Mis papás no saben que trabajo...
—¿Ah? ¿no lo saben? ¿es como un secreto o algo así? —cuestionó curioso el de ojos oscuros volteándola a mirar, ella asintió con la mirada agachada. Shin'ichirō dejó salir un pequeño silbido hasta reír bajo—. Vaya, Manjirō tenía razón, eres interesante. Eres una niña con muchos secretos ¿eh?
—¡N-no! Es sólo que... —hizo una pausa notando como se detenían, por el aroma a frutos rojos en el aire pudo darse de cuenta que ya habían llegado pero siguió hablando—... es sólo que quería ayudar a mis papás con dinero y si les decía que quería trabajar no me dejarían pero no quiero verlos cansados más. Quiero tratar de ayudarlos y apoyarlos de otra manera y en la que pueda y se me dé la oportunidad...
No recibió respuesta del Sano, éste simplemente se quedó con la vista en la puerta y ella en brazos en total silencio. Pudo notar de reojo como él colocó una expresión seria y a su vez pensativa hasta que nuevamente vio como sonreía, como le sonreía ya que había volteado a mirarla con aquella mirada relajada que le transmitía tranquilidad.
—Si yo fuera uno de tus papás en vez de sentirme molesto; me sentiría, aparte de preocupado por tu pierna, orgulloso de tener a una hija decidida y que se preocupe por su familia. —dijo en un tono sincero provocando que su corazón se acelerara por lo que había dicho—. Bueno, será mejor que toquemos, que ya tengo frío.
AÚN SEGUÍA UN POCO DESCONCERTADA, CUANDO esperó una reacción de parte de su mamá alterada o algo por el estilo tuvo una completamente diferente. Su madre era la que estaba presente, cocinando y cuando vio como estaba al abrir la puerta inmediatamente fue a revisarla y sentarla en el sofá, incluso sin importarle quién era la persona que la cargaba que incluso hizo medio entrar a Shin'ichirō.
Estaba revisando su pierna con cuidado y preocupación mientras le hacía varias preguntas que no sabía responder por los nervios y el miedo que sentía de como reaccionaria en su momento al decirle toda la historia y como es que terminó de esa manera.
Con ver a Shin'ichirō y ver cómo este le daba una sonrisa como en señal de que tuviera valor, tomó aire y terminó contándole todo el hecho de que trabajaba en una tienda no muy lejana de allí para ganar dinero para ayudarlos, etc etc. Su sorpresa fue mayor cuando no vio más que una sonrisa suave de su progenitora y casi se cae de espaldas cuando dijo:
«Desde siempre lo supe. Una vez te seguí para averigüar en que mentías y te ví trabajando» había dicho con un poco de diversión al ver su expresión «Pensé en llevarte a casa para que no trabajarás pero te ví esforzándote y dejé que continuarás. Mujeres que trabajan, son mujeres fuertes». De verdad estuvo sorprendida por lo que dijo y a su vez se auto dijo tonta por no pensar un poco más en que debería haber mentido mejor pero en serio, de verdad, no era buena mintiendo: su madre supo que estuvo mintiendo desde un principio.
Ahora veía por la ventana mientras sentía como su madre peinaba su cabello húmedo ya que había sido recién lavado, sólamente movía un poco su cabeza ante el accionar de su madre pero nada alarmante ya que de por sí no tenía el cabello enredado. Pensaba en varias cosas, en que el tema de su trabajo iba a seguir ya que su madre se lo permitió y estaría más tranquila al no mentirle, en Shin'ichirō, en Mai, en Emma y inevitablemente en Mikey... Manjirō.
Seguía pensando que era extraño aunque de un extraño bueno. Sus mejillas se ruborizaron ligeramente por recordar la forma en la que la había apodado, infló levemente sus mejillas con vergüenza bajando la cabeza. Ya era la segunda persona que le decía un apodo, siendo la primera Shin'ichirō, quien le explicó a su mamá como la conoce y porque estaba con él, ella lo acusó varios veces antes de eso al punto que lo notó nervioso pero termino convenviéndola.
❛¿Su amiga?❜ pensó nuevamente pensativa mientras levantaba la mirada de nueva cuenta al techo mientras que tenía apoyadas a Suki y Aki en sus piernas dormidas y Yume acostada entre estas cerca suyo. Recordó sus ojos oscuros por el hecho que le dijo que querían ser amigos.
Vaya forma de desarrollarse el día, aunque no le molestaba.
→S H A N X L A B Y X←
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