➳꙲᭄᪼⃟⃟ 𝐂𝐇𝐀𝐏𝐓𝐄𝐑 𝐅𝐎𝐔𝐑𝐓𝐄𝐄𝐍:: 𝐑𝐄𝐌𝐄𝐌𝐁𝐄𝐑𝐒. ˖͓ᭃ͕᪶̋
Ese quizá era el ambiente desastroso; una vez más el intentando algo que no debería. Los albinos rápidamente al notar esto corrieron hacia el pelirrojo, el albino le desvío el arma haciendo que un disparo resonara por todo el lugar, pero no dio en la cabeza del pelirrojo. En su lugar dio en el suelo.
El pelirrojo no hizo nada, sólo bajó la mano en la que sostenía el arma... Sólo le quedaba una bala a esta misma después de todo.
—¡¿Cuál es tu problema?! ¡¿Eres consciente de lo que acabas de intentar?! —le llamó la atención el hermano mayor del lazo familiar, con una expresión severa como si se tratara de un padre regañando a su hijo.
Pero una vez más, no contestó.
Oh, si tan solo supieran que no es la primera vez que lo intenta. Qué ingenuo.
—¿Qué diría Ben si sí lo hubieras hecho? ¡Él te necesita! —lo siguió sermoneando.
Sin embargo la frase del albino se redujo a una simple palabra más que, solamente fue capaz de hacer sentir de la mierda al pecoso.
Egoísta.
Y sin embargo, no estaba muy estable como para recibir ese sermón. Así que frunció el ceño.
—¿Sí? ¡Pues lo lamento! ¡¿Sabes?! ¡Mi persona no sólo se reduce a una relación con él! ¡Sí, sé que hay más gente que se preocupa por mí y demás! ¡¿Pero qué hay de mí?! ¡Es egoísta de mi parte pero ellos también son egoístas conmigo! —le respondió devuelta mientras que de manera temblorosa se levantaba del suelo, ya que cuando se agachó a recoger el arma se había sentado de rodillas.
Sin embargo, la habían cagado una vez más, la albina le hizo una seña a su hermano de que la había cagado.
—¡Una última cosa, hijo de la gran puta! ¡Más te vale escucharme bien! No te pedí que te metas en mis asuntos. No lo hagas, ¿De acuerdo? —dijo, no como advertencia, tampoco sonó como una para ser sinceros.
El pelirrojo sabía bien que quizá... No, no "quizá", se había pasado. Horriblemente se pasó, el impulso de que se le haya pasado el efecto se esa enfermedad. Suspiró, pero no se atrevió a disculparse.
—¿Sabes qué? Olvídalo. —dijo finalmente mientras caminaba lejos de ellos hacia la salida de aquel instituto abandonado y salía del lugar, se reprendió a sí mismo por ser así de impulsivo de esa manera.
El demonio se había quedado con las palabras en la boca, no sabía si responder con pelea al pelirrojo o si por el contrario pedir disculpas. En cierta parte apenado por actuar de manera metiche al respecto y convencer a su hermana de seguirlo.
Básicamente lo salvaron de una muy probable muerte, pero una que él había decidido.
En estos momentos su cabeza está hecha un lío, tratará de dejar el tema de lado. Los bocetos y la carta de confesión es algo que sí había alcanzado a llevarse, sintió nostalgia al verlos así; polvorientos.
(...? ...)
Llegó, a la casa de su primo en la que se encontraba el peliazul descansando. —hola. —saludó con simpleza a este mismo con la mano, mientras le regalaba una sonrisa algo forzada, este mismo azabache asintió al saludo sin decir nada.
El pelirrojo dejó la maleta de lado y se encaminó a una de las mesas para tomar una de las pastillas del frasco que había dejado sin querer en el lugar antes de que literalmente se vuelva loco y quiera cometer otra estupidez.
Cuando tomó su medicina, sonrió al sentir que todo volvió a la normalidad. Fue con los bocetos y aquella cartita con una sonrisa infantil hacia donde se encontraba el peliazul.
Este mismo parecía calladito mientras tomaba una sopa que el primo del pecoso le había servido como almuerzo.
—¡Toughie! —exclamó de manera infantil al ver al pelirrojo ingresar a la habitación, este mismo peliazul extendiendo sus bracitos de manera infantil mientras se removia en la cama, sonriendo inocentemente.
Porque, a pesar de todo él sigue siendo feliz. Aunque estaría afligido si se diera de cuenta de lo que ocurrió en el instituto abandonado.
El pecoso fue con el peliazul y le plantó un beso en los labios que este mismo segundo mencionado recibió gustoso como saludo.
Luego se sentó en el borde de la cama junto al chico acostado.
—¿Cómo te sientes hoy, cariño? —le preguntó suavemente mientras posaba su mirada en la de él.
—Bien, mejor que ayer pero no más que mañana. —expresó, mientras soltaba una pequeña risita que el pelirrojo acompañó con una sonrisa.
—Eh... Uh. —quería decir algo, y sin embargo no sabe bien cómo decirlo; mencionar lo que encontró, no sabe qué reacción tendrá el chico si se lo dice. Así que simplemente suspira. —mira lo que encontré. —dijo con simpleza mientras le extendía los bocetos y la cartita esa que estaba entre las otras hojas viejas rayadas.
El peliazul comenzó a revisar qué fue lo que le dio su amado luego de recibirselo, se sentó con cuidado en la cama con ayuda del pecoso y luego comenzó a revisar.
Poco a poco, su mirada se iluminaba, con nostalgia. ¿De dónde sacó eso? Vaya, en cierta parte sentía vergüenza tras encontrar un boceto que dibujó del pelirrojo medio mal en cuanto a proporciones.
Es lo de menos, mejoró, ¡Podría redibujarlo esta vez completarlo y regalárselo a él!
Bueno, es probable que no lo haga, pero vale la pena planear. Déjalo ser feliz, lector ¿Vale?
El peliazul tomó la carta para comenzar a leerla, dándose cuenta de que, era una que metió en el casillero del pelirrojo para finalmente poder confesarse de por medio un papel; era tan cobarde que recurrió a esa opción. El problema es que puso esa carta ahí minutos antes de que todo se fuera a la mierda; minutos antes de ese horrible acontecimiento.
Comenzó a recordar algún par de cosas.
—Toughie. —lo llamó con voz enmielada, pero a la vez nostálgica. No pudo evitarlo.
—Dime, cariño. —dijo, para luego poner atención y esperar una respuesta de parte de su chico.
—¿Recuerdas cuando nos conocimos? —le preguntó esta vez con algo de ilusión, para quitar la mirada de los objetos y posarla con una sonrisa en la mirada de él.
—Claro que sí, cómo olvidarlo. —le expresó dando una suave risa mientras veía al peliazul dejar el plato de sopa a un lado en una mesita de noche y luego palmear a un lado del colchón para que él se acostara a su lado.
—Cuéntamelo. —pidió el peliazul como un niño pequeño queriendo escuchar una historia.
—¿No lo recuerdas? —preguntó el pelirrojo al respecto.
—No, quiero saber tu versión de la historia. —le contestó devuelta, entonces este mismo para poder relatar en sus recuerdos ha de buscar.
(. . .)
Era inicio de año en los 2000, tú, junto a Grace habían ingresado a una nueva escuela.
Durante el inicio de la clase cuando apenas todos iban llegando a su respectivo salón... Muchos ya hablaban de que llegaría un chico y una chica nuevos al colegio.
No era algo que me importara para ser sincero, después de todo estaba con Nene, Darnell y... Tenía pareja también.
En esa entonces, todo era normal, no había mucho qué decir sinceramente.
La maestra llegó contigo al lado, según lo que mencionaste días después Grace estaba en un salón distinto hasta cierto punto, por lo que ella no podía estar contigo durante las horas de clase.
—¡Niños! Atención, hoy tenemos a un nuevo compañero entre nuestra clase, por favor sean respetuosos y pongan atención. —recordó el pecoso cómo lo dijo la maestra, haciendo el intento de imitar el timbre de voz de una mujer por lo que eso le sacó una suave risa a el peliazul. —presentate.
Lo recuerdo exactamente, tenías un rostro que decía lo intimidado que te sentías por ser el nuevo. ¡Te tapabas la carita de la nariz para abajo con un libro de color rojo!
—Era mi libro de dibujos. —interrumpió por un momento el peliazul con una sonrisa nerviosa, de hecho el recuerda el día se presentó en la escuela al momento de conocer a su amado y se siente estúpido.
—Bueno, ¿Continúo? —le preguntó suavemente, mientras le sonreía y acariciaba su cabello ahora abrazándose a él apoyando su cabeza en el hombro de este.
—Por favor. —le contestó con el mismo tono suave con voz enmielada mientras subía la mano y acariciaba el cabello rojo de su contrario pecoso.
Mmm... No creo ser muy bueno haciendo tu voz. —e-eh... M-me llamo Benjamín F-Fairest.
—¡Oye! ¡Yo no hablo así! —le hizo un puchero adorable con un rubor de vergüenza en sus mejillas al respecto.
—Hey, no soy experto imitando voces. —le devolvió el puchero el pelirrojo, acto seguido los dos entre el pequeño inofensivo conflicto se sacaron la lengua de manera infantil enojada. Pero luego de que hicieran eso el peliazul le plantó un beso en los labios al pelirrojo tomándolo por sorpresa.
—... Bien, tú ganas. Pero igualmente imitaré tu voz como mejor pueda. —dijo, para luego ver al chico celebrar, eso lo hizo rodar los ojos de manera divertida mientras sonreía.
Comenzó a relatar nuevamente. Pero en todo caso, hay que ponerse más serio con los recuerdos. ¿No?
[ 1 ]
—Bien. —expresó la maestra con simpleza suspiró por un momento. —a la hora de recreo Pico te enseñará la escuela. Levanta la mano para que sepa quién eres, Pico. —le llamó la atención la maestra, el pelirrojo bufó y levantó la mano desde el asiento con simpleza, mientras que en su otra mano yace recargada su propia cabeza. El codo ya está sobre la mesa.
El peliazul tragó en seco, mucho más nervioso sus mejillas comienzan arder en un leve rubor que decidió reclamarlas como suyas en ese instante. Sintiéndose intimidado por él, ese chico de nombre Pico.
Tomó asiento para empezar a aprender del tema que se daba durante ese día de hoy. Y... Parece que el resto de alumnos le echaban extrañadas miradas despiadadas a el pobre peliazul ojiazabache.
“Es un rarito”, “no me agrada”, “parece un cobarde”, eran unos de los pocos comentarios que el pobre chico nuevo en aquella escuela escuchaba entre susurros aún más crueles de parte de los alumnos.
Y su corazón de pollito no aguanta mucho, por lo que con sólo escuchar eso sintió que su día entero fácilmente se iba a la mierda, suspiró pesadamente.
El pelirrojo también le echaba leves miradas entre todas esas extrañadas, pero había una diferencia totalmente fuerte a la mirada del resto... Lo veía con curiosidad, ¡Intrigado por conocerlo! Podría ser un buen amigo, le agrada su actitud tímida y sumisa; un chico así fácilmente puede ser una caja de sorpresas.
Y no se equivocó.
[ 1 ]
—Me gustaría escuchar otra... Eran buenos tiempos, o bueno, en su mayoría. —expresó el ojiazabache mientras esbozaba una sonrisa de niño bueno, sólo para su pareja.
Aquel pecoso estaba tan enamorado, y el peliazul varias veces se lo decía aunque sea de manera tímida, esa frase que hasta cierto punto lo hacía sentir tan bien; tan satisfecho. Esa frase: cuídame, porque soy tuyo, y frágil.
Esa frase, le daba alietos para cuidar a aquel peliazul que ¡Puede reclamar como suyo porque él mismo lo mandó a decir así! Él es suyo.
Quería demasiado a aquel frágil algodón de azúcar.
La sonrisa del ojiazabache pareció desaparecer por un momento, cambió a un rostro nostálgico y algo triste.
—¿Qué pasó, cariño? —le preguntó el pelirrojo al notar este cambio tan rápido y repentino. Posó su mirada en el peliazul.
—Pico, sé que no tendría nada que ver ahora. Es solo simple curiosidad, eh... ¿Por qué desde un inicio me rechazaste? —preguntó mientras posaba su mirada en la del chico y veía aquellos ojos más brillantes que una perla blanca reluciente en el fondo del mar.
Oh.
Comprende...
[ 2 ]
Durante ese año 2000, el peliazul pudo determinar algo. Aquel pelirrojo que le dio un tour por la escuela (y que fue la puerta fácil para comenzar a conocerlo) este mismo chico acabó por robarle el corazón.
Determinó que el pelirrojo le gustaba, no. Podría asegurar con exactitud y fácilmente que está perdidamente enamorado de él.
No exactamente decir que fue por su físico porque básicamente él era realmente atractivo, sino porque él siempre le tuvo un montón de paciencia al chico, buscó acompañarlo en sus buenos momentos y siempre hacerlo reír en los malos sin pudor alguno, lo acompañó en las buenas y en las malas.
Y cree en la posibilidad de también gustarle al pelirrojo. Es por eso que... Mientras buscaba una manera de liberarse de la molesta castaña de nombre Grace en ese momento, se armaba de valor del gran momento en el que confesaría su amor.
Y finalmente encontró la manera, no sería exactamente en la escuela, sería un viernes divertido por la noche. Cuando le dio las buenas noches a sus padres discretamente salió de su habitación y pasó por aquel pasillo lleno de puertas al cuarto se sus padres, al de él y el de otros dos personajes anónimos por ahora. Hasta que llegó a las finas escaleras de madera, comenzó a bajarlas aún con discreción mientras que con la linterna de su teléfono iluminaba de entre toda la oscuridad a la que le temía para poder evitar tropezarse y tener un accidente en el proceso.
Llegó a la puerta y... Con sus propias llaves de la casa en manos, salió, cerrando esta misma con el mismo cuidado con el que la abrió. ¡Sí! ¡Escapó! Conoce a aquel pelirrojo lo suficiente, sabe bien que él estará en cierto callejón haciendo algún que otro grafiti, es algo que a este mismo pecoso siempre le gustó hacer; un pasatiempo casi que igual al del peliazul como lo era dibujar.
No tardó en encontrarlo, como lo predijo encontró al pelirrojo en cierto callejón haciendo garabatos con pintura a aerosol de distintos colores. Se asomó y observó cómo este por accidente se rociaba a sí mismo de un bote de pintura morado en la cara tras no revisar hacia qué lado miraba la boca de la botella a la que aparentemente recién comenzaba a manipular.
—¡Maldita sea! —expresó mientras soltaba el frasco metálico y lo dejaba caer al suelo. Cerrando los ojos por acto de reflejo para evitar que esa pintura violeta le cayera a los ojos, cosa que por suerte al menos logró evitar.
El peliazul río un poco ya que conocía a aquel pelirrojo lo suficiente, sin embargo luego de eso se encaminó a ayudarlo, mientras sacaba un pequeño pañito totalmente limpio de su bolsillo.
Llevó su pálida pero delicada mano derecha a la mejilla del pecoso mientras que con la derecha comenzaba a limpiar su mejilla derecha.
—Eres algo torpe, ¿Sabes? —le expresó de manera divertida.
—Déjame. —expresó devuelta con molestia mientras se dejaba limpiar por su contrario, quedándose totalmente quieto.
—Jeje. ¿Cómo estás, Pico-pie? —expresó devuelta con una sonrisa infantil, aún limpiandolo. Poco a poco pudo permitirse abrir los ojos devuelta para ver al chico más bajito frente a él limpiandolo y la invasión de espacio personal que se hacían el uno al otro inconscientemente.
—Pintado, parezco una uva. —le expresó, escuchó la melodiosa risa de su contrario al decir esto mismo.
—Haz de ser una uva muy dulce. —dijo de nuevo, mientras le daba una radiante sonrisa, los dos inevitablemente se sonrieron entre sí.
Hablaron por un rato, un largo rato. Finalmente, mientras ahora se ponían a pintar juntos el peliazul decidió que, era hora.
—«Es hora, Benjamín, ¡Tú puedes! » —pensó para sí mismo buscando darse ánimos para decir lo siguiente, detuvo su pintar por un momento mientras volteaba a ver a el pelirrojo. —Pico. —lo llamó con nerviosismo, el llamado ocasionó que este mismo mencionado volteara a ver a el chico.
—¿Sí, Blue? —le habló en respuesta, ahora esperando a que hablara. Notó el tímido pero a la vez inevitablemente escandaloso rubor notarse en las mejillas del chico, luego vio cómo este daba un par de pasos hacia adelante.
—Yo... Eh, p-por favor, deja de hacer por un momento eso. Necesito decirte algo importante. —expresó, el pelirrojo le asintió el silencio y dejó de lado la lata de pintura en su mano para luego poner atención total. En el chico. —e-es díficil de expresar esto, me siento... R-realmente bien contigo, y se siente extraño porque no es que n-nos conozcamos desde hace tanto tiempo, P-Pico, es un sentimiento... T-tan agradable que simp-lemente creció d-dentro de mí inconscientemente y que ya no puedo controlar... Pero si se siente tan bien, ¿Por qué se siente como si algo tan malo estuviera a punto de ocurrir? —y quizá, muchos pensarán que este pensamiento se debe por un futuro rechazo de ese momento.
Pero no era así, porque aquel pobre chico se confesó un día antes del tiroteo que los dejaría marcados de por vida.
—Pico. A lo que quiero llegar con esto es que... ¡Y-yo... Yo... Estoy enamorado de ti! —expresó con dificultad, mientras desviaba su mirada nerviosa a un lado sin saber qué reacción pudo haber tenido el pelirrojo ante eso. —y... Q-queria saber si... Q-quisieras salir conmigo, n-no sé... Intentarlo, darme una oportunidad. —expresó mientras finalmente posaba su mirada en el pecoso pelirrojo de piel canela, que estaba estático y horriblemente ruborizado como el peliazul, quizá incluso más de lo que el peliazul lo estaba.
Luego observó cómo el rostro del pelirrojo cambiaba a uno... Indescifrable.
—Blue... —lo llamó levemente, con algo de resignación, el chico era correspondido y el pecoso sabía bien que aún así no podía iniciar una relación; acaba de salir de una MUY tóxica a decir verdad y tiene miedo a volver a salir lastimado.
Y ahí el peliazul descubrió que así como el amor puede hacer sentir tan bien, también puede hacerte sentir horrible, miserable.
[ 2 ]
Silencio. —salí de una relación tóxica en esos momentos, no me sentía estable para corresponderte. —se sinceró mientras se rascaba la nuca con la mano derecha y volteaba a ver a otro lado.
—Comprendo. Huh... P-Pico, ¿Podemos prometer algo por más infantil que sea? —preguntó mientras se sentía diminuto, el pecoso procedió a verlo a los ojos por un momento. Con curiosidad. —¿La muerte podrá separarnos? —preguntó devuelta.
—Ni siquiera la propia muerte nos separará. —expresó devuelta a el peliazul, este pareció sonreír con ilusión, esperanzado.
—P-prometelo. —y sin embargo, siente inseguridad, que decide hacer que prometa otra más de miles tratos que han hecho entre sí sobre su relación.
—Lo prometo. —expresó devuelta mientras le regalaba una sonrisa a el peliazul.
Y tal vez, sólo tal vez... Esa fue la peor promesa que pudieron hacer.
HOLA
primer capítulo del año UWUUWUW
cómo decirles a tus seguidores que la historia está a unos capítulos de acabar Yahoo respuestas.
Also, cómo han estado chuchurrumines?
Esta nena entra el 24 de Enero a clases 100% presenciales. Así que tal vez se me dificulta más actualizar-
/UwU intenso que representa miseria
ANYWAY, no tengo mucho más que decir para ser sincera *llora* lindo día/tarde/noche. ¡Milky fuera!
• MILKY.
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