Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

𝐪𝐮𝐢𝐧𝐜𝐞

────────────────────────
Contraataque; parte uno.
Eren Jaeger.
────────────────────────
Año 850
Día del atentado contra el titán hembra.
────────────────────────

Estaba allí, mirando a la nada en el borde de aquella cama. La temprana luz del día esclarecía la fría y amarga mañana que se avecinaba. Mis manos apretaban fuertemente el colchón, mientras que mis dientes lo hacían entre si, no podía dejar de sentir la gran impotencia que me abrazaba en este amanecer. Baje la cabeza. La duda me mataba, la duda de querer tener las respuestas a mi pregunta. ¿De donde venía realmente la raíz de un titán? ¿Por qué razón Annie y yo éramos iguales? Y la última, la pregunta que me estaba matando. ¿Por qué Annie querría llevarme con ella? Esa pregunta retumbaba en mi cabeza, quitándome el sueño e inclusive la fuerza para iniciar este día. Habría un contraataque, uno por el cual Erwin Smith estaba apostándolo todo sin saber que quizás, Annie podría ser inocente, pero es que, Armin nunca se equivocaba y se que jamás, haría una acusación hacia la chica que hacía tambalear sus piernas cuando pasaba frente a él. Solo tenía una opción. Pelear sin retroceder. Pero, tenía miedo. No podía denegar el simple hecho de que mis manos estaban temblando y por eso, apretaba fuertemente el colchón en donde dormía.

Me levante. Estaba ansioso, demasiado para una persona tan impulsiva como yo. Rondaba la habitación, merodeando como un cazador a su presa. ¿Por que estaba tan impactado? ¿Por qué me dolía tanto? Sentía una fuerte presión en el pecho que me hacía pensar solamente en Annie. De ninguna manera ella debería tener intenciones de hacerme daño, porque aunque no fuimos tan cercanos, no recuerdo que nos lleváramos mal en lo absoluto, incluso, estaba dispuesta a enseñarme cómo pelear de la misma manera en que ella lo hacía. Y es que, ¿como no pude darme cuenta que era ella? Desde un principio sus movimientos eran tan familiares y conocidos para mi, que quizás el deseo tan imponente de querer destruir a la mayoría de los titanes, me hizo cegar cuando justamente, aniquilo a todo ese escuadrón que estaba dispuesto a salvarme sin importar el costo. Suspire, necesitaba aire, necesitaba respirar hondo, por lo cual abrí la puerta de mi habitación para salir, viendo los pasillos alargados y un gran silencio, hasta que claramente los pasos de un lado del pasillo me hicieron mirar para poder notar la presencia de aquella chica con cabellera rubia.

—¿Gianna?—su nombre sobresalió de una manera suave de mis labios, viendo como ella con su uniforme de la legión y cabello amarrado junto a la finta azulada, se giró lentamente para verme, como si se asombrara.—¿A donde vas?—le pregunté cuando vi su verdosa capa, ella aún me miraba con el mismo semblante, ¿por qué estaba tan sorprendida de que la hubiera encontrado a punto de irse? Quizás la verdad siempre estuvo ahí, pero no fui capaz de entender que ella quería salvar a alguien, como yo quería salvarla a ella.

—Eren.—me llamo, mientras que camine hacia ella, resonando mis pisadas en el pasillo.—¿Qué haces despierto?—me preguntó, evadiendo mi pregunta anterior.—Se suponía que descansaras lo suficiente. Hoy saldrás con la legión.—añadió, con esa voz fría, pero a su ves, tan sutil.

—¿Tú no vendrás?—sin responder, tomando el mismo tono de actitud que ella utilizó conmigo, me quede mirando sus azulados ojos.

—No lo creo.—indicó, dejándome desconcertado, pues físicamente ya ella no lucía tan mal y apuesto lo que sea, que el capitán Levi la adiestró para que ella esté junto a nosotros en el día de hoy, donde el comandante Erwin junto a Armin, ingeniaron un posible plan para contraer al titán hembra en las manos de la legión.—Debo irme.—musitó, con la intención de darme la espalda, impulsivamente lo impedí, llevando mi mano hasta su brazo.

—¿Por qué?—pregunte, insistente para ver su cabeza baja, algo pasaba, ella podría siempre estar seria y sin expresión, pero había algo en su rostro, se veía desesperada.—¿Por qué estás despierta tan temprano? ¿A donde vas?—volví a preguntar, mientras que ella se soltó de mi agarre sutilmente.

—Nada de lo que haga es de tu importancia, mucho menos de tu incumbencia Eren.—masculló, fríamente, mirando hacia el suelo.—Nos estamos dando mucha importancia de lo usual, no es correcto, ni para ti, ni menos para mi.—añadió, mientras que buscaba su mirada.

—¿Por qué no? ¿Qué te hace pensar de esa manera?—le pregunté, viendo como ella de una manera impotente me miró, esta chica me estaba volviendo loco, porque sus expresiones para mí eran nuevas.

—No lo entenderías y tampoco estoy dispuesta a explicártelo. No te entrometas.—musitó, con esa intención de irse nuevamente que me hizo reaccionar de la misma manera, pero con más autoridad, reteniendo su brazo para que su cuerpo chocara con el mío, junto a nuestras respiraciones, donde la lentitud de nuestra mirada se hizo larga y extensa, como ese sueño.

—¿A que tienes miedo?—le pregunté.—Dime, ¿por qué estás cayendo rendida a mis pies y ahora buscas alejarte de mi?—volví a preguntar, su pecho subía y bajaba rápidamente, estaba tensa.—Gianna, dímelo.—pedia, esperando un acceso a ella, a su coraza tan fría.

—Que me estés conociendo de una manera que otros no hayan conocido, no significa nada.—indicó, mirándome detenidamente a mis ojos.—Ya te lo he dicho. No te entrometas.—añadió, mientras que su respiración chocaba con la mía.

—Dame una razón para no entrometerme.—pedí, sosteniendo su brazo fuertemente, mientras que ella bajo la cabeza, para rodearme con sus ojos.

—Te protejo, te protejo de mi, Eren. Por eso te estoy pidiendo que no te entrometas.—respondió, con la frialdad de su mirada para así, soltarla del agarre.

—Significa que tienes miedo.—expresé, impidiendo que aún se fuera, viéndola mirarme de manera desconcertada, se veía impotente.

—Te conocí cuando el muro María cayó.—asombrado la mira ante tal revelación, dando en el blanco de que ella y yo, alguna vez nos cruzamos.—Estabas en el refugio y llorabas, porque lo perdiste todo. Y, Eren no estoy dispuesta a ser la causa de una nueva perdición.—musitó, llevando su mano a su codo, para yacer cabizbaja, sin atreverse a mirarme.

—¿Por qué serías la causa de una perdición?—le pregunté, sintiéndome ajeno a lo que decía.—No estoy entendiendo nada. Solo, solo quiero... —detuve mi habla, llevando mi mano al rostro, cubriéndome apenado.—Ni siquiera puedo tener el valor de poder expresártelo, Gianna. Que estés aquí, me pone nervioso, no puedo mirarte sin sentir que me pierdo en ti.—le decía, aún cubriéndome el rostro, para así destaparme y ver cómo ella levantó su mirada para verme.

—Necesito que, te alejes de mi.—pidió, mostrándome una expresión de tristeza que desconocía de ella.—No soy lo que crees que soy. Solo, aléjate.—musitó en un hilo de su voz, dándome la espalda para caminar con pesadez.

Sentí algo. Una extraña sensación de tristeza e impotencia que me invadió en cuanto no pude retenerla conmigo. Fue ese día que supe sobre ese extraño sentimiento, donde las mariposas de mi estomago se revolcaban por completo. Nacía, empezaba a nacer ese sentimiento de retenerla, por miedo que se reflejaba al cariño, al enamoramiento. Era eso, pese a tener quince años y no tener la prudencia de digerir la mayoría de las cosas que sucedían a mi alrededor, ver a Gianna me causaba un sin fin de emociones que solo se esclarecían cuando ella me daba la espalda y se iba lejos. Restregué mi rostro, ni siquiera tenía mi uniforme, no estaba preparado para el día de hoy y ahora, me sentía drenado. No quería aislarme, lo menos que quería hacer era dejar de ver esos ojos que me llevaban a un sueño del que no quería despertar. Ella era algo, era una sensación en mi que no podía manejar y lo único que miraba, eran sus labios carnosos que quería probar. Tenía que ser ella, así como en mis sueños, anhelaba que fuese ella a quien mis labios probaran por primera ves, debía ser algo mágico, irreal el sostener tus labios con los de alguien más. En medio de ese sentimiento, de todos los que le consumían, sonreí de lado, porque ella sabía que si tenía miedo, era por el hecho de que sentía algo. O, ¿podría ser algo más que realmente no estaba entendiendo?

—¿Eren?—seco mi húmedo cabello, viendo como a las regaderas se adentraba Armin, mirándome.

—¿Qué sucede, Armin?—le pregunté, continuando en secar mi torso humedecido, me había dado una ducha, notando como la luz del sol se adentraba, esclareciendo el día.

—El comandante Erwin Smith quiere vernos.—respondió, mirándome.—Hay una reunión.—detalló, por lo cual asentí.—Eren, ¿estás listo? Esta misión dependerá de nosotros. Realmente, ¿podremos hacerlo?—me preguntaba, dudoso.

—Aún estoy en duda de que sea ella.—dije, llevando las manos a ambos extremos del lavado.

—Eren, estoy seguro que era ella.—interfirió, mientras lo miré a través del espejo empañado.—Es una corazonada y aunque quizás, las emociones no importen en esta parte de la legión, para mi si, porque la sensación que sentí cuando vi a ese titán, es la misma que Annie me hacía sentir cuando estaba cerca.—añadía, tan seguro de sus palabras y por eso, me costaba demasiado dudar de lo que Armin decía.

—¿Por qué crees que la conoces?—pregunte, en un tono alto e irritado, estaba drenado.—Lo lamento, se que no jugarías con algo así, Armin.—indique, girándome para mirarlo.—Solo, espero que haya una razón, una razón por la cual no tenga que verme obligado a pelear contra Annie.—añadía, viéndolo cabizbajo.

—En el fondo, también espero lo mismo.—musitó, lamentado.—Me cuesta tanto creer que haya una gran posibilidad de que sea ella una mala persona. Para mi, no lo ha sido, por eso espero que haya una razón como tú.—seguía diciendo.—Aún así, no creo que a Annie nos vaya a perdonar por esto, la legión de exploración ya está encima de ella sin que lo sepa.—expresaba, mientras que me colocaba mi camiseta y encima, la chaqueta de la legión.

—¿Eren?—levante la mirada, observando al comandante de la legión, Erwin Smith adentrarse a las regaderas con algo de prisa.—¿Como estás? Dime, ¿estás preparado?—preguntó, mirándome.

—Debe estarlo. En caso de que Annie Leonhart sea el titán hembra, dudo mucho que vaya a resistirse ante nosotros.—aquella fría voz se esclareció, abriéndose paso, el capitán Levi quien yacía cruzado de brazos me miró.—En conclusión, Eren, no tienes otra opción que estar preparado para esto.—añadió, mirándome.

—Si, capitán Levi.—afirme, con un tono respetuoso hacia aquel hombre tan firme, había perdido a un escuadrón entero y aún así, estaba parado aquí frente a mi, como si nada hubiera pasado, el capitán Levi era sumamente fuerte.

—Eren, el comandante Erwin y el capitán Levi estarán ajenos en la misión. La teniente Hange será quien nos dirija con la mayoría de sus hombres.—detallaba Armin, por lo cual asentía, aceptándolo.

—Por tal razón, esperamos que puedan ser capaces de tomar sus decisiones propias, demostrando la determinación que se supone que tengan para estar en esta legión.—expresaba Erwin, mirándonos.—Confiamos en sus determinaciones y que podrán sustentar lo necesario para digerir esta situación. Son los únicos capaces para detener a Annie Leonhart, en caso de que sea el enemigo o no, debemos frenarla. Tenemos las herramientas, así que, las utilizaremos a toda costa.—añadía el comandante, mientras que Armin y yo, asentimos.

—Comandante Erwin.—le llame, notando como él estaba dirigiéndose nuevamente a la salida con el capitán Levi, quienes se giraron para verme.—¿Qué haremos si Annie es inocente?—pregunté.

—No lo sabremos, hasta que lleguen hasta ella.—me respondió.—Muchachos, buena suerte.—deseo, sobresaliendo de las regaderas junto al capitán Levi, quien me miró de reojo para continuar.

—Eren.—Armin me llamo, notando mi pausa y como no me movía.—¿Podemos irnos?—me preguntó, notaba su tensión y su miedo.

—Adelante, Armin.—asentí, impulsándole a caminar fuera de las regaderas donde veíamos a la mayoría de los soldados adiestrarse.

Me aliste. Recogí mis equipos de maniobras tridimensionales, las cuales ajuste fuertemente contra mis correas. Estaba sentado, todos esos hombres se preparaban. No los veía dudar, mucho menos tambalear, estaban preparados para cualquier pelea e incluso, si el costo era perder, aceptan la apuesta a ciegas del comandante Erwin. Cada uno de ellos, confiaba en él ciegamente, lo seguían e idolatraban, a pesar de las pérdidas y bajas de la legión, la gente apostaba su confianza en la suya, sin vacilar. Respire hondo, aún lado de mi, Armin también se preparaba en silencio. Él apretaba fuertemente sus correas como yo lo había hecho con las mías, estaba cabizbajo, le conocía demás y sabía que esto le estaba costando demasiado. Lleve mi mano hasta su espalda, acariciándolo. Levantó su mirada para verme y sonreír, Armin sin duda tenía una valiente determinación para continuar con esto, sabiendo que estaba hundiendo la vida de alguien que le importaba más de lo que él creía. Se levantó de mi lado, en el mismo silencio con el que se levantó, mientras que yo notaba alrededor, un vacío en esta sala de soldados que se alistaban para salir. Ninguno de ellos estaba aquí, se habían ido, ese día, se habían ido. Mirando a la nada, lo supe, ellos hacían falta. El escuadrón de operaciones especiales, ya no estaban más aquí.

Hasta que vi que estaban dispuestos a matarme, pude darme cuenta. Me sorprende un poco que ninguno de ellos confíe en mi.—dije cabizbajo, ante la presencia del capitán Levi y Gianna a su lado, me sentía apenado; recordando el hecho de que todo ese escuadrón me apunto con sus espadas, dispuestos a aniquilarme ese día en que sin intención, me transformé.

—Por supuesto que no confían en ti. Es por eso que los elegí para mi escuadrón.—respondió el capitán Levi, cruzado de brazos, no podía mirarlo, así que desconocía si me miraba.—Se dice que eres un verdadero soldado de la legión, hasta que regresas con vida de una misión. Cuando te enfrentas a los titanes, siempre faltará información. No importa cuanto pienses, hay situaciones de las que no comprendes un carajo. Por eso aprendimos actuar con rapidez. Y a tomar decisiones basadas en el peor de los casos, sin embargo eso no significa que seamos insensibles. Como prueba de eso, aquí está ella.—levante la mirada, viendo detenidamente a Gianna, ella estaba cabizbaja ante ese nombramiento que la hizo conectar su mirada con la mía.—A diferencia de Gianna, cuando ellos te señalaron con esas hojas, no pudieron estar impasibles ante ese hecho.—añadió él.

—¡Eren! Confía en nosotros.—pedia Petra con desesperación, mirándome con detenimiento, con una mirada de insistencia y seguridad que me daba, ella era tan, tolerante.

—¡¡Confió en ustedes!!—acepte erróneamente, cerrando mis ojos para respirar hondo, sin poder detener los gritos de aquellos camaradas que morían atrás de mi, de la misma manera en la que ellos morirían, yo miré la mano de Gianna establecida en mi costado, ella tenía una mordedura ahí, la misma que los demás cuando quisieron disculparse aquel día en que erróneamente me convertí en titán e intentaron atacarme, ellos confiaban en mi.

—¡¿Otra ves dudas de nosotros?!—me preguntó Auruo, mirándome en la misma altitud, con ese tono de hostilidad y molestia por mis acciones tan impulsivas, pero deseaba protegerlos más que nadie, como ellos querían hacerlo conmigo.

—¿Qué pasa Eren, tan poco confiables somos?—miré a Petra con detenimiento, había tristeza y desilusión en su mirada, pero tenía miedo y debían entenderme, no quería perder a nadie más, estaba al borde de morder mi mano, debí haberlo hecho, si sentía lo que iba pasar, debí haberme transformado en ese momento y quizás, ellos estarían vivos.

—¡¡Confío en ustedes, buena suerte!!—dije, tragando nuevamente saliva de manera amarga.

Me levante de la banca, me miraban, no como un monstruo. Estas personas confiaban en mi, por la maldición que llevaba dentro de mi ser, camine hacia las afueras donde estaban los caballos. La brisa se sentía tibia, la cual removía mi corto cabello, mire cómo Mikasa preparaba el montaje de su caballo, aún lado de Armin. Ellos me miraron, sabían que me culpaba por la muerte de esas personas. Maldición. Si ese día, hubiera tomado otra decisión diferente, ¿ellos aún vivirían? Me lo preguntaba, porque no habría desilusión más grande que aceptar el hecho de que una amiga, una compañera en la que confié, fue la detonante de la muerte de esas personas que confiaban en mi potencial, porque ellos lo sabían que mi vida dependía de las suyas y por esa maldita razón, me dejaron ir sin vacilar, aunque sabían que al final no volverían a su querido hogar. Restregué mis ojos humedecidos. Era débil, era impulsivo e impotente, por el simple hecho de no poder cambiar lo que ya pasó, por eso, me levante. No lo permitiría, si Annie era la causante de ese desastre, no la vería más como mis ojos lo hacían. Ella sería el enemigo. La acabaría, lo haría como lo haré con todos aquellos que se entrometan en mi camino. Lo juré ese día y lo cumpliré, los destruiré a todos sin importar el costo o a quienes deje atrás. Aunque me repudien, aunque tenga que caminar solo, seguiré avanzando.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro