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Extra

El regreso de Soobin había sido un verdadero milagro, pero el camino que había recorrido para llegar hasta allí había sido un verdadero infierno, similar al que Yeonjun había experimentado. No solo tenía que lidiar con el amargo sentimiento de no tener a nadie en quien apoyarse, sino que también enfrentaba la dolorosa realidad de una relación fracturada con su madre. Aunque ella había tomado la decisión de ser una mejor madre, aún existía una brecha profunda entre ellos, una falta de confianza que les impedía tener una conexión sólida y significativa.

Soobin se encontraba en una constante batalla interna, tratando de mantenerse optimista a pesar de los desafíos abrumadores que enfrentaba. Cada noche, su niño interior le recordaba los peores temores que se estaban haciendo realidad: la sensación de estar perdiendo su propia felicidad poco a poco y la agonía de estar separado de Yeonjun, el amor de su vida. Era una lucha agotadora, como ser un títere en manos de las circunstancias, pero Soobin se aferraba a su palabra y a la promesa que le había hecho a Yeonjun. Sabía en lo más profundo de su ser que su amado lo estaba esperando, y juntos tenían un sinfín de sueños y metas por cumplir.

La esposa de Soobin, a pesar de tener un control aparente sobre él, no parecía encontrar la satisfacción que buscaba. Incluso llegó al extremo de hacer un escándalo al descubrir un retrato de Yeonjun en el despacho de Soobin. Fue en ese momento, una de las pocas veces en las que Soobin decidió hablarle, dejándole claro que no debía atreverse a tocar sus pertenencias y, con firmeza, la echó de su oficina.

Aquella escena fue un punto de quiebre para Soobin, quien había mantenido una actitud aparentemente indiferente ante las provocaciones y manipulaciones de su esposa. Pero en ese instante, su amor y respeto por Yeonjun se manifestaron con una fuerza inquebrantable. No permitiría que nadie, ni siquiera su esposa, se atreviera a faltarle el respeto a la persona que había pintado su vida de rosa pastel.

Los cinco años que habían transcurrido desde la partida de Soobin habían sido los más oscuros y desafiantes para los Choi. Sin embargo, a pesar de todas las dificultades, Soobin se aferraba a su propósito con una determinación inquebrantable. Estaba decidido a cumplirlo, sin importar los obstáculos que se interpusieran en su camino.

La realidad era que, apenas tres años después de su matrimonio, los Choi ya estaban considerando seriamente la posibilidad de poner fin a su relación. Aunque, por supuesto, Soobin nunca había imaginado casarse en primer lugar. El día de su boda, solo deseaba que un repentino torbellino lo arrastrara lejos, porque no tenía el coraje ni la fuerza para oponerse a casarse en ese momento. Ahora, estaba sufriendo las dolorosas consecuencias de esa decisión.

Los Choi descubrieron que la familia Hwang se encontraba en bancarrota, lo cual explicaba en parte por qué habían propuesto el matrimonio por conveniencia. Sin embargo, lo que realmente colmó el vaso fue el descubrimiento de que los hermanos Hwang tenían una relación muy diferente a la que aparentaban. Además, se reveló que Yeji, estaba esperando un hijo que no era de su esposo.

Esta revelación generó una gran confrontación entre las dos familias, con reproches y acusaciones por parte de los Choi y los señores Hwang. La pelea fue intensa y llena de tensión, ya que los Choi se sentían traicionados y decepcionados por la falta de honestidad y lealtad de la familia Hwang.

Lamentablemente, la confrontación tuvo consecuencias trágicas, ya que Yeji terminó perdiendo al bebé. Esta pérdida fue un golpe devastador para todos los involucrados y profundizó aún más la brecha entre las dos familias.

Como resultado de todo esto, los Choi tomaron la decisión de cortar todo vínculo con la familia Hwang. Se sentían heridos y no podían confiar en ellos después de lo sucedido. Fue un momento de gran dolor y desilusión para los Choi, quienes tuvieron que enfrentar las consecuencias de las decisiones y acciones de los Hwang.

En medio de toda esa situación, Soobin mantuvo una actitud aparentemente indiferente. Se enfocó en sus estudios, dedicándose por completo a terminar su carrera y prepararse para asumir la responsabilidad de heredar la empresa familiar. Aunque su corazón estaba lleno de dolor y confusión, mantuvo una fachada de serenidad, ocultando sus verdaderos sentimientos bajo una máscara de indiferencia.

Un año después de los eventos ocurridos, el padre de Soobin enfermó gravemente. Fue en sus últimos momentos, cuando Soobin estuvo frente a él, que el padre se dio cuenta de que había hecho de la vida de su hijo un verdadero infierno. Sin embargo, no se disculpó, ya que sabía que Soobin no quería escuchar sus disculpas y que no le interesaban. El padre simplemente esperó pacientemente su destino, consciente del infierno que había creado.

La señora Choi, ahora viuda, y Soobin no celebraron la muerte del padre, pero tampoco la lloraron. Había demasiado dolor y resentimiento acumulado como para sentir una pérdida profunda por su partida.

— ¿Qué harás ahora? — preguntó la madre de Soobin, rompiendo el silencio. Era la primera vez que le preguntaba sobre su futuro o sobre algo que realmente le interesara.

— Volveré con Yeonjun y seré feliz con él. — respondió Soobin con seguridad en cada palabra. Había tomado una decisión firme y estaba decidido a buscar su propia felicidad, sin importar las expectativas o las opiniones de los demás.

— ¿Qué hay de la empresa de tu padre? — preguntó ella, curiosa por saber qué planes tenía Soobin para el legado de su padre.

— Venderé todo, no me interesa. — soltó y su madre asintió.

No le importaba mantener el legado de su padre, ya que representaba un pasado lleno de dolor y sufrimiento. Para él, vender todo era una forma de liberarse y de devolverle a su padre todo el infierno que le había hecho pasar. Aunque hubiera deseado que fuera más, Soobin se sentía satisfecho con esa decisión.

La señora Choi se encontraba de pie junto a la cama, observando el cuerpo sin vida de su esposo. Una mezcla de emociones se agolpaba en su interior mientras procesaba aquella imagen impactante. Una lágrima solitaria recorrió su mejilla, reflejando el dolor y la tristeza que había experimentado durante tantos años. El hombre que le había causado tanto sufrimiento finalmente se había ido, pero la felicidad no llegaba a su corazón.

A pesar de la partida de su esposo, la señora Choi no podía encontrar la felicidad en ese momento. El rencor y la amargura seguían anidados en lo más profundo de su corazón, deseando más que solo su muerte. Recordaba con claridad los días en los que él la había alejado de la mujer que un día amó, la mujer con la que ella quería estar. Ahora, él había encontrado la paz en su hogar, mientras que ella se enfrentaba a la realidad de que ya no había oportunidad para que ella viva de nuevo.

La señora Choi se sentía atrapada en un ciclo de dolor y resentimiento. Aunque su esposo había partido, las heridas que él le había infligido seguían abiertas y latentes. La vida que una vez soñó junto a Michelle se había desvanecido, reemplazada por años de desdicha y desamor. Ahora, solo le quedaba esperar su propio día, aceptando que ya no había oportunidad para que ella encuentre la felicidad que tanto anhelaba.

Cuando salió de la habitación, se encontró nuevamente con los ojos de su hijo.

— Mamá. — llamó Soobin, su voz llena de ternura y anhelo. Era un llamado a la reconciliación, a dejar atrás el pasado y construir un nuevo comienzo juntos.

Había pasado mucho tiempo desde que él le había llamado "mamá", y el simple sonido de esa palabra le provocó un nudo en la garganta. Las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos, casi silenciosamente, mientras el peso de los años de dolor y separación se hacía presente. Era un llanto liberador, una mezcla de tristeza, arrepentimiento y esperanza. Por primera vez en mucho tiempo, se permitió mostrar su vulnerabilidad y su deseo de reparar la relación con su hijo.

— Quiero que vengas conmigo, quedémonos allá. — le pidió Soobin, extendiendo una invitación llena de esperanza y amor. Quería que su madre formara parte de su nuevo comienzo, dejando atrás el pasado doloroso y construyendo un futuro juntos.

La señora Choi se sintió abrumada por la solicitud de su hijo.

— ¿Puedo abrazarte? — pidió, buscando la cercanía y el consuelo que tanto anhelaba. Soobin asintió con una ligera sonrisa de ternura, acercándose a su madre con los brazos abiertos.

El abrazo fue un encuentro lleno de emociones encontradas. La señora Choi se aferró a su hijo con fuerza, sintiendo la calidez de su abrazo y el amor que emanaba de él.

Soobin también sintió las lágrimas brotar de sus ojos mientras rodeaba a su madre con sus brazos. Era un abrazo cargado de significado, una muestra de perdón y aceptación. Aunque nunca había experimentado ese abrazo maternal de niño, en ese momento se sentía completo y amado. El abrazo de su madre era tan cálido que se renegó por no haberlos recibido cuando los necesitaba.

El abrazo duró un instante, pero dejó una huella profunda en ambos corazones. Soobin estaba dispuesto a cambiar por su madre, a dejar atrás el resentimiento y darle un lugar especial en su vida. Ya no quería tener rincones oscuros en su corazón, sino llenarlo del amor que aprendió en esa pequeña pastelería.

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Yeonjun sonrió tiernamente mientras se apoyaba en una pared de la cocina, tratando de ser lo más sigiloso posible para no ser descubierto mientras observaba a Soobin. Había algo especial en ver a Soobin en acción, incluso en las tareas más simples como ordenar la cocina. Era como si cada movimiento de su amado estuviera lleno de gracia y encanto. 

Vio cómo el pelinegro suspiraba con frustración, colocando sus manos en sus caderas. Era evidente que estaba enfrentando algún tipo de desafío en la cocina. Yeonjun no pudo evitar sentir una oleada de ternura

Solo Soobin tenía el poder de dibujar una sonrisa en su rostro en una fecha que siempre había sido sombría y triste para él. La presencia de Soobin iluminaba su vida una vez más.

Relajó sus brazos cruzados y se acercó al menor a pasos lentos, tratando de no interrumpir su concentración.

— ¿Qué haces? — preguntó, colocándose junto a él. Su voz era suave y llena de curiosidad genuina.

Soobin pegó un brinco en su lugar y se volteó rápidamente, cubriendo con su cuerpo la mesada. La sorpresa y el nerviosismo se reflejaron en su rostro, mientras intentaba ocultar lo que estaba haciendo.

Yeonjun no borró la sonrisa de su boca, disfrutando de la reacción de Soobin. Sabía que a veces podía ser un poco travieso, pero siempre lo hacía con amor y diversión.

— ¿Yo? Nada, cielito. — dijo el pelinegro, haciendo una sonrisa nerviosa. Intentaba mantener el misterio y la intriga, sabiendo que eso solo aumentaría la curiosidad de Yeonjun.

— ¿Ah, sí? Pues yo veo que estás haciendo algo — dijo Yeonjun, tratando de ver la mesada, pero Soobin, con su altura, no le dejaba. — Bin... — rogó el ahora castaño, utilizando el apodo cariñoso que le había dado a Soobin.

Que por cierto, Soobin se sintió un poco triste cuando el tinte en el cabello de Yeonjun se fue, extrañando el vibrante color rosa que tanto amaba. Pero eso no le impidió disfrutar de la presencia de Yeonjun en ese momento.

— Sube, ve. Si ves lo que estoy haciendo, entonces no lo voy a dar. — amenazó Soobin con una sonrisa traviesa, desafiando a Yeonjun a descubrir su secreto.

— ¿Me vas a dar algo? — preguntó con entusiasmo, sus ojos brillando de emoción.

— Si subes y me esperas, sí. — dijo el pelinegro.

— Bien, te espero entonces. — respondió, con una sonrisa radiante en su rostro.

Soobin no pudo evitar sonreír ampliamente cuando vio a Yeonjun subir con rapidez las escaleras, lleno de entusiasmo y curiosidad.

Mientras tanto, Yeonjun se tiró en la cama boca arriba, con una sonrisa en su rostro, esperando pacientemente. La habitación se llenó de música a todo volumen mientras él caminaba de un lado a otro, ordenando algunas cosas. La energía y la alegría que emanaba eran contagiosas, y Soobin no pudo evitar soltar una leve carcajada mientras lo escuchaba desde la cocina.

El tiempo parecía pasar más lento mientras Soobin terminaba lo que estaba haciendo, deseando terminar rápido para poder estar con Yeonjun. Cada segundo que pasaba, la emoción y la anticipación crecían en su interior. Sabía que lo que tenía preparado para Yeonjun sería algo especial, algo que demostraría cuánto significaba para él.

Entonces, la mirada de Yeonjun se fijó con la puerta y sonrió nuevamente, ahora más entusiasmado mientras Soobin se acercaba a él.

— Cierra los ojos. Y no hagas trampa. — dijo el menor. 

Yeonjun asintió y cerró sus ojos, sentado en la cama, cruzado de piernas y esperando sentir la presencia de Soobin.

— Ya puedes abrirlos. — dijo el menor.

Yeonjun abrió los ojos lentamente y observó a Soobin, quien lo veía con una sonrisa. Luego bajó la mirada y pudo observa una bandeja mediata sobre la cama. En ella había cuatro cupcakes de zorrito y una cajita de terciopelo.

Reconoció esos cupcakes de inmediato. Lucían muy parecidos a los que su madre les hacía en la pastelería. La caja de terciopelo era de un color beige, Yeonjun rio levemente por eso. Sabía que Soobin no lo hacía intencionalmente, le parecía tierno que intente adivinar por sí mismo los colores.

Yeonjun había dejado de vender de esos cupcakes porque no encontraba la receta de su madre y no le salía como esperaba. 

Soobin tomó la cajita de terciopelo y lo abrió lentamente, sacando un brazalete muy colorido. Era rosa y rojo, con un dije de fresa. Muy simple, pero muy bonito.

— El día en el que nos separamos...por segunda vez, yo había hecho brazaletes para ambos. Me dijiste que no te gustan los regalos muy materiales porque no tienen mucho valor sentimental. Entonces ese día hice este para ti. — Soobin tomó la mano de Yeonjun y se lo colocó sonriendo al ver en su otro brazo el primer brazalete que le había hecho — Y este para mi. — Soobin levantó el brazo mostrando uno igual, pero de arándano y con colores fríos.

— Binnie...— susurró, sus ojos cristalizados. Sintiendo una ola de emociones y nostalgia, pensar que ese mismo día pero hace solo unos años quería desaparecer del mundo y de repente llegaba Soobin ofreciéndole solo días de felicidad. Era mucho para corazoncito. 

— Y cuando me mudé contigo, estábamos ordenando y encontré una receta muy vieja. Sé que podrías hacer mil postres muchos mejores, pero...quería hacerte algo por mi cuenta. — comentó y antes de que Soobin pudiera continuar hablando, Yeonjun tomó su rostro entre sus manos y plantó un beso en sus labios.

— Eres todo lo que deseé. — dijo Yeonjun contra sus labios, expresando con palabras lo que su corazón sentía. Soobin sonrió, sintiendo la calidez de esas palabras en su interior, y devolvió el beso con intensidad, sin dejar de ser tierno y delicado.

El pelinegro quitó la bandeja de cupcakes a un lado, sin dejar de besar al mayor, y se tumbó sobre él en la cama. Yeonjun rio en medio del beso, rodeando el cuello de Soobin con sus brazos, disfrutando de la cercanía y la complicidad que compartían.

— Mm, los pastelitos. — murmuró Yeonjun mientras observaba cómo la bandeja se movía con los movimientos de ambos, amenazando con arruinar la forma que Soobin les había dado. — Se van a pegar.

— Déjalos que se peleen. — bromeó Soobin, dejando besos por todo el cuello de Yeonjun, disfrutando de su risa y su cercanía.

— Eres un idiota. — dijo Yeonjun entre risas, sin dejar de reír mientras Soobin se hundía en su cuello, inhalando su dulce aroma.

Después de unos minutos, Soobin alejó su rostro y observó a Yeonjun, quien ya estaba devorando el cupcake poco a poco, como le gustaba. La nostalgia se apoderó de Yeonjun, y una sonrisa triste se dibujó en su rostro.

— Me recuerdan mucho a ella. — comentó con tristeza, recordando los momentos en los que su madre solía hacerle cupcakes de zorrito para animarlo cuando llegaba de la escuela golpeado o triste. Era un recuerdo lleno de amor y cuidado maternal.

Soobin besó las mejillas de Yeonjun, transmitiéndole calor y apoyo. Sabía lo importante que era para Yeonjun mantener esos recuerdos vivos y honrar a su madre de esa manera.

Hoy hace seis años, Soobin había vuelto a irse. Soobin regresó hace un año.

•bd•

Era primavera, aunque el viento era frío, era reconfortante para Soobin, quien manejaba por la solitaria carretera escuchando música. Yeonjun a su lado descansando dulcemente. Soobin con su mano restante no pudo evitar tomar la mano de Yeonjun.

Ambos últimamente se habían sentido en un muy largo sueño. Deseando pasar momentos juntos por tanto tiempo y que de repente todo esté en paz, todo esté como habían deseado, todo era amor y tranquilidad entre los dos. 

Soobin detuvo el auto cuando bajaron a su destino y bajó para rodear el auto e ir hacia el lado copiloto.

— Amor... — susurró Soobin sobre los labios de Yeonjun, tratando de despertarlo.

Yeonjun se removió y abrazó a Soobin cuando sintió como este lo alzaba tan fácilmente.

— ¿Llegamos? — preguntó abriendo sus ojos lentamente.

Soobin rio dejando lentamente a Yeonjun parado en el suelo. Este volteó hacia los lados observando el lugar.

— ¿Quieres entrar a la cabaña? — preguntó Soobin mientras abría la cajuela del auto.

Yeonjun observó el mar a lo lejos y cómo este se fusionaba con el cielo color azul viento suave casi nublado y la arena. Luego volteó hacia Soobin y asintió.

— Ten las llaves entonces, yo bajaré las cosas. — dijo el pelinegro y Yeonjun asintió tomando la lave.

Se quitó los zapatos y comenzó a arrastrar sus pies descalzos por la arena, disfrutando de la sensación de esta entre sus dedos. 

Había deseado ir a ese lugar con Soobin desde el día en el que se quedó allí con su soledad. 

Cuando llegó a la cabaña, sacudió sus pies y se adentró, asombrado por lo playero pero moderno que se veía. Con sus colores beige y crema, con muchas puertas de cristal.

Ayudó a Soobin a dejar algunas cosas adentro de la cabaña y luego volvieron a salir al aire libre. Disfrutando del viento, el sonido del mar y los pájaros.

— Es pacífico. — comentó Soobin extendiendo levemente los brazos y Yeonjun asintió antes de sentarse en la arena, abrazando sus piernas. Soobin lo imitó pero extendiendo sus piernas.

Soobin sonrió con ternura al ver el sueter de Yeonjun, ese lindo sueter con un zorrito en él. El que no pudo regalárselo hace tiempo hoy lo tiene y es el favorito de Yeonjun a pesar de no ser rosa pastel.

— Vine aquí hace unos tres años. — confesó Yeonjun, su mirada aún fija en el mar — Vine y deseé una y otra vez que la próxima vez que esté aquí sea contigo. — ahora dijo y volteó el rostro hacia Soobin con una sonrisa cerrada pero sincera. — Esa había sido la última vez que me sentí en paz, el siguiente año había sido solo un caos. Después, los siguientes años ya no necesité regresar, porque el sonido del mar se transformaron en tu voz y las cosquillas de la arena en tus toques cada mañana. — Soobin solo parpadeó suavemente, disfrutando de las sensaciones de ese momento. — Pero, creo que la experiencia mejora si estamos aquí y juntos. 

El castaño se acercó más a Soobin antes de depositar un beso sus labios, este le siguió, acariciando su rostro con lentitud y delicadeza, igual que el beso. Cuando se separaron, Yeonjun vio a los ojos de Soobin con un brillo en sus ojos que revolvieron los sentimientos de Soobin.

— Soobin. — susurró ahora Yeonjun — Hemos estado cumpliendo desde entonces casi todo lo que prometimos desde niños. — comentó.

— ¿Casi? — Soobin preguntó frunciendo los labios y Yeonjun asintió soltando una pequeña risa.

— Sí, casi. — enfatizó Yeonjun — Quiero que te cases conmigo, Soobin. Lo quiero hoy y lo quise veinte años atrás. — susurró suavemente y Soobin sonrió contra los labios de Yeonjun antes de tomar su cintura y tumbarlo en la arena, subiéndose sobre él. Yeonjun rio rodeando al menor con sus piernas.

— Cuando volví a verte, tuve que contenerme para no pedirte matrimonio ahí mismo. — confesó el menor riendo — Voy a casarme contigo. ¿Sabes por qué?

— ¿Por qué? — preguntó Yeonjun sonriendo.

— Porque alguien me dijo que para casarme con alguien, tengo que amarlo mucho. — dijo y dejó un beso corto en los labios de Yeonjun — Y eres el único con el que quiero casarme, siempre fue así y siempre será así. 

El fin de semana había sido tan magnífico para Soobin y Yeonjun como cualquier otro día en la comodidad de su hogar, porque lo especial era el amor que compartían entre ellos. Sin embargo, al regresar a la pastelería que había prosperado gracias a las inversiones de Soobin, este se llevó una sorpresa.

Cuando entraron, el lugar estaba decorado con adornos blancos y confeti volaba por todo el local. Los aplausos estallaron, llenando el ambiente de alegría y emoción. Era evidente que sus seres queridos estaban allí para celebrar su amor.

— ¿Y esto? — preguntó Soobin, mirando a Yeonjun con una sonrisa en su rostro, contagiado por la atmósfera festiva.

— Bueno, ellos ya sabían todo. — respondió Yeonjun, tomando la mano de Soobin y guiándolo hacia sus seres queridos.

En ese momento, el señor Lee y la madre de Soobin se acercaron a ellos, con sonrisas llenas de orgullo y felicidad.

La madre de Soobin se acercó lentamente a Yeonjun, mirándolo a los ojos con dulzura y alegría. Estaba feliz de que Yeonjun fuera la persona que acompañaría a su hijo en adelante, y sabía que Michelle, donde sea que esté, también estaría orgullosa de ellos y de ella por haber cambiado.

"Tu hijo es tan adorable como tú, Michelle" 

Ella tomó la mano de Yeonjun y colocó una pequeña cajita de terciopelo azul en su palma. Luego, tomó el rostro de Yeonjun entre sus manos y le dio un beso en la frente. Yeonjun hizo una reverencia agradecido por el gesto.

Después de que la madre de Soobin le entregara la cajita de terciopelo azul, Yeonjun sintió una profunda gratitud y respeto hacia ella. Tomó la mano de la madre de Soobin y agradeció el gesto con una reverencia, sintiéndose honrado de ser aceptado y amado por ella.

Cuando la madre de Soobin, Irene, regresó de Europa, tuvo el valor de contarle a Yeonjun todo lo que había pasado con Michelle. Yeonjun se sorprendió al enterarse de la historia y se sintió triste por el hecho de que ninguna de ellas pudo expresar su amor abiertamente. Sin embargo, también se conmovió al darse cuenta del efecto que su madre había tenido en las personas que la rodeaban. Comprendió por qué la madre de Soobin había amado tanto a la suya, porque Michelle era una persona especial que dejaba una huella profunda en la vida de quienes la conocían.

Por otro lado, el señor Lee se acercó a Soobin y con la misma sonrisa en su rostro de orgullo y de saber que dejaba a Yeonjun en manos de alguien como él, le entregó también una pequeña cajita de terciopelo rosa pastel. Soobin hizo una reverencia tomando el objeto.

La madre de Soobin y el abuelo de Yeonjun se alejaron lentamente de la pareja, dejándolos solos para disfrutar del momento. Soobin y Yeonjun se miraron con una sonrisa en sus rostros, sus ojos levemente cristalizados por la emoción. Ambos abrieron las cajitas al mismo tiempo, revelando un anillo de plata en cada una.

Soobin tomó la mano de Yeonjun y colocó el anillo de propuesta en su dedo anular. Esta vez, estaba colocando el anillo en la mano de la persona indicada, cumpliendo la promesa que se habían hecho hace veinte años. Luego, fue el turno de Yeonjun de colocarle a Soobin el anillo en su dedo anular, sellando su compromiso.

Ambos alzaron la mirada, una sonrisa radiante en sus rostros, antes de acercarse y sellar el momento con un beso. El confeti voló una vez más y los gritos de alegría llenaron el lugar.

— ¡Un aplauso para esta pareja que está enamorada! — gritó Jin y Yeonjun no pudo evitar reír entre el beso.

Después de separarse del beso, Soobin y Yeonjun se abrazaron en un gesto cálido y tímido. Podían sentir el latido acelerado de sus corazones, la emoción aún palpable en el aire.

— ¿Qué hueles? — preguntó Yeonjun, su voz suave y llena de curiosidad, mientras sentía la respiración de Soobin en su cabeza.

Soobin sonrió, disfrutando de la cercanía y la intimidad compartida.

— Tu cabello ahora es castaño, pero sigue oliendo como siempre — comentó Soobin con felicidad, dejando que sus dedos se deslizaran suavemente por los mechones de Yeonjun.

Yeonjun rio, su risa resonando en el aire como una melodía alegre.

— Es mi shampoo — dijo Yeonjun, compartiendo una risa cómplice con Soobin — ¿A qué huele?

Soobin se tomó un momento para inhalar profundamente, disfrutando del aroma dulce y reconfortante que envolvía a Yeonjun.

— A rosita pastel — respondió Soobin con una sonrisa.

Hoy hace siete años, Soobin había vuelto a irse. Soobin regresó y Soobin no va a volver a dejar al amor de su vida.

Soft pink tiene 16 capítulos, 16 en japonés se pronuncia "juuroku", "juuroku" suena como "juuroku ai", "juuroku ai" significa amor eterno y y ese amor eterno era precisamente lo que definía la conexión profunda entre Soobin y Yeonjun.

Y vivieron felices por siempre. Como en el final de los cuentos que Michelle solía leerle a su pequeñito príncipe rosa.

"Mami, yo no quiero ser un príncipe azúl, quiero ser uno rosa."

beomdit•

t amo michelle

no kiero soltar este fic lo amo mucho

Bueno, ¿les gustó? ¿les tomó por sorpresa algo? ¿se esperaban algo? DIGAN QUE QUIERO OPINIONES LOCO OPINIONES. 

Cuando empecé este fic yo tenía 12, en unos meses voya  cumplir 18...

ahora si, fic completo concluido el jueves 4 de enero del 2024 a lad 02:20 Am, escuchando remember me de UMI pq no sé, m pone sentimental. Avisen errores.

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