Capitulo O19
Los pequeños golpes en su ventanilla lograron regresar su mente a la realidad cuando el profundo sueño era lo único que ahora lo había consolado luego de que Jimin marchará lejos de él.
—Joven...
Los nudillos de ese oficial no se detenían al golpear aquel vidrio empañado desde adentro.
Jungkook elevó sus párpados y la molesta iluminación de aquella linterna, sostenida por el mismo oficial a la altura de su ventanilla, molestaba sus pupilas recién descubiertas de la oscuridad de sus párpados.
La voz del hombre llamó de nuevo a Jeon y no tuvo más opción que bajar la ventanilla. Forzó su mejor sonrisa y observó al hombre preocupado de ver su vehículo a un lado de la oscura carretera.
Un hombre oficial con un cabello envejecido que indicaba años de oficio como oficial como su rostro también lo demostraba. Pero su sonrisa amable lo solucionaba viéndose un poco joven.
A lo que el oficial preguntó:
—Joven... ¿Se encuentra bien?
Jungkook solo asintió lento pero seguro de que era mentira que no se encontraba muy bien. El recuerdo de Jimin era doloroso y que por dentro no podía detener sus lágrimas mientras que por fuera solo se veía normal como si nada sucediera.
—Es mejor que regrese a casa... está carretera oscura no expresa confianza. Por favor, regrese.
Solo encendió su motor al cabo de unos minutos después de que ese hombre le indicara lo que debía hacer y se marchó con la mirada del mismo sobre su vehículo negro que se centraba en la carretera hasta desaparecer en la neblina de la noche.
Y el oficial suspiro cuando su mente creyó por un segundo que Jeon había regresado a la ciudad y por ende, debía arrestarlo pero solo se convenció nuevamente que ese joven hombre solo era el hijo de Jeon, aquel mafioso que algún día abandonó a Jungkook junto a su hermana sin importar lo que sucediera con ellos luego en las calles.
Sentía pena por Jungkook.
No era la vida que merecía aquel joven mecánico.
Sin dudas, la madre de Jungkook fue una verdadera madre al educarlos pero también sufrió las consecuencias cuando tuvo que dar su vida para salvar a sus hijos de las manos de aquel padre mafioso que jamás se rendía y regresaba solo para molestar a su propia familia.
Jungkook jamás perdonaría a su propio padre de asesinar a su madre por celos.
Celos de que su madre tuviera la custodia de sus hijos y que el padre jamás la tendría nunca sin importar que asesinara a su ex esposa, madre de Jungkook y Han.
𝐒𝐄𝐂𝐑𝐄𝐓 𝐒𝐄𝐗
La tensión entre hermanos era algo incómoda y el momento no era agradable como siempre solía ser.
Han solo observaba como su hermano bebía cada sorbo de café con nervios y sus ojos no se detenían en ningún momento. Se desviaban todo el tiempo en diferentes lugares del apartamento pero nunca observaba a su hermana al rostro.
—¿No lo has entendido?
Jungkook lo confesaría. No entendió muy bien lo que Han deseaba.
—Han, sabes que...
Sus palabras se interrumpieron con la voz molesta de su hermana y el golpe de su mano sobre la mesa, hizo a Jungkook saltar en su lugar.
—¡¿Qué ocurrió con Jimin?!
—No es necesario gritar, Han.—Su tono suave comparado con ella era como dos lados diferente de una persona.
—¡Entonces dime la verdad, Jeon, eres tú quien lo ha alejado, estoy segura!
Y Jeon se puso de pie rápidamente al escuchar sus palabras y su ceño se frunció sin falta.
—¿Por qué Park Jimin es nuestro tema de conversación? ¿No puedes preguntar algo más?
—Solo es él quien me importa...—Su rostro se acercó al suyo solo por unos centímetros y lo observó a los ojos fijamente.—Y tú también pero también se que te importa él también como yo...
Jeon bajó su mirada y en el reflejo del café de su taza podía observarse a él mismo con la misma expresión que permanecía en su rostro la noche anterior cuando Park se marchó lejos hacia los abrazos de otro hombre que odiaba.
—Jack... Se casará con él pronto pero no creo que pueda detenerlo... No soy lo suficientemente importante para oponer una boda.
—Jungkook...
El nombrado tomaron asiento nuevamente y sus manos fueron tomadas por ella para brindar amor, confianza y calidez.
Él la observó con un poco de tristeza mezclada de molestia en sus ojos. Algo que sus palabras no confesaban pero si su mirada. Podía reflejar el dolor que sentía por Jimin, sabía que no lo olvidaría.
Fue el primer hombre con quién se sintió realmente él. El primer hombre quien por más oyó su verdad, jamás lo juzgó con su mirada pero tampoco rechazado.
Park comprendió a Jeon.
Los secretos que sus labios callaban, sus miradas lo expresaban.
Y por un momento, los ojos de Han observaron los de su hermano y en ellos encontró la verdad que tanto ocultaba pero que aún así sabía de qué se trataba.
—Puedes hacerlo, Jungkook, confío en ti.
Y ella soltó sus manos con una sonrisa orgullosa de él, poco después tomó su bolso y caminó hasta la puerta pero antes de marchar, se giró en su dirección y le dió una segunda sonrisa mientras sus palabras eran la ayuda que Jeon necesitaba para que su mente comenzara de nuevo.
"Puedes hacerlo, después de todo, eres tú. Se que eres tú al cual no podré atrapar jamás pero si dejarte ir."
Sus palabras rondaban por su mente como un recuerdo que no desapareció hasta que Jungkook corrió hasta el club, donde Yoongi se encontraba esa misma noche, para terminar lo que comenzó.
Sus manos abrieron las puertas del sitio con molestia y estás mismas chocaron contra las paredes a su lado, provocando un fuerte estruendo en todo el salón principal, dónde se encontraban todas esas personas que se ahogaban en dolor y lujuria.
Jungkook evitó y esquivo cada mano o invitación de las personas que del club, que insistían sumergirlo en el dolor pero él solo deseaba algo diferente ahora.
No eran las mismas personas cuando él se comparaba con estás personas.
Solo ignoro a todos allí cuando sus ojos se desviaron de todo el lugar y observaron como Yoongi se encontraba detrás de las telas rojas que cubrían las puertas del balcón del rey.
Corrió hacia las escaleras cuando el ojos felinos se giró sobre sus talones y se adentró en la habitación, desapareciendo en la oscuridad que las telas cubrían en la misma.
Cuando estuvo cerca, su mano abrió la puerta de la habitación donde se encontraba Yoongi y sus ojos se asombraron de ver lo que esperaba encontrar.
Su cabellera rubia se giró poco después de oír como la puerta del sitio se cerraba detrás de sus espaldas y en las de Jungkook. Sus ojos se asombraron como el azabache y su mirada de tristeza no se ocultaba aunque la sopresa se demostrará al mismo tiempo.
—Es un deseo cumplido para mí, dos hombres que se aman en un mismo sitio.
La voz de Yoongi corto absolutamente su momento y Jungkook borró la calidez de su mirada cuando descubrió que Jack se encontraba a un lado de Jimin con una sonrisa ladina.
—Es un buen deseo.—La voz de Jack provocaba molestias en los oídos de Jeon, solo quiera desquitar su enojo con él y arrojarse sobre él como un animal por lo que provocaba en Jimin. Tristeza.
Jack solo se puso de pie y caminó hasta los estantes de libros, colocados en la habitación y lejos de Jimin.
Pero se sentía tranquilo, más aún, cuando el rubio se puso de pie rápidamente y se giró para observarlo. Sus bellos labios querían decirle algo y él quería oírlo, pero solo pudo oír su nombre llamándole.
—Jungkook...
—Park, tu padre está absolutamente de acuerdo con Jack, es un buen matrimonio ¿no es cierto, Jeon? —Yoongi solo mantenía su serio semblante en alto mientras sus labios le hablaban al azabache.
—No me interesa la boda, Min.
Jeon fue frío con su respuesta, su cuerpo y rostro actuaron fríos también. Jungkook paso por su lado, su mano rozó con la del rubio pero jamás se detuvo junto a él, prefería tomar asiento antes de hablar con el mismo.
—Entonces... Park no importa aquí y Jack tiene mucha ventaja de ti.
—Ni siquiera lo amo, Yoongi.—Y ahora el semblante serio de Park enfrentaba a Min mientras Jack solo observaba con molestias a Jeon.
Todo era su culpa. Su culpa de que Jimin no lo prefiera a él pero si a Jeon.
—Es lo que tu padre desea, Park. ¿Acaso no piensas en tu herencia familiar? Cuánto más millonario sea el hombre con que te cases, entonces, más dinero tendrán las futuras generaciones de tu familia.
—No puedo dar un hijo, soy hombre y por ende, no puedo permitir más generaciones.
Los ojos molestos del rubio siguieron el rostro y el cuerpo de Min moverse hasta detrás del escritorio, luego tomó asiento al mismo tiempo que Jimin.
—Adopta, Park.
—Cállate, no quiero oírte buscando soluciones.
Todo el silencio inundó el ambiente, Park había sobrepasado el límite con Min. Estaba defendiendo su futuro como tenía que ser pero Jungkook solo podía oír como esto sucedía.
—Acéptalo cariño, podemos darle una mejor vida un niño.
Las palabras de Jack solo causaban molestia en Jeon, quien elevó su mirada debajo de sus pestañas y lo observó con un poco de celos mezclados de irritación.
Jungkook soltó una pequeña sonrisa de burla.
—¡Oh Jack, eres tan buen hombre!—algo sarcástico de parte del azabache.
—Es hora de que nos dejen a solas, yo y Jeon debemos hablar a solas.
Yoongi solo observó a Jimin y luego a Jack con la clara señal de que ambos debían irse ahora, luego regresó su mirada a Jungkook, quien observaba como Jimin se alejaba de él junto a su enemigo hasta la salida.
Y cuando Park estaba a punto de marcharse, sus ojos conectaron con los del azabache, quien se giró con curiosidad de saber si Park lo volvería a ver a los ojos nuevamente pero para su curiosidad, si lo hizo y ambos hombres sintieron lo mismo antes de que uno de ellos se marchara. Felicidad solo por un segundo.
El mecánico se giró de regreso hacia el ojo felinos cuando la puerta se cerró detrás de sus espaldas y esperó por lo que le deparaba ese hombre.
—Jungkook... Realmente tienes mucho valor para regresar aquí y sin dudas eres quien siempre has sido.
Las manos de ese hombre buscaron en uno de los cajones de su escritorio y luego posó lo que encontró sobre el mismo con una sonrisa sin demostrar sus dientes.
Sobre el escritorio se hallaba un contrato de papel dorado.
Jeon apretó los labios al observarlo y luego sus ojos se posaron en el rostro de Min, quien tomó un bolígrafo con la intención de extenderlo hacia el mecánico.
Él lo tomó mientras sus ojos no se desviaron nunca de los ojos felinos del contrario.
—Han, mi hermana, te lo ha dicho ¿Verdad?
Yoongi solo sintió sus propios ojos vacilar por el rostro de Jungkook, buscando una respuesta pero lo único que demostró fue una sonrisa simple.
—Han lo sabe todo.
La palabras del mecánico volvieron nuevamente y Min solo podía oír mientras sus ojos se enfocaban en el contrato dorado.
—No hay nadie que gobierne las tierras abandonadas, y si necesitas más indirectas, ese contrato lo es todo.—El ojo felinos se cruzó de brazos sobre el escritorio y luego espero por su decisión.—Es tu decisión.
¿Debería sentir esta presión en su pecho?
¿Debería sentir como su mente sugestiona demasiado su futuro?
¿Debería sentir como sus ojos reflejan dolor y placer del pasado?
¿Acaso sus ojos quieren dejar salir las lágrimas que reflejan su pasado?
¿Yo quien realmente soy?
¿Yo..
Y sin importar que demonios sucedería en el futuro o en el presente, solo movió su mano rápido sobre el contrato y la punta del bolígrafo dejo la marca de un mecánico atando su vida en lugar que jamás volvería a salir jamás.
Sus ojos se llenaron de impotencia en forma de lágrimas que amenazaban con salir y realmente a estás no le importaron caer para rodar sobre sus mejillas.
Un contrato firmado y quitado de sus ojos cuando acabo lo que comenzó. Y aunque su rostro se demuestre en blanco, sus ojos dejan caer las lágrimas que delatan su alma oscura.
Oscura como el maletín que pronto es colocado sobre el escritorio en la visión de Jungkook y luego abierto para demostrar lo que ganó por firmar algo que prometió no hacer incluso cuando sabía de qué se trataba estos sitios.
En el maletín solo demostraba lo que Jeon juró que no quería ver nunca en su vida pero solo se dio por vencido.
—Eres un hombre ejemplar, Jeon, una vida por otra vida, salvas a Jimin y tú te encadenas en su lugar. Él es feliz con su rey y tú infeliz con el futuro que te depara. Sin dudas, tu mejor decisión como Han al dejarte ir. Cuanto dolor.—Las últimas palabras de ese hombre fueron tan falsas.
El mecánico se puso de pie rápidamente y sin importar que sus lágrimas de enojo dificultarán su visión, cerró el maletín con fuerzas para luego tomarlo y caminar de regreso a la salida.
Abrió la puerta pero antes de dar un paso afuera, su cabeza se giró hacia aquel hombre con su sonrisa triunfadora y luego soltó gruñido por lo bajo cuando detesto su sonrisa, por ende, cerró la puerta tras él para luego marcharse de allí.
¿Qué debería hacer cuando el pasado toca a la puerta y toma tu futuro?
[...]
La oscuridad jamás fue hecha para ser calmada. Los ojos no puede ver a través de ella y los colores tampoco puede opacarla del todo.
Ella sigue existiendo sin importar cuántos colores la intenté ocultar pero si puede disminuir.
Un alma oscura no puede sanar pero puede ocultar que tan oscura es cuando se siente encontrar un lugar perfecto donde los colores de las demás almas la cuiden y la protegan.
Y las lágrimas de un alma jamás pueden ser detenidas por almas tan sanas, sin importar que tan bien pueden cuidar a ese alma oscura. Las lágrimas no cesan si son de dolor, mejor déjala llorar.
Cuando esa alma oscura dejó que la oscuridad la consuma en su propio departamento, sus emociones más tristes salieron a la oscuridad y le demostró lo débil que era pero jamás sería débil por demostrar que tan valiente fue en reemplazar su vida por otra.
Pero sus brazos pueden rodearse a él mismo para evitar que el frío lo cubra antes que el calor que necesitaba ahora mismo.
Su mente se sumergía en constantes pensamientos pero jamás pudo oír como la puerta de su departamento era tocada con suavidad pero aumentaba su intensidad cuando no hallaba respuesta desde el otro lado, donde la oscuridad era la que ocultaba todo allí.
El desconocido detrás de la puerta solo accedió a entrar en el lugar y se asombró que la puerta este sin seguro, probablemente él espera por su visita para que pueda sanarlo y rogarle que regrese a su vida cuando se está convirtiendo en un caos.
Su voz llamó por su nombre. Nunca hubo una respuesta.
Pasos por pasos y se adentró en la oscuridad que prefería dejar como se encontraba, y cerrar la puerta detrás de él.
Caminó hasta donde creía que se sentía ser llamado por él, entre tantos gritos silenciosos de auxilio y lágrimas, su cuerpo reconoció dónde estaba de pie como su mente al reconocer que emoción se encontraba en el ambiente.
Jungkook estaba sufriendo en su propia habitación y nadie más está con él quien no fuera Park.
Su cama era una víctima pero cómplice de las lágrimas de un hombre que sufría por algo que los ojos del rubio no conocían en ese instante pero sabía quién era Jeon.
Un hombre ya comprometido nunca puede evitar ayudar y un hombre triste nunca podrá dejar ir al hombre que ama.
Sus pasos fueron lentos hasta la mesa de luz, encendió la luz de la lámpara y luego observó como Jungkook demostraba signos de llorar demasiado por horas cuando sus ojos se encontraban algo hinchados como su nariz algo roja como sus labios.
Park se colocó en cuclillas a la altura de la cama del azabache y observó como su rostro descansaba en un sueño incómodo que su propio cuerpo confesaba al moverse un poco.
No pudo evitar elevar su mano para acariciar esa hebras negras y luego depositar un pequeño beso en sus labios finos como una cura para todo.
—No tenías que hacerlo, Jeon.
El susurro que más dolió sin dudas será ese para Jimin pero sus ojos no expresaron lo mismo como sus lágrimas al caer y su mano al temblar cada vez que acarician el cabello del mecánico.
—Te salvé.
Y como sus labios movieron al susurrar, sus ojos se abrieron lentamente mientras su mejor sonrisa ocupaba su rostro pero no era suficiente. Jimin tragó duro ante su expresión falsa de alegría que ocultaba la tristeza y arrepentimiento.
—No tenías que hacerlo, era mucho mejor si me permitías ser parte del club por el resto de mi vida.
—No deberías ser parte de el cuando has encontrado a tu rey.
—Aun así, era mentira. Encontrar al rey era también dedicar mi vida al club de igual manera pero tu vida fue un sacrificio para que eso no ocurra. No debería sentirme agradecido.
—Fui hecho para esto.
La mano de Jimin bajó desde su cabello azabache hasta su mejilla y el mecánico no pudo evitar frotar su mejilla en la palma cálida de Park mientras su mano se posaba sobre la rubio, pidiendo que no la quite de su rostro jamás.
El rubio se asombró cuando las palabras de Jungkook comenzaban a tener sentido en todo este tiempo que el contrato entre ambos existió pero ahora ya no era parte de ambos cuando Jeon exigió romperlo.
—No te volveré a dañar jamás, bebé.
La mano fría de Jungkook abandonó la del rubio para posarse sobre la mejilla del mismo solo para demostrar que se encontraba bien aunque no era real.
—Nunca me has dañado...
—¿Nunca te has preguntado si ese dolor que has experimentado era justo? Solo por rey rojo que no tiene sentido con su vida, un rey que le gusta el peligro, un rey que no puede vivir una vida normal.— Jungkook soltó una pequeña sonrisa forzada.— Jack tiene mucho que aprender.
Jimin se acercó al rostro del azabache y sus ojos se conectaron mucho mejor entre ambos. La mirada de dos hombre tenían coincidencias. Ambos demostraban lo mismo.
Y realmente comprendió una parte de Jungkook que creía que era correcto en lo que pensaba de él.
—Dime por qué estamos tan ciegos para ver... Fue tan ciego, Jeon.
El rubio tomó el rostro de aquel dominante que alguna vez tomó su cuerpo y le enseñó que más que dolor, podía existir un querer entremedio. Una pasión, un sentimiento y algo más que placer.
Sus lágrimas bajaban por sus mejillas mientras sus palabras era atrapadas por un nudo de angustia en garganta y luego un dolor de pecho.
—No soy el ciego en esta situación, mi amor. Tu has elegido en quien creer pero tengo la culpa que hayas elegido creer en mi.
La verdad era justa, y como justa, necesita que alguien la vea para creer.
Jungkook puede decirla pero jamás será la mismo que verla con sus propios ojos.
Park necesita ver para creer y todos deberán saber quién es el verdadero rey que se esconde entre las personas y la oscuridad siempre lo abraza sin cesar hasta que no puede escapar.
Pero los pensamientos de aquel rubio acabaron cuando un pequeño susurro del azabache lo sacaron de ellos.
"Estoy cayendo en este sentimiento de amor, creo que estoy perdiendo la cabeza pero por tí, cada día me gusta más."
Jimin jamás estuvo tan sorprendido.
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