𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐔𝐧𝐨
SIETE AÑOS DESPUÉS…
La risa de una persona conocida se escuchaba a través del pasillo, creyó estar loco cuando pensó que era Jungkook el dueño de aquella risa. No podía ser él, hace un mes que Jeon había salido, cumpliendo su condena antes de tiempo por buena conducta.
—Tu amigo está de vuelta, Min. —Escuchó hablar a una oficial.
Entre carcajadas, Jeon Jungkook entró a la celda volteandose para mostrarle sus dos dedos medios a la oficial quien perfectamente lo vió, pero no hizo nada, ya todos estaban acostumbrados a la actitud osada y burlona del chico, pero más allá de eso Jeon era uno de los más tranquilos y los que menos daban problemas.
—¿Pero qué diablos haces aquí, Jeon? —Si siquiera Jeon tuvo tiempo de darse la vuelta cuando sintió un golpe en su cabeza de parte de su amigo.
—Hola hermanito ¿Creíste que te iba a dejar sólo por mucho tiempo?
—¿Ahora que hiciste, Kook?
—¿Yo? —posó su mano en su pecho simulando estar ofendido—. Nada, solo quería verte. Nada más robé una joyería, eso fue todo.
Como si nada se echó en la cama, riéndose de su pequeña travesura.
—Uno queriendo salir de aquí y otros desaprovechando la libertad.
—La libertad es aburrida sin tí, mejor aquí estoy bien. Comida gratis, sin pagar renta ¿Sabes lo duro que es la vida allá afuera? Uy no hermano, uno se muere de hambre.
Yoongi negó con su cabeza ya rendido y a la vez con un poco de gracia por la lógica del menor, llegó a un punto de aburrirse de darle tantos consejos a su amigo de años, no mentía, todo ese mes lo había extrañado demasiado, marcaba línea por línea los días que iban pasando para poder llevar una cuenta de todo los días que había estado encerrado.
En siete años nunca vió a su padre visitarlo, nada más era su mamá la que llegaba sin falta cada quincena. Por el buen comportamiento de Yoongi, los oficiales le daban una hora en compañía de su madre cada vez que llegaba, pero ya habían pasado dos meses y su madre no lo había visitado como de costumbre, estaba empezando a preocuparse mucho. Aún así no podía hacer nada estando ahí encerrado.
—¿Qué sucede? ¿Por qué estás tan preocupado?
—Mi madre no ha venido en dos meses.
—¿Todavía no?, recuerdo que me dijiste que habías pasado un mes sin verla antes de salir.
—Asi fue —dijo cabizbajo —, pero sigue sin venir, tengo un mal presentimiento.
Apoyó su cabeza en los barrotes, Jungkook preocupado se levantó y se acercó a su amigo apretando sus hombros.
—Tranquilo, Bro. Seguramente el jodido de tu padre la está obligando a no venir a verte.
Tenía razón, había pensado en la posibilidad que eso fuera lo que estaba pasando, y trató que la idea de Jungkook se metiera tanto en su cabeza que no fuera capaz de volver a cuestionar el que a su mamá le hubiese pasado algo malo.
Pasaban las semanas. El día del caso de Jungkook se dió y le dieron como condena treinta meses de cárcel. Lo que se traducía a dos años y medio. El regalo de Yoongi por décima vez no se hizo esperar, Jungkook se sintió mal pero aún así su cometido se había logrado, estar para proteger a Yoongi dentro de la cárcel y no tener que preocuparse fuera, aún faltarían cinco años para lograr pasar junto a Yoongi el resto de su condena, por lo que Jungkook estaba ideando su próximo crimen, tendría que ser uno que le dieran como condena cinco años mínimo o seis máximo para poder estar con Yoongi lo que le quedaba de sentencia al mayor.
Pasaron dos meses, Yoongi y Jungkook se encontraban en el patio del recinto fumando cigarrillos que de vez en cuando conseguía Wang, un delincuente que traficaba dentro de la cárcel y que pagaba muy bien a los guardias por dejar pasar la mercancía que le traían cada semana uno de sus compañeros de afuera. Cuando de pronto sintió un empujón que lo hizo chocar con Jeon haciéndolos caer a ambos.
—Asi que ustedes son las nenitas del pabellón C —dijo un tipo alto y bastante musculoso
—¿Quién carajo... Eres tú? —preguntó Jungkook adolorido por el impacto.
—Esto no es asunto tuyo niño, mi problema es con Min, así que vete de aquí. —dijo el hombre tronando su cuello.
Ambos chicos se levantaron y lo observaron de pies a cabeza.
—Estás demente. El problema que tengas con él lo tienes conmigo, imbécil.
—Bueno, que así sea.
El tipo se abalanzó sobre ellos empezando a golpear a Yoongi, Min trató de defenderse, pero la fuerza de ese hombre era descomunal a la par de la suya, Jungkook lo empujó cayendo junto a él.
—¡Te dije que no te metieras niño!
El tipo empezó a golpear a Jungkook hasta que quedó inconsciente, se dirigió a Yoongi y siguió golpeándolo a pesar que desde un principio éste no pudo levantarse a defender a Jungkook. Todos los que estaban afuera y vieron la escena no se atrevieron a acercarse por miedo a terminar igual que el par de amigos, a pesar que quisieron, porque todos sabían que ellos no se metían en problemas, al contrario, muchas veces ayudaban y tenían una conducta ejemplar, muchos hicieron el amago de defenderlos, pero el tipo les lanzaba una mirada atemorizante que los frenaba.
—Esto, es para que aprendas y saques de tu cabeza el apellido Park. De parte de él, dice que espera que la sorpresa que te tiene sea de tu agrado.
Min logró escuchar muy lejanamente lo que el hombre le había dicho al oído, este se levantó y se fue, dejando medio muertos y con heridas de gravedad a ambos chicos.
Inmediatamente los de al rededor se acercaron a socorrerlos y llevarlos a la enfermería. La recuperación iba a ser demasiado lenta, Yoongi recibió puntadas en toda su ceja y parte de su pómulo derecho que probablemente dejaría una cicatriz. Jungkook por otro lado no sufrió suturas como Yoongi, nada más tuvo que esperar a que los moretones y heridas de su labio inferior sanaran por sí solos.
Ambos jóvenes amigos cayeron en la conclusión que aquél supuesto recluso no era nada más que un mandado de Park. Jeon y Min estuvieron atentos mucho tiempo, esperando volver a verlo, pero era como si por arte de magia hubiera aparecido e igualmente jamás se le volvió a ver.
Dos semanas después Yoongi recibió la visita de alguien que en realidad creyó no volvería a ver o siquiera hablar con él.
—Hola Min, tanto tiempo.
—Creí que jamás iba a volver a saber de usted —dijo con fingida gracia.
—No, Yoongi, jamás me cansé. Dijiste que no querías volverme a ver si no traía noticias de tu condena.
Un leve esperanza creció en su corazón.
—Si ¿Y?
—Por buen comportamiento y apelación de mi parte, te redujeron cinco años, es decir que en poco más de dos años estarás libre.
—Gracias. —dijo serio y a la vez arrepentido por tratarlo mal antes.
—Era mi trabajo, nunca me olvidé de tí. Interrogué otra vez a los testigos y ninguno cambió su versión. Excepto uno.
Yoongi quedó extrañado, pues no era como si en su caso hubieran mucho testigos.
—¿Quién? —preguntó con curiosidad.
—Park Jimin.
Los ojos de Yoongi se oscurecieron al escuchar su nombre, odiaba al chico que le había destruido su vida, él había sido el causante de todo, si él no hubiese mentido aquella vez en el juicio Yoongi no estaría en ese lugar. Además, estaba casi seguro que también él fue la razón por la que recibió aquella paliza hace unas semanas atrás.
—¿Qué le dijo ese idiota? —dijo entre dientes tratando de controlarse.
El abogado temeroso empezó a contarle el encuentro que tuvo con el chico una semanas antes, tratando de recordar cada detalle...
Iba caminando, siguiendo cada paso que daba el chico junto al que había investigado que era su mejor amigo de apellido Kim, a una distancia prudente lo vio entrar a una tienda y luego salir con una pequeña bolsa de regalo en la mano de su mejor amigo. Decidido a acercarse caminó hasta ellos pronunciando su nombre antes que los chicos se montarán al taxi que al que él menor de ellos había hecho seña para montarse. Estaba por montarse al asiento trasero, pero él le gritó.
—¡Señor Park!
El ahora joven de veintiún años volteó con sorpresa al escuchar su nombre vió acercarse a un tipo elegante, alto y algo mayor.
—¿Quién es usted?
—Señor Park, no sabe cuántas veces he tratado de dar con usted. Soy el abogado del señor Min Yoongi.
Las lágrimas salieron de forma instantánea al escuchar ese nombre, creyó que jamás en su vida iba a volver a escuchar siquiera alguna noticia de él, y la impresión hizo que el menor tambaleara. El miedo creció en él.
—Señor... Por favor no vuelva a buscarme —dijo con vos temblorosa.
—señor Park, en sus manos está que la condena del señor Min sea revocada o bien, disminuirla.
—No puedo —dijo mordiendo su labio para no soltar en llanto.
—Señor Park, si acaso esque fue obligado a mentir... —las palabras se quedaron en el aire, dejando claro que él estaba enterado que en realidad todo había sido montado en contra de Yoongi—. Al menos le debe esto a él, con su testimonio puedo hacer que usted no sufra condena alguna...
El menor negó frenéticamente, dejando caer más lágrimas.
—Dígale a Gigi que me perdone, yo no quería que esto pasara, se lo juro, pero tuve que hacerlo por el bien de todos. —se tomó el atrevimiento de llamarlo por su sobrenombre.
Sin más, no dejó que el abogado siguiera hablando, solo se montó al lado de su amigo y se fueron en el taxi. De ahí él se dedicó a apelar a la corte y a muchas personas para lograr que la condena se redujera, hasta el día que le llegó la notificación que oficialmente la condena de Min Yoongi había sido reducida a diez años por buen comportamiento y por las insistencias de él. Estaba feliz, y no desaprovechó ni un minuto para ir a notificarlo a Min.
—Yoongi, Park fue obligado a mentir —le dijo preocupado el abogado.
—No me interesa, espero que cada día de su vida su conciencia se pudra más y más.
—Tienes todo el derecho a estar molesto Yoongi, pero trata de perdonarlo aunque sea un poco. Parecía arrepentido.
—No ¡Me destruyó mi vida! Espero que la vida le cobre cada uno de los días que he pasado aquí encerrado. Si es que no me lo encuentro algún día en la calle.
—Deja de decir esas cosas —el abogado bufó —... Pensé que después de un tiempo podrías olvidar.
—¡Olvidar! Ah, claro, no eres tú el que ha estado encerrado siete años y estará tres más.
—Al menos no serán ocho más. Min, espero que cuando salgas puedas retomar tu vida. Mi trabajo aquí está hecho —el abogado se levantó dispuesto a irse —. Adiós.
—¡Espera! —el hombre se volteó hacia Min— ¿Podría hacerme un último favor?
—Dime... ¿Qué necesitas?
El temor de Min al buscar respuestas era grande, pero era más la preocupación de la situación lo que muchas noches no lo dejaba dormir.
—Mi madre, ella venía siempre, sin falta cada quince días. Tiene más de tres meses de no venir ¿Podrías averiguar si está bien? —la mirada suplicante del chico le enterneció —. No le digas nada, con saber que ella está bien es más que suficiente para mí.
—Por supuesto, la buscaré. En cuanto sepa de ella te traeré noticias.
Se despidieron y Yoongi volvió con Jungkook a la jaula de ambos, al menos así le decían ellos al lugar que le habían asignado.
—¿Qué sucede Yoongi? ¿Vino tu madre al fin? —negó— ¿Entonces? —Yoongi sonrió por primera vez.
—Redujeron mi condena
Jungkook se levantó sorprendido y se lanzó a él para abrazarlo y darle palmadas en la espalda.
—¿Cuánto te redujeron?
—Cinco años.
—Oh Bro ¡Saldremos casi al mismo tiempo! ¡No tendré que cometer otro delito! —dijo alzando ambas manos hacia arriba, recibiendo un golpe en su cabeza.
—Esque eres idiota, a veces pienso que eres joto.
—Lo soy, lo somos. Pero créeme, no eres de mi gusto.
—Ni tú del mío.
—En serio eso me ofende, y yo pretendía pedirte matrimonio cuando saliéramos. —dijo Jungkook secando de su mejilla una lágrima falsa. Yoongi rodó los ojos con una sonrisa.
—Idiota.
—Imbécil.
Días después volvió el abogado, su rostro estaba decaído y no quería, es más, consideró muchas veces acercarse a la cárcel para encarar a Min, pero tenía que decirle. Ese día de la última visita del abogado de Min, se escucharon fuertes gritos y golpes en la sala de visitas. Los oficiales corrieron para ver lo que sucedía, para ver si era el recluso atacando al abogado, pero la escena los dejó en shock. Era Min golpeando el suelo, gritando y llorando, jurando a los cuatro vientos vengarse por el asesinato de sus padres.
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