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¿Acaso tenía que perder todo lo bueno que lograba conseguir en su vida? ¿Acaso estaba destinado a estar solo? Y si no era así, ¿Cuándo carajos acabaría todo? ¿Cuándo sería el día que se arme del suficiente valor para enfrentar a su padre?

Soobin se encontraba sumido en un abismo de pérdidas. No era la primera vez que experimentaba la sensación de perder algo valioso en su vida. Desde temprana edad, se había perdido a sí mismo al darse cuenta de que nunca sería suficiente para su padre. Luego perdió a su maestra, la única persona que le mostró amor y afecto incondicional. Después perdió a Yeonjun, perdió la oportunidad de estudiar arte y ahora estaba a punto de perder nuevamente a Yeonjun. Se preguntaba cómo no había visto venir esta última.

Se sentía estúpido por haberle rogado a Yeonjun, por haberle dado falsas esperanzas y posiblemente hacerlo sentir culpable ahora, cuando en realidad él no merecía sentirse así. Si realmente amaba a Yeonjun, sabía que era mejor no volver a aparecer en su casa ni en la pastelería. Si realmente lo amaba, debía escuchar sus deseos y seguir adelante con su propia vida, por más doloroso que fuera. Si realmente lo amaba, tal vez en el futuro, incluso en otra vida, lo buscaría de nuevo.

Agradeció que ese camino a casa se haya vuelto el doble de eterno, a pesar de que a mitad de camino comenzó a llover, siendo ese su único consuelo.  A lo lejos, divisó un banco bajo una parada de autobús y a pasos lentos, como un muerto en vida, se acercó para sentarse en él. 

Sacudió su cabello con su diestra, salpicando por todo el piso seco y luego se apoyó en el asiento. Sus mejillas de todas formas estarían húmedas, las lágrimas no parecían parar.

Y mientras los autos pasaban una pregunta le llegó a la cabeza; "¿Y...si no vuelvo a casa esta noche?" Pero, ¿Qué haría? ¿Escapar sin nada? Era estúpido.

— Ush, todas mis ideas son terribles. — murmuró agachando la cabeza.

Para su desgracia, la lluvia comenzó a ser menos constante y era razón suficiente para seguir su camino eterno hacia su casa. Soobin maldijo que sea tan corta pero aún así se puso de pie y por hábito, puso sus manos en sus bolsillos.

— ¿Eh? — soltó palmeando por todos sus pantalones — ¿Dónde está la puta llave? — siguió buscando en sus pantalones para luego buscar bajo el banco y cerca de la parada de autobuses pero nada. — Maldición, ¿Dónde carajos está?

Rascó su nuca volteando por todos los lados hasta voltear hacia la dirección de dónde venía.

— ¿Y si...? — suspiró antes de mirar al cielo nublado — Bueno, tengo que ir o no podré entrar a mi estúpida casa.

Con paso firme y decidido, Soobin se adentró en la oscuridad de la noche, manteniendo su mirada fija en el suelo, en busca de las llaves que habían desaparecido mientras la leve e intermitente lluvia comenzaba a acompañar sus penas nuevamente. Con eso recordó todas las veces que quiso salir a jugar en la lluvia y nunca se le permitió.

 Para él, este acto de búsqueda no era una carga pesada, sino más bien una liberación, una oportunidad para escapar de la opresión que sentía en su hogar.

Caminar por la noche le brindaba una sensación de calma y tranquilidad que no encontraba en ningún otro momento del día. Las luces parpadeantes y los ruidos de la ciudad se desvanecían a medida que se alejaba, sumergiéndose en la serenidad de la oscuridad. Lejos de la mirada de sus padres y de la gente que lo rodeaba en su hogar. Soobin se sentía libre, como si la calma y el silencio fueran un hogar. Cada paso que daba en la noche silenciosa era como un suspiro de alivio, liberándose de las expectativas y presiones que lo estuvieron molestando todo el día. Como la estúpida cena con su prometida que por cierto odió. 

Y el maldito hecho de que solo esperaba ver a Yeonjun al final de cada rutina y ahora este le estaba pidiendo que era mejor dejar ir aquello que quizás jamás funcionaría o siquiera empezaría. Dolía. ¿Así que eso es el famoso corazón roto o dolor en el pecho? Y Soobin había pensado que no había nada más doloroso que los golpes de su padre. Y en un pensamiento extraño, llegó a la conclusión de que preferiría recibir esos golpes una y otra vez si eso significaba poder estar junto a Yeonjun.

La idea de tener que dejarlo ir, de renunciar a la persona que amaba y que le brindaba un respiro de felicidad en medio de la oscuridad, era abrumadora. Pero, a pesar de todo, Soobin sabía que debía respetar la decisión de Yeonjun, aunque eso significara enfrentar un dolor aún más profundo. Tenía que entender que era doloroso para ambos forzar al destino y que Yeonjun tenía razón, pero más le dolía aceptar que él no haría nada para poder estar junto a Yeonjun, le dolía en el pecho sentir que su miedo era más grande que ese amor por Yeonjun.

Siquiera estaba seguro de su miedo, no entendía a qué le temía en este momento, tal vez el ser amenazado por tanto tiempo logró ese sentimiento en él, como si tuviera 7 años desde entonces.

Sin percatarse de ello, Soobin dejó de buscar sus llaves y, en su lugar, comenzó a patear cada basura que encontraba en su camino. Cada patada era un desahogo momentáneo, una forma de canalizar su frustración y su dolor hacia algo tangible. O solo era infantil y le gustaba patear las cosas en el camino.

Sumido en sus pensamientos, encontró cierta distracción en ese acto impulsivo, al menos temporalmente.

Entonces notó que se encontraba frente a la casa del pelirosa. No podía simplemente seguir adelante, ya que su camino había comenzado en ese lugar, y estaba convencido de que las llaves debían estar por allí. Tragó duro, sintiendo la tensión en su garganta mientras se acercaba lentamente a la entrada.

Observó a su alrededor, buscando desesperadamente las llaves, pero no encontró rastro de ellas

— ¿Eh? ¿Dónde se pudo haber metido una llave?

Aunque sabía que era poco probable que estuvieran allí, decidió buscar entre los arbustos y rodear la casa en un intento desesperado por encontrarlas. Cada paso que daba era cauteloso, tratando de evitar ser visto a través de las ventanas, agachándose para ocultarse de posibles miradas indiscretas. No quería molestar a Yeonjun.

— Entonces, ¿se acabó? — se detuvo al oír eso y observó por la ventana de reojo, rápidamente se apoyó de espaldas por el muro, justo bajo de esa ventana, esperando que no lo hayan visto.

— Sí, se acabó. — ese era Yeonjun — Pero estoy bien, sé que es lo mejor y que en unos años solo quedarán recuerdos lindos de la infancia, aunque dudo que pueda recordarlos junto a él una vez más. Solo espero...que a pesar de todo Soobin tome un camino correcto.

No pudo evitar preguntarse qué significaba todo eso. ¿Acaso Yeonjun pretendía que lo olvidara por completo? ¿O él mismo pretendía olvidar todo lo que habían compartido? La incertidumbre y la tristeza se apoderaron de Soobin, dejándolo sin palabras y con un sentimiento de vacío en el pecho.

— Lo siento, Yeonjun. — se escuchó la voz de Yoongi. 

— No lo lamentes, tú tenías razón. — susurró Yeonjun — Yo no soy su prioridad y no es bueno que Soobin entre y salga de mi vida. 

— Bueno, odio tener razón. — Yoongi rio.

Un destello de enojo cruzó por la expresión de Soobin al escuchar esas palabras. No estaba de acuerdo con Yoongi, no podía aceptar que él tuviera razón en esta situación. Sin embargo, en un momento de reflexión, su ceño se relajó y sus ojos se apagaron.

Soobin comprendió que Yeonjun tenía razón en cierto sentido. Aunque Yeonjun era su prioridad, había otras responsabilidades y obligaciones en la vida de Soobin que no podía ignorar. Había prioridades a las que estaba obligado a cumplir, incluso si eso significaba ponerlas en primer lugar a la fuerza.

— Gracias por venir aquí. — dijo Yeonjun de repente — Jin solo me dijo que descanse, probablemente se sienta culpable y no sepa qué decir así que lo entiendo.

— No agradezcas, sabes que haría todo por ti. 

Aunque Soobin no estaba viendo, pudo deducir por las respiraciones y los sonidos de la ropa al moverse que Yeonjun y Yoongi estaban abrazándose.

— Pero lamento dejarte de lado a veces. — ahora dijo Yeonjun — Tú...me has apoyado todos estos últimos trece años, estando allí cada día y trabajando en la pastelería para pasar más tiempo juntos. Yo...no te merezco, Yoongi.

"Te equivocas, Yeonjun. Tú mereces alguien como él. Mereces alguien que nunca te deje solo, que a pesar de todo esté allí para ti, que no le tema arriesgar todo por ti, alguien fuerte. Mereces a Yoongi y mucho más. Lo que no mereces es estar atormentándote por alguien como yo. Un idiota que te dejó solo, nunca estuvo contigo, que teme de su futuro, un maldito cobarde. Eso sí no lo mereces. Lamento no ser como él, lamento no ser Yoongi y protegerte como quisiera, de hecho, el que siempre me protegió fuiste tú y te lo agradezco pero, tú también necesitabas protección y yo no pude dártela." Pero no podía decírselo, ya no valía la pena.

— Bueno, cuando alguien está enamorado, no siempre espera algo a cambio, a veces es simplemente querer ver a esa persona feliz. — explicó Yoongi.

Soobin cerró los ojos con fuerza y bufó. Suponía que eso era así.

En su interior, Soobin siempre había sospechado que Yoongi sentía algo por Yeonjun. Desde los celos que apenas podía disimular hasta el hecho de que habían pasado trece años juntos, era evidente que Yeonjun tenía un encanto especial. Si él mismo había podido enamorarse de Yeonjun en cuestión de semanas, ¿qué sería de Yoongi después de tanto tiempo?

— Creo que siempre lo supe. — confesó Yeonjun — Mereces alguien que te de la misma atención. 

— No te preocupes por eso, tú me la das, como amistad pero allí está.

Soobin pensó brevemente que no pasaría mucho tiempo antes de que Yeonjun lo olvidara, se regañó mentalmente por pensar de manera tan negativa. No podía permitirse pensar de esa manera. Sabía que Yeonjun no lo olvidaría fácilmente, ¿verdad? Había una conexión especial entre ellos, una amistad profunda y un vínculo que había resistido hasta ahora y se había formado a partir del caos. Soobin se aferró a la esperanza de que su relación con Yeonjun pudiera superar este desafío y seguir siendo significativa en sus vidas.

— Yoongi, tú...eres el único que puedes hacerme olvidar mis dolores, a pesar de que los causabas en un principio. — bromeó y rio un poco.

Soobin quiso levantarse, ya no quería oír más, pero su cabeza ardía, su pecho dolía y su cuerpo no parecía querer reaccionar a sus peticiones.

A pesar de estar de acuerdo en que sería mejor que Yeonjun lo olvidara y estuviera con alguien como Yoongi y que se sintiera aliviado al escuchar que Yoongi era capaz de hacerlo olvidar sus dolores, a pesar de que inicialmente los había causado, el hecho de que fuera él quien no era suficiente para Yeonjun le dolía profundamente. Trece años de añorar a Yeonjun y la perspectiva de muchos más años en esa situación eran difíciles de aceptar. Sentirse como un cobarde y enfrentar el destino que les había tocado era una carga pesada.

El último susurro de Yeonjun pidiendo dormir con Yoongi resonó en los oídos de Soobin, dejándolo con una sensación de desolación y tristeza. Era otro recordatorio del dolor que sentía al ver a Yeonjun alejarse y buscar consuelo en los brazos de otra persona.

— Duerme conmigo, quiero olvidar todo. 

•bd•

Seokjin tuvo un terrible deja vú al ver a su sobrino sin tener intenciones de levantarse de la cama, como hace trece años. No pudo evitar sentirse un poco culpable por llenarle de esperanzas en vano.

Por suerte era domingo, la pastelería no habría y Seokjin se levantó a hacerle el desayuno a Yeonjun. Como todas esas veces que Yeonjun estaba sin ánimos, nada mejor que chocolate frío, unos cupcakes y el tío cosquillas.

El pelirosa era consciente de que Seokjin entraría a su habitación para dejarle la bandeja de comida y luego intentaría animarlo, pero en ese momento no tenía ganas de hablar sobre ello. Decidió fingir estar dormido, esperando que Seokjin entendiera su necesidad de silencio.

— Sé que no duermes, te despiertas cada vez que Yoongi se levanta. — dijo el mayor. Yeonjun decidió no responder, dejando que el silencio hablara por sí mismo.

Luego se sintió mal por su silencio, no quería que Seokjin se sintiera aún más culpable o creyera que estaba enojado con él. Lentamente, volteó hacia el mayor. 

— Lo siento. — murmuró con sinceridad. Se sentó en la cama, dispuesto a abrirse y comunicarse con Seokjin, aunque fuera un poco.

— No, no. Yo lo siento, Yeyo. — susurró acariciando el cabello del menor.

— No tienes por qué lamentarte. No es tu culpa, ya sabíamos que pasaría. Solo olvidémoslo. — dijo mientras se levantaba para cepillar sus dientes. — ¿Dónde se fue Yoongi?

— Salió a ver por qué no había agua caliente.

— Mm, está bien. Vayamos a la cocina, vamos a comer ahí los tres. — Seokjin asintió siguiendo a su sobrino que tenía la bandeja en sus manos.

Mientras, el platinado rodeó la casa buscando la llave del agua, sabía que se encontraba en el suelo pero no sabía dónde.

Entonces, mientras buscaba se percató de que había alguien sentado en el suelo. Rápidamente corrió y se arrodilló a su altura para ver de quién se trataba y al reconocer su rostro jadeó suavemente.

— Soobin, ¿Qué carajos haces aquí? — preguntó mientras trataba de reanimarlo pero nada funcionaba. El pelinegro se veía pálido, sus labios estaban azules, sus ojeras eran de un color morado y estaba mojado. 

El platinado, entrando en pánico lo cargó en su espalda para rápidamente llevarlo dentro de la casa.

— ¡Jin, Yeonjun! ¡Ayuda!

Ambos que solo estaban charlando en el comedor voltearon el rostro con rapidez y al notar la situación corrieron hacia el platinado. Jin que aún no comprendía la situación o de quién se trataba corrió para ayudar al platinado. Yeonjun por otro lado supo de inmediato de quien se trataba.

— ¡Soobin! — gritó antes de llegar a él. 

Yoongi dejó el cuerpo del pelinegro en el sillón.

— Jin, llama a la ambulancia. — pidió el platinado y el mayor asintió tomando su teléfono rápidamente.

— Soobin... — Yeonjun murmuró mientras sus manos tocaban el cuerpo pálido del menor. Estaba mojado y su rostro frio. — Yoongi, n-no reacciona. — dijo comenzando a llorar.

— Tranquilo, sigue teniendo pulso, está respirando. — trató de relajar el platinado pero el pelirosa seguía llorando.

— ¿Qué se supone que hace aquí? — dijo entre sollozos viendo al platinado, este observó los ojos rojos y llenos de miedo del otro. Notó que no había dormido nada.

— Yo tampoco lo sé. — solo respondió.

— Ya llamé a la ambulancia, está viniendo hacia aquí. — dijo Jin mientras se acercaba a ambos. — Hay que llevarlo a un lugar más cálido, su piel está muy fría. — Yoongi y Yeonjun estuvieron de acuerdo y rápidamente Yoongi lo llevó al cuarto del pelirosa, en donde estaba la temperatura más cálida ya que Yeonjun anoche tenía mucho frío.

No pasó mucho para que la ambulancia llegara y con rapidez los mayores se encargaron de llevar a Soobin.

Entonces bajaron dos paramédicos y tomaron rápidamente al joven para revisar su temperatura corporal, su respiración y otros signos vitales.

— Tenemos un hombre joven, inconsciente, mojado y con signos de hipotermia. Necesitamos llevarlo a la ambulancia de inmediato.

Los paramédicos levantan a Soobin y lo colocan en la camilla. Luego, lo llevan a la ambulancia y lo colocan en la parte trasera. Siendo una escena que Yeonjun jamás pensó ver. 

— Necesitamos controlar su temperatura corporal y administrar líquidos intravenosos. También necesitamos monitorear sus signos vitales.

— Y-yo quiero ir con él. — pidió Yeonjun acercándose a la escena.

— Lo siento, joven, pero solo se permite que un familiar cercano o un acompañante designado viaje en la ambulancia con el paciente. 

— Por favor, soy su amigo.  — pidió una vez más viendo como uno de los paramédicos le seguía brindando primeros auxilios al pelinegro.

— Lo siento, pero tenemos que priorizar la atención médica del paciente. Si no puede viajar en la ambulancia, le proporcionaremos información sobre el hospital al que se dirige el paciente y le daremos instrucciones sobre cómo llegar allí.

Jin se acercó hasta estar tras Yeonjun y dejar caer su diestra en el hombro de su sobrino.

— Está bien, Yeonjun. — le dijo — Les seguiremos. — dijo ahora hacia los paramédicos y uno de estos asintió. — Sube a la camioneta, Yeonjun, ya, vamos.

Yeonjun se subió rápidamente a la camioneta, sin dejar de ver a Soobin a lo lejos, quien estaba postrado en esa camilla dentro de la ambulancia. A medida que la camioneta se alejaba, Yeonjun no podía evitar sentirse culpable por lo que había sucedido. Las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos, y se cubrió la cara con las manos, tratando de ocultar su dolor y su vergüenza.

Seokjin como consuelo colocó su palma sobre su hombro, dejando una mano libre para conducir.

— ¿Qué hacía ahí? — preguntó e pelirosa en un susurró que creyó que nadie había oído.

— No sé bien, pero por favor no sientas que fue tu culpa. ¿bien? — ese fue el platinado.

El pelirosa asintió, tratando de convencerse a sí mismo de que Seokjin tenía razón. Sabía que no era su culpa que Soobin estuviera en esa condición, pero aún así no podía evitar sentirse terrible por lo que había sucedido. Se preguntaba si había algo que podría haber hecho para evitar que Soobin se enfermara, o si había sido demasiado egoísta al tomar la decisión que tomó.

La ambulancia llegó rápidamente al hospital y Yeonjun estaba ansioso por ver a Soobin. Sin embargo, Seokjin lo detuvo y le explicó que debían estacionar junto a la ambulancia para poder bajar de manera segura. Yeonjun entendió que era importante ser cuidadosos y asintió.

Una vez que Seokjin estacionó la camioneta junto a la ambulancia, Yeonjun fue el primero en bajar. Los paramédicos ya se habían adelantado para llevar a Soobin a urgencias, y Yeonjun se apresuró a seguirlos. A pesar de que estaba preocupado por el pelinegro, no pudo evitar sentir un escalofrío al escuchar la palabra "urgencias". Una simple palabra lograba llenar de miedo su corazón, desde aquella vez en que estaba sosteniendo la mano de su madre y ella simplemente dejó de reaccionar.

El recuerdo de ese día todavía estaba fresco en su mente, como si hubiera sucedido ayer. La sensación de impotencia y miedo que sintió al ver a su madre en ese estado lo había marcado profundamente. Desde entonces, siempre había temido lo peor cada vez que pensaba en la sala de urgencias. Pero esta vez era diferente. Esta vez, era su Soobin quien necesitaba ayuda, y Yeonjun estaba decidido a estar allí para él en todo momento. Porque a pesar de su promesa, le era imposible cumplirla ahora, no cuando Soobin estaba en esa situación.

Claramente, Yeonjun no tenía otra opción que quedarse en la sala de espera. Nada era más traumático que ese lugar; la ansiedad lo consumía cada segundo. Cada vez que una enfermera o un doctor pasaba por su lado, Yeonjun se levantaba rápidamente para preguntar por Soobin. Pero nunca recibía una respuesta satisfactoria. En la sala de espera, el tiempo parecía detenerse, y la espera se hacía eterna.

La incertidumbre y el miedo lo atormentaban, y la sensación de impotencia lo abrumaba. No podía hacer nada más que esperar y rezar por que Soobin estuviera bien. Pero la espera era insoportable. Cada vez que escuchaba un sonido proveniente de la sala de urgencias, su corazón latía con más fuerza, esperando que fuera una buena noticia. Pero la respuesta nunca llegaba tan rápido como él esperaba.

Sin duda, si había algo que odiaba con su corazón era esperar por alguien en un hospital.

No tardaron en llegar los familiares del paciente. Para especificar, su padre, su madre y su prometida. Yeonjun pudo detectar solo por el rabillo del ojo que el padre de Soobin y supo que algo estaba mal. El padre, la madre y la prometida de Soobin llegaron juntos, y Yeonjun pudo ver que el padre estaba hecho furia. Sabía que algo malo estaba a punto de suceder.

De repente, el señor Choi se abalanzó sobre Yeonjun y lo agarró del cuello de su camisa. Yeonjun sintió la presión en su cuello, pero no se movió. Miró al hombre enojado con calma, sin mostrar ninguna señal de miedo.

— ¡¿Qué le has hecho a mi hijo?! — preguntó con rabia, como si quisiese haber hecho esa pregunta desde hace muchos años.

Yeonjun sabía que no había hecho nada malo, pero no podía evitar sentirse atrapado en una situación aterradora. La furia del padre de Soobin era palpable, y Yeonjun sabía que tenía que mantener la calma para evitar que la situación empeorara.

— No he hecho nada. — soltó el pelirosado pero la situación no pareció cambiar de forma positiva.

— ¿Ah no? Apuesto que has estado planeando esto. ¿O vas a decirme que es coincidencia que a pocos días de su casamiento tenga un accidente?

Yeonjun pensó que ese hombre efectivamente había perdido toda la cordura. Sintió la mano del señor Choi apretando su cuello, y estaba a punto de defenderse cuando de repente el platinado se levantó de un salto y empujó al agresor, abrazando a Yeonjun al mismo tiempo. El platinado se interpuso entre Yeonjun y el señor Choi, mostrando seguridad y protección hacia su amigo.

— Ni Yeonjun ni ninguno de nosotros le hemos hecho algo. — dijo el platinado con firmeza —Lo encontramos inconsciente en la lluvia, eso es todo. 

El señor Choi persistía en su actitud inflexible, sin mostrar señales de rendirse ante su postura y sin demostrar interés en comprender la situación con sensatez. Parecía estar obsesionado únicamente con encontrar a alguien a quien culpar, sin preocuparse por el bienestar de su propio hijo.

En medio de esta tensa situación, Yeonjun encontró consuelo y apoyo en el hombro reconfortante del platinado. Con la incertidumbre y la angustia apoderándose de su mente,  anhelaba desesperadamente que el tiempo avanzara con mayor rapidez, con la esperanza de recibir noticias sobre la situación de Soobin.

No pasó mucho tiempo hasta que una enfermera caminó hacia la familia Choi ignorando por completo a Yeonjun y quienes lo acompañaban. Yeonjun no se lo tomó personal a pesar de la mala cara de la enfermera dirigida hacia él, solo estaba atento a lo que esta diría.

—¿Familia Choi? — el padre asintió — El paciente Choi Soobin se encuentra fuera de peligro pero en este momento está descansando, se encuentra muy agotado por los medicamentos y por las temperaturas que tuvo que soportar.

El señor Choi pareció calmarse ahora y siguió a la enfermera no sin antes dirigirle a Yeonjun una mirada oscura, pero a Yeonjun no le importó. Soobin estaba bien y ahora estaba preguntándose si era lo mejor estar ahí. Quería verlo y preguntarle lo que había pasado,

— Él está bien, ¿o no? Hay que irnos ahora. — soltó cargado de ansiedad. Sin embargo, tanto Yoongi como Seokjin sabían que Yeonjun no decía lo que pensaba. Ambos eran conscientes de que Yeonjun anhelaba desesperadamente ir hacia Soobin, pero también sabían que en ese momento era mejor que estuvieran separados. La imagen de Soobin ingresando al hospital había afectado profundamente a Yeonjun, especialmente después de lo ocurrido la noche anterior. Ninguno de ellos respondió a Yeonjun, ya que no sabían qué palabras podrían ayudarlo a lidiar con sus sentimientos abrumadores en ese momento.

— Vamos, él está con su familia ahora. — las palabras de Yoongi resonaron en el aire, recordándole a Yeonjun que Soobin tenía un sistema de apoyo en su vida y que no estaba solo. Aunque le doliera, Yeonjun asintió comenzando a caminar hacia la salida junto a su familia pero una voz detuvo a los tres.

— Yeonjun...

El pelirosa volteó ante el llamado y abrió los ojos en demasía al ver a la persona frente a él.

— Quédate por favor. — pidió con ojos tristes y una postura elegante.

— Señora Choi...— susurró Yeonjun.

ahre lo dejaba ahí

q capitulo más feo dio mío

perdon okei? es para q no se olviden de mi mientras recupero materias jiij 

avisen errores.

Cap concluido el jueves 14 de diciembre del 2023 a las 22:06pm

m pone triste q ya termine este año, el año q viene ya entro a la universidad no quiero waaaaaa tenía 14 cuando empecé a escribir acá help

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