🥢 Diecinueve
Capítulo 19: Mi voluntad.
Si había algo que Satoru odiaba era estar en medio de un dilema. Odia que la gente siempre lo busque para opinar de algo, él es una opinión neutra y no por decir algo que al otro no le gusta significa que no lo apoya, no.
Satoru no apoya a nadie, sólo a sí mismo.
Es por ese motivo que ni Ken ni Manjiro fueron capaces de hablar con él porque primero quieren enfriar sus cabezas. Ambos pelearon, uno apoya la decisión de su amigo y el otro quiere salvarlo, es por ese choque de ideales que al fin el alto mando está en desacuerdo.
Menos Satoru, él si sabe lo que hace.
—Senpai, creo que así no va... — murmura Touya nervioso, con muchas lágrimas en sus ojos.
— ¡Cállate! Yo sé lo que hago. — exclama muy enojado el otro, su puño impactó sobre el tablero cuando la garra falló su querido peluche y gritó — LIMONCITOOOOO.
—S-se lo dije...
Ese día, como todos los demás, huyó de sus dos amigos al irse con Touya de compras. Su objetivo era llegar a conseguir aquel hermoso limón tétrico, pero siente que ahora necesita hacer algo de arte. En su mente imagina que cuerpo se vería excelente como su maniquí, hasta que debe desconectar su concentración por un constante vibrar en su pantalón.
— ¿Quién molesta? — miró serio el contacto, no se esperaba que fuera él. — ¿Qué quieres?
—Necesito hablar a solas contigo... ¿Puedes?
Le dio una dirección, a los 10 minutos él ya estaba ahí. Las pintas no eran las mejores, pues se estaban viendo en un callejón sin salida con una extraña ventaja de sombra para el pelinegro, que para ojos de quién lo citó le resultaba más imponente su figura. No se echó para atrás, si había alguien capaz de apoyarlo era su confiable hermano mayor.
— ¡Hermano mayor!
—Peyan. — saluda serio el pelinegro, viendo claro por dónde viene la charla. — ¿Sucedió algo? Es raro que me cites a solas...
—Supongo que ya sabes lo que provocó la pelea entre Mikey y Draken... Yo... Necesito saber a quién apoyas tu. — suplica.
—... A ninguno.
Ese es su pensamiento, esa es su decisión. El día que dejó atrás a su pequeño hermanito no fue un traidor, fue alguien que le enseñó una lección de vida al menor y este está pagando las consecuencias de sus actos. Satoru lo ve como algo bueno, algo que le quedará de enseñanza a Pachin para que deje de estar en ese oscuro mundo y tenga un trabajo decente en el futuro.
Su vida como pandillero no tiene mucho futuro...
— ¡Esa no es una respuesta! — Satoru miró sin ninguna expresión al más bajo. Otra cosa que odia: que le griten sin motivo. — Tu... ¡¿Apoyas que Draken quiera abandonar a Pachin?! ¡¿De esa persona estás enamorado?!
Este es el último punto que odia Satoru: que se metan sin su permiso. El pelinegro empujó con un porcentaje importante de fuerza el cuerpo del más bajo contra una pared y el castaño por primera vez tuvo real miedo de su superior. Sus ojos por primera vez lo veían como a un desconocido y es que Satoru no tiene la capacidad de reconocer enemigos o aliados cuando está enojado.
"Pero ya no estamos en el futuro". Se recordó.
Lentamente soltó el agarre que tenía sobre Peyan y este cayó arrodillado al suelo para toser en busca de aire. El pelinegro intentó ayudarlo, pero fue cruelmente rechazado por un golpe en su mano y una mirada de odio por parte de su menor.
— ¡Eres un monstruo! Ya no tengo ninguna duda ¡¡Abandonaste a Pachin!! — acusa demasiado enojado. — ¡Estás en contra de Toman y, como sub capitán de la tercera división, te considero un traidor! ¡Ya no eres mi hermano mayor!
¡¡Lárgate de mí vista!!
Ese último grito tuvo un eco que asustó a ambos por igual, pero por diferentes motivos. Satoru tuvo miedo de sí mismo y Peyan temió porque él acabara con su vida en ese mismo momento, por ese motivo se cubrió lo mejor que pudo, pero por un rato lado nada llegó a él así que lentamente hizo un espacio entre sus brazos para darse cuenta que estaba completamente solo.
Respiró muy agitado, la adrenalina va descendiendo rápidamente hasta hacerle caer en cuenta lo que acababa de hacer. Le declaró una guerra a un miembro de los altos mandos de la Toman, literalmente lo borró de su vida y también le exigió que nunca más apareciera frente a él. Lloró, no aguantó mucho en el suelo cuando corrió desesperado a la salida de ese callejón con esperanzas de ver al menos la espalda de su mayor.
Pero no había ninguna señal de él.
El arrepentimiento lo golpeó con fuerza, él no venía a eso, él quería que su hermano mayor lo apoyara, que lo abrazara y le dijera lo que Pachin le dijo. El verdadero motivo de esta pelea, el único quien sabe la verdad; Satoru es la bandera blanca de esa guerra y él lo perdió.
Satoru vio con lástima al castaño. Cumplió su exigencia, pero lo hizo porque es imposible estar enojado con ese idiota a quien vio crecer y a quien también cuidó como a un hermanito. Le era imposible, pero no por eso se va a privar de sentir y el dolor en su pecho es mil veces más fuerte que antes.
"Yo... ¿Pude haber hecho más...?" Si, el cree que sí.
Se manejó como en su futuro lo hacía, de techo en techo, no fue hasta que llegó a una de las avenidas que se detuvo a ver la gran ciudad desde su posición que recordó. "Cierto, ya no estoy en el futuro." Se dio cuenta que no cambió absolutamente nada, que apenas en ese momento está recapacitando y dándose cuenta que está vivo, que esto no es una especie de sueño lúcido antes de la muerte, que este es su presente y pronto su futuro.
Cayó hasta impactar sus rodillas en el suelo y lloró desconsoladamente. Sabe lo que se viene, lo que está por venir y tiene demasiado miedo.
—No pude salvar a Pachin de la cárcel... ¿Qué mierda voy a hacer con Ken...? — se preguntó entre gruesas lágrimas. Se sentía demasiado perdido, todo era muy confuso y le costaba demasiado separar la realidad de la fantasía.
La noche cayó sobre su cabeza muy pronto, de camino a su territorio se encontró con un carrito ambulante de comida rápida y no dudó en comer algo para llenar un poco el vacío de su interior. Es algo que aprendió a las malas, por más dolor que tengas, un estómago lleno piensa mejor que uno vacío.
Lloró mientras devoraba el enorme plato de ramen. El señor que atendía el local tuvo lástima y le regaló un plato extra, sus sentidos activaron sus alarmas cuando notó que a pesar de ser alto aún era un niño.
—Parece que hoy no fue tu día ¿Eh? — empezó algo dudoso.
—Creo que no es mi vida... — murmura bajito, pero lo suficiente para que el señor afroamericano lo escuche. — Tú no eres de aquí ¿No?
—Soy del mundo, niño. Tú sí que no te ves de aquí. — sacudió un poco su trapo antes de comenzar a limpiar las mesas con este. — Mírate, deberías estar ahora con tus amigos andando en motocicleta, haciendo ruido por las calles, moliendo a golpes a una pandilla, no aquí llorando como un bebé y escuchando a un anciano.
— ¿Cómo-? — cuando se giró para ver al hombre este le enseñó un llamativo tatuaje de tigre en su hombro que congeló al chico en su lugar. — Oh. — se giró rápido para volver su vista al plato casi vacío con muchos sentimientos encontrados en su mente. — Usted... ¿Qué piensa del amor entre dos hombres?
—Es amor ¿No? No importa de donde venga, somos libres de sentirlo.
Eso necesitó, a alguien que le diga esas palabras a ese niño en su mente que en ese momento lloraría por la imposibilidad de amar a otro de su mismo sexo. Agradeció por la comida y salió del lugar con diferentes sentimientos en su interior, por un lado, gratitud, pero por el otro un incontrolable remolino de asco por haberse encontrado con una de sus víctimas de su arte en el futuro.
"No, ya fue suficiente." Apenas llegó a su hogar fue corriendo hacia el estudio de su madre y destapó aquel enorme pizarrón blanco. "Yo soy Sadao Satoru, tengo 17 años, soy el segundo sub comandante de la Tokyo Manji Gang. Este es mi presente, mis amigos aún están vivos y yo voy a salvarlos a todos."
[N/A]: ¿A dónde vas? Es doble cap <3
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