6. Lecturas bajo el Eucalipto.
—¿Estás segura de que no te molesta ir al mercado? Me siento incómoda de que vayas a las compras sola, querida.
—No se preocupe, señora Weasley. Créame que no me molesta, me gusta mucho ir a hacer las compras, es algo que me relaja. Además debe cuidarse de ese resfrío.
Molly estaba un poco enferma y necesitaba algunos encargos del mercado. El pueblo se encontraba algo retirado de la madriguera, no obstante Hermione no tenía inconveniente en ir y poder ayudar.
—Ten, aquí tienes la lista de compras y el dinero.
—¿Y ustedes qué se traen? —preguntó Fred, quien bajó las escaleras para después entrar en la cocina y dejarle un beso sonoro en la mejilla a su madre.
—Nada querido, sólo la lista del mercado ¿Dónde está George?
—Sigue dormido aún. Buenos días Hermione —saludó Fred, mientras se servía un vaso de jugo de naranja, bebiendo y dedicándole una larga mirada a Hermione, quien sonrió al verle.
—Hola, Fred— contestó notando que venía recién saliendo de la ducha, sus ojos se posaron en él más tiempo de lo debido probablemente, por lo que desvió la mirada de inmediato al darse cuenta de lo que hacía —Bueno, nos vemos. Trataré de volver lo antes posible.
—¿A dónde vas? —le preguntó el pelirrojo enarcando una ceja.
—Pues al mercado, tu madre está enferma y me ofrecí a hacer las compras —respondió mientras tomaba su bolso, al que le había hechizado con un encantamiento indetectable de extensión.
Fred bebió su jugo de golpe y tomó una manzana.
—Si quieres puedo acompañarte— dijo con aire despreocupado — ¿Quieres compañía?
—Pues sería bueno, me puedes ayudar con algunas cosas de la lista que no conozco del todo— siseó, notando una extraña pizca de entusiasmo ante la particular aparición del gemelo en cuestión.
—Pues vamos— murmuró el gemelo, dándole una mascada a su manzana.
Molly sonrió al ver a aquellos dos, pero no dijo nada más. Fred jamás salía de casa sin desayunar, si lo había hecho para salir con Hermione, era porque de verdad le gustaba pasar tiempo con ella, no obstante, a la señora Weasley no le gustaba entrometerse mucho en los asuntos de sus hijos adolescentes, eran un lío y era mejor que aprendieran a resolver sus asuntos personales por sí mismos.
Ambos magos salieron de la Madriguera y caminaron a través de la colina, el pueblo estaba a unos treinta minutos caminando desde allí, por ende, les esperaba un trayecto medianamente largo por las praderas de Devon. Hermione avanzó y se notaba complacida al sentir la brisa que movía su cabello y pegaba sobre su piel.
—¿Por qué tan sonriente?—preguntó Fred, curioso —¿Acaso anoche soñaste con hombres y sus torsos desnudos?
—No, no. No creo ser tan básica como los hombres, asumo que ustedes se contentan a ver pechos y traseros desnudos.
—Quizás en alguna edad, cuando crecemos somos algo más maduros. No puedo refutarlo completamente.
Hermione lanzó una carcajada intensa y después se quedó mirando al pelirrojo de manera detenida; el pelirrojo había comenzado a hablar sobre algunas de las pociones que tenía en mente para tienda, dando rienda suelta a su conocimiento en pociones y transfiguración de objetos; se fijó en sus pómulos y en su atractiva barbilla, además de lo expresivos que eran sus ojos cuando hablaba de los temas que más le gustaban, su cabello estaba húmedo aún por lo que en su cabello rojizo se veían destellos cobrizos y anaranjados.
—¿Qué?—le preguntó el joven al notar que ella le veía fijamente, algo que no esperaría de ella.
—Nada—respondió sintiendo que sus mejillas se encendían por el hecho de ser descubierta observándole de ese modo.
Ambos intercambiaron miradas y no pudieron contener las sonrisas espontáneas que eso provocó.
Luego de eso fueron caminando entre pláticas distendidas y graciosas, Fred era especialista en hablar tonterías y hacer reír a la muchacha, su conversación no tenía mucho sentido, fueron pasando de tema en tema sin dificultad, algunos temas muggles, conspiraciones, sobre algunas personas de Hogwarts y los profesores.
Una vez que llegaron al mercado, Hermione sacó la lista y fue estudiándola de forma cuidadosa, sin embargo, Fred se la quitó de las manos en cosa de segundos, lo que causó las risas entre ambos, puesto que la bruja intentaba quitársela como si fuera un arduo trabajo. Poco a poco fueron llenando la bolsa de Hermione con las verduras y frutas que Molly les encargó, fueron degustando algunos granos y semillas que los locatarios les permitían probar, haciendo que la mañana fuese muy grata.
—Ven aquí, no es posible que jamás hayas probado el fruto del dragón—recalcó Fred con asombro— ¿No estás bromeando conmigo?
—No, cómo crees, debes ser más comprensivo, no existe esta variedad de frutos de estación y de las zonas en el centro de Londres, esto es más campestre.
—Pues vamos—dijo jalándola de la mano para conducirla al puesto donde había una notable cantidad de frutos exóticos —El sabor es muy similar a la papaya o al kiwi—siseó explicándole—, espero que te guste, son sabores que no siempre encuentras porque vienen de otros lados o muy pocas personas se dan el trabajo de sembrarlos acá debido al clima, por lo que tienden a tener sólo una temporada al año.
Ella siguió sus pasos y no entendía del todo porqué estaba tan contenta si sólo estaba probando frutas exóticas, no estaba haciendo nada que no hubiese hecho antes.
—Hola Henry ¿Cómo estás ?Podría venderme dos frutos del dragón, por favor?—pidió Fred al vendedor, un hombre mayor al que solía comprarle cuando hacía los encargos de su madre.
—¡Muchacho! ¿Qué tal? ¿Cómo está tu madre?—saludó con amabilidad.
—Pues muy bien, esta vez nos ha enviado a nosotros por las compras.
El hombre recibió el dinero y Fred le pidió si es que podía abrir los frutos para ellos, quería que Hermione pudiera comerles de inmediato. Una vez que estubieron abiertos, el pelirrojo sostuvo el fruto y ella lo mordió con cautela, temiendo que este no fuese a gustarle. La cercanía hizo que Fred sintiera algo similar a las mariposas en el estómago y se aclaró la garganta para pasar desapercibido.
—¿Y te gustó?
—Fred ¡Esto es delicioso! Merlín, jamás había probado esto y me arrepiento de haber tardado tanto.
—Me alegro que le haya gustado, señorita ¿Usted es...?—preguntó el hombre, mirando hacia Fred, dándose cuenta de la expresión feliz que no podía ocultar.
—Soy Hermione, amiga de la familia.
—Ahhhh, pues es un placer conocerla, debo decir que es muy hermosa y tiene una sonrisa muy bella.
—Oh, muchas gracias— respondió con cordialidad—¿Me das un segundo?—le preguntó a Fred—, quiero ir a mirar en ese local—dijo señalando con el dedo—, Vengo enseguido, ha sido un placer conocerlo, muchas gracias por traer tan deliciosos sabores.
—El gusto fue mío señorita—contestó sonriendo, una vez que Hermione se alejó, sus ojos fueron directos hacia Fred—Dime algo muchacho ¿Esta señorita es tu novia?
—No Henry, ella es mi amiga. Es compañera de clases de mi hermano y vino a pasar las vacaciones a mi casa porque la conocemos hace mucho tiempo.
—¡Ah! Ella también asiste a esa extraña escuela a donde asisten ustedes.
—Sí, la verdad es que nos hemos hecho cercanos, bastante amigos.
—Te daré un consejo amigo mío. Ella es el tipo de chicas de las que puedes ser amigas y luego lamentarte por no haber sido algo más. Es inteligente e irradia carisma, además cuando ambos se miran no pueden apartar la mirada del otro—farfulló sin intenciones de incomodar al mago—Eso debe significar algo.
—Vaya amigo, no me digas esas cosas—susurró con una sonrisa de medio lado—bueno Henry, debo dejarte o Hermione comprará todos los libros del anticuario—señaló despidiéndose con un apretón de manos.
—Suerte muchacho, no eches mis palabras al viento o te aseguro, te vas a arrepentir.
Fred avanzó hasta donde estaba Hermione y se cautivó al verla sumida entre libros viejos, hojeando las páginas y mirando las portadas antiguas de diseños con brillantes dorados.
—Creo que no puedo competir con tus adorados libros—declaró risueño.
Ella volvió la mirada hacia él, dedicándole una sonrisa, mostrándole algunos ejemplares que tenía elegidos para llevar.
—Iré en un segundo, pagaré esto y nos vamos.
—Te espero—acotó ayudándole a enderezar sus piernas, tendiéndole una mano para darle apoyo.
Cuando iban de regreso hacia el camino principal vislumbraron dos figuras extremadamente conocidas. Hermione agudizó la visión, tapándose la luz de los rayos del sol para ver mejor.
—Creo que uno es Lee Jordan—susurró Hermione, dubitativa.
—¿Lee? ¿Qué demonios hace por aquí?—preguntó Fred afinando la vista, en ese instante descubrió que quien lo acompañaba no era nada más ni nada menos que Angelina Johnson, recordando que la chica vivía en las cercanías del mercado al que habían ido.
—¡Freeeeeeeeeeeeeed!—llamó el chico desde la lejanía, haciendo señas con los brazos en alto.
—¡Amigo!—exclamó el aludido, denotando felicidad debido al encuentro con el mago—¿Qué haces por acá?— preguntó una vez que ambos estuvieron a una distancia cercana.
Hermione sonrió al ver a sus ex compañeros de casa, puesto que al igual que los gemelos, Lee y Angelina habían salido de Hogwarts a fines de año. Les saludó con afecto, pero se mantuvo un poco al margen del encuentro puesto que no era tan afín con ellos.
—Pues he venido a ver a esta chica que moría de aburrimiento, también vino Alicia, pero estaba un poco ebria como para venir al mercado.
—Hola Fred— saludó Angelina, algo tímida.
—Hola Angie—respondió él, dedicándole una leve sonrisa.
Entre ellos había algo de tensión debido a la relación amorosa que mantuvieron, las cosas no habían funcionado, puesto que Angelina quería algo serio y Fred en ese tiempo no estaba dispuesto a dar ese tipo de compromiso.
—¿Y ustedes dos en qué andan?—se apresuró a preguntar Lee.
—Pues mi madre nos ha enviado al mercado.
—Oh...¿Y tú gentilmente te has ofrecido?—preguntó Lee, incrédulo ante aquella contestación.
—Pues debo ser benevolente con mi madre antes de irme de casa, después tendrá que tolerar al resto de mis hermanos y en verdad la compadezco, pues creo que Ron jamás se irá de casa—dijo en tono burlesco.
Las risas no se hicieron esperar debido a aquellos comentarios.
—Hey, el viernes daré una fiesta en mi casa, todos ustedes están invitados—declaró sintiéndose alocado.
—¿Y eso debido a qué?—cuestionó Hermione.
—Pues muchas cosas, mi cumpleaños principalmente y evidentemente porque está terminando el verano y con ello empiezan las responsabilidades de la vida adulta, nada más de tonterías, ese tipo de cosas hay que despedirlas de la forma más alocada que se nos pueda ocurrir.
—Exacto amigo—señaló Fred—, no todos tienen el ingenio para seguir haciendo tonterías para siempre, eso déjalo para los Weasley.
—¿Cuento con ustedes entonces?
—Claro amigo.
—Nada más díganle a Harry que no vaya a llegar con esos problemas sobre el señor tenebroso o algo de ese estilo, que deje su mala suerte en casa.
Otra carcajada y luego estaban todos despidiéndose. Hermione hizo un último adiós con la mano y avanzó con los labios fruncidos, lista y dispuesta para molestar a Fred.
—¿Qué se siente haberte encontrado con tu ex novia, Fred Weasley?— cuestionó con toda la intención de causar intriga y molestarle.
—Pues nada, ya no somos novios hace mucho.
—¿Acaso ella sale con Lee ahora?
—Pues no lo sé.
—¿Y si fuera?¿Te molestaría?
—¿Por qué habría de molestarme? Ella es una mujer que puede hacer lo que quiera y pues tengo entendido que Lee no tiene ningún compromiso ¿Por qué lo dices?
—Solamente porque los hombres tienen un extraño código donde al parecer entre amigos no pueden acercarse a las ex novias—comentó.
—Eso es solamente cuando has estado verdaderamente enamorado de esa persona, o si sentiste mucho por ella, tanto que te dolería verla con otras personas. Enserio deseo que Angelina encuentre a alguien que la quiera de verdad, porque es una gran chica.
—¿Osea que en realidad no te enamoraste de ella?
—Pues no, la quería claramente, pero no de la manera que debería haberlo hecho para seguir en una relación con ella, la sentía más como una amiga que como una novia, hemos crecido juntos, estábamos en el equipo juntos y creo que nos asfixiábamos un poco por el hecho de estar cerca en todo momento—manifestó el pelirrojo con seriedad— Ella se merecía a una persona que la quisiera enserio y no era yo, no porque quisiera ser mala persona, si no porque las cosas no se dieron de esa forma.
—Esa sí que fue una respuesta convincente—farfulló la bruja—. Jamás te había oído argumentos tan genuinos.
—Eso es porque no suelo hablar sobre mis ex novias, son parte del pasado. Creo que no vale la pena estar anclado a cosas que ya no son parte de tu vida.
Hermione asintió, encontrando verdad en las palabras del mago, el camino transcurrió entre conversaciones y bromas hasta que volvieron a casa.
Allí el día transcurrió tranquilamente, ambos no se habían vuelto a topar en la casa y menos a conversar, eso debido a que Hermione decidió que era un buen momento para repasar la lista de útiles y verificar que no faltara nada para su retorno a la escuela. Sus padres habían contestado a su carta, por ende, ella le dedicó un tiempo considerable a leerla y releerla, decidiendo que volvería a escribirles cuando estuviera a pocos días de volver a la escuela.
Hizo que haceres, lavó su ropa y ordenó su parte del cuarto que compartía con Ginny.
Tras la cena ayudó a Molly a lavar los platos y después cuando quedó en libertad cogió uno de los libros que había comenzado por la tarde, era uno de los que consiguió durante la mañana con el anticuario del mercado. Salió al jardín y localizó un eucalipto de gran tamaño y edad, estaba algo alejado de la casa, pero tenía césped alrededor y era un sitio ideal para leer tranquila a pesar de la escasa luz, siempre podía ayudarse con la varita y no prescindir de la naturaleza y las ramas mecerse debido a la brisa.
Estaba sumergida en la lectura cuando divisó la silueta de Fred yendo en su dirección.
—¿Qué haces allí a oscuras? Pensé que eras un fantasma—bromeó Fred.
—Pues estaba leyendo el libro que compré durante la mañana—respondió cerrando el libro por unos segundos.
Él se sentó a su lado, apoyando su espalda en el tronco del Eucalipto. Y luego la miró, sonriéndole con amabilidad.
—La noche está muy cálida pero a la vez refrescante, creo que sin duda encontraste un buen lugar para pasar el rato—manifestó el joven Weasley, observando las estrellas en el cielo y oyendo el canto de algunos búhos.
—Tienes razón, este es un buen sitio. No sé si tan bueno como el faro que me mostraste el otro día, pero es bastante acogedor.
Fred rio ante la comparación, se percató que ella genuinamente había apreciado aquella exploración hacia donde él consideraba estaba su lugar pacífico.
—Pues cuando quieras podemos ir nuevamente—le invitó, haciendo que ella depositara sus ojos sobre los de él, agradeciendo el gesto. Hermione tenía una mirada muy dulce, en ocasiones muy perspicaz e intuitiva, pero por lo general, ella desbordaba dulzura.
—¿Qué leías?—preguntó con curiosidad.
—Creo que en realidad esos temas te dan flojera.
—No—refutó—, cualquier conversación contigo me interesa bastante. Cuéntame.
—Pues este libro se llama El amante de Lady Chaterley, fue publicado en 1928.
—Vaya, ¿de qué se trata?
—Pues sobre una mujer de alta sociedad que se ve envuelta en un matrimonio sin pasión, un matrimonio que no le entrega nada para nutrir su mente. Su esposo ha vuelto de la guerra y ahora está en silla de ruedas, por lo que él se sumerge en la idea de demostrar que puede seguir siendo un patrón en toda regla en la mansión en donde viven, dejando de lado a su esposa. En ese momento ella conoce al capataz del terreno y se enamora de él luego de tener encuentros muy íntimos—relató Hermione.
—¿Y eso ya lo sabías o es porque has leído todas esas páginas?
—He leído las páginas.
—¿Y qué te parece lo que hace ella? ¿Crees que es correcto que le sea infiel a su esposo, quién más aún está en silla de ruedas?
—Bueno, diciéndolo así, estás centrándote solamente en su discapacidad. La guerra no afectó su capacidad emocional o cognitiva, por lo que finalmente él de manera deliberada deja de laso a su esposa, la usa como una joya. Pero jamás se interesa en lo que ella quiere, piensa o siente—manifestó—. No justifico su infidelidad, pero creo que son cosas que comúnmente pasan en los humanos, el capataz pudo ver más allá de la máscara, penetró en su cozarón y escuchó sus ideas. Lo que irremediablemente provocó que ella se enamorara de él. Y él por su parte, descubrió a una mujer real, no la joya exhibida en las reuniones, vio a una mujer entera, completa y quedó cautivado.
—Entiendo—anunció el pelirrojo—¿Podrías leerme algunas páginas, Hermione?—le pidió con suavidad.
—¿Tú quieres que te lea?
—Sí, si es que quieres.
—Sí...—manifestó Hermione, volviendo a abrir su libro y aclarándose la garganta.
Fred se removió en su lugar, nervioso. Se relamió los labios de forma inconsciente.
—"Y parecía que ella era como el mar, nada más que olas oscuras que se alzaban y se agitaban, agitadas con un gran oleaje, de modo que lentamente toda su oscuridad se puso en movimiento, y ella era el océano que agitaba su masa oscura y muda—relató Hermione—. Oh, y muy en lo más profundo de ella, las profundidades se abrían y se abrían en pedazos, en olas largas que viajaban lejos, desde el centro de una suave inmersión, a medida que el buceador se hundía más y más, tocando más abajo, ella se revelaba más y más y más profundamente, mientras las olas más pesadas de ella se alejaban hacia alguna orilla, descubriéndola, y cada vez más cerca se hundía lo desconocido palpable, y cada vez más lejos se alejaban las olas de ella misma, dejándola, hasta que de repente, en una suave y estremecedora convulsión, lo más profundo de todo su plasma fue tocado, ella se supo tocada, la consumación estaba sobre ella, y se fue. Se fue, no fue, y nació: una mujer."
Hermione no se incomodó por leer aquellos eróticos versos para Fred, pues de eso se trataba el libro. Del descubrir al ser amado en lo profundo.
Sin embargo Fred quedó himnotizado por ella. Por su forma de leer, por la cadencia de su voz, por el sentimiento de las líneas, por el aliento que inspiraba y expiraba suavemente entre las lecturas. La observó cuidadosamente, mientras ella continuaba leyendo, mientras sus ojos iban de las líneas impresas y luego a su rostro, fijamente, con seguridad.
Y allí tuvo deseo de besarla.
Fuertes deseos de besarla.
Sólo que sintió que no era posible.
No era posible que esos deseos fueran reales, pues ella era su amiga.
Ellos eran amigos.
—¡Oigan ustedes dos!—gritó George desde la puerta—¡Papá ha traído un televisor muggle, veremos una película! Mamá ha hecho palomitas.
—Ya vamos— declaró Hermione—¿Vamos?
—Vamos— respondió él, poniéndose de pie, tendiéndole una mano para que se levantara.
Ella correspondió a su gesto y él quedó varias cabezas sobre ella, pero sus rostros estaban muy cerca y sus miradas no se apartaron.
Fred lo sintió.
Hermione lo sintió.
Y luego las sonrisas nerviosas de ambos.
—Creo que nos esperan—declaró Hermione, con los nervios a flor de piel.
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