
Capítulo XVI
Partió por decir lo que debió haber dicho hace mucho tiempo atrás.
—Lo siento.
San frunció el ceño, genuinamente confundido.
—¿Sientes qué? ¿El besarme la primera vez o el besarme la segunda vez? Oh, ya sé —dijo con una sonrisa radiante e irónica—. Lamentas ser un reverendo idiota que ataca bocas sin consentimiento.
Wooyoung resopló, rodando los ojos. ¿Qué había esperado? Por supuesto que pedir disculpas sería un trabajo complicado, sobre todo considerando que era San. Se sentó sobre la cama, en una de las esquinas, e inhaló profundo.
—Lo siento... por lo que te hice cuando íbamos en la escuela —continuó serio. Sus ojos se enfocaron en San, quien tenía la expresión más perpleja del mundo—. Hice muchas cosas de las que no me siento orgulloso.
Hubo una pausa –probablemente San procesando la situación– antes de que el rubio abriera su linda y besable boca para hablar.
—¿Estás disculpándote por lo que me hiciste? —susurró. Parecía perdido y, cuando se hizo un poco para atrás, Wooyoung supo que estaba desconfiando de sus palabras. No podía juzgarlo. Para él también sería difícil creerlo si estuviera en sus zapatos. Siendo un imbécil antes y después, no ayudaba en su credibilidad, menos a ser alguien en quien podrías confiar.
Su voz salió suave. —Sí.
San tembló.
—No creí que... —se cruzó de brazos—. Esto es... Sé que te exigí que me pidieras perdón, pero no pensé que en realidad lo harías.
—Había tratado de hacerlo. Cuando fui a visitarte a la pizzería —confesó—. Pero ya ves, eso salió muy mal. Y honestamente, no tenía las agallas para decírtelo.
Hubo unos segundos en los que guardaron silencio. San se relamió los labios.
—Vaya... Siendo tan correcto y pidiendo disculpas con honestidad... —silbó—. Esas aguas termales realmente te fundieron el cerebro, Cerdito.
Wooyoung no pudo evitar reír. —Bobo, hablo en serio. Fui el mayor hetero-imbécil de la galaxia, en la secundaria y cuando nos reencontramos también. Te... traté como la mierda, te grité, te amenacé...
—Robaste la virginidad de mis labios —añadió San.
El pelinegro suspiró. La verdad no me arrepiento de eso.
—Mi punto es que fui un verdadero idiota que merece una buena patada en las bolas. Lamento lo que te hice. Sé que no hay forma de volver al pasado y enmendar las cosas —dijo culpable—. Si pudiera lo haría... No merecías eso...
No merecías ser odiado por amar.
No merecías sufrir como sufrió ella.
—Por favor, San, ¿podrías perdonarme? —rogó. Y por un instante, en el rostro del contrario pudo atisbar la sonrisa de su hermana. Una punzada golpeó en su pecho—. Seré mejor... Te lo juro.
El rubio lo miró dubitativo. Wooyoung sabía que sus palabras jamás llegarían a los oídos de ma única chica a la que amó, jamás tuvo la oportunidad de decírselo y se arrepentía hasta aquel día. No quería que más tarde se arrepintiera de no haber arreglado las cosas con San.
"La vida se acaba tan rápido. Somos efímeros en un universo eterno. Ama, perdona y pide perdón a aquellos que heriste en el pasado. No dejes que tus errores te hundan am final".
—¿Realmente lo sientes? —murmuró San, Wooyoung asintió, deslizándose sobre el colchón para acercarse a él.
—Sí, no tienes idea cuánto. Sé que esto es increíblemente repentino y entenderé si no quieres perdonarme... Pero necesitaba decírtelo. Necesitaba intentar —San dobló sus piernas frente a su torso y las abrazó, luciendo tremendamente vulnerable—. He logrado cambiar. Pero siento que, el haberte visto de nuevo revivió a ese idiota que solía ser en la secundaria... Lo lamento.
El rubio inhaló hondo y evadió su mirada. —Bueno... esto es raro. Siempre soñé con este momento, sólo que... no pensé que llegaría. Se siente irreal.
—Es real —lo interrumpió Wooyoung, San rió.
—Sí, puedo notarlo. En mis sueños llegabas montado en un caballo blanco y me pedías matrimonio. Además te veías mucho más atractivo —mintió. El pelinegro frunció el entrecejo—. Sin ofender.
Un suspiro. —Dios, eres tan molesto.
—¡Oye! —se quejó dándole un manotazo en el hombro—. ¡Creí que estabas tratando de conseguir mi perdón! En ese caso, deberías decir "Oh, bello y etéreo San, tan lindo y simpático, permíteme ser tu esclavo para enmendar mis errores" —dijo fallando al tratar de imitar su voz.
—Yo no hablo así.
—¡No me corrijas! —lo regañó, haciéndolo reír. Wooyoung con el cabello húmedo y sonriendo, se veía bonito; lo que era frustrante, la verdad. San sintió una cosa removiéndose en su estómago, y se obligó a pensar que era una lombriz solitaria y no el que su cuerpo empezara a reaccionar inconscientemente por Wooyoung.
Eso estaba en el pasado, ¿no?
El silencio los envolvió por un rato, minutos en los que San se dedicó plenamente a reflexionar. No estaba enfadado. Su rencor se había ido disipando lentamente a través de los días, desde que descubrió que Wooyoung ya no era tan desgraciado como lo era antes. Además, el que se hubiera disculpado era un paso enorme que creyó que jamás existiría.
Has cambiado. Has cambiado bastante, y esta versión de ti... me está haciendo perder la cabeza.
—Te perdono —dijo de repente. Los ojos de Jung se ampliaron con sorpresa y San sintió sus mejillas arder—. No te creas que esto es sencillo. Pero, te perdono. Yo también he cometido errores. Supongo que mi mini venganza no estuvo bien ¿eh? Lo de separar el trabajo de lo personal realmente lo mandé a la mierda.
—Si te tranquiliza, me lo tenía bien merecido —respondió, causando que los labios de San se curvaran en una sonrisa.
—Un poco. Si te soy honesto, la bofetada que te di, había querido dártela desde hace mucho. Se sintió bastante bien.
—Ah, ya veo. Estamos diciendo verdades ahora —se burló. El rubio soltó una risita adorable antes de bostezar, delatando sus irremediables ganas de dormir—. ¿Cansado?
—Mm —asintió—. El viaje y el estudio me tienen muerto. Mi teoría es que la universidad quiera que no descansemos en lo absoluto.
Wooyoung extendió un brazo y le sacudió el cabello. —Duerme, te despertaré para almorzar.
—Aw, ¿no eres una ternura cuando quieres serlo, Cerdito? —el pelinegro resopló—. Tomaré tu oferta. Una siesta suena bastante tentadora.
—Si sigues así, acabarás desmayándote algún día —dijo preocupado. San gateó hasta el inicio de la cama mientras que Wooyoung recogía una almohada del piso—. Tú cuerpo no puede resistir si no te tomas un descanso.
—Por eso, lo haré ahora —lo cortó, sin desear que dijera más. Le ponía nervioso que Wooyoung se preocupara tanto. Se recostó bajo las sábanas y el pelinegro acomodó la almohada bajo su cabeza—. Gracias, doctor Jung. Usted es muy servicial.
—Bobo. Duerme, mientras voy a desempacar.
—Sí, su comandante —obedeció, cerrando los ojos y escuchó a Wooyoung soltando otro resoplido. Era divertido fastidiarlo.
Estaba agotado, su cuerpo resentía el sobre esfuerzo. Sin embargo, era difícil relajarse cuando su mente no paraba de reproducir lo que había sucedido.
Jung Wooyoung le había dicho que lo sentía. Jung Wooyoung se arrepentía de lo que le había hecho. ¿Quién lo diría? A San realmente le agradaba el nuevo y verdadero Jung Wooyoung. Estaba feliz de que hubieran resuelto las cosas. Ahora ambos estaban bien y en buenos términos.
Bueno, casi. Tampoco podía dejar de pensar en esos incidentes. Le había robado su primer y segundo beso, los que tenía destinados para alguien especial. Patudo. Decidió olvidarlo, esa era la mejor opción que tenia. El tercero, se aseguró. El tercero será el definitivo. Como dicen, la tercera es la vencida. Solo tengo que ser cuidadoso y procurar que se mantenga bien alejadito de mí.
Debió adivinar que sus intenciones no servirían de nada.
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