🥢Cuarenta y uno
Capítulo 41: Nada cambió.
Satoru vio en cámara lenta como el cuerpo de su mejor amigo caía al suelo a causa de un golpe en su cabeza. El pelinegro quedó estático por la salida de aquel intenso color carmín que brotaba de la cabeza del menor y manchaba de paso aquella melena rubia. Sus ojos temblaron por esa imagen y poco a poco el aire comenzó a faltarle.
—Qué lástima, duro un solo golpe. — se burla el mayor de los Haitani. Cuando se giró para ver al otro se extrañó por aquel estado suyo — ¿Mhm? ¿Y a ti que te pasa?
—Aléjate de él...
— ¿Uh?
—Dije... ALÉJATE DE ÉL. —Ese grito retumbó en toda la iglesia, paralizando a Ran que no vio venir esa embestida que lo mandó a volar 2 metros hacia atrás.
Ran se levantó dispuesto a golpearlo por aquella traición, pero desistió al ver por qué lo hizo. Satoru protegía entre sus brazos el pequeño cuerpo del rubio con afro, todo en él irradiaba peligro y Ran era muy inteligente para leer esas señales y mantenerse lejos de él. No iba a interferir en eso y, por simple respeto, guardó silencio y permitió que el otro se vaya con el enemigo en brazos.
—Tranquilo, vas a estar bien ¡Hay un hospital cerca!
Esa escena era una completa pesadilla para Satoru, porque todo el escenario era un viejo déjà vu que vivió hace demasiados años. En su espalda colgaba una vida de alguien muy importante para él, alguien que estaba luchando por aferrarse a la vida y no caer en ese profundo sueño eterno. A Satoru le pesaba todo el cuerpo, el cansancio estaba llegando a él y con el bajón de adrenalina todo comenzaba a entumecerse.
Sentía su garganta completamente seca, le costaba respirar correctamente a causa de la desesperación que estaba sintiendo en ese momento. En todos los futuros que vivió, el pequeño rubio siempre perdía la vida, en todos intentó salvarlo y fracasó patéticamente. En momentos como esos es que desea tener una motocicleta propia, con esta podría llegar más rápido a cualquier lugar, podría haber salvado a Draken en la primera línea, podría haber salvado a todos sus amigos, podría salvar a su mejor amigo.
—S-senpai... — ese pequeño susurro alivió por completo su alma, aún estaba consciente, aún estaba bien.
—Vas a estar bien, te prometo que estarás bien, Touya. — exclama desesperado. Sentía que en cualquier momento se caería del intenso dolor en sus músculos, pero no era momento para pensar en él. No cuando alguien dependía de su fortaleza en esos momentos. — ¡Mira! Allá está el hospital, todo va a estar bien.
—Senpai... — llama suave el rubio, con demasiadas lágrimas cayendo por sus grandes ojos turquesa.
—Todo saldrá perfecto, el hospital está ahí, te van a atender y todo va a salir a la perfección. — exclama sin reales ganas de escuchar a su pequeño kouhai.
El cuerpo en sus espaldas pronto le pesó demasiado, la respiración del pequeño niño se volvió demasiado pausada y Satoru sintió un enorme escalofrío cuando los fríos labios del pequeño se acercaron a su oído dijeron unas suaves palabras que enfrió por completo el pecho del más alto.
—Gracias por ser mí amigo, Satoru... — susurró con demasiado cariño.
A la lejanía se acercaban corriendo Baji, Kazutora y Takemichi. Los tres muchachos apuraron sus pasos al reconocer el uniforme de Touya y se sorprendieron al ver a un Satoru completamente paralizado. Este veía al frente, con la mirada completamente quebrada y demasiadas lágrimas resbalando por sus ojos.
—Alguien... ¿Alguien puede sentir el pulso de Touya...? — susurra con una voz muy quebrada. — E-él... Su cuerpo... Frío...
— ¡Satoru-san, tiene que reaccionar! — apura Takemichi que empezó a jalarlo para que termine de avanzar.
Satoru a duras penas pudo dar otros cinco pasos más cuando del hospital salieron unas enfermeras con una camilla y lo ayudaron a recostar al pequeño rubio en esta. Satoru vio con dolor aquel rostro tan pacífico del pequeño, quién parecía dormir en un agradable sueño profundo del cual jamás planea despertar. Baji le hizo de apoyo al más alto para ingresar al hospital juntos y esperar noticias del Kawata del medio.
Los cuatro estuvieron ahí sentados, en la sala de espera, rezando porque el rubio de afro esté completamente bien. En un momento otra camilla ingresó a la misma habitación y una pareja se sentó junto a los chicos, otras personas que pasaban por una tragedia similar.
Los minutos se convirtieron en horas, exactamente 3 eternas horas que dieron por finalizadas cuando un enfermero salió de la habitación con una mirada triste. Todos la siguieron con la mirada hasta que este se detuvo frente a Satoru quién se levantó desesperado por respuestas, no necesitaba hablar para que el mayor entienda lo que estaba pasando, lo que le pasó a aquel que confió en él hasta el final.
—Lo sentimos, no pudimos salvarlo...
Los oídos de Satoru pitaron, no escuchó el llamado de Takemichi, no podía pensar en nada que no fuera aquellas últimas palabras de su pequeño mejor amigo. Cayó de rodillas al suelo con un enorme vacío en su pecho, sus amigos lo vieron con pena, Baji se acercó para intentar consolarlo.
Pero se detuvo al escuchar unas risas.
—Ja...jaja...JAJAJA — todos los presentes miraron completamente asustados al pelinegro que comenzó a golpear el suelo. — ¡Nada! ¡No cambié nada! ¡No pude hacer nada! ¡NADA!
—S-Satoru... — llamó en un hilo de voz Takemichi, siendo el único que entendió el peso de aquellas palabras.
—AHHHHHHHHH. — grita, intentando liberar de alguna manera aquel intenso dolor de su consciencia.
No podía, todo en él dolía como el maldito infierno. Le dolían los músculos por no haber calentado después de pelear, le dolía el pecho de haber perdido a su mejor amigo y mucho más le dolía toda el alma por el mismo motivo, por no poder haber salvado a aquel pequeño niño con tantos sueños por cumplir.
Takemichi se sentía igual de patético, siente que de nuevo falló, que pudo haber hecho algo más para ayudar al otro, pero se dio cuenta tarde que todo este tiempo actuó de forma muy egoísta. Mientras él se centraba tanto en sus propias metas, no se dio cuenta de que otro igual a él estaba sufriendo peor que él aquellas fallas, aquellos cambios, aquel cruel futuro que iban cambiando y que empezaron por su culpa.
Si tan sólo... Hubiera llegado antes.
— ¡Oi! ¡Satoru!
Takemichi levantó su mirada con pánico al ver al Sadao alejarse a pasos pesados, Baji le gritó para que volviera, para que no huya y cuando quiso correr detrás de él fue Kazutora quien lo detuvo. Ambos adolescentes compartieron una mirada, ambos entendían que ahora no era el momento, que Satoru no se encontraba bien y que ellos no debían ser quienes consolaran al pelinegro.
—Yo llamaré a Draken. — avisa el pelinegro de largos cabellos. Borrando con violencia las lágrimas de sus ojos y alejándose del grupo para hablar con su superior.
—Demonios... — maldice Kazutora, quién se dejó caer a los asientos muy adolorido. — Si tan sólo... ¿Por qué ese idiota se adelantó? Maldito impulsivo... — lloró, su segundo amigo, otra persona con la cual pudo congeniar bien y el destino le demostró que él jamás podrá ser feliz, que los angeles como Touya no vuelan en su mismo infierno.
Takemichi lloró por la muerte de Touya Kawata, entonces escuchó un par de llantos a su costado y se sorprendió de ver a aquella pareja también llorando. El hombre notó la mirada del adolescente sobre él, notando que ambos estaban destruidos le regaló una suave sonrisa al menor, para intentar ser un pilar más en su vida.
—Tu... ¿Eras amigo de mí hijo?
—Si... — se lamenta el rubio, no podía creer que de todas las personas con las cuales se pudo topar, hayan sido los padres de los trillizos. — Lo lamento mucho... ¡Lamento no poder haber salvado a su hijo, señor Kawata! — lamenta entre un escandaloso llanto.
Mientras el rubio de grandes ojos celestes lloraba, la mujer que lo hacía con la misma intensidad comenzó a respirar hondo para calmarse. Ella destapó su rostro, la confusión se dibujó en su rostro cuando giró a ver a ambos adolescentes, notando lo destruidos que estaban.
—... Nosotros no nos apellidamos Kawata. — avisa con voz quebrada.
— ¿Eh? — Takemichi detuvo de golpe su llanto, al igual que Kazutora que se giró para ver con sorpresa la situación. — ¿N-No son los padres de Touya Kawata...?
—No, nuestro hijo se llamaba Terushima Hajime... Mi pequeño bebé... — y volvió a romper en llanto, siendo alejada por su esposo que se la llevó a dar una vuelta para que tome aire.
Ambos adolescentes se quedaron quietos procesando lo que acababa de pasar, entonces la puerta de la habitación de enfrente siendo abierta los asustó a ambos. En ella salía una enfermera demasiado feliz, que borró su sonrisa al no ver a aquel pelinegro que ayudó en el pasado con sus músculos desgarrados y que hoy trajo a un niño para ser salvado.
— ¿Familiares de Touya Kawata? — pregunta bien en alto.
— ¡A-ah! ¡Aquí! — avisa Takemichi, quién junto a Tora fueron corriendo hacia la pasante que recuperó su sonrisa. — ¡S-somos sus amigos!
—Oh, bueno, los detalles se los debo dar a la familia, pero... — miró hacia sus costados antes de volver su alegre mirada al dúo. — ¡Logramos salvarlo! ¡Llegaron a tiempo!
Esa noticia les cayó a ambos como un enorme balde de agua fría, Baji que estaba llegando escuchó la noticia u de igual manera quedó paralizado en el pasillo. Les tomó unos pocos segundos a todos dar un fuerte grito de alegría, justo en el momento que por el otro lado del pasillo venían llegando los familiares del herido que estaba reposando en la cama.
La Mizo Gang junto a Baji y Kazutora comenzaron a celebrar por aquella gran noticia, no fue hasta que Takemichi cayó en cierto dato que su sonrisa se borró poco a poco.
—Touya está vivo...
— ¡Si! ¡Logramos llegar a tiempo! ¡Uf! — grita muy feliz Baji.
— ¡Lo voy a golpear por habernos asustado así! — amenaza Yamagishi entre lágrimas y mocos.
—Ah, nos dieron un susto de muerte... — suspira Souya demasiado aliviado, siendo confortado por el brazo de su hermano que lo veía desde su silla de ruedas.
—No, no lo entienden ¡Touya está vivo! — reclama con pánico Takemichi.
El grupo bajó sus ganas de celebrar por aquel aviso del rubio, todos se giraron a verlo con rostros confundidos y hasta enojados por la forma en la cual les corta el humor.
—Si, ya sabemos eso ¿Acaso tienes algún problema con eso, maldito? — amenaza enojado Naoya. Con una enorme sonrisa y una vena hinchada en su cuello.
— ¡N-No! ¡Me refiero a que Satoru no sabe eso!
Y entonces la mente de todos explotó. Con prisa todos sacaron sus teléfonos para llamar al pelinegro y saturar el móvil de este con llamadas y mensajes, necesitaban hablarle con urgencia, como no atendía decidieron llamar cada uno a una persona diferente, Takemichi a Hina, Souya sin querer le marcó a su hermano y viceversa, Baji llamó a su mamá, Kazutora llamó a Yuzuha, Takuya llamó a Draken, Akkun llamó a Mikey, y Makoto junto a Yamagishi seguían intentando con Satoru.
Sin tener noticia alguna del último y de Draken.
[N/A]: ...
Antes que me maten, REFERENCIAS DEL CAP.
Las frases que suelta Satoru son similares a las que soltó cuando Draken murió en su espalda en la primera línea.
Referencia a Eren Jaeger del anime Shingeki no Kyojin.
En fin, que arda Troya. /C esconde en el búnker.
Nos leemos pronto chikis 💜
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