I
𝐋𝐨𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬, 1881 —𝐈𝐧𝐠𝐥𝐚𝐭𝐞𝐫𝐫𝐚, 𝐑𝐞𝐢𝐧𝐨 𝐔𝐧𝐢𝐝𝐨
El año así de enredado y turbulento como había comenzado, lo seguía siendo.
Las noticias buenas que trajo como la ley de derechos civiles de los sirvientes fue una de las pocas cosas que hizo que al menos, en lo que ya había pasado del año, no todo esté tan denso ni tan pesado.
Viéndolo por un lado, haciendo un esfuerzo tal vez. Había una parte buena. Y a pesar de que cueste, era mejor fijarse en eso. Por la salud mental de cualquier persona.
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Para el mes de Abril y sus primeros días las cosas no habían cambiado mucho. En el sentido de lo difíciles que estaban. Los meses estaban pasando bastante rápido, pero no era algo a lo que la gente no esté acostumbrada con todo el ajetreo de la ciudad, más aún con la situación actual.
Era cierto que la estrategia del Reino al haber pedido ayuda y protección Suecia debido a su alianza, había sido un gran decisión. Que obviamente servía de gran ayuda. Pero no era la solución ni algo que detuviera el problema de una manera instantánea.
Que gente de la élite esté involucrada en un grupo criminal era algo que se debía tratar con cuidado. Era obvio que una gran mayoría eran vándalos rebeldes, pero todos estos actuaban por mandado, y quienes requerían esos trabajos sucios eran obviamente la gente adinerada involucrada.
Así que entre toda esta clase social alta y noble. Nadie confiaba en nadie. Porque entre este estrato social, estaban los mismísimos líderes. Y enfrentarse entre gente que ya tenía poder, era un tema bastante delicado.
Las noticias de saqueos y asaltos eran frecuentes. Una vez más todos eran por mandado, por órdenes de advertencia para silenciar a la gente. Habían noticias de sobornos y de amenazas también. Todo como una manera de defenderse hasta el último, antes de que el Rey los atrape.
Pero lo que sin duda molestaba más al pueblo, era el mentado nombre. A nadie le hacía gracia, y aunque esa molestia se repita y se hable miles de veces, no era suficiente. A todo el mundo le ofendía profundamente el nombre que aquellos criminales habían tomado. Mas aún porque a pesar de que exista posibilidad seguían sin ser lo mismo que aquellas otras personas varias décadas atrás.
El antiguo Rey, el padre del Rey Mark no había sacrificado todas sus fuerzas ni dado su vida salvando a su país, dejando a su joven hijo a cargo tantos años atrás para que insulten a su memoria poniéndose ese nombre.
El Rey Mark no se había enfrentado desde tan joven, durante tanto tiempo y todavía en el apogeo de aquel grupo terrorista por nada.
El pueblo no había vivido aterrorizado en la peor época de su historia para que esta vez los vengan a asustar con una estrategia tan ruin.
El atentado del tren no había sido algo que haya pasado desapercibido. Tanta gente no había muerto en vano, para que se les falte el respeto a sus tumbas, ni para que se le falte el respeto al país.
Y es que el tema de los "Durrié", los originales. Era un tema demasiado sensible para todo el Reino. A tal punto que decir el nombre no era lo más agradable a pesar de que había pasado tanto tiempo.
Y sí, ya se había repetido miles de veces que todos se sentían ofendidos de que se atrevan a usar el mismo nombre, pero es que era algo de lo que nadie quería callarse. Que le hayan añadido un "Noveau" al final no hacía que la ofensa sea menos leve.
En el caso actual, por la información que se daba, no era un tema de dejar que la élite se enfrente entre sí, ya que involucraba muchas más cosas. Ya que la mayoría de la gente trabajando para ellos por mandado, era gente común y corriente del pueblo, por lo que también en el pueblo, nadie podía confiar en nadie por completo.
Y ante el miedo de que hayan infiltrados en el castillo, en el mismo la desconfianza también creció en demasía.
Los interrogatorios, para cualquier sospechoso, ya sea del castillo, de la élite, del pueblo o donde sea, aumentaron enormemente.
Inglaterra no necesitaba estar peor. Dentro de la crisis que empezaba a surgir, la tenían que parar antes de que avance, el mayor miedo del Rey era que su país se vuelva a hundir a pesar de que sepa que esta nueva amenaza no se comparaba a la peor etapa de su vida y a la de Inglaterra. Tenía miedo, pero por su país, por su Reino, por su cargo y por su familia, no podía demostrar que no se sentía bien.
Dentro del castillo no se lo veía, ni a él ni al príncipe. Mucho menos a los consejeros de ambos. Todo el tiempo estaban en la gran sala de Reuniones, con todos los cargos más altos de todas las ciudades del Reino, y todos los ministros correspondientes que siempre llegaban al castillo todos los días.
Y rápidamente todo el Reino se dividió en su forma de pensar. Un lado de pesimismo, y otro de esperanza. Y obviamente cada lado era totalmente válido, era totalmente justificable pensar mal, y tener miedo. Pero tampoco estaba mal tener esperanza.
Muchos centraban en pensar bien, en sacarle lo bueno a lo malo que estaba pasando. Y por eso, trayendo el tema de nuevo, la ley de los derechos civiles de los sirvientes había ayudado mucho. Incluso al gran lado pesimista del Reino.
Al menos una cosa, por más pequeña que parezca para algunos, por más de que a una minoría no le guste, había logrado hacer que todos los malos tiempos, al menos tengan un segundo de tranquilidad.
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Y dentro de ese ámbito el de pensar bien. En este mismo mes de Abril, llegó una fecha muy importante. Al menos para Lauren.
El cumpleaños de Frizzy.
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Una semana antes al 13 de abril, Lauren buscó a Karoma para pedirle que por favor al día siguiente le permita ir a la cocina a pedirle a Octavia un favor.
Porque por más de que los cumpleaños de los sirvientes no se celebren. Lauren quería hacer algo por su amiga.
Para sorpresa de Lauren, Karoma accedió sin necesidad de insistirle. Y entre esos días la acompañó a la cocina.
Octavia que ya hace varios meses había regresado al trabajo después del resfriado que tuvo el año pasado, se llevó una muy grata sorpresa al ver a Lauren de nuevo después de tantos meses de que ella y Frizzy se hayan ido.
La sirvienta le contó sobre el cumpleaños de su amiga, siendo consciente de que no se podía celebrar por las reglas del castillo, pero pidiéndole el favor a Octavia si la noche anterior, si es que sobraba algún panecillo de chocolate, podía llevárselo. Para el 13 improvisar algo antes de la jornada de trabajo. Y así si quiera hacer algo.
Octavia accedió con bastante amabilidad. Y Lauren se lo agradeció mucho.
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Era el primer año que Lauren estaba con Frizzy en su cumpleaños. Ya que el año pasado se conocieron mucho después de este.
Y con lo feas que estaban la mayoría de las cosas. Una fecha tan especial podía animarlas a las dos al menos.
Todo era una sorpresa, por lo que la sirvienta no le contó nada a su amiga. Y Frizzy al estar acostumbrada a lo callada que era Lauren, no sospecho de nada.
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La noche anterior al cumpleaños de Frizzy llegó y todo sucedió como planeado. En la noche poco antes de que termine el horario de trabajo, Lauren puso una excusa para salir de la lavandería y se escabulló a la cocina donde Octavia le entregó el panecillo a Lauren en una pequeña caja de cartón que ella misma hizo para conservarlo y que así Lauren se lo llevara sin problema.
Agradeciéndole por todo Lauren se retiró rápidamente, hizo de todo para esconder la caja de la vista de la morena cuando ambas estaban en la habitación, y dejarla en un lugar estratégico para que no la vea hasta el día siguiente.
Frizzy obviamente seguía sin tener idea, pero Lauren estaba nerviosa al respecto. Quería que al día siguiente todo aquel detalle, por más pequeño que era y debía de ser, salga bien.
Y felizmente así fue.
Mucho antes de que ambas tengan que despertar y aprovechando que la sirvienta tenía un sueño más ligero que el de su amiga, Lauren se levantó. Sacó la caja del panecillo de donde lo había escondido. Busco entre los cajones de su mesa de noche una pequeña caja de fósforos que había de tener por ahí, así como una vela lo suficientemente pequeña para el tamaño del panecillo.
Trató de buscar aquello en el mayor silencio posible. Y cuando encontró todo aquello no demoró en encender aquel fósforo como aquella pequeña vela que felizmente había logrado encontrar y colocar en el panecillo.
Sopló la llama del fósforo. Ahora la caja de cartón servía como un improvisado plato para el panecillo con la vela encendida.
Hizo equilibrio con el mismo mientras se ponía al lado de la cama de su amiga que seguía dormida.
Tomó un poco de aire, y sosteniendo todo con una mano por un momento. Se agacho para tocar el hombro de su amiga con leves golpecitos para despertarla.
La misma se revolvió un poco.
—¿Ya es hora? —Preguntó medio dormida, pensando que Lauren la despertaba debido a que ya se debían levantar.
—No, pero es un día especial para tí. —Le contestó.
Frizzy se sentó en su cama sin muchas ganas pero ya despierta. Sorprendiendose de repente con la escena que tenía al costado.
—Feliz cumpleaños. —Volvió a decir Lauren con ánimo añadiéndole una especie de tono que lo hacía sonar como algo cantado.
Frizzy pegó un grito de emoción. Llevándose ambas manos a la boca. —¿Cómo hiciste para conseguir eso? —Dijo después sin encontrar más palabras para expresarse.
—No es mucho, pero tengo mis contactos. —Bromeó la sirvienta sentándose al lado de su amiga en la cama, haciéndola reír. —Ten, pide un deseo. —Dijo tendiendo el panecillo con la vela apoyado en el improvisado plato de cartón.
Frizzy cerró los ojos fuertemente y junto sus manos mientras se quedaba así varios segundos. Después tomando el aire necesario sopló la vela. Y a penas lo hizo se lanzó a Lauren en un abrazo para agradecerle tomándola con la guardia baja.
La sirvienta se quedó quieta claramente, y como aún estaba sosteniendo el panecillo no quería que se le caiga. Agregado además a que recién se estaba acostumbrando al contacto físico con algunas personas que ya eran cercanas, aquello la dejó sin poder corresponder al contacto.
Por otra parte, su gran amiga no paraba de agradecerle aferrada en el abrazo, con mucha emoción sin importar lo demás. Y la dejó hacerlo, era su cumpleaños.
—No tenías por qué. —Dijo la morena agradecida aún en el abrazo.
—Quise hacerlo —Respondio Lauren aún bastante quieta, manteniendo el panecillo en equilibrio sobre aquel cartón para que no se vaya a caer. — Está prohibido celebrar cumpleaños aquí para los sirvientes. Pero de todas formas yo quería hacer algo para tí. Lamento que sea tan pequeño, pero es lo que se puede dentro de lo que nos permiten.
Frizzy entonces por fin se separó. Haciendo que la incomodidad de Lauren se disipe.
—¿Cómo que pequeño? A mi me encanta, pero hubiera estado mejor si me hubieras cantado el feliz cumpleaños. —Bromeó la morena, insinuando algo con un puchero en sus labios.
Lauren resopló entendiendo su pedido.
—Anda, es mi cumpleaños —Siguió Frizzy.
Lauren con otro suspiró dejó el pastelillos en la mesa de noche de Frizzy sacándole la vela de paso, e ignorando la vergüenza que le daban ese tipo de cosas empezó a cantar la tradicional canción acompañándose de las palmas que también se solían hacer, con un ánimo que lejos de ser fingido era sorprendente y bastante cómico.
Frizzy se echó a reír con gusto. Mientras escuchaba y disfrutaba aquella escena extraña de ver. E incluso cuando la canción terminó, no se podía parar de reír.
Risa que inevitablemente terminó contagiando a Lauren de cierta manera. Aún era difícil que se ría, pero a veces pasaba y era inevitable.
La risa de Lauren aunque siempre sea leve y baja, no tenía un sonido muy estético por así decirlo. Como ya había pasado una vez, al recuperar el aire sonaba como un cerdito.
Y era eso lo que le daba más risa a Frizzy, y como la risa de la morena era escandalosa e inmensamente contagiosa, Lauren también se seguía riendo. Volviendo aquello un ciclo bastante difícil de romper.
Y ante una experiencia tan nueva para Lauren, como un ataque de risa. No sabía como pararlo a pesar de estar cubriéndose la boca. Y Frizzy que también estaba en uno, no ayudaba mucho.
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Claramente en un momento la falta de aire y un dolor en el estómago ya exigían que no se sigan riendo. Y solamente hasta ese extremo, la escandalosa y contagiosa risa de Frizzy, y la graciosa risa de Lauren pudieron parar poco a poco.
Frizzy que no podía evitar momentos donde aquel ataque amenazaba volver, reía por segundos y se volvía a calmar, limpiándose un par de lágrimas que le habían salido de tanto reírse antes.
Lauren que se calmó más rápido. Se sintió diferente. No se había reído por un tiempo tan largo en su vida, y haberlo hecho no era nada malo, solo que al ser la primera vez, se sentía raro.
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—Ah, esa no era yo —Suspiró la sirvienta limpiando un par de lágrimas que también le habían salido. —me desconocí, una disculpa. —dijo.
Y aunque lo que dijo Lauren no fue precisamente algo gracioso, Frizzy casi entró en un ataque de risa de nuevo, pero logró calmarse antes.
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—Es el mejor cumpleaños de la vida. —dijo Frizzy al recuperarse nuevamente. —Y recién esta empezando el día. —dijo.
Lauren volvió a tomar el panecillo de la mesa de noche, ya sin la vela y el cartón de apoyo. Teniéndolo a su amiga. —Felices 22 —Dijo aún con esa falta de aire que le había dejado aquel ataque de risa.
Con una sonrisa la morena lo recibió, y con la felicidad del momento, lo empezó a comer.
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Y aquel día, aquella mañana, claramente era un ejemplo, de que entre todo lo malo que estaba pasando y podía pasar. Siempre había algo bueno, aunque fuese pequeño, como el cumpleaños de una persona entre las tantas que habitaban el Reino Unido. Que al menos, podía traer un momento de alegría a un par de personas.
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