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002

El sol pintaba los jardines de Hogwarts, perfecto para aquellos que disfrutarán del calor en septiembre. En un rincón apartado de las vistas, Marlene y Elaine estaban sentadas juntas en el césped, o Elaine al menos si, ya que Marlene descansaba con la cabeza en el regazo de Elaine, mientras la castaña pasaba los dedos con delicadeza por el cabello rubio de su novia.

—¿Sabes lo hermosa que te ves con el sol en el rostro? —preguntó Elaine, mientras trazaba con cuidado las líneas del rostro de Marlene con la yema de sus dedos. 

Marlene sonrió, entrecerrando los ojos por la luz que se filtraba entre las hojas. 

—¿Estás intentando enamorarme aún más? Porque lo estás logrando. 

—¿Es posible enamorarte más de mí? —Elaine fingió estar sorprendida, pero la risa suave que escapó de sus labios la delató. Se inclinó un poco, dejando un beso en la frente de Marlene—. No podría vivir sin ti, McKinnon. 

Marlene la miró con felicidad y diversión, con los ojos aún entrecerrados.

—¿Qué te pasa hoy? Estás más cursi de lo normal. 

—¿No puedo ser cursi con mi novia? —Elaine rodó los ojos. Inclinándose aún más, le plantó un beso en la nariz—. Tú me vuelves así, ¿sabes? 

Marlene rió y tiró suavemente de la túnica de Elaine, obligándola a acercarse más.

—No me quejo, eh. Me gusta este lado tuyo, aunque creo que nadie más te creería capaz de ser así. 

—Shh... No les digas. Me arruinarías la reputación. —Elaine fingió estar seria, pero no pudo evitar reír cuando Marlene se dio media vuelta y la abrazó por la cintura, enterrando el rostro en su abdomen. 

—No sé cómo logré que alguien como tú me amara. —Marlene levantó la cabeza, mirándola con esos ojos llenos de adoración que siempre lograban desarmar a Elaine. 

Era tan débil ante ella.

Elaine acarició su mejilla, incapaz de apartar la mirada. 

—Tal vez porque yo tampoco sé cómo logré que alguien como tú me soportara. 

—Oh, vamos. —Marlene se incorporó, sentándose frente a Elaine y entrelazando sus manos con las de ella—. Deja de decir tonterías. Te amo porque eres tú, con todo lo que eso implica.

Elaine sintió cómo su corazón se aceleraba ante esas palabras. Sabía a lo que se refería con eso último. Las incomodidades que Elaine mostraba cuando estaban en público, solo hacia pensar que estaba con Marlene por algo totalmente diferente a lo que realmente sentía por ella. A veces se preguntaba cómo alguien como Marlene podía existir, tan llena de vida y amor. Tiró suavemente de las manos de Marlene para acercarla, inclinándose hasta que sus frentes se tocaron. 

—Te amo, Marlene McKinnon. Eres la mejor parte de mis días, incluso cuando te ríes de mí o intentas convencerme de que haga cosas ridículas. 

Marlene soltó una carcajada y le robó un beso rápido en los labios. 

—Y tú eres la razón por la que siempre estoy sonriendo, McGregor. 

Marlene volvió a recostarse sobre el regazo de Elaine, tomando la mano de su novia hasta colocarla en su cabello nuevamente, disfrutando de las suaves caricias en su cabello. 

—¿Sabes? —dijo Marlene después de un rato, cerrando los ojos—. Esto es lo que imagino cuando pienso en felicidad. Tú, yo, sin nadie molestándonos. 

Elaine sonrió con ternura, dejando un beso en la frente de Marlene.

—Lo dices como si alguien pudiera molestarnos aquí. ¿Quién se atrevería a interrumpir mi paz contigo? 

—Lily, probablemente. —Marlene rió suavemente, abriendo los ojos para mirar a Elaine—. O Remus. Ese idiota no entiende lo que significa privacidad. 

—Si Lupin aparece aquí, lo golpeó sin pensarlo. —Elaine arqueó una ceja, aunque sus labios formaban una pequeña sonrisa divertida—. No voy a dejar que nadie arruine esto. 

Marlene suspiró, alzando una mano para acariciar la mejilla de Elaine.
 
—Me encanta verte así de protectora. Casi parece que disfrutas ser tan cursi conmigo. 

Elaine fingió indignación, apartando suavemente la mano de Marlene. 

—¿Cursi? No sé de qué hablas. Soy Elaine McGregor, yo no hago cosas tan... sentimentales. 

—Oh, claro. —Marlene se incorporó, girándose para quedar sentada frente a Elaine, cruzando los brazos con una sonrisa juguetona—. Entonces, ¿quién es la que me llama 'la mejor parte de mis días'? 

Elaine bufó.
 
—Bueno, no me lo saques en cara. Es verdad, ¿Feliz? 

—Muy, muy feliz. —Marlene se inclinó hacia ella, besándola suavemente antes de murmurar contra sus labios—. Y tú eres la mejor parte de los míos. 

El rubor subió al rostro de Elaine, pero no apartó la mirada. En cambio, tomó las manos de Marlene entre las suyas, jugando distraídamente con sus dedos.

—Tu me haces sentir tan... diferente.

—Se lo que piensas. Y no, no eres débil ni tonta, Elaine. —Marlene sonrió, apretando sus manos con suavidad—. Eres la persona más fuerte que conozco. Pero me alegra que te sientas segura conmigo. 
—Me siento más que segura. —Elaine se inclinó hacia adelante, apoyando su frente contra la de Marlene—. Me siento en casa. 
El silencio que siguió fue hermoso y reconfortante, pero fue interrumpido por una voz que Elaine reconoció al instante. 

Regulus siguió caminando, cruzándose de brazos mientras observaba la escena con una sonrisa burlona. 

—Mi preciosa El, ¿qué estás haciendo aquí? No es común verte en...estos lugares tan románticos. 

Marlene giró los ojos, claramente molesta. 
—¿Es que no puedes darle un poco de espacio? ¿O tu vida es tan aburrida que necesitas entrometerte en la de los demás? 

Regulus la ignoró completamente, dirigiéndose solo a Elaine. 

—¿No dijiste que íbamos a repasar Pociones después del almuerzo? Pero claro, yo solo soy la segunda opción. —Regulus se encogió de hombros, colocándose una mano en el corazón, fingiendo estar dolido. —Pero claro, aquí estás, actuando como si vivieras en uno de esos libros cursis que tanto criticamos...juntos.

Elaine intentó no reírse, cubriéndose la boca con una mano. 

—Reg, no es el mejor momento para tu humor.

Elaine sabía lo que Regulus hacía, provocar a Regulus, tal parecía que se estaba convirtiendo en su actividad favorita del día.

Marlene lo fulminó con la mirada. 

—¿No tienes nada mejor que hacer, Black? Ojalá tuvieras más sentido y supieras cuándo retirarte. Porque en serio, molestas

Regulus arqueó una ceja, fingiendo asombro. 

—¿Sentido? ¿Eso viene de la chica que una vez decidió escalar la torre de Astronomía por una apuesta estúpida? 

Marlene se sonrojó levemente, apretando la mandíbula.

—Al menos hago cosas emocionantes, no como tú, que te sientas en un rincón oscuro y lees libros que nadie entiende. 

—Los libros son útiles, McKinnon, a diferencia de las ideas que rondan tu cabeza. Y que sepas, que también insultarte a mi preciosa El, ya que leemos esos libros, juntos...muy juntitos. Aunque supongo que no puedes evitar ser tan... Gryffindor. —Regulus dejó caer la palabra como si fuera un insulto. 

—¿Y tú qué? ¿El ejemplo perfecto de Slytherin? —replicó Marlene, dando un paso hacia él—. Te crees tan especial, pero no eres más que un niño malcriado que no soporta que alguien más sea importante para Elaine. ¡Y deja a llamar a mi novia 'preciosa'! Solo yo puedo decirle así.

Regulus sonrió burlón.

—Al menos no actúo como si todo girara en torno a mí. ¿O acaso tienes miedo de que Elaine prefiera mi compañía a la tuya? No te preocupes, yo también tendría miedo si fuera tu.

—¡Reg! —interrumpió Elaine, lanzándole una mirada de advertencia, aunque no podía evitar sentir un poco de diversión.

Marlene bufó, cruzándose de brazos. 

—No es miedo. Es que tú nunca sabes cuándo parar. 

Regulus levantó las manos en un gesto de falsa rendición. 

—Bien, bien. Me voy antes de que me avientes algo. Pero no prometo que no vuelva a molestar. Nos vemos más tarde, McGregor.

Mientras se alejaba, Marlene se volvió hacia Elaine, claramente frustrada. 

—No entiendo cómo lo soportas. 

Elaine suspiró y tomó las manos de Marlene con cariño.

—Es mi mejor amigo, Marls. Es como mi hermano. Sabes que no puedes competir con eso porque no hay competencia. Tú eres la persona más importante para mí. 

—A veces parece que lo prefieres a él. —Marlene bajó la mirada, dejando caer los hombros. 

Elaine negó con la cabeza, atrayéndola a un abrazo. 

—Nunca digas eso. Sabes que tú eres mi todo. Regulus y yo somos amigos, sí, pero contigo soy... diferente. 

Las palabras parecieron calmar a Marlene, aunque murmuró: 
—Aún no prometo no lanzarle algo la próxima vez. 

—Y yo no prometo detenerte. —Elaine rió, dejando un beso en su cabello—. Ahora, vamos, deberíamos regresar antes de que tus...amigos nos busquen. 

Marlene se tensó ligeramente y no se movió. Elaine la miró con una ceja
levantada. 

—¿Marlene? 

La Gryffindor apretó los labios, como si dudara en hablar. 

—Espera... antes de irnos... 

—¿Qué pasa? —Elaine frunció el ceño, inclinándose para mirarla mejor—. ¿Qué es lo que me estás ocultando? 

Marlene soltó una risita nerviosa, jugando con los dedos de Elaine. 

—No es nada, lo prometo, solo tonterías. Ya sabes cómo soy.

—Marlene.

—Elaine.

—Hablo en serio, ¿Que está pasando?

—Bueno...—Elaine alzó una ceja. —Lily me pidió que te invitara a sentarte con nosotros esta noche en la mesa de Gryffindor.  —mintió. Aunque claro, eso era verdad, pero que lo usará de excusa la hizo sentir mal.

Elaine parpadeó, sorprendida. 

—¿Qué? ¿Por qué?

—Dice que quiere conocerte mejor. —Marlene hizo una mueca—. Aunque, para ser honesta, creo que solo quiere saber si realmente eres tan fría como pareces. 

Elaine bufó, entrecerrando los ojos. 

—Es decir, no confía en mí. 

Marlene tomó sus manos, apretándolas con fuerza.

—Elaine, por favor. Solo será una vez. Yo estaré contigo, y si Lily o Remus dicen algo fuera de lugar, prometo que les hago un hechizo explosivo en su comida. Incluso puedes decirle al idiota impropio de Black que acompañe. Por favor.

Elaine suspiró, suavizando su expresión al ver la mirada suplicante de Marlene. 

—Está bien. Pero si empiezan a molestar, no me pidas que me quede callada. 

Marlene sonrió ampliamente y la abrazó con fuerza, cubriendo su rostro de pequeños besos. 

—Sabía que dirías que sí. Gracias, amor. 

—Esta bien, está bien. —Elaine rió, empujándola suavemente antes de tomar su mano—. Solo lo hago porque te amo lo suficiente para negarme a eso ojos de cachorro.

Marlene sonrió con suficiencia, entrelazando sus dedos con los de Elaine, mientras que la castaña, se apoyaba contra el tronco mientras Marlene se acomodaba en su regazo. Los dedos de Marlene de su mano restante, trazaban figuras en el brazo de Elaine, quien sonreía con suavidad, su mano acariciando el cabello rubio de su novia. 

—¿Sabes que pareces un gato cuando haces eso? —comentó Elaine con un tono divertido mientras Marlene inclinaba la cabeza para besarla en el cuello. 

—¿Un gato? —preguntó Marlene, fingiendo ofenderse mientras reía—. Pensé que dirías algo más romántico. 

Elaine sonrió, inclinándose para besar su frente.

—Es romántico, si piensas que me encanta tenerte aquí. 

—Eso suena mejor. —Marlene subió la vista, tomando el rostro de Elaine entre sus manos y besándola suavemente. El beso, como siempre, se alargó más de lo planeado, volviéndose lento y lleno de cariño. 

De repente, un grito rompió la tranquilidad. 

—¡Ahí estás, McKinnon! ¡Sabía que te encontraríamos aquí! 

Marlene se separó de Elaine con un respingo, mientras ambas miraban hacia el sonido. Peter Pettigrew venía corriendo, con Sirius Black siguiéndolo detrás. Elaine frunció el ceño, claramente irritada por la interrupción. 

—¿Qué demonios quieren? —preguntó Elaine, sosteniendo a Marlene por la cintura mientras la ayudaba a levantarse de su regazo. 

Peter, que ya estaba sin aliento, se inclinó con las manos en las rodillas mientras intentaba hablar.

—James... está... como loco... buscando a Marlene... 

—¿James? —repitió Marlene, claramente confundida—. ¿Por qué? 

Sirius llegó justo en ese momento, cruzándose de brazos mientras lanzaba una mirada despectiva a Elaine. 

—Porque te saltaste otra vez los entrenamientos de Quidditch. Está a punto de colapsar pensando que el equipo se desmorona sin ti. Eres importante en el equipo, lo sabes.

Marlene se mordió el labio inferior, claramente avergonzada, eso era claramente lo que ocultaba, mientras Elaine giraba los ojos. 

—¿Te saltaste el entrenamiento? —preguntó Elaine, su tono más serio de lo habitual. 

Marlene evitó su mirada, jugando nerviosamente con un mechón de su cabello. 

—Bueno, sí... pero fue solo una vez. 

—Tres veces —corrigió Sirius, divertido por el cambio en el rostro de Elaine—. ¿Sabías eso, McGregor? ¿Que tu querida novia está dejando de lado su compromiso con el equipo por ti? 

—Cállate, Black —dijo Elaine con frialdad, apretando la mandíbula antes de mirar a Marlene—. ¿Es cierto? 

Marlene suspiró, claramente incómoda. 

—Bueno, no quería que el entrenamiento interfiriera con nuestro tiempo juntas... 

Elaine se apartó ligeramente, mirando a Marlene con decepción y preocupación. 

—¿Estás diciendo que estás ignorando algo importante solo por estar aquí conmigo?

—No es para tanto —interrumpió Marlene rápidamente, tomando las manos de Elaine—. Solo quería pasar más tiempo contigo. 

—Eso no está bien. Marlene, he estado desde que tenía trece contigo, he pasado cada momento escuchando lo emocionada que te pones con cada partido, incluso si es contra mi casa.—dijo Elaine, con voz más baja, aunque firme—. Me encanta estar contigo, pero no quiero que dejes de lado cosas que son importantes para ti. El Quidditch es importante para ti. 

Peter, sintiéndose incómodo por la tensión, murmuró: 

—Eh... ¿deberíamos decirle a James que ya la encontramos? 

—Haz lo que quieras —espetó Elaine, sin apartar la mirada de Marlene. 

Sirius, disfrutando del drama, sonrió.

—Bueno, esto se está poniendo interesante. Vamos, Peter, el espectáculo puede continuar sin nosotros. 

Cuando Sirius y Peter dieron pasos atrás, Elaine dejó escapar un largo suspiro, soltando las manos de Marlene con delicadeza. 

—Marls, no puedo ser la razón por la que descuides algo que te importa. 

—Pero tú me importas más que nada —replicó Marlene, con un tono suplicante mientras la abrazaba—. Sólo quería estar contigo... 

Elaine suavizó su expresión, acariciando el rostro de Marlene. 

—Y yo quiero estar contigo también, pero no así. Quiero que hagas lo que amas, lo que te hace feliz. Si el Quidditch te hace feliz, quiero que estés ahí. 

Marlene asintió lentamente, bajando la cabeza. 

—Lo siento. Prometo que no volveré a faltar... 

Elaine sonrió levemente, inclinándose para besarla en la frente. 

—Esa es mi chica. 

Marlene sonrió antes de volver a abrazarla. 

—No sé qué haría sin ti. 

—Probablemente dejarías todo por el Quidditch. —Elaine soltó una pequeña risa, tratando de aligerar el momento. 

Marlene le dio un suave golpe en el hombro antes de sonreír. 

—Tienes razón.

—Siempre, Marls. Siempre. 

Marlene abrazó a Elaine una vez más antes de dar un paso atrás y mirar en dirección a Peter y Sirius, quienes ya se alejaban. 

—¡Esperen! —les gritó, alzando una mano—. Ya voy, díganle a James que estaré allí en cinco minutos. 

Peter y Sirius se detuvieron, y Sirius lanzó una mirada sarcástica hacia Elaine. 

—¡Por fin algo de sensatez, McKinnon! ¡Date prisa! 

Elaine le lanzó una mirada fulminante, pero no dijo nada, enfocándose en Marlene. 

—¿Estarás bien mientras entreno? —preguntó Marlene, aún sosteniéndole la mano. 

—Claro que sí. —Elaine sonrió con un toque de diversión—. Probablemente pase el tiempo con Reggie. 

Marlene se tensó ligeramente, sus labios curvándose en una sonrisa que no alcanzaba sus ojos.

—¿Con Regulus? 

—¿Quién más? —respondió Elaine, arqueando una ceja como si fuera lo más obvio del mundo—. ¿Acaso hay alguien que me soporte mejor que él? Por si no lo recuerdas, tu novia no es muy sociable.

Marlene trató de ocultar su incomodidad, inclinándose para besarla con más entusiasmo del habitual.

—Bueno, no lo dejes que se aproveche de tu paciencia —dijo en un tono ligero, aunque su voz cargaba un leve tinte de celos. 

Elaine la miró divertida, entendiendo perfectamente lo que pasaba. 

—Reggie es como mi hermano, Marls. No hay nada de qué preocuparse. Te lo prometo.

Marlene asintió, aunque no parecía del todo convencida, y apretó su mano una última vez antes de soltarla. 

—De acuerdo, pero luego de que termine el entrenamiento, busco a ese 'hermano' tuyo para asegurarme de que no acapara demasiado tu tiempo. 

Elaine rió suavemente, inclinándose para dejar un beso en la frente de Marlene. 

—Ve a tu entrenamiento, amor. Potter te espera. 

Marlene sonrió, y le dio un rápido beso en los labios antes de girarse y correr hacia Sirius y Peter. Elaine observó cómo su novia se alejaba, y no pudo evitar sonreír mientras pensaba en lo adorable que era incluso cuando intentaba ocultar sus celos. 




[ • • • ]



Elaine caminaba por los pasillos de Hogwarts, con las manos en los bolsillos de su túnica y la mirada recorriendo cada rincón. Había esperado encontrar a Regulus en la biblioteca, pero no estaba allí. Ni en las mazmorras, ni en el comedor. Frunció el ceño mientras doblaba otra esquina, preguntándose dónde podría haberse metido. 

A mitad de su camino, se topó con Barty Crouch, quien estaba apoyado despreocupadamente contra una pared, con una sonrisa. 

—¿Buscando a alguien, McGregor? —preguntó Barty, alzando las cejas mientras jugaba con su varita entre los dedos. 

—¿Has visto a Regulus? —Elaine preguntó directamente, sin rodeos, mientras se detenía frente a él. 

Barty soltó una carcajada ligera. 

—Oh, sí. Lo vi hace un rato. Está… ocupado, digamos. 

—¿Ocupado? —Elaine arqueó una ceja, cruzándose de brazos. 

Barty, en lugar de responder, levantó un dedo y señaló hacia una esquina del corredor. Elaine siguió la dirección de su gesto y lo vio. Regulus, el siempre reservado y serio Regulus, estaba apoyado contra una columna, inclinándose ligeramente hacia Emily Nott, quien estaba roja como un tomate mientras él le susurraba algo al oído.

Regulus tenía una sonrisa que Elaine conocía demasiado bien, y Emily apenas podía mantenerle la mirada. 

Elaine suspiró, llevándose una mano al rostro. 

—¿De verdad? ¿Emily Nott? 

Barty se rió con más ganas. 

—El pequeño Black tiene sus momentos. Aunque, para ser justos, es menos ridículo que verte a ti babeando por McKinnon en público. 

Elaine le lanzó una mirada asesina, pero no pudo evitar que sus labios se curvaran ligeramente en una sonrisa. 

—Cállate, Crouch. Al menos yo no trato de avergonzar a nadie. 

—¿Ah, no? —replicó Barty con un brillo burlón en los ojos—. Porque esa pobre chica que llevas de novia seguramente no se siente incómoda cuando decide devorarte la cara frente a medio Hogwarts. 

Elaine le dio un suave empujón en el hombro, haciendo que Barty se riera más fuerte. 

—Déjame en paz. Y, además, tú también haces el ridículo con tus 'amigas secretas'. 

—Touché, McGregor, touché —Barty levantó las manos en rendición, aunque seguía riéndose. Luego inclinó la cabeza hacia Regulus—. Pero, sinceramente, ¿no es divertido verlo? Parece que ha perfeccionado el arte de hacer sonrojar a las chicas. 

Elaine lo miró nuevamente, viendo cómo Regulus se inclinaba un poco más hacia Emily, quien parecía estar al borde del colapso. Chasqueó la lengua. 

—Es un idiota. 

—Un idiota con estilo, eso no se lo puedes negar. —Barty hizo un gesto con la mano, como si presentara a un rey. 

Elaine rió entre dientes, negando con la cabeza.

—Voy a interrumpir antes de que esa pobre chica explote. 

—Oh, por favor, hazlo. Esto será divertido. —Barty se cruzó de brazos, claramente esperando disfrutar del espectáculo. 

Elaine camino hacia Regulus, quien, al notar su presencia, levantó la vista con una sonrisa despreocupada. 

—Reg —dijo Elaine, con las manos en las caderas—, ¿te importaría dejar de traumatizar a Emily? La pobre no merece tus tácticas de seducción de tercer año. 

Emily dio un respingo, murmurando algo que nadie entendió antes de salir corriendo con el rostro encendido. Regulus se giró hacia Elaine, alzando una ceja. 

—¿Tácticas de tercer año? Por favor, soy mucho más sofisticado que eso. 

—Claro que sí, Casanova —dijo Elaine con sarcasmo, cruzando los brazos mientras Barty se reía a lo lejos. 

Regulus puso los ojos en blanco, pero no pudo evitar sonreír. 

—¿Y qué quieres, Elaine? ¿No deberías estar ocupada en los jardines haciendo vomitar a medio Hogwarts con McKinnon? 

—Tal vez, pero no puedo dejarte sin supervisión. —Elaine le dio un suave golpe en el brazo—. Vamos, Reggie. Necesito compañía que no me haga rodar los ojos cada dos segundos. 

Regulus rió, pasando un brazo por los hombros de Elaine mientras se alejaban, dejando a Barty aún riendo detrás de ellos.


[ • • • ]


Al entrar al Gran Comedor, Regulus y Elaine comenzaron a caminar hacia la mesa de Slytherin.

—No puedo creer que hayas hecho eso, Reg—dijo Elaine, cruzando los brazos mientras caminaban por el pasillo. Regulus solo sonrió, mirando de reojo a la mesa de Slytherin. 

—¿Qué, hacerle un favor a Emily Nott? —dijo con tono despreocupado—. No me digas que te da pena. 

Elaine se rió, sacudiendo la cabeza. 

—¿Favor? ¿Dejarla más roja que un tomate y hacerla sudar como si estuviera en una sauna? —Elaine imitó la expresión de miedo de Emily, haciendo que Regulus soltase una risa baja—. No, no, no, no. La pobre chica no sabía si huir o quedarse.

—No la asusté tanto. Solo estaba... haciéndole un pequeño juego de miradas. —Sonrió con descaro—. Y admito que lo disfruté. 

Elaine se echó a reír, pero no dejó de observar discretamente a Emily, que ya estaba sentada en su lugar en la mesa de Slytherin, claramente evitando mirar a Regulus. 

—Te juro que la chica moría por escapar —comentó Elaine, sin poder contener la risa—. ¿Viste su cara?

Regulus levantó una ceja, mirando a Emily con algo de satisfacción. 

—¿Qué puedo decir? Soy muy irresistible. 

Elaine lo miró con cara de incredulidad. 

—Sí, claro. Eres un seductor nato —respondió con sarcasmo, haciendo una mueca—. Pero, ¿en serio? Deberías haber visto cómo temblaba. Ni ella misma podía creerse que le habías dedicado tanto tiempo. 

Regulus, con una sonrisa juguetona, encogió los hombros. 

—Es un arte. Y, francamente, me divierte ver a las chicas tan nerviosas. —Luego, miró de reojo a Emily una vez más y agregó—: Aunque debo admitir que quizá me pasé un poco. 

Elaine se rió más fuerte, negando con la cabeza. 

—La pobre no sabía si era una amenaza o una invitación a unirse a tu club privado. —Se echó hacia atrás en su silla, claramente entretenida con la escena—. Estoy segura de que lo pensó dos veces antes de mirarte otra vez. 

Regulus hizo una cara burlona. 

—A veces no sé cómo haces para ser tan cruel, El. Pero no puedo negarlo, me encanta. 

Elaine le lanzó una mirada mordaz mientras se sentaba en su sitio en la mesa de Slytherin. 

—¿Cruel? —dijo entre risas—. No soy cruel, solo realista. La pobre estaba a punto de colapsar. Pero bueno, esa es la vida de un chico tan deseado como tú. 

Regulus soltó una risa baja y se sentó a su lado. 

—¿Tan deseado, eh? —Respondió con una sonrisa astuta—. Si tanto te impresiona mi encanto, tal vez deberías empezar a preguntarte si no soy más irresistible que tú, preciosa. 

Elaine frunció el ceño, imitando una expresión de molestia mientras jugueteaba con su tenedor. 

—¿Preciosa? —dijo con tono sarcástico—. ¿De verdad tienes que llamarme así delante de todos? Sabes que eso me molesta, ¿verdad? 

Regulus no pudo evitar sonreír al ver la incomodidad de su amiga. 

—Oh, claro que sí. Es parte de la diversión. Y ya sabes lo mucho que me gusta molestarte. 

Elaine suspiró, pero se le escapó una sonrisa mientras miraba a Regulus con exasperación y cariño.

—Eres un idiota. En serio. 

Regulus sonrió ampliamente, disfrutando del momento. 

—Lo sé. Pero sé que me quieres. —Con una mirada pícara, se inclinó hacia ella y agregó—: Y no tienes que mostrarme mucho cariño, sé que lo haces. 

Elaine puso los ojos en blanco. 

—Sí, claro. Soy un amor de persona.

De repente, Emily Nott pasó por la mesa, evitando totalmente a Regulus. Elaine no pudo evitar señalar discretamente a Emily con la cabeza mientras miraba a Regulus. 

—Mira, ahí está la niña tímida. Tal vez deberías ir a consolarla ahora que te diste cuenta de que le asustaste un poco. 

Regulus lanzó una mirada fugaz hacia Emily, luego se volvió hacia Elaine con una sonrisa de satisfacción. 

—No te preocupes, ya se le pasará. Además, tengo cosas más importantes que hacer que tranquilizar a esa chica. —Se inclinó hacia ella, acercándose mucho—. Como, por ejemplo, seguir disfrutando de esta conversación contigo. 

Elaine levantó las cejas, sonriendo mientras tomaba un poco de su comida.

—Bueno, si tanto te gusta molestarme, no te detengas. Pero no olvides que, si sigues llamándome 'preciosa El', Marlene no te lo perdonará. 

Regulus soltó una risa baja, con una expresión traviesa en el rostro. 

—Ah, McKinnon... Sabes que no puedo resistirme. —Hizo una pausa antes de mirar a Elaine—. ¿Y tú? ¿Qué piensas de que te llame 'preciosa El'? 

Elaine lo miró fijamente durante un momento, pero luego sacudió la cabeza. 

—No lo hagas, Reg. Te lo advierto. 

Regulus sonrió con malicia y luego, en un susurro travieso, dijo: 

—Te lo prometo, preciosa El. 

Elaine lo miró, claramente no sabiendo si molestarse o reírse, pero al final decidió ignorarlo, sabiendo que no podía ganar con él. Aunque, a pesar de todo, lo adoraba más de lo que admitiría jamás.


[ • • • ]


El aire fresco del campo de Quidditch golpeó el rostro de Elaine cuando ella y Regulus llegaron a las gradas. Unos pocos estudiantes se habían acomodado, para observar el entrenamiento. Entre ellos, a unos escalones más abajo, estaban Peter, Sirius, Remus y Lily, con la mirada en la pista.

Elaine y Regulus se acomodaron, sentándose en uno de los asientos del medio. Ni siquiera prestaron atención al pequeño grupo que se encontraba más abajo; para ellos, esas miradas despectivas eran tan irrelevantes como el viento que movía las hojas. Pero eso no los detenía de hablar y disfrutar del momento entre ellos.

—Mira, Reg —dijo Elaine, mirando con una sonrisa maliciosa a su amigo—. Dime, ¿de verdad sabes cómo coquetear? Porque parece más bien que todo lo que haces es dar discursos aburridos que te harán babear.

Regulus arqueó una ceja, claramente divertido por el tono de Elaine.

—¿Qué? ¿Nunca has oído hablar del 'coqueteo de Regulus Black'? —dijo él en tono exagerado, haciéndose el importante. —Es una técnica muy avanzada, solo apta para unos pocos elegidos. Si fueras un poco más... perspicaz, sabrías que las chicas se derriten con mis palabras.

Elaine soltó una risa burlona, colocando los brazos detrás de su cabeza, como si se estuviera relajando en el sofá.

—Por favor—exclamó, fingiendo asombrada—. Qué modestia la tuya. Si sigues así, te voy a empezar a llamar 'el príncipe de las chicas', porque de lo que estoy segura es de que en realidad eres virgen. Como siempre, todo lo que tienes son promesas vacías y miradas que te hacen sonrojar. ¡Qué emoción!

Regulus no pudo evitar soltar una carcajada. Estaba claro que Elaine estaba disfrutando de la burla tanto como él.

—¿Virgen? —repitió Regulus, dándose un toque de pecho como si estuviera ofendido—. Ay, preciosa. Yo soy un hombre de palabra. A diferencia de algunos, no necesito los dedos o trucos baratos. ¡Al menos yo tengo con qué!

Elaine se echó hacia atrás, sorprendida por la respuesta, pero al mismo tiempo divertida. No pudo evitar poner los ojos en blanco, mientras él la miraba con una sonrisa triunfante.

—¡No! ¡Qué asco! —exclamó, tapándose la cara con una mano, pero no pudo evitar reírse—. Eres un asco, Regulus. Pero... no puedes negar que eres bastante entretenido. Eso sí lo reconozco.

Regulus le lanzó una mirada divertida, disfrutando de la reacción de su amiga.

—¿Qué puedo decir? —respondió con una sonrisa burlona—. A veces la humildad no entra en mis planes. Soy demasiado increíble para contenerme.

Elaine se giró, mirando a lo lejos, pero sin dejar de sonreír. Había algo en la forma en que se molestaban mutuamente que la hacía sentirse increíblemente cercana a Regulus. No importaba lo que dijeran los demás, en esos momentos, estaban en su propio mundo, que solo ellos comprendían.

A unos escalones de distancia, Peter, Sirius, Remus y Lily seguían charlando entre ellos, aunque sus ojos se deslizaban constantemente hacia Elaine y Regulus. Remus y Lily, en particular, no podían esconder el desagrado que sentían hacia Elaine. Aunque Elaine ni siquiera les prestaba atención, las miradas fulminantes no pasaban desapercibidas para Regulus.

—¿Los ves? —dijo Regulus en voz baja, señalando con una ligera inclinación de cabeza hacia los chicos. —Esos dos nos están mirando como si fuéramos monstruos, ¿verdad?

Elaine miró hacia abajo, apenas interesada, pero captó las miradas. Sonrió de medio lado.

—Sí —respondió con tono despreocupado—. ¿Y qué? No me importa lo que piensen. Si tan solo pudieran entender lo que es realmente importante, en lugar de ser unos aburridos, no estarían tan ocupados mirando cómo nos divertimos.

Regulus asintió, satisfecho con la respuesta. No le importaban los juicios de los demás. Mientras estuviera con Elaine, él se sentía en su lugar, y eso era lo único que importaba.

De repente, Regulus la miró, sonriendo aún más, y con un tono juguetón en la voz, le dijo:

—¿Sabes qué? Si de verdad te gustara ver cómo me deshago de esos comentarios de ellos, podríamos hacer una competencia de coqueteo. Y te aseguro que yo ganaría, porque con esas piernas, no tienes nada que hacer.

Elaine lo miró con ojos entrecerrados, algo desconcertada por su actitud tan... 'seguro de sí mismo'.

—¡No! ¡Ya basta! —gritó, sin poder contener la risa—. Eres imposible, Reg. Pero te adoro.

Regulus se echó hacia atrás, levantando las manos como si se estuviera rindiendo, mientras ella no dejaba de reír.

—Lo sé, lo sé. Soy demasiado increíble —dijo Regulus, guiñándole un ojo.

Cuando el entrenamiento de Quidditch finalmente había terminado. Elaine y Regulus, como siempre, se divertían entre ellos mientras bajaban por las gradas.

—Lo que no entiendo —comentó Regulus, mirando a Elaine con una sonrisa— es cómo en el momento que dices algo, siempre me haces quedar como el chico malo. ¿Quién te crees, eh? ¿Una experta en arruinar mi reputación?

Elaine rió, moviendo la cabeza con diversión.

—Te lo mereces, Reggie. Si no me burlo de ti, ¿quién lo hará? —le respondió de forma juguetona, mientras lo empujaba ligeramente con el codo—. Y ya sabes, eres el único capaz de hacerme decir que te adoro y odiarte al mismo tiempo.

Regulus hizo una mueca, fingiendo indignación.

—¿Odiarme? —replicó en tono exagerado, colocando la mano sobre su pecho como si se sintiera herido—. ¡Jamás me habías dicho eso! Pero, por suerte, tu amor por mi no se puede ocultar.

Elaine no pudo evitar reír más fuerte, mientras lo empujaba suavemente.

A medida que se acercaban al área del campo, comenzaron a ver a Marlene, que estaba un poco más alejada, sentada en el césped, liberándose del equipo. Fue entonces cuando Regulus, como si quisiera seguir provocando a su amiga, dijo en voz alta, burlón:

—Y aquí tenemos a 'preciosa El', tan modesta como siempre. —Sonrió divertido, sabiendo que a Elaine le molestaba cuando él la llamaba de esa forma.

El corazón de Marlene dio un vuelco al escuchar esas palabras. No pudo evitar tensarse. Al principio, pensó que Regulus había dicho eso sin maldad, pero algo en su tono y en su manera de mirar a Elaine la hizo sentir insegura. La forma en que él la llamaba... era como si los dos compartieran...algo, que Marlene nunca podría alcanzar.

Marlene, que había estado sentada de manera tranquila, comenzó a sentirse fuera de lugar. Mientras Elaine se reía y respondía a Regulus, Marlene no pudo evitar compararse con él. Elaine había sido completamente diferente con Regulus: la forma en que se reía sin vergüenza, cómo le sonreía de una manera tan natural y cómo él, incluso, la abrazaba de forma tan despreocupada. Pero cuando se trataba de ella, Marlene no podía evitar sentirse más reservada, más cautelosa. Cuando estaba con Elaine, a su novia le costaba mostrar esa misma libertad y cariño que se evidenciaba entre su novia y Regulus.

Cuando Regulus y Elaine llegaron al lugar donde Marlene estaba, Elaine no dudó ni un segundo. Se acercó rápidamente a Marlene, la envolvió en un abrazo y, sin pensarlo, la besó. Marlene, al principio sorprendida, cerró los ojos y correspondió el beso con todo el amor que sentía por Elaine. La abrazó con fuerza, sin importar que Regulus estuviera cerca.

Elaine sonrió entre el beso, disfrutando de ese momento tan suyo, mientras Marlene intentaba esconder la pequeña incomodidad que sentía por lo diferente que era con Regulus, pero al mismo tiempo, Marlene no quería demostrarlo. Solo quería estar en ese instante, con Elaine, con todo su corazón.

Cuando se separaron, Marlene sonrió con ternura, pero no dijo nada. Su corazón latía rápido, pero no le importaba, porque lo único que quería era estar cerca de Elaine. Es perfecto así, pensó.

Regulus, que había estado mirando la escena, soltó un comentario sarcástico, pero con una sonrisa divertida en su rostro:

—Consíganles una habitación, por favor —dijo, haciendo que Elaine se riera y Marlene mirara a Regulus con una pequeña sonrisa, sin poder evitarlo.

Elaine le dio un suave golpe a Regulus en el brazo, como si su comentario no fuera nada importante.

—Deja de meterte en todo, Reg—respondió, mirando a Marlene con una sonrisa.

Marlene la miró y, aunque por dentro se sentía un poco insegura, se sintió feliz. Elaine la abrazó de nuevo, y en ese momento todo lo que importaba era estar juntas.

Oh, dulce y linda Marlene...

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