10. Los cuatro campeones
⋆*・゚:⋆*・゚:✧*⋆.*:・゚✧.: ⋆*・゚: .⋆
La habitación de las chicas de cuarto año de Slytherin se encuentra bastante tranquila y limpia, esto gracias a los elfos y también a que una de sus compañeras tiene un pequeño problema de limpieza, sí, Adhara es esa chica quien siempre ordena a sus compañeras a que no dejen tanto desorden, y aunque funciona muy bien con tres de ellas, Daphne considera una falta de respeto el que sea regañada por su mejor amiga por ser un desorden.
El sol recién salió y Adhara se encuentra en bata, cepillando su cabello preparándose para salir rumbo al Gran Comedor, puesto que le gustaría ver quienes serían los estudiantes de Hogwarts que dejarían su nombre en el Cáliz de fuego. Como es día libre no tendría por qué usar uniforme, por lo que optó utilizar un lindo suéter color escarlata sobre su blusa blanca de cuello tipo polo. Paso sus manos por el suéter, alisándolo y vistió unos simples vaqueros negros. Miró en su alhajero el collar que su primo Draco le había regalo en su cumpleaños número doce, y lo tomo con cuidado. A veces, sentía un remordimiento al usar ese collar ya que solo las mujeres integrantes de la familia Black llegaban a tener uno de estos, y aunque en realidad ella no era del todo una Black, tenía uno que (al parecer) su tía Narcisa le había decidido regalar.
Y era el collar que había pertenecido a su madre, ese principalmente era el motivo por el cual lo utilizaba todos los días alrededor de su cuello.
—¿Qué haces tan temprano despierta? —preguntó aun adormilada Tracey y tratando de no cerrar sus ojos.
—Bueno, el Cáliz de fuego ya está expuesto, quiero ver quien coloca su nombre —respondió con tranquilidad mientras acomoda el cuello de su camisa, el cual sobresale de su suéter.
—¡Espérame! —chillo Tracey, quien de un brinco se paró y corrió al baño.
Mientras tanto, Adhara rebuscó entre sus cajones su diario y tomo una pluma la cual no necesitaba de tinta, se sentó mirando su diario y soltó un suspiro de cansancio. Tracey salió a los minutos con la cara completamente empapada y dando brinquitos comenzó a cambiarse.
—Eres un desastre —murmuró con una pequeña sonrisa al ver como trataba de ponerse unos tenis negros.
—Sí, sí —ella secó su rostro con una toalla y colocó una diadema—. Vamos, ¿crees que el guapo de Krum ya haya colocado su nombre? —Adhara comenzó a reír.
Caminar al lado de Tracey significaba tener que entender de lo que la joven hablaba, a veces hablaba tan rápido que ni siquiera se le podía entender, otras veces solo divagaba sin llegar a un punto, pero fuera de eso, era divertido caminar al lado de la chica ya que todo le ponía nerviosa, en especial las escaleras que cambian de lugar.
Al llegar al vestíbulo había al menos unas diez personas agrupadas allí, algunas comiendo tostadas, y todos contemplando el cáliz de fuego. Lo habían colocado en el centro del vestíbulo, encima del taburete sobre el que se ponía el Sombrero Seleccionador. En el suelo, a su alrededor, una fina línea de color dorado formaba un círculo de tres metros de radio.
Adhara siguió con la mirada al último chico de Durmstrang que terminaba de arrojar un pergamino en el cáliz, el joven al captar que estaba siendo observado le dedicó una sonrisa ladeada. Rápidamente Adhara giró su cabeza, esperando que no se hubiese malinterpretado el hecho por el cual lo miraba.
—¿Te imaginas estudiar en Durmstrang? —preguntó curiosa Tracey—. ¿Cómo sería? —murmuró.
—Hum, no lo sé, supongo que raro. No soy muy fan de las artes oscuras y ellos les dan mucha prioridad a las artes oscuras —comentó con una mueca.
—Sí, tienes razón —respondió Tracey rápidamente, como si eso fuese de lo peor—. Tengo hambre —sin más, la rubia se fue caminando tranquilamente al interior Gran Comedor, dejando a Adhara sola.
La joven se apoyó en la pared sacando su diario y lo abrió para acariciar la primera hoja, la cual tiene la constelación de Andrómeda que le dibujó Nymphadora cuando ella le regaló el diario a sus ocho años.
—¡Hola Adhara! —la joven cerró el diario y ladeó una sonrisa al ver a Cedric, que camina en su dirección mostrando esos radiantes dientes blancos.
—Hola, Cedric, ¿cómo estás? —preguntó aceptando el abrazo que el Hufflepuff quería darle.
—Emocionado —él se acercó para susurrar—. Puse mi nombre en el cáliz.
—¿Enserio? —preguntó asombrada.
—Sí, yo... uf, sí —asintió con su cabeza, viéndose realmente tierno—. Lo hice en la noche, solo estoy muy nervioso y espero quedar, ¿crees que quede?
—Tienes madera de campeón, por supuesto que quedaras —aseguró Adhara dándole golpecitos en el hombro, haciéndolo reír—. ¿Qué piensan tus padres acerca de esto? —preguntó curiosa.
—Mamá estaba que le daba un ataque, pero papá me apoyó mucho —dijo sonriendo.
—¡Hola Adhara! —saludó Ron con una sonrisa—. Hola, Cedric —dijo disminuyendo un poco la alegría
—Mini Weasley —respondió Cedric—. Hola —dijo mirando a Hermione y Harry.
—Hola —respondieron ambos, Hermione con una amigable sonrisa, Harry... Harry solo respondió.
—¿Han visto quién ha puesto su nombre? —preguntó Ron.
—Todos los de Durmstrang lo han hecho ya —respondió Adhara, sin mirar a Harry—. Bueno, iré a desayunar —murmuró, miró a Hermione un tanto nerviosa—. Permiso —sin más que decir, ella caminó bajo la atenta mirada de Harry al Gran Comedor.
Se dejó caer al lado de Blaise que está devorando un plato de avena.
—¿Estás bien? —preguntó confundido.
—Hum —murmuró.
Pero Adhara se sentía realmente mal por estar ignorando a Harry, no podía seguir ignorándolo.
Simplemente estaba siendo muy grosera y maleducada con él. Harry no tenía la culpa de su impulso de estupidez, él no era el culpable de que no estén hablando. Tenía que hablar con Harry y lo haría ahora.
Así como se sentó, se paró rápidamente de su lugar, causando curiosidad en Blaise y Tracey ante el ceño fruncido de la chica, quien caminó muy decidida al vestíbulo para hablar con Harry.
Solo que al llegar vestíbulo, no solo estaba el trío, sino que había ya un grupo de chicos y chicas reunidos, y entre ellos, los gemelos Weasley y Lee Jordan, que parecían estar a punto de colocar su nombre en el cáliz.
—¡Ven a vernos triunfar, Ad! —exclamó emocionado Fred, abriendo sus brazos al ver a la chica.
—Gemelos, Lee, ¿qué van a hacer? —preguntó cruzándose de brazos alzando una ceja. Miro de reojo a Harry, quien parece divertido ante la situación.
—Una gota de poción envejecedora y funcionara para poner nuestros nombres en el cáliz —explicó George.
—No funcionara —aseguró Adhara rodando los ojos, Hermione la señalo.
—Ya se los he dicho, pero venga que son muy tercos —bufó la leona.
Adhara vió como Fred se sacaba del bolsillo un pedazo de pergamino con las palabras: «Fred Weasley, Hogwarts.» Fred avanzó hasta el borde de la línea y se quedó allí, balanceándose sobre las puntas de los pies como un saltador de trampolín que se dispusiera a tirarse desde veinte metros de altura. Luego, observado por todos los que estaban en el vestíbulo, tomó aire y dio un paso para cruzar la línea.
Durante una fracción de segundo, Adhara creyó que el truco había funcionado. George, desde luego, también lo creyó, porque profirió un grito de triunfo y avanzó tras Fred. Pero al momento siguiente se oyó un chisporroteo, y ambos hermanos se vieron expulsados del círculo dorado como si los hubiera echado un invisible lanzador de peso. Cayeron al suelo de fría piedra a tres metros de distancia, haciéndose bastante daño, y para colmo sonó un «¡plin!» ya los dos les salió de repente la misma barba larga y blanca.
Todos los presentes en el vestíbulo soltaron grandes carcajadas al verlos envejecidos y con barbas largas y blanca, incluso Fred y George se encontraban riendo de ellos mismos. Adhara negó con sus brazos cruzados, mientras dejaba escapar risitas, olvidándose por un momento el motivo por el cual estaba ahí.
—Les advertí —habló Dumbledore con una sonrisilla al ver a los gemelos envejecidos.
—¿Qué ha sucedido? —preguntó Daphne llegando, con la mirada adormilada, mientras Dumbledore les pide a los gemelos que vayan a la enfermería para que dejen de ser viejos.
—Esos idiotas se han envejecido para poder entrar al torneo —dijo Adhara con una sonrisa mirando a los gemelos.
—Genial, quiero una barba como esa —murmuró Daphne viendo la de George y soltando risitas.
—¿Te gusta mi barba Greengrass? —preguntó George parándose y posando un tanto burlón.
Daphne rodó los ojos y procuro no sonreír mucho. Adhara miró a Daphne y luego a George.
—¿Acaso...? —pero no pudo terminar porque Daphne le tomó de la mano para caminar al gran comedor.
—Cierra el pico —susurró—. No, no me gusta —ella alzó una ceja—. Bien, el otro día soñé que salíamos a Hogsmeade y me besaba, ¿tú entiendes los sueños? —Adhara negó mientras una sonrisa se formaba en su rostro.
Se imaginó a Daphne y George saliendo y siendo novios... sería interesante y quizá preocupante.
—No, pero entiendo a las estrellas, si quieres, les puedo preguntar por tu sueño —Daphne hizo una mueca.
—Hum, no gracias, no confió en las estrellas —Adhara ahogó un grito y miro ofendida a su amiga—. No empieces el drama, Tonks —le advirtió la rubia.
—Como te atreves —murmuró Adhara negando con el ceño fruncido.
Al sentarse en la mesa de las serpientes, Blaise le ofreció a Adhara un plato de yogurt con frutas, su favorito. Agradeció sonriendo un poco y si más comenzó a comer tranquila mirando la entrada del Gran Comedor.
—Warrington ha puesto su nombre muy temprano —comentó Theo—. Ya me lo confirmo y dicen que Diggory también.
—Cedric ya lo hizo —asintió Adhara para después llevarse una cucharada de yogurt a su boca.
—¿El guapo de Hufflepuff? —preguntó Tracey, Adhara asintió—. Es bellísimo —Daphne le dio la razón y Adhara soltó una risilla.
—Hum, muy delicado para ser campeón, ¿no? —preguntó Draco cruzándose de brazos.
—Te sangra la lengua, cariño —murmuró Adhara rodando los ojos—. Le apuesto a Cedric —dijo alzando sus hombros.
Claro que es su amigo, obviamente Adhara le apostaría por él.
—¡Escuchen! —señaló Theo.
En el vestíbulo estaban lanzando vítores. Se volvieron todos en sus asientos y vieron entrar en el Gran Comedor, sonriendo con un poco de vergüenza, a Angelina Johnson. Es una chica negra, alta, que jugaba como cazadora en el equipo de quidditch de Gryffindor. Adhara consideraba a Johnson una de las mejores cazadoras en todo Hogwarts.
—Cualquiera menos un Gryffindor —dijo con asco Goyle—. ¿Se imaginan que uno de esos nos represente?
—Ni lo digas que luego se hace realidad —bufó Blaise—. Siempre llamando la atención, son irritantes.
Adhara apretó un poco su mandíbula y Daphne le dedicó una tímida mueca.
—¿Qué haremos hoy? —preguntó Pansy.
—Hay que hacer la revancha de gobstones —pidió Theo.
—Por favor, no más gobstones —suplicó Pansy rodando los ojos.
—Iré a la biblioteca —musito Adhara, todos la miraron.
—¿Qué está mal contigo? —preguntó frunciendo el ceño Draco—. Es Halloween —ella alzó los hombros.
—Quiero leer —murmuró.
—Convive con nosotros —suplicó Blaise jaloneando su brazo y haciendo ojitos.
Adhara puso los ojos en blanco, Blaise, Daphne y Tracey están jaloneando de la manga de su túnica, pidiéndole que pase el tiempo con ellos.
—Bien —murmuró rendida, al ver como Theo también comenzaba a suplicar.
Los Slytherin sonrieron triunfantes.
El resto del día la pasaron vagando por los pasillos y disfrutaron de una partida de ajedrez mágico en donde Adhara terminó por ser la campeona. Mientras ellos charlaban del Torneo y apostaban por los campeones de cada escuela Adhara se dedicó a escribir en su diario algunos pensamientos y cosas sin sentido.
—Ad, ¿quién crees que salga campeón? —preguntó Blaise apoyando su mejilla en su muñeca para verla con una sonrisa.
—Hum, tengo una corazonada en que saldrá Cedric —respondió tranquila—. Algo me dice que Krum será campeón, o sea, ¿han visto cómo lo trata Karkarov? —Theo asintió rodando los ojos—. De Beauxbatons ni idea —admitió alzando los hombros.
Sin más que decir, ella continúo escribiendo.
Esta vez fue para Harry.
No estaba segura de sí en realidad le iba a mandar la carta o no, pero tenía que expresarse de una forma u otra y estaba segura de quizá podía escribir algo coherente, aunque no tenía muy clara su mente, así que solo escribió sin preocuparse mucho.
Querido rayito.
Hola Harry, espero estés bien y estés haciendo tus deberes.
Adhara se arrepintió rápidamente y tacho eso último.
Extraño mucho hablar contigo.
Se que fue mi culpa y también se que es mi culpa que no hemos estado hablando este último mes, y es por eso que escribo está carta.
Quiero disculparme contigo por lo que sucedió en el gradas del campo de quidditch. Te mentiria si... bueno, en realidad es que yo no sé qué estaba pensando (en realidad, no estaba pensando), por lo tanto... no se por que lo hice...
Un tanto confundida, ladeo su cabeza. En realidad tenía muy claro el por qué lo había besado, pero tampoco iba a confesárselo en la carta.
Tengo que confesarte que el motivo por el cual no te hablaba y te evitaba es por pena... perdoname mucho Harry, no quiero arruinar de nuestra amistad por un pequeño error el cual prometo nunca volverá a suceder.
Deseo hablarte y que todo vuelva a ser como antes, pero tengo miedo de que dejes de que todo cambie entre nosotros, no podría soportarlo en realidad.
He hablado con las estrellas, ellas me aseguran que todo volverá a ser como antes y mucho mejor, aunque no entiendo a que se refieren (la mayor parte del tiempo nunca les entiendo).
Perdón, Harry, perdón por hacerlo fue... fue un impulso de idiotez, debe ser porque me he juntado mucho con Ron y se me ha contagiado.
Te pido una disculpa por hacer tal... bueno... eso...
Una muy arrepentida Adhara x.
—¡Adhara! —la chica dio un brinco y miró a Pansy que rodó los ojos—. Maldición, apúrate, el banquete de Halloween no debe tardar en comenzar —ella se paró de un brinco y sin más, encogió su diario para guardarlo en su bolsillo junto con su pluma.
Camino junto con la pandilla de Malfoy al Gran Comedor, salvo que ella se encuentra hasta el fondo junto con Daphne y Theo.
—¿Estás bien? —preguntó Theo.
—Sí, claro —respondió tranquila.
—Te ves más seria de lo usual —comentó Daphne con una mueca—. ¿Te sientes mal? —ella negó.
Los miro con el ceño fruncido, un tanto confundida—. ¿Quieres ir a la enfermería? —preguntó algo preocupado Theo.
Una pequeña sonrisa se formó en los labios de Adhara y negó con la cabeza.
—Descuiden, solo estaba pensando —murmuró.
—Lo normal —comentó Theo sonriendo—. Andando —el paso un brazo por los hombros de Adhara, para comenzar a caminar al lado de su amiga.
Adhara miro el Gran Comedor con una sonrisa, le encantaban las decoraciones de Halloween, (aparte el banquete era increíble), pero este año, se habían lucido.Hay murciélagos reales volando y las calabazas flotando en el techo. Divisó a sus amigos de Gryffindor en la mesa, Harry apretó una sonrisa al verla abrazada de Theo y ella rápidamente desvió su mirada.
El banquete de Halloween les pareció mucho más largo de lo habitual. Quizá porque era su segundo banquete en dos días. Adhara ha diferencia de sus amigos y compañeros se encargó de disfrutar los alimentos, pero en su expresión mostraba emoción y curiosidad, ella al igual que todos los estudiantes en el Gran Comedor ansiaban conocer los resultado. Como todos cuantos se encontraban en el Gran Comedor —a juzgar por los cuellos que se giraban continuamente, las expresiones de impaciencia, las piernas que se movían nerviosas y la gente que se levantaba para ver si Dumbledore ya había terminado de comer—, Adhara sólo deseaba que la cena terminara y anunciarán quiénes habían quedado seleccionados como campeones.
—¿A qué hora termina el banquete? Muero por saber quiénes serán los campeones —admitió Daphne.
—Pronto, Daph —dijo Adhara tratando de sonar relajada mientras come su pastel de chocolate y mira discretamente a Harry.
Sí, en realidad lo extraña demasiado, incluso más de lo que decía en la carta. Las últimas semanas habían sido tan confusas cuando las estrellas le habían dicho un claro mensaje: «ayuda a Harry Potter», el cual desconcertó a la chica quien no entiende a que se refieren. Pero estaba claro, tenía que hacerles caso, así que haría lo que las estrellas le estaban diciendo, al final de cuentas, tarde o temprano entendería el mensaje.
Por fin, los platos de oro volvieron a su original estado inmaculado. Se produjo cierto alboroto en el salón, que se cortó casi instantáneamente cuando Dumbledore se puso en pie. Junto a él, el profesor Karkarov y Madame Maxime parecían tan tensos y expectantes como los demás. Ludo Bagman sonreía y guiñaba el ojo a varios estudiantes. El señor Crouch, en cambio, no parecía nada interesado, sino más bien aburrido.
—Bien, el cáliz está casi preparado para tomar una decisión —anunció Dumbledore—. Según me parece, falta tan sólo un minuto. Cuando pronuncie el nombre de un campeón, le ruego que venga a esta parte del Gran Comedor, pase por la mesa de los profesores y entre en la sala de al lado —indicó la puerta que había detrás de su mesa—, donde recibirá las primeras instrucciones.
Sacó la varita y ejecutó con ella un amplio movimiento en el aire. De inmediato se apagaron todas las velas salvo las que estaban dentro de las calabazas con forma de cara, y la estancia quedó casi a oscuras. No había nada en el Gran Comedor que brillara tanto como el cáliz de fuego, y el fulgor de las chispas y la blancura azulada de las llamas casi hacía daño a los ojos. Todo el mundo miraba, expectante. Algunos consultaban los relojes.
Adhara mostró una sonrisa viendo las llamas que provenían del cáliz de fuego. Quizá, si era una tontería eso de regresar el torneo tomando en cuenta todas las muertes que se han producido en dicho torneo, pero tenía que admitirlo, estaba emocionada.
—Paciencia —susurró Theo mirando el cáliz—, paciencia —volvió a decir.
De pronto, las llamas del cáliz se volvieron rojas, y empezaron a salir chispas. A continuación, brotó en el aire una lengua de fuego y arrojó un trozo carbonizado de pergamino. La sala entera ahogó un grito.
Dumbledore cogió el trozo de pergamino y lo alejó tanto como le daba el brazo para poder leerlo a la luz de las llamas, que habían vuelto a adquirir un color blanco azulado.
—El campeón de Durmstrang —leyó Dumbledore tras tomar el trozo de pergamino—, es Viktor Krum.
Todo el Gran Comedor estalló en aplausos, Adhara miró sonriente al búlgaro quien se ve muy orgulloso y el director Karkaroff ni se diga, puede explotar de alegría en cualquier momento. El búlgaro se paró con una sonrisa triunfante y siguió las órdenes de Dumbledore para entrar a la sala.
Se apagaron los aplausos y los comentarios. La atención de todo el mundo volvía a recaer sobre el cáliz, cuyo fuego tardó unos pocos segundos envolverse nuevamente rojo. Las llamas arrojaron un segundo trozo de pergamino.
—La campeona de Beauxbatons —habló nuevamente el director—, es Fleur Delacour.
—Oh, los franceses se ven un poco decepcionados —comentó Pansy mordiendo su labio para no comenzar a reír por ver a algunas chicas llorar.
—Me enamore de Fleur, ¿creen que quiera casarse conmigo? —preguntó Theo haciendo reír a Adhara y a Daphne.
Cuando Fleur Delacour hubo desaparecido también por la puerta, volvió a hacerse el silencio, pero esta vez era un silencio tan tenso y lleno de emoción,que casi se palpaba. El siguiente sería el campeón de Hogwarts...Y el cáliz de fuego volvió a tornarse rojo; saltaron chispas, la lengua de fuego se alzó, y de su punta Dumbledore retiró un nuevo pedazo de pergamino.
Adhara miro a Cedric con emoción y nerviosismo, el mantiene su cabeza agachada como si estuviese rezándole a alguien.
—El campeón de Hogwarts —leyó Dumbledore causando tensión—, es... ¡Cedric Diggory!
—¡SÍ! —grito Adhara dando un brinco de emoción y aplaudiendo fuertemente—. ¡Lo sabía, Cedric! —grito mirando al Hufflepuff caminar con una gran sonrisa, él guiñó emocionado en dirección a Adhara.
—¡Estupendo! —exclamó Dumbledore sonriendo—. Bueno, ya tenemos a nuestros tres campeones. Estoy seguro de que puedo confiar en que todos ustedes, incluyendo a los alumnos de Durmstrang y Beauxbatons, darán a sus respectivos campeones todo el apoyo que puedan. Al animarlos, todos contribuirán de forma muy significativa a...
Pero Dumbledore se calló de repente, y fue evidente para todo el mundo por qué se había interrumpido.
El fuego del cáliz había vuelto a ponerse de color rojo. Otra vez lanzaba chispas. Una larga lengua de fuego se elevó de repente en el aire y arrojó otro trozo de pergamino.
Dumbledore alargó la mano y lo cogió. Lo extendió y miró el nombre que había escrito en él. Hubo una larga pausa, durante la cual Dumbledore contempló el trozo de pergamino que tenía en las manos, mientras el resto de la sala lo observaba. Finalmente, Dumbledore se aclaró la garganta y leyó en voz alta:
—Harry Potter.
«No.»
Los ojos de Adhara se abrieron de golpe al igual que su boca. Busco con su mirada a Harry quien se encogió en el asiento, sin entender muy bien lo que pasaba. Claro que se notaba que no entendía lo que estaba pasando, se veía confundido, asustado en realidad. Los ojos de Harry se encontraron con la mirada de Adhara, el chico estaba que pedía ayuda a través de sus hermosos ojos esmeralda. Adhara solo quería correr a abrazarlo por que no podía aceptar ni mucho menor creer que Harry en realidad había puesto su nombre en el Cáliz de fuego.
Él le había dicho que no lo haría.
—¿Cómo lo logró? —susurró muy bajo Blaise con algo de envidia.
—Harry Potter —repitió nuevamente Dumbledore—. ¡Harry, levántate y ven aquí por favor!
Adhara vio a Harry caminar torpemente hacia Dumbledore, quien le indico que pasará a la otra sala. Ella solo quería golpearlo. ¿Cómo era posible que Harry siempre tenía que meterse en problemas?
«¿¡Por qué siempre su vida peligra en cada año nuevo en Hogwarts?!»
Nota de autora:
At least, Adhara no se desmayó eh
Buenooo, no queda mucho que decir, solo que gracias a lxs que leen, votan y comentan 🤧💛
Lots of love, Cici x
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro