[2]
Yeonjun se acercó a su madre, preocupado por su estado emocional.
— ¿Qué pasó, mamá? — preguntó el pequeño castaño, mirando a su madre con ojos llenos de preocupación.
— No pasa nada, cariño. Solo... irás a casa y mañana me ayudas aquí en la pastelería, ¿está bien? — respondió su madre, tratando de ocultar sus lágrimas.
Yeonjun frunció el ceño, sintiéndose enojado por la situación. ¿Cómo podían no permitirle a su madre descansar esa noche?
— Yo también puedo ayudar, mamá. Todo será más rápido si trabajamos juntos — propuso Yeonjun, determinado a apoyar a su madre en todo lo que necesitara.
Su madre negó con la cabeza, agradeciendo el gesto de su hijo y limpiando sus lágrimas con las servilletas que él le había alcanzado.
Ella había trabajado arduamente toda su vida para asegurarse de que su hijo no tuviera que pasar por las mismas dificultades. Luego, lavó su rostro y se mostró decidida a terminar todo lo que tenía por hacer.
— No, tú irás a dormir. Mañana me verás aquí y, si quieres, me ayudarás entonces — afirmó su madre. Ella había pasado por situaciones aún más difíciles en el pasado, y no había nada que no pudiera hacer.
Yeonjun negó con la cabeza, decidido a expresar su opinión, pero su madre marcó un número en su celular y le enseñó al menor que debía esperar cuando alguien estaba en una llamada.
Entonces, Yeonjun se sentó en silencio, esperando pacientemente. No pasó mucho tiempo antes de que la puerta se abriera y entrara un hombre.
— Oh, Jinnie, no sabes lo feliz que me siento de que aceptes ayudarme — dijo la mujer, abrazando al hombre a pesar de tener las manos cubiertas de harina y masa.
— Haría cualquier cosa por ustedes, lo sabes — respondió el hombre, conocido como Jin, con una sonrisa.
El mayor volteó hacia Yeonjun y el pequeño corrió hacia él, abrazándolo con alegría.
— ¡Tío! — exclamó Yeonjun, feliz de verlo, mientras el mayor acariciaba sus cabellos castaños en el abrazo.
La realidad era que Jin no era hermano de su madre. Eran muy buenos amigos desde que tenían memoria, y la mujer había acudido a él cuando el padre de Yeonjun los abandonó.
El primo de Yeonjun, solía decirle que era obvio que había algo más entre ellos, pero su madre siempre le aclaraba que ella nunca había sentido nada romántico por su mejor amigo, y que él tampoco.Yeonjun confiaba en su madre y sabía que ella nunca le mentiría.
— Vamos, pequeño, iremos a casa y haremos lo que quieras — dijo Jin, tomando la mano de Yeonjun y guiándolo hacia la salida.
— Adiós, mami, descansa — se despidió el castaño, mirando a su madre mientras ella estiraba la masa, mostrando su rostro pálido y cansado.
— Buenas noches, mi vida — respondió su madre, con una sonrisa cansada, mientras Yeonjun era conducido por Jin hacia el auto.
— Sube al auto, hace frío — dijo Jin suavemente, y Yeonjun asintió, siguiendo las instrucciones del mayor.
•bd•
El domingo había pasado tan rápido como llegó, y ahora era lunes de mañana, las 7:08 AM, y Yeonjun ya estaba despierto y listo para ir a la escuela.
Sin embargo, no estaba emocionado por tener que ir y tener que lidiar con los otros niños. "¿Por qué tengo que compartir con otros niños para estudiar?" pensó Yeonjun mientras se ponía los zapatos.
Seokjin, quien aún estaba a cargo de cuidarlo mientras su madre trabajaba, lo observaba desde el marco de la puerta, sintiendo nostalgia de cuando él iba a la escuela y experimentaba el mismo sentimiento de odio.
Fue entonces cuando notó que el menor no llevaba nada de color rosa puesto, lo cual era inusual para él.
— ¿Qué sucede, Jun? — preguntó Seokjin acercándose al pequeño.
— Es que odio la escuela, pero mamá me obliga a ir — respondió Yeonjun con frustración.
Seokjin se sentó en la cama del menor y susurró suavemente.
— Aquí entre nosotros, tu mamá también odiaba la escuela — reveló Seokjin.
— ¿De verdad? — preguntó Yeonjun, sorprendido por la revelación.
— Sí, pero tuvo que ir y fue allí donde nos conocimos — continuó Seokjin, recordando su propio pasado.
"Y también fue allí donde conoció a tu padre", pensó Seokjin para sí mismo.
— Si tu madre no hubiera ido a la escuela, yo no sería tu tío y probablemente tú no existirías — agregó Seokjin, reflexionando sobre las vueltas de la vida.
— ¿Debo ir a la escuela para tener un Jin y un hijo? — preguntó Yeonjun, confundido por la conexión entre la escuela y su relación con Seokjin.
Seokjin rio y negó con la cabeza.
— No, no necesariamente. Lo que quise decir es que, además de las oportunidades que brinda el estudio, también puedes encontrar buenos momentos. Tal vez al principio no sea fácil, pero en cualquier momento puede suceder. Siempre hay un niño o una niña curiosa que se acerca.
— Pero a los chicos no les gusta estar conmigo — dijo Yeonjun, mirando sus agujetas desatadas.
— ¿Y qué hay de las chicas? — preguntó Seokjin, tratando de encontrar una perspectiva positiva.
— Dicen que las niñas no se juntan con niños — respondió Yeonjun, recordando los comentarios que había escuchado. Seokjin se detuvo por un momento al ver la expresión en el rostro de Yeonjun, consciente de que no debía usar ese lenguaje inapropiado.
— Bueno, que se vayan a... por donde vinieron — corrigió Seokjin rápidamente, tratando de mantener un lenguaje más adecuado. Sabía que no debía usar ese tipo de lenguaje, especialmente frente a Yeonjun, ya que su amiga probablemente lo regañaría. — No los necesitas, eres asombroso tal como eres y ellos no importan — aseguró Seokjin, agachándose a la altura del niño y atando sus agujetas. Yeonjun sonrió, convencido por las palabras de Seokjin.— Vamos, ponte ese suéter rosa y ve a la escuela. No tienes que demostrarles nada ni cambiar por ellos. El rosa es genial y nadie debería decirte lo contrario — alentó Seokjin. Yeonjun asintió y tomó su suéter rosa, quitándose el verde oscuro que se había puesto anteriormente.
— Horrible — dijo Yeonjun, desechando el viejo suéter y reemplazándolo por el rosa. Seokjin sonrió y tomó la mochila de Yeonjun.
— Vamos, es hora de ir a clases — dijo Seokjin, animando al pequeño a seguir adelante.
Seokjin había puesto música en el auto y Yeonjun cantaba con pasión mientras disfrutaba del viento frío que acariciaba su rostro a través de la ventana abierta.
— Pequeño, vas a enfermarte — susurró Seokjin, preocupado por la salud de Yeonjun, y cerró la ventana con suavidad.
El resto del viaje transcurrió en un silencio cómodo, solo interrumpido por la música que fluía por los altavoces.
El corazón de Yeonjun se hundió mientras entraba al colegio, sintiendo un profundo suspiro escapar de sus labios. Seokjin, su apoyo y protector, ya se había ido, dejándolo solo para enfrentar otro día en ese lugar que tanto odiaba.
— Bien. — susurró Yeonjun, apretando sus manos alrededor de los tirantes de su mochila como si fueran su única fuente de consuelo en medio de la adversidad.
No pasó mucho tiempo antes de que dos chicos se acercaran a él en el pasillo, y uno de ellos lo empujó con brutalidad en el hombro, haciendo que su brazo izquierdo se sacudiera con el impacto.
— Lo siento, Junnie — se disculpó el chico, pero Yeonjun sabía que esas palabras vacías no reflejaban ningún remordimiento genuino.
El castaño simplemente asintió, sin decir una palabra, y continuó su camino, sintiendo el peso de la rutina opresiva que lo había acompañado durante años. Era como si estuviera atrapado en una película de mala calidad que se repetía una y otra vez, aburriéndolo más cada día, excepto los fines de semana que le brindaban un breve respiro.
En medio de ese ambiente hostil, una chica se acercó a Yeonjun y comentó con una sonrisa burlona:— Oh, Junnie, luces muy tierna con ese suéter.
Yeonjun solo pudo girar los ojos, sintiendo una mezcla de cansancio y frustración. Él era un hombre, ¿por qué siempre lo trataban como si fuera una niña? ¿Por qué el pronombre femenino?
— Lo sé, lástima que no puedo decir lo mismo de ti, luces patética — soltó el pequeño, su voz cargada de amargura y desafío. Pasaron unos segundos antes de que Yeonjun se diera cuenta de lo que había dicho. ¡Dios mío! Había respondido, finalmente, sin dejarse intimidar por las palabras hirientes. La chica y sus amigas se quedaron en silencio, sorprendidas de que esta vez Yeonjun hubiera encontrado el valor para defenderse.
Una sensación de satisfacción y empoderamiento se apoderó de Yeonjun mientras caminaba hacia su salón de clases con una gran sonrisa en el rostro. Por primera vez en mucho tiempo, se sentía bien consigo mismo, como si hubiera recuperado un poco de su propia voz.
Al entrar al salón, se dirigió directamente a su asiento junto a la ventana y suspiró, dejando la mochila en sus piernas. Era un gesto de protección, ya que había aprendido a no confiar en los demás después de que un compañero de clase le había derramado litros de pegamento, arruinando su almuerzo e incluso sus útiles escolares.
Poco a poco, las personas fueron entrando al salón, y Yeonjun suspiró nuevamente al ver a su compañero de enfrente. Dios, cómo lo odiaba. Era como si ese chico estuviera empeñado en hacerle la vida imposible.
— Hola, niña, ¿cómo estás? — le susurró el chico, sentándose en su silla y dando saltos en la mesa hasta llegar a ella.
Yeonjun, sin dejarse intimidar, sacó sus útiles escolares de la mochila y respondió con determinación:— Pareces un mono, ubícate.
En ese momento, Yeonjun se dio cuenta de que ya no permitiría que los demás lo pisotearan. Había encontrado una chispa de valentía dentro de sí mismo, y estaba decidido a defenderse y reclamar su lugar en ese colegio.
El chico de cabellos platinados se sorprendió por la respuesta de Yeonjun, pero decidió ignorarlo y continuar con su actitud despectiva.
— Mmm, qué bonito — dijo el niño, tomando las libretas de Yeonjun — ¡Ugh! ¿Todo en ti tiene que ser rosa? ¿No tienes algo más "varonil"?
Yeonjun frunció el ceño y le arrebató su libreta de vuelta.
— ¡Ugh! ¿Todo en ti tiene que ser repugnante? Vete a molestar a otro, Yoongi.
El mayor estuvo a punto de responder, pero en ese momento la profesora ingresó al aula y todos debieron dirigir su atención hacia el frente.
— Bien, clase. Antes de comenzar quiero anunciar que hoy tenemos tres chicos nuevos: Kim Taehyung, Choi San y Choi Soobin. ¿Les gustaría presentarse, chicos?
Yeonjun continuó haciendo garabatos en su libreta, sin prestar atención a la clase. Hubo un pequeño silencio hasta que un pequeño rubio de pecas se levantó.
— Hola, soy Choi San y vengo de Australia. Espero que me reciban bien aquí, ya que es mi primera vez en Corea. Gracias — dijo con calma y volvió a sentarse.
La maestra sonrió ante el tierno niño y dirigió su mirada hacia un niño pelinegro.
— Hola, soy Kim Taehyung y soy de aquí, pero la mayor parte de mi vida la pasé en Estados Unidos. Espero que podamos ser amigos — se le notaba un poco nervioso, pero logró expresarlo con confianza. Volvió a sentarse y la maestra dirigió su atención al tercer niño.
— Soy Choi Soobin — se escuchó la voz del niño, y Yeonjun levantó la mirada para verlo. Ahí estaba él.
El niño con el que había compartido una agradable charla en la pastelería. No pudo evitar que una sonrisa ligeramente emocionada se dibujara en su rostro, esperando que Soobin también notara su presencia y recordara aquel encuentro especial.— ¿Solo eso? — preguntó la maestra, sorprendida por la brevedad de su presentación.
— Sí, regresaré a mi otra escuela en poco tiempo así que no estoy interesado en que sepan más sobre mí. Gracias — respondió Soobin y volvió a sentarse, sin mostrar ninguna intención de abrirse a los demás.
A lo largo de la clase, Yeonjun continuó observando a Soobin de reojo, notando su actitud reservada y su expresión serena. Había algo en él que despertaba su curiosidad y lo atraía de una manera inexplicable. Tal vez, en medio de ese colegio hostil, podrían encontrar una conexión especial, una amistad que trascendiera las barreras de la superficialidad y la indiferencia.
Yeonjun estaba nervioso, ya había pasado media hora y el niño no se había volteado ni una sola vez. "Vamos, ¿no vas a voltear aunque sea por curiosidad?" El corazón de Yeonjun latía con emoción, ansioso por volver a ver a alguien que había conocido en otro lugar. Siempre le emocionaba encontrarse con personas conocidas en diferentes contextos, como si fuera un pequeño universo de conexiones.
El chico platinado, Min Yoongi, que se sentaba frente a Yeonjun, decidió voltear hacia el menor.
— Pareciera que el niño te gusta, ¿eres marica ahora? — soltó Yoongi con una sonrisa burlona.
— Te importa un carajo — respondió Yeonjun, sin dejarse intimidar por los comentarios ofensivos. Sabía que si su madre escuchara hablar así, probablemente golpearía a Jin por enseñarle esas palabras.
— Eres una mariquita — continuó Yoongi, buscando provocar una reacción en Yeonjun.
— ¡Y tú un cerdo! — escupió Yeonjun, ya harto de los insultos y la actitud despectiva de Yoongi.
En ese momento, la voz de la maestra resonó en todo el salón, interrumpiendo la tensión.
— ¡Choi Yeonjun y Min Yoongi! — reprendió la maestra, exigiendo que Yoongi volviera a mirar al frente. El platinado suspiró y regresó su mirada al frente, pero en ese instante, Soobin volteó hacia atrás y se encontró con los ojos de Yeonjun.
El corazón se Yeonjun dio un vuelco cuando vio que el chico lo había notado y le dedicó una pequeña sonrisa tímida. Sin embargo, el chico simplemente volteó hacia el pizarrón, aparentemente indiferente.
— Creí que le había caído bien — susurró Yeonjun, sintiendo una mezcla de decepción y confusión.
— A nadie le caes bien, niña — escuchó nuevamente la voz de Yoongi, lleno de desprecio.
Y sin darse cuenta, Yeonjun se encontró golpeando a Yoongi, dejando salir toda la frustración acumulada. Yoongi intentaba quitar las manos del castaño de su cuello, ahora maltratado, mientras el resto de la clase observaba la escena con sorpresa y asombro.
— ¡Choi y Min! Última advertencia — intervino la maestra, tratando de calmar la situación.
— ¡Maestra! ¿No ve cómo me atacó de la nada? — se quejó Yoongi, buscando justificar su comportamiento.
— No es cierto...
— Choi, al frente — interrumpió la maestra, poniendo fin a la discusión.
Yeonjun suspiró, tomando su mochila. Había deseado estar junto a la ventana, pero ahora tendría que sentarse en el frente.
— Rápido, Choi — instó la maestra, y Yeonjun asintió, caminando hacia el frente de la clase.
Soobin estaba allí, en el asiento delantero. Yeonjun se quedó mirando el asiento junto a Soobin, sin decir una palabra.
— Vamos, Choi, necesito borrar el pizarrón — dijo la maestra, instándolo a sentarse.
Yeonjun tragó saliva y se sentó junto a Soobin, sintiendo una mezcla de nervios y emoción en su interior.
Durante el resto de la clase, Soobin pareció ignorar a Yeonjun, o al menos eso pensaba el castaño. Sin embargo, en cada momento de distracción, Soobin se tomaba el tiempo para admirar cada detalle de su rostro, como si estuviera fascinado por su apariencia.
Finalmente, la clase llegó a su fin y todos los niños se prepararon para el receso. Yeonjun notó que Soobin se disponía a marcharse.
— ¿Me recuerdas, Soobin? — susurró Yeonjun, buscando captar la atención del menor.
— Sí, Yeonjun, te recuerdo — respondió Soobin, volteando para mirar al mayor. Notó los ojos brillantes y los labios entreabiertos de Yeonjun, lo cual hizo que su corazón latiera con fuerza.
— ¿Por qué me ignoras? ¿No te caí bien? — preguntó Yeonjun, esperando una respuesta sincera. Soobin lo miró fijamente, sus ojos transmitiendo una mezcla de emociones.
— No tienes por qué preocuparte por eso. — respondió Soobin, dejando en claro que su actitud reservada no era personal hacia Yeonjun, sino una forma de protegerse a sí mismo.
Yeonjun asintió, comprendiendo las palabras de Soobin. Aunque le hubiera gustado que Soobin mostrara un poco más de interés en él, entendía que cada persona tenía sus propias formas de relacionarse con los demás. Sin embargo, no podía evitar sentir una conexión especial con Soobin, como si hubiera algo más que los unía en ese colegio hostil.
— Oh, luego tenemos arte. ¿Te gustaría ser mi compañero? — propuso Yeonjun, con una sonrisa esperanzadora.
— ¿Por qué no? — respondió Soobin, devolviendo la sonrisa.
Yeonjun se sintió satisfecho al escuchar la respuesta de Soobin. Sabía que, a partir de ese momento, tendrían la oportunidad de pasar más tiempo juntos y construir una amistad sólida.
Capítulo concluido: Jueves, 17 de junio 2021 a las 02:35 am
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro