XXV
𝐋𝐨𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬, 1881 -𝐈𝐧𝐠𝐥𝐚𝐭𝐞𝐫𝐫𝐚, 𝐑𝐞𝐢𝐧𝐨 𝐔𝐧𝐢𝐝𝐨
Ese tema necesitaba explotar de una vez. Lauren lo había soportado solamente por meses. En cambio Karoma lo había soportado por más de la mitad de su vida, les habían escondido la verdad al príncipe y a la princesa durante toda la suya.
La Reina había chantajeado a todas las personas para obedecerla, para que el secreto sea guardado no solo por el miedo a ella sino por el miedo a la destrucción de la familia y la repetición de una historia que parecía ser una maldición.
Pero el miedo no iba a solucionar nada. Y ese momento en el que la verdad salga, dejo de ser una simple espera. Se volvió real.
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La noticia claramente también destruyó al príncipe. Que seguía sumamente desestabilizado. Llegando a sostenerse de repente en su escritorio para sentir que se apoyaba en algo. Mientras claramente aún no subía la mirada, y sus fuerzas de hablar ya se habían gastado en su mayoría. -Perdóname. -Habló de repente, disimulando que su voz no temblaba.
Lauren negó, nada tenía que ver con el joven porque era él a quien le estaban haciendo daño también. -Su majestad. -Se apresuró a contestar, pero se vio interrumpida.
-Perdóname. -Volvió a repetir el principe levantando por fin su mirada. Viendo a la muchacha, pero fijándose en su cabello concentradamente. El joven se estaba culpando a sí mismo. Para eso ya estaba sollozando.
Ver eso, fue lo suficientemente desgarrador para Lauren. Lo llevó hasta su silla detrás del escritorio, para que tome asiento, para que esa desestabilidad física no lo abruma hasta el punto de poder moverse. Que al menos al estar sentado pueda respirar un poco.
Sentarse de nuevo, fue como derrumbarse, llevo sus codos hasta sus rodillas para apoyarse y sostener su rostro. Y simplemente no podía evitar llorar.
Lauren aprovechó el gran espacio que se había formado entre la silla y el escritorio y se colocó de cuclillas delante del joven. Sin forzarlo a revelar su rostro de nuevo. Sintiéndose con el corazón roto por verlo así. Echándose la culpa de algo de lo que en realidad también fue víctima.
-Su majestad. No es su culpa nada de lo que nos hizo su madre a todos. -Dijo Lauren, mientras aún el joven seguía llorando. -Nosotros solo seguimos la única opción que teníamos. La única opción que veíamos, por tener miedo. -Dijo.
-Pero esa mujer es mi madre. -Dijo el príncipe de repente. Aún sumamente dolido. -Siempre fue una mujer distante, alguien que quería controlar todo y alguien que hacía daño. Y sabiendo eso todo eo tiempo la hemos dejado hacer lo que quiso, porque todo es peor si las cosas no son como ella quiere. -Habló. -Mi familia le hace mucho daño a la gente. Mi familia te ha hecho mucho daño Lauren. Perdóname, perdóname por favor. - sollozo el joven. -No tenía idea de que estés encerrada en este lugar por culpa de mi madre. No tenía idea de que había hecho lo mismo con Karoma desde hace tantas décadas solo para evitar que alguien hable y la arruine a ella. Perdóname, perdóname. -Se lamentó llorando.
-Por favor no diga esas cosas sobre usted. Esta situación rebasa de las manos para cualquiera y no es su culpa no haber podido hacer algo. No tengo que perdonarlo porque usted no ha hecho nada malo.
Las lágrimas no paraban del salir del rostro del príncipe. Su sufrimiento era genuino y duro. Era posiblemente uno de los peores días de su vida.
-Pero ella te ha golpeado, te ha humillado. Y yo soy su hijo, llevo esa misma sangre. -Volvió a responder el príncipe. -Le ha hecho lo mismo a Karoma y todo eso ustedes lo han soportado y disimulado, por tenerle miedo. -Trató de respirar. -Siendo niño yo he visto como le gritaba a Karoma y como la maltrataba, y también le he tenido miedo. Nunca he hecho nada, porque siempre me ha metido la idea de que es un pecado ir en contra de mi madre. -Se castigó a si mismo con sus palabras. -Nunca he sabido toda la situación detrás ni el secreto de mi familia, y ahora que lo hago me doy cuenta de la terrible persona que soy por no haber hecho algo antes, por siempre verme obligado a creerle a mi madre.
-Usted no podía hacer nada. Jamás se lo hubieran permitido. -Siguió diciendo Lauren. -Usted no tiene la responsabilidad de nada, lo que ha pasado antes tampoco es su culpa, porque usted no lo sabía. Porque no tenía idea, porque así como nosotros tenía miedo. No se torture así con sus pensamientos por favor.
El joven siguió llorando después de eso, pero no respondió nada.
Y un silencio se armó entre las dos personas.
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Era doloroso verlo de esa forma, y Lauren misma no quería que ese momento llegase por ver que el príncipe se pondría así, pero ya era necesario. Ya debía de suceder, ya nada podía esperar.
Esperó que sus palabras hayan servido de algo al menos, que dentro de todo su dolor sepa que el no tenía la culpa de nada.
En ningún momento, Thomas dejó de cubrir su rostro. Por todo su llanto y por toda su vergüenza. Y en ese silencio también siguió llorando, desahogandose, liberando todos esos sentimientos que le estaban haciendo tanto daño.
Y ahí estaba Lauren, dispuesta a acompañarlo. Dispuesta a que todo ese evento se sepa, sin miedo a cualquier cosa que pudiera pasarle.
La Reina no se merecía a su hijo, ni a su hija, ni a nadie. Ni siquiera merecía el título que tenía.
El príncipe no soportaba el daño que le había hecho su madre a todo el mundo. Todo lo que había ocultado. Por interés propio, por disfrazarlo como si le importaran las demás personas cuando no lo hacían.
Pero lo peor era que a pesar de revelado el secreto, el príncipe aún no sabía la historia entera. No sabía si estaba preparado para oírla. Pero tenía que hacerlo, porque a pesar de lo dolorosa de la verdad, merecía tenerla.
Lauren entendía su dolor y en ningún momento lo obligó a levantar la cabeza, a quitar las manos de la cara o a mirarla. Pero ese dolor también callaba en ella y no podía evitar que un par de lágrimas salga de su rostro también, solo que eso no importaba tanto, y no importaba más que estar presente, que hacer de su compañía el único consuelo que podía dar.
Y ese silencio fue el necesario para que el príncipe desahogara absolutamente todo aquello antes de que en la próxima hora todos vayan a hablar del tema. Para que liberara todo su dolor y toda su frustración. Para así poder afrontar la próxima conversación sin romperse, sabiendo lo que iba a hacer. Lo que iba a decir.
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Y en periodo de tiempo que se sintió interminable. Los sollozos del joven pararon poco a poco. Y su respiración fue tomando su ritmo normal.
De un momento a otro tomó un respiro enderezandose. Y quitando las manos de su rostro. Como volviendo a armarse a sí mismo después de haber llorado por tanto tiempo. Limpio su rostro con las mismas, y con toda su fuerza trató de reponerse.
Miro el reloj en la pared de su oficina, y había pasado más de media hora. Lauren siguió su mirada dándose cuenta de lo mismo y se puso de pie, aún seguía frente al príncipe.
-Seguramente mi madre ya aviso que nos reuniremos a hablar. -Suspiró el príncipe. Su rostro se frunció con miedo y amenazó con llorar de nuevo. Pero lo resistió con todas sus fuerzas. -Si no le diré a un guardia que lo informe. -Se dijo. -Falta poco tiempo.-disimuló tomando un respiro.
Lauren decidió hablar. -Está bien desahogarse y explotar. Todos lo hacemos en algún momento. -Le dijo, notando que claramente estaba evadiendo el tema por vergüenza.
El joven evitó la mirada de Lauren mirando esta vez a otro punto de la habitación lejos del reloj mientras asentía suspirando. Sabía que en cualquier momento podía llorar de nuevo, y ya no deseaba hacerlo. Tenía que estar bien, sabía que lo iba a lograr en algún momento.
Casi con mucha timidez, Lauren extendió su mano derecha, mostrando la palma de la misma.
El príncipe entonces alternó su mirada entre la mano de Lauren y la misma Lauren, como si estuviera dudando de lo que estaba viendo. Aún así no dudó en tomarla después de unos segundos con el mismo cuidado y timidez.
El príncipe se puso de pie también en ese momento. Porque para eso Lauren le había tendido la mano.
Quedando ambos frente a frente de manera más directa.
Aún así el joven permanecía con la cabeza baja.
-Sé que me dijiste que no tengo que pedirte perdón. Pero lo haré de nuevo, porque siento que debo. Te salvé de una cosa, y no pude hacerlo lo mismo con mi propia familia. Ni siquiera pude salvar a Karoma. Y tienes razón, es porque no lo sabía y porque no habría podido hacer nada, pero simplemente no puedo evitar sentirme tan mal por tener siempre presente el tipo de gente de la que vengo -Empezó a decir el príncipe de repente aún con la voz algo rota después de todo el tiempo en el que había permanecido llorando.
-Que sus padres sean de cierta forma, no implica que usted sea igual. Ni aunque lleven la misma sangre. -Siguió explicando Lauren entonces. El príncipe no levantó la cabeza todavía. -La familia podrá influir de gran manera en todos los aspectos de la personalidad de una persona, pero uno sigue eligiendo quien ser y como serlo a penas es consciente de su autonomía.- explicó. -Y usted es una buena persona, una persona justa, noble y consciente. No por llevar la sangre de nadie, sino por sus criterios y las decisiones que toma todos los días. Por quien decidió ser usted por sí mismo.
-Pero mi madre.
-Su madre es un asunto diferente, y no tiene que pedir disculpas por ella. Porque incluso con lo que pasa, y lo que va a pasar en unos minutos. Seguirá siendo la misma persona. Pague lo que tenga que pagar o reciba lo que tenga que recibir. -Suspiró Lauren. -Usted me ha ayudado y ha salvado mi vida. Pero no puede estar ahí todo el tiempo para estar cuidando a todo el mundo, eso es humana y físicamente imposible y tampoco tiene que ser una razón para sentirse mal. Por eso mismo nada de lo que sucedió con Karoma tampoco es algo que usted hubiera podido proteger. -Pudo consolar, ahora que las cosas parecían estar más estables.
El príncipe posiblemente necesito escuchar aquello, siempre lo habían llenado de responsabilidades, de tareas y de un peso tremendo. Un peso que no podía cargar. Que no estaba listo para cargar.
Muchas cosas que no las decía, que no las hablaba. Que le dolían. Mucho peor con todo lo que había sucediendo la noche anterior.
[•••]
-Ayer todo se sentía bien por mi cumpleaños a pesar de todo a pesar de los espías que teníamos, a pesar de las cosas que sucedieron. -Volvió a decir el príncipe. -Jamás supe que dentro de todo mucha gente estaba sufriendo por culpa de alguien que me trajo a este mundo. Que duro por mucho tiempo. -Se lamentó. -No sé por que incluso ahora esperaba que este de su lado después de hablar, o por qué te echaba la culpa de destruir a la familia por haber hablado. Mi propia madre es quien destruyó mi familia. Y ni siquiera he escuchado todo de la boca de Karoma ni de nadie más. -Dijo. -Y aún así cree que es la víctima en todo esto.
-Entiendo si ha sido demasiado repentino después de un momento como su cumpleaños. Y soy yo quien debería pedir perdón por toda esta explosión, porque soy yo quien rompió todo este silencio. -Pidió Lauren. - Pero esto ha sobrepasado cualquier límite existente posible. Por alguna razón desde que el secreto pasó a Frizzy y a mi fue la primera señal para indicar que al fin ese círculo se rompería pronto. Pero todos nos cegamos, por miedo, solamente esperando el pase del tiempo. Y yo ya no pude hacer eso, había soportado de más. -Suspiró. -La Reina estaba en camino de destruirnos de igual manera que a Karoma a quien ya destruyó. Me duele mucho verlo de esa manera y esa también fue una de las razones por las que decidí callarme y obedecer por mucho tiempo.
-No te disculpes por eso. -Interrumpió el príncipe negando.
Sacudió su cabeza, y volvió a mirar el reloj. Con el par de minutos que habían pasado con la conversación. Habían de salir de una vez si querían que el principe de asegure que se haya avisado la reunión con algún guardia.
Lauren se dio cuenta de la ansiedad del joven al respecto. Y le volvió a ofrecer su mano. Esta vez no para impulsarlo ni llevarlo a ningún lado, sino para no soltarla.
Y el principe la tomó. Como un soporte, como una promesa. Lo necesitaba.
Lauren no podía evitar sentirse mal porqu
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