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Capítulo 4

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Encuentro en la playa y una carta.

Aerionna se encontraba en la comodidad de su habitación en Driftmark, leyendo un libro cerca de la ventana que ofrecía una hermosa vista al mar.

Desde allí, también podía ver a Darkfyre acostado en la playa, disfrutando de la brisa marina.

De repente, algo llamó su atención: un chico alto, con trenzas, estaba acomodando algunas cosas cerca del mar. Era el hombre más bello que había visto. Debía investigar quién era.

Se levantó de donde estaba, fue a su armario y sacó un vestido cómodo. Se cambió de ropa y, sin más, salió de la habitación rumbo a la playa para ver quién era ese apuesto hombre.

Se detuvo un momento al escuchar los gritos de su abuela y se preguntó qué la había hecho enojar. Sin más, continuó hacia su destino: conocer a ese hombre.

Sonrió cuando el viento frío chocó contra su rostro; esa brisa marina que tanto amaba. Siguió caminando, saludando felizmente a las personas que encontraba a su paso.

Su sonrisa se ensanchó más cuando llegó a su meta, viendo cómo el hombre terminaba de acomodar sus cosas. Addam se volteó al oír una voz dulce.

—Princesa —dijo, haciendo una breve reverencia, aún sorprendido.

Aerionna sonrió al verlo más de cerca. Era muy guapo y, aunque le resultaba vagamente familiar, decidió ignorar esa parte.

—¿Cómo te llamas? —preguntó ella, sin dejar de mirarlo.

Addam se sintió nervioso de repente; jamás imaginó que estaría hablando con la princesa.

—Addam di Hull, princesa —respondió, sonriendo nervioso ante su cercanía—. ¿Puedo ayudarla en algo?

—Mmhn —soltó Aerionna mientras lo miraba con intensidad—. ¿En qué trabajas? —preguntó.

—Soy armador, formo parte de la flota de Lord Velaryon, princesa —respondió desconcertado.

Detrás de ellos, Alyn di Hull miraba a su hermano, divertido al verlo nervioso por dialogar con la princesa.

—Mmhn —repitió la joven de ojos lilas, mirándolo—. ¿Sabes usar espada? —preguntó interesada, mientras jugaba suavemente con sus anillos.

Addam se sentía perdido. En primer lugar, jamás la sintió llegar; en segundo, nunca pensó que ella le hablaría; y en tercero, estaba un poco nervioso.

—Así es —asintió, mirando cómo jugaba con sus anillos—. ¿Desea entrenar, princesa?

—Sé usar una espada desde mis seis años —respondió ella con una sonrisa—. Te hice esa pregunta porque necesito un guardia —dijo.

Addam se sorprendió por lo que acababa de escuchar; nunca imaginó que la princesa se acercara por ello, menos a él.

—Oh, mmh, me sorprende, princesa —parpadeó—. Pero, ¿está segura? ¿No desea que le presente a mi hermano? Él es mucho más grande que yo.

Aerionna miró hacia donde estaba el otro joven, quien observaba todo. Sus ojos lilas volvieron a posarse en Addam.

—No quiero sonar grosera, pero lo quiero a usted, Ser —dijo ella con una pequeña sonrisa.

Addam miró desconcertado a la princesa; realmente no entendía qué estaba sucediendo. Pero no se negaría.

—De acuerdo, princesa —aceptó, sonriendo.

Aerionna se encontraba en la biblioteca de Driftmark, sumergida en la lectura de un antiguo manuscrito. La luz del sol se filtraba a través de las ventanas, iluminando las estanterías llenas de libros y pergaminos. El silencio era interrumpido solo por el suave crujido de las páginas al pasar.

De repente, una de las doncellas de su abuela Rhaenys entró en la biblioteca, llevando una carta en la mano. Aerionna levantó la vista, curiosa.

—Princesa, esta carta es de su hermano Jacaerys —dijo la doncella, entregándole el sobre.

Aerionna tomó la carta y, con un nudo en el estómago, la abrió. Reconoció la letra de su hermano al instante. Mientras leía, su expresión cambió de curiosidad a preocupación.

"Querida hermana.

tuve una pelea con nuestra madre, Rhaenyra. En medio de la discusión, ella admitió algo que me dejó sin palabras. Dijo que nunca quiso tenerte, por miedo a que compartieras el mismo destino que nuestra abuela, la difunta Reina Aemma Arryn. "

Las palabras de Jacaerys resonaron en su mente. Aerionna sintió un dolor agudo en el pecho, como si una daga invisible la hubiera atravesado. La incertidumbre y la tristeza la envolvieron. ¿Cómo podía su madre pensar así de ella? ¿Era verdad que nunca la había querido?, bueno jamás lo había demostrado, pero aún seguía doliendo.

Las lágrimas comenzaron a llenar sus ojos mientras seguía leyendo. Jacaerys intentaba consolarla, pero el daño ya estaba hecho. Aerionna se sentía perdida, aun dolida por la persona que debería haberla amado incondicionalmente, pero eso seguía siendo un sueño.

Se dejó caer en una silla cercana, la carta temblando en sus manos. El dolor y la incertidumbre la abrumaban, y por un momento, no supo qué hacer. La biblioteca, que antes le había parecido un refugio, ahora se sentía fría y distante.

Aerionna cerró los ojos, tratando de calmarse. Sabía que debía enfrentar a su madre, pero no estaba segura de cómo.

Ya no quería seguir mendigando por el amor de una mujer que jamás la amara, por eso fue una de las razones por la ir se fue, prácticamente había escapado del olvido donde esta, el olvido que su madre hacia más grande hacia ella.

850 palabras

*editado*

Espero y les guste

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